Una imagen vale más que mil palabras.
3ª parte
Disclaimer: Ninguno de los personajes que aparecen aquí me pertenece ni pretendo hacer dinero con ellos. Sólo divertirme.
Spoilers: Toda las temporadas, pero principalmente la séptima.
Nota del autor: Casanova comienza el juego y Mulder debe ganarlo para ver a Scully con vida de nuevo.
Feedback: ¡Gracias por escribirme! No dejen de enviarme sus opiniones. Me sirvieron mucho.
Un ¡Thank you! especial para Ginny Scully, Inma y Chili. Chicas, puedo asegurarles que ustedes son las fantásticas
E-Mail: merodriguezARROBAinfovia.com.ar
Tema: Supongo que es shipper y definitivamente la investigación de un expediente aunque no sea x.
Tipo: MRS, H, Apto para todo público.
Mulder contemplaba la lluvia a través de la ventana de la oficina de Eduard Pariss mientras trataba de encajar las piezas del rompecabezas en su mente pero la imagen de Scully en el hospital después de que fue raptada hacía ya cinco años no dejaba de cruzar por su mente como una maldita pesadilla. Las vendas, el sonido de los aparatos en la habitación, el olor a hospital, lo opaco de su cabello. Y la culpa le atenazaba la garganta haciendo que respirar fuera casi imposible.
Después de ver el auto corrió hasta la calle mientras hablaba con Damon por teléfono pero el tránsito era demasiado y supo antes de cruzar la puerta del edificio que su intento sería vano. No hallaría a Scully corriendo por la acera pero eso no evitó que corriera más de quince cuadras en todas las direcciones que supuso pudo haber seguido el asesino. Finalmente había vuelto al estacionamiento en donde todo el equipo estaba buscando alguna pista que les indicara lo que había ocurrido. Pero no pudieron hallar nada. El auto y los alrededores estaban limpios de fibras, trozos de tela, botones o cualquier cosa que no fueran las fibras que habían dejado él y Scully.
La nota tampoco había servido de mucho porque la habían hecho con una impresora láser, pero al menos les había dado el indicio de que Casanova efectivamente los vigilaba más de cerca de lo que creían. En la parte inferior de la hoja, debajo de la firma, una frase les anunció a todos que las cosas estaban más enredadas de lo que creían: "Bienvenido al juego agente Mulder"
Y luego había estado el helado silencio de Skinner cuando lo llamó para darle la noticia. El director adjunto se limitó a decirle a Mulder que utiliza todos los recursos que consideraran necesarios, pero fue su falta de locuacidad lo que hizo que se sintiera la peor rata del universo. Su silencio fue más elocuente que si se hubiera dedicado a gritarle por teléfono "¡Le dije que la cuidara!".
Mulder recordó el informe que les había dado Crista unos momentos antes. Para utilizar las palabras del agente Garret, lo que habían obtenido rastrillando el auto había sido tan útil como un grupo de eunucos en una orgía. Y con cada negativa el miedo y la impotencia crecieron hasta casi ahogarlo, haciendo que envejeciera siglos en tan sólo unos minutos.
En las últimas 12 horas no se había movido de allí. Había revisado cada caso de Casanova, cada pieza de evidencia, cada dato que le permitiera inducir el lugar en donde se había llevado a su compañera. No había comido nada desde el desayuno, su camisa estaba arrugada, la corbata suelta y el pelo revuelto. Los ojos enrojecidos delataban su ansiedad y temor. Su cara tirante era una máscara que parecía burlarse del semblante que esa mañana contempló sonriente ante el espejo después de afeitarse.
Eduard Pariss entró en la oficina con una caja llena de folios de antiguos casos y se detuvo al ver a Mulder parado frente a la ventada. Por un instante recordó lo que había sentido unos meses antes cuando Casanova se llevó a Dina, el miedo, la impotencia, el frío. ese frío que le congelaba el alma y que sólo desapareció cuando Dina volvió y pudo abrazarla en el hospital. Recordaba esa primera noche, cuando la dejaron en observación. Se había escurrido hasta la habitación que le habían asignado y con cuidado de no despertarla se acostó a su lado y la abrazó por la espalda. Estuvo despierto un largo rato escuchándola respirar, sintiéndola dormir, agradeciendo a Dios que estuviese viva, disfrutando de la sensación de volver a sentirse vivo. Y al ver a Mulder allí parado, mirando la nada, reconoció todos esos sentimientos y pudo adivinar algunos más.
Con cuidado depositó su carga encima del abarrotado escritorio, haciendo el ruido necesario para delatar su presencia en el cuarto. Al oírlo, Mulder giró sobre sí mismo y se permitió conservar sus emociones a la vista cuando vio que era Eduard Pariss quien estaba ahí parado. El agente especial parecía saber lo que pasaba en su interior, como si su experiencia pasada y esa especie de paralelismo que tenían las relaciones de ambos con sus parejas hicieran innecesarias las caretas y pudiera permitirse ser él mismo, exponiendo abiertamente sus miedos y angustias.
En todas las ocasiones anteriores en las que Scully fue raptada, secuestrada, o desaparecida tuvo que mantenerse entero ante todo el mundo. No podía permitirse el lujo de caer delante de sus superiores ni de sus colegas porque corría el riesgo de que lo separaran de Scully cuando regresara. Pero con el agente Pariss no corría el riesgo de ser juzgado y condenado. Con él podía ser el hombre desesperado por encontrar a la mujer que amaba.
- ¿Ya tienes el informe de la desaparición de Scully hace cinco años?
Mulder caminó hacia la jungla de papeles que había sobre un sillón y se lo extendió.
- Aquí está. Puedo decirte lo que dice si quieres. Me lo conozco de memoria. La mayor parte la escribí yo mismo.
Eduard sostuvo un momento el folio entre sus dedos y escudriñó el rostro apergaminado de Mulder. Apostaría su sueldo a que no había comido nada desde esa mañana. El sandwich de pavo que le trajo Dina al mediodía seguía en su envoltura en el mismo lugar en donde su esposa lo había dejado y varios vasos de telgopor anunciaban que Mulder estaba funcionando a base de cafeína.
- Puedes hacerlo mientras comemos algo.
Mulder se mesó los cabellos alborotándolos un poco más, si es que eso era posible.
- No tengo hambre. Prefiero quedarme aquí y seguir revisando esto. Ve tú.
- Mulder, no te estoy pidiendo que me acompañes. Te estoy diciendo que me acompañarás a comer. El café dejará de ser suficiente en muy poco tiempo y sabes que el cerebro necesita algo más que cafeína.
La calma voz no engañó a Mulder ni por un segundo. Podía darse perfecta cuenta que de ser necesario ese hombre lo arrastraría ante una mesa para comer algo así es que se resignó.
- ¿Podemos ir a la cafetería de este lugar?
Evidentemente el agente Pariss sabía hasta dónde presionar porque asintió quedamente.
- Seguro. No tengo nada contra la comida que sirven allí. Las hamburguesas son muy buenas.
Diez minutos después ambos hombres estaban sentados uno frente al otro en una mesa bastante apartada del iluminado recinto con una hamburguesa cada uno, una porción de papas extra grande, la mitad de la cual estaba siendo ahogada en ketchup por Eduard en ese momento, y sus respectivas tazas de café. Aparentemente Mulder no había entendido la parte del discurso que hablaba acerca de lo poco útil de la cafeína porque se había sentado y no parecía haberse dado cuenta que tenía su hamburguesa favorita delante de él.
No tenía hambre a pesar de no haber comido nada desde hacía horas, no tenía sueño a pesar de que se sentía igual que si lo hubieran molido a palos, lo único que tenía era su miedo y su maldita memoria fotográfica recordándole el aspecto de cada una de las víctimas de Casanova al ser encontrada. Algunas sin más lesiones que la fractura del cuello, otras con severos golpes en todo el cuerpo, otras con su organismo lleno de productos químicos que les provocaron una muerte no sólo lenta sino extremadamente dolorosa y otras terriblemente mutiladas, abiertas como si alguien hubiese estado rindiendo anatomía en ellas.
- Mulder, esto puede ser largo así que come. No podemos buscar a Scully y atenderte por inanición a la vez.
Los verdes ojos que esa mañana brillaban mientras su dueño bromeaba con Scully acerca de su gusto en corbatas se perdieron en el café negro que tenía entre sus manos.
- Nunca ha sido así. Todas las veces que se la han llevado, siempre supe en lo profundo de mí que la encontraría con vida. Lastimada, con experimentos extraños a cuestas, con recuerdos más o menos reprimidos, pero viva. Nunca dudé de encontrarla con vida.
Eduard masticó su hamburguesa en silencio, dando tiempo a Mulder. Él lo entendía. Una cosa es que se la llevaran personas que tenían por objetivo desestabilizarlo, asustarlo, tratar de detenerlo cuando se acercaba demasiado a cosas que no querían que se vieran y otra era que se la llevara un tipo sin moral ni conciencia que pensaba que todo eso no era más que un juego en el cual dictaba las reglas a su conveniencia.
Mulder no volvió a hablar mientras se terminaba su café. En el transcurso de la última media hora se había permitido caer en la desesperación y la culpa y, a juicio de Eduard, lo estaba haciendo a conciencia. Debía hacerlo reaccionar. Necesitaba que volviera a ser el tipo que había trabajado como loco las últimas doce horas demostrando que la locura y la genialidad eran compañeras de cuarto.
- Yo sabía que Scully encajaba en el perfil de las víctimas. Debí haberla cuidado mejor, no confiar en que por ser agentes del FBI Casanova no se acercaría. No tendría que haberla dejado bajar sola hasta el auto.
Eduard escuchó toda la letanía de autocastigo pensando que Mulder era muy bueno en eso de las culpas. Bueno, su experiencia le indicaba que el mejor remedio para esa enfermedad era la furia.
- Sí, bueno, supongo que tienes razón. Scully no se ve muy capaz de cuidar de sí misma.
Mulder lo acribilló con la mirada mientras se inclinaba hacia Eduard sobre la mesa. Su voz sonó fría como el hielo y cortante como los estiletes que Scully usaba durante sus autopsias.
- Scully es perfectamente capaz de cuidar de sí misma. Es la persona más racional y prudente que conozco y exceptuando la ocasión en que se fue con nuestro peor enemigo esperando conseguir algo que de antemano debió saber que no obtendría, siempre actúa correctamente. Ella ha salvado mi trasero más veces de las que puedo contar, sin importar el costo o el riesgo que eso representara para ella. No te atrevas a decir que no es capaz de cuidarse.
Mulder había ido elevando su tono de voz a medida que la furia por lo injusto del comentario de Eduard iba creciendo hasta que la última frase salió disparada de su boca con la suficiente potencia como para que todos los que estaban en el salón se dieran vuelta a ver qué pasaba.
Eduard se inclinó hacia adelante hasta que su rostro quedó a escasos centímetros del de Mulder. Su expresión no era, ni con mucho, amable.
- Pues entonces deja de retozar en ese maldito charco de culpa en el que te has estado revolcando los últimos treinta minutos y usa esa brillante mente perfilista tuya para ayudarnos a encontrarla. Estoy seguro de que lo haremos si somos lo bastante listos y no perdemos el tiempo en distracciones poco provechosas. Scully es una agente entrenada para enfrentar situaciones de riesgo y me importa un comino lo que estés pensando, si Casanova se la llevó no es porque tú no hayas estado ahí para defenderla y si quieres que sea sincero dudo mucho que tu presencia en ese estacionamiento hubiera impedido que la arrastrara con él.
Las pocas personas que estaban en la cafetería contemplaron a los dos hombres mantener una batalla tan solo con sus miradas. La tensión había subido unos cuantos decibeles en los últimos segundos y nadie se atrevía a respirar por miedo a que lo que fuera que mantenía a Mulder sentado se desvaneciera y éste le saltara al cuello a Eduard.
Mulder resistió el impulso de romperle la cara a Eduard tratando de procesar todo lo que este le había dicho. Sabía que el agente Pariss tenía razón, pero estaba tan habituado a sus culpas y remordimientos que le parecía increíble que ese hombre, al que hacía cuarenta y ocho horas no conocía, se atreviera a tratarlo como si fuera basura por sentirse responsable de algo de lo que la mayor parte de la gente que conocía no hubiera dudado en responsabilizarlo. Además, el tono de voz que había utilizado le recordó a la calma antes de la tormenta. Estaba bastante seguro de que si cedía a su impulso de golpearlo la situación se volvería en su contra antes de que su puño recorriera la distancia hasta el rostro del otro hombre. Al fin y al cabo, él no se caracterizaba por sus habilidades en la lucha cuerpo a cuerpo y el agente Pariss era, según su expediente, cinta negra de karate.
Lentamente, como si hubieran llegado a un mutuo acuerdo de paz, ambos hombres se respaldaron y todos en la cafetería soltaron el aire que no se habían percatado estaban reteniendo. Internamente todos apostaban sus fichas al agente Pariss pero nadie estaba muy seguro de cuáles serían las habilidades que el excéntrico Spooky Mulder podría tener ocultas.
Dina de la Plazza entró en ese momento y de un solo vistazo se formó una idea bastante buena de lo que había ocurrido allí. Conocía esa expresión de su marido, la de Mulder era bastante reveladora y después de haber visto a este último un rato antes, al pasar frente a la oficina, con la vista perdida en la lluvia no le costaba imaginar que su esposo había decido hacerlo reaccionar con su método favorito para sacudir a los que se auto compadecían. Tendía a hacerla enfurecerse cuando se volvía insoportable vivir con ella. Con decisión se acercó a la mesa, sacó unas cuantas papas de la canasta y contempló a los hombres que aún se miraban fijamente a través de la mesa.
- Bueno muchachos, Damon nos quiere de vuelta en la sala de juntas. Garret tiene algo sobre los libros y Louie consiguió compaginar los archivos de la policía, así es que en cuanto decidan despejar el ambiente de toda esta testosterona hagan acto de presencia. - y girando sobre sus talones se dirigió a la salida- Gracias por las papas cariño. Siempre es un placer salvarlas de tu mar de ketchup.
Eduard la siguió con la mirada, sonriendo ante el sarcástico comentario, y limpiándose las manos se levantó dispuesto a ir a la reunión que tan amablemente su esposa les había comunicado. Mulder, quien estaba terminando de comprender lo que Eduard había hecho, tiró el vaso descartable en el basurero que tenía a unos metros y caminó junto a Eduard en silencio. Al llegar a la puerta del salón se detuvo un momento y lo miró con esa expresión evaluativa que utilizaba cuando estaba midiendo a alguien.
- Ayer le dije a Scully que me intrigaba el que dos personas como ustedes pudieran tener una relación sentimental sin matarse mutuamente. Es muy común que aquellos que tienen demasiado cerebro tengan muy poca capacidad para entablar relaciones interpersonales exitosas y quería averiguar cómo lo hacían. Creo que recién acabo de recibir una pequeña muestra de tus tácticas de convivencia.
Eduard le sonrió.
- ¿Y qué te parecieron?
Mulder comenzó a dirigirse hacia la mesa de conferencias mientras decía:
- Déjame tu teléfono. Si alguna vez abandono el FBI para ejercer mi profesión te llamaré para que trabajes conmigo.
El agente Garret se sentó frente a Mulder y desplegó todas sus notas frente a él.
- Los libros que dejó Casanova en las dos escenas datan de 1834. Fueron hechos a pedido por un magnate astillero que solía decir que existía una gran semejanza entre él y la historia. Aparentemente decía que él era el doctor Frankesntein y el monstruo a la vez y le regaló un libro a todos aquellos que conformaban una parte de sí mismo según esta visión.
Una serie de 7 fotos aparecieron en la pantalla. Hombres de aspecto próspero y gesto adusto, con rostros adornados de ridículos bigotes que escondían gran parte de sus fisonomías.
Crista no pudo evitar sonreír al ver el arreglo de los individuos.
- ¡Vaya! El paraíso de los mostachos.
Dina se sonrió.
- No me había dado cuenta de lo sexy que son esas capas de pelo delante de la boca. No entiendo cómo es que siempre dije que prefería a los hombres bien afeitados.
Eduard levantó sus cejas desde el otro lado de la mesa. La última vez que pasó tres días sin afeitarse le terminó prohibiendo dormir con ella hasta que no se deshiciera de todo ese "antihigiénico aditamento de su rostro".
Garret volvió una página mientras decía:
- La verdad es que estos "mostachos" pertenecen a un grupo de amigos. Comenzaron en los barrios bajos y cada uno de ellos se dedicó a algo un poco distinto. El señor Simonelli terminó apropiándose de buena parte de los muelles de la ciudad de Nueva York. Dalton Wrigth se casó con la hija de un gran exportador de Medio Oriente y podía traer lo que se le pidiera, siempre que uno pagara el precio. Scott Fulken llegó a comisionado de la policía de Nueva York. David Jersen llegó a ocupar un cargo en el consejo de la ciudad y se casó con la hermana de un hombre que fue reelecto como senador cinco veces consecutivas. Adam Quinly era el único que pertenecía a una familia tradicional cuyos antepasados deben haber llegado en la época del Mayflower. Tenía una firma de abogados que representaba a todos los senadores y altos ejecutivos de la época. Y por último tenemos a Artur Hingis, el hombre de los libros. Según parece todos se conocieron cuando eran niños y si dejamos fuera a Quinly, todos provenían de familias de bajos ingresos y llegaron a ser personajes importantes por sí mismos. Según parece Hingis consideraba a cada uno de esos hombres como una parte de ese cuerpo imaginario creado por Frankenstein, el cual era su imperio.
- Es decir que cada uno de esos sujetos le abrió una puerta diferente para que él pudiera prosperar sin problemas.
- Exacto Mulder.
Louie tecleó en su máquina portátil mientras las pantallas se iban sucediendo.
- Según lo que pude sacar de registros antiguos no eran tipos limpios. Hingis se hizo millonario traficando con opio y utilizaba las influencias y servicios de sus amigos para evitar ir con su trasero a prisión.
- El anticuario que me habló de Hingis y su pedido me contó que hizo hacer esta edición especial para estos tipos y encargó veinte en total para tener en caso de que apareciera alguien más que le mereciera. Digamos que era su manera de recordarles que eran parte del equipo. Sin embargo murió poco tiempo después.
Damon habló desde las profundidades de la cortina que formaba su puro.
- ¿Qué pasó con los libros que no llegó a repartir?
- Según me dijo el anticuario, la familia de Hingis los regaló a una librería que se especializaba en ediciones raras de libros clásicos, la cual los vendió en el transcurso de los siguientes diez años. He podido seguir el rastro hasta 3 casas de antigüedades, seis bibliotecas y un coleccionista de libros. Eso hace un total de diez de los trece libros que dejó al morir. Según parece los otros tres estaban en poder de un excéntrico individuo italiano que murió hace seis años y todos sus bienes pasaron a un sobrino llamado Raphael Ciccionetti, el cual desapareció poco después de que su tío muriera.
- ¿Y los que sí repartió?
- En poder de las familias de los individuos a quienes se los regaló originalmente.
Mulder golpeó suavemente la mesa con un lápiz.
- ¿Qué sabemos del señor Ciccionetti?
- Estudió Ingeniería Mecánica en la universidad de California. Fue un alumno regular que no presentaba ningún rasgo distintivo. Salía con chicas, le gustaban ir a reuniones con sus amigos más que ir a bailar y se graduó dos meses después de que su tío muriera. Nadie a podido decirme qué fue de él después de salir de la universidad. No está registrado en ninguna cuidad como ingeniero pero no creo que lo que su tío le dejó le haya alcanzado para no hacer nada en los último años.
Dina dejó de anotar en su block.
- Quizás hizo dinero de alguna manera y luego se dedicó a asesinar mujeres sin que nadie le reclame por llegar tarde al trabajo.
Damon rebuscó entre sus notas.
- Louie, quiero que rastrees a Ciccionetti y lo encuentres. Nadie desaparece así como así. Averigüemos si es Casanova. ¿Qué has podido sacar de la base de datos de la policía referente a su nueva socia?
- Hice una búsqueda cruzada con todos los datos que me dieron y obtuve cinco posibles sospechosas. Cuatro han sido atrapadas reincidiendo en los últimos diez días por lo que la búsqueda se reduce a Leila Fulken. Tiene 30 años, un prontuario que comenzó a los doce años cuando robó a un niño a la salida del colegio usando un cuchillo. Estuvo en prisión los últimos 3 años por robo a mano armada y salió hace 2 meses. Según los estudios que se le realizaron no es muy inteligente pero con su falta de sesos viene una absoluta falta de conciencia y moral, y se la considera altamente influenciable.
Todos contemplaron el rostro enfadado de la mujer que posiblemente estaba acompañando a Casanova en sus correrías. Tenía los huesos de la cara bien marcados, los labios grandes, los ojos castaños y el pelo de un deslucido color miel.
Dina la miró sin pestañear tratando de visualizarla con un aspecto similar al suyo.
- Es ella.
Luke Garret volvió atrás varias páginas de su abultada libreta de notas.
- Busqué en todas las casas de estética que encontré y en una muy exclusiva del centro comercial una de las dependientas me dijo que un hombre le había pedido que transformara el arreglo de la mujer que le acompañaba para que se viera igual al de una foto que le entregó. Confirmó que la mujer de la foto eras tú.
Damon se respaldó en su sillón giratorio.
- Bien, esto es lo que haremos. Louie, busca todo lo que puedas acerca de Raphael Ciccionetti. Luke, quiero que revises el historial de Leila Fulken y hables con todos aquellos que puedan decirnos algo sobre ella. Dina, encárgate de revisar las filmaciones de seguridad de tu casa. Artur y Heily las tiene en la sala de vídeo. Eduard, y Mulder traten de establecer patrones nuevos entre los casos de Casanova.
Todos comenzaron a dispersarse con la eficiencia a la que Mulder ya se estaba acostumbrando en ese lugar. Su momento de culpa se había esfumado cuando la furia lo hizo desear golpear a Eduard Pariss.
- Señor, quería saber si consentiría en recibir ayuda extra para buscar datos sobre nuestro sospechoso.
Damon Obrian miró a Mulder:
- ¿Qué tipo de ayuda extra?
- Bueno, si Ciccionetti es quien pensamos y conoció a Dina cuando fue raptada no creo que podamos hallar nada en los archivos oficiales. Unos amigos míos tiene acceso a lugares a donde no deberían acceder y ya en el pasado nos han ayudado a Scully y a mí a encontrar cosas que supuestamente no están allí. Creo que quizás ellos puedan averiguar cosas de Ciccionetti que Luoie no podrá encontrar por vías oficiales.
- Mulder, sabes los reglamentos. Ningún civil puede formar parte activa de una investigación en curso. Además, tenemos buenos accesos a la información.
- Si el tipo que estamos buscando formó parte de lo que yo conozco no importa cuán buenos sean sus accesos, no lo encontrarán. No puedo arriesgarme a que Scully muera sólo por el reglamento. Si usted no quiere autorizarme a llamarlos entonces quiero que sepa que los llamaré sin su autorización y Louie le comunicará que alguien ha entrado en su base datos antes de que usted llegue a su oficina de vuelta.
Damon lo miró, evaluando hasta dónde sería capaz de llegar para recuperar a su compañera. A su mente volvieron los recuerdos de cuando Casanova se llevó a Dina. Siempre había admirado el control que Eduard ejercía sobre sus emociones y acciones, pero en esos dos días había pateado más puertas y golpeado más caras de las que recordaba haberle visto golpear en todo el tiempo que lo conocía. Supo que Mulder no controlaba tan bien sus emociones y lo más probable era que si se interponía en su camino terminaría con una bala en el cuerpo.
- ¿Podemos confiar en ellos?
- Puede confiar en mí.
Damon asintió lentamente.
- Muy bien, puedes llamarlos. Pero no quiero que entren a escondidas en nuestro sistema. Que hablen con Louie y él les dará lo que necesiten pero si descubro que estuvieron mirando donde no deben haré que revises antecedentes hasta que se te borre la raya del trasero, ¿está claro?
- Como el agua.
Damon se volvió para ir a su oficina sonriendo para sus adentros. Le gustaba el muchacho. Era una lástima que no aceptaran trasladarlo a su equipo cuando lo pidió unos años antes. Nunca entendió para qué lo mantenían en ese sótano investigando cosas que no querían que investigara.
Cuartel de los Pistoleros
- ¡Fronhike, sal ya de esa maldita página y termina de una buena vez esa editorial! No llegaremos nunca a publicar este número si no acabas con eso.
Fronhike, con todo el sacrificio que semejante acto representaba para él retratado en su cara, cerró la conexión a Internet y abrió el trabajo que debía terminar. Byers era un maldito que no tenía idea de lo que le había costado conseguir esa dirección en particular. Había tenido que rastrearla a través de once tipos que no querían compartirla y ahora que había entrado se daba cuenta por qué. Esas mujeres eran de le mejor que había visto en la Web. En cuanto Mulder volviera lo pondría verde de envidia al contarle lo que había visto, pero no le daría la dirección. Aunque quizás él todavía estaba en esta etapa de abstinencia que le resultaba muy extraña y no se la pidiera. De un tiempo a esta parte parecía que ya no estaba interesado en sus viejos hábitos.
El ruido del teléfono lo sacó de sus cavilaciones y conectando todos los dispositivos de seguridad se dispuso a atender.
- Pistolero Solitario.
La voz de Mulder se escuchó tensa y nerviosa desde el otro lado de la línea.
- Necesito su ayuda, el tipo que vinimos a tratar de atrapar secuestró a Scully esta mañana.
- ¡¡QUE!! ¡Pero qué rayos ocurre contigo!! ¡¡Es que estás fisiológicamente incapacitado de proteger a Scully o tan sólo lo haces por sentirte macho cuando la rescatas!!
Los gritos que Fronhike daba en el teléfono hicieron que sus amigos se acercaran para ver qué estaba pasando.
- ¿Qué pasó?
La cara de preocupación de Fronhike hubiera sido cómica de no estar Scully originándola. Mientras conectaba el altavoz siguió despotricando.
- ¿Que qué pasó? Te diré lo que pasó. Pasó que el niño maravilla lleva a Scully a perseguir a un psicópata asesino en serie y deja que la secuestren. ESO pasó.
Byers se acercó al interfono.
- ¿Qué necesitas Mulder?
- Necesito que busquen en los archivos que tenemos del consorcio alguna relación entre el sospechoso que tenemos aquí y los que participaron o participan de sus proyectos. Creemos que Casanova conoció a la agente De la Plazza y se obsesionó con ella cuando la secuestraron hace como dos años y le pusieron un implante igual que a Scully. El que sólo mate a mujeres que han sido secuestradas y que tienen un implante en la nuca nos hace pensar que tal vez las conoció cuando se las llevaron. Les mandaré la información vía mail y los pondré en contacto con al agente Louie Void para que puedan tener acceso a nuestra información sin que tengan que estarse infiltrando. Cualquier cosa que descubran envíenmela a mí o al agente Void.
Langly se acercó al aparato.
- Te enviaremos lo que encontremos en cuanto lo tengamos.
- Gracias chicos.
Antes de que Mulder colgara Byers preguntó:
- Mulder, ¿crees que esté con vida?
- TIENE que estarlo.
La rapidez de la respuesta fue mucho peor que si se hubiera quedado en silencio o hubiera dicho abiertamente que creía que no. Fronhile se quitó los anteojos y restregó sus ojos sin piedad. Odiaba descargar sus miedos con Mulder porque sabía que él era más que capaz de atribuirse todas las culpas del mundo sin necesidad de que alguien más las aumentara.
- No te preocupes Fronhike. Si algo le pasa a Scully yo mismo te daré mi arma para que me dispares.
Por unos instantes sólo se escuchó el sonido de la línea muerta. Pero sólo unos instantes. En pocos segundos las máquinas del lugar zumbaban sin parar mientras los tres amigos intentaban encontrar la pista que los condujera a salvar a Scully.
Atlanta
Cuartel del Equipo Especial del FBI
21.03 hs
Mulder colgó el teléfono y se volvió al agente Pariss que estaba sentado entre una maraña de papeles parecida a la que lo rodeaba a él mismo. Ambos hombres trabajan en silencio, pasando hojas y anotando características en un gran pizarrón blanco que habían hecho poner en un lado de la habitación.
Por una hora más trabajaron si hablar gran cosa. Finalmente Eduard se levantó para ir a buscar café y volvió con una jarra llena y con Louie Void.
- Tenías razón Mulder. Esos amigos tuyos tienen archivos que pensé que eran sólo un mito. Aquí está todo lo que pude encontrar acerca de Ciccionetti y en esta otra carpeta está lo que tus amigos enviaron acerca de las personas que trabajan en algo que llamaron el consorcio y que según parece tendrían similitudes con Ciccionetti.
Mulder tomó ambas carpetas y buscó un hueco en donde pudieran extender su contenido. La información acerca de Ciccionetti no era mucha. Tal y como les dijo Louie en la reunión, fue un tipo normal que no es caracterizó por ser ni muy sociable ni muy reservado. Un alumno regular de Ingeniería Mecánica cuyo promedio general apenas alcanzaba el 6 pero que tenía observaciones de sus maestros referidas a su brillante ingenio a la hora de resolver problemas de maneras poco ortodoxas.
- Vaya, parece que este tipo desapareció de la faz de la Tierra después de graduarse. No hay registros de permisos de conducir, ni número de seguro social, ni siquiera infracciones de tránsito por conducir sin registro. ¿Crees que es posible que haya estado trabajando para la gente de ese consorcio?
Mulder miraba fotografías de Ciccionetti con sus amigos de la época de la universidad. El joven que aparecía en ellas no se asemejaba a ninguno de los que aparecían en las fotos del consorcio. Por lo que decía en el archivo había ido a la universidad de California, así es que eso eliminaba a la época universitaria como nexo entre él y Dina.
- Creo que es muy posible pero de todas maneras me extraña ya que la gente que trabaja para el consorcio suelen ser genios en lo suyo. No reclutan a personas que entran en la media de la población sino a aquellos que son los mejores que puedan hallar. Dime Eduard, ¿Dina hizo algún curso o dictó clases en la Universidad de California en los años que cursó Ciccionetti?
- No que yo recuerde. En aquella época Dina era jefa de emergencias en el hospital general de Bostón y, si mal no recuerdo, no tenía tiempo ni para respirar. Pero no estoy seguro.
Levantándose fue hasta el teléfono y llamó a Dina que estaba en la sala de video viendo las filmaciones de su casa de los últimos seis meses. Diez minutos después entraba y se desplomaba en un sillón que Mulder despejó para que pudiera sentarse.
- Cielos, puedo asegurarles que nunca seré de las personas que vigilan a través de los circuitos de seguridad. Nunca imaginé que podría llegar a odiar la vista de nuestra sala. Bien muchachos, ¿qué tenemos?
Mulder le tendió la carpeta con la información acerca de los hombres del consorcio.
- Esta gente trabaja en un proyecto secreto del estado que pretende experimentar con seres humanos para tratar de hacer híbridos extraterrestres con los genes de aliens que fueron capturados hace años por el gobierno. Según lo que pudimos averiguar con Scully, estos hombres serían parte del equipo de científicos que experimentan con mujeres extrayéndoles los óvulos a través de radiaciones y les implantan un chip en la nuca después. Aparentemente ese es el origen de tu esterilidad y de la esterilidad de Scully.
- Me asombré mucho cuando dijiste esta mañana que Scully había sido secuestrada al igual que yo. ¿Ella ha podido reconocer a alguno de estos hombres como la gente que la tuvo prisionera?
- No, ella no recuerda nada de lo que pasó durante su ausencia. Lo único que pudo recordar a través de la hipnosis fueron algunos fragmentos de cuando estaban experimentando con ella. Pero sacamos esto de los archivos del consorcio así es que si tú puedes acordarte de algún rostro podríamos empezar por algún lado.
Dina contempló las fotos meneando la cabeza, haciendo que su cabello se le fuera al rostro.
- Lo siento, ninguno de estos rostros me resulta conocido. Podría jurar que no he visto a ninguno de estos hombres nunca en mi vida.
Eduard le tendió una taza de café y volvió a su asiento.
- Bueno, tal vez Casanova no estaba entre esos tipos. Si no es un genio no creo que sea de los que clavan las agujas. Tal vez tan sólo es un pinche en el proyecto que vio a Dina cuando limpiaba las ventanas.
- Dina, esto es lo que Louie ha podido encontrar de Ciccionetti. ¿Recuerdas haber estado en la Universidad de California en la época en que él estudió allí? No sé, ¿hiciste algún curso, dictaste clases o algo así? Quizás estamos equivocados y este tipo no te conoció cuando fuiste secuestrada sino antes.
Dina miró los datos que Mulder le había dado tratando de hacer memoria. Estudio el rostro del joven de cabellos un poco largos y ojos esquivos y rebuscó en sus recuerdos de hacía diez años.
- Estuve en la Universidad de California hace 11 años para el Concurso Anual de Barricadas de la escuela de Física y Química. Pero este tipo no concursó. Lo recordaría si así hubiera sido.
Mulder la miró extrañado.
- ¿ Concurso Anual de Barricadas? ¿Qué es eso?
- Es una competencia que se realiza cada año. Los alumnos diseñan y fabrican barricadas que impidan entrar en sus habitaciones y luego tratan de abrir las de los otros concursantes. Se compite por etapas, todos tienen 1 hora para tratar de abrir la puerta que les toca por sorteo, aquellos que logran abrirla dentro del tiempo estipulado siguen en el concurso y aquellos cuyas puertas fueron abiertas quedan automáticamente descalificados. Así hasta que queda sólo uno.
- ¿Y tú participaste ese año?
- No, yo era uno de los jurados.
- Idie ganó ese concurso a los 7 años cuando estudiaba Física y Química en la universidad.
Mulder comenzó a tratar de atar piezas en su mente mientras Dina contaba su historia.
- ¿Pasó algo importante ese año o fue un concurso como cualquier otro?
Dina se colocó el cabello detrás de la oreja en un gesto tan parecido al de Scully cuando hacía eso mismo que por un momento Mulder sintió que se quedaba sin respiración. ¡Maldición! No era momento para un nuevo ataque de culpa y miedo, tenía que concentrarse. La clave de todo estaba en esa mujer y estaba seguro de poder encontrarla.
- No, ese año tuvimos que descalificar al ganador porque había hecho trampa. Utilizó un equipo de escucha a distancia para poder saber cómo funcionaba la barricada de la otra finalista. En realidad era una barricada muy buena. La puerta era trabada con una especie de pisapapeles horizontal gigante que actuaba como tope y, si mirabas por la mirilla, podías ver que se retiraba cuando quitabas el cerrojo pero la puerta permanecía firmemente cerrada.
- ¿Y cuál era el truco?
- Había construido una maqueta de la habitación y colocado la mirilla de la puerta apuntando a esta maqueta. El tope de la habitación funcionaba al revés del de la maqueta por lo que cuando echabas el cerrojo en realidad se retiraba y cuando lo sacabas la trababa.
- Pero si tú estabas mirando por la mirilla veías todo al revés.
- Exacto. La puerta siempre estuvo abierta.
Mulder estaba maravillado con la idea. Tal vez podría poner algo así en su oficina.
- ¡Vaya! Eso es genial.
Dina asintió.
- Lo es. Pero dos segundos antes de que su inventora abriera la puerta de su contrincante el otro chico dijo darse cuenta de la treta y la abrió. La chica afirmó que era imposible que se hubiera percatado de que la puerta siempre estuvo abierta sólo con mirar por la mirilla. La vista era la trampa. Finalmente cuando le pedí que me explicara cómo se dio cuenta de la maqueta descubrimos que era imposible que lo hubiera hecho de la manera en que lo contó y tuvo que confesar que había oído la noche anterior cuando su compañero le decía a un amigo cómo funcionaba la barricada. Así es que lo descalificamos y le dimos el premio a su legítima dueña.
Eduard se levantó y comenzó a pasear por el estrecho espacio que quedaba entre cajas y papeles.
- Por lo que leímos en los reportes de sus maestros Ciccionetti se destacaba por su habilidad para resolver enigmas y problemas. Tal vez fue un espectador del concurso y te vio allí cuando descubriste que el ganador era un fraude.
Dina se respaldó en el sillón y vio cómo los ojos de Mulder comenzaban a brillar.
- O tal vez conocía al estudiante tramposo y eran amigos. ¿Recuerdas algo de ese estudiante?
- Sólo su nombre. Adam Fletcher.
Mulder se levantó y caminó hacia el teléfono.
- Le pediré a Louie que averigüe lo que pueda acerca de ese tipo. Podría ser la clave que nos lleve a Casanova.
Dina trató de alisar con sus manos las arrugas de su camisa de seda en un intento vano de mejorar su aspecto.
- Pero eso no explica por qué las víctimas son mujeres que han pasado por lo mismo que yo. No existe relación alguna entre lo que pasó en la universidad y mi secuestro. Recuerdo a Fletcher y no es ninguno de los hombres de las fotos que acabas de mostrarme Mulder.
En ese momento Luke entró en la habitación.
- La policía acaba de llamar. Leila Fulken fue llevada al hospital después de salir despedida de una camioneta de repartos cuando el conductor perdió el control mientras trataba de detener una pelea entre ella y alguien que iba en la parte trasera. La camioneta chocó contra un poste pero pudo salir huyendo al acercarse un patrullero. Un testigo afirma que la persona con la que peleaba era una mujer pelirroja.
Cinco segundos después lo único que quedaba en la oficina eran los papeles que habían volado cuando los tres agentes salieron corriendo.
Continuará.