Disclaimer: The X-Files y sus personajes no me pertenecen ya que son propiedad de Chris Carter, 1013 y la Fox. Con esto no pretendo violar el copyright ni ganar dinero.

Tipo: XF, POV-el Fumador

Spoilers: Musings of a Cigarette-Smoking Man, supongo que algo de la supuesta redención que pretende ser En Ami y en general toda la serie.

Rating: AP

Resumen: The X-Files según el Fumador.

Nota de la autora: Esta historia no pretende ser un fiel reflejo de la mitología ni de la trama de la conspiración sino que se supone invención del Fumador (y mía en último término), así que no hagais caso de las posibles incoherencias y tonterías que pueda decir aquí abajo. También recordar que espero impaciente todo tipo de opiniones, críticas y comentarios, gracias a todos.

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EL SEGUNDO HOMBRE
Ana

<<...my family don´t seem so familiar
and my enemies all kown my name...>>. Noel Gallagher, Gas Panic.

Soy un escritor frustrado. No en tanto a la hipotética escasez de mi producción literaria, ni respecto a la calidad que creo tiene mi trabajo; no, la frustración procede de la incapacidad de poder publicar algo, pero ante todo se ve herido mi orgullo ante las despreciantes críticas de mi editor, o de quien intenta serlo, son muchos, siempre hipotéticamente.

Aun así no me rindo y pese a mi absorbente trabajo siempre reservo un espacio de mi tiempo para dedicarme a mi pasatiempo preferido: escribir novelas. Lo confieso, soy ególatra y peco de una soberbia desmesurada; pero ¿acaso no son así todos los genios? Yo considero que lo soy, tal vez porque de esta manera logro mitigar un poco mi patética figura. Todos me ven despótico y frío, sin embargo la escritura me ablanda de una forma indescriptible transformando mis prioridades. Mientras espero el día en ser reconocido, he de dedicarme a trabajos en la sombra que si bien resultan emocionantes al principio, terminan por convertirse en monótonos. Esta carrera oscura ayuda a granjearse una reputación, los demás te respetan y te temen, pero en el fondo no es ese respeto el que yo busco.

Estoy cansado. Estoy a punto de empezar otra obra y empiezo a preguntarme si vale la pena continuar si nadie va a leer tu trabajo. Las arrugas de mi rostro se contraen en una leve sonrisa elevando las comisuras de mis casi imperceptibles labios, pienso en mi vida y en las personas que se han cruzado en mi camino, algunas han sido eliminadas, otras se han rendido ante mí, algunos no supieron sobrevivir y otros, con más suerte, han conseguido vivir el engaño de manera que la tentativa de esperanza aun se vislumbra como algo posible entre la densa neblina. Es una posibilidad remota la que remite a la salvación, la tentativa de felicidad les mantiene vivos... parecen tan convencidos de que hay una luz al final del camino que casi me convencen. Pero no, yo sé que sólo hay oscuridad, ahora y después, siempre más oscuridad.

¿Dónde me equivoqué?, ¿me he equivocado alguna vez? Ellos han huído de mis garras, creen haberlo hecho, mas soy yo quien les deja escapar cada vez. Es el verdadero poder el que está en mis manos, el poder de elegir, decidir, cambiar, condenar... cuando yo quiera. ¿Soy sincero conmigo mismo o es un autoengaño?

Mi última obra llevará por título "El segundo hombre", trata sobre la visión que tengo de mí mismo y de mi entorno, el mundo que he creado y en el que se ven envueltos los personajes que me odian; siempre fue cierto que de alguna manera los hijos odian a su padre, más cuando éste es el segundo, el hombre ensombrecido por su propia creación. Esta vez juego con ventaja, me explicaré. Anteriormente ya me había dedicado a escribir sobre la realidad distorsionándola en cierta manera, ahora voy a utilizar unos personajes que conozco muy bien, aunque las lagunas serán sin duda rellenadas por mi invención. Son unos seres extraños desde mi lógica y me permito extraerlos del mundo real para hacerlos partícipes de mi propia versión de los hechos pues en mis narraciones siempre hay algo de verdad. Esto no es literal, quiero decir que esto no es lo que sucedió realmente, pero se aproxima a la esencia del asunto, uno de los asuntos de mi carrera como conspirador. Sus nombres en el borrador son los originales, luego ya pensaré unos pseudónimos adecuados. Yo también aparezco, o más bien mi alterego, puede que me pinte más benévolo de lo que ven en mí, quién sabe que escondido anhelo estará actuando: en el fondo me duele, me miento y ellos, tarde o temprano, se reirán de mí. ¿Cuál es la frontera entre lo que sé y lo que imagino?, sobre el papel se han difuminado los límites.

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EL SEGUNDO HOMBRE

El otoño había llegado más pronto de lo normal trastocando como siempre el aparentemente distante paisaje urbano. Las gabardinas y los paraguas se movían inquietos por las calles húmedas que mostraban un piso gris y resbaladizo. Una finísima lluvia caía intermitente mojando un rostro con expresión pétrea que se había detenido frente al edificio que albergaba una interesante conferencia sobre las aplicaciones de la ingeniería genética. Al fin se decidió a entrar sentándose entre los estudiantes y científicos que escuchaban con atención lo que los doctores Lovell, Morstan y Donnen tenían que decir sobre genética. El misterioso hombre oía sus palabras pero sólo podía pensar en todo el sufrimiento que había significado su vida, en las mentiras que ensuciaban los impecables trajes de aquellos hombres que decían trabajar por el bien de la humanidad. Estaba convencido de que no le reconocían, se había preocupado de que no pudieran hacerlo, pero ahora les contemplaba y luchaba por reprimir sus deseos de venganza.

Los tres científicos se encontraban en el hotel en el que se alojaban en su estancia en Nueva York para unas ponencias. Se habían reunido en una de las habitaciones y jugaban a cartas acompañados de otro hombre al que simplemente llamaremos Doe.

-¿Cómo va el proyecto?-preguntó Doe.

-Bien, estamos en ello.

-Los superiores quieren resultados más definitivos que unos cuantos intentos fallidos.

-No fueron fallidos, tan solo hubo una serie de contratiempos.

-¿Recordais que uno escapó?

-Tú te encargaste de eliminarlo- dijo tranquilamente uno de los científicos.

-¿Lo hice?- dijo Doe sabiendo cual sería la reacción que aquello causaría a sus compañeros de partida.

De repente el silencio se apoderó del cuarto de una forma enfermiza haciendo crecer el gesto de preocupación en las caras de los incrédulos científicos. Pasados unos eternos segundos uno de ellos le preguntó a Doe:

-¿Tines un cigarrillo?

-He dejado de fumar.

Los rayos del sol entran en la habitación del hotel iluminando el trabajo de los agentes de homicidios. Tres hombres están muertos sobre la mesa manchando de sangre las cartas. Presiden el espectáculo unas palabras escritas con sangre en la pared: el segundo hombre.

-Recojan una muestra y mándenla a analizar junto con las huellas que hemos encontrado. Tal vez pertenezca todo a las víctimas, aunque si tenemos suerte...

El frío y sólido edifico del FBI que alberga la oficina central se mostraba con la apariencia habitual de ir y venir de funcionarios del gobierno. En su oficina, el director adjunto Skinner repasaba un informe policial que le habían enviado. Las peculiaridades del caso habían hecho requerir la ayuda del FBI y Skinner esperaba la llegada de los dos agentes que investigaban esencialmente las peculiaridades de los casos sin explicación.

-Los agentes Mulder y Scully ya están aquí señor.

-Hágalos pasar- contestó Skinner a su secretaria a través del interfono.

Mulder y Scully entraron en el cómodo despacho que tan familiar les era. Él es alto y delgado, tiene el pelo color castaño y unos ojos verdes muy vivos. Ella es increíblemente baja comparada con su compañero, tiene una media melena color rojo y unos casi transparentes ojos azules. Los dos visten traje acorde con las normas del FBI y se sientan frente a su superior sin alterar el rostro de seriedad.

-Este es un informe de la policía de Nueva York sobre un triple asesinato- dice Skinner mientras extiende la carpeta hacia sus agentes- Las víctimas eran unos prestigiosos científicos que estaban trabajando en un proyecto genético.

-¿Cuál es la particularidad del caso, señor?- preguntó Mulder mientras terminaba de hojear el informe y se lo pasaba a su compañera.

-Si lee bien el informe se dará cuenta de que la sangre hallada en la inscripción de la pared no pertenece a las víctimas sino a una cuarta persona. Aun no se ha podido determinar a quien pertenece dicha sangre pero tenemos una extraña pista. Tiene que ver con las huellas dactilares encontradas por toda la habitación, además de las dejadas por las víctimas se han encontrado unas correspondientes a otra persona, en concreto un hombre, Mariano Gómez.

-¿Cuál es el problema, señor?- preguntó Scully.

-Mariano Gómez murió hace dos años.

Los agentes Mulder y Scully caminan por el pasillo del edificio para dirigirse al archivo de pruebas. Mientras tanto el director adjunto Skinner se había quedado hundido en su silla y se había quitado las gafas. Ya sabía que significaba todo esto, la llamada que hace un rato había recibido era de inequívoco significado; "el juego vuelve a comenzar, pero recuerde que nosotros siempre guardamos todos los ases". Eso le habían dicho y se odiaba por su pasividad, por no luchar y estar siempre en manos de aquellos hombres. Pero también sabía que era inútil resistirse a entrar en su juego, él aun tenía deudas que pagar y no le saldría barato saldarlas. El silencio culpable se había hecho demasiado pesado en su interior oprimiendo su ancho pecho. Él era honrado, quería serlo, pero no le dejaban. El aprecio y la amistad no le estaban permitidos por lo que la distancia era una defensa contra los desengaños. La integridad moral... él se había manchado con las mentiras de otros convirtiéndolas en suyas. Todo aquello había arruinado su vida, su mujer; ella no supo soportar las evasivas que intentaban protegerla. Y él seguía allí sentado en un cómodo asiento contemplando un despacho vacío y escuchando un atronador silencio, siempre silencio.

En uno de los laboratorios del edificio Scully se disponía a analizar los restos de sangre que componían la enigmática inscripción que se había encontrado en la escena del crimen. Un ambiente aséptico que recordaba a los hospitales les envolvía a la vez que la soledad. De alguna manera sólo se tenían el uno al otro, a lo largo de los años habían creado un círculo muy pequeño en el que no cabía nadie del exterior alejando aun más si cabe a cualquiera que pudiera haberse definido como normal. Ellos eran normales, a su manera, y la sombría vulgaridad de sus vidas no era sino una forma diferente de soledad y monotonía. Se trataba de un ritual familiar para ellos que daba sentido a lo que hacían: la disputa, el enfrentamiento intelectual, la fina ironía, el juego insinuante y la tajante frenada que ponía fin a sus fantasías. Cobardes.

-No sé, Mulder, ¿no te parece sospechoso que el presunto asesino dejara huellas por toda la escena del crimen?, eso si no tenemos en cuenta que lo más extraño de todo esto sea que la huellas pertenecen a un muerto.

-Ajá, parece como si quisiera que supieramos quién es... y esto tendría sentido si en realidad huellas y sangre pertenecen a Mariano Gómez. Tal vez intente comunicarse.

-Mulder, los muertos no van por ahí cometiendo asesinatos. Tiene que haber una explicación lógica- la agente Scully no cesaba en su empeño racional, siempre escéptica.

-Sí, tiene que haber una explicación y por eso será conveniente exhumar el cadáver de Gómez quien supuestamente está enterrado en el cementerio municipal de New Jersey- Mulder decía esto mientras Scully colocaba una muestra de sangre bajo la lente del microscopio para examinarla. De pronto la expresión de su rostro se volvió seria lanzando una preocupada mirada a su compañero.

-Creo que esto lo hemos visto antes.

Era lo que se llama sangre alterada genéticamente, en realidad un organismo entero. Todavía quedaban muchos eslabones por unir aunque estaban cerca, siempre estaban más cerca de lo que ellos mismos pensaban, lo que pasa es que su miopía les impedía ver lo más evidente. Nunca se les dieron bien los rompecabezas por lo que las piezas que fueron recibiendo regularmente no hacían sino aumentar su desconcierto.

Ahora conducían hacia el depósito forense de New Jersey. Tras la orden judicial se había exhumado el cadáver de Mariano Gómez a quien realizarían una prueba de ADN para contrastar los resultados con la sangre que tenían como prueba del caso.

El trayecto resultó algo largo debido sobre todo al denso tráfico de esas horas del día. A pesar de esta circunstancia los dos agentes fueron parcos en palabras, no solían hablar mucho. Esos habituales silencios no resultaban casi nunca incómodos dada la confianza que existía entre los dos; pero lo cierto es que últimamente había ido creciendo una insoportable tensión que hacía pender de un fino hilo cada palabra que no pronunciaban. Ellos intuían el motivo pero lo disfrazaban con poco ingenio y un descarado miedo.

-Mulder, ¿qué pasará si el ADN no coincide?...¿por donde empezarías a reconstruir tu teoría?

De repente la agente Scully había roto el silencio con una pregunta que enmascaraba lo que siempre se callaba, ¿qué vendrá luego, Mulder, después de perder otra vez cualquier evidencia física que pruebe lo que piensas y de lo cual estás tan convencido? Ella conducía el coche intentando demostrar su falta de complejos, era igual que sus compañeros y por eso no podía permitirse el lujo de enamorarse de ellos. Un cubo de hielo ya se habría derretido al sol pero su orgullo era mayor; tal vez no fuera orgullo sino un pavor ruborizante que cubría de vergüenza sus pensamientos: ella rendida, vencida, su alma desnuda y las confesiones esparcidas por el suelo. Todo ello sumado a difíciles pruebas había fortalecido su carácter trasladando la inseguridad al terreno de lo personal pues en el profesional se mostraba siempre inflexible. Una determinación la guiaba convencida de que aquella también era su lucha y ella tenía sus propios medios, sus propios objetivos. Luego ladeaba un poco la cabeza encontrando a su compañero como copiloto, él siempre estaba allí con una expresión que se diría que está a punto de decir algo gracioso. Imposible con un interior tan contenido.

-En esta ocasión tengo una corazonada.

Mulder creía poseer la verdad, ¿por qué buscarla entonces? Puede que su vida hubiera sido hecha con retazos de mentiras pequeñas, todas unidas formando una enorme que aplastaba su conciencia. Y era la duda al fin y al cabo la que enloquecía sus acciones y enturbiaba cualquier relación con el exterior. Pedía el castigo a gritos sin imaginar que esa no era la solución, ¡qué ingenuo! Todos los caminos conducían a un mismo fin que él rechazaba empeñándose en el dolor, huía de una posibilidad mejor que le habían brindado cientos de veces haciendo milagros no permitidos y con un precio muy caro. Puede que más tarde se arrepienta de no haber aprovechado dichas circunstancias, entonces vería impotente como se marcha cualquier forma de certeza terminando de apagar todas las luces que iluminaban su alrededor dejándole en la más completa oscuridad. La violencia contra el mundo no cesa desde su total desconfianza, todos son enemigos y todos conocen su nombre. Menos ella, quien se ve arrastrada voluntariamente por los silencios que esconden las palabras que él no acierta a decir.

El coche avanzaba a través de un espacio suspendido entre una lluvia lenta y copiosa, a través de un tiempo que se ensanchaba y caía por su propio peso sobre sus cabezas. Decían tonterías incomprensibles y repetidas mil veces en cada una de sus conversaciones, cada vez lo mismo con un matiz diferente que tal vez con suerte les conduciría a un destino.

Cuando llegaron los resultados del ADN se confirmó el supuesto instinto de Mulder, que no era más que un ejemplo de la minuciosa planificación de aquellos que lo preparaban todo para que nada tuviera sentido.

-Creo que sabes bien ante lo que nos encontramos.

-Mulder, no me digas que un clon de Mariano Gómez va por ahí asesinando científicos y dejando pistas para que le descubramos.

-Piénsalo Scully, un experimento que salió mal y que quiere vengarse y sacar a la luz todo el proyecto. Está claro que intenta llamar la atención.

-Si es así como dices, cosa que dudo, ¿dónde realizaban dichos experimentos?... deberíamos averiguar en que proyecto concreto trabajaban las víctimas.

-La verdad es que ya lo he investigado-dijo Mulder en tono culpable-. Centro de investigaciones Weimar... he, he pensado en pasarme por allí mientras tú vas a hablar con el forense que realizó la autopsia a los tres científicos antes de que el caso cayera en manos del FBI-hubo un silencio breve presagiando la resignación.

-Dame ese informe y llámame cuando sepas algo-Scully se marchó dándole vueltas a una sola idea en su cabeza: ¿soy yo quién se aleja o eres tú?

La agente Scully llegó a la morgue y preguntó por el doctor Sullivan. Éste era un hombre de mediana edad y espigada figura, unas gafas se sostenían sobre el puente de su afilada nariz mientras iba leyendo el informe de la autopsia a la vez que caminaba hacía la agente del FBI.

-Aquí tiene el informe que hice, no hay nada anormal si se lo pregunta. La víctimas murieron cada una por un disparo en diferentes zonas del cráneo cada uno de ellos. Los detalles los puede ver aquí.

-Me gustaría examinar los cuerpos personalmente si no tiene inconveniente.

-Por supuesto, adelante.

Mulder había conducido hasta el centro de investigaciones Weimar, un prestigioso grupo de científicos trabajaban allí entre una inusitada transparencia que alejaba cualquier sospecha; aquello en cambio era lo más sospechoso. El edificio era de corte moderno, una sólida visión de metal y cristal que desprendía un inquietante distanciamiento. En la recepción Mulder se topó con una mujer joven que le preguntó qué deseaba.

-Agente Mulder del FBI-dijo mientras mostraba su identificación.- Estoy investigando la muerte de tres de los empleados de este centro y quisiera revisar sus expedientes para ver si encuentro alguna pista para el caso.

-La policía ya reviso los archivos pero si...

-Insisto, por favor, es muy importante.

La mujer tuvo que ceder y Mulder fue acompañado por otro de los doctores del centro a los despachos de las víctimas. Entre la documentación que revisó no halló nada interesante que pudiera llamar su atención. También se dedicó a ojear los archivos informáticos que se encontraban en una gran pila de discos de ordenador ante el recelo de su acompañante.

-Los agentes de la policía ya se encargaron de esto, no creo que encuentre nada que ellos hayan pasado por alto.

-Quién sabe...-Mulder se sorprendió al abrir un archivo codificado en un extraño lenguaje, por un momento dudo si preguntarle al evasivo científico.-Perdone, ¿qué significan estos símbolos?- dijo mientras señalaba con el dedo la pantalla.

-Información reservada.

-¿Qué debería hacer para poder leerla?

-Eso no me incumbe a mí.

-Comprendo-Mulder cerró el archivo y extrajo el disco colocándolo de nuevo en su sitio. A la vez que continuaba con su improductiva búsqueda veía como el doctor O´Brian se movía inquieto por la habitación y aprovechando un momento de descuido logró hacerse con uno de los discos codificados sin saber que una cámara de seguridad lo estaba grabando en todo momento.- Creo que no encontraré nada de interés, gracias por su tiempo y disculpe las molestias.

Ambos hombres se dieron la mano y se despidieron con una fingida sonrisa en los labios. Cuando Mulder se hubo marchado O´Brian se topó con un hombre alto y corpulento que le habló con voz grave.

-¿Ya lo tiene?

-Sí, pero... ¿por qué?

-Los motivos son siempre complicados.

La lluvia ya había cesado y unos tímidos rayos de sol luchaban por escapar de entre las aun abundantes nubes. Mulder conducía mientras sostenía el teléfono móvil intentando hablar con Scully.

-Scully, soy yo.

-Sí, Mulder.

-¿Fuiste al depósito forense?

-Sí, pero no encontré nada extraño; muerte por disparo de bala.

-Bien, yo tengo algo interesante.

-¿De qué se trata?

-Por teléfono no, ahora paso a buscarte, quiero ir a un sitio.

Los lugares sombríos siempre les habían sido familiares, incluso sus apoyos gozaban de esta condición opaca. En un espacio hermético los pistoleros solitarios intentaban descodificar el contenido del disco que Mulder les había traido.

-Esto va a ser fácil, es un código bastante sencillo, utilizado para documentos militares durante la guerra fría-dijo en tono divertido Frohike.

-Lo que me parece extraño es que no tuvieras problema para llevarte el disco-apuntó Scully.

-Sospechoso-sentenció Byers.

-Ya está. Parece ser un listado de nombres ordenados en fichas individuales... son hombres y mujeres jóvenes, indigentes, sin familia.

-Busca Mariano Gómez-dijo Mulder.

-A ver... aquí está, Mariano Gómez, nacido en 1971, murió en 1998 atropellado por un coche que se dio a la fuga. No tenía familia y había cometido pequeños hurtos. ¿Quién es, Mulder?

-Digamos que tiene un hermano gemelo que se dedica a cometer asesinatos.

La oficina del sótano era un lugar de paso y a la vez un agujero privado. Las sombras se paseaban por allí impunemente contemplando el fruto de su acoso, las sombras habían fomentado el delirio y la grotesca decoración. Los monstruos colgaban de la pared y dormían en el archivador y en las cintas de video y en las diapositivas; ráfagas fantasmales atravesaban el pequeño espacio que estrechaba los límites de la razón. La luz artificial quemaba las vidas que allí se cruzaban por casualidad mientras la luz natural luchaba por colarse de forma oblicua y antinatural, y lo conseguía cuando ellos ya no estaban para respirarla. La oscuridad era el escenario de su trabajo diario y monótono, cruel y sin sentido que daba vueltas a un mismo punto del cual era imposible escapar. Era la visión difusa aquella que iluminaba torpemente sus miradas inconscientes del engaño, bajo la luz interior morían cada día. Comenzaba el proceso rutinario que se repetía tras la puerta del fondo: en la oficina del sótano del FBI Mulder y Scully discutían sobre el caso.

-¿Y bien?

-¿Qué quieres decir con eso, Mulder?

-Yo tengo mi teoría sobre el caso, me gustaría oír la tuya.

-Pues... la sangre analizada es la misma que la del cadáver que parece pertener a Mariano Gómez, por otra parte se trata de una sangre completamente humana con lo que no caben especulaciones sobre extraterrestres...

-Pero...

-Pero también es cierto que la sangre ha sido alterada y las células presentan una anomalía en su velocidad de desarrollo, un proceso de envejecimiento acelerado- mientras Scully hablaba Mulder había reparado en un sobre sobre el escritorio que se diferenciaba del resto del correo.

-Ese, ese envejecimiento acelerado de las células me parece muy significativo-decía Mulder mientras abría el sobre.

-Sin duda lo es pero a qué... ¿qué es eso?

-Vaya con nuestro asesino, nadie había tenido tanto interés por ser descubierto-la carta que sostenía Mulder mostraba una letra temblorosa y garabateada sobre el papel con poco tacto. Mulder comenzó a leer- "Ustedes ya me conocen y yo a ustedes. No hace falta que les diga que yo fui quien asesinó a aquellos científicos, se supone que me llamo Mariano Gómez, en fin, tengo el mismo aspecto, la misma sangre; no sé si tengo la misma mente, los mismos recuerdos, las mismas motivaciones y miserias del otro hombre porque yo soy el segundo, desconocido para sí mismo e inexistente para los demás.
>>Soy el clon de mí mismo, de esto me enteré después, uno no lo sabe por sí mismo ¿saben? Era la explicación del dolor físico y el inicio de un dolor diferente que vino con la revelación. Ustedes ni se imaginan cuánto ha avanzado la ciencia a espaldas de la mirada del mundo, no conocen el alcance de sus experimentos que empezaron con gente como yo, sin un pasado y sin un futuro que fue robado para condenarnos para siempre al anonimato y al olvido. Soy un campo de cultivo de órganos y tejidos, no creo que se escandalicen pues seguro que esto no les viene de nuevo, de hecho es su interés en el tema lo que ha hecho que me ponga en contacto con ustedes. Se preguntarán muchas cosas, si quieren llegar a la verdad acudan esta noche a la calle..."

-Es evidente que este hombre está perturbado-dijo algo molesta Scully.

-Pero es la única pista que tenemos.

En una sucia calle de un suburbio de Whashington DC estaba estacionado el coche del agente Mulder con Scully a su lado, sin duda el conjunto desentonaba en ese contexto. Habían pasado varias horas vigilando en el coche pero aquel hombre no había aparecido, eran ya las tres de la madrugada y la agente Scully, evidentemente menos entusiasmada que su compañero, se había quedado dormida. Mulder luchaba contra la desesperación de la espera mientras giraba su vista hacia su acompañante. La mujer que dormía había abierto levemene la boca separando un poco los labios; una boca pequeña y unos labios pequeños contemplados por el deseo calculado del hombre que sentía la represión como una obligación, un deber estúpido e incomprensible que él aceptaba. Un movimiento brusco de cabeza lo devolvía a la noche de la marginalidad donde la oscuridad parecía más profunda que en cualquier otro lugar. Edificios viejos, sucios, tienduchas cerradas y el asomo a un callejón de basuras y cajas de cartón cobijo de los desafortunados. La visión hacía avergonzar por un momento sus sentimientos de automarginalidad que durante toda su vida le habían convertido en un perdido entre la sociedad de corbatas y buenos coches.

Scully se removía en su asiento, ella le recriminaba esa vida vagabunda que llevaban los dos, cada uno por el otro aguantaban el silencio que algunas veces se desbordaba. Ella podía hablar y decirle que se iba mil veces pero sabía que la retórica es lo más alejado de la realidad; siempre dormiría en aquel asiento si él se lo pedía, era un coche cómodo, pero un coche al fin y al cabo, no era una cama en una casa con jardín. Y él lo sabía, culpable, con un dedo acusador hundiéndose entre las costillas como una punzada lenta y mortal.

De repente un hombre salió de entre las sombras y fue acercándose al coche desde donde vigilaban los dos agentes. Mulder despertó a Scully con un toque en el hombro y ésta se sobresaltó un poco.

-Creo que tenemos visita-dijo Mulder preparando su arma. El desconocido mientras tanto levantaba las manos mostrando que no iba armado, los dos agentes salieron del coche apuntando al sospechoso.

-¿Es usted Mariano Gómez?

-No, digamos que debido a un contratiempo él no ha podido venir.

-Le han matado, ¿verdad?

-Vamos agente Mulder, no me acuse de lo que desconoce.

-¿Quién es usted?-preguntó Scully.

-Mi nombre no les interesa pero sí lo que tengo que explicarles.

La curiosidad pudo más que una posible desconfianza y Mulder le dijo al misterioso individuo que subiera al coche. El hombre subió en el asiento del copiloto y Scully detrás.

-¿Cómo está tan seguro de que me interesará lo que ha de decirme?

-Les interesará a los dos y a medida que hable espero que vayan encajando las piezas del rompecabezas en sus mentes. Se trata del caso en el que están trabajando.

-¿Qué sabe sobre la muerte de esos tres científicos?- preguntó Scully.

-Ellos tres formaban parte de un selecto grupo de científicos que trabajaban para el gobierno en un programa genético secreto. No se trata del conocido plan para establecer el mapa genético humano, esto ya se hizo hace mucho y sólo es una tapadera, se trata de un programa de hibridación y clonación que implica la utilización de ADN alienígena como parte de la materia prima.

-Ya hemos visto sus experimentos, ¿qué diferencia hay ahora?- dijo Mulder intentando disimular la excitación que dichas revelaciones causaban en su interior.

-Puede que la naturaleza de este caso les resulte aburrida, sobre todo a usted agente Mulder, ya que no tiene directamente que ver con extraterrestres sino con clones completamente humanos utilizados como reserva de órganos, tejidos, sangre, médula.

-¿Usted escribió la carta que recibimos hoy?

-No, ese fue Gómez, un pobre infeliz que intentó rebelarse contra su destino. El hombre al que buscan y del que nunca volverán a oír hablar es uno de los resultados mínimamente satisfactorios de los experimentos, se trata de una simple copia del que está enterrado en New Jersey. Gómez fracasó y seguramente ya está muerto, mis compañeros tienen menos escrúpulos que yo.

-¿Por qué nos cuenta todo esto?-inquirió Scully.

El hombre fornido y alto se atusó su ya canoso cabello y dibujó una sonrisa de desencanto.

-Uno mira atrás y comprueba las obras de su vida hallando tan solo destrucción, lo que fue creado sólo fue producto de la vanidad humana al servicio de intereses privados. Yo corro un gran riesgo hablando con ustedes y aun así aquí estoy. Han aprendido a correr riesgos y salir victoriosos trabajando desde el lado de la luz, a veces desde nuestro punto de vista también escapan voces discordantes.

-Podemos sacar a la luz lo que hacen.

-No sea ingenuo, agente Mulder. Ellos lo controlan todo, yo mismo soy un fraude sin nombre y usted no podrá probar nunca nada, ¿qué tiene?, un disco que no puede probar de donde ha salido y que no tiene ningún dato que mencione más que a pobres desgraciados; una carta escrita por un loco que ha desaparecido para siempre. Entierre el caso y dese cuenta de que yo mismo soy un anzuelo para alimentar su locura y su aislamiento dentro del sistema... tan solo que yo ya estoy cansado de mentir, mentir acaba cansando, ¿saben?

Las tres personas permanecieron un momento en silencio, Mulder se mordía el labio y Scully sostenía un suspiro y una mirada incrédula. Doe luchaba por no dejar caer sus párpados que pesaban como losas. Sabía que ya no había nada más que decir así que lentamente abrió la puerta del coche y salió seguro de que no se lo impedirían. Con paso cansado pero firme se fue alejando por la calle de aquel barrio perdido de una ciudad dormida. La tenue luz que se derramaba de las escasas farolas iba a caer a los pies de aquel viejo espíritu que caminaba ausente, se detuvo en un intervalo de sombra y la llama de un mechero iluminó las duras facciones de su cara.

-Yo soy el que fuma, agentes.


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