EL NIDO AJENO




AVIÓN RUMBO A SEATLE
MAÑANA DEL 5 DE ABRIL DE 2001.



Mulder leía una y otra vez las cartas y los papeles. No podía imaginarse que 
aquello fuera un cuento, tal y como Scully había insinuado. 
Ella, por su parte, leía un libro de bolsillo que había comprado en el 
aereopuerto.

M: Scully- rompió el silencio- no creo que se trate de una estratagema para
vender libros.
S: Esto- dijo Scully tomando las cartas- suena a película de miedo Mulder. 
Una casa antígua en un pequeño pueblo. Un hombre desaparece y en su busca
va su mejor amigo. Un libro de gravados que cambia sus dibujos. Un sótano 
maldito. Mulder, ¿Acado te crees todo eso?.
M: No lo sé, Scully. Es extraño, no te lo niego. Pero, ¿Si quisiera vender
libros con esto, no sería mejor explicar que hay en el sótano?.
S: Se supone que ahora nosotros vamos a sacarlo de allí. Ya se le ocurrirá 
algo.

Mulder volvió a sus papeles y Scully a su libro. El viaje siguió su curso.


SEATLE
DOS HORAS DESPUÉS
AEREOPUERTO.



S: Mulder, ¿reservaste las habitaciones?.
M: No.
S: ¿Qué?
M: Scully, según esto los ruidos se escuchan por la noche. Nos quedaremos
en la casa.
S: Muy inteligente Mulder. ¿Y si al final fuera cierto qué?
M: No tendrás miedo. ¿O sí?.
S: no, por supuesto que no!
M: Entonces , en marcha.

AVENIDA DE SEATLE Nº 23
POR LA TARDE


La casa era tal y como se veía en la foto que Javier les había enviado.
Era muy grande. Demasiado para una persona sola.

Ambos agentes entraron en la casa que tenía la puerta abierta de par en par.
Estaba todo en silencio, y la casa tenía polvo, como si hiciera tiempo que 
nadie entraba en ella.

S: Mulder, esto está desierto. Es imposible que hace una semana hubiera aquí
un hombre reformando la casa.
M: Tal y como decía Javier. La casa había vuelto al estado en que se 
encontraba antes de que Adrián fuera a vivir allí.
S: Mulder ¿Te has aprendido todo lo que ponía en esos papeles?
M: No me los he estudiado si es lo que insinuas, pero recuerda que los he 
leído varias veces y tengo memoria fotográfica.
S: Eso nunca lo olvido Mulder.

Scully observó el marco de la puerta, en ella había dibujada una extraña
figura, tal y como explicaban Adrián y Javier.
No hizo mucho caso a eso y siguó hacia a dentro.

S: Mulder, creo que deberíamos dejar las cosas en las habitaciones antes de
hacer nada.
M: Claro Scully.

Ambos subieron las escaleras que crujían bajo sus pies.
Al llegar al segundo piso se pararon en seco, las escaleras seguían subiendo
al desván.

M: Deberíamos mirar si está el libro.
S: Después Mulder.

Entraron en dos habitaciones que a juzgar por el polvo y la humedad,
llevaban cerradas mucho timepo. Scully abrió la ventana que daba al campo 
y observó la vista.

<Dios!>, pensaba <Yo nunca podría vivir aquí sola, el pueblo está a un par 
de kilómetros y lo único que se ve desde aquí es campo>.

Mulder la sobresaltó al entrar al cuarto.

M: Scully.
S: Porras Mulder!, que susto.
M: ¿No decías que no tenías miedo?.

Si las miradas matasen Mulder ya estaría muerto después de aquella.

S: ¿Qué tal está tu cuarto?
M: Lleno de polvo, igual que este. Oye, ¿Qué te parece si subimos al desvan?

Scully asintió levemente.

Aquello era increible, era como esos típicos desvanes que salían en las 
películas de miedo. LLenos de objetos antíguos, baules y........ahí estaba
, el libro de los gravado.

Mulder lo tomó de encima del baúl. Estaba totalmente cubierto de suciedad.
Limpió un poco la tapa y leyó el nombre: El libro ajeno.

M: A qué te suena Scully?
S: A la inscripción que dicen que ponía en la trampilla del sótano.

Mulder volvió la vista al libro e iba a abrirlo, pero Scully se lo impidió.

S: Bajemos. 
M: Esta bien.

Llegaron al salón y se sentaron en uno de los sofás cubiertos por una 
sábana blanca.
Mulder abrió la tapa y vió el primer gravado. En él una dulce niña miraba 
con ojos grandes al gatito que sostenía en brazos mientras lo acariciaba.

M: Es este salón Scully.

Ella miró a su alrededor. Tenía razón, la habitación donde se encontraba la 
niña era ese salón.

Mulder pasó la página.

En esta la niña jugaba en el suelo con una muñeca. Parecía la habitación que 
había elegido Scully para dormir.

Y así todo el libro. Eran imágenes de la misma niña en las distintas 
habitaciones de la casa.
Llegaron a la última imagen. La niña, sentada en el marco de una ventana,
miraba hacía afuera un paisaje bastante parecido al que había visto Scully
desde su cuarto, pero no el mismo.

M: Aquí está. Esta habitación no está en la casa.
S: Puede que no la hayamos visto Mulder.
M: Claro que no la hemos visto, porque está escondida detrás de la pared de 
la cocina.

Scully puso cara de resignación.

S: Oye, no vamos a tirar esa pared nosotros. Propongo que vayamos al pueblo
y contratemos a algún albañil para que venga mañana por la mañana y luego
descansemos.
M: Ok.

Cogieron el coche y se marcharon al pueblo.

PUEBLO DE SEATLE ( no tengo ganas de buscarle un nombre)
TARDE DEL 5 DE ABRIL DEL 2001.

El pueblo era bastante pequeño.

S: No creo que sea dificil encontrar a un albañil, no deben haber muchos.

Pararon el coche en lo que supusieron era la plaza del pueblo.
Bajaron y preguntaron a una señora muy amable que les indicó el camino
a la tienda del único albañil, carpintero y cerrajero del pueblo.

Al llegar les atendió un hombre de unos 45 años.

H: Buenas, ¿en qué puedo ayudarles?
S: buenas tardes. Soy Dana Scully, hemos venido de visita y estamos en 
casa de un amigo, es la que hay en la avenida en el número 23.
H: Vaya!, su amigo es un poco siniestro si ha comprado esa casa.
M: ¿por qué dice eso?.
H: Bueno, no es que crea en esas cosas, pero las respeto. Dicen que allí
está encerrado algo.
S: ¿Algo?.
H: Sí, no saben que es. Sólo se escuchan cosas, y se sienten.
S: Se sienten.- repitió Scully bastante anonadada viendo como aquel 
pluriempleado les hablaba como si les estubiera contando la historia más 
terrorífica que hubieran escuchado.
H: Sí, señorita. Dicen que se sienten cosas aquí dentro- y se señaló el 
estómago- que te hacen comportarte de manera extraña en contra de tu 
voluntad, hasta volverte loco. Eso si sales de la casa, sino dicen que 
te conviertes en otra cosa.
S: Ya!.
H: pero como ya les he dicho yo no creo en esas cosas.
M: Entonces, si no cree en ello, ¿No le importará venir a hacernos un 
trabajo a la casa?.

La cara del hombre se puso pálida, quería aparentar serenidad, pero se 
le notaba el miedo. Aún así aceptó.

H: Cla....cla.....claro. Mañana iré....a.....a.....allí.

Los dos agentes salieron de la tienda y se metieron en su coche.

S: ¡No lo digas!.
M: Decir, ¿qué? Scully.
S: qué esa casa está embrujada, maldita, o lo que sea, y que esos dos 
contaban la verdad.
M: Vale, no lo diré, pero es lo que pienso.
S: Mulder, eso es sólo una leyenda alimentada, seguramente, por los ancianos
del pueblo.
M: Tal vez.

No hubo más conversación, cuando Mulder se ponía cazurro era mejor dejarlo
estar.


AVENIDA DE SEATLE Nº 23
ESA NOCHE


Ya habían cenado. No es que a Scully le hiciera mucha ilusión ponerse a 
cocinar, pero no pensaba dejar que lo hiciera Mulder. 
Estaban los dos sentados en la alfombra delante de la chimenea.

S: ¿Tienes frío?
M: Scully estamos delante del fuego ¿Cómo quieres que tenga frío?.
S: Pues yo lo tengo.

Mulder volteó a mirar a Scully estaba tiritando y con los lábios azules.

M: ¿Te encuentras bien?.
S: Yo........

Scully fué interrumpida por un sonido muy extraño que provenía de la cocina.

S: Mulder.
M: Shhhhh.

Ambos se callaron y esperaron escuchar algo más, pero no oyeron nada.

S: El viento.
M: Puede. Scully tienes mala cara, ¿cómo puedes tener frío?.
S: NO lo sé , estaba bien y de repente me ha entrado frío.

En eso un montón de alaridos se hicieron sonoros por toda la casa. 
Ruidos y llantos se mezclaban con gritos de auxilio.

Mulder se levantó y Scully lo siguó. Fueron a la cocina , allí todo se 
escuchaba más claro.

Scully se agarró al brazo de Mulder y este pegó la oreja a la pared de 
la cocina.

S: Mulder. Vámonos.
M: No podemos Scully. 
S: Entonces sálgamos de aquí al menos. Vamos al salón, a las habitaciones.

Risas que ponían los pelos de punta, aullidos en mitad de la nada, palabras
malsonantes, y gritos, muchos gritos.

S: Mulder!, por favor.

Scully susurraba, tenía los ojos llenos de lágrimas y seguía tiritande por 
el frío.
Mulder la miró y al verla así, asintió.

Nada más poner un pie fuera de la cocina los ruidos cesaron de golpe.

M: Eso no es normal.
S: Mulder.
M: ¿qué?
S: Ya.......ya....ya no tengo frío Mulder.

Scully había dejado de temblar y su rostro había recobrado su color natural.

M: Subamos a los cuartos Scully.
S: Bien.

Mulder dejó a Scully en la puerta de su cuarto y se disponía a hacer lo 
propio cuando ella lo retubo.

S: No.......no te vayas.

SE la veía asustada de verdad. Nunca lo admitiría, pero tenía miedo.

M: Entremos.

Mulder abrió la puerta y entraron los dos juntos a la habitación.
Scully se quitó los zapatos y las medias, luego se metió en la cama con ropa

M: ¿vas a dormir así?
S: NO creo que pueda dormir. Y no me apetece cambiarme.

Mulder asintió, se quitó sus zapatos, los calcetines y su camiseta, y se 
acostó junto a Scully usando sus pantalones.

S: ¿qué crees que era?
M: No lo sé.

Ella volteó para mirarlo a la cara.

S: Era horrible Mulder.
M: sí.

SE abrazó a él lo más fuerta que pudo. Mulder notaba como se agarraba fuerte
como si temiera que se le escapara.

M: Tranquila Scully, tranquila.

Mulder se tumbó boca arriba y abrazándola , Scully quedó recostada sobre 
su pecho.

Así pasaron toda la noche. Ninguno de los dos pudo dormir.

A las 11 en punto alguien tocó a la puerta, Scully abrió. Era el albñil.

S: Hola, pase.
H: Gracias.

Una vez dentro se dirigieron a la cocina, donde Mulder miraba hacía la 
dichosa pared.

S: queremos que derribe esa pared.
H: Pero para eso necesito un permiso del dueño de la casa.

Mulder sacó su placa y se la mostró al hombre mientras, sin dejar de mirar
hacia la pared dijo:

M: Se trata de un asunto federal, no tiene más remedio.

El hombre sorprendido asintió y comenzó su tarea.

Poco después el hombre había terminado y la habitación estaba al descubierto.

S: Gracias, cuanto le debemos?
H: Nada, no se procupe.

Y el hombre se marchó de allí lo más rápido que pudo.

Mulder miraba la oscura habitación.

M: ¿Donde está el libro de los gravados?
S: En el salón.
M: ¿Puedes traerlo?
S: Claro.

Scully salió de la cocina y regresó con el libro en sus manos. 

M: Ábrelo por la última página.

Así lo hizo, y se encontró con la misma niña sentada en le marco de la misma
ventana en la misma habitación, pero esta vez la niña tenía el rostro girado 
mirando hacía ella.

S: Mulder.

Él tomo el libro y un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando vió los ojos
de esa niña, habían cambiado. No era la misma, había pasado de la dulzura a
la horrenda imagen del mismísimo infierno.

Lo cerró de inmediato y se acercó a la trampilla.

EL nido ajeno. Leyó.

Después de su deconcierto inicial, pudo finalmente raccionar, y bajo la
mirada de Scully se agachó y tomo la anilla de la trampilla. Le resultó muy
difícil moverla, porque era pesada y estaba enganchada al suelo. Por fin,
después de unos cuantos intentos, la pesada trapa cedió.
Entonces Mulder se apartó repentinamente del ahugero que se había formado 
en el suelo al abrir la trampilla. Retrocedió hasta la puerta junto a Scully, 
mareado por el intenso mal olor que salía del lugar, un olor que llenó 
inmediatamente la habitación y los pulmones de ambos agentes. Era una
olor fuerte, ácido y nauseabuendo, insoportable, que ellos no habían 
experimentedo nunca.
Scully volvió a sentir el frío y comenzó a tiritar. Mulder lo notó. Como
pudieron salieron de la cocina y abrieron las ventanas. 

Con el paso del timepo el olor se hacía más soportable, y al cabo de unos
minutos, se pudieron acercar de nuevo al ahugero negro. Gracias a la luz
del día pudieron ver como, bajo aquella trapa de hierro, nacian los 
escalones de piedra de una escalera que se perdía en esa oscuridad y que, 
probablemnete, debía acabar en una cripta olvidada. 
Parecía que la escalera era más antígua que la casa, que , probablemente,
el edificio se construyó sobre los restos de una construcción más antigua.

M: Sculy, no se ve nada, voy a por una linterna potente.

Mulder salió de la cocina y se dirigió a su habitación, recordaba haber
metido una en la maleta.
Scully seguía parada mirando hacia abajo, el frío había desaparecido, y la 
olor también, era como si su cuerpo se hubiera acostumbrado.

Mulder regresó con la linterna , y de rodillas sobre el suelo, iluminó los 
escalones. La luz ahugereó la espesa oscuridad y les permitío ver como
la escalera de piedra bajaba, encajada entre dos paredes que brillaban por
la humedad. Pero la luz de la linterna nada más les permitió ver una parte,
porque la escalera se perdía en la oscuridad y parecía no tener fin.

El primer impulso de Mulder fue bajar por esa escalera, saber enseguida a
donde conducía. Pero entonces recordó que Javier le pedía que por favor, 
nunca, y bajo ninguna cirscunstancia bajara allí abajo.

M: esperaremos a la noche para ver si los sonidos salían de aquí.

Ambos salieron de cuarto y cerrarn la puerta de la cocina.

Scully cogió de nuevo el libro de los gravados. Miró la última página
y soltó el libro entre lloros.

M: Scully!!!!!!

Ella se abrazó lo más fuerte que pudo a Mulder.

M: ¿Qué pasa?.
S: El libro.

Mulder se agachó y recuperó el libro. Lo abrió, nada había cambiado, pero
Scully estaba hitérica. 

M: ¿Qué?, ¿qué ocuure?!!!!!,
S: Lo he visto Mulder. Te juro que lo he visto.
Decía mientras seguía llorando.

Mulder la sentó en el sofá.

M: Calma. ¿qué has visto?.
S: Yo, lo he abierto, y la puerta de la trampilla se estaba cerrando, no
puedo explicar como, pero ese gravado estaba cambiando delante de mí, la 
puerta se estaba cerrando. Pero....pero no es eso lo que me ha puesto así.
Mulder, rápidamente, como si fuera un destello, he visto, o he creido ver,
una parte de...... del ser, del animal o de lo que sea, que en ese momento 
cerraba la puerta desde el interior del ahugero.

Era increible. Nunca, ¡Nuca había visto Mulder a Scully tan alterada!. No
paraba de llorar y se abarzaba a él como si eso fuera lo último que 
quisiera hacer en su vida.

S: Si fuera capaz de encontrar las palabras necesarias para describir lo 
que he visto, ya las estaría utilizando. Pero......pero,,,no es posible!.
No.....no sé como tranmitirte en palabras lo que he visto Mulder, la escena
me ha dejado atónita. 
M: No importa, te creo. Vale, ya está, calma.

Ella seguía llorando, no lo podía evitar. Estaba aterrorizada.

LLegó la noche y Scully se había quedado dormida sobre Mulder, aún abrazada
a él.

Unos sonidos que parecían guturales comenzaban a salir de la cocina. 
Mulder se levantó del sofá sin despertar a Scully y la dejó tumbada
sobre este.
Abrió la puerta de la cocina y se adentró en la habitación. Allí, sentada
en el marco de la ventana, que increilbemente estaba abierta, se encontraba 
una niña mirando por ella de espaldas a Mulder. La trampilla seguía abierta 
tal y como la habían dejado.

Mulder se acercó por detrás a la niña, pero seguía manteniendo una distancia 
prudencial.

En ese momentó la pequeña comenzó a girar la cabeza poco a poco, muy 
despacio.

Al final, Mulder pudo verle la cara. Era dulce, sonriente, se le veía
algo que le hacía sentirse bien.

M: ¿Quien eres?.

De repente un sonido grave, un grito, un sonido ronco salió del interior de
la cripta.

La niña miró hacia allí, y señaló con el dedo hacia su interior. Se levantó, 
y se fué acercando a la entrada del ahugero, bajo un pie a la escalera, y
Mulder le gritó.

M: Noo!, no bajes, no debes hacerlo.

En ese instante la niña giró sobre si misma mostrando una mirada llena de odio
y rencor, la misma que habían visto en el gravado. Luego, como si pudiera 
volar, bajó arrastrando los pies por toda la escalera hacia abajo.
Luego se la escuchó gritar. Era la voz de una niña, de eso no había duda, 
pero había algo inhumano escondido tras esa voz.

Mulder encedió la linterna y se disponía a bajar para ayudar a la pequeña.

- Auxílio, ayúdenme, tengo miedo!!!!!!, por favor.

Con esos gritos de terror se escuchaban los alaridos y lloros de la 
noche anterior. 

Scully se despertó ante tanto sonido.

Fue hacia la cocina y se encontró a Mulder linterna en mano a punto de bajar
por la escalera.

S: No!!!!.
M: Scully!.

Ella corrió hacia su encuetro, se agarró a él fuerte.

S: No, no bajes.
M: Scully he visto a la niña. Necesita ayuda, la van a matar.

Ella lloraba y lloraba agarrada a su brazo.

S: No Mulder, por favor. 
M: pero Scully no la podemos dejar ahí!.

En ese momento la cara de Scully se tornó estática, dejó de llorar, 
volvió a sufrir temblores a causa del frío, parecía una estátua ierática
del antíguo egipto.

Miró a Mulder a los ojos, y una voz de hombre salió a traves de ella.

S: javier?, Javier eres tú?.
M: ¿Scully?.
S: ¿Javier?.
M: ¿Quien eres?.

Se asustó Mulder mientras se separaba de ella.

S: Adríán, ¿Javier?.
M: No.
S: ¿Quien es?.
M: Un amigo de Javier.
S: Escúcheme!. No baje!, no vega a buscarme!, yo ya no soy yo. Ni siquiera
existo como persona!, y tienen hambre, lárgense de aquí y no vuelvan!!!!.

En ese momento Scully cayó al suelo desplomada y unos pasos y fuertes golpes
se escuchaban cada vez más cerca de la salida de la trampilla. 
Mulder corrió hacia ella y la cogió en brazos. Luego, cuando unas manos
peludas llenas de heridas asomaban por la puerta intentando cogerlos, él 
cerró la trampilla y pasó la anilla de nuevo.
Se escuchaba como los golpes que pegaban en ella para intentar abrirla se 
hacían más fuertes y más numerosos. 

Al poco después cesaron.

Mulder sacó a Scully de la cocina y cerró la puerta con pestillo.

La tumbó en el sofá, y le acarció la mejilla. De pronto ella se despertó
gritando.

S: Nooooo!!,. Mulder no bajes !!!, no, no, nononononoono.
M: Shhhhhhhh.

Mulde la abrazó con fuerza y ella se hecho de nuevo a llorar.
Se dió cuenta de que ya no estaban en aquella habitación y se alivió.

S: Creía, creía que te perdería, que no te volvería a ver nunca más.
Mulder, no me dejes, no me dejes nunca.

Ante aquellas palabras Mulder quedó estupefacto. Se apartó un poco de ella
y mirándola a los ojos le contestó.

M: Nunca me apartaría de tí, ni auqnue tu hermano me amenazara de muerte.

Scully sonrió ante su respuesta y él la beso en la frente.
Depués salieron de esa casa.

MAÑANA SIGUIENTE

Mulder y Scully habían pasado la noche en el motel del pueblo. Ahora volvián
a la casa para recojer el libro y acordonar la zona. 
Pero cuando llegaron allí sus ojos se abrieron como platos. 
Coches de bomberos y policias rodeban la casa en ruinas.
El incendio que se produjo la noche del 6 al 7 de abril y que dejó la casa 
completamente destruida, dejaba ver al fondo una cosa que destacaba por su
estado intacto.

Mulder y Scully consiguieron pasar enseñando sus placas. Cuando llegaron 
allí vieron el libro de los gravados con la niña en la portada mirándolos
perversamente.

Mulder lo tomo y entre varias ramas y hojas le prendió fuego. Al principio
el libro se resistía a ser quemado, incluso parecía que apagaba las llamas, 
pero Mulder siguió alimentando el fuego con la leña que encontraba. 
Poco a poco el libro sucumbió a las llamas y prendió fuego.

Ambos agentes se miraron, sabían con certeza que nunca volverían a ver a 
Javier y a Adrián en el mundo de los vivos. Pero confiaban en que, por lo
menos, pudieran descansar en paz durante toda la eternidad.

Salieron de aquel lugar y volvieron a sus vidas tranquilas en Washington. 
Pero no sin antes mantener una conversación en el avión.

M: ¿Por qué te pusiste así?
S: ¿Como?
M: En la casa. Me pediste que no te dejara nunca.
S: Mulder, no lo entiendes, sentía algo dentro de mí que me decía que si 
bajabas te perdería, y no.......no podía permitirlo.
M: Scully yo.....
S: No, déjame decir lo que he empezado. Si, llegas a desaparecer de mi vida
si me dejas, me moriría. ¿sabes de qué?. de tristeza Mulder. No soporto 
la idea de perderte. Mulder, te quiero.

Él la miro a esos ojos azul cielo y acercándose a ella se fundieron en 
un beso que comenzó dulce y acabo apasionado.

FIN