Título: Año Nuevo, vida nueva - Segunda Parte
Disclaimer: hagámosla corta, ellos no son míos, nunca han sido míos y, aparentemente, nunca lo serán. Pero, si lo fueran, serían exactamente como son… perfectos con sus imperfecciones.
Spoliers: Todo lo que puedan adivinar, captar o imaginar. Arcadia’s Dream es lo más obvio pero quién sabe qué más se mezcló por ahí. Cuando una ha visto la serie completa tantas veces, cada cosa pasa a ser parte de un todo.
Autor: Enia
Clasificación: MRS (of course), H y lo que se me haya escapado, también es.
Resumen: No hay mejor manera de investigar la desaparición de parejas en su luna de miel que yendo de luna de miel.
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Nota del Autor: Para todos aquellos que piensan que no lo hago tan mal en este género.
El hombre que vestía traje y corbata con el logo del lugar y una chapa con el nombre Benett tallado les sonrió con una hilera de blancos y parejos dientes.
- Buenas noches.
Mulder le sonrió a su vez y pasó un brazo por los hombros de Scully acercándola hacia él. Comprobó, con satisfacción, que ella no se ponía tiesa como lo había hecho durante la mañana. Su terapia de abrazos continuos había dado un muy buen resultado.
- Buenas noches. Quisiéramos una habitaación, por favor. Y de ser posible, con vista al lago.
El hombre los miró con cara de conocedor.
- Todas nuestras habitaciones tienen viista al lago señor. Si es tan amable de llenar esto, le entregaré la llave en un momento.
Mulder se inclinó para rellenar el formulario mientras Scully miraba todo lo que había en el lugar que pudiera resultar extraño. El hombre advirtió que ella no contemplaba a Mulder como solían hacer las recién casadas y eso le llamó la atención. Quizás no fueran recién casados después de todo. Con otra sonrisa tomó el formulario que Mulder le tendía y lo leyó.
- Muy bien, señor Mulder. Le haré subirr su equipaje si me da las llaves de su auto.
Giró sobre su hombro y llamó a un muchacho que estaba discretamente parado a un lado del mostrador.
- Ben, busca el equipaje de los señoress Mulder en el auto y llévalo a la suite Alpina. Señor, señora, si esperan un momento, Ben los acompañará a su habitación.
Mulder le sonrió y abrazó a Scully por la espalda.
- ¡Qué bueno! Estoy ansioso de tomar unn baño caliente.
- Veo que son de Washington. ¿Muchas hooras conduciendo?
Scully apretó con sus manos las de Mulder que la sostenían por la cintura sin dejar mucho espacio entre ellos.
- Mi esposo condujo todo el tiempo. Esttamos celebrando nuestro quinto aniversario y decidimos que los Grandes Lagos era el lugar ideal para festejar y recibir el nuevo milenio.
- ¿Así que están de aniversario? Muchass parejas llegan aquí para lo mismo y nos enorgullece que nos elijan para tan importante evento.
- Mi esposa y yo decidimos que ya era hhora de salir de la cuidad y respirar un aire más puro que el del hospital en el que trabajamos.
- ¿Son doctores?
- Dana es médico. Yo soy sicólogo. Así nos conocimos, cuando ella entró en mi despacho hace siete años para presentarse porque la habían asignado con algunos pacientes míos. Le aseguro que fue verla y saber que cambiaría mi vida por completo.
Eso es Mulder, sigue así. No hay como la verdad desnuda.
- Si me lo permiten, se los ve muy bienn juntos.
- Gracias.
Scully se zafó del abrazo de su “marido” y caminó hasta una gran ventana que mostraba el nevado paisaje alrededor del lago.
- Este lugar es exactamente como lo imaaginé - Se volteó y le sonrió al recepcionista - Varios amigos nuestros nos dijeron que vendrían por aquí y nos lo recomendaron.
- Si me permite la curiosidad, ¿qué perrsonas se lo recomendaron?
Mulder contempló las columnas de madera y los cómodos sillones de la recepción. Era un lugar acogedor, con su gran chimenea encendida y las alfombras hechas a mano.
- Los Van Tassel y los Grimns. Llamaronn cuando se registraron para contarnos el fabuloso lugar que habían descubierto y prometieron llevar fotos. Es una lástima que no llamaran al regresar a casa para contarnos los detalles, ¿no es cierto amor?
Scully le sonrió como si fuera el centro del universo.
- Sí, tienes razón. ¿Usted los recuerdaa? Deben haber estado por aquí hace un par de semanas, más o menos.
El hombre entrecerró sus ojos, como si tratara de recordar y asintió con la cabeza.
- Sssí, los recuerdo. Dos parejas encanntadoras que se hospedaron con nosotros sólo por un par de días. Los recuerdo porque estaban haciendo un viaje de luna de miel repetido. Una de las señoras bromeó diciendo que esperaba conseguir el bono extra de un hijo en algún momento del recorrido. ¿Tienen ustedes hijos?
Ni a Mulder ni a Scully les pasó desapercibido el cambio de tema, pero la sombra en los ojos de Scully le dijo a Mulder que ese maldito recepcionista había dado en el clavo sin saberlo.
Su mirada se cruzó con la de su compañera y, acercándose a ella, tomó su mano y la apretó con fuerza.
- No, ya no.
- ¡Oh! ¡Cuánto lo siento! Discúlpenme, por favor.
Mulder le hizo una seña con la mano, como restándole importancia y colocó con delicadeza un mechón del rojizo cabello detrás de la oreja de Scully.
Scully sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas al escuchar las tres palabras con que Mulder le dijo que no sólo ella había sufrido la pérdida de Emily. Sabía que, dada la vida que llevaban, ambos compartían las pérdidas y las insuficiencias del otro como si fueran propias. Si ella no podía tener hijos, Mulder nunca sería padre.
La entrada de Ben con sus maletas rompió el tenso silencio que se había instalado en la sala después de la disculpa del señor Benett quien se ocupó de contestar el teléfono mientras Mulder y Scully caminaban detrás del botones y, en silencio, subían al segundo piso. Claro que Ben no consideraba el silencio una de sus virtudes.
- Ya verán que lo pasarán muy bien. ¿Esstán de luna de miel?
Mulder, que miraba a su alrededor a medida que avanzaban hacia el cuarto, tomó a Scully por la cintura y le sonrió al muchacho.
- Es la segunda. Festejamos nuestro aniiversario.
El muchacho llegó ante una puerta doble y la abrió, entrando con las maletas mientras encendía las luces.
Scully pensó que ese lugar era paradisíaco. El cuarto era todo en madera, con una gran chimenea encendida, una de esas alfombras de largo pelo que son tan mullidas que uno puede descansar en ellas sin problemas, hermosos sillones claros llenos de almohadones, pequeñas mesas de madera rústica con preciosas lámparas antiguas y, en el medio del cuarto, una enorme cama hecha con troncos de madera sin lustrar y cubierta por el más bello edredón que recordaba haber visto nunca.
Mulder, mientras tanto, notó dos cosas importantes. La primera, que los bellos sillones eran demasiado cortos como para que él entrara acostado. La segunda, hacía demasiado frío como para que Scully le sugiriera que durmiera en la alfombra.
Mientras tanto, Ben colocaba las maletas dentro de lo que parecía ser el vestidor y seguía encendiendo luces.
- Muchas parejas vienen aquí por eso, lles parece un lugar muy romántico. Y creo que tienen razón en ello. Espero que asistan a nuestra Fiesta de los Aniversarios.
- ¿Fiesta de los Aniversarios?
Y diciendo esto, corrió las cortinas dejando al descubierto toda una pared de puertas de vidrio que daban a un balcón terraza con una grandiosa vista nocturna del lago.
Mulder le dio unos billetes al joven botones y cerró la puerta con lo que consideró era una buena interpretación del apremio propio de un hombre que quiere quedarse a solas con su mujer para hacer algo más activo que sentarse a contemplar el reflejo de la luna en las oscuras aguas que se mecían mansas bajo el edificio.
Claro que Scully no pensaba desaprovechar esa oportunidad y con la misma sonrisa que había esbozado al llegar se puso su chaqueta y salió a la fría noche invernal.
- Mulder, ¡esto es fantástico!
- Fox. Y tienes razón, no recuerdo que nos hayan mandado nunca a un lugar tan fantástico a trabajar.
La palabra trabajo trajo a Scully de vuelta a la realidad y, suspirando, se sentó en el asiento colgante lleno de almohadones. Si tenían que hablar del caso, no había mejor lugar que ese.
- Bueno, ya hemos establecido que los VVan Tassel y los Grimns también se hospedaron aquí, lo que coloca a este hotel como el último lugar en el que se les vio antes de desaparecer. ¿Alguna teoría?
Mulder se sentó a su lado, meciendo el asiento al hacerlo.
- Tal vez alguien que trabaja aquí seleecciona las parejas de entre los huéspedes y después los secuestra. Tiene sentido, después de todo, uno habla sobre lo que hizo, lo que hará, adónde se dirigirá. Es parte de la naturaleza humana. Cuando uno se va de vacaciones es propenso a hablar sobre todo lo que le concierne, desde cuál es su trabajo hasta cuántas veces tiene que detenerse durante el ascenso de las escaleras cuando sube hasta su departamento.
Scully asintió.
- En eso tienes razón. ¿Crees que sea aalguien que trabaja en el hotel o alguien que viene a diario?
- No lo sé, creo que mañana deberíamos charlar con el personal y los pasajeros a ver qué averiguamos. También llamaré a los pistoleros y les pediré que traten de entrar en el sistema del hotel y ver los registros de entrada y salida.
- Llamaré a Skinner para informarle a pprimera hora y le daré los datos de nuestra estadía. También quiero llamar al laboratorio para ver si ya tienen los resultados finales de lo hallado en el auto del hijo del senador.
Mulder estiró los brazos sobre su cabeza.
- Ahhh! Esto es vida. Bien Dana, ¿quierres ducharte primero o me dejas el honor?
- Ve tú. Llamaré pidiendo de comer y arrreglaré algunas de mis cosas mientras te bañas.
Mulder se levantó y fue por su equipaje. Scully permaneció un momento más contemplando el lugar, tan apacible y mágico que parecía irreal. Por un instante se creyó la mentira de su trabajo, la luna de miel, las bodas de madera, los abrazos, los besos, el amor. Por un instante. Con un suspiro sacudió su cabeza y entró para llamar al comedor, insistiendo que no olvidaran el té helado de su esposo.
Cuando colgó se dio cuenta que no había tenido que preguntarle qué iba a comer. Una sonrisa cruzó sus bellas facciones. Tal vez no todo fuera cierto, pero qué importaba, a los efectos prácticos de su vida diaria, ella era la señora Siniestro.
Sintió que el agua de la ducha dejaba de correr y buscó sus cosas para entrar al baño cuando un Mulder con pantalones cortos, remera y el pelo mojado emergió oliendo a jabón, desodorante, shampoo y algo más que no pudo definir con una mejor palabra que “hombre”. ¿No tendría un frasco de feromonas escondido por ahí sin que ella lo supiera?
- Bueno, es todo tuyo. El agua está fabbulosa.
Algo avergonzada de las imágenes que cruzaron por su cabeza, Scully tomó su bolsa y se apresuró a entrar y cerrar la puerta, tan solo para abrirla un segundo después y asesinarlo con la mirada.
- Mulder, creí que habíamos quedado de acuerdo en que esta vez respetarías las normas. ESAS toallas deberían estar en el canasto y no entraré en ese baño hasta que no las recojas y las pongas en su lugar.
Mulder levantó sus manos en señal de rendición y paz.
- Oye, tranquila. Lo olvidé.
Y manteniéndose pegado a las paredes como si temiera que ella lo golpeara, entró en el cuarto y levantó las toallas húmedas. Salió sonriendo y le hizo un ademán de galante paso.
- Sus deseos han sido satisfechos.
- No esperarás que te lo agradezca, ¿veerdad?
Iba a cerrar la puerta cuando Mulder se lanzó a la cama y cruzando los brazos detrás de su cabeza le sonrió.
- Ya que estamos en esto de satisfacer deseos del otro, ¿podrías no ponerte esa cosa verde en la cara? Mira que si alguien te ve por casualidad, mañana nadie creerá que pude cumplir con mis deberes maritales. Esa cosa le mata el líbido a cualquiera.
El portazo que siguió hizo que la camarera que pasaba justo en ese momento por el pasillo se preguntara qué rayos estaban haciendo en el cuarto los nuevos lunamieleros.
Mulder sacó sus pipas de girasol, tomó el control remoto del televisor y se acomodó contra el respaldar de la cama con la expresión de alguien que está muy satisfecho consigo mismo.
- Es lo menos que merezco. Bajé la tapaa del excusado y oprimí el pomo de la pasta dental donde ella quiere.
Mulder caminaba por el pasillo del hotel rumbo a la habitación. Estaba ansioso por decirle a Scully que había hablado con Skinner y le había dicho que las parejas habían aparecido misteriosamente pero que otros agentes se harían cargo de averiguar lo que les pasó, y que, en recompensa por su espíritu de sacrificio al trabajar durante las fiestas, les habían dado esa semana libre y podían ir a hacer alguna excursión al bosque o algo así.
Cuando llegó al cuarto abrió la puerta, pero no llegó a dar más de dos pasos cuando lo que vio lo petrificó. El piso estaba sembrado de chaquetas y camisas y la cama estaba absolutamente revuelta, resultado inequívoco de la actividad que Scully y Skinner tenían sobre ella. Los jadeos y suspiros llenaban la habitación y el peso en su pecho lo obligó a sostenerse de sus rodillas, doblado en dos. Casi no podía respirar y sintió que su corazón se detendría de un momento a otro.
Abrió los ojos sobresaltado y se encontró acostado boca arriba. Tardó un par de segundo en darse cuenta que estaba en una cama que no era la suya, en un cuarto que no era el suyo. Y le llevó solo dos segundos más percatarse que el peso que tenía sobre su pecho no era otra que Scully que aparentemente lo hallaba más cómodo a él que a su almohada.
Parpadeó varias veces y recordó que finalmente, después de comer y reírse de los efectos especiales de la primer película sobre Drácula, llamada Nosferatus, ambos habían decidido que podían dormir en la misma cama. Claro que hubo muchas afirmaciones del tipo: “Oye, somos adultos” o “Estoy tan cansado que lo único que puedo hacer esta noche es dormir” o la razón que decidió todo: “Las camareras se darán cuenta si no dormimos en la misma cama. Una vez una mucama me ayudó a descifrar un caso cuando me dijo con seguridad que la mujer muerta pasó la noche con otra persona por la forma en que estaban desarregladas las sábanas”
Pero parecía que sus hormonas aún no se habían enterado de que había llegado a la adultez y le llevó dos largas horas lograr dormir.. Y cuando finalmente lo logró, otro de sus sueños apocalípticos lo asaltó de nuevo.
- Cómo odio estas malditas pesadillas.&
Sus palabras hicieron que Scully se removiera en sus sueños, girando su cabeza de manera que quedó justo frente a su rostro mientras lo abrazara con más fuerza. Mulder contempló el cabello rojo que se veía como de seda con la luz de la luna, las pequeñas pecas de su nariz, las pestañas largas, sus labios entreabiertos y con cuidado alzó su mano y le sacó un mechón de cabello que caía sobre su mejilla, venciendo la tentación de besarla por miedo a que despertara y se apartara de él.
Por un momento se imaginó lo que sería despertar viendo ese rostro a escasos centímetros del suyo todos los días y deseó que fuera posible. Ya no sufriría de insomnio, seguro que no tendría pesadillas, y tendrían que buscarle otro apodo en la oficina. Nadie que es inmensamente feliz puede ser siniestro.
La certeza de saber que eso no ocurriría lo entristeció más de lo que nada podría hacerlo y en un acto reflejo abrazó a Scully y la mantuvo entre tus brazos hasta que el sueño lo venció, esta vez sin pesadillas.
Sin embargo, la mujer que yacía entre sus brazos no pudo dormir durante bastante tiempo, mas no le importó que la hubiera despertado al abrazarla. Sabía que debía apartarse de él, abandonar la almohada de su pecho y volver a su lado de la cama, el que había insistido en delimitar.
Pero decidió que por un momento podría quedarse allí, escuchando rítmico sonido de los latidos de su corazón, disfrutando de la paz y la seguridad que le brindaba el descansar entre los brazos del hombre que amaba. Sólo se quedaría un minuto más y se apartaría. Sólo un minuto…
El sol entró de lleno por la ventana, despertando a Scully. Una mirada al reloj le dijo que había dormido cuatro horas desde la última vez que lo miró desde su privilegiado lugar sobre el pecho de Mulder. Pero ahora su cabeza descansaba sobre la almohada y una incursión de su pie le dijo que Mulder ni siquiera estaba en la cama.
Se sentó y un examen visual le confirmó que tampoco estaba en la habitación, así es que, entre frustrada y aliviada, tomó sus cosas y entró en el baño, dispuesta a darse una buena ducha y despejar su cabeza de deseos de año nuevo no concretables ni factibles.
Media hora después, ya sintiéndose ella, salió del baño justo cuando Mulder entraba en el cuarto, dejando la puerta entreabierta.
- Buenos días. Veo que mi bella durmiennte ya está levantada. Y yo que venía a despertarte con un beso.
Scully lo miró como tratando de dilucidar si estaba borracho.
- Lamento haber echado a perder tus plaanes.
Mulder se acercó a ella y le sonrió.
- ¿Y quién dijo que los echaste a perdeer?
Y sin más dilación la abrazó y la besó. Scully casi se cae de la impresión y lo único que evitó que diera con sus huesos contra el suelo fue que Mulder la tenía firmemente abrazada por la cintura… y que ella se aferró a sus hombros, claro. No tuvo conciencia de si el beso duró un segundo, un minuto o una hora pero sí tuvo conciencia que de casto y puro no tuvo nada. Quizás podía excusarse esto diciendo que ella tenía la boca abierta por la impresión que le causó el que él la abrazara apenas entró, pero la verdad era que nunca en su vida la habían besado así. Mulder debió sacar 10 en francés en la secundaria. La regordeta mujer de aquel pueblo poblado de disturbios meteorológicos anímicos tenía razón. Ese hombre sí que sabía besar.
Después de un instante de abandono total y absoluto Scully comenzó a darse cuenta de que ella estaba correspondiendo a ese beso tal y como se lo estaban dando y la temperatura del lugar estaba comenzando a alcanzar niveles más que peligrosos. Estaba a punto de apartarlo cuando un carraspeo proveniente de la puerta hizo que Mulder se alejara apenas unos milímetros y ambos miraran a una ruborizada muchacha que cargaba con toallas blancas.
- Lo siento, la puerta estaba abierta. Yo… sólo vine a traer toallas limpias.
Mulder, sin soltar a Scully, le sonrió.
- No hay cuidado. Sólo le daba los buennos días a mi esposa.
La esposa, que sentía que la cara le ardía como si hubiera pasado todo el día al sol sin protector solar, no hizo ningún gesto. ¡Rayos! Casi ni podía respirar, mucho menos sonreír o hablar. ¡Maldita fuera esa mucama!
La muchacha dejó las toallas sobre una silla cercana y, sonriendo avergonzada, salió rápidamente del cuarto cerrando la puerta tras ella.
Mulder se rió y estampándole un beso en la frente, soltó a Scully de mala gana para ir a tomar uno de los toallones.
- Creo que dentro de un instante todo eel personal conocerá la versión corregida y aumentada de este incidente.
Scully, que ya había logrado controlarse, lo miró tratando de decidir si lo mataba o no. Evidentemente la había besado como si lo único en que pudiera pensar fuera en llevarla a la cama porque había visto a la mucama, sólo había sido parte de su actuación, pero eso no evitaba que se sintiera absurdamente utilizada. Que Mulder agradeciera que fuera tan profesional ya que eso hizo que se las arreglara para hablar jocosamente.
- Tienes razón. Para la hora del almuerrzo probablemente la historia ya haya llegado a la versión triple x.
- Sí, supongo que sí. Bien, iré a duchaarme y podremos bajar a desayunar. No hay como correr a primera hora para despertarle el apetito a uno. Salgo en un instante - Iba a cerrar la puerta cuando asomó su cabeza y la miró con su mejor expresión de niño travieso - Por cierto, tienes mi voto para el Oscar a la mejor actriz por ese beso. Estoy seguro de que esa mucama tiene todo tipo de ideas en la cabeza en este instante.
La almohada que Scully le lanzó dio de lleno en la puerta mientras la nominada se dejaba caer sobre la cama y el jurado se metía debajo de la ducha más fría que hombre alguno pueda llegar a desear en esas circunstancias. Evidentemente, la muchacha no era la única con todo tipo de ideas.
A las diez de la noche Mulder, vestido de etiqueta, comía pipas de girasol tendido en uno de los sillones mientras leía el informe acerca de los registros del hotel que los Pistoleros le habían enviado. En él figuraban que todas las parejas desaparecidas habían estado hospedados hasta la mañana anterior a ser descubiertos sus autos.
Durante todo el día habían hablado con todos los empleados del lugar, preguntado despreocupadamente acerca de sus amigos que les habían recomendado el lugar y tratando de averiguar más acerca de las costumbres de quienes allí trabajaban. Finalmente, descubrieron una puerta cerrada electrónicamente en la pared en la gran estructura que albergaba la pileta climatizada y Mulder había sido detenido por un fornido hombre de mantenimiento en forma amable pero firme cuando quiso intentar abrirla.
- Sabes, creo que quizás tienes razón ccon respecto a esa puerta. Estuve mirando el edificio por fuera y es mucho más grande que por dentro.
La voz de Scully le llegó desde el baño, en donde había estado refugiada los últimos veinte minutos terminando su arreglo para esa noche. Ambos irían a la Fiesta de los Aniversarios, aún cuando nadie les había querido dar detalles sobre el evento asegurando que, dado que ellos estaban de aniversario, no debían saberlos. Iban a estar sorprendidos.
- Sí, yo también lo noté. Esta noche approvecharemos el fragor de la fiesta para escurrirnos hasta ahí y tratar de abrirla. Apuesto lo que sea que encontraremos lo que buscamos detrás de esa puerta.
Mulder dejó de lado el informe y se levantó para mirar el paisaje del lago iluminado por la luna. Estaba muy contento. El día había sido fantástico, como una de esas cursis películas de espías en las que combinaban las aventuras y el romance.
Había despertado cuando el sol estaba asomando su nariz y se encontró con que Scully ya no dormía sobre su pecho. Según parecía, de alguna manera en el transcurso de la noche, habían llegado a la famosa pose cuchara y confirmó una vez más que ese podía perfectamente ser su deseo de Año Nuevo. Despertar abrazando a Scully de esa manera por el resto de sus días.
Por supuesto, después de un rato de oírla respirar y de saturar sus sentidos con el perfume de su cabello, la cordura volvió a él y se levantó sin despertarla, dispuesto a correr hasta caer agotado. Después de una hora pensó que estaba listo para volver al cuarto. Pero la visión de la joven cargada con toallas tres puertas antes de la suya despertó al diablo que llevaba dentro y le pidió toallas para su habitación. Le daría el beso de los buenos días y necesitaba una gran excusa para darle el beso que tenía pensado. Estaba muy satisfecho del resultado de su estratagema y ya tenía varias ideadas para esa noche.
- Claro que para eso hará falta que lleeguemos a la fiesta. Apresúrate Dana, el conserje dijo que empezaba a las diez y son las diez y cuarto. - Se volvió hasta los papeles que había dejado sobre la mesa de café y los guardó dentro del fondo falso de su valija. No podía arriesgarse a que una mucama entrometida los descubriera. - ¿Cuál crees que será la sorpresa de la que tanto hablan?
- No tengo ni la menor idea.
Al escuchar la voz de Scully en el mismo cuarto, Mulder giró y se quedó sin habla. Scully llevaba un hermoso vestido de terciopelo azul muy oscuro, sin hombros, que se adhería a su cuerpo como si fuera un guante y con un gran tajo dejaba ver casi toda la pierna. O eso es lo que Mulder pensó. Zapatos altos del color de vestido, una cadena con un pequeño colgante que se cobijaba en la base de su cuello, el pelo recogido dejando caer mechones alrededor de su rostro y una capa haciendo juego completaban el más maravilloso atuendo que Mulder había visto en una mujer.
- ¡Guau Scully! Estás… hermosa. - Al veer el brillo en los ojos de su compañera le sonrió y se acercó para mirarla de cerca. Sabía que debía hacer algo antes de que perdiera el control y la secuestrara en el cuarto hasta que se hicieran viejos. Así es que respiró hondo y sacó a relucir su viejo humor - Sospecho que alguien se ha estado escondiendo dentro de una bolsa de arpillera todo este tiempo.
Scully, que no se había percatado demasiado bien del efecto que causaba en su compañero porque ella estaba bastante shockeada ante el aspecto formidable que tenía en traje de etiqueta, le sonrió a su vez.
- Sí, bueno, parece que la arpillera esstaba de barata porque yo no era la única. ¿Está listo para que nos vayamos, señor Mulder?
- Por supuesto, señora Mulder.
Y tomándola de la mano, salieron rumbo a la fiesta.
Dos horas después Scully charlaba animadamente con una pareja que celebraba 56 años juntos. Parecía que la fiesta era una convención de matrimonios festejando aniversarios ya que ella había hablado por lo menos con cinco y Mulder con siete.
La señora Ricco bebió un pequeño sorbo de su copa y tomó la mano izquierda de Scully para contemplar el anillo que el FBI le mandó antes de irse. Era un precioso anillo de brillantes engarzados que costaba más de lo que ella y Mulder ganarían a lo largo de diez años, razón por la cual se le había ordenado cuidarlo con su vida.
- ¡Tu anillo es hermoso querida! Tu espposo sí que tiene buen gusto a la hora de pedirte en matrimonio.
Scully miró el anillo y sonrió intentando que la tristeza que le provocaba el que su “esposo” jamás le hubiera pedido matrimonio con esa joya no se le notara demasiado.
- Sí, Fox debe haber gastado los ahorroos de toda su vida en él. A veces siento que llevo nuestro depósito de emergencias a cuestas día y noche.
- Y cuéntame, ¿cómo fue que se declaró??
Scully estaba a punto de repetir alguna escena romántica de alguna de las tantas películas del género que había visto cuando recordó que Mulder había andado por ahí contando los hechos tal y como ocurrieron, aunque un poco mezclados en el tiempo.
- Bueno, fue durante unas vacaciones, uun año y medio después de conocernos. La idea era que yo iría a pasar el verano con mi hermano y su familia mientras él iba a pescar en el Caribe, pero me quedé un par de días en un pueblo pesquero a ayudar a sus habitantes ya que un… virus se presentó repentinamente y no tenían un médico capacitado para atenderlo.
- ¿Y él, como un buen novio enamorado, fue a ayudarte?
- No, no. Verá, en esa época sólo éramoos amigos, pero igual nos veíamos a diario y hablábamos por teléfono todo el tiempo. La cuestión es que mientras estaba allí un día cuando hablábamos por teléfono discutiendo las posibilidades del caso que se presentaba, él me propuso matrimonio en medio de la charla.
La cara de desilusión de la mujer, como diciendo ¿Eso es todo? la hizo sentirse incómoda, aunque la verdad era que la historia le sonaba tan insulsa a ella que podía imaginarse cómo le sonaría a la pareja, así es que decidió adornarla un poco. Estaba segura que Mulder no le pondría adorno alguno. Estaba por empezar a dejar volar su imaginación cuando el calvo hombrecillo le guiño un ojo.
- Entonces, es cierto que el accidente que tuvo tu marido en el caribe fue a causa de que te negaste a aceptarlo, ¿eh? Pensé que ese muchacho estaba exagerando.
Scully casi se queda con la boca abierta. ¿Qué rayos había estado contando Mulder?
- ¿Así que mi esposo le dijo eso? ¿Que se accidentó por mi culpa?
- No, dijo que estaba tan mal por tu neegativa que no se fijó bien lo que hacía y cayó por la borda durante una tormenta.
Scully casi se delata riendo a carcajadas mientras que la señora Ricco la miraba embelesada.
- ¡Qué romántico! ¡Casi muere por un maal de amores! ¿Cómo es posible que no hayas querido casarte con él? Tu esposo es muy guapo y muy amable. Me pareció un chico estupendo cuando lo conocí esta mañana.
Scully, que no esperaba que la regañaran, trató de encontrar una excusa razonable a su proceder. ¿Por qué Mulder no dijo que ella lo había aceptado de inmediato? Ahora tenía que mentir más de lo que debería haberlo hecho.
- Es que… verá… - buscó en su mente, deesesperada por hallar una buena razón y de repente se le prendió la lamparita - Lo que pasa es que pensé que era una broma. Él jamás me había dicho que me amaba, sólo éramos buenos amigos y de buenas a primeras ¡me pide matrimonio! ¡Y por teléfono! ¿Qué otra cosa podía yo pensar fuera de que era un chiste?
- ¿Qué la distancia me había hecho darmme cuenta de cuánto te amaba y cuánto me hacías falta y lo infeliz que hubiera sido si no pasaba el resto de mis días contigo?
La voz de Mulder la sobresaltó. Un segundo antes creía haberlo visto charlando con una rubia teñida que lo miraba como si fuera el regalo prometido y no esperaba tenerlo detrás de ella escuchando su conversación y mucho menos hilvanando semejante declaración.
Se giró para mirarlo de frente.
- Bueno, no… no se me ocurrió eso. Creoo que es una de las consecuencias de estar tanto tiempo juntos. Me acostumbré a tu extraño sentido del humor y pensé que sólo bromeabas. Además, siempre pensé que la idea del matrimonio te asustaba.
Mulder la tomó de la cintura y besó su frente.
- No, cariño. A la única que le asustabban las relaciones era a ti.
Scully no supo qué contestar. Esto de andar por ahí usando sus propias vidas para conformar la pantalla del matrimonio estaba extralimitándose un poco. Y, además, no podía pensar bien cuando lo tenía así de cerca y así de… perfumado.
El señor Ricco palmeó el hombro de Mulder y se rió.
- Pero el amor todo lo puede muchacho. La prueba está en que la tienes contigo ahora y que estarán juntos hasta que la muerte los separe.
Mulder le sonrió a la pareja.
- Ese es mi plan, Ben. Y ahora, si nos disculpan, creo que están tocando nuestra canción.
Y haciendo una reverencia con la cabeza, arrastró a Scully hasta la pista de baile y, tomando su mano derecha, la apretó contra él mientras la letra de Endless Love era desgranada por el hombre al piano.
Durante un momento bailaron en silencio, dejando que la clásica canción los envolviera con su declaración de amor eterno. Scully levantó sus ojos color mar y miró a Mulder interrogante.
- ¿Descubriste algo?
Mulder la miró y le sonrió.
- No, nada. Sólo estaba algo cansado dee tanta charla. No soy una criatura demasiado social por naturaleza y necesitaba un momento de silencio y calma.
Scully le sonrió divertida.
- ¿Muchos anzuelos para un solo pez?
Otra vez el maldito sonrojo. ¡Diablos! No recordaba haberse sonrojado tanto desde el secundario, pero no podía evitar sentirse poderosa. Lo traía de cabeza desde que llegaron a ese lugar y lo sabía. Realmente, este estaba resultando las mejores fiestas de su vida. ¡Y al día siguiente era Año Nuevo! Sí, la vida le sonreía al menos por una vez.
Mulder, siguió bailando asegurándose de mantenerla bien pegada a él, pensando en el siguiente paso a dar. Claro que el siguiente paso nada tenía que ver con la investigación, pero no podía evitarlo. Era como haber atravesado el espejo y estar vagando libremente por el país de las maravillas. Por supuesto, Scully siempre estaría allí para traerlo de vuelta a la realidad.
- ¿A qué hora crees que debamos ir a daar el romántico paseo que nos llevará hasta la piscina cerrada?
- Creo que podríamos escurrirnos hasta la terraza mientras bailamos y así pasar desapercibidos. Nadie pensará demasiado acerca de lo que tenemos en mente cuando nos vean salir hacia…
La voz que sonó en los altoparlantes lo interrumpió.
- Buenas noches a todos y bienvenidos aa nuestra Fiesta de los Aniversarios. Esta noche tan especial tenemos a catorce parejas celebrando su aniversario de bodas con nosotros y, como todos los años, cumpliremos con la tradición de reafirmación de votos. La pareja con menos años de casados y la pareja con más años volverán a casarse delante de todos los presentes, como una confirmación del amor que los une y que los mantendrá juntos toda la vida.
Todo el mundo aplaudió entusiasmado ante lo que, evidentemente, era el evento más esperado de la noche. La señora Ricco se acercó a Scully y le susurró emocionada.
- ¡Esto es tan especial! ¡Nosotros somoos los que más años llevamos juntos este año pero me siento como si estuviera a punto de casarme por primera vez!
Scully le sonrió, contagiada de la emoción de la anciana que apretaba la mano de su esposo con la misma ilusión que seguro tenía 56 años antes cuando esperaba para darle el sí por primera vez.
Mulder se inclinó hasta su oído simulando darle un beso y le susurró.
- Me parece que este es el momento ideaal. Todos estarán mirando a las parejas que se van a casar y nadie prestará atención si desaparecemos.
Scully asintió con la cabeza y comenzaron a caminar lentamente hacia una de las puertas que daban a la terraza del hotel mientras el locutor seguía hablando.
- Este año nuestra pareja de veteranos en el arte de la vida conyugal son dos viejos y querido amigos de la casa, infaltables asistentes de esta fiesta, nuestros amigos, Eve y Ben Ricco. Adelante por favor, vengan a situarse debajo de nuestro arco de flores.
Todos aplaudieron a la pareja de ancianos mientras se dirigían al lugar, bellamente adornado con flores blancas y pequeñas luces, donde los esperaba un hombre que, evidentemente, oficiaría de juez.
- Y la pareja que, según nuestros regisstros, lleva menos tiempo en esta empresa vitalicia de vivir de a dos, son nuevos también en esta reunión. Aplaudamos a Dana y Fox Mulder que celebran su quinto año juntos.
Mulder y Scully se congelaron en donde estaban sin poder creer lo que acababan de escuchar mientras todo el mundo miraba sonriente a su alrededor buscándolos y aplaudía esperando que avanzaran hasta donde los esperaban los Ricco y el juez.
Scully estaba a punto de salir corriendo y tironeó de Mulder mientras le hablaba en susurros
- Mulder, no podemos hacerlo. No estamoos casados así es que no podemos reafirma votos. Y si vamos hasta allá….
- Lo sé. Mira, después lo solucionaremoos. Seguro que esto no sea más que algo simbólico, sin valor real. Pero si no vamos sospecharán que hay algo raro.
El locutor, que acababa de identificarlos entre la multitud gracias al reflector que se había detenido sobre ellos, le sonrió con picardía.
- Lo ve señor Mulder. Era mejor que no le contara de la sorpresa.
Mulder tomó a Scully por la cintura y caminó con ella por el pasillo, sonriendo ambos como si no estuvieran sufriendo de taquicardia.
- Sí, ya lo creo.
Ambos se colocaron bajo la improvisada pérgola de flores y luces, junto a los Ricco y el locutor se acercó y les entregó a ambos “novios” una caja de terciopelo.
- Como todos los años, el hotel se permmite regalarles estos anillos para que puedan dárselos a sus esposas. Si colocan sus alianzas a los lados, el juego quedará completo.
Mulder abrió el estuche y se encontró con un bello anillo bastante similar al que tenía Scully en su dedo desde que salieron de su departamento. Se sacó la alianza que llevaba y luego la miró, esperando que le entregara la de ella. Scully, sin estar muy segura de lo que podía suceder, se quitó la argolla de oro y la colocó en el estuche junto con la de Mulder.
El hombre que estaba frente a las dos parejas tomó los estuches y comenzó la ceremonia, recitando peligrosamente un texto que a Scully le pareció haber escuchado antes en uno que otro casamiento.
Ambos estaban bastante desconcertados. Una cosa era fingir ser un matrimonio y jugar a que estaban de luna de miel y otra muy diferente, casarse. Y ninguno de los dos estaba seguro de que ese no fuera un casamiento real. Ese hombre bien podía ser un ministro o un juez.
Scully estaba tratando de imaginar cómo saldrían de ese embrollo cuando de dio cuenta de que le estaban hablando a ella. Ni siquiera se percató que la otra pareja ya había repetido sus votos.
- Tú, Dana, aceptas a Fox como tu esposso y prometes serle fiel en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, amándolo y respetándolo hasta que la muerte los separe.
Scully se paralizó y entró en una especie de ataque de pánico. No importaba lo que pareciera, ella estaba casándose con Mulder. Pero no podía ahora salir corriendo y decir que no. Tenía que aceptar, no había otra salida, así es que tomó aire y con la mayor seguridad que fue capaz de imprimirle a su voz contestó:
- Sí, acepto.
El hombre se giró a Mulder, que transpiraba horrores de puro nervio, para repetir su pregunta.
- Y tú, Fox, aceptas a Dana como tu espposa y prometes serle fiel en la salud y la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, amándola y respetándola hasta que la muerte los separe.
Mulder, que no se había dado cuenta que Scully le estaba triturando la mano inconscientemente, se preguntó si todos los hombres estarían así de nerviosos cuando les preguntaban semejante cosa, pero, al igual que Scully, tomó aire y siguió adelante con la farsa.
- Sí, acepto.
El hombre les sonrió y les extendió los anillos. Mulder casi los dejó caer y, sin mirar a Scully a los ojos, tomó su mano izquierda y deslizó los anillos en su dedo anular. Por un instante la imagen de Fronhikie cuando le contara lo que había pasado le hizo tanta gracia que estuvo a punto de reír y miró a Scully por primera vez desde que se habían parado debajo de esas flores.
Scully, que no podía creer el lío en el que se habían metido, tomó con firmeza la alianza que quedaba y la ajustó al dedo de Mulder, pero aún así tampoco lo miró a la cara. ¿Cómo le explicarían todo eso a Skinner? Y eso sin contar a su hermano, le daría un ataque cuando se enterara.
- Ahora pueden besar a sus novias.
¡Eso sí que lo escucharon!
Mulder tomó el rostro de Scully entre sus manos y, en un instante, ambos se encontraron otra vez en el pasillo del apartamento de él, ella, despidiéndose sin hacerlo, él, suplicando que no se fuera. Acarició la línea de su mandíbula y lentamente se acercó a ella.
Scully esperó por un momento sentir el pinchazo que evitó que él la besara en aquella ocasión, pero el dolor no llegó. Sólo llegó Mulder y el más dulce beso que le habían dado en su vida.
No fue como aquel del Año Nuevo anterior, ni como el que le había dado esa mañana en la habitación. Sintió que la besaba como si ella fuera su más preciado tesoro, una flor delicada que veneraba con toda su alma y amaba con todo su corazón. Y sin darse cuenta, elevó sus brazos y le ciño el cuello, anhelando que nunca se acabara.
Fue una suerte que todo el mundo comenzara a aplaudir en ese instante porque Mulder, cuando sintió que lo abrazaba, casi perdió el férreo control que estaba ejerciendo sobre sí mismo y sus emociones. Pero el aplauso no evitó que se permitiera besarla un poco más. Sentía que no tendría otra oportunidad como esa.
Finalmente se separaron y cada uno clavó su mirada en el otro, entre interrogante y expectante, como preguntado y disculpándose a la vez. Pero Mulder supo leer por detrás del brillo de esos ojos color de mar todo el miedo que empezaba a oscurecer el alma de la mujer que tenía delante.
- Scully, yo…
Todo el mundo se acercó a felicitar a las dos parejas, interrumpiendo lo que estaba por decir, y los brindis comenzaron, impidiendo que ninguno de los dos tuviera oportunidad de hablar. Más no tuvieron nada que decir cuando el hombre que había oficiado la ceremonia se acercó sonriente y brindó con ellos.
- Señor y señora Mulder, espero que el Señor los bendiga con una larga y hermosa vida juntos. Les pido disculpas a ustedes, como ya lo hice con los señores Ricco, por mi atuendo, pero no puedo hacerme de las galas apropiadas a tiempo.
Mulder le sonrió divertido.
- ¿Extravió su equipaje?
- Peor, las llaves de la parroquia. Serrá mejor que me ponga en campaña o mañana no habrá misa de 8 y mis fieles se enfadarán. ¡Créanme! ¡No hay nada peor que un sacerdote distraído!
Y con esas palabras se alejó, dejando que Mulder y Scully se miraran entre desesperados y asombrados. ¡Un sacerdote católico los acababa de casar!