Título: Culpa
Autor: Enia
Disclaimer: Por un ratito, hago míos estos personajes al hacer que actúen como a mí me gustaría que actuaran y poniendo en sus bocas las palabras que me gustaría escucharles, pero por lo general son de CC, 1013 y la Fox y ellos son los únicos que lucran a sus expensas.
Spoliers: Within y Without, por lo tanto es un Post Without
Clasificación: Angst totalmente.
Nota del autor: Esta historia está ubicada justo después de que Scully ha sido revoleada en Without y lo único que pretendo es rellenar ese espacio vacío que nos dejó CC a la imaginación cuando no nos mostró cuál fue la charla que tuvo con su madre. Preparen los pañuelos porque viene para corte de venas.
Dedicatoria: Una vez más a mis amigas Carol, Isa, Zulay y Ariel por tomarse la molestia de leer el borrador de mis historias y no permitir que las lance al espacio cibernético tan llenas de errores.
Por supuesto, a mi club de fans, Cris, Agus y Brenda además de las cuatro anteriores y a todos aquellos que tan generosamente me han tildado de su escritora favorita. Son muy generoso y me iluminan el alma con sus comentarios.
Feedback: ¡PLEASEEEEE! A merodriguezARROBAinfovia.com.ar
La noche caía lentamente sobre la ciudad, cubriendo con su manto oscuro las calles y acariciando con sus fríos dedos a aquellos que se encaminaban rumbo a su hogar. Como si el hielo y la oscuridad la hubieran ahuyentando, la luna no hizo acto de presencia y las estrellas se asomaron tímidas por entre las nubes, tal vez temerosas de ser amonestadas por tratar de dar algo de luz a esa hora que le pertenecía a las sombras.
Una ráfaga de viento elevó una hoja seca y la hizo cabalgar en sus corrientes heladas hasta la ventana del apartamento que permanecía en penumbras. Sólo estaba prendida la luz de un pequeño velador, pero la calefacción no había sido subida y todo estaba sumido en un sepulcral silencio. La pequeña mujer que estaba sentada en el sillón, con las piernas dobladas contra su pecho y la cabeza reclinada de costado sobre el respaldar no parecía haberse dado cuenta del frío, ni de la oscuridad, ni del silencio. Tal vez era porque su alma estaba más fría, más silenciosa y mucho más a oscuras que cualquier otra cosa y eso impedía que ella pudiera percatarse de los cambios.
Había llegado dos horas antes, dejó su bolsa junto a la puerta y sin sacarse siquiera el abrigo se había acurrucado en la posición que aún conservaba, sin fuerzas para hacer otra cosa que no fuera desear que todo terminara pronto. Había perdido. Por su propia mano había perdido la única forma de hallarlo. Tal vez ya fuera demasiado tarde y hubiera desecho con una bala certera la única oportunidad de traerlo a casa, con ella, con su hijo.
Unos suaves golpes se escucharon en la puerta justo cuando el reloj daba la hora, pero Scully no se levantó. No tenía ganas de hablar con nadie y tal vez era Dogget. Parecía estar muy preocupado cuando insistió en llevarla desde el hospital hasta su casa, pero ya no le quedaban fuerzas para seguir aparentando que todo estaba bien, que estaba entera. No lo estaba. Había perdido una parte fundamental de sí misma.
Los golpes volvieron a repetirse y como si la persona que estaba del otro lado hubiera adivinado que no quería abrir, después de un momento se sintió el ruido de una llave y la puerta se abrió lentamente.
- ¿Dana? ¿Estás en casa?
La voz de Margaret Scully le llegó a Scully como por un tubo, lejana y suave. Margaret abrió más la puerta y la luz del pasillo alumbró la cobriza cabellera que tantas veces había acariciado para que su dueña durmiera cuando era niña.
- ¿Dana? ¿Qué ocurre?
Cerró la puerta y rodeó el sillón, acercándose a su hija que permanecía con la vista perdida en un punto de algún lugar del sillón, sin moverse ni hablar.
Se sentó a su lado y apoyó su mano sobre las de Scully.
- ¡Por Dios, hija! ¡Estás helada! ¡Dana,, qué ocurre? Escuché tu mensaje y vine inmediatamente. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué estás tan golpeada?
Mientras hablaba, tomó la manta que estaba estirada en el respaldo del sofá y la envolvió en ella, tomando sus manos entre las suyas para tratar de calentarlas mientras miraba ansiosa el rostro lleno de moretones que tenía delante. Scully levantó sus ojos llenos de lágrimas y dijo en voz queda:
- Se lo llevaron mamá. Y ahora por mi cuulpa no podremos encontrarlo.
Margaret no entendía nada.
- ¿Se lo llevaron? ¿A quién? ¿A quién see lleva...?
No tuvo que terminar su pregunta. El dolor que vio en los ojos de su hija la golpeó con más fuerza que un mazo. No recordaba haber visto tanto sufrimiento en ese rostro, ni siquiera cuando luchaba por su vida en aquel hospital con la muerte velando su sueño.
- ¡Fox! ¿Se llevaron a Fox?
Las lágrimas caían silenciosas por las mejillas de Scully sin que ella se molestara en enjugarlas. ¿Para qué? Seguirían cayendo. Las venía reteniendo desde hacía tanto que ya no se sentía con fuerzas de mantenerlas a raya. Sin decir nada, asintió con un casi imperceptible movimiento de su cabeza.
- ¿Cuándo? ¿Quiénes? Hija, por favor, diime qué fue lo que ocurrió. ¿Quién te golpeó de esta manera?
Scully respiró hondo, tratando de ordenar sus ideas, pero le resultaba casi imposible tener un pensamiento coherente. Lo único que se le venía a la mente era que él no estaba ahí con ella. Lentamente, como en susurros, comenzó a hablar.
- Estábamos en Bellefleur, investigando un extraño choque que ocurrió en el bosque. Nos llamó un chico que estaba implicado en el primer caso que investigué con Mulder, hace siete años. Habían... cosas muy extrañas ahí. Era como si algo no me quisiera en ese lugar... no lo sé. Comencé a sentirme mal, descompuesta y con frío, y Mulder dijo que no valía la pena la búsqueda, que lo mejor era volver. Pero acá nos encontramos con información acerca de que en el choque habían participado un avión militar y una... nave... no identificada
Margaret estuvo a punto de hacer un comentario, pero se dio cuenta de que su hija no la escucharía. Hablaba como en trance, como si fuera una grabadora y tuviera que tocar la cinta hasta el final, por lo que permaneció en silencio mientras ella continuaba.
- Mulder no quiso que yo lo acompañara aa buscarla. Dijo... - un sollozo ahogado le cortó la voz - dijo que estaban llevándose a abducidos y que no podía arriesgarse a perderme. Y se fue sin mí. Permití que me convenciera de quedarme. Pero no era a mí a quien querían, sino a él. Y se lo llevaron, mamá, se lo llevaron.
Los ojos de Scully se clavaron en su madre, como buscando una disculpa o un entendimiento, algo que la eximiera, aunque fuera un poco, de la terrible culpa que la embargaba cada vez que recordaba que lo dejo ir solo, sin ella. Que permitió que su miedo la dominara y no lo acompañó.
Margaret secó las lágrimas que bañaban el rostro de su hija.
- Dana, querida. ¿Estás diciéndome que FFox fue secuestrado por extraterrestres?
Scully agachó su cabeza, escondiendo sus ojos a la vista de su madre.
- Fue secuestrado porque yo le permití mmarcharse, solo. Debí saberlo mamá, debí saberlo - el llanto impregnó su voz nuevamente mientras escondía su rostro entre las manos.
Margaret se desconcertó. Nunca en su vida había visto a su hija así. Dana siempre había sido una mujer fuerte y decidida, poco dada a las demostraciones de debilidad y a caer en la desesperación y se sintió impotente ante todo el dolor y la desesperanza que cada parte de su hija le transmitían, como si se tratara de algo físico.
Lo único que pudo hacer fue abrazarla y acunarla, como cuando era niña y lloraba por algún mal sueño. Sólo que ahora no podía consolarla con la promesa de que sólo había sido una pesadilla porque si lo que le estaba contando era verdad, entonces tal vez ésta sería una pesadilla de la que no despertaría jamás.
- Shhh. No es tu culpa hija, él no quisoo que lo acompañaras probablemente porque no quería que te expusieras a ningún peligro. Fox siempre se preocupa tanto por ti, siempre ha tratado de protegerte y seguramente no quiso que algo malo te ocurriera.
Scully lloró, sacudiéndose. Parecía que el dique que contenía su llanto se había roto y no era capaz de contenerse.
- ¡Oh, mamá! ¡No lo entiendes! Debí sabeer antes que lo querían a él, debí impedir que se fuera de mi lado. Nada de esto tiene sentido, nada.
Y como si de pronto la furia la embargara, se separó de su madre y se enderezó, apretando los puños contra su pecho.
- ¿Por qué pasan estas cosas mamá? ¿Es qque acaso hemos sido tan malditos en otras vidas que en esta nos toca pagar todos nuestros pecados? ¿O es que Dios se ha desentendido de nuestras vidas, permitiendo que nos golpeen una y otra vez?
- No lo sé hija. Cálmate. No creo que Diios haya hecho nada de lo que dices. Las cosas probablemente ocurrieron porque tenían que ocurrir.
- ¿Tenían que ocurrir? ¿Qué fue lo que MMulder hizo para merecer todo lo que le ha pasado en la vida? ¡Estaba enfermo mamá! ¡Tenía una enfermedad terminal y no me lo dijo, me abrazó diciéndome que no podía arriesgarse a perderme otra vez y no me lo dijo, sólo se fue, quizás para hallar la cura que ni mi ciencia ni mi Dios podían proporcionarle, no lo sé, pero se fue! ¡Y lo único que me queda ahora es una maldita lápida con su nombre grabado y estas horribles pesadillas en las que puedo oír cómo me llama pidiendo ayuda, puedo sentir cómo sufre y lo único que puedo hacer es despertar agitada.!
Margaret no encontró palabras para paliar su furia y su dolor, por lo que agachó su cabeza y fijó la vista en sus manos, tratando de hallar la manera de darle un poco de esperanza.
- Dana, no tengo las respuestas a tus prreguntas. Sólo tengo mi fe y la esperanza de que, de la misma manera que él te encontró a ti, tú lo encontrarás a él.
Scully sintió que miles de cuchillos se le clavaban en el corazón al escuchar a su madre y se enterró las uñas en las palmas de las manos de tanto que apretó sus puños. Su voz era dura al hablar.
- Te equivocas mamá. Yo maté la única piista que teníamos para hallarlo. Lo deshice de un disparo en la nuca y se esfumó la esperanza.
- ¿De qué hablas?
Y una vez más las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas
- Hablo de que para traerlo de vuelta haacía falta su instinto y su coraje, hacía falta algo más que saber que la clave estaba en atrapar a ese ser que tomaba forma humana sin ser un humano, hacía falta ese arrojo que caracteriza a Mulder, que le permite hacer lo que tiene que hacer sin que el miedo por quedar en ridículo o el peligro lo detengan ¿No lo ves? ¿Qué importa que haya perdido el poco respeto que mis compañeros me tenían si de todas formas, al final, mi instinto de supervivencia ganó y lo maté cuando pensé que me mataría? Yo lo eliminé. Yo era la única que sabía que esa era la manera de encontrarlo y, aún así, aún sabiendo que no podía arriesgarme a no volver a verlo, le disparé.
Margaret se quedó callada, mirando a su hija en silencio. Le pareció más demacrada que cuando tuvo cáncer, con esos golpes terribles en su cara y los ojos hundidos y atormentados, hablando de cosas que no entendía. Una vez más, la voz de Scully sonó queda en la sala silenciosa.
- Debí saberlo, mamá. Si lo hubiera sabiido antes, él no se habría marchado.
Margaret negó con la cabeza mientras coloca el pelo de su hija detrás de las orejas.
- ¿Cómo podías saber que lo... secuestraarían?
- No es eso lo que debí haber sabido mammá.
- ¿Y qué cosa es entonces?
Scully miró a su madre y tomando sus manos entre las suyas, las apretó fuertemente.
- Debí saber que estaba embarazada.
Margaret abrió sus ojos con sorpresa y de repente el panorama se le presentó con toda su crudeza. Se quedó sin habla, sin palabras, casi sin ideas.
Scully se inclinó y apoyó la cabeza en el regazo de su madre.
- ¿Ahora entiendes mamá? Voy a tener un bebé... y él no está conmigo. Y probablemente nunca vuelva porque yo destruí la manera de encontrarlo.
El silencio volvió a cubrir la sala con su manto, mientras madre e hija permanecían en el sillón. Margaret acarició la cabeza de su hija por largo rato, entre feliz y asustada, tratando de entender el torrente de noticias que Dana le había dado, intentando asimilar tantas cosas que le parecía que la noche no le alcanzaría. Sabía que al día siguiente Dana le explicaría mejor las cosas, podía darse cuenta que el estado nervioso en que se encontraba era muy grande como para que le respondiera si le pedía detalles, así es que se limitó a acariciar el cabello color de fuego mientras Scully lloraba hasta quedarse dormida.
FIN.