Nombre del Fanfic: NEVER BE THE SAME AGAIN

Capitulo: IX

Autor: LourdesB y Very E

Dedicado a: A todo el mundo!!! Es el penultimo capitulo, espero que lo sigan disfrutando

Clasificacion: Arcadia's Dream

Romance

Angst / Drama

Fanfic: Departamento de Scully 8.23 p. m.  
 
Sentada frente al televisor, con un bote de helado de chocolate a medio terminar en las manos, Dana Scully no podía dejar de pensar en lo tonta que había sido ¿Por qué era tan desconfiada? Lo que vio en la oficina entre Mulder y April sólo era un abrazo amistoso, algo totalmente inocente, pero había salido de ahí como alma que lleva el diablo, furiosa y loca de celos, no se podía sacar la expresión de dolor y también de enojo con que Mulder la había mirado, era comprensible, si él hubiera desconfiado de ella así, también se habría puesto furiosa. Lo peor de todo, era que una vez que se le pasó el arrebato de celos y la impresión de haberlo visto abrazando a otra, se dio cuenta de que se había portado como una histérica, pero no sabía por qué no le pudo contestar cuando le preguntó si confiaba en él. ¡Maldición! Lo había arruinado todo con sus estúpidos celos, tenía que aclarar las cosas con él, debía disculparse, pero también debía explicarle el por qué de su exagerada reacción, tenía que decirle que el terror la había invadido, que nada la horrorizaba más que la idea de perderlo. Se acercó al teléfono que estaba en la mesita junto al sofá, levantó el tubo y respirando profundo marcó el número de la casa de su compañero, lo dejó llamar varios segundos y cuando estaba por colgar, la voz de él se escuchó clara desde el otro lado de la línea. 
 
M: Diga – ella contuvo la respiración, no sabía que decirle - ¿Quién es? – Sólo se escuchaba la respiración de Scully – Si eres un maldito pervertido vete a… 
S: Soy yo Mulder – lo cortó ella – Lo siento si te molesté, yo sólo…quería…yo… 
M: ¿Qué es lo que quieres, Scully? – Cortó sus balbuceos con tono seco. 
S: Necesitamos hablar, Mulder. – su voz era apenas un susurro, sabía que él tenía derecho a estar enfadado, pero eso no significaba que su tono no la lastimara. 
M: ¿De qué quieres hablar? ¿De lo que pasó hoy en la oficina? Creo que no hay nada que decir sobre eso, ya lo dijiste todo cuando no supiste contestar a mi pregunta, no confías en mi, y sin confianza no puede haber nada entre nosotros. 
S: ¡No me hagas esto, Mulder! ¡Te amo! Sabes que… 
M: Lo sé, pero no confías en mí ¿O me equivoco? Lo preguntaré de nuevo ¿Confías en mi, Scully? – Ella no respondió de inmediato y él soltó un suspiro desconsolado, asumiendo con su silencio que la respuesta era no - ¿Lo ves? Ya todo está dicho, Dana. Hasta mañana. 
S: Pero, yo… si confío en ti, Mul… - Se dio cuenta de que del otro lado de la línea ya no había nadie, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, colgó el teléfono y se acurrucó más en un rincón del sofá. 
¡Maldición, maldición, maldición! ¡Le había colgado el teléfono! Ella llamaba para disculparse y él le cortaba, ahora si estaba enojada otra vez, ¿Qué se había creído Mulder que era? Sólo le dio una fracción de segundo para responder, ¡por Dios! Ni siquiera le dio la oportunidad de explicarle, de decirle que si confiaba en él, que se había portado como una tonta debido a sus propias inseguridades, porque era más fácil molestarse y acusarlo de cosas que sabía que él nunca haría, que admitir que tenía miedo de no ser suficientemente buena para él, que al verlo con April lo único que se le había cruzado por la mente era que él se había dado cuenta del error que cometió, porque ella no era bella, o por lo menos no tan bella como el tipo de mujeres que a él le atraían. Dejó el tubo del teléfono en su lugar y con el dorso de la mano se secó las lágrimas que habían comenzado a resbalar por sus mejillas sin que se diera cuenta. 
 
Mulder estaba acostado en su sofá con lo ojos fijos en algún lugar del techo, jamás podría entender a Scully, tenía la sensación de que el motivo de su llamada era pedirle disculpas por su desconfianza, pero aun así ella no fue capaz de decirle que confiaba en él, o que no, cualquier respuesta, por dolorosa que fuera, hubiera sido mejor que su silencio sepulcral. ¿Por qué no podía contestar esa simple pregunta? ¿Qué diablos le pasaba? Sacudió la cabeza y suspiró con cansancio, ya sabía él que era demasiado bueno para ser verdad, ese tipo de cosas no le pasaban a Fox Mulder, ya debería estar acostumbrado, el problema era que nunca había amado a nadie tanto como la amaba a ella, y sabía que ella lo amaba, pero necesitaba saber que era digno de su confianza también. Al menos tendría muy bellos recuerdos de los breves momentos que compartió con ella, en los que se sintió el ser más feliz de la tierra. Suspiró otra vez, era hermoso tocar el paraíso con las manos durante un momento, pero también era doloroso volver a la realidad tan de golpe. Cerró los ojos y se preparó para una larga noche de insomnio, una noche que estaría llena de fantasías con Scully, sonrió con tristeza, había creído que ya no tendría que fantasear con ella, ¡Qué ingenuo había sido! 
 
 
Sótano del FBI 8.35 a. m.  
 
Scully entró en el despacho tomando aire y preparándose para enfrentar a su compañero, pero se llevó una sorpresa al no encontrarlo allí, frunció el ceño extrañada, era raro que Mulder no llegara temprano, ¿Sería posible que no quisiera verla? No, descartó la idea rápidamente, pocas cosas podían apartarlo de sus Expedientes X. Escuchó ruido de pasos que se acercaban en dirección a la oficina y el corazón le dio un vuelco, él entraría de un momento a otro. La puerta se abrió y Scully no supo si sentirse aliviada o decepcionada al ver que no era Mulder quien entraba, sino April Davis. La joven morena le dirigió una mirada de culpa a la vez que cerraba la puerta tras de si. 
 
A: ¡Buenos días Agente Scully! – la saludó con una expresión avergonzada. 
S: ¡Buenos días! Si busca al Agente Mulder, aun no ha llegado – le dijo con más frialdad de la que era necesaria, ella no tenía la culpa de sentirse atraída por el hombre que Scully amaba, a decir verdad, más de la mitad de las mujeres del FBI lo deseaban. 
A: En realidad, la buscaba a usted – Scully levantó una ceja en señal de sorpresa. – Creo que le debo una explicación. 
S: Usted no me debe nada, yo… 
A: Si, necesito explicarle, y si no se lo debo a usted, por lo menos se lo debo a Fox – Dana apretó los dientes al escuchar que se refería a él por su nombre de pila, pero se contuvo – Escúcheme por favor. No voy a negar que me siento atraída por él, pero la ama a usted, con locura, yo creí que entre ustedes no había más que amistad, y pensé que tenía una oportunidad con él, pero ahora sé que no es así, Fox me dijo que tenían una relación, yo me puse algo…sentimental, se podría decir, él sólo me estaba consolando, Dana, eso fue lo que usted vio, no hubo nada más. 
S: Lo sé – dijo mirándola a los ojos – Él me lo dijo. 
A: Entonces ¿Por qué estaba tan abatido cuando volvió aquí? – la joven la miraba asombrada. 
S: April, le agradezco lo que trata de hacer, pero hay cosas que sólo nos conciernen a Mulder y a mi. 
A: Lo siento, no quise entrometerme – miraba el suelo como si no quisiera encontrarse con los ojos azules de Scully. Se dirigió a la puerta y se volvió como si se le olvidara algo - ¿Puedo decirle una cosa más, Dana? – Scully asintió con la cabeza – Él la ama más que a nada, y se que usted también lo ama a él, sería tonto perderlo por orgullo. 
S: ¡Gracias, April! Lo tendré en cuenta – le sonrió con sinceridad. 
A: ¡Adiós, Dana! – salió de la oficina dejando a Scully a solas con sus pensamientos, la joven tenía razón, no podía permitir que su tonto orgullo se interpusiera entre Mulder y ella, tenía que lograr que él la escuchara, que le diera la oportunidad de confesarle sus temores. 
La puerta del despacho se abrió por segunda vez, sacándola de sus reflexiones, se giró en esa dirección y esta vez si fue Mulder el que entró en la habitación. Su mirada le indicó a ella que él aun no le había perdonado su momentánea desconfianza, que todavía creía que ella dudaba de él. Contuvo la respiración un momento y lo miró directo a los ojos. 
 
M: ¡Buenos días! – su saludo fue formal, casi distante. 
S: ¡Buenos días! – Parecía que sería una tarea difícil lograr que la escuchara – Mulder, ¿Podemos hablar? 
M: ¿Sobre qué quieres hablar, Scully? Creo que ya nos dijimos todo lo que hacía falta, no quiero volver sobre lo mismo, por favor. – ella soltó un suspiro exasperado. 
S: ¿Podrías al menos escucharme? Creo que merezco eso por lo menos – le dijo un poco molesta por su actitud. 
M: Está bien, soy todo oídos – le contestó con algo de ironía. 
S: No es que no confíe en ti, Mulder, anoche estabas tan molesto que no me diste tiempo a responder, cuando llegué aquí hace un rato, también estaba molesta, o mejor dicho, dolida, no fue agradable que me colgaras sin darme la oportunidad de explicarte como me sentí cuando te vi abrazando a April, de hecho, es posible que si ella no hubiera venido hace unos momentos, tú y yo no estaríamos hablando de esto ahora, el hecho es que yo… 
M: ¿April estuvo aquí? – La interrumpió frunciendo el seño - ¿Qué quería? 
S: Vino a decirme que lo que vi ayer no es lo que parecía. 
M: ¿Y le creíste? – preguntó con una ceja levantada. 
S: Si, ella me dijo que…  
M: Dime algo, Scully – la interrumpió nuevamente, su rostro era una máscara inexpresiva, sólo la tensión en su mandíbula delataba el enfado que lo invadía - ¿Por qué una mujer que no conoces, y de la que hasta hace unas cuantas horas estabas terriblemente celosa, se merece más tu confianza que yo? 
S: Eso no es lo que trato de decir y lo sabes – lo miraba sorprendida, ¿Qué era lo que él no entendía? 
M: ¿Estás segura? April no puede haberte dicho algo diferente a lo que te dije ayer en el ascensor, sin embargo, a mi no me creíste, pero ella viene y te lo explica y de repente todo está bien otra vez – sus ojos verdes estaban cargados de dolor y de reproche – Pues lamento decirte que las cosas no funcionan así para mi. – Scully no podía creer lo que escuchaba, lo miraba con los ojos abiertos de par en par, intentando encontrar algo que decir para sacarlo de su error. 
S: Yo… no entiendo… Querías que confiara en ti, y cuando te digo que te creo, que sé que nada pasó entre April y tú, ¿Te enojas? 
M: El problema es que no es a mí a quien le crees, es a ella, hay una pequeña gran diferencia en eso. 
S: ¡Por Dios, Mulder! Si me dejaras hablar, entenderías lo que trato de decirte – casi le gritó, la terquedad de él la estaba sacando de sus casillas – Yo quiero… - él la tomó de los hombros y la sacudió, sorprendiéndola. 
M: ¿Qué es lo que quieres, Scully? – La miró a los ojos intensamente – Yo sé lo que quiero, lo tengo justo entre mis manos – ella abrió la boca para decir algo, pero él se lo impidió cubriéndole los labios con los suyos, Scully se quedó inmóvil un momento por la sorpresa, pero en seguida reaccionó correspondiendo al beso, aferrándose a su cuello, pegándose a él como si quisiera convertirlo en parte de si misma, Mulder le separó los labios para introducir la lengua en su boca y ella gimió, apretándose más contra su cuerpo, enredando los dedos en su pelo corto, él le acarició la espalda con movimientos descendentes, cubrió su trasero perfecto con las manos y lo acercó a su pelvis, ella jadeó contra su boca. 
 
S: ¡Mulder! – susurró con voz ahogada. 
 
De pronto él la soltó bruscamente y se apartó de ella, como si no soportara siquiera tocarla, Scully estaba atónita, respiraba con dificultad, desorientada miraba la espalda de Mulder, sin poder entender todavía lo que había sucedido. 
 
S: ¿Mulder…? – lo llamó con tono inseguro. 
M: Cuando sepas lo que quieres, házmelo saber, Scully – le dijo con vos ronca, aun dándole la espalda. 
S: Pero yo… - unos golpes en la puerta le impidieron seguir hablando. La secretaria de Skinner entró en la oficina. 
 
Sc: ¡Buenos días, agentes! – Saludó con una sonrisa que al ver la expresión de Mulder, desapareció de su cara, Scully sólo miraba para otro lado, parecía que le costaba trabajo respirar – El D.A. Skinner los quiere ver en su oficina ahora mismo. 
M: Gracias, dígale que estaremos allí en seguida. – la secretaria asintió y salió de la oficina sin decir nada más, asombrada por las actitudes de los dos agentes, nunca los había visto así. 
 
 
Lugar desconocido a las afueras de Washington 3.14 p. m.  
 
Mulder estaba en cuclillas observando el cuerpo tendido sobre el suelo, el caso que Skinner los había mandado a investigar era bastante extraño, habían encontrado el cuerpo de una joven en un terreno baldío, aparentemente le habían drenado toda la sangre, no quedaba ni una gota, pero no le producía esa excitación que sentía cuando era un típico expediente x, o tal vez era que estaba bastante molesto, con Scully, por creerle más a otra persona que a él, al que le había confiado su seguridad cientos de veces, con la total certeza de que la protegería aun a costa de su propia vida, pero no le podía confiar su amor, y estaba más molesto consigo mismo, por no poder mantener sus manos apartadas de ella, por permitir que el hechizo de sus ojos marinos lo atrapara, ¡Con un demonio! No podía pensar con claridad teniéndola cerca, esa mañana, en el despacho, la había soltado con brusquedad, porque si hubiera seguido acariciándola cinco segundos más, habría sido capaz de perdonarle cualquier cosa, porque lo necesitaba, quería perdonarla, pero no así, quería que ella le pidiera perdón, quería que le dijera que confiaba en él por él, no porque otra persona había corroborado su versión de los hechos, sabía que estaba siendo muy duro con ella y no estaba muy seguro de por qué, lo único que tenía claro era que la confianza de Scully era muy importante para él, por eso se había puesto tan terco, sacudió la cabeza suspirando y miró en dirección a su compañera, no sabía cuánto tiempo más podría soportar esa situación. 
 
Scully, se apartó un mechón de cabello rojizo que el viento le pegaba a la cara, se dio la vuelta para mirar a Mulder y notó que éste la observaba fijamente desde su posición unos cuántos metros más allá, junto al cadáver sin sangre que Skinner los había mandado a investigar, tenía una expresión molesta en el rostro, probablemente era por ella, no había dicho una sola palabra en todo el viaje hasta ahí, sólo se había subido al coche y había conducido durante casi tres horas con la vista fija en la carretera y el rostro ceñudo, como si él fuera el único con motivos para estar así, ¡Maldición!, ella se sentía impotente, tratar de explicarle algo a él, era como querer hablar con una pared, no la había dejado terminar ni una sola frase, pero ya la escucharía, aunque las cosas no se solucionaran, por lo menos iba a hacer que la dejara hablar de una vez por todas, si no dejaría de llamarse Dana Katherine Scully. 
Mulder se acercó a ella. 
 
M: Debemos irnos – le dijo secamente. 
S: ¿A dónde? – le preguntó en el mismo tono. 
M: Yo a la estación de policía, debo hablar con el alguacil, pero te dejaré en la morgue, debes realizar la autopsia. – su tono era bastante autoritario. Ella levantó una ceja, sus ojos brillaron con furia. 
S: ¿Debo? ¿Desde cuando eres mi jefe, Mulder? – le preguntó enojada. 
M: Está bien, yo haré la autopsia, tú habla con el alguacil – le dijo irónico. Ella maldijo entre dientes y se subió al auto cerrando la puerta con fuerza, sabía que su forma de tratarla no tenía nada que ver con que se creyera su jefe. 
 
Hacía cinco minutos que viajaban en un absoluto silencio, eso estaba comenzando a hartar a Scully, se removió en el asiento, suspiró con fuerza y lo miró. 
 
S: ¿Vamos a seguir así mucho tiempo más? – le preguntó con tono cansado – Porque sinceramente, esto está yendo demasiado lejos, es incómodo, Mulder. 
M: ¿A qué te refieres? – preguntó sin apartar su vista de la carretera. 
S: A esta situación, a tu cara enfurruñada, y sobre todo a tu silencio sepulcral – estalló sin poder contenerse – ¡Cielos! Me estás volviendo loca. 
M: Si quieres hablar del caso, por mi no hay problema, ¿Quieres que intercambiemos teorías? – ella soltó un gruñido de exasperación. 
S: ¡Claro, seguro, como sea! – le dijo, y volvieron a quedarse en silencio. 
 
 
 
 
Eleven Motel 10.30 p. m. 
 
En su habitación del motel, Scully salía de la ducha, el cabello le chorreaba, distraídamente tomó una toalla y se lo frotó para que dejara de gotear, se secó el cuerpo y dejó caer la bata de baño al suelo, se puso ropa interior limpia y se envolvió en una bata de seda blanca, no tenía la menor idea de por qué había puesto esa prenda en su bolsa de viaje, aunque tal vez inconscientemente la había llevado pensando en ella y Mulder juntos, ¡Mulder! Podía escuchar el ruido de la ducha en la habitación contigua, suspiró con cansancio mientras se cepillaba el pelo rojo, las cosas habían ido de mal en peor, estaba agotada, la autopsia le había llevado un par de horas, pero eso no era nada comparado con la actitud hermética y terca de su compañero, cada intento de conversación había sido nulo, le contestaba mal, apenas si la miraba, estaba llevando su enojo más allá de los límites de la resistencia de ella. ¿Qué era lo que le pasaba? ¿Qué quería que le dijera? Y lo más importante, si quería que le dijera algo, ¿Por qué demonios no la dejaba hablar? Con cada pregunta que se hacía su frustración y su enojo crecían cada vez más, se había prometido hacer que la escuchara y pensaba hacerlo esa misma noche, de pronto se dio cuenta de que el ruido del agua había cesado, era el momento, iba a ir a hablar con él, se ajustó la bata y sin prestar atención a sus pies descalzos, salió de la habitación con gesto decidido. 
 
 
El agua caliente le caía por el cuello, llevándose parte de la tensión que había soportado durante todo el día, había sido difícil mantener su máscara frente a Scully, en más de una ocasión había querido sucumbir al impulso de tomarla entre sus brazos y besarla hasta que le rogara clemencia, pero por alguna especie de milagro, había logrado resistir, así que ahora que estaba solo, bajo el chorro de agua, cerró los ojos y permitió que el torrente de recuerdos que había estado conteniendo durante toda la tarde volviera a su mente, recordó sus gemidos la primera vez que hicieron el amor, la forma única en la que ella había pronunciado su nombre una y otra vez, con voz oscurecida por el deseo. Sintió como todo su cuerpo se tensaba de excitación, sería mejor que dejara de pensar en eso, sino tendría que quedarse bajo del agua fría hasta que su piel se arrugara como una pasa. Sacudió la cabeza tratando de alejar las imágenes y cerró el grifo, tomó una toalla y se la enrolló alrededor de la cintura, con otra más pequeña se frotó el pelo corto con energía. Salió del cuarto de baño y fue en busca de su bolsa de viaje, que estaba sobre la cama, se encontraba en la tarea de revolverla buscando unos calzoncillos, cuando la puerta se abrió de golpe, y una Scully descalza, con el pelo húmedo y envuelta en una bata de seda blanca entro en la habitación. Mulder la miró, se veía tan sexy con ese aspecto natural, la luz del exterior se reflejaba sobre ella, haciendo que la bata se transparentara lo suficiente para permitirle a él adivinar su esbelta figura. 
 
M: Scully, ¿Qué sucede? – Se fijó en la expresión decidida de ella - ¿Qué haces aquí? 
S: He venido a decirte lo que quiero, Mulder. – Le dijo entrando en el cuarto y cerrando la puerta – Es mi turno de hablar – con cada palabra se acercaba más a él – Y de una buena vez, vas a cerrar la boca y me vas a escuchar.  
 
Continuará… 

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