Nombre del Fanfic: Never be the same again
Capitulo: VIII
Autor: Lourdes B y Very E
Dedicado a: A todas las que lo siguen!
Clasificacion: Arcadia's Dream
Romance
Fanfic: Departamento de Scully 6.30 a. m.
Mulder se despertó con Scully envuelta en sus brazos, la estrechó un poco más, como si así pudiera absorber todo el calor del cuerpo de ella, enterró la nariz en su pelo y aspiró su aroma, nunca se cansaría del perfume a flores de su cabello, tal vez fuera el shampoo, pero para él era un aroma único.
Se incorporó un poco, con cuidado de no despertarla, quería verla dormir, siempre le había gustado observar su bello rostro mientras dormía, tan libre de toda preocupación, tan en paz, tan etéreo. La miró con adoración. Le acomodó un mechón rebelde del rojo cabello detrás de la oreja y acarició suavemente la marfilina piel de la mejilla, luego comenzó a depositar pequeños besitos húmedos por todo su rostro, en la frente, los párpados, la nariz, las mejillas, ella emitió un suspiro de satisfacción, cuando Mulder la besó en los labios ya estaba despierta, se separó un poco y sus ojos azules lo miraron con amor.
M: ¡Buenos días, Bella Durmiente! – le dijo con una sonrisa.
S: ¡Buenos días! – le correspondió a la sonrisa y lo besó con ternura.
M: ¿Cómo te fue anoche? – preguntó serio, pero la risa en sus ojos delataba la broma. Ella hizo una mueca, y puso cara de estar meditando.
S: Pues, que te diré, Mulder, he tenido un sueño maravilloso. – le dijo con expresión soñadora.
M: ¿Ah, si? ¿Y de que se trataba tu sueño? – preguntó de verdad intrigado.
S: ¡Oh! Es un poco íntimo – dijo fingiendo vergüenza.
M: ¡Oh, vamos! Cuéntame. – le pidió acariciando su abdomen con lentos y sensuales movimientos.
S: Está bien. Soñé que hacía el amor, con un hombre muy guapo, tierno, apasionado. - El sonrió con orgullo.
M: Ajá, y supongo que él era muy bueno en la cama. – le dijo todavía sonriendo
S: La verdad es que si – suspiró como evocando las imágenes en su mente y lo miró con malicia - Es una lástima que sólo haya sido un sueño, porque ahora que me desperté, ya no hay ningún hombre guapo en mi cama.
M: ¡¡Ohhh!! ¡Esto te va a costar caro, pequeña bruja! – le dijo fingiendo enojo mientras se echaba sobre ella y la inmovilizaba con su cuerpo, le cubrió los labios con los suyos y la besó lenta y profundamente, mientras con una mano acariciaba el contorno de uno de sus senos y con la otra buscaba un hueco entre sus piernas. Ella detuvo sus caricias.
S: No es que no me guste lo que estás haciendo, Mulder, pero debemos trabajar, se hará tarde – él la miró sin moverse un centímetro.
M: ¡Oh, por favor! Seré rápido – y la besó otra vez hasta dejarla sin respiración, pero ella se giró bruscamente quedando sobre él, dominando ahora la situación.
S: Compórtate – le dijo sin mucha convicción ya que él le acariciaba sensualmente la cadera, distrayéndola, respiró profundo y le apartó la mano con decisión – Ya habrá tiempo, ahora el deber nos llama – lo besó fugazmente en los labios y se bajó de la cama – Me daré una ducha y luego podrás hacer lo mismo mientras preparo el desayuno.
M: ¡Aguafiestas! – le dijo haciendo un puchero.
S: ¡Malcriado! – le contestó burlona, y le tiró un beso desde la puerta del baño.
Mulder se quedó sonriendo como un bobo, se sentía tan feliz, ella lo amaba, no podía pedirle más a la vida. El ruido de la ducha se escuchaba apagado desde el otro lado de la puerta, cerró los ojos y la imaginó desnuda bajo el chorro de agua caliente, una sonrisa felina cruzó su rostro y se levantó de la cama.
Al entrar al cuarto de baño lo recibió el vapor del agua caliente, se acercó lentamente, corrió la cortina y entró a la ducha abrazándola por detrás, rodeándole la cintura con los brazos. Le besó el cuello y ella suspiró.
S: ¿Qué estás haciendo? – le preguntó en un susurro mientras él le quitaba la esponja y comenzaba a frotar su abdomen.
M: Te dije que pagarías cara tu broma, Scully, eres una bruja, mereces un castigo – le susurraba al oído mientras la esponja descendía más y más hasta perderse entre las piernas de ella.
Sótano del FBI 8.30 a. m.
Era una suerte que la oficina de los Expedientes X estuviera en el sótano, de esa manera no había necesidad de entrar por la puerta principal del edificio, así que nadie notó que llegaban juntos, ni las sonrisas embobadas que se dedicaron durante todo el trayecto desde el estacionamiento hasta el despacho.
S: Mulder – dijo mirando con desconsuelo la interminable pila de expedientes que tapaban completamente el escritorio de él - ¿Te he dicho alguna vez que deberías ser un poco más ordenado?
M: Un millón de veces, cariño – le dijo poniendo cara de niño travieso.
S: ¿Y es que acaso eres sordo o simplemente no me prestas atención? Y no me llames cariño – dijo tratando de que su tono sonara severo.
M: Siempre te presto atención, Scully, es sólo que me gusta el desorden. ¿No te gusta que te llame cariño? – preguntó un poco inseguro, temeroso de haber malinterpretado algo.
S: Me encanta que me llames así, pero no en la oficina, alguien podría oírte – le dijo sonriendo con dulzura, y mirando la pila de papeles una vez más, suspiró con resignación – Será mejor que nos pongamos en acción, o estaremos aquí hasta medianoche. - Mulder fue a sentarse delante del escritorio y al pasar junto a ella le acarició deliberadamente el trasero, ella dio un respingo por la sorpresa y le dedicó una mirada de amonestación, a lo que él respondió con una de absoluta inocencia. Scully murmuró algo entre dientes y se dispuso a comenzar con el papeleo.
Llevaban algo así como dos horas trabajando, pero la pila de documentos seguía casi igual de alta que antes, Mulder se acercaba a ella a cada rato con algún pretexto y terminaba besándola o acariciándola, y si no era eso, cada vez que ella levantaba su mirada azul, se encontraba con los verdes ojos de él mirándola con un deseo abrasador, que le recordaba los sucesos de la noche pasada, las caricias, los besos, las manos de él en todo su cuerpo, lo que hacía que se sintiera acalorada, excitada y por supuesto, que perdiera toda concentración en el trabajo. Se levantó para guardar una carpeta en su lugar y cuando volvía a su asiento, un brazo fuerte la sujetó por la cintura y aterrizó en las piernas de Mulder, que aprisionó sus labios en un beso.
S: Mulder – dijo contra sus labios – esto tiene que parar. - Él frunció el ceño.
M: ¿A qué te refieres? – preguntó con cautela ¿Ella se arrepentía de lo sucedido entre los dos?
S: A esto – hizo un ademán señalando la postura en que se encontraban – Los besos, las caricias, las miradas de deseo. - La expresión de Mulder se llenó de dolor, ella se había arrepentido, sabía que era demasiado bueno para ser verdad – No puedo trabajar así, alguien podría entrar en el momento en que me estás besando, y además tus miradas sensuales me distraen. – Él se relajó visiblemente.
M: Lo siento – le dijo sin una pizca de remordimiento – Es que no puedo mantener mis manos lejos de ti, creo que tienen vida propia – mientras hablaba una de sus manos se deslizó por debajo de la blusa de ella, que suspiró pesadamente y la detuvo a medio camino.
S: Hablo en serio, Mulder, es peligroso, si alguien llegara a entrar…
M: Lo sé, lo sé – la interrumpió sonriendo resignado. De repente sus ojos se tornaron serios e interrogantes – Scully, todo va a estar bien, ¿verdad?, nada va a cambiar entre nosotros.
S: Bueno – lo miró pensativa – Algo ya ha cambiado – le dijo sonriendo y lo besó en los labios, primero dulcemente, hasta que el beso se intensificó y las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro con caricias urgentes, hasta que el sonido del teléfono los hizo separarse sobresaltados.
Mulder apenas podía respirar, así que Scully tomó aire tratando de normalizar su agitada respiración y levantó el tubo.
S: Scully, diga. ¡Oh! ¡Hola Bill! No, no me pasa nada, es que estaba en el cuarto de baño y corrí hasta acá para atender. Pero dime, ¿pasa algo? No es normal que me llames al trabajo. ¿Mamá? ¿Se encuentra bien? ¡Gracias a Dios! Si, no te preocupes, saldré para allá en el primer vuelo que consiga. ¡Adiós Bill! – Colgó y suspiró con cansancio.
M: ¿Todo está bien, Scully? ¿Ocurre algo malo? – la miraba preocupado.
S: No, nada grave, es sólo que mi madre está en cama, parece que sufrió una caída y se torció un tobillo, debo ir allá para encargarme de ella hasta que pueda apoyar el pie. – sus ojos expresaban preocupación, él se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros.
M: Tranquila, no es nada grave, estará bien, no hay de que preocuparse.
S: No estoy preocupada, Mulder, estoy desilusionada – le dijo bajando la mirada – Amo a mi madre, pero esperaba pasar este fin de semana contigo, encerrados en alguno de nuestros departamentos – levantó el rostro ruborizado hacia él, que la miraba gratamente sorprendido.
M: Lo sé, esa era mi idea también, pero no podemos hacer nada, debes ir con tu madre – le besó fugazmente la punta de la nariz y se separó de ella – Anda, ve a hablar con Skinner, yo te esperaré aquí para llevarte a tu departamento y luego al aeropuerto.
Scully, le agradeció su comprensión con un beso en la mejilla y se encaminó hacia la puerta, pero las palabras de él la detuvieron. – ¿Un pequeño beso en la mejilla es todo lo que me merezco? – le preguntó haciendo un puchero. Ella se volvió sobre sus pasos.
S: Tienes razón – le dijo acercándose a él y poniéndose en puntas de pie – Te mereces dos – y con una sonrisa burlona lo besó en la otra mejilla y salió de la oficina riendo ante la mirada de decepción de él.
M: ¡¡¡Bruja!!! – le gritó a la puerta cerrada y luego estalló en carcajadas.
Aeropuerto de Dulles 4.15 p. m.
Mulder y Scully estaban en la sala de espera del aeropuerto aguardando la salida del vuelo de ésta, sentados uno junto al otro y tomados de la mano, él sonreía mientras le decía algo al oído. Ella rió con alegría. De pronto una voz femenina se escuchó en los altavoces anunciando que el vuelo con destino a San Diego estaba próximo a partir.
S: Bien, supongo que es hora – dijo con algo de desilusión.
M: ¡Hey! Sólo serán unos pocos días – le tomó el rostro entre las manos y la besó tiernamente en los labios – Aunque creo que ya te extraño – dijo con una sonrisa.
S: Lo sé, también yo – apoyó la cabeza en su pecho y suspiró mientras los brazos de Mulder la rodeaban, estrechándola con cariño, la separó un poco, le levantó el mentón y volvió a besarla, ahora con algo de urgencia. La voz femenina, anunciando la última llamada para abordar los obligó a separarse. Scully lo soltó con renuencia.
M: Vamos, hora de irse, cariño – le dijo mientras la empujaba suavemente hacia la fila de abordaje, ella le dedicó una mirada severa - ¿Qué? – Preguntó inocentemente – No estamos en la oficina. – Ella se rió.
S: Bien, debo irme – dijo caminando de espaldas hacia la fila.
M: Te llamaré mañana – prometió. Ella lo miró fingiendo enojo.
S: Mulder, no llames a las tres de la mañana, mi madre no está acostumbrada. – él se rió con ganas.
M: Lo prometo, salúdala de mi parte y dile que espero que se mejore pronto – y de verdad lo esperaba, pero sus motivos eran algo egoístas. – Te extrañaré, adiós.
S: Yo también te extrañaré – le sopló un beso antes de darle la espalda y colocarse en la fila.
Mulder se quedó mirando su figura hasta que desapareció tras las puertas. Luego se dio la vuelta suspirando y se encaminó a la salida, los días sin ella serían eternos, y ni hablar de sus noches, era sorprendente lo rápido que se había acostumbrado a la nueva situación.
Residencia de Margaret Scully
San Diego, California 8.00 p. m.
Scully caminaba impaciente de un lado al otro del salón de su madre, llevaba un día ahí y Mulder aun no la había llamado, se estaba comportando como una adolescente enamorada, corriendo como una desesperada cada vez que sonaba él teléfono, si no disimulaba un poco, su madre comenzaría a sospechar, de hecho ya la estaba mirando divertida mientras se movía por la habitación.
Perdida en sus pensamientos, no alcanzó a reaccionar cuando escuchó el sonido del teléfono, por lo que su madre que estaba sentada cómodamente en el sofá, fue la que respondió.
Mg: Si, diga.
M: ¡Hola, preciosa! ¿Me extrañas? – Maggy sonrió de oreja a oreja.
Mg: ¡Hola, Fox! Sé que soy preciosa – dijo mirando sonriente a Scully que al escucharla se había puesto roja como un tomate – Pero supongo que te refieres a mi hija.
M: Yo…ehh – Mulder tartamudeaba, aunque más que por vergüenza, por miedo, Scully lo mataría. Se aclaró la garganta – Lo siento, Sra. Scully, ¿ella está ahí?
Mg: Maggy – Lo corrigió. - No pasa nada, Fox, ya te doy con ella.
M: Gracias, espero que se mejore pronto, adiós, Maggy.
Mg: Adiós, Fox – dijo tendiéndole el tubo a su hija.
S: Atenderé en el estudio, mamá – dijo echándole una mirada de advertencia mientras salía de la habitación suspirando. Seguramente en cuanto la conversación con su compañero acabara, su madre la acribillaría con preguntas.
S: ¡Hola, Mulder! ¿Por qué le has dicho preciosa a mi madre? – preguntó con fingida severidad.
M: Lo siento, creí que eras tú – se disculpó avergonzado.
S: ¿Quieres decir que mi madre no es preciosa? – lo embromó, sabía que le preocupaba que ella se molestara.
M: Scully, yo… - se interrumpió al escuchar la carcajada de ella - ¿Te he dicho que eres una bruja? – preguntó riendo también.
S: Salúdame como es debido, o te convertiré en rana – lo amenazó.
M: ¡Hola, preciosa! ¿Me extrañas?
S: Mmm, - fingió meditar – no lo sé.
M: ¡Malvada! Sé que me extrañas.
S: ¿Por qué estás tan seguro? – preguntó con una sonrisa felina. Le encantaba ese juego verbal.
M: Por que yo te extraño.
S: ¿Mucho? – preguntó con vos sensual.
M: ¡Muchísimo! Ahora dime que me extrañas – le pidió con vos de niño mimado.
S: Primero dime, ¿Qué es lo que más extrañas de mi?
M: Tus labios contra los míos, contra mi piel, tu lengua… - hizo una pausa - ¿Scully, sigues ahí?
S: Continúa, ¿que más? – preguntó casi en un susurro.
M: Extraño acariciarte, tocarte, besar tus pechos – ella gimió y aferró el tubo del teléfono con fuerza – ¿Es suficiente? ¿Ya estás lista para decir que me extrañas?
S: ¡Oh, Dios, Mulder! – La excitación hacía que respirara con dificultad - ¡Por supuesto que te extraño! ¡Cielos! Serás culpable de que esta noche no pueda dormir.
M: Así me siento yo, cariño, en sólo un día te he extrañado tanto que mi insomnio ha empeorado, espero que tu madre se recupere con rapidez, o sólo encontrarás un cadáver viviente a tu regreso – se quejó él.
S: Lo sé, espero que en una semana ya pueda caminar. Por cierto, Mulder – dijo cambiando de tema – Debería pasarte con ella para que le expliques por qué ahora me llamas preciosa.
M: Lo siento, Scully, es tu madre, eso te corresponde a ti.
S: ¡Cobarde! – se rió ella.
M: Pero igual me amas. – Ella volvió a reír y tras un breve silencio él habló nuevamente - ¡Te amo, Scully! Nunca lo olvides – dijo casi con solemnidad.
S: Y tú tampoco olvides que yo también te amo, Mulder. – dijo con una sonrisa. – Y desearía pasarme toda la noche al teléfono contigo, pero mi madre me necesita – su tono era resignado.
M: Lo sé, cariño. Hablaremos mañana, te amo, adiós.
S: Yo también te amo, Mulder, hasta mañana. – se despidió.
M: Suerte con tu madre – dijo entre risas y colgó.
Scully murmuró una maldición y sacudiendo la cabeza con resignación salió del estudio preparándose mentalmente para el aluvión de preguntas de su madre, que la esperaba sentada en el sofá, con los brazos cruzados y una mirada expectante.
Mg: Dana Katherine Scully, tenemos mucho de que hablar. ¿O debería llamarte “preciosa”? – le dijo riéndose. Scully la miró primero con expresión resignada, luego echándose a reír se sentó a su lado en el cómodo sofá.
Tres días después de la conversación con su madre, ésta decía estar lo suficientemente bien para valerse por si misma, es más, todo el tiempo insistía en que ya no la necesitaba, que volviera a su trabajo, con Fox, como ella lo llamaba, a pesar de que Dana le había dicho cientos de veces que no le gustaba que lo llamaran así.
Scully sospechaba que lo que más le interesaba a su madre era que volviera al lado de Mulder, siempre le había tenido cariño y se alegraba mucho de que por fin su hubiesen confesado sus sentimientos y se decidieran a comenzar una relación.
Así que gracias a la insistencia de su madre, Scully estaría en Washington a la mañana siguiente. En cuanto reservó el billete de avión cogió el teléfono para avisarle a Mulder de su regreso, pero luego lo pensó mejor y decidió sorprenderlo, iría a buscarlo a la oficina y lo invitaría a almorzar, sonrió, sería una linda sorpresa.
Sótano del FBI 11.30 a. m.
Mulder estaba sentado ante su escritorio, las pilas de expedientes seguían igual que hacía unos días, amenazando con sepultarlo todo. Miró los papeles y sonrió, si Scully estuviera ahí, ya lo habría regañado un montón de veces, suspiró, ¡Dios! La extrañaba tanto, que en lo único que podía pensar era en ella, no podía concentrarse en ninguna cosa que no fuera la hora de hablarle por teléfono, sólo cuando escuchaba su voz lograba calmar un poco su ansiedad, su necesidad de tenerla a su lado, en sus brazos, en su cama. ¡Maldición! Los días le parecían siglos, ¿Cuánto tardaba en sanar un tobillo torcido? Sacudió la cabeza pensando en lo egoístas que eran sus pensamientos, pero no los podía evitar, ahora que sabía que Scully sentía lo mismo que él, cada minuto lejos de ella era como una tortura. Se recostó contra el respaldo de la silla, cerró los ojos y su mente evocó el rostro de ella, sus labios, su sexy ceja levantada, exhaló un suspiro de añoranza y comenzó a imaginar que ella estaba allí, con él, que le susurraba palabras sensuales al oído.
Estaba tan concentrado en su fantasía, que los golpes en la puerta lo sobresaltaron tanto que casi se cae de la silla. La puerta se abrió y una cabeza morena se asomó al interior del despacho.
A: ¡Hola, Fox! – lo saludó entrando totalmente en la oficina.
M: ¡April! – Dijo sorprendido de verla – Aun estás en Washington ¿Todavía queda algún pendiente del caso? – preguntó con curiosidad.
A: No, hace un par de días terminamos con todo el papeleo y mi jefe está tan contento con mi desempeño que me dio unos días de vacaciones, dos semanas para ser exactos – sonrió, se veía contenta.
M: Me da mucho gusto, te las mereces – sonrió también - ¿Y a dónde piensas ir? – ella bajó la mirada y se quedó en silencio por un momento.
A: En realidad, estaba pensando en quedarme aquí, creí que tal vez tú y yo podamos…
M: Escucha, April, la verdad es que yo… - ella no lo dejó terminar.
A: Sé que amas a Scully, pero si ella no siente lo mismo, podríamos intentarlo, dijiste que te sentías atraído por mi, eso puede ser el principio de algo, ¿no? – Lo miró esperanzada.
M: April, el asunto es que ella me ama también, comenzamos una relación hace unos días, sólo que nadie lo sabe, las normas del FBI lo prohíben, tú sabes – se quedó en silencio y contempló la desilusión en el rostro de la joven – Lo siento, de verdad, ojalá las cosas fueran de otra forma.
A: Lo comprendo, Fox, y no te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo – dijo con una sonrisa triste y la voz quebrada mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
M: Por favor, no llores – le pidió acercándose y abrazándola con cariño – Eres una mujer muy bella, April, y estoy seguro de que ahí fuera hay alguien cuya misión es hacerte feliz.
A: ¡Gracias! – susurró ella, mientras él le acariciaba el cabello, se quedaron un momento así, ninguno de los dos escuchó los paso en el pasillo, la puerta se abrió y una sonriente Scully se quedó petrificada contemplando la escena que se desarrollaba frente a sus ojos, Mulder descubrió su presencia en el momento justo en que la sonrisa desaparecía de su rostro para ser reemplazada por una expresión de dolor, y luego una mirada gélida.
M: ¡Scully! – Dijo Mulder soltando a April – Has regresado – se acercó a ella, pero sus palabras lo detuvieron en seco.
S: Lamento la interrupción, no se preocupen por mi – dijo con tono helado – Volveré después – se dio la vuelta y se dirigió al pasillo ante la mirada atónita de Mulder, que se volvió a mirar a April.
A: No te preocupes, ve por ella – él le agradeció con la mirada y salió tras su compañera.
La alcanzó justo cuando se abrían las puertas del ascensor.
M: Scully, escúchame, por favor – le suplicó – no es lo que piensas.
S: ¿Cómo sabes lo que pienso? – lo miró enojada.
M: Te conozco, sé que crees que tengo algo con ella, lo veo en tus ojos, pero te equivocas.
S: Yo sé lo que vi – le dijo con terquedad - ¿Acaso vas a negar que la estabas abrazando? – clavó los ojos en los de él, desafiándolo a que lo negara.
M: Por supuesto que no, pero no lo hacía por los motivos que tú crees, sólo le estaba ofreciendo consuelo porque ella…
S: ¡Por supuesto! – Lo cortó irónica – Fox Mulder, el caballero de brillante armadura no puede dejar de ofrecer sus servicios a una damisela en apuros. – La mirada de Mulder se encendió como una antorcha, estaba furioso, y dolido por la desconfianza de ella.
M: O sea que tú puedes besar a otro, pero yo no puedo abrazar simplemente a ninguna otra mujer, aunque sea de forma inocente.
S: Ya te dije que entre Julian y yo no hay nada – le dijo molesta por el recuerdo.
M: Y yo te creí. ¿Por qué no me crees tú a mí? No te mentí cuando te dije que te amaba – le dijo con la voz llena de ternura.
S: Muchos hombres dicen eso sólo para llevarse a una mujer a la cama – El rostro de él se transformó en una máscara impenetrable, con los ojos oscurecidos por la furia se acercó a ella y la tomó de un brazo, arrinconándola contra la pared.
M: Yo no soy cualquier hombre – le dijo con los dientes apretados y la cara casi pegada a la de ella - ¿Acaso piensas que me pasé siete años amándote en silencio para arruinarlo todo acostándome con la primera mujer que se me cruza en cuanto te das la vuelta? – Scully no podía apartar la mirada de los ojos de él – Creía que me conocías mejor que eso – ahora sus ojos verdes reflejaban el dolor que la furia había enmascarado hasta entonces – Y también creí que yo te conocía bien, por eso te creí cuando me dijiste que nada pasaba con Julian, y porque confío en ti, ¡cielos!, la confianza en el otro fue el pilar de nuestra relación durante estos años – de repente la besó con dureza, con furia, casi lastimándole los labios, y de la misma forma abrupta se separó de ella - ¿Tú no confías en mi? – ella lo miró sin responderle, él la soltó, se dio la vuelta y se dirigió de nuevo al despacho, a medio camino se giró y la miró – Te he dicho que te amo, y es la verdad, de hecho, creo que esa es mi única verdad, pero si ya no confías en mi, no podemos estar juntos, Scully. – se volvió y siguió su camino.
Continuará…
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