TÍTULO: EL LENGUAJE DE LAS MIRADAS II
AUTORA: María Elena
EMAIL: agent_spooky_ARROBAhotmail.com
DISCLAIMER: ¡Bueno! Todos sabemos que Mulder, Scully & Cía. no me pertenecen, sino que nos los monopolizan la Fox, 1013 Productions y Chris Carter, que no gano dinero con esto, bla, bla, bla...
SPOILERS: SUZ, Closure y pequeñas referencias a otros episodios. 
TIPO: WIP, Angst, MSR
RATING: AP
RESUMEN: Mulder descubre algo que puede cambiar su vida.
FEEDBACK: Es mi primer relato y necesito saber si me puedo dedicar a esto o si me tengo que retirar anticipadamente del mundo del fanfic. Por favor, enviadme vuestras críticas (mejor si son positivas, aunque admito todo). 
ADVERTENCIA: Lo primero es decir que yo soy totalmente shipper, así que si eres noromo puedes leerlo, pero luego no te enfades conmigo por hacerte perder tu tiempo. ¡Queda dicho!
DEDICATORIA: A Dhany Scully, por haberme animado a escribir esta segunda parte, a Ceci, porque sus mails me alegran el día, y a Pablo, Román, Eva, Sara, Antonio y un largo etcétera de personas que están ahí cuando les necesito. 

EL LENGUAJE DE LAS MIRADAS II


"Quien no comprende una mirada,
tampoco comprenderá una larga explicación"
Proverbio árabe



APARTAMENTO DE DANA SCULLY
11 de mayo 8.36 h

Noto los rayos del sol acariciándome la cara y haciendo que mis ojos se abran y que mi mente, aunque deseosa de seguir descansando, se despierte. Me muevo un poco, sintiéndome algo entumecido, y entonces la noto a mi lado. Inmediatamente me quedo quieto. Me está rodeando la cintura con el brazo izquierdo y tiene la cabeza apoyada sobre mi pecho. Aún duerme. La observo, sintiendo en mi interior algo que hacía mucho tiempo que no sentía. Recuerdo nuestra conversación de la noche anterior; nunca algo tan simple como una lágrima me había conmovido tanto, nunca nadie me había entregado su confianza del modo que Scully lo hizo. Le acaricio el pelo igual que hice anoche antes de quedarme dormido y luego la beso en la frente. Ella debe haberlo sentido, porque se mueve un poco en sueños y, finalmente, se despierta. Cómo me gustaría despertarme todos los días viendo esos ojos. Se despereza un poco y me sonríe.
- Buenos días.
- Ya era hora, dormilona - le digo brommeando. 
- ¿Tan tarde es? - me pregunta, aún meddio dormida.
- No demasiado. Aún no son las nueve. - ¿Tanto hemos dormido? - pregunta un ppoco sorprendida.
- Ya ves.
Nos quedamos callados un rato, disfrutando de nuestra mutua y silenciosa compañía. Aún seguimos abrazados; y la verdad es que no me importaría estar así toda la vida. En un gesto inconsciente Scully me está acariciando el pecho con su mano izquierda; río ligeramente y le digo:
- Me haces cosquillas.
- ¿Qué? - se sorprende al principio, peero enseguida quita la mano, ruborizada -. Lo siento. 
- No te disculpes. Siempre me gustaron las cosquillas.
Entonces Scully continúa recorriendo mi pecho con movimientos suaves, tranquilos, como ella. No puedo dejar de observarla mientras lo hace. Su mirada me fascina, podría pasarme la vida entera navegando en ella, intentando averiguar sus misterios. Siente que la estoy mirando y deja de mover la mano.
- ¿Qué sucede?
No contesto; me limito a abrazarla más estrechamente. Me vuelve a mirar; hay un gesto de preocupación en sus ojos azules.
- Mulder...
La interrumpo.
- Sólo quería que supieras que... que ppara mí significó mucho lo que dijiste ayer, sobre lo que habías elegido. Y quería darte las gracias por haber continuado a mi lado a pesar de todo lo que te ha sucedido. Eres la persona más fuerte que conozco, Scully, mucho más que yo. No sé qué habría hecho estos años sin ti.
Me contempla, conmovida; luego sonríe.
- Cada uno tiene lo que se merece, Muldder.
- Creo que en mi caso eso no es cierto.. 
Luego le cojo la mano y la aprieto con fuerza. La traigo hacia mi boca y se la beso. Scully me observa, con seriedad, pero se deja hacer. Me inclino sobre ella y la beso en los labios. Un beso corto, suave. Luego acerco mi boca a su oído. No me separo inmediatamente, permanezco unos segundos en esa posición, y finalmente le susurro:
- Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Scully.
Eso le ha emocionado. Lo noto cuando me rodea el cuello con los brazos y esconde su cara en mi pecho. La aprieto con fuerza contra mi cuerpo y aspiro el perfume de su cabello, mientras pienso en lo que daría porque a veces pudiéramos olvidar que somos compañeros de trabajo.
***
Mientras me estrecha entre sus brazos pienso en lo que me ha dicho. Estoy descubriendo un Mulder totalmente distinto a mi irónico y a veces irritante compañero. Es sensible y extremadamente cariñoso; y sabe cómo hacer que tiemble como una hoja. Este Mulder me da más miedo que el otro, porque encuentra todos los puntos débiles de mis defensas y es capaz de derribarlas con un gesto o una frase. Y también pienso en lo que ha hecho. Sentir sus labios sobre los míos ha sido... No estoy segura. Creo que ni en cien años de vida encontraría la palabra adecuada para describir lo que me ha hecho sentir. Sólo un beso de amigos, perfectamente casual, que olvidaremos dentro de muy poco. Pero estamos jugando con fuego y lo sé, aunque ya estoy cansada de intentar convencerme a mí misma de que mis sentimientos por él no pasan de la amistad. De mala gana, me deshago de su abrazo y me levanto del sofá, sacudiéndome la ropa, que va a necesitar un buen planchado. Luego digo: 
- ¿Qué quieres para desayunar?
- No te molestes. Tengo que ir a casa, no quiero que mis peces mueran de hambre. Ya desayunaré allí.
- ¿Seguro? - le digo un tanto decepcionnada.
- Sí, tranquila.
Se levanta, va a la habitación y recoge su cazadora. Luego va hacia la puerta y yo le sigo, maldiciéndome por ser tan cobarde. Cuando llega al umbral se da la vuelta y me mira.
- Verás, Scully... - titubea -. Había ppensado que como hoy no hay que trabajar... bueno... ¿qué te parece si quedamos para comer?
Me encanta cuando le entran esos repentinos ataques de timidez. Le sonrío alentadoramente y digo:
- Claro, Mulder. ¿Dónde?
- Conozco un restaurante italiano bueníísimo en la esquina de Jefferson con la quinta.
- Me parece buena idea. ¿Nos encontramoos allí a la una y media?
- Hecho. Hasta la una y media entonces..
- Claro.
Me quedo mirándole hasta que empieza a bajar las escaleras. Luego cierro la puerta y me apoyo en ella un momento, pensando que hay algo entre nosotros que está comenzando a cambiar.
***
APARTAMENTO DE FOX MULDER
9:55 h

Dejo las llaves en la mesa de la entrada y voy a la cocina a tomar un poco de café. He venido dando una vuelta en vez de dirigirme directamente a casa. Supongo que necesitaba pensar, en mí, en Scully, en nosotros. Ni siquiera sé por qué la he besado. Podría excusarme diciendo que sólo ha sido un beso de agradecimiento, por sus palabras de esta mañana, pero sería mentirme a mí mismo. Simplemente pensé que era el momento adecuado y lo hice. Tal vez fuera un error, pero ya no puedo volverme atrás. De todos modos los dos parecemos tener una capacidad extraordinaria para olvidar este tipo de incidentes. 
Aún sigo pensando en esto cuando entro en el salón, por eso tardo unos segundos en darme cuenta de que él está en el sillón.
- Debería candar mejor la puerta, cualqquiera puede entrar.
- ¿Qué hace usted aquí? - le digo en ell tono más cortante que soy capaz.
Da una calada a su cigarrillo y se levanta, acercándose a mí. Tiene un aspecto realmente terrible; su cara está pálida, ha adelgazado bastante y ha perdido un poco de pelo.
- ¿Qué le sucede?
- Me estoy muriendo, agente Mulder - diice mirándome fijamente y provocándome escalofríos. 
- Vaya - le digo irónicamente -. Parecee que la justicia sí que existe.
Ignora mi comentario y me dice:
- Siento lo de su madre. Una gran pérdiida.
- No creo que lo sienta, Spender. - le digo con rabia -. La gente con corazón de piedra no puede tener sentimientos. Y si me hace el favor, le agradecería que se fuera.
- Supongo que aún se preguntará por quéé lo hizo. A su madre le corroía la culpa, Mulder, y no pudo vivir más tiempo con ello. 
- ¿De qué demonios está hablando?
- Le voy a contar algo que probablementte cambiará su vida. Estoy seguro de que no me creerá, pero ante todo quiero que sepa que no tengo motivos para engañarle.
- No me interesa nada de lo que me digaa - me dirijo a la habitación y me quito la cazadora. Él me sigue.
- No sabe qué equivocado está. Verá, cuuando usted tenía unos diez años su padre descubrió que Teena tenía una aventura con otro hombre al que llevaba viendo varios años. Se puso realmente furioso y más cuando se enteró de que uno de sus hijos era del otro hombre - aprieto los puños y voy a decirle algo, pero continúa hablando -. Su padre estaba convencido de que la bastarda era la niña, por eso nos la entregó dos años después, para ayudar a la realización de nuestro proyecto. Teena le rogó que no lo hiciera, que la pequeña no tenía la culpa de nada, pero él no le hizo caso. Entregó a su hija porque no podía vivir viendo la prueba física de la infidelidad de su esposa. Lo que él no sabía era que Samantha SÍ era su hija.
- Está mintiendo - le digo enfurecido.<
- Ya le advertí que no me creería. Peroo piense en que todo tiene su lógica. De ahí que su padre le pidiera perdón antes de morir y que su madre se suicidara.
Respiro profundamente e intento calmarme.
- Si eso es así - le digo con un tono dde voz engañosamente sereno - ¿quién era el otro hombre, el que supuestamente sería mi verdadero padre?
Él no contestó inmediatamente. Se acercó a la ventana y miró por ella.
- ¿No cree que la soledad es muy tristee, agente Mulder? - se volvió para mirarme -. Su padre viajaba continuamente y cuando estaba en casa no tenía tiempo para su esposa. Teena se sentía muy sola y yo supe darle lo que Bill nunca le dio.
Durante unos segundos trato de procesar lo que me ha dicho. Después, cuando lo asumo, voy hacia él y le doy un puñetazo. Cae al suelo; su nariz sangra profusamente.
- Yo no tengo la misma sangre que ustedd, maldito cabrón - le susurro sujetándole por la corbata -. Ni se le ocurra volver a mencionarlo.
Se levanta y tras sacar un pañuelo del bolsillo se limpia la nariz con él. Luego me mira.
- Sin embargo te consume la duda, Muldeer. - dirige las manos a su cabeza y se arranca algunos cabellos, dejándolos encima de la mesilla-. Haz la prueba. No te fías de mí, pero las pruebas científicas son irrefutables.
Luego pasa delante de mí y sale de la habitación. Unos instantes después oigo cómo se cierra la puerta de entrada a mi apartamento. Me dejo caer al suelo y me tapo la cara con las manos, intentando que mi corazón recupere su ritmo normal. 
***
RESTAURANTE ITALIANO GINO'S
14:08h

Voy a matar a Mulder; ya llega más de media hora tarde. No contesta al móvil y en su casa está puesto el contestador. Le odio cuando le da por hacer estas cosas. Miro el reloj una vez más, sólo han pasado cinco minutos desde la última vez. Al final me doy por vencida, pago lo que he tomado y me voy a casa. Por el camino le llamo una vez más al móvil y una vocecita me dice que está desconectado. Ahora es cuando me empiezo a preocupar; estoy acostumbrada a estas desapariciones de Mulder, pero no a que no dé señales de vida. Pensándolo bien, creo que me voy a pasar por su apartamento.
Llamo al timbre varias veces, pero como ya me esperaba no me contesta nadie, así que abro con mi propia llave. Cierro la puerta detrás de mí y me quedo un momento mirando a mi alrededor. Voy a la cocina. En el fregadero hay una taza de café, así que por lo menos sé que esta mañana sí vino. Luego voy a su habitación. No tiene ropa encima de la cama, ni siquiera debe haberse cambiado. En el aire hay olor a tabaco. El corazón me late con fuerza; no sé mucho de esto, pero apostaría a que es Morley. Entonces el Fumador ha estado aquí y quizá tenga algo que ver conque Mulder haya desaparecido. Ahora ya estoy asustada; nunca sé con qué intenciones viene ese hombre. Pero creo que Mulder se ha ido por propia voluntad; no hay rastros de lucha en la habitación así que supongo que el Fumador vino solo. Dios, no sé qué hacer.

APARTAMENTO DE DANA SCULLY
12 de mayo 2:17 h

Me he quedado dormida en el sofá. No he visto a Mulder en todo el día y tampoco he tenido noticias suyas. He estado en su casa hasta casi las nueve de la noche y no ha aparecido. Me debe haber contagiado sus paranoias, porque ya empiezo a pensar las cosas más terribles. [Ahora me imagino cómo se debió sentir él cuando supo que me había ido de viaje con el Fumador]. 
Unos golpes en la puerta me sobresaltan. Me levanto rápidamente y voy hacia la entrada, ni siquiera me molesto en mirar quién hay al otro lado de la puerta. ¿Quién va a ser a estas horas?. Descorro el cerrojo y abro rápidamente. Mulder está completamente calado, tiene sombra de barba y un aspecto terrible. 
- ¡Mulder! - le agarro del brazo y hagoo que entre en casa -. Por Dios, estás empapado. ¿Qué ha sucedido?
No me contesta. Tiene la mirada ausente y ni siquiera reacciona cuando le quito la cazadora. Voy al cuarto de baño y traigo una toalla.
- Mulder... - se da la vuelta y me miraa. La expresión de sus ojos es de tal tristeza y desamparo que se me encoge el corazón. La última vez que vi esa mirada fue cuando murió su madre -. Anda, quítate la camiseta. 
Él me obedece. Tiene la espalda y el pecho muy mojados. Y calientes. Le toco la frente, debe tener algo de fiebre. Comienzo a secarle un poco con la toalla.
- Me tenías preocupada - le digo en vozz baja -. Estuve en tu apartamento y pensé que el Fumador había estado allí. Y no sabía qué podía haber sucedido.
Noto que se encoge cuando nombro a Spender. Me agarra un brazo.
- Sí que le he visto, Scully - tengo quue esforzarme en oírle, su voz es apenas un susurro -. Estuvo contándome algunas cosas.
Le miro, esperando a que continúe. Respira profundamente, lo que sea que tenga que decir le está costando. Y mucho.
- Bill Mulder no era mi padre, Scully -- me sorprendo. No sé qué esperaba oír, pero desde luego eso no -. Se enteró de que mi madre había tenido una aventura con otro hombre y pensó que Samantha era una hija ilegítima. Por eso permitió que se la llevaran. Pero se equivocó. YO era el hijo del otro hombre.
Contengo la respiración unos instantes. Luego me atrevo a preguntar:
- ¿Quién era él, Mulder?
No me contesta inmediatamente. Luego suelta la bomba.
- ¿Qué te parecería empezar a llamarme Spender?
***
No puede esconder su sobresalto. Le ha temblado la mano y sus ojos azules muestran una mezcla de asombro, incredulidad y temor a partes iguales. Durante unos segundos no dice nada, pero finalmente me pregunta, temblándole la voz:
- ¿Estás completamente seguro de eso, Mulder?
- Sí - me paso la mano por la cara. Esttoy muy cansado, llevo casi dos días sin dormir, y me encuentro realmente mal.
- Mulder, ya nos ha intentado engañar ootras veces. ¿Por qué ahora va a ser diferente?
Me levanto y voy hacia mi cazadora. Rebusco en los bolsillos interiores y finalmente saco un sobre. Me acerco a ella y se lo entrego. Lo abre y ojea los papeles que contienen; su expresión se vuelve aún más seria.
- No creí ni una palabra de lo que me ddijo, Scully - le digo con voz monótona -. Así que él me dejó un par de cabellos para que hiciera la prueba del ADN. Hay tienes los resultados. Hay una coincidencia de más del 85%.
Me mira. Y me doy cuenta de que por una vez ella desearía que ese tipo de prueba no fuera infalible. Se levanta y se acerca a mí; luego me acaricia la mano. Se pone de puntillas y me abraza. Yo me agarro a su cintura y apoyo la barbilla en su cabeza. Esta vez no logro contener las lágrimas, que es lo que he estado haciendo desde que me enteré de esos malditos resultados. No me importa llorar delante de ella, nunca me ha importado, aunque lo he hecho pocas veces. Scully me acaricia suavemente la espalda, mientras me sacudo a causa de los sollozos. Tengo la vista nublada, me estalla la cabeza y todo el cuerpo me arde; y siento como si me fuera a desmayar de un momento a otro. Me separo un poco de ella y me seco los ojos con la mano.
- No me encuentro bien, Scully - el sonnido de mi voz se me antoja débil y algo ronco. 
Me pone la mano en la frente y me mira las pupilas.
- Tienes fiebre, Mulder. Ven, debes tuumbarte. 
Me agarra de la mano y me conduce a su habitación. Se agacha un momento y me desata las botas. 
- Vuelvo enseguida. Creo que tengo algoo de Bill que te puede quedar bien. 
Sale del cuarto y vuelve al cabo de unos minutos con un pantalón gris de algodón y una camiseta blanca. He intentado quitarme las botas, pero el simple hecho de agacharme ha hecho que la cabeza me dé vueltas, así que he desistido. Se pone en cuclillas y acaba de sacármelas, mientras yo apoyo la cabeza en la pared y suspiro.
- ¿Cuánto tiempo llevas en la calle, Muulder? - me pregunta mientras se levanta.
- No... no estoy seguro. Varias horas. He estado mucho rato dando vueltas.
- ¿Con la que está cayendo? Da gracias sino pillas una pulmonía. Anda, cámbiate mientras voy a buscar unas cosas.
Sale de la habitación. Cuando me aseguro que se ha marchado, me quito los vaqueros, que están completamente empapados, y me pongo el pantalón y la camiseta de Bill. Scully vuelve con un termómetro, unas pastillas y un vaso de agua. Lo deja todo en la mesilla y va deshaciendo la cama. Luego me hace un gesto para que me tumbe y cuando me encuentro mirando al techo pasan por mi mente imágenes de una noche prácticamente idéntica a ésta de hace ya cinco años, cuando Krycek asesinó a mi padre. Aprieto los ojos con fuerza al pensar esto. Más bien al que yo creía mi padre. Ni siquiera me he dado cuenta que Scully me ha puesto el termómetro y lo está mirando ahora mismo. 
- Tienes más de 39 - frunce el ceño conn preocupación. Luego escoge una de las pastillas que ha traído y me la da -. Anda, tómate esto. Hará que te baje la fiebre.
Me incorporo ligeramente y me la tomo. Luego bebo un poco de agua y me vuelvo a tumbar. Tengo tanto sueño que apenas siento cuando ella me besa en la frente y me dice en un susurro:
- Mañana hablaremos.

APARTAMENTO DE DANA SCULLY
12 de mayo, 9:31 h

Cuando abro los ojos me encuentro en un cuarto que no es el mío. Tardo unos segundos en recordar dónde estoy; luego me incorporo y miro a mi alrededor. Por segunda vez en tres días he despertado en casa de Scully con ella a mi lado. Está acurrucada en un sillón que hay junto a la cama, profundamente dormida. Esta noche me ha dado la pastilla cada dos horas, así que no creo que haya descansado demasiado. Me levanto con cuidado y me asalta una sensación de vértigo repentino; espero unos segundos hasta que se me pasa. Luego la tapo con una manta que hay sobre una silla y salgo con cuidado, cerrando la puerta tras de mí. Voy a la cocina a prepararme un café bien cargado. Tengo el cuerpo dolorido, pero al ponerme el termómetro veo que me ha bajado la fiebre. 
- Vaya, has madrugado.
Vuelvo la cabeza y sonrío. Scully está apoyada en el marco de la puerta, con cara de sueño. Por primera vez me fijo en que sólo va vestida con una sudadera de la universidad que le llega hasta medio muslo. Probablemente ni siquiera se haya dado cuenta, sino seguro que se habría puesto algo más. Nunca la había visto tan bonita.
-Ya ves. De todos modos ya he dormido mmucho más de lo que suelo. ¿Quieres café?
- Sí, hazme el favor. 
Echo el café en dos tazas y le doy una. Vamos hasta el salón y ella se sienta en el sofá; yo me quedo de pie apoyado en la pared.
- Mulder, no creo que te ayude mucho ell andar descalzo.
- No me creo que tengas algún par de zaapatillas para dejarme, Scully. Por cierto, deberíamos llamar a Skinner.
- Ya lo hice yo. Me desperté hace una hhora y le llamé - se estira un poco y deja la taza en la mesa -. Me dijo que tenemos cuatro días de permiso; después de todo nos lo deben. 
- ¿Tenemos? - le pregunto enarcando lass cejas.
- Mulder, si estando sano eres un desasstre, no quiero ni pensar cómo serás cuando estás enfermo.
- Bueno, Scully - me intento defender -- soy un hombre y encima vivo solo. ¿Qué esperas?
- Nada. Por eso mismo yo también he peddido permiso. Luego iré a tu casa a buscarte ropa; será mejor que tú no andes saliendo.
No sé si temo más a la agente Scully o a la doctora, creo que tendría que pensármelo. Me muevo un poco y noto dolor en la espalda. Ella debe haberse dado cuenta de mi gesto, porque me pregunta:
- ¿Qué tal estás?
- Mejor, creo que me ha bajado la fiebrre, pero me duele un poco la espalda.
- Ven aquí - señala el lado del sofá quue queda libre. Dejo la taza junto a la suya y me siento a su lado -. Ponte mirando a la ventana y quítate la camiseta.
- Te estás aprovechando mucho con eso dde que esté enfermo, ¿no? - bromeo dejando la camiseta en una silla.
Ella me pasa las manos por la espalda. La recorre presionando con suavidad, hasta que llega a un punto en la base del cuello que me hace pegar un brinco.
- Será una pequeña contractura, probabllemente producto de alguna mala postura que has tenido esta noche. Te daré un masaje. 
Siento que se pone de rodillas detrás de mí y que sus manos vuelven a mi espalda. Me da pequeños masajes circulares por el cuello y los hombros, haciendo que mis músculos se relajen. Cierro los ojos y suspiro, hacía mucho que no estaba tan a gusto. De repente ella me pregunta en un tono de voz bajo:
- ¿Cómo te encuentras?
- Ya te dije que creo que...
- No me refería a eso - me interrumpe.<
Guardo silencio. Claro que no te referías a eso, lo sé.
- Aún no estoy seguro - me resulta extrraño esto; me cuesta mucho hablar con ella sin verle los ojos. 
- No te voy a decir que comprendo lo quue sientes porque te mentiría - susurra sin detener sus manos -. No puedo ni imaginar cómo debe ser el enterarse de algo así. De todos modos, puede que Bill Mulder no fuera tu padre, pero te educó como si lo fueras.
- Mira qué clase de padre era- digo conn ironía - que entregó a Samantha porque pensó que no era su hija. ¿Cómo pudo, Scully? Yo me sentiría incapaz de hacer eso.
Me obliga a darme la vuelta y hace que la mire. 
- Tienes que perdonar, Mulder - dice suuavemente -. Era un ser humano, y como tal, cometió errores.
- No es sólo eso - agacho la cabeza -. El simple hecho de pensar que llevo en las venas la misma sangre que Spender... Dios, Scully. ¿Por qué nos ha hecho tanto daño? 
La vuelvo a mirar. En su gesto hay una expresión de enorme tristeza, sus ojos me dicen que comparte mi sufrimiento y que lo tomaría ella si con ello me lo pudiera evitar.
- No tienes la misma sangre que Spenderr, Mulder - me dice con una sonrisa triste -. Tú tienes unos valores, unos ideales y unas metas que perseguir. Darías todo por las personas que quieres, no te importa arriesgar tu vida y consideras que en la vida hay cosas más importantes que conseguir todo. Jamás podrás tener su misma sangre si no eres como él.
Me quedo mirando a la pequeña mujer pelirroja que ha compartido mi vida durante estos siete años y me da miedo imaginar qué habría sido de mí sin ella. Sonrío. Ella me sonríe también. No sólo con la boca, también con los ojos. Y con el alma. Me abraza. Y yo a ella. Y la abrazo no sólo con mi cuerpo, sino también con mi mente. Y con mi corazón. Me separo un poco y sostengo su cara entre mis manos. Ella me mira con esos ojos azules que me vuelven loco, que me dicen todo sin decir nada. Le acaricio la frente, las mejillas, los labios.
***
Luego se acerca poco a poco hasta que finalmente nuestras bocas se unen en un instante sublime en el que el tiempo parece detenerse. Mi corazón se para también, volviendo a latir con fuerzas renovadas cuando me doy cuenta de la realidad de lo que está sucediendo. Me besa con dulzura, como con timidez, como nadie me había besado antes. Le echo los brazos al cuello mientras siento cómo él me abraza con más fuerza, atrayéndome hacia su cuerpo. Entonces nuestro beso pasa de tentador a apasionado. Su lengua irrumpe en mi boca, recorriéndola con lentitud. Cuando se encuentra con la mía siento una descarga eléctrica que envía escalofríos de placer por todo el cuerpo. Nos vamos recostando poco a poco en el sofá hasta tumbarnos. Siento su mano en mi muslo derecho; ahora me doy cuenta de que únicamente voy vestida con mi sudadera de la facultad, pero no me importa. Su contacto me quema, me enloquece, me consume. Me aprieto contra él y le acaricio la espalda desnuda, sintiendo sus músculos tensos bajo mis manos. 
***
El violento timbre del teléfono nos devuelve a la realidad. Nuestros labios se separan, pero nosotros seguimos abrazados. Le ruego silenciosamente que no conteste, ella me obedece. Siento su aliento en mi mejilla, nuestros pechos se mueven al unísono. Sus ojos están fijos en los míos, mis brazos rodean su cintura. Me acerco a ella para volver a besarla, pero en ese momento salta el contestador.
- Dana, soy Tara. Ya hemos llegado al aaeropuerto, por una vez el avión salió puntual. Te esperamos en la sección de cafetería, no tardes mucho, que Matt está loco por verte.
Gime y se separa de mí, levantándose rápidamente del sofá. 
- ¿Qué sucede? - pregunto desconcertadoo.
- Hoy es el cumpleaños de Bill y ha vennido con Tara y Matt para celebrarlo con mi madre - grita desde la habitación -. Prometí que les iría a buscar al aeropuerto, pero me he olvidado por completo.
Sale al cabo de unos instantes, vestida con vaqueros y una camiseta blanca. Coge las llaves del coche y va hacia la puerta, yo la sigo un poco abrumado por los acontecimientos. Cuando llega a la entrada se da la vuelta.
- Siento mucho no quedarme contigo, Mullder - me dice con sinceridad.
- No te preocupes. Sobreviviré - digo ccon una sonrisa.
Ella me mira unos instantes. Luego se pone de puntillas y me besa ligeramente en los labios. Un beso lleno de promesas.
FIN