Para
leer contigo.
Por
Carla "Fox".
¿En qué
momento esto se transformó en... esto?
No
quisiera decir su nombre, porque aun tengo la pequeña esperanza de que me haya
equivocado.
Es tan fácil pasar años y años mintiéndome cuando el sentimiento no es real. Pude sufrir, si es cierto, pero creo que el dolor de pensar en perderte... se me hace inimaginable, terrible... demasiado solitario.
Una
persona puede pasar años esperando un ideal, al hombre perfecto y, sin embargo
no darse cuenta que el hombre real, con sus defectos y virtudes, es mejor aun
que la fantasía.
Pero la
fantasía es segura... la fantasía por su perfección es incapaz de dañarme, en
cambio el hombre real sí.
Dentro
de mí siempre supe esa verdad: Que cuando realmente me... ¿lo digo? Enamorada,
sería un ser vulnerable, lastimable y eso, es darle un gran poder a alguien...
el poder de tomar lo que ofrezco y amarlo o arrojarlo.
Si bien
ahora reconozco que todo lo vivido anteriormente (sin desmerecerlo) no fue ni
remotamente cercano a lo que hoy siento, las heridas quedaron y ese es mi
pasado. Y con él tengo que lidiar
ahora.
Alguien
me dijo muy sabiamente, aunque sin ninguna base sólida, que debía dejar atrás mi
pasado para alcanzar el futuro, y sólo hasta ahora que escribo estas palabras me
doy cuenta que mi pasado no son las personas, sino los temores. Esos fantasmas
que me persiguen de niña y que han moldeado una parte de mi
carácter.
Han
sido muchas las luchas que he mantenido para lograr que la real yo salga a
flote... y ya casi estoy fuera del charco... sólo me falta este último
fantasma... el monstruo más fuerte de todos.
Es
curioso, una persona puede pasar muchos años o tan sólo algunos meses, pero
siempre sólo en un momento de efímera pero absoluta claridad, descubre que
frente a ella estaba aquello tan deseado y sin embargo yo no lo quería
reconocer...
Lo
escudé bajo amistad...
Pero era un
lazo más fuerte, y siempre lo supe.
Su voz,
sus sentimientos, su pura honestidad, su determinación, su orgullo, sus sueños,
sus valores, y sus ojos... mezclas agridulces con gusto a
vida.
Y eso
es lo que quiero.
Y espero que algún día él quiera lo mismo, porque cuando ese día llegue... yo miraré el horizonte anaranjado, la luz desconocida que aparece y desaparece sin razón, escucharé el último canto de los pájaros y reiré, sólo como yo lo hago cuando me siento realmente feliz.
28
de septiembre de 2000