Título:Desierto Rojo
autora: Special Agent Dana Scully (Mulder)
(Ver declaración en la primera parte)

Desierto Rojo (Red Dessert) III Parte

Una mirada desafiante observaba la pantalla. Sólo los ojos se alumbraban con la luz que emitía el aparato. Nadie más se encontraba en la habitación.
La oscuridad cubría todo, excepto dos ojos que clavaban su mirada en la imagen que proyectaba a dos personas durmiendo. Pero más que en ambos personajes, los ojos miraban obsesionados la pequeña peliroja de la pantalla, que apoyaba su cabeza en el hombro de su compañero.

Parecía frágil, pero no lo era y él lo sabía.

-Dana Scully Mulder- susurro para sí- eres tan especial y tu no sabes hasta que punto...pero te prometo que pronto te lo haré saber...mi querida Agente Especial del FBI.

Y diciendo esto, la sombra se acerco a la pantalla, tocó la imagen de Scully y los ojos desaparecieron en la oscuridad, cuando la mano descendió y apagó la pantalla de la cámara de vigilancia.

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En la mañana siguiente, Mulder y Scully se dispusieron a comenzar con los preparativos para averiguar la ruta que tomaría el armamento.

Ninguno de los dos mencionó lo ocurrido la noche anterior. Si bien no había pasado "nada" concreto, todos aquellos pequeños detalles que habían vivido por 7 años, en los cuales se incluían los de la noche anterior, comenzaban a provocar...algunos efectos en ambos.

Sobre todo, después de aquel beso al iniciarse el nuevo Milenio, después del cual, su relación había cambiado...bastante. Aquel pequeño beso, tan tierno y de casi 8 segundos, les había devuelto algo perdido durante tantos años buscando la verdad. En aquella búsqueda, habían encontrado las cosas más asombrosas: verdades completa y verdades a medias, se habían descubiertos a sí mismos y se habían descubierto entre ellos. Pero en ese camino, también habían perdido mucho: cosas materiales, relaciones, afectos irreparables. Sin embargo, eso nunca impidió que su búsqueda continuara, porque se tenían el uno al otro. En un comienzo tácitamente, intuitivamente. Ahora, concretamente. Lo que se significaban mutuamente había sido materializado con palabras. Después, con un beso en la frente, y finalmente, con uno en los labios. Y después de aquel beso, sin darse cuenta, recuperaron algo que no sabían que habían perdido: no la alegría, porque su concepto no se había reducido, como muchos pensaban, sino que se había concentrado en las cosas realmente importantes; tampoco la fé, porque aquella también cambió. Trascendió estereotipos, trascendió misticismo y se convirtió en aquello sin definición que no sólo los mantenía vivos y completos, sino que secretamente les brindaba la promesa de algo más.

Aquel pequeño beso, les había devuelto parte de la inocencia, perdida entre conspiraciones, muertes y mentiras eternas. Ese beso les devolvió el secreto de la magia, de lo imposible hecho real, del origen de todo aquello en que ambos querían creer: que la verdad, después de todo, los haría felices.

Ambos pensaban esto sin querer darse cuenta de ello. Pero sus miradas habían mantenido una secreta conversación que sus corazones nunca podrían ocultar.

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Trabajaron toda la mañana en la bibioteca privada de Reddin, en silencio. Sacaban un libro tras otro, de leyendas y costumbres. Todo aquello que generalmente buscaban siguiendo un caso. Pero esta vez, sólo era un montaje, mientras lograban decifrar dónde podrían encontrar cualquier cosa que los ayudara.

A las diez de la mañana, la joven madre despertó y su madre, la anciana que había pedido ayuda la noche anterior, entró en la biblioteca, buscando a Scully.

Ella se levantó y fue a cambiarle el vendaje, mientras Mulder intentaba encontrar donde podrían estar los planos del viaje.

Al parecer, la biblioteca no tenía cámaras. Era difícil que allí las hubiera, pues la biblioteca era parte de los lugares privados de Reddin y Mulder dedujo que en sus lugares privados, Reddin no se expondría a una cámara de vigilancia. Pensaba en esto, cuando sintió un gran alborto afuera. Se acercó a la ventana y vio a muchos hombres y mujeres corriendo de un lado al otro, preparando algo.

Mulder vio a Reddin afuera, hablando y dando órdenes. Seguramente no habría nadie cerca de su habitación, por lo tanto, decidió salir e investigar.

Caminó por los enormes pasillos, el único ruido provenía de afuera, dentro de la casa, parecía no haber nadie. Mulder abrió innumerables puertas que conducían a ninguna parte.

De pronto, la encontró: la habitación de Reddin.

Entro y registró lentamente el lugar: no parecía haber nada fuera de lo común, de hecho era una habitación increíblemente ordenada y aseada. Registró el lugar y en el escritorio, encontró un mapa sin marcas.

*Este debe ser* pensó Mulder y miraba el mapa con cuidado, pero no había ninguna marca visible de una posible ruta. Lo levantó y lo miró a la luz: parecía haber un pequeño surco, un pequeño hundimiento, como la marca de un lápiz que fue borrada. Mulder lo colocó en su lugar, tomó un lápiz y suavemente comenzó a pasarlo sobre el mapa. Fue entonces que una marca casi imperceptible apareció, mostrando una ruta a través del desieto y rodeando algunas montañas.

-Bingo- dijo Mulder con una sonrisa.

Borró las marcas de lápiz y se dispuso a salir, cuando un archivo le llamó la atención. Estuvo a punto de abrirlo, cuando escuchó ruidos, bastantes cercanos.

Lo dejó en su lugar y caminó hacia la salida.

Cuando volvió a la bibliteca, Scully lo estaba esperando.

- Mulder ¿dónde estabas? - preguntó un poco preocupada.
- Lo encontré- dijo Mulder sentándose a su lado.

Scully lo miró seria y luego preguntó:

-¿dónde?
-En la habitación de Reddin, pero ahora lo importante es enviar la información.
- Ahora?
-no, ahora no, en la noche, cuando sea muy tarde. Tendremos que seguir en el juego por lo menos, hasta que el cargamento sea detenido y nosotros podamos detener a Reddin. Pero ya tenemos la información que es lo más importante.

Después de esto, Mulder se levantó y Scully lo siguó hasta un enorme mapa de la región colgado en la pared. Mulder, sin decir palabra, marcó con el dedo el lugar, señalandolo a Scully. Ella miraba el lugar muy seria, tratando de retener en su memoria hasta el mínimo detalle.

Era muy importante que supieran aquella información. Ambos sabían, que el camino de la ruta debía informarse pasara lo que pasara. Lo que no sabían, era que Reddin tenía otros planes para ellos, esa misma noche.

Mulder y Scully se miraron sin hacer ningún gesto durante unos momento, intuyendo algo. Luego Scully volvió a mirar el mapa y, por última vez, memorizó la ubicación.

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