Título: El favor - Tercera Parte
Autor: Enia
Disclaimer: Puede que los personajes que no salieran de mi cabeza, pero les aseguro que las ideas, palabras, acciones y delirios me pertencen por completo, no a CC o a 1013 y mucho menos a la Fox.
Spoliers: Ahora lo pensé mejor y ubico esta historia justo alrededor de una semana antes de All Things
Dedicatorias: A Carol, Isa y Lola por sus comentarios y opiniones que tanto me ayudan a la hora de decidir y a todos aquellos que me han pedido que termine lo más pronto posible.
Un aparte especial a Zulay, quien espero que, a la larga, pueda leer este relato.
Nota del Autor: Con esta historia pretendo establecer que ellos dejaron de ser lo que hasta ahora eran para ser algo más allá, pero cuánto más allá y cómo deberán elegirlo ustedes, como se darán cuenta si llegan al final.
Quiero aclarar que el procedimiento aquí descrito no debe ser tan exacto ya que he completado con mi imaginación y sentido común lo que no sabía, espero sepan comprender las incoherencias o imperfecciones.
Tipo: He decidido que es MRS, tiene un toque de H y es una auténtico expediente X.
Feedback: ¡Qué sería de mi sin el feefback! ¡Vivo porque existe! Por favor, aunque sea para cachetearme, escríbanme a
merodriguezARROBAinfovia.com.ar
Lunes 4 de Junio
Clínica de Fertilización
Washington D.C.
11.23 a.m.
Scully miró una vez más las paredes llenas de los diplomas que el doctor Vassellman había colgado como adorno, esperando a que Mulder llegara. Había tenido que responder, a última hora, un llamado de la sección de auditoria. Según parece en un par de semanas comenzarían una auditoria de los gastos que habían tenido en el último tiempo y Mulder debía entregarles algunas cosas antes de ir a la clínica.
Por un momento, el pensamiento de una auditoria le puso los pelos de punta. Sabía que se realizaban comparando los gastos incurridos con los resultados obtenidos... y nadie podía decir que ellos eran un ejemplo a seguir si de efectividad se hablaba. O al menos, si hablaban de la efectividad según las normas del buró.
No es que no resolvieran los casos, lo habían hecho. Pero no eran exactamente soluciones más claras que los misterios que encerraban.
Levantándose, caminó hacia los estantes llenos de libros que cubrían una de las paredes. Todo tipo de publicaciones científicas llenaban el mueble, desde revistas hasta costosos ejemplares de los libros básicos de toda escuela de medicina, algunos de los cuales ella misma tenía en la biblioteca de su casa. Los recorrió con la vista y reparó en un pequeño portarretratos que, en lugar de una foto, tenía un párrafo firmado por Jonh Donne. Intrigada, Scully lo tomó para leerlo
"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promotorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas, doblan por ti"
Se quedó mirando el texto sin verlo, pensando cuan acertado era. Nunca había pensado en ello, pero quizás era la explicación a esa sensación de desolación encubierta que le quedaba cada vez que una persona yacía en su mesa de autopsias, como si algo se hubiera perdido con la muerte de ese ser humano.
- Es un hermoso texto, ¿verdad?
La voz del doctor Vassellman hizo que girara a la puerta desde donde la contemplaba con una sonrisa cansina y ojos brillantes detrás de las gafas.
- Sí, lo es.
El doctor se acercó a su mesa mientras ella dejaba el portarretratos en donde lo había encontrado y se sentaba en el mismo lugar que había ocupado una semana antes en su primera visita.
- Me parece un tanto extraño que alguiien que se dedica a ayudar a crear nuevas vidas tenga un texto sobre la muerte en su oficina.
El doctor apoyó sus antebrazos sobre la mesa y entrelazó sus manos delante de él.
- No lo tengo por mi trabajo, lo tengoo por mí. Verá, antes de especializarme en fertilización fui médico de urgencias, trabajaba largos turnos peleando con la vida y la muerte. Al principio, cada vez que alguien moría en mi mesa, caía en un pozo del que me costaba salir así es que decidí que no tenía que permitir que me afectara, que debía tratarlos como cuerpos dañados que necesitaban refacción. Y me volví un tanto... frío, digamos. Me alejé emocionalmente de esas personas que estaban sufriendo, para no tener que sufrir. Y por un tiempo, pareció funcionar.
Scully le sonrió con tristeza.
- Nunca funcionó para mí. Por eso me hhice forense.
- Para mí tampoco. Pero me enfurecía eel que así fuera. No entendía por qué me afectaba tanto el que murieran personas de las cuales no sabía nada, que no eran nada mío. Y eso me hacía tratarlos con más distancia aún. Hasta que un día, una anciana que había ingresado un tiempo antes y que no tenía mucho tiempo más de vida, vio más allá de mi máscara cuando entré a su cuarto en mi ronda y cuando me acerqué a su cama, me tomó la mano y me dijo: "No debería tratar de reprimir esos sentimientos. Es lógico que se sienta mal al ver morir a un hombre, por más que no lo conozca". Le dije que sabía que no era Dios, si eso era lo que me quería decir, pero ella lo negó. Me dijo que no estaba hablando de mi sensación de impotencia ante la muerte sino de mi tristeza reprimida. Que si era capaz de sentir dolor por la muerte de cualquier hombre, entonces debería sentirme afortunado porque no todos eran concientes de que todos somos parte de una misma gran familia, la de la humanidad.
El doctor se calló por un segundo, como perdido en sus recuerdos y Scully no se atrevió a decir nada. Finalmente, él volvió a hablar.
- Me pidió que buscara su bolso y cuanndo se lo llevé me entregó ese papel que está en el portarretrato y me dijo que me lo daba porque yo entendía el mensaje y lo vivía. Me quedé con ella toda la noche, velando junto a su cama, hasta que murió al amanecer. Renuncié a Urgencias ese mismo día.
- Y decidió dedicarse a algo que contrribuyera a aumentar esa humanidad de la que se siente parte. Es un pensamiento muy gratificante.
- Mucho más que el de jugar a ser Dioss con los imponderables de una sala de urgencias de un hospital.
Un golpe en la puerta los interrumpió y la cabeza de Mulder asomó por detrás de la puerta.
- Disculpen la tardanza. Un problema dde papeleo.
El doctor Vassellman los observó mientras Mulder parecía estar respondiendo en silencio a la muda pregunta que Scully le dirigió y, aunque no pudo saber de qué rayos trataba toda esa charla ocular, pensó que el doctor Paliestra había tenido razón y que, tarde o temprano, el niño que estaba a punto de ayudar a concebir terminaría teniendo una familia más normal de lo que ese par planteaba en ese momento.
- No hay problema, señor Mulder. Yo taambién he tenido un retraso. Si les parece bien, les explicaré de qué se trata la inseminación asistida y les daré las indicaciones de cómo desarrollaremos el tratamiento.
Una hora después, Mulder caminaba junto a Scully rumbo al estacionamiento. Todavía estaba procesando todo lo que el doctor les había dicho y prescripto a ambos y tenía que reconocer que se sintió casi violado cuando le preguntó delante de ella si usaba boxers o slips. ¿Cómo rayos se supone que él no va a sentirse incómodo cuando tiene que hablar de su ropa interior delante de Scully? Está bien que ella es su amiga, pero tampoco la estupidez. No le avergonzaría que revolviera en sus cajones si él no está allí para verlo y fuera absolutamente necesario, pero de allí a discutir las ventajas de un boxer por sobre un slip a la hora de hacer un buen recuento de esperma, hay mucho rato.
Scully, por su parte, no podía evitar sonrojarse al recordar cuando tuvo que dar detalles de su vida sexual. Era una suerte que ninguna de los dos tuviera una vida sexual activa o se las habrían visto en figuritas para hacer un resumen de sus últimas experiencias. Realmente, esto es lo que hacía casi preferible el banco de esperma.
Mulder abrió la puerta del auto, se sentó en silencio e imitó a Scully cuando se puso el cinturón de seguridad. Todo esto estaba resultando ser mucho más incómodo de lo que ninguno de los dos había previsto. Y en ese momento, recordó la enorme aguja con la que pensaban introducir dentro de Scully su semen y, girando la llave en el contacto, le dijo:
- Sabes, esta es otra de las cosas quee jamás pensé que te diría, pero esa aguja... ¡Cielos Scully! Nunca creí que tuvieras esos gustos.
Por segunda vez desde que empezaron con las visitas a la clínica, Mulder se ligó un sonoro golpe en la nuca.
Tres semana después
Clínica de Fertilización
Washington D.C.
17.34 p.m.
El doctor Vassellam contempló los exámenes de Scully y asintió satisfecho.
- Muy bien, parece que este es el momeento que estábamos esperando. Su ovulación es perfecta y creo que tendremos éxito.
Scully le sonrió desde la camilla en donde la habían acostado, con una bata de hospital en lugar de su traje. Estaba nerviosa, muy nerviosa, más por la anticipación que por otra cosa. Ese era el día que tanto había esperado las últimas dos semanas, desde que les dijeron que podían proceder con el tratamiento. Instintivamente, desvió su mirada hacia la puerta que daba al pasillo, en donde Mulder se había apoyado, como si pretendiera dejarle espacio para que no se sintiera incómoda pero no quisiera irse y dejarla sola en un momento tan importante para ambos.
Mulder contemplaba las idas y venidas del doctor y su ayudante mientras preparaban todo para realizar la inseminación. La vista de pequeños vasos con tapa le recordó su estadía en el cuarto lleno de videos y revistas y, por primera vez en su vida adulta con ciertas inclinaciones a la pornografía, sintió vergüenza de que todos supieran lo que había hecho para que ahora pudieran estar preparando ese... batido... para introducirlo en Scully.
En ese instante sintió que ella lo miraba y, girando su cabeza para verla, le sonrió a esos ojos azules que se veían algo asustados. El doctor Vassellman se acercó a la camilla con esa jeringa que a Mulder se le antojaba obscena y miró a Scully:
- Muy bien, Dana, suba las piernas a llos estribos y relájese. Como le dije antes, no sentirá ningún dolor y tardaré sólo un momento.
Scully subió sus piernas a donde le habían indicado y trató de respirar para calmarse, pero no le dio mucho resultado. Esa posición no era ni con mucho decorosa y la hacía sentirse vulnerable, por lo que casi sin darse cuenta levantó una mano para pedirle a Mulder que se acercara, pero su mano no llegó a elevarse cuando sintió que él se la apretaba fuertemente y, al mirar a su derecha, lo vio sonreírle. Se agachó hasta su cabeza y le susurró, mientras el médico volteaba a pedirle algo a su ayudante:
- Te dije que lo de la jeringa era demmasiado exótico.
Ella apretó esa mano que sostenía la suya con fuerza, sintiendo que el sólo echo de tenerlo allí, tan cerca, le daba la tranquilidad necesaria para sentir que todo estaría bien. Y le devolvía el sentido del humor.
- Bueno Mulder, si la jeringa no resullta tal vez podamos probar con alguno de esos artilugios que seguramente sale en alguno de esos videos que no son tuyos, los que guardas en ese cajón.
Mulder le sonrió mientras negaba con su cabeza:
- Scully, será mejor que la próxima veez que me vaya de la ciudad revises mis cosas a fondo, a ver si así te actualizas acerca de lo que hay en mis cajones.
Scully casi se rió, probablemente lo hubiera hecho de no tener una jeringa del largo del río Nilo dentro de ella en una parte de su anatomía que agradecía quedara fuera de la vista de Mulder.
La voz del doctor Vassellman se escuchó triunfante:
-¡Ya está! Muy bien Dana, podrá irse een un rato. Le recomiendo que haga reposo por hoy y mañana ya podrá volver a sus actividades normales.
Mulder lo miró desde su posición junto a la cabecera de la camilla, con su mano aún presionando la de ella.
- ¿No necesita descansar más tiempo? EEs decir, ¿una semana o algo así?
El doctor Vassellman le sonrió compresivamente.
- Señor Mulder, si ustedes hubieran seeguido el procedimiento natural para concebir a este hijo dudo mucho que hubiera mantenido a la doctora Scully en cama después de tener relaciones sólo porque existía la posibilidad de que ella estuviera embarazada, ¿o me equivoco?
- Bueno, no. Supongo que no lo haría. Pero este no es el procedimiento natural.
Scully se sentó, soltando la mano de Mulder para hacerlo, y lo miró con su típica mirada de "Basta Mulder, déjate de niñerías"
- Mulder, no es necesario hacer reposoo porque no me han operado. Y dudo mucho que por estar sentada leyendo informes vaya a fracasar el procedimiento. Esto no es cuestión de descanso.
Mulder la miró, diciéndole a las claras con su mirada que no estaba del todo seguro de la verdad de esa afirmación, pero nada dijo. Después de todo, ellos eran los doctores y él sólo era un pobre mortal que estaba ahí para tratar de tener un hijo.
Scully se acomodó mejor.
- ¿Cuándo sabremos si el procedimientoo dio resultado?
El doctor terminó de sacarse los guantes y la bata y se mezó los cabellos.
- En una semana haremos unos estudios para ver qué ocurrió.
Mulder lo miró con una especie de ansiedad reprimida.
- ¿Y si no queda embarazada?
- Entonces nos sentaremos a discutir llas posibilidades. Escuchen, la ansiedad y los nervios no sirven de mucha ayuda en estos casos, así es que por qué no tratan de olvidarse del tema hasta que hagamos los exámenes y siguen con su vida. Sólo trate de no trabarse en lucha con un asesino serial ni nada parecido, ¿de acuerdo, agente Scully?
Scully asintió.
- No hay problema. No vemos muchos Tedd Bundies en nuestro trabajo diario.
- ¡Ah, sí! El agente Mulder me explicóó que resuelven casos que quedaron sin resolver.
Scully levantó una ceja mientras miraba a Mulder, que presentaba su mejor cara de poker.
- Sí, casos no resueltos. Esa es nuesttra especialidad.
- Muy bien, en ese caso los dejo. Deboo ir a ver a otros pacientes. Los espero la próxima semana y recuerden, si Hannibal Lecter se cruza en su camino, deje que su compañero se encargue de correr detrás de él.
Diciendo esto, salió del cuarto seguido de su ayudante. Mulder miró a Scully y sonriéndole le dijo:
- Supongo que, ya que no lo especificóó, no tendrá problemas en que corretees a un par de hombrecillos verdes.
- Mulder, jamás he corrido detrás de hhombrecillos verdes.
- Entonces llévate esa aguja que te accaban de meter y muéstrasela a los pistoleros mientras les detallas lo que acaba de hacer el doctor Vassellam. Te aseguro que podrás correr detrás de tres hombrecillos verdes mientras van al baño a vomitar de la impresión.
Scully se rió, feliz de tener a Mulder con ella. Sin duda, pasar por todo eso si su humor negro sería mucho más difícil.
Jueves 4 de Julio
Departamento de Fox Mulder
Alexandría, Virginia
9.46 p.m.
Mulder terminó de ducharse y, secándose con la toalla el cabello, entró en el cuarto y se puso pantalones de correr y una camiseta color gris. Había trabajado todo el día como un negro, especialmente porque Scully parecía estar algo cansada últimamente.
Tal vez era porque estaba embarazada, aún cuando los estudios no había revelado nada la semana anterior y estaban esperando a esa semana para saberlo. El doctor les dijo que eso era normal y que no debía preocuparse, pero la verdad era que se estaba comiendo los codos de sólo pensar en la posibilidad de que un pequeño niño con sus genes se estuviera gestando dentro de ella.
Fue hasta la cocina y puso la cafetera a calentar, dispuesto a tomarse una taza mientras revisaba un par de informes que se había traído de la oficina, cuando escuchó los golpes en la puerta.
Abrió y se encontró con Scully. No esperaba verla, por lo que se extrañó, pero al ver sus ojos enrojecidos, comprendió que algo andaba mal.
- Scully, ¿qué pasa?
Ella entró, permitiendo que cerrara la puerta a sus espaldas, y se quedó ahí parada, en la entrada, con la cabeza gacha y hablando en voz baja.
- Vengo del laboratorio Mulder.
Mulder la miró sin entender del todo.
- ¿Del laboratorio? Pensé que iríamos mañana por la mañana a retirar los exámenes.
- Sí, pero cuando llegué a casa me enccontré con un mensaje de que podía retirarlos hoy y decidí ir a buscarlos. Te llamé pero no respondiste, así que fui sola.
Su voz baja le dijo a Mulder que olvidar su celular en el auto no había sido una de las mejores ideas que tuvo últimamente.
- Lo siento, me olvidé el móvil en el auto. ¿Recogiste los exámenes?
Scully asintió en silencio.
- ¿Y bien?
Ella alzó su rostro y permitió que él viera sus ojos llenos de lágrimas, las que comenzaron a rodar por sus mejillas sin que hiciera nada por detenerlas. Mulder sintió que lo golpeaban con una maza en el pecho. Se había hecho muchas ilusiones y aunque no lo había dicho, hasta había pensado en comprar unos cuantos libros acerca de bebés en la red. El saber que no había bebé fue como si le sacaran todo el aire de golpe.
- Mulder, yo... lo siento... no sé quéé decirte... lo lamento tanto.
Mulder contempló todo el dolor y la decepción que cubrían a Scully como si fueran un manto pesado y real, por lo que la abrazó fuertemente.
- Yo... yo también lamento que no resuultara.
Scully, que había tratado de mantener la calma, sintió que se vencía y, abrazándolo fuertemente por la cintura, enterró la cara en su pecho y lloró, permitiendo que él la consolara.
- No lo entiendo Mulder, no lo entienddo. ¿Por qué no sirvo para tener hijos?¿Qué es lo que está mal en mí?
Mulder tomó su rostro con las manos y la obligó a mirarlo a la cara. Sus ojos estaban anegados en lagrimas y su voz sonó ronca aunque decidida.
- Nada está mal en ti, sólo no resultóó. Ambos sabíamos que podía fallar, que no había garantías de que resultara bien la primera vez. No es tu culpa, no te atrevas a pensar eso porque no es verdad.
Scully cerró sus ojos. Desde que le practicaron el procedimiento había estado tan ilusionada con la esperanza de quedar embarazada que no podía creer que ahora tuviera que abandonar todos los planes que había tejido noche tras noche.
- Mulder, es inútil. Debería aceptar qque nunca tendré un bebé en lugar de hacerme ilusiones vanas con sueños utópicos.
Mulder la contempló, buceó en sus ojos y vio que se sentía derrotada, más derrotada de lo que la había visto nunca. Sintiéndose impotente, acarició su rostro con los pulgares, en ese gesto que tantas y tantas veces había repetido en su mente y que sólo una vez había llevado a la práctica.
- No hables así, Scully. Nadie tiene lla certeza de lo que va a ocurrir y no creo que debamos darnos por vencidos a la primera. Todo puede pasar y aún queda mucho por hacer antes de tirar la toalla.
Scully lo miró y trató de sonreírle, era extraño que él fuera el gran optimista de esta situación, por lo que alzando una mano acarició su cabello corto y revuelto, aún mojado por la ducha. Contempló detenidamente cada detalle de ese rostro que se había transformado en parte integral de su paisaje diario. Los ojos pequeños y brillantes, la nariz grande, los labios con esa forma de ola, la quijada fuerte, todas y cada una de las facciones que conformaban ese rostro que tanto amaba.
Mulder también la miraba, tratando de encontrar las palabras para hacer que la desolación desapareciera de esos ojos color del mar y, sin pensarlo, se agachó y besó la frente de Scully apretadamente primero y sus párpados mojados después. Lentamente, bajó por su mejilla y se detuvo a escasos centímetros de su boca, como dudando de si podía o no hacer lo que su corazón le dictaba.
Scully permaneció con los ojos cerrados, esperando. Nunca había sentido tanta dulzura como la que la invadió cuando besó sus párpados lenta y suavemente. Sentía su aliento sobre su boca y sabía que él se estaba preguntando si era correcto besarla en esas circunstancias, como si se cuestionara lo legítimo de su respuesta. Lentamente, abrió los ojos y lo vio allí, mirándola en silencio, indeciso.
- Mulder...
Mulder colocó sus pulgares sobre sus labios, silenciando cualquier cosa que ella estuviera por decirle. Sabía que ella quería que la besara, no necesitaba que se lo dijera con todas las letras, pero no era eso lo que lo detenía.
- A pesar de lo que parezca, no estaríía bien Scully. No así, ni ahora. No quiero que después pienses que me aproveché de las circunstancias, ni que nos arrepintamos de nada. Puedo soportar cualquier cosa menos el hacer algo que te aleje de mi lado.
Scully sintió que su corazón se llenaba de un sentimiento cálido y dulce por ese hombre que la miraba con tanto amor en los ojos que parecía casi palpable.
- Mulder, a veces pienso que la vida mme hizo una promesa cuando recé por tener a alguien que fuera lo que tú eres para mí. Jamás me decepcionarías porque desde que te conozco no has hecho otra cosa que cumplir con esa promesa.
Él evaluó lo que ella acababa de decir, aún peleando consigo mismo al sentir la humedad de las mejillas pálidas bajo sus manos, pero todas las respuestas estaban en los claros ojos de la pequeña mujer que tenía entre sus brazos. Así es que lentamente, se acercó a ella y posó sus labios suavemente sobre los de ella. Su beso fue casi como un aleteo de mariposa, entre tímido y sensual, dulce y amoroso a la vez.
Scully se quedó quieta por un instante, sintiendo cómo él la sostenía como si ella fuera algo frágil y delicado, permitiendo que depositara pequeños besos sobre sus labios entreabiertos, dejando que la ternura la invadiera hasta que todos los rincones de su ser se llenaron de paz y calma. Pero luego, subió sus manos hasta rodear su cuello y, empinándose, permitió que el beso se transformara en algo más profundo.
Mulder la tomó por la cintura y la estrechó contrá él, besándola como si en ello le fuera la vida, tomándose su tiempo para explorar aquella boca a su antojo, dejando que ella hiciera lo mismo con él. Ninguno de los dos supo si fueron segundos, minutos o siglos, sólo fueron capaces de entregarse al sólo placer de besar esos labios con los que ambos había pasado noches fantaseando, descubriendo que la realidad era mil veces superior a cualquiera de sus fantasías.
Mulder separó apenas su boca de la de ella y se miró en sus ojos. El dolor aún estaba allí, y la decepción, pero también había amor y calma, así es que le sonrió y, besando su frente nuevamente, la apretó contra sí, meciéndola levemente. Scully permitió que la acunara en silencio, deseosa de permanecer entre sus brazos para siempre, segura y a salvo de lo que su vida era o podía ser.
- Mulder, ¿podrías...?
No se atrevió a completar la pregunta, temerosa de que él malinterpretara su necesidad de compañía, pero Mulder sonrió por sobre su cabeza.
- Todo lo que quiera Scully. Todo el ttiempo que quieras.
Y tomándola de la mano, la llevó hasta su dormitorio. Los informes acerca de esos círculos concéntricos en los campos ingleses quedaron sobre la mesa, el café caliente permaneció en la cafetera y el sillón sólo cobijó la manta a cuadros que Mulder había utilizado la noche anterior cuando se quedó dormido en él. Nadie pareció necesitar de sus servicios por esta noche.
Fin.
¡Bueno, está bien, no me peguen! Es que por más que quiera, esto es lo más lejos que me sale detallar. Siempre he preferido mi imaginación a cualquier otra cosa y, además, seamos realistas. Acaban de perder a su bebé. O algo parecido. Créanme, si quieren una noche de pasión, debería esperar a que ella no lo quiera acompañar a Inglaterra, cosa que no hace porque está muy sensible con el tema de que no se quedó embarazada. O al menos, así, lo veo yo.
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