AUTOR: Gillean K. Mulderson
DISCLAIMER: Lo sé, lo sé:
Mulder, Scully y todos los demás pertenecen a la terrible y maravillosa mente
de Chris Carter y la Ten Thirteen, a la piel de DD y GA, a Fox y a todos los
Copyright que se les ocurra poner, pero la imaginación es nuestra, y tenemos
que entretenernos en algo hasta que empiece la octava temporada.
SPOILER: las ideas que se
retuercen y toman su propio camino después de saber lo que sucedió en
“Réquiem”. ¡La falta de noticias concretas me está matando!
Comentarios
a: gilleanARROBAuol.com.ar
TIPO: Angst, supongo.
RATING: AP.
DEDICATORIAS: A Alexfiles,
por supuesto, porque aunque se queje, escribo por ella;
A mi querida Missy, por su
fe y su amistad, por Katherine y Kathleen, por las brujas y las hadas;
A Ana, por la magia de las
palabras, que viajan más allá del mar;
A Lu y a mi pequeño ángel,
Eliana, que retoca mis cuadros con su pincel.
Gracias a todos ellos, y a
quienes se molesten en leer una posibilidad más en un infinito mundo de
posibilidades...
Estaba adormilada la primera vez, desfilando por el hilo tenue
que separa el sueño de la vigilia, en mi habitación oscura y callada. La
percepción fue tan leve, pero tan intensa al mismo tiempo, que todos los poros
de mi piel latieron con su propio corazón por un segundo. No abrí los ojos,
sumida en la calidez de las mantas, en la blancura de la almohada, pero contuve
la respiración, como si miles de ojos me estuvieran observando, como si el
universo entero dejara de respirar conmigo.
Y ahí, en medio del silencio, de la oscuridad fragmentada por
las luces de la calle a través de la ventana, vino otra vez a mí, desde mi
interior, como si una gota de mar se desperezara dentro de mí, estirando bracitos
transparentes y volviéndose a dormir.
Levanté las rodillas un poco más, muy suavemente, abrigando el
pequeño estallido de mi ser, protegiéndolo con mis manos que lo acariciaron por
primera vez. Era real, Dios mío; no era un resultado de examen en un papel
blanco, una náusea matinal, un leve mareo a media tarde. No era una felicidad
lejana, inalcanzable de tan deseada, planeada y perdida por un futuro incierto:
era mi niño, real y pequeño, moviéndose en mi vientre, saludándome por primera
vez y reclamando su lugar en el mundo.
Cómo deseé que estuvieras conmigo, que aunque no sintieras
nada a través de mi piel, de mi sangre, de mis húmedos huesos, pusieras la mano
allí donde la apoyaba yo y saludaras conmigo la nueva vida que habíamos hecho
juntos. Cómo deseé que me sonrieras, que dijeras algo gracioso para que no
estalláramos en lágrimas, y recordaras alguna experiencia lejana del pasado, de
tu niñez arrebatada quizá, que en ese momento parecería tan adecuado recordar,
como cerrando un círculo.
Han pasado semanas duras y veloces, mientras me parecía
buscarte por todo el mundo. Siempre, hasta ahora, había creído que estaba sola:
éramos parte de un todo, lo sé, pero cada uno tenía su propio camino, sus
propios fantasmas que vencer, y hallaba en sí mismo la fuerza para luchar y
ayudar al otro. Éramos seres distintos que compartíamos la misma carga y
habíamos decidido combatir juntos por la búsqueda de una verdad que parecía
cada vez más esquiva. Qué equivocada estaba. Sólo ahora que no estás conmigo,
que no puedo hallarte, sé que estoy sola de verdad.
Cada día es un nuevo descubrimiento de mí misma. Las palabras
están siempre ligadas a las emociones, a algún recuerdo del pasado: la soledad,
el temor, la fe, el amor, el dolor o la desesperanza. Pero ahora la dimensión
de las emociones me supera, como si antes no hubieran sido sino un pequeño
preludio de lo que verdaderamente significan. La lucha, dentro y fuera de mí,
es constante y tenaz.
Mañana habrá otro nuevo caso, otras
pistas, otras personas con vidas diferentes, más viajes, más papeleo. La mirada
de Skinner evitará la mía, nuestros tres locos amigos tratarán de encontrar
indicios en donde no los haya, mi madre vendrá a asegurarse de que estoy bien,
y mis cuñadas compartirán conmigo sus experiencias de madres primerizas. Todos
tratarán de empeñarse en tapar un hueco que no quieren recordar, asegurándose
que esté demasiado ocupada para pensar siquiera.
Pero hasta hoy, hasta este mismo momento en que en esta
callada noche puedo verme a mí misma como la Dana Scully en que me he
convertido, no había comprendido realmente todo lo que me has dado. Siento tu
ausencia porque es más que no oír tu voz o escuchar las finas ironías que
disfrazaban tus emociones, porque es más que no verte, que no tratar de seguir
las encrucijadas de tu bella mente; siento tu ausencia porque eres mi parte
mejor, mi compañero de verdad, porque a través de ti puedo ser la verdadera
Dana Scully.
El camino de la verdad está lleno de dolor, de pérdidas, de
miedo, pero es el único camino que podemos seguir. Lo hemos sabido siempre, y
sin embargo, todos los días es un nuevo desafío, una renovación de esa certeza.
Me has dado lo mejor de mí misma, y me has dado lo mejor de ti.
Y está durmiendo ahora, abrigado en mi cuerpo, con su diminuto
corazón y sus dedos transparentes, apresando en su sueño de ángeles y estrellas
los sueños de verdad y de fuerza que su padre y yo buscamos también. La semilla
de tu fe, la semilla de mi búsqueda, intercambiando por primera vez los papeles
como un nuevo círculo que se abre en nuestras vidas.
Te encontraré, lo sabes. Te encontraremos los dos. Sin ti me
siento sola, pero ahora no lo estoy más, nunca lo estaré, y tú tampoco. Hoy el
niño se ha movido por primera vez, y, casi como una premonición, sé que donde
estés, lejos de mí y de todo lo que has amado, de alguna manera lo sabes
también.
El pequeño punto rojo en el monitor hizo un zigzag alocado por
un instante, rasgando la pantalla negra con la sombra de su luz. Los párpados
pesados del hombre se movieron levemente: apenas un movimiento de las pestañas
oscuras y un ceño veloz como un relámpago.
Alertados por la inusual actividad del monitor, los vigilantes
se acercaron rápidamente hacia el hombre conectado a las máquinas.
-¿Qué ha sido eso?- preguntó el más viejo, observando con sus
enormes ojos negros cada uno de los rasgos del hombre profundamente dormido,
pálido e inmóvil bajo la maraña de cables azules.
-No lo sé- respondió el otro, comprobando los niveles de actividad
cerebral controlada y los índices químicos-. Aquí demuestra una actividad de
sueño REM que no estaba prevista, pero sus ondas alfa se han normalizado
rápidamente.
-¿Ha tenido un sueño?- preguntó el vigilante con incredulidad.
-No, eso es imposible en el control de actividad cerebral; debe
haber sido una falla de la máquina. Debo avisar rápidamente para que los
ingenieros controlen mejor el funcionamiento de los monitores. M-61 es uno de
los más importantes de esta recolección.
-Pero ahora todo parece estar en orden; su actividad cerebral
está controlada nuevamente.
-No nos arriesgaremos.
Los pasos se alejaron en la luminosa habitación blanca,
dejando al hombre pálido tan inmóvil que parecía ni respirar siquiera. Todo
estallaba en un silencio ominoso, profundo y blanco, pero las ondas apenas
onduladas en la pantalla negra vibraban suavemente, con un sonido apenas
audible, que en medio de todos los otros monitores, de otros hombres dormidos,
latía levemente como un diminuto corazón.
FIN?