fanfic_name = Pecados en la oscuridad

chapter = 7

author = Luvi_trustno1

dedicate = Disclaimers: No son míos, CC jamás se hubiera atrevido a escribir algo como esto, jejeje

Spoliers: Ninguno, créanme.

Dedicatoria:

Muy especialmente a mi amix Dimna_scully, por su confianza (tú sabes de dónde sale esta idea) y a todos aquellos que puedan seguir estas líneas.

Feedback: voy a agradecer muy especialmente cualquier comentario y apreciación no solo respecto del fic sino del tema en general porque es la primera vez que me aventuro a tocarlo de este modo; si no quieren hacerlo público, ya saben: susurro_indiscreto77ARROBAhotmail.com.

Nota 1: Sé que a algunos les puede decepcionar las siguientes líneas, pero la verdad es que no puedo controlar lo que siento. Espero no haber arruinado el final.

 

*****

 

Rating = arcadias_dream

Type = Romance

fanfic =

7. Absolución.

 

 

Scully podía percibir las caricias, podía percibir los labios explorando su intimidad, pero ya no podía sentir a la persona dueña de aquellos labios, esta se había vuelto una sombra lejana.

Y sin embargo conocida,

Y sin embargo soñada.

Entonces Michelle se situó sobre ella procediendo a desprenderse a sí misma de las claras prendas que conservaba. Tomó sus manos y las depositó sobre sus propios pechos.

Y fue entonces cuando Scully no pudo evitar abrir los ojos.

Porque de pronto se dio cuenta de que la sombra soñada no correspondía a la figura que tenía sobre ella, las delicadas formas de la realidad no correspondían al dorso musculoso y estriado de sus sueños.

“¡Santísimo Dios!”, pensó; ¿qué estoy haciendo?

Tampoco pudo controlar el temblor que se apoderó de su cuerpo ni la palidez mortal que se dibujó en sus facciones captando la atención de Michelle.

 

- ¿Dana?

 

Se sentía incapaz de responderle porque ninguno de sus músculos respondía, la voz se negaba a salir.

 

- ¿Dana, estás bien?

- Yo… no… no me estoy sintiendo bien…

- ¡Estás tiritando!

- Tengo… frío….

 

Michelle la envolvió rápidamente en el cobertor, espantada de la angustia que reflejaba la mirada de Scully. Poco a poco, a medida que el calor iba penetrando en su cuerpo, ella empezó a cerrar los ojos.

 

- ¿Está mejor así?

- Yo… lo siento….

- Shhhh, tranquilízate mon amie. Intenta dormir, ¿si?

 

Scully asintió.

Envolviéndose más con el cobertor como si así pudiese captar todo el calor que necesitaba su alma congelada, se volvió dándole la espalda.

No podía dañarla.

No podía hacerle ver que toda su culpa empezaba a derramarse en sus mejillas.

 

***************************************************

 

 

Annapolis, Maryland.

Apartamento de Dana Scully.

Sábado, 10.14 a.m.

 

Después de llamar con insistencia sin recibir respuesta alguna y con una expresión de preocupación en el rostro, Mulder decidió utilizar el juego de llaves que su compañera le había dado para entrar en el apartamento.

 

- ¿Scully?

 

Silencio.

Se la había pasado casi hasta medianoche metido en el bosque de Jersey tratando de revivir un caso de años atrás para darse cuenta que congelarse sin ella no tenía ningún sentido.

Así que había cogido nuevamente el auto y se había encaminado a casa.

Había tenido la tentación de llamarla, pero se arrepintió pensando que no le haría ninguna gracia que la despertara a las tres de la mañana para decirle que estaba aburridísimo.

“Debí hacerlo”, pensó.

Fue en la mañana, luego de llamarla al celular y a casa sin más respuesta que la de la máquina contestadora, que empezó a sentirse invadido por el pánico.

Y decidió ir a su departamento.

Empezó a dar vueltas por la sala. Todo en orden.

Entró al dormitorio y vio sobre el lecho deshecho el albornoz aún húmedo. Se extrañó.

“¿Dónde rayos te has metido?”

La puerta del baño entreabierta lo invitó a entrar. La bañera aún tenía el agua en la cual seguramente ella había tomado un baño y a juzgar por la temperatura del agua, debía haber sido hacía muchas horas.

“¿Qué diablos ocurre?”

Abrió el armario. Todos los trajes que él conocía estaban allí, a excepción del abrigo.

Desde luego, ella podría haberse vestido con ropa cómoda que le fuera desconocida.

No vio las zapatillas.

“Tal vez a correr”, se dijo para tratar de tranquilizarse.

Pero no lo lograba. Si fuera el caso, al menos hubiera llevado el celular.

Sin embargo, sobre la mesa de noche y registrando las cuatro llamadas perdidas que él había hecho desde la siete de la mañana, el celular estaba ahí junto a un par de papeles en color rosa con algo escrito.

Los revisó.

Y empezó a sentir que la sangre se congelaba poco a poco en sus venas.

“Francés”

Su francés no era muy bueno que se diga, pero intentó entender lo que decían.

“Ah, ya no sé leer, todas las palabras confundidas dicen juntas tu nombre”

 

Y la otra:

“No hay nada más sincero que mi corazón y él sólo puede ofrecerte mi vida”

 

Sabía perfectamente quién había enviado esos mensajes pero se negaba a reconocerlo.

¿Acaso esto era lo que había tenido a Scully así en estos días?

¿Acaso Scully se habría dejado convencer por estas palabras?

No, ella no era …

 

- ¡Maldición! –masculló y salió del departamento a toda prisa.

 

*************************************************

 

Dunkirk, Buffalo.

Estado de Nueva York.

 

Llegar a la periferia de Washington, darse cuenta de que el circo ya no estaba allí, escuchar que un anciano le decía que esa gente rara se había ido hacia el norte, que no había visto a ninguna mujer pelirroja con ellos y echarse a conducir como si la vida se le fuera en ello, fue casi uno.

Eran poco más de las cinco de la tarde del día domingo cuando entró al pueblo. Había conducido por más de catorce horas, siguiendo las señales de la caravana que fue tomando caminos alternos, haciendo paradas para aprovisionarse.

Por un momento temió que no pudiera tener noticias de la caravana allí, que se hubieran desviado cuando en el lapso en el que se había retrasado debido a que su naturaleza le había pedido algo de tiempo. Pero después se dio cuenta de que no había hacia donde más ir.

La caravana se había ido a instalar en una de las frías playas de Dunkirk no hacía mucho antes de que él llegara. Se sintió tentado de ir en ese momento, pero luego se dijo que probablemente Michelle se ocultaría o haría que la oculten y si Scully estaba con ella, entonces…

Todavía no podía creerlo.

Scully se había ido con ella…¿por su propia voluntad?

No. Algo debía andar mal.

Arrendó un cuarto en un pequeño motel a unos cuantos kilómetros de donde se había instalado la carpa. Estaba a un lado de la carretera, muy cerca de la playa.

En pleno invierno, no fue difícil escoger la habitación que más le pareció.

Y escogió la última, la más alejada de la recepción.

La más cercana al mar.

Compró algo de comer y se encerró en la habitación.

Debía esperar la hora adecuada para ir a buscarla.

 

************************************************

 

 

- Michelle.

 

Alguien llamó a la puerta del remolque. La mujer, con semblante visiblemente preocupado, contuvo unos instantes la respiración mientras miraba hacia la cama.

Cuando el llamado se repitió, se dirigió a abrir no precisamente porque quisiera atender, sino porque la insistencia de los golpes podía despertar a la mujer pelirroja que dormía.

 

- ¿Qué ocurre Norman?

- En diez minutos empezamos así que…-él hombre vestido de mago la miró sorprendido- ¿Todavía no estás vestida?

- Yo… no creo que pueda salir hoy a escena.

- ¿Estás enferma?

- No.

- Pues que bueno porque Mijail sí lo está así que te necesito en esa carpa.

- Es que… -Michelle no pudo evitar mirar hacia el lecho.

- ¿A quién tienes ahí? ¿Has traído a alguien sin comunicarlo?

- Norman, yo…

 

El mago apartó con muy poca delicadeza a la actriz de la entrada e ingresó dirigiéndose al fondo del remolque. Observó a la figura que yacía vuelta hacia un lado. Dormía, era evidente, pero tenía involuntarios estremecimientos, como si tuviera fiebre.

 

- ¿Qué le ocurre?

- No… no lo sé.

- ¿Desde cuándo está así? –dijo el mago retirando un mechón de la cabellera rojiza que cubría el rostro de la mujer para depositar la mano en su frente - Tiene fiebre y…

 

De pronto se paralizó. La expresión de sorpresa de su rostro se fue transformando en una de rabia mientras negaba con la cabeza. Se giró lentamente hacia Michelle que aún permanecía junto a la puerta.

 

- ¿Sabes quién es esta mujer? –arrastraba las palabras.

- Ella vino por propia voluntad…-el tono de Michelle era suplicante.

- ¡Es una agente federal! – espetó con furia el mago- ¡Es uno de los federales que estuvo en el campamento en Minessota!

- Ella no sabe…

- ¡Te volviste loca! ¡¿Acaso piensas que no tenemos tras nuestros talones a todos los malditos federales del mundo buscándola?! ¡¿Desde cuando está contigo?!

- Ayer… vino al campamento…

- ¡Tú mejor que nadie conoce las reglas aquí! ¿Le has dicho por qué vamos siempre de confín en confín a los lugares más alejados? ¡Sabes perfectamente que todos nosotros tenemos cuentas pendientes con la ley! ¡Tú misma saliste de Francia para no enfrentar el juicio por asesinato que tenías encima! ¡Si no fuera por nosotros estarías escondida en quién sabe qué inmunda cloaca… ¿y es este el modo en que nos pagas?, ¿trayendo al FBI tras nosotros?!

- ¡Te estoy diciendo que ella vino por su propia voluntad!

- ¡Podría apostar mi cabeza a que estuviste siguiéndola! ¡Estúpida! ¡Habiendo tantas mujeres en el maldito país tenías que obsesionarte con una federal!

- Norman, ella …

- ¡Cállate! ¡No digas ni media palabra! Esa mujer está enferma y aquí no hay ningún médico… ¿qué va a pasar si empeora? ¿o peor aún, si muere?

- No digas eso, no lo permitiré.

- Claro, señora diosa –dijo el otro con gesto cínico- ¡Maldita seas! Te vas a vestir ahora, vas a actuar como siempre y luego vas a buscar un buen lugar donde dejar a esa mujer, un lugar donde los suyos la encuentren.-dijo el mago acercándose amenazante- Mañana, antes del amanecer, nos iremos de aquí. ¿Está bien claro todo? Porque si no es así te juro que yo mismo te entregaré a las autoridades para que te deporten y te refundas en la prisión.

 

Michelle no pronunció ninguna palabra. Sólo pudo asentir. Sabía que en el fondo Norman tenía razón, pero él no la entendía.

Ella se había enamorado de aquella pequeña mujer y daría lo que fuera por tenerla siempre.

¡Maldito pasado! No importa cuanta distancia tratara de poner de por medio, siempre se las ingeniaba para alcanzarla.

Y para herirla.

 

**********************************************

 

Las luces del metro se encendían y se apagaban intermitentemente en aquel vagón donde únicamente viajaban dos pasajeros.

 

“¿Vendrías por mi?”

“Donde quiera que estuvieras…”

“¿A pesar de lo que he hecho?”

“Por todo lo que has hecho..”

 

La mujer miró con ternura y agradecimiento al hombre de verde mirada. Poco a poco él empezó a acercarse y ella fue cerrando los ojos mientras entreabría los labios para esperar la caricia.

Y perdió la noción del lugar y el tiempo; como si no existiesen las paredes metálicas, podía sentir la tibieza del cielo sobre ellos, mientras se dejaba llevar por la sensación de aquellos labios sensuales sobre los suyos, mientras exploraba su boca y acariciaba su lengua con apremio.

Cuando el aire empezó a faltarles fueron separándose lentamente.

Y lentamente ella abrió los ojos.

Pero él ya no estaba allí. Estaba al fondo, en el umbral del vagón contiguo. Y se alejaba.

 

“Quédate” –pidió.

“¿No te das cuenta?” –dijo él con el dolor reflejado en su rostro- “Eres tú quien se va”

 

Era cierto. El vagón en el que él se encontraba no se movía. Era ella la que se alejaba.

 

“No me dejes ir”- imploró mientras las lágrimas surcaban sus mejillas- “Mulder, no me dejes ir…”

 

Pero ya era demasiado tarde.

 

************************************************

 

Michelle terminó su actuación y se escabulló de la carpa como pudo. Había visto al hombre y sabía lo que eso significaba.

Tuvo la tentación de ir corriendo hacia su remolque, tomar a la mujer que aún estaba allí y escapar con ella.

Pero una ráfaga de luz cruzó su pensamiento y se dijo que por una vez en la vida debía hacer lo correcto.

Volvió nuevamente a la carpa que hubiera estado desierta de no ser por el hombre del sobretodo gris.

 

- ¿Sigues aquí? –le preguntó.

- Sabía que volverías…

- Ven conmigo, agente Mulder.

 

Mulder la siguió hasta el remolque. Entró en silencio. Apenas vio a Scully, se acercó a ella.

 

- ¡Está tiritando y tiene fiebre! –dijo angustiado mientras se sentaba en la cama y la tomaba en su regazo.

- Será mejor que se la lleve de aquí agente Mulder.

 

Mulder la miró extrañado. Pero replicó con rapidez.

 

- No pensaba dejarla.

- Sí, lo veo. Has viajado mucho.

- Es mi compañera.

- Entiende algo, agente. –dijo ella con rabia- La dejo ir porque la amo y pienso que es lo mejor para ella, no porque crea que la mereces. Aún creo que eres un imbécil.

- Ella no es como tú. ¿Qué le puedes dar?

- ¿Y tú? ¿Piensas tenerla siempre de un lado para otro como si fuera tu maleta?

- ¿Por qué sería diferente contigo?

- Porque yo sí la veo como una mujer, que necesita sentir, que necesita amar y dejarse amar, quiere ser deseada. ¿No te has dado cuenta de que también tiene un cuerpo y lo hermoso que es?

- ¿Ustedes ya..? –Mulder ni siquiera sabía como decirlo.

- ¿Te refieres a que si hemos hecho el amor? –ella sonrió con ironía- ¿Eso la haría diferente para ti, verdad?

- No –respondió de inmediato.

- No, claro… -ella vio seguridad en los ojos del hombre y en su rostro se dibujó una semisonrisa- Pues no, no lo hemos hecho.

- ¿Qué es lo gracioso? –interrogó Mulder secamente.

- Ni tú ni yo la merecemos… Si fuera por mi, la tendría a mi lado cada minuto, cada segundo de mi vida ella sería lo más importante, lo único en lo cual yo creería…- Ella bajó la mirada- Al menos contigo estará siempre de bien con la ley.

- ¿Es por eso que me permites llevármela? ¿Porqué tienes cuentas pendientes con la justicia?

- No… Lo hago porque ella lo ha elegido.

- No te entiendo…

- En su delirio… Te llamaba, ¿sabes?...-Michelle ahogó un sollozo- Te pedía que no la dejaras ir…

 

Durante unos segundos, ambos se sostuvieron las miradas en silencio.

Mulder comenzó a sentir lástima por aquella mujer.

Y también por él.

Entonces Scully se revolvió ligeramente en sus brazos y ambos la miraron. Mulder llevó una mano al rostro de su compañera.

 

- Parece que la fiebre ha cedido un poco –dijo.

- Eso es bueno. Ahora llévatela.

 

Mulder no esperó a que terminara de pronunciarlo. Tomó el abrigo de Scully que yacía a un lado y la envolvió con él para levantarla en brazos y dirigirse a la salida. Michelle bajó del remolque tras él.

 

- Mulder –la voz de Michelle lo detuvo- Jamás olvides lo que te he dicho.

 

Él asintió y echó a andar. Michelle lo vio alejarse hasta donde estaba el auto rentado, lo vio acomodarla con delicadeza en el asiento del copiloto y subir al auto. Apretó los labios cuando éste se puso en marcha.

 

- Sabes que era lo mejor – la voz del mago.

- Eso no hace que duela menos –sollozó.

 

************************************************

 

La luz empezó a colarse por entre las cortinas y Scully abrió los ojos con lentitud. Podía escuchar con claridad el rumor del mar golpeando las rocas muy cerca de ella.

Y también el calor del cuerpo del hombre que yacía a su lado. El hombre que la miraba con una sonrisa plena de ternura.

 

- ¿Te sientes bien?

- ¿Mulder?

- ¿Esperabas a alguien más?

 

Los ojos azules de Scully se humedecieron.

 

- ¿Tanta desilusión te causa verme? –dijo él con una sonrisa.

 

Ella echó los brazos a su cuello y durante unos minutos dejó correr toda su angustia que fue a depositarse como una mancha gris oscura sobre el t-shirt de Mulder.

Cuando se sintió más segura, puso las manos en los cabellos de Mulder y lo besó en la frente.

 

 

- ¿Mejor?

- Sí … -sonrió. Pero inmediatamente una nube empezó a cubrir su mirada- Mulder, yo…

- No tienes que decir nada –él tomó su rostro entre sus manos- Tú y yo seguimos siendo los mismos, seguimos siendo nosotros, ¿comprendes?

 

Ella asintió. Mulder la besó en la frente, luego en la punta de la nariz

Ella continuaba con los ojos cerrados, con los labios entreabiertos.

No pudo evitar la tentación. Depositó un beso suave, muy largo, en esos labios.

Cuando se separaron, la abrazó con fuerza.

Y se sonrieron.

 

- ¿Sabes que debo llamar a Skinner?

- ¡Oh por Dios, Mulder! –ella se incorporó- ¿Qué día es hoy?

- Supongo que lunes. Pero no estoy muy seguro. –él cruzó las manos bajo su nuca.

- ¿Y qué estás esperando?

 

Ella intentó ponerse de pie pero un leve mareo la hizo volver a sentarse. Mulder se incorporó con rostro preocupado y colocó las manos sobre sus hombros.

 

- No deberías hacer eso. Has estado al borde de una neumonía, todavía estás convaleciente.

- Tienes razón.

- Te diré lo que haremos. Llamaré a Skinner y pediré un par de días de permiso. Nos deben vacaciones…- él sonrió- Así podemos descansar un poco y disfrutar de la playa. ¿Qué dices?

- No…

- Oh vamos Scully…

- Pide esos días de permiso…pero volvamos a casa, ¿si?

- ¿La tuya o la mía?-dijo él con una mirada pícara.

- Mulder…-dijo ella en el tono amenazante que él tan bien conocía. Y luego bajó la mirada- Lo decidimos en el camino, ¿quieres?

 

Volvió a mirarlo tímidamente a los ojos. En el rostro de Mulder se dibujó una media sonrisa y ella se sintió abrigada con su ternura.

Como antes.

Como siempre.

 

 

 

FIN

 

 

Aqp, Perú.

22-Julio-2006