LA MUERTE   LA MUERTE   LA MUERTE  

Tipo: death character, MRS, y alguna cosa más q no se q nombre ponerle.
Notas: Lo de los dos títulos es porque no sabía cual ponerle. 
Feedback: yes please. A alexsabadellARROBAhotmail.com acepto incluso las peores críticas con una sonrisa J
2ª parte:
LA MUERTE (el esperado final)

Arlington
Washington D.C.

Mulder y Scully avanzaban por el pasillo hacia el apartamento de éste. Ella iba detrás reprendiéndole por no haberle dicho antes que tenía la vacuna, la fórmula y los documentos. Se paran ante la puerta mientras él mete la llave para abrir.
- Deberías habérmelo dicho antes - dijjo ella - cuando me encontraste, por ejemplo.
- No podía, - dijo él abriendo la puerrta - estabas herida. 
Cuando dijo éstas últimas palabras enmudeció al ver el interior de su apartamento, había sido registrado de arriba abajo, todo estaba por el medio. Entró saltando un cajón, de repente oyó ruidos, por instinto sacó la pistola, y de repente saltó un gato hacia la ventana.
Mulder fue hacia la mesa, donde estaba su ordenador. En la pantalla había una nota escrita en un papel amarillo en la que ponía: <Tengo el diskette y las copias, me falta sólo una cosa>. Scully se acercó y leyó la nota.
- ¿Qué crees que significa? - preguntóó.
- ¿¡Cómo que qué significa!? - dijo éll irritado - Van por ti Scully.
- Pero si ya tienen el diskette y la vvacuna... - replicó ella.
- Da igual, - dijo él - quieren eliminnarme, y no les importa eliminar todo lo que es importante para mí.
- No dejaré que me cojan - dijo ella mmirándole a los ojos, - te lo prometo.
Él se acercó a ella y la abrazó, ella se aparto rozándose el brazo con la mano libre.
- Lo siento - dijo él.
- No importa.
Salieron del apartamento y se dirigieron hacia el coche. Conducía él. Pusieron rumbo a Dupont Circle. Ella le miró y comprendió perfectamente lo que pretendía. A esas horas ya le habían dado el alta a la agente White, y si era algo inteligente, tendría una copia del diskette.

Dupont Circle
Washington D.C.

El apartamento de la agente White era un lugar bastante luminoso que daba a la calle; no había puertas, tan solo unas mamparas que separaban la cocina del salón y del dormitorio; lo único que tenía puerta era el cuarto de baño.
Katherine estaba sirviendo un té a Scully,(Mulder no quiso nada) cuando empezaron a hablar. Hablaron de lo que había pasado en el garaje del cuartel general y de lo que pasó en el de los apartamentos de la casa donde estaban.
- Entonces antes de ir a verme hicistee una copia del disco, - dijo Mulder.
- Sí, pero no la tengo aquí, - dijo Kaath - tenía miedo de que si registraban mi apartamento la encontraran asi que, la llevé al cuartel general y la escondí en uno de los sillones del despacho de mi tío, en el borde de la derecha.
- Hay que recuperarlo, - dijo Mulder aansioso, - tenemos que cogerlo ahora.
- ¿Ahora? - replicó Scully, - Mulder, ahora el cuartel está cerrado.
- ¿A qué hora abren? - 
- A las siete a.m. - contestó Kath. - Bueno, - dijo él mirando al suelo, -- mañana a as ocho en mi despacho - dijo y se fue hacia la puerta.
- Pero... ¡Mulder! - dijo Scully - ¿a dónde vas?
- Ya te lo contaré - dijo guiñándole uun ojo y se marchó.

Edición del Tirador Solitario 
¿Dónde?

- Hola Langly, - dijo Mulder al entrarr - ¿tenéis copias de los archivos que había en el diskette?
- Sí - dijo Langly, - ¿porqué?
- Benditos seáis, - dijo aliviado Muldder, - necesito que me imprimáis tres copias de cada hoja.
- En seguida, - dijo Byers,- pero... ¿¿se puede saber para qué las quieres?.
- Una para mí, otra para Scully, y otrra para el Washington Post.
- ¿La prensa? - dijo Byers, - ¿estás lloco tío? Te pueden matar por eso.
- Lo sé - dijo Mulder, - pero no hay otra alternativa.
Cogió las copias y se fue, antes de salir les dijo que destruyeran esos archivos si no querían acabar como él. Ellos le obedecieron.

Cuartel General del FBI
Edificio J. Edgar Hoover
Washington D.C.

Scully y Kath estaban esperando a Mulder, éste se estaba retrasando.
Katherine había conseguido el diskette, y estaba jugueteando con él entre los dedos. Scully estaba haciendo un dibujo en una hoja de papel, Kath se lo quedó mirando.
- ¿Qué es? - preguntó señalando el dibbujo.
- Éste despacho hace unos años - dijo.. Hizo una pausa y luego continuó, - hubo un incendio y se quemó, afortunadamente no hubo heridos.
Scully miró hacia la puerta, y Kath, que estaba cerca de la misma se dio cuenta de que Dana mentía; puede que no hubiera heridos físicos, pero para ella y Mulder había sido la mayor pérdida.
- Dana, - dijo cambiando de tema, - ¿PPorqué te llama Scully?, ¿porqué no te llama por tu nombre?
- Supongo que es porque puede - dijo, se apartó un mechón rebelde y miró a Kath.
- ¿Y porqué tú le llamas Mulder?, - prreguntó esperando la típica respuesta de es por culpa del protocolo, pero le sorprendió la respuesta que recibió.
- Yo, le llamo Mulder porque él me lo ha pedido. No le gusta que le llamen Fox, - hizo una pausa, viendo la cara de Kath añadió, - aunque sea muy listo .
Rieron las dos, en ese momento entró Mulder al despacho.
- Llegas tarde - le reprendió Scully.<
- Lo sé, - dijo posando una carpeta azzul sobre la mesa, - ¿tenéis el diskette?, - ellas afirmaron con la cabeza, - bien, - dijo él, - destruirlo.
Scully se incorporó de golpe.
- ¿Para qué?, - preguntó.
- Para que solo puedan ir a por mí, - respondió él sacando unos papeles de la carpeta que había dejado sobre la mesa.
Cuando se hubo ido la agente White, Mulder la dio a Scully una de las copias, y le dijo que la escondiera donde nadie la pudiera encontrar. Él mientras tanto tenía planeado ponerse en contacto con el fumador para advertirle de que tenía intención de entregar una copia de los documentos a la prensa; pero no dijo nada a Scully, porque sabía que no le dejaría. 
Se despidieron en la puerta, Scully se dirigió al aparcamiento, mientras Mulder se fue a su apartamento.

Arlington
Washington D.C.

Mulder estaba en su apartamento. Daba vueltas de arriba abajo, sin saber qué hacer. Tenía todavía tres horas hasta la cita con el fumador. Estaba preocupado, el fumador le había dicho que llevara las copias, que tenía algo importante. Algo que si no volvía entero a casa se le caería el pelo, y la vida. ¿Y si se trataba de Scully? ¿Y si aquél canalla la había cogido?.
Al pensar esto un escalofrío le recorrió la espalda. Se acercó al teléfono y marcó el móvil de Scully. Un tono, dos tonos, tres tonos, Scully no contestaba. Llamó a su casa, sonó tres veces antes de que la voz de su compañera hablara al otro lado de la línea. Aliviado Mulder la saludó, estaba en la ducha y por eso había tardado en coger.
Cuando colgaron, Mulder se había tranquilizado. Pero una frase cruzó por su mente, - algo importante, - ¿Qué era más importante que Dana?. En ese momento, cuando se apoyó en la mesa, tocó con la mano la carpeta azul. La cogió y miró fijamente. ¡Tenía a la agente White!

Cuartel General del F.B.I.
Edificio J. Edgar Hoover
Washington D.C.

Walter Skinner daba vueltas a una silla en la que Mulder estaba sentado. Tenía el rostro congestionado, por la ira y la rabia.
- Les encomendé que la cuidaran, - reppetía una y otra vez.
En ese momento entró Scully por la puerta; en vez de su tradicional traje de chaqueta, llevaba unos vaqueros y una camiseta. Mulder la miró de arriba abajo, y reparó en una mancha blanquecina que había en la rodilla del pantalón; Scully, que le vio, se disculpo ante Skinner.
- He estado pintando el techo del bañoo y no me he podido cambiar.
- Ah, - dijo Mulder dándose por aludiddo.
- ¿Para qué nos llamó señor? - pregunttó Scully sentándose a lado de Mulder.
- Ah, ¿No se lo ha dicho su compañero?? - preguntó con tono irónico mirando a Mulder. - Han secuestrado a mi sobrina. Alguien que ustedes conocen muy bien, - dijo anticipándose a la pregunta de Scully. 
Estuvieron sentados en el despacho de Skinner aproximadamente tres cuartos de hora, aguantando la regañina y planeando la reunión con el fumador. Iría Mulder solo, pero dos manzanas atrás les esperarían Skinner y Scully en otro coche.
- ¿Le has dicho lo de las otras copiass? - preguntó Scully una vez salieron del despacho.
- No, - respondió él tajante, - y no qquiero que lo sepa.

Un almacén abandonado al norte.
Washington D.C.

Mulder aparcó el coche bajo una farola, y bajó del vehículo con la carpeta azul en la mano. Dentro había una copia de los documentos. Instantes después vio aparecer una sombra que se llevaba a la boca una brillante brasa roja. Detrás de él una chica, atada y amordazada.
- Volvemos a encontrarnos señor Mulderr, - dijo el fumador antes de echar el humo de la última calada y tirar el cigarro.
- Deje libre a la agente White, - repllicó Mulder.
- Primero las copias, - dijo imperturbbable el fumador.
Mulder posó la carpeta en el suelo y la lanzó hacia el fumador. Éste se acercó y la cogió, soltó la mordaza a la agente y la empujó hacia Mulder. Ésta cuando llegó a él, se puso detrás. Subieron al coche y se fueron.
El fumador miró al techo del almacén, y un hombre le hizo una seña, enseñaba dos dedos y luego enredó las manos. Significaba que había un coche con dos personas a dos manzanas. El fumador le hizo otra seña; el hombre apretó un dispositivo que tenía en las manos.
Llegando donde estaban Scully y Skinner, a la agente White le dio un espasmo, comenzó a sangrar por la boca y la nariz. Scully, que lo vio, bajó del coche y corrió hacia el de Mulder. Ya era demasiado tarde. Unas horas después descubrirían que lo que causó la muerte fue un mini-dispositivo de bomba que tenía a la altura del corazón, y que hizo explosión junto con el corazón, los pulmones y la caja torácica; eso produjo que sangrara por la nariz y la boca.
Skinner se fue a su casa destrozado. Mulder y Scully se reunieron en el apartamento de ésta.

Georgetown
Washington D.C.
Mulder llamó a la puerta. Instantes después la abrió Scully sujetándose el pelo con un prendedor. Llevaba puestos los mismos vaqueros y la misma camiseta.
- ¿Qué era eso tan importante que me ttenías que decir?, - preguntó Scully mientras se sentaba en el sofá.
- Te quiere a ti, - dijo él recostándoose en el asiento.
- No empieces otra vez, - dijo ella crruzándose de brazos en actitud desafiante.
- Sabe que tengo más copias, creo que intuye que otra - continuó - y creo que te quiere coger a ti para canjearte por ella.
- Mulder, - dijo ella, - ¿estás insinuuando que un hombre que ya tiene lo que quería y que ha matado a la que nos dio la información me quiere coger para canjearme por una copia de unos documentos que ni siquiera sabe que tengo?, - hizo una pausa, - es una locura - añadió.
- Tal vez, pero ándate con ojo, quieroo que ese corazón siga latiendo, - dijo señalando a Scully al pecho. - ¿Dónde tienes la copia? - Preguntó tras una larga pausa.
- En el tarro de las galletas, - dijo Scully. Tras la mirada de incredulidad de Mulder añadió, - no es muy seguro, lo sé, pero no tenía otro sitio.
Se despidieron en la puerta, pero antes de que se cerrara, Mulder le dio a Scully un paquete de tabaco en el que ponía: "Le advertí que viniera solo, ahora nadie está a salvo" y se marchó.
Scully se quedó pensativa; cerró la puerta y se sentó en el sofá. Puso la televisión y vio el informativo. La tercera noticia era la muerte de la agente White. No se daban detalles, sólo se decía que murió en acto de servicio, aunque en extrañas circunstancias. Tras oír esto, Scully apagó la televisión, se fue al dormitorio, se puso el pijama y se metió en la cama. Mañana será otro día - se dijo- mañana será otro día, y se durmió.

Cuartel general del F.B.I.
Edificio J. Edgar Hoover
Washington D.C.

La puerta del despacho de Mulder estaba cerrada. Dentro estaban Scully y él. Ésta le estaba contando lo asustada que estaba.
- Me han seguido durante todo el día -- le dijo a Mulder, - era un hombre moreno, iba en un coche gris; me siguió hasta el aparcamiento y luego se paró a una manzana de aquí.
- Si era un hombre puede que fuera un admirador tuyo, - sugirió con recochineo Mulder.
- Estoy asustada Mulder, - dijo ella ssentándose junto a él.
- No te preocupes, - dijo él, - y paraa que no tengas miedo esta noche... te invito a cenar ¿vale?, - dijo mientras cogía el abrigo de Scully, la levantaba y la llevaba hasta la puerta.
- Pero Mulder... - replicó ella.
- Te recojo a las siete, tienes un parr de horas para arreglarte, - dijo empujándola suavemente hacia fuera. - Y ve elegante.
Scully le lanzó una mirada de incredulidad, se dio la vuelta y se marchó.

* * * * * * * * * * * * 

Mulder llegó antes de la hora. Iba vestido normal, como para ir a la oficina cualquier día, con la salvedad de que llevaba la corbata y la camisa totalmente abrochadas.
Cuando llegaron al restaurante, Scully se alegró de no haber hecho caso a Mulder, y haberse puesto un traje de chaqueta. Para ella ir arreglada era ir con vestido, coa que no solía hacer.
El lugar era bonito, rústico y acogedor. Tenía las vigas visibles en el techo. Las mesas eran todas redondas, presentadas con cubiertos de plata y manteles de hilo blanco. Scully se sorprendió del gusto de su compañero; ya que hasta la fecha sólo había ido a tugurios de mala muerte con él.
Un camarero les condujo hacia su mesa. Pidieron unas bebidas para tomar mientras esperaban la cena que Mulder ya había encargado.
- Creí que no me podrías sorprender, MMulder - comentó ella, - pero esto, no se qué decir.
- No digas nada, - dijo él. Cogió la ccopa, la levantó y dijo - por la verdad.
Ella alzó su copa y brindaron.
Pasaron las horas, hablaron de misiones pasadas, de los buenos y malos momentos, y de lo que iban a hacer en el futuro.
Estaban terminando el postre, cuando llegó uno de los camareros de recepción. Mulder se fijó en él porque no le había visto por el comedor. El camarero se acercó al maitrê, y éste señaló a su mesa. El camarero se acercó.
- ¿Dana Scully? - preguntó el camareroo.
- Sí, soy yo, - respondió ella.
- Tiene una llamada.
Scully lo miró extrañada.
- Ahora voy, - respondió.
Mientras Scully iba hacia el teléfono y hablaba, Mulder se fijó en una chica que ocupaba la mesa que tapaba Scully cuando se sentaba. Le recordaba a la agente White.
Scully llegó a la mesa, cogió su chaqueta y el bolso. Él se levantó de la silla.
- Mulder, he de irme - dijo ella.
- ¿Qué pasa Scully?, - preguntó él mieentras dejaba unos billetes en la mesa, cogía su chaqueta y seguía a Scully. - ¿Quién era? - dijo cuando por fin la alcanzó en la puerta.
- Era del hospital, - dijo llamando a un taxi. - Han ingresado a mi madre.
- Te llevo, - dijo Mulder.
- Prefiero ir en taxi, - dijo subiendoo al asiento de atrás. - ¡Ah por cierto! Una cena estupenda. Gracias.
- Mulder se quedó en la acera mientrass se iba el taxi de Scully. Cuando hubo dado la vuelta a la esquina, se metió en el garaje y sacó su coche. Mientras tanto Scully, en el taxi, no reparó en el acompañante del conductor hasta que ya fue demasiado tarde. La mampara de cristal se abrió, y vio un arma apuntándola. El arma se disparó; Scully sintió un pinchazo en el cuello, se sacó la espina y la examinó antes de caer en un profundo sueño. La habían drogado.

Cuartel General del F.B.I.
Edificio J. Edgar Hoover.
Washington D.C.

Mulder estaba dando vueltas en su despacho. Había llamado a todos los hospitales de Washington, pero no había ninguna Scully ingresada. Su compañera no contestaba, ni en el móvil ni en su casa; y en casa de su madre le habían dicho que no había pasado nada, que todos estaban perfectamente.
Fue ha hablar con Skinner; éste le mostró apoyo incondicional, pero también le advirtió que ya se lo había dicho, que ese afán suyo de meterse donde no le llamaban le iba a causar problemas, e incluso a causárselos a quien menos se lo merecía.

Arlington
Washington D.C.

Tras haberse pasado la mañana llamando a las comisarías, hospitales, etc. Fox Mulder había llegado a casa, se había duchado y se había tumbado en el sofá a observar el techo de su habitación. Intentaba dormir, pero desde ésa mañana sólo podía pensar en su compañera; le aterraba la idea de que pudiera estar.....¡muerta!.
Apartaba esa idea de la cabeza haciendo crucigramas, sopas de letras... (ya había hecho como veinte ése día). Por fin lograba conciliar el sueño, cuando sonó su teléfono portátil. Pegó un respingo en el sofá y corrió hacia el teléfono.
- Mulder, - respondió.
- Mulder - era la voz de Scully, sonabba muy débil.
- ¡Scully! - dijo él - ¿dónde estás?, ¿qué ha pasado?.
- Bueno agente Mulder, - la voz del fuumador sonaba más grave a través de la línea telefónica, - yo tengo lo que usted quiere, y usted tiene lo que yo quiero. Lo más justo es un cambio ¿no cree?
- ¡Déjela marchar! - exclamó Mulder deemasiado nervioso para pensar.
- En el mismo sitio, a las doce de la noche, mañana, - dijo el fumador y añadió - vaya solo ¿comprendido? ¡solo!, - y colgó el auricular. 
Mulder colgó el teléfono y lo dejó a su lado; se sentó en el sillón y con la cabeza entre las manos comenzó a maldecirse a sí mismo. Las lágrimas escurrían por sus mejillas, e iban a parar a su boca y a la barbilla.
Se levantó decidido; ésta vez no tendría refuerzos dos manzanas más adelante, ésta vez tendría que "recuperar" a su compañera él solo. No era la primera vez; ya se había enfrentado al fumador, y ya había rescatado a su compañera en muchas otras ocasiones. Solo que ahora, dependía todo de lo que le guiasen su corazón y su cerebro. Tenía que elegir entre Scully y la verdad que tanto había buscado. Aunque le quedara otra copia, sin el original, no servía para nada.

Almacén abandonado al norte.
Washington D.C.

Mulder iba en el coche, a toda velocidad por la carretera, pensando en qué le podía pasar a Scully si él no se presentaba con la copia. Pero en seguida descartó esa idea, la vida de su compañera valía más que una copia.
Llegó al almacén a la hora en punto. Vio un coche aparcado frente a la farola que iluminaba el recinto. Mulder y el fumador bajaron al mismo tiempo del coche, se miraron a los ojos. El fumador le hizo un gesto con la cabeza y Mulder le enseñó la copia. Inmediatamente después, el fumador hizo un gesto con la mano, y Mulder vio con irritación y miedo cómo dos hombres dejaban caer rodando inmóvil el cuerpo de su compañera. Mulder al verla, se intentó acercar, pero el fumador, apuntando con un arma a la joven le impidió el paso.
- La copia agente Mulder, - le exigió el fumador.
Sin decir nada Mulder se la entregó. Le faltaban unos diez metros para llegar a su compañera. Avanzaba con cautela, no sabía si le iba a gustar lo que iba a ver. Mientras avanzaba hacia ella oyó decir al fumador.
- Está sedada - dijo, y luego añadió ccon ironía - ¿Sabe agente Mulder cuál es la diferencia entre usted y yo? Que yo pienso las cosas y sus consecuencias, y luego actúo, no al revés.
Mulder estaba llegando a los pies de la joven cuando miró al fumador, y vio cómo éste apretaba el gatillo. Mulder calló de rodillas. Maldijo una y otra vez, lloró y blasfemó. De repente fijó la vista en el suelo, y vio que lo que brillaba era... ¡una bala!. Volvió a Scully, no tenía sangre, el fumador se lo había advertido y él no se había dado cuenta, prefería dejarla vivir a tener a Mulder persiguiéndole para vengar a su hermana y a su compañera.
Cogió en brazos a Scully, la llevó hasta su coche y la recostó en el asiento del copiloto. Le puso el cinturón subió al coche y se dispuso a irse. Iría a un hotel, pero antes tendría que pasar por su casa, tenía que coger la última arma con la que podría luchar: la última copia.

Hotel Sweet Moon
Veinte millas al oeste de Washington D.C.

Tras haber conseguido una habitación en el hotel, Mulder metió a Scully, que seguía bajo los efectos del sedante. La tumbó en una cama y le apartó un mechón de la cara; intentó despertarla, susurrando su nombre y dándole golpecitos, más bien caricias, en la mejilla. Pero la joven tan sólo decía palabras sin sentido. El sedante que le habían administrado era muy potente. Mulder tapó a su compañera y salió de la habitación fue al bar del hotel.
Aproximadamente una hora mas tarde, Scully se despertó. Se encontraba mal. La cabeza le daba vueltas. No sabía dónde estaba ni con quién. Estaba sentada de espaldas a la puerta cuando sintió que alguien entraba; se volvió asustada.
- ¡Eh!, - dijo Mulder acercándose, - ¿¿cómo estás?

Scully no pudo contestar, simplemente se abrazó a su compañero. No sabía qué había pasado, pero sabía que ahora estaba a salvo. Cuando recuperó la fuerza y fe en sí misma comenzó a preguntar a Mulder sobre lo que había pasado. Mulder intentaba evitar el tema.
- Sabes Scully, - dijo, - el dueño, ess ya mayor, nos ha tomado por un matrimonio. Por más que he intentado explicarle que eres mi compañera, no se lo ha creído, - dijo mientras se quitaba los zapatos.
- Mulder, - dijo ella pacientemente, -- claro que no se lo cree, ¿qué hacen un hombre y una mujer en un motel abandonado de la mano de Dios y en medio de la nada'
- Esconderse, - dijo sonriendo malicioosamente. Esa sonrisa provocó una risita entre dientes por parte de Scully. - Tenemos... tenemos otra copia y hay que llevarla al periódico, - arrancó por fin Mulder.
- Mulder, yo no quiero. No deberías seeguir con eso, es muy peligroso - dijo ella con el tono más suplicante que encontró.
Mulder la miró a los ojos. Ella cogió su mano.
- Por favor, - dijo Scully.
Él bajó la mirada. No sabía qué hacer. Por un lado tenía la oportunidad de dar a todo el mundo a conocer la verdad; y por otro dejar que el mundo siguiera engañado por aquellos que ellos llamaban sus líderes.

Habían pasado ya dos años desde el incidente de las copias. Mulder y Scully ya habían "zanjado" el tema con Skinner y seguían trabajando en casos extraños.
Mulder y Scully se habían unido más que nunca. Ya no tenían el deber de protegerse, sino que lo hacían porque querían. Se protegían. Eran un equipo infalible, él eliminaba cualquier cosa que la amenazara a ella y biceversa. Confiaban el uno en el otro más que en sí mismos. Intentaron meter a algún compañero nuevo con ellos, pero los tres candidatos se dieron por vencidos. No hacían falta, ellos se valían y se sobraban solos.
Mulder llevaba unos días dándole vueltas a la cabeza. Siempre iba de un lado a otro con una cajita negra, que daba vueltas en sus manos. La abría y cerraba constantemente, y cuando se presentaba su compañera se la guardaba.
Un día, harto de comerse el coco con el asunto de la cajita negra, Mulder decidió revisar los casos sin resolver que tenía. Cuando abrió una de las carpetas, se encontró la copia. La cogió y miró. No se había acordado de ella. Una lucha se formó en su interior. Ganó su sed de venganza. Cogió su abrigo y salió corriendo del despacho.
Scully entró en el despacho, pensando que se iba a encontrar a Mulder con los pies sobre la mesa, jugando con su cajita, la cual escondería en cuanto ella entrase, pero no fue así. Se dirigió al archivo, pero al pasar por la mesa de Mulder vio la misteriosa cajita encima. Scully no solía ser curiosa, pero el hecho de que la escondiera cada vez que ella entraba avivó su curiosidad. Cogió la cajita y la abrió. Casi se cae de espaldas cuando vio lo que había dentro; era un anillo. Un anillo de oro, era liso, con unas letras grabadas D.K.M. Cerró la caja, la dejó en su sitio y se sentó en su mesa. No paraba de darle vueltas a esas tres letras D.K.M.
En el coche Mulder no sabía qué hacer. ¿Cómo dar esquinazo a Scully?, ¿Cómo la dejaría fuera de eso?. De repente se echó mano al bolsillo. Dio media vuelta en una plaza y se fue directamente al cuartel general.
Scully estaba en su mesa cuando vio entrar a Mulder super-alterado. La saludó, cogió la cajita y se la metió en el bolsillo.
- ¿Me vas a decir algún día qué hay enn esa caja? - Le dijo ella.
- Es una sorpresa - dijo él con una soonrisa. - A propósito Scully, voy a desaparecer unos días- mejor dicho unos años pensó - no intentes encontrarme, ya me pondré yo en contacto contigo.
Scully no reaccionó, simplemente se limitó a decir - vale- y se sumió en sus pensamientos; que en ese momento eran tres letras D.K.M.


Cuartel general del F.B.I.
Edificio J. Edgar Hoover.
Washington D.C.

Hacía casi una semana que Scully no sabía nada de Mulder. La forma en la que entró y se marchó la habían preocupado.
La secretaria de Skinner no estaba. Scully vio la puerta del despacho de su jefe entreabierta, y se dispuso a entrar. Oyó a su jefe hablando por teléfono.
- ¡Que Mulder ha hecho qué!, - gritó iirritado. Escuchó la voz al otro lado de la línea, - encima el Washington Post, - dijo Skinner.
Un escalofrío y un mal presentimiento asaltaron a Scully. Dio media vuelta y se fue al despacho. Buscó la copia, pero no la encontró. Se dirigió al aparcamiento. Sacó las llaves del coche. La temblaba el pulso y se le cayeron. Al ir a levantarse se encontró con el cañón de una pistola apuntándole a la cabeza.
- Le va a decir a su compañero que se ande con ojo. - Dijo una persona, que no sabría determinar si hombre o mujer, detrás de ella. Le dio un golpe en la nuca que la hizo caer de rodillas. Mientras se recuperaba, la persona que la había agredido pudo escapar.
Scully subió al coche y salió a toda velocidad hacia el apartamento de Mulder.

Arlington.
Washington D.C.

Entró como una exhalación en el edificio. Pulsó el botón de llamada del ascensor. Los treinta segundos que tardó en llegar abajo le parecieron treinta minutos. Una vez arriba llamó al timbre de su compañero. Estaba enfadada, decepcionada y se sentía traicionada.
Mulder abrió la puerta; tenía dos maletas abiertas en el suelo, y estaba vaciando la cómoda. Al ver a Scully se le encogió el corazón. No le dio oportunidad de hablar, ni de disculparse.
- El Washington Post, - dijo cruzándosse de brazos. - ¿No me lo podrías haber dicho? ¿Qué hay de nuestra confianza?. - Se le notaba que estaba desilusionada; como un niño al que se le acaba de decir que Papa Noel no existe.
- Saldrá en la edición de mañana - dijjo metiendo una camisa en la maleta.
- ¡Eso es todo! - exclamó ella irritadda - Mulder en todos estos años jamás me habías decepcionado de esta manera. Puede que me hubiera opuesto a ésta locura; pero por lo menos sabría qué habías hecho y a dónde ibas a ir.
- ¡Me voy para protegerte, Scully! - rreplicó él- ahora si me dejas, he de hacer el equipaje, voy a coger un avión.
- ¿No se te a ocurrido pensar que puedde que yo quisiera ir contigo? - preguntó.
- Se me ha ocurrido, pero lo único quee podrías hacer conmigo era incordiarme en todo el viaje. ¿Vale?.
- Eso es lo que soy, un incordio. Muy bien. Vale.
- No, no quise decir eso... aunque reaalmente, lo que es un incordio es tu proteccionismo para conmigo, ¿no crees que soy mayorcito para tomar mis propias decisiones?.
Scully no se podía creer lo que estaba oyendo. No quería creer que ese era su compañero; pero no dijo nada, se dirigió a la puerta y salió dando un portazo. Mientras se dirigía al ascensor oyó a Mulder pegarle una patada a un objeto duro. No hizo caso y se fue.
Mulder iba a llamarla cuando pasaron otro sobre por debajo de su puerta. Lo cogió y leyó. Era un aviso de que no se iba a publicar su artículo por "falta de pruebas". Ahora tenía dos cosas que hacer: Conseguir la vacuna y recuperar el respeto y la confianza de su compañera.


Edición del Tirador Solitario
¿Dónde?

Los tres tiradores estaban sorprendidos, Mulder estaba raro. No les había gastado apenas bromas y estaba sentado mirando fijamente una cajita negra.
- ¿Qué diablos te pasa Mulder?, - pregguntó Frohikie sentándose a su lado.
- He discutido con Scully - añadió sinn dejar de mirar la cajita, - la mayor bronca que he tenido con ella en muchos años. Y justo antes de... ¡Bueno qué mas da!- añadió con melancolía.
- ¿Antes de qué? - preguntó perdido Frrohikie.
Mulder le tendió la cajita y le dijo que leyera la inscripción. Frohikie abrió la caja y miró el anillo; leyó la inscripción y luego miró a Mulder.
- No,- dijo - no me digas que D.K.M. ees... ¡vamos!
- Dilo, no es más que algo imposible, ahora. Traicioné su confianza, la dejé aparte, y todo por mi estúpida búsqueda de la verdad. Y mi maldita autosuficiencia.
Aguantó el llanto. En ese momento apareció Byers con un frasquito. Frohikie le devolvió la caja rápidamente.
- ¿Qué pasa aquí? - preguntó mirando aa Mulder.
- Han discutido - dijo Frohikie.
- ¡Ah!.
Mulder cogió el frasco y se fue con la melancolía a otra parte.

Georgetown
Washington D.C.

Scully estaba viendo la televisión. Tenía una caja de galletas al lado que estaba medio vacía. No solía comer entre horas, pero las galletas la ayudaban a no deprimirse más. Se arrepentía, no le gustaba discutir con nadie, y menos con Mulder.
Sonó el timbre; no quería abrir así que lo dejó sonar. A la quinta vez que sonaba abrió. Se encontró a Mulder de frente, pero su expresión no cambió; en el fondo se alegraba infinito de que estuviera allí, pero no lo quería demostrar. Se merecía una disculpa.
- ¿No tenías que coger un avión? - dijjo fríamente.
- ¿Puedo pasar? - preguntó con la voz más tierna que pudo poner.
Ella se apartó y le dejó pasar. Cerro la puerta tras de él.
- ¿Y bien? - dijo ella.
- Lo primero, - dijo él. Suspiró. - loo siento, pero no quería involucrarte en mi cruzada particular.
- Estoy involucrada desde hace años; -- por el tono de su voz, Mulder supo que si seguía por ese camino sólo conseguiría abrir más la herida.
- No quería que te pasara nada. Si se publicaba esto; eso si se publica - añadió entre dientes- van a intentar matarme, y no podía permitir que te hicieran daño.
Scully sonrió parcialmente. - La roca se rompe - pensó Mulder.
- ¿Porqué has dicho eso de si se publiica?- preguntó ella sentándose junto a él en el sillón. 
- No se si debería... - la cara de Scuully se endureció, - bueno - dijo él. - Nada más irte de mi apartamento, me pasaron un sobre por debajo de la puerta, en el que ponía que no publicarían mi artículo por falta de pruebas. Pero voy a entregar la vacuna y... - miró la cara de Scully, miraba hacia abajo. - ¿Qué pasa?.
- Se me olvidó decirte algo. Mira - diijo levantándose el pelo y enseñándole una moradura que tenía en la nuca.
- ¿Quién? - preguntó él acariciándole el cuello.
- En el garaje del cuartel general, - dijo - me dio un mensaje, me dijo que debías andarte con ojo. - Se quedó pensativa. - ¿Cuándo vas a ir al periódico?.
- Mañana.
- Voy contigo, - dijo autoritaria ellaa.
- Pero, es peligroso, - intentó disuaddirla él.
- ¿Quieres un café? - preguntó ella viiendo que había ganado.
- Bueno - dijo él.
Cuando Scully se levantó, Mulder vio un bloc de notas semienterrado bajo un cojín. Lo sacó y vio las siglas D.K.M. escritas, como si alguien las hubiera estado buscando un significado. Escribió las palabras completas y dejó el bloc encima de la mesa. Fue a la cocina y se disculpó, dijo que se tenía que ir a su casa. Scully le acompañó hasta la puerta, y quedaron para ir al periódico al día siguiente a las diez y media.
Scully se dirigía a la cocina cuando vio el bloc en la mesa, ella no lo había dejado allí, lo cogió y leyó. Se sentó antes de caerse; en una esquina del bloc Mulder había escrito << "¿Qué tal Dana Katherine Mulder?" >>.
Scully no pudo dormir esa noche, no encontraba ni postura ni respuesta. Mulder en su apartamento se preguntaba si había hecho bien en decírselo, ¿y si decía que no?, ¿estropearía su amistad?. No sabía qué hacer.

Cuartel General del F.B.I.
Edificio J. Edgar Hoover.
Washington D.C.

Scully se sentía violenta, no sabía cómo sentarse y eso que Mulder todavía no había llegado. Tenía los nervios de punta. 
Se puso a ojear unas fotos que tenían por el despacho. Cogió una de hacía cosa así como cinco años. Eran ella y Mulder, ella estaba cambiada, todavía tenía el pelo largo. Sin darse cuenta estaba acariciando el marco. En ese momento entró Mulder. Ella no le había oído y cuando se cerró la puerta, pegó tal respingo que se le cayó el marco de las manos. Se agachó a recogerlo.
- No sabía que te asustara tanto - broomeó Mulder consciente de la tensión que había en el ambiente. Se agachó a ayudarla. Se miraron a los ojos y sostuvieron la mirada unos segundos, antes de que ella apartara la vista, se acercara al abrigo de Mulder y cogiera la cajita negra del bolsillo.
- Tenemos algo más serio que tratar - dijo mirando a Mulder.
Éste se acercó a ella. Estaban tensos. Ella le dio la caja, se la colocó en la palma de la mano y la abrió.
- ¿No me lo vas a poner? - preguntó caasi sin voz y con una sonrisa tímida en la boca. 
Mulder no daba crédito de lo que estaba oyendo. No sabía si sonreír, llorar, ponerse serio o ¿qué?. Cogió la mano izquierda de Scully y le puso el anillo. Le quedaba perfectamente. Ella lo miró y le miró a él. Se abrazaron, ella estaba llorando y él estaba a punto. En ese momento entró Skinner.
- Espero no interrumpir - dijo hacienddo amago de irse.
- No, no - dijo Scully secándose unas lágrimas.
- Agente Mulder, tengo que hablar con usted, - dijo haciendo un gesto con la mano para que le siguiera.
- Ahora vuelvo, - dijo Mulder mirando a Scully.
- No me iré "prometido" - dijo ella leevantando la mano derecha.
Él le cogió la barbilla y la besó en la boca suavemente. Ella sonrió.
Una vez estuvieron en el despacho de Skinner, éste comenzó a decirle a Mulder que su artículo no se publicaría porque había ido alguien de arriba para desmentir las afirmaciones de los documentos que había presentado.
Mulder se quedó pensativo, pero al final se levantó y decidió que lo intentaría de todos modos. Además, ahora tenía el apoyo de algo más que una amiga o compañera.

Edificio del Washington Post
Washington D.C.

El aparcamiento estaba casi desierto. Solo había unos pocos coches. Mulder y Scully bajaron del vehículo y se dirigieron hacia los ascensores. Llegando a una columna oyeron pasos. Ella se volvió y vio a una mujer yendo hacia un coche. De repente oyeron el típico ruido que hace una pistola al cambiar de cargador. Se volvieron hacia donde la mujer había ido, en ese momento detrás de ellos apareció el fumador.
- Es usted un incordio agente Mulder -- dijo encendiendo un cigarro, - y usted agente Scully... esperábamos más de usted. Bueno, agente Mulder, ¡la vacuna! - dijo haciendo un gesto con la mano extendida.
- ¡Jamás! - dijo Mulder sacando su armma.
El fumador cambió su mirada de fría e inexpresiva a furiosa y feroz. Apuntó el arma hacia Scully y apretó cuatro veces el gatillo. Los cuatro tiros acertaron de lleno en el pecho y estómago de la joven. Mulder corrió hacia ella.
- ¡Scully!, ¡No! - gritó llorando de iira - ¡No!
Cuando llegó a ella la volvió, comprobó. No tenía pulso. Estaba muerta. Se volvió furioso y de un certero tiro atravesó la frente del fumador, luego para cerciorarse de que ésta vez moría se acercó y la disparó ocho veces en el pecho. Guardó una bala.
Se acercó a Scully. La joven yacía en mitad del aparcamiento. Mulder la cogió la mano, se arrodilló y rezó dos oraciones, una por ella y otra por él mismo. Se levantó, cogió su arma, se metió el cañón de la pistola en la boca, susurró el nombre de Scully, cerró los ojos y apretó el gatillo. Se desplomó al lado de ella. (Afortunadamente para él el tiro fue directamente a la médula ósea y la muerte fue instantánea).
Una hora después, cuando estaban allí las ambulancias y la policía, llegó Skinner a identificar los cuerpos. Vio el anillo de Scully y cerró los ojos (recordando el beso que Mulder la había dado en el despacho). Cuando vio al fumador ordenó que le se le incinerara inmediatamente. Salió de allí lamentando la muerte de sus dos mejores agentes. Enmarcó sus placas y las colgó en el despacho de Mulder, que cerraría para siempre y nunca volvería a abrir.

FIN.