Título: Generation Next.

Autora: Rovi Adams.

Disclaimer: XF es de CC.... okis?

Dedicatoria: A mi hija-beta-reader Cuits por ser mi gran teacher. A la family por todos
los momentos tan divertidos. A CC por crear XF. A mi teclado por ser tan resistente :p.

Spoilers: No hay de eso aki... creo.

Tipo: Si lo saben me avisan, ok?

Feedback: Sigo suplicando aunque no me escuchen.. no sean malos, miren que estoy grave. xpecial_girlARROBAhotmail.com

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El ruido de los tacones llamó la atención de los presentes en aquel pasillo del edificio J.
Edgar Hoover que conducía al por tantos años siniestro sótano, todos miraban deslumbrados aquella joven de dorada cabellera y ojos azules como el mar profundo. Sólo los más viejos conocían esos ojos, sin ninguna duda tenía su mirada, susurraban entre ellos al ver aquella chica tomar el ascensor.

No era el primer día que estaba allí, pero se sentía tan nerviosa como si lo fuera, tal vez porque había escuchado el rumor de que le asignarían un compañero. No le agradaba la idea de compartir sus alocadas teorías con alguien más por el hecho de conocer una historia similar, pero luego pensó que ese cuento tuvo un final feliz así que probablemente a ella no le fuera tan mal.

Al entrar a la oficina la contempló de reojo como tenía por costumbre, fijándose especialmente en aquel póster que desde muchos años atrás portaba aquel mensaje que manifestaba las inquietudes de aquellos agentes que dedicaron su vida a esta sección.

- Quiero creer - leyó con una sonrisa en los labios pensando que era igual que ellos, definitivamente los genes son los genes y al parecer los de los Mulder eran dominantes. Entonces una voz para ella conocida la sacó de sus pensamientos.

- Agente Mulder, ¿qué hace aquí tan temprano?

- Amanecí con mucha energía - le respondió al director adjunto tratando de ocultar el nerviosismo que la invadía sin razón alguna.

- La veo más tarde entonces - ella afirmó con la cabeza y tras escuchar el sonido de la puerta al cerrarse volvió a sumergirse en sus reflexiones matutinas. Cuando sintió el ardor de sus ojos que se quejaban por estar mirando por tanto tiempo el póster de "I want to believe", se encontró con su escritorio y con la placa que allí descansaba mostrando orgullosamente su nombre. Otra sonrisa cruzó su rostro cuando llegó a la conclusión de que el FBI debía estar harto de ese apellido y de los conflictos que le traía, de eso se aseguró por completo al ver la cara de sus superiores cuando ella pidió trabajar en este departamento. Sin dudas decían para sus adentros que habían tenido suficiente con su padre y su abuelo como para que ahora ella también quisiera formar parte del clan Spooky. Mucho peor fue la cara que puso su madre cuando le dijo que quería ser agente federal, ya que ésta había luchado tanto para que su hija tuviera una vida lo más parecido a lo normal, pero en definitiva esa palabra nunca entrará en el diccionario de esa familia por más que las que se unieron a ésta (vía matrimonio) lo intentaron.

Abrió la gaveta principal del escritorio y tomó uno de los folders que tenía que estudiar hoy (si estás usando tiempos pasados no debes usar “hoy”, pon mejor “aquel día”), pero antes tropezó con uno de sus más añorados tesoros, la placa de sus abuelos. Aun se preguntaba por qué la tenía ahí y no en casa, quizás era porque era el lugar donde siempre debían permanecer o quizás porque... en realidad no tenía otra respuesta. Miró su reloj y decidió regresar a tierra, ya era tiempo de empezar con el caso aunque fuera leyendo los datos que tenía.


Con pasos tímidos avanzó hacia la puerta, levantó el puño para tocar no sin antes detenerse a mirar el nombre impreso en ésta: Agente Katherine Mulder. Sintió gran satisfacción por el gran paso que estaba dando, deseaba con ansias unirse a los Expedientes X y trabajar con la agente Mulder, mucho más después de todo lo que escuchó durante su entrenamiento en Quántico sobre esos célebres agentes. Trabajar con la hija de William Mulder sería un verdadero reto, una experiencia sin igual, aun cuando estaba advertido del comportamiento de esas personas, de sus locas ideas y de lo duro que era conseguir su confianza. Al fin tocó la puerta y se limitó a esperar.

- Está abierto - entonces avanzó hacia dentro para quedarse petrificado ante lo que tenía enfrente. Katherine se quitó las gafas y le echó un vistazo pensando que una vez más la historia se repetía, con la excepción de que ahora los sexos se invirtieron. - Soy el agente Mark Wayne, desde hoy seré su compañero - dijo el agente que según la rápida evaluación femenina de Katherine debía tener unos veinte y tantos llegando a treinta. Él extendió su mano para saludarla y ella se quedó algo pensativa en cuanto al trato que debía darle. ¿Seguía siendo la misma siniestra Mulder o le mostraba una imagen completamente opuesta a la que le habían metido en la cabeza a su nuevo compañero?

- Mucho gusto, soy Katherine Mulder - ni una ni la otra, decidió darle un poco de ambas personalidades estrechando su mano con rostro relajado. Debía cambiar un poco la reputación de antisociales que la precedía, además el agente Wayne le caía extremadamente bien. - Entonces le interesan los fenómenos paranormales, agente Wayne - comentó para distraerse de esa mirada que poco a poco la estaba convirtiendo en gelatina. Está bien que quisiera ser algo más rápida que los abuelos (que tardaron siete años para liarse, lo cual todavía le cuesta creer) o que sus padres (que al menos tardaron cinco), pero tampoco quería tener el récord más increíble enamorándose de su compañero en minutos.

- Sí, he seguido su trabajo de cerca, puede considerarme un fan suyo.

"Vaya fan" fue lo único que llegaron a procesar las neuronas de la joven agente, que rápidamente buscó tema de conversación para así evitar que ambos se quedaran mirando como bobos horas muertas.


Luego de un día lleno de dinámicas discusiones que abarcaron todo tipo de tópicos, desde aliens hasta el mismo chupacabras, y que sin saber cómo ni por qué fue a parar a una conversación bastante personal para lo que llevaba de conocer a Wayne, Katherine conducía rumbo a casa para un relajante baño de espumas (costumbre heredada de su querida abuelita Dana). Miles de ideas cruzaban por su cabeza y presentía una noche de insomnio, por lo que mejor cambió de rumbo y fue a visitar a sus padres.

William estaba maravillado de que su pequeña nena, como aun le seguía llamando, le hiciera la visita. Desde que había ingresado al FBI no la veía con mucha frecuencia, pero no la presionaba porque entendía a la perfección la agitada vida de agente.

- Kathy, que bueno que estés aquí - saludó dándole un gran abrazo.

- Hola papá, ¿cómo va todo? ¿Y mamá, está por aquí?

- Estamos muy bien - respondió con una sonrisa que resaltaban las arrugas recordando que la edad no perdona. - Carol, Kathy esta aquí.

Se sentía tan bien de compartir con sus padres que no se dio cuenta del paso del tiempo, sólo al ver a su madre caerse dormida vio la hora y se dio cuenta de lo tarde que era. Quiso regresar a su departamento pero su padre la convenció de quedarse a dormir en casa, en su antigua habitación. Al caminar por el pasillo que iba hacia su recámara, se encontró con esa colección de fotos que siempre amó, de ella con sus padres, con sus abuelos, con sus compañeros de escuela, de esos tiempos cuando se sentaba en las piernas de Fox a escuchar uno de sus fantásticos cuentos, mientras Dana rebatía la veracidad de éstos. Entonces su vista chocó con un retrato de su padre cuando era un bebé entre los brazos de su madre, le encantaba esa foto porque Dana Scully se veía realmente hermosa. Katherine la admiró desde muy chica cuando su padre le hablaba de ella como si fuera una diosa, saltaba de alegría cuando la dejaban ir de vacaciones con ella y Fox a aquella casa de verano que perteneció a sus bisabuelos.

- Te pareces tanto a ella - dijo William casi en un susurro - sus ojos, su expresión... de no ser porque tienes los cabellos de tu madre serías idéntica.

- ¿Estuvo orgullosa de ti?

- Sí, a pesar de que tenía pensado otro camino para mí, al igual que yo para ti. Pero respetó mi decisión de seguir con ese legado y quiero que sepas que también respeto la opción que has tomado.

- Gracias - respondió con lágrimas en los ojos. - Prometo que no te defraudaré... ni a ellos - dijo mirando una foto de Mulder y Scully con sus trajes y sus placas. - Ambos sonrieron y empezaron a caminar a sus respectivas habitaciones, de repente William se detuvo.

- Una última pregunta... - Katherine lo miró intrigada - ¿por qué?

Ella sonrió entendiendo a la perfección a qué se refería.

- La verdad sigue ahí fuera, papá - dijo tomando entre sus manos la cruz dorada que adornaba su cuello.

FIN.

Díganme si vale la pena hundir las teclas de mi pobre teclado.... xpecial_girlARROBAhotmail.com