Título: Año Nuevo, vida nueva - Tercera Parte
Disclaimer: hagámosla corta, ellos no son míos, nunca han sido míos y, aparentemente, nunca lo serán. Pero, si lo fueran, serían exactamente como son… perfectos con sus imperfecciones.
Spoliers: Todo lo que puedan adivinar, captar o imaginar. Arcadia’s Dream es lo más obvio pero quién sabe qué más se mezcló por ahí. Cuando una ha visto la serie completa tantas veces, cada cosa pasa a ser parte de un todo.
Autor: Enia
Clasificación: MRS (of course), H y lo que se me haya escapado, también es.
Resumen: No hay mejor manera de investigar la desaparición de parejas en su luna de miel que yendo de luna de miel.
Feedback: ¡PLEASE! A merodriguezARROBAinfovia.com.ar
Nota del Autor: OK, el Año Nuevo que aparece aquí es absolutamente ficticio, no entra en la cronología de la serie y me pareció que esta puede ser una buan explicacción al embarazo del Scully en Requiem.
Scully respiró hondo y cerró los ojos tratando de poner las cosas en orden. Tenían un trabajo que hacer, debían salir de ese salón, entrar en la piscina cubierta, abrir la puerta y averiguar lo que ocurría. No podía distraerse en ese instante con las implicancias de lo que acababa de ocurrir.
Mulder, tan o más alelado que su compañera, sonreía a una regordeta mujer que lo felicitaba, sin ser capaz de escuchar una sola de las palabras que la en extremo arreglada mujer decía. ¡Parecía increíble! Tantos años luchando para no ser separados, peleando contra viento y marea, esquivando por los pelos las sanciones y designaciones que harían que tuviera un nuevo compañero y ahora, por un simple caso que nada tenía de expediente X, les entregaba en bandeja de plata la excusa perfecta que necesitaban para enviarlos a puntas opuestas de país.
De repente sintió que alguien lo tomaba del brazo y la voz de Scully lo sacó de su ensimismamiento cuando se dirigió a la efusiva señora que lo tenía acorralado.
- ¿Me presta a mi esposo un momento?&nnbsp;
- ¡Claro querida! ¿Ya lo estás extrañaando? ¡Ah! Siempre ocurre lo mismo. Una piensa que no hay problema, que puede estar lejos del hombre que ama por un par de horas y a los cinco minutos ya está desesperada por que deje de hablar con extraños y nos abrace.
Scully le sonrió con una sonrisa que, de ser más perceptiva la otra mujer, se habría percatado que no llegaba a sus ojos. Pero no sólo no era perceptiva, hablaba tanto que no tenía tiempo de mirar lo que tenía delante.
- Pero no se preocupen, es comprensiblle. Puedo darme cuenta cuándo una pareja puede estar separada y cuándo necesita estar cerca la mayor parte del tiempo. Espacio personal.
Mulder la miró por primera vez.
- ¿Espacio personal?
- Sí, tú sabes hijo, el espacio personnal. Todos tenemos un radio de espacio que nos circunda el cual consideramos como propio y en el que no nos gusta que entren otras personas.
- Sé lo que es. Soy sicólogo.
Scully levantó su ceja, intrigada ante este detalle del que no se había percatado pero que no podía refutar. Era cierto que cuando hablaba con Mulder de cualquier caso o cosa siempre estaban prácticamente parados en una sola baldosa pero no se había dado cuenta de cuán inconsciente era ese acto.
- ¿Pegados?
- Como estampilla al sobre. ¿Lo ven? UUstedes han hecho que su propio espacio sea también del otro, no se sienten invadidos por la proximidad. Eso es un claro signo de que conforman una verdadera pareja y una clara muestra de cuánto se aman.
La mujer concluyó su discurso con una beatífica sonrisa que demostraba lo orgullosa que estaba de sus conclusiones. Mulder le sonrió
- ¡La felicito! Usted es muy buena. Deebería dedicarse a trabajar con parejas, quizás podría tener una agencia de citas o algo así.
- ¡La tengo! La agencia de matrimonioss “Y vivieron felices” y me jacto de haber unido a 326 parejas en felices matrimonios.
Scully pensó que eso era más que suficiente, así es que con su mejor semblante agarró a Mulder fuertemente del brazo y comenzó a arrastrarlo a la terraza mientras decía:
- ¡Felicitaciones! Su tarea es muy loaable y estoy segura que su colección de fotos de bodas debe ser muy gratificante. Si nos disculpa, mi esposo me prometió una sorpresa a principios de la noche y quisiera saber de qué se trata.
- ¡Por supuesto!
Mulder caminó junto a Scully hasta que llegaron a las puertas de cristal y tomando los abrigos, que colgaban en perchas de la pared, le ayudó a ponerse su capa y salieron a la fría noche.
- ¡Vaya! Estamos en la convención munddial de expertos en matrimonios. Creo que les daría un ataque si supieran que acaban de desperdiciar tanta sicología en una pareja de agentes federales que están tan cerca de casarse como ellos de transformarse en primeros ministros de Inglaterra.
- Mulder, no sé qué es lo que tú creess, pero te equivocas. ¡Por Dios! ¡Ese era un sacerdote católico! ESTAMOS casados. En la religión católica, lo único que se necesita para casarse son los novios, el sacerdote y los testigos. No tienes que firmar papeles para que sea valedero, sólo tienes que decir “Sí, quiero” y recibir la bendición del padre.
Mulder apretó los labios, incómodo ante la confirmación de algo que ya se temía. Pero no permitió que el pequeño detalle de ser ante Dios el Señor Spooky Rey de Hielo le hiciera perder la calma.
- Y también permite que los matrimonioos se anulen, así es que lo que haremos es pedir la nulidad. Ya nos ocuparemos de eso después, Scully. Ahora debemos ir hasta la pileta y abrir esa puerta. Si tenemos suerte, quizás mañana pases Año Nuevo con tu familia después de todo.
- Está bien.
Mulder tomó su mano y caminó hacia el parque, casi mágico debido la nieve que había caído durante toda la tarde, como si fueran dos enamorados deseosos de quedarse a solas, hasta que estuvieron lejos de la vista del salón. Entonces la caminata dejó de ser un romántico paseo y se transformó en un recorrido rápido hasta su objetivo.
En silencio pasaron frente a la caseta en donde se guardaban los botes y siguieron hasta el alto edificio de piedra, madera y vidrio que se alzaba junto a las calmas aguas del lago. Llegaron hasta una de las paredes laterales ocultos por la oscuridad que creaba la vegetación y, atisbando por el vidrio, se percataron que un hombre vigilaba dentro, cerca de la puerta de acero que querían atravesar.
- ¡Diablos! Bien, ¿y ahora qué hacemoss?
La voz de Scully no era más que un susurro en la noche, más por el frío que por el miedo a ser escuchada.
- Tal vez podríamos entrar fingiendo qquerer un poco de intimidad y, cuando se acerque para echarnos, lo noqueamos.
- ¿Y si es un mirón? No se te ocurriráá que haremos todo el show hasta que él esté tan ocupado por lo que ve como para que no se dé cuenta de que estamos por golpearlo, ¿verdad?
- Bueno, en ese caso podríamos improviisar.
- ¿Y qué exactamente tienes en mente ppara el acto de improvisación?
Mulder miró alrededor y tomando a Scully de la mano tiró de ella, caminando hasta el sendero iluminado.
- Confía en mí. Soy muy histriónico cuuando es necesario. Tú sólo sígueme la corriente.
Y diciendo esto, la abrazó por los hombros y se encaminó decidido hacia la puerta lateral más alejada del lugar en donde estaba el vigilante.
El hombre, que estaba maldiciendo su suerte por tener que pasar la noche en ese maldito lugar cuando podría estar disfrutando de una larga velada con una rubia que conoció esa tarde, se puso alerta cuando vio a la pareja que entraba a tropezones al edificio.
Mulder besaba el cuello de Scully mientras ella atisbaba por sobre su hombro cómo el guardia se había puesto de pie en silencio. Escondió su rostro en el cuello de Mulder y le habló en susurros.
- Ya nos vio.
Mulder parecía estar muy entretenido en su tarea de dejar al descubierto los hombros de Scully mientras le sacaba la capa con una calma que la habría vuelto loca, si la situación no hubiera sido todo un teatro.
- ¿Y qué está haciendo?
Scully, que ha pesar de que estaba totalmente consciente de que en realidad Mulder no le estaba haciendo lo que le estaba haciendo no podía respirar bien, trató de focalizar su vista en la oscuridad.
- ¡Pues tú qué crees! Está mirando. Muulder, ese tipo no va a decirnos nada, parece muy dispuesto a disfrutar del espectáculo.
Mulder la giró para ver por sí mismo, dejando caer la capa en el proceso.
- Mulder, esa capa cuesta más de lo quue ganas en un mes. ¡No la arruines!
- Scully, estoy tratando de pensar conn claridad y tus quejas no me dejan hacerlo.
- Me parece que si dejaras por un insttante de hacer lo que estás haciendo podrías pensar perfectamente. Te dije que esta no era una buena idea, pero si por casualidad alguna vez te molestaras en escucharme ya lo tendríamos en el suelo.
Mulder, bastante divertido por el nerviosismo de su compañera, vio que el hombre se acercaba silenciosamente entre las sombras, quizás para poder ver mejor, así es que tomó el rostro de Scully entre sus manos, haciendo que lo mirara y le susurró mientras besaba sus párpados.
- Shhh. Viene hacia acá y si no te calllas te escuchará.
Scully, más nerviosa de lo que había recordado estar en toda su vida, sintió el ruido metálico de la cremallera de su vestido cuando Mulder la bajó y por un instante una corriente fría recorrió su espina dorsal… algo que acabó en cuanto la corriente fría fue reemplazada por la mano de Mulder.
- Mulder, no es necesario que yo pierdda mi ropa.
- Vamos Scully, el tipo se está acercaando y necesitamos que esté más interesado.
- ¿Necesitamos? ¡Para qué rayos piensaas que es necesario…
Toda la letanía se vio interrumpida cuando Mulder, viendo que el hombre estaba muy cerca y podía oírla, la besó. Se tomó todo el tiempo del mundo para hacerlo, todo el que no había tenido después de que el sacerdote les dio la bendición, y le encantó. Era toda una experiencia besar a esa mujer que era su esposa.
Scully, que ya estaba medio habituada a los besos, estuvo a punto de alzar sus brazos y rodearle el cuello, pero el hecho de ser observada le permitió conservar fría la cabeza, cosa que no podía decirse de gran parte de su anatomía. Estaba ardiendo, y no exactamente por la vergüenza. Y lo que era peor, estaba perdiendo sus facultades motoras, sus rodillas se negaban a responder y sus piernas insistían en doblarse, por lo que se aferró a la solapa del smoking de Mulder, rezando para no hacer un papelón.
Mulder, después de un momento, abrió un ojo en lo que representó un esfuerzo sobrehumano y vio que el guardia estaba a muy pocos pasos de ellos, oculto tras una planta. Con renuencia dejó de besar a Scully y la separó unos centímetros de él, tratando de que la distancia le permitiera recuperar el control que casi había perdido. Y con un tono de voz que debía ser escuchado por el hombre oculto le dijo:
- Espera, espera. No es así como me prrometiste que sería. Vamos, amor, dijiste que lo haríamos en la piscina y una promesa es una promesa.
Scully lo miró con lo que cualquiera que no fuera el hombre que tenía adelante hubiera interpretado era un gesto de anhelo e intentó pensar con claridad.
- Pero alguien puede venir y nos echarrían del lugar.
Mulder comenzó a tirar de ella, caminando hacia el lugar en que estaba oculto el guardia, mientras se desarmaba el nudo del moño y desabrochaba su camisa.
- Eso le añade emoción, ¿no crees? ¡Vaamos! Deseo ver lo hermosa que luces vestida de luna y agua.
Scully se paró de frente a la planta en donde se ocultaba el hombre y, lentamente, comenzó por quitarse el colgante mientras Mulder se deshacía de su chaqueta y desabrochaba el resto de los botones de su camisa, vigilando con el rabillo del ojo al joven que casi se desesperaba por no perder detalle. Luego, Mulder se acercó a ella y con suma delicadeza le sacó los zapatos, alejándose de ella cuando Scully comenzó a deslizar lentamente el vestido hacia abajo, descubriendo poco a poco un delicado corpiño de encaje sin tirantes de color azul oscuro, haciendo que al pobre guardia casi se le salieran los ojos. Fue el momento que Mulder estaba esperando. Dio un paso al costado y levantó el zapato dispuesto a golpearlo cuando vio a través de los cristales tres figuras que se acercaban.
Scully, demasiado avergonzada con su actividad como para darse cuenta, miró a Mulder extrañada cuando él se acercó y, cubriendo sus manos con las del él, devolvió el vestido a su sitio.
- Pero…
- Creo que será mejor que dejemos estoo para cuando nadie nos mire, amor.
Y señaló con su cabeza hacia el exterior mientras volteaba a Scully y le subía la cremallera del vestido. Scully se apresuró a ponerse los zapatos y maldiciendo para sus adentros, esperó a que Mulder trajera su capa y ambos salieron por una puerta cercana y se alejaron en la noche, sin que nadie los viera, excepto el guardia.
Quince minutos después entraron en su cuarto, entre divertidos y enfadados. Scully no se atrevía a mirar a Mulder a la cara. ¡Había hecho un streaptease delante de él! Sentía que si no desaparecía por un momento, moriría de la vergüenza, así es que, dejando su capa sobre el sillón, tomó sus cosas y se metió en el baño en tiempo récord.
Por su parte, Mulder estaba tan nervioso como Scully, sólo que no podía ir al baño porque ella lo estaba ocupando y ya había tenido suficiente tiempo afuera como para enfriar cualquier temperatura elevada que hubiera adquirido en la piscina. Así es que optó por pasearse nervioso por el cuarto, tratando de calmarse.
Se sacó el saco y lo colgó en el vestidor, lo que le dio un indicio de que no se encontraba del todo en sus cabales. Y al darse cuenta de la manera en que Scully había dejado tirada su capa se percató de que ella estaba más fuera de sí que él, por lo que decidió que era un buen momento para aligerar el ambiente con su famoso sentido del humor. Así es que tomó su bolsa de pipas y, acomodándose en la cama, alzó la voz para que Scully le escuchara por encima de ese chorro de agua insistente detrás del que seguramente se estaba ahogando.
- ¡Cielos! ¡No había pasado por algo aasí desde el secundario! Te aseguro que cuando vi a esas tres personas dirigiéndose al edificio sentí que volvía al último año de preparatoria y tu te transformaste en Sandy Mackenzi bajo las gradas del gimnasio.
Scully, absolutamente furiosa con los acontecimientos, miró su rostro en el espejo mientras se quitaba violentamente el maquillaje y se ataba el pelo en la peor cola de caballo que se había hecho en su vida. ¡Casi había quedado desnuda delante de él y lo único que se le ocurría destacar de todo el episodio era que casi los pillaban como en el secundario! Enfurecida, le gritó mientras se sacaba el vestido para ponerse el pijama y sacaba su pote de máscara facial verde.
- A propósito, brillante plan el tuyo.. ¿Puedes decirme qué estabas esperando para golpearlo? ¡Por un momento pensé que iba a perder toda mi ropa antes de que te decidieras a acercarte a ese tipo!
Mulder, percibiendo el ánimo volcánico de la dama del baño, empezó a buscar sus cosas para cambiarse. Quizás era un momento más oportuno para dar una buena explicación en lugar de bromear. Claro que la explicación debía inventarla, no podía decirle que tardó tanto porque se distrajo mirándola. Ese sostén casi había sido demasiado para él.
- Lo siento, sólo esperaba el momento adecuado. Te aseguro que si no hubiera sido por los visitantes inesperados, en vez de subirte el vestido habría desnucado a ese tipo. ¡Por Dios! Disculpa que te lo diga, pero casi se le salieron los ojos cuando comenzaste a… tú sabes…
Scully abrió la puerta violentamente y, sin mirarlo, recogió su capa, fue al vestidor y colgó su ropa. Cuando compró ese vestido por la tarde, después de que le advirtieron que la fiesta era de etiqueta, le había parecido que era hermoso, pero en ese momento era incapaz de mirarlo sin ponerse color borgoña.
Mulder, que ya había advertido la máscara verde, evidente parapeto ante cualquier cosa que él pudiera pensar o imaginar, estaba bastante concentrado en buscar el control remoto del televisor. Tenía que reconocer que esa noche la paciencia de Scully había sido puesta a prueba en demasía y su instinto de sicólogo le decía que si quería tener todos los dientes por la mañana, debía hacer las cosas lo más normales posible.
Scully volvió al cuarto y, sentándose en su lado de la cama, sacó su computadora y comenzó a redactar los acontecimientos del día para el informe. El trabajo era la mejor manera de evitar que le saltara al cuello y descargar en él todos sus nervios acumulados.
- ¿Pudiste ver quienes se acercaban all lugar?
Mulder siguió con su tarea de buscar el control remoto como si esa fuera una misión de alta prioridad.
- La verdad es que estaba oscuro y no pude distinguirlos. Sólo sé que eran dos hombres y una mujer, pero nada más. ¿No has visto el control remoto del televisor? No sé en dónde es que quedó y esta noche dan una buena película de los cincuenta.
Scully siguió tecleando sin levantar la mirada.
- No, no lo vi. ¿Y qué me dices de su ropa? Si pudieras recordar lo que llevaban puesto quizás lo podríamos asociar con los invitados de la… fiesta.
Mulder se quedó por un instante como congelado con uno de los almohadones en la mano. La sola mención de la fiesta le trajo a la memoria lo ocurrido en la fiesta.
- Los hombres iban de traje y la mujerr de largo con el pelo recogido, pero no distinguí nada que nos sirva como para tratar de saber quiénes eran - se paró en el medio del cuarto y, poniendo los brazos en jarra, miró alrededor - Juraría que lo había dejado sobre esta mesa antes de que saliéramos. La película debe estar por empezar. ¿Dónde rayos lo puse?
Scully, levantó finalmente la mirada para recorrer el cuarto por encima de sus anteojos y suspirando, le señaló la mesa de luz del otro lado de la cama.
Mulder siguió la dirección del dedo de Scully y le sonrió con su mejor sonrisa de niño. Entre nervioso y decidido, tomó el aparato y se sentó en su lado de la cama, calculando el tiempo que Scully tardaría en decirle que lo mejor sería que durmiera en el sofá ea noche. Entonces recordó algo que había querido comentarle desde la tarde.
- ¿Sabes? Esta tarde estaba hablando ccon uno de los accionistas del hotel y me hizo varias preguntas acerca de nosotros dos, pero hubo una que me llamó la atención. Quería saber nuestro coeficiente intelectual.
Scully dejó de teclear y lo miró extrañada.
- La masajista que me atendió esta tarrde me comentó que le parecía que nosotros hacíamos una hermosa pareja de personas inteligentes y llevó la conversación al terreno de nuestras carreras universitarias. Dónde habíamos estudiado, qué tal había sido nuestro desempeño académico, si aún hacíamos cursos o seguíamos estudiando. Dijo que ella quería estudiar pero pensaba que no era lo suficientemente capaz y por eso quería saber cómo fue nuestra experiencia.
Mulder iba a decir algo cuando golpearon a la puerta. Se levantó extrañado dispuesto a abrir, pero subditamente se detuvo y se volvió a Scully que se levantaba para ver quién era.
- Métete al baño.
Scully, que veía que Mulder se sacaba la remera y entraba al baño, lo miró interrogante. El ruido de la ducha se escuchó justo cuando volvieron a golpear.
- ¿Qué?
Mulder reapareció todo mojado y envuelto en una toalla.
- ¡Un momento por favor! - bajando la voz, empujó a Scully al baño - Entra allí y no salgas.
Scully se plantó y lo miró desafiante.
- Mulder, no me esconderé en el baño. ¿Qué rayos te ocurre?
- Scully, es nuestra noche de bodas. ¿¿Acaso crees que alguien espera que estemos sentados viendo una película vieja mientras luces tu fabulosa máscara verde capaz de asesinar cualquier resquicio de deseo heterosexual que un hombre pueda tener?
Scully decidió que Mulder tenía razón y se metió en el baño, pero dejó la puerta abierta para que pudiera escucharse la ducha correr.
Mulder abrió la puerta del cuarto y le sonrió a la joven que empujaba un carro con champagne y cerezas.
- Perdón por la tardanza, estaba en laa ducha.
Ella lo miró, sonrojándose ante lo que tenía delante y dejó el carro en el medio del cuarto.
- Es un regalo del hotel, para celebraar su confirmación de votos.
La voz de Scully llegó desde el baño.
- ¿Quién es cariño?
Mulder le lanzó a la camarera una mirada de complicidad mientras buscaba sus pantalones para darle una propina.
- Nos traen un regalo para hacer más aamena la noche, amor. - le entregó el dinero a la muchacha y practicante le cerró la puerta en la cara mientras le decía- Gracias.
Scully asomó la cabeza por la puerta y, viendo que estaban solos, salió y se acercó a Mulder que estaba manipulando las copas llenas de champagne.
- ¡Vaya! Esto es un servicio de categooría.
Mulder se fijó que ya no lucía su espectacular máscara verde y le bastó una sardónica media sonrisa para que Scully se percatara de lo que estaba pensado.
- Me la quité por si hacía falta que ssaliera. No quería que pensaran que eras un sadomasoquista.
Mulder, sin decirle nada, le tendió una copa y, justo cuando ella la tomaba, la toalla que había enrollado en su cintura se soltó. La mano de Scully se congeló y no pudo evitar dirigir su mirada hacia donde Mulder lucía, impúdicamente, pantalones cortos.
- Lo siento. Es una suerte que haya occurrido ahora y no hace un momento. No creo que le hubiera podido explicar a esa chica por qué salía de la ducha vestido.
Scully, que se había puesto de color granate al darse cuenta de cuál había sido el blanco de sus ojos al caerla toalla, tomó la copa que Mulder le tendía y, girando para ir de vuelta hasta la cama, la tomó de un trago, gesto que Mulder repitió con la suya.
- A propósito, deja de llamarme Mulderr. Recuerda que eres mi esposa y me llamas por mi nombre, no por mi apellido. Con tantas cosas yo también descuidé ese detalle pero no debemos volver a olvidarlo.
Scully no había recorrido ni la mitad del camino hasta la cama cuando sintió que el cuarto comenzaba a dar vueltas a su alrededor.
- Mulder, algo está mal…
Mulder, que estaba sirviéndose una segunda copa, vio como Scully soltaba la suya, que fue a rebotar en la mullida alfombra, mientras ella trataba de aferrarse al respaldo de una silla. Asustado, corrió y la sostuvo por los brazos, olvidándose del tema de los nombres.
- Scully, ¿qué tienes? ¿Qué te ocurre??
Scully sentía que las rodillas le fallaban y todo comenzaba a verse borroso.
- Mulder, ¿qué había en la bebida?
>
Mulder intentó levantarla en brazos para llevarla a la cama, pero entonces él también se sintió mal. Pensó en llegar hasta el teléfono para llamar a Skinner, pero sus piernas no le respondieron. Un momento después, ambos estaban en el suelo, inconscientes.
Mulder despertó sintiendo como si un camión lo hubiera llevado por delante. Le dolían todos los músculos, incluidos algunos que no sabía que tenía, y la cabeza le pulsaba como si tuviera un martillo neumático taladrándole el cerebro.
Trató de concentrarse he hizo un inventario meticuloso de sus facultades motoras, descubriendo que las tenía todas en orden, por lo que, haciendo un gran esfuerzo, se sentó y, con mucho trabajo, procedió a abrir los ojos.
Lo primero que vio fue una luz brillante, luego la cama en la que estaba acostado, paredes pintadas de color claro, una puerta de metal y, finalmente, otra cama en la que Scully lo miraba con los ojos entrecerrados.
Scully, que al igual que Mulder acababa de despertar, enfocó su mirada en el rostro de Mulder e intentó sentarse a su vez sin demasiado éxito. Un dolor punzante en el abdomen la devolvió a la cama en la que se encontraba.
- ¡Agghh!
- ¡Scully! ¿Qué te ocurre? ¿Estás bienn?
Scully respiró varias veces para calmarse.
- No lo sé. Me duele el abdomen y pueddo palpar un vendaje. Mulder, levántate y ven aquí. Necesito que veas lo que tengo, no puedo moverme sin que el mundo gire.
Mulder se aferró fuertemente al borde de la cama y, después de un momento, consiguió mantenerse en pie y avanzar hasta la cama de Scully. Con cuidado se sentó en el borde del colchón y, por un momento, al mirar el rostro un tanto demacrado de su compañera, se vio de nuevo en el hospital, rezando por un milagro, sin conocer una plegaria y sin creer en los milagros.
Con suavidad acarició la mejilla de Scully y le apartó un mechó de cabello.
- Parece que no festejamos sólo con chhampagne.
- No, parece que no.
- ¿Qué crees que era? Me siento como ssi un tren me hubiera dado un aventón.
- Un inhibidor muscular o nervioso muyy potente. Supongo que no fue un simple sedante mezclado con las burbujas dado que no coordinamos muy bien nuestras funciones motoras.
Mulder se fijó que Scully, al igual que él, vestía ropa deportiva y no llevaba calzado.
- Bueno, alguien nos cambió de ropa. YYa no luzco mi atuendo nocturno y tú tampoco.
- Mulder, por favor, levanta mi remeraa y mira lo que tengo en el abdomen.
Mulder apartó con cuidado las manos de Scully y, subiéndoles la remera, vio un par de vendas en la parte inferior del abdomen de Scully. Con cuidado las fue despegando, procurando no provocarle más dolor del que ya debía tener.
- Tienes dos orificios cerrados con grrapas y un poco separados.
- ¿Son muy grandes?
- No, bastante pequeños en realidad. ¿¿Qué te han hecho?
Scully intentó pensar con claridad. Tenía la mente como embotada y no lograba coordinar bien sus pensamientos.
- No lo sé. El hecho de que sean dos oorificios y estén en ese lugar me hace suponer que se trata de una laparoscopía, pero no me explico para qué la hicieron. ¿Tú estás bien?
Mulder se palpó el cuerpo, buscando indicios de alguna intervención no autorizada, pero no encontró nada.
- No, no tengo vendas, ni nada que no sea un tremendo dolor de cabeza y una increíble torpeza en los músculos. Y si me lo permites, me acostaré a tu lado antes de que vaya a parar al piso. Me estoy mareando de nuevo.
Con cuidado de no hacer un movimiento que terminara por hacer que los dos se cayeran, Mulder se recostó en el borde exterior de la cama, apoyando se cabeza sobre su brazo doblado para poder ver a Scully. Ambos se quedaron en silencio un momento, tratando de poner su cabeza en orden y recobrar del todo la lucidez.
- Creo que estamos en el edificio de lla piscina, pero no entiendo qué es lo que harán con nosotros, ni cuánto tiempo hace que estamos aquí.
Scully, que con suavidad pasaba sus dedos por sobre las heridas de su abdomen, levantó su ceja extrañada.
- Qué harán con nosotros, no lo sé, peero debemos llevar aquí más de una noche porque estas heridas tienen al menos dos días. Eso quiere decir que Skinner ya debe haber organizado todo para nuestra búsqueda. Le hemos llamado todos los días para notificarle de nuestro itinerario y nuestro silencio será el mejor indicativo del lugar en donde estuvimos por última vez.
Mulder, que ya se sentía mejor, decidió que era hora de tratar de hacer algo.
- De todas maneras, no vamos a esperarr a la caballería. Intentemos salir de aquí. ¿Puedes moverte?
Scully se sentó en la cama, ayudada por Mulder, y comprobó que el dolor en realidad era una molestia, aumentada por el efecto del inhibidor con el que la habían dormido.
- Sí, estoy bien. Sólo es una pequeña molestia. Lo que me preocupa es cómo haré para llegar hasta la puerta sin caer.
Mulder se paró y trató de ayudarla a ponerse en pie, pero ambos perdieron el equilibrio después de un momento y fueron a caer uno sobre otro en la cama de Mulder.
Scully apoyó su frente en el pecho de Mulder tratando de ordenarle a su cuerpo que le obedeciera y se pusiera de pie. Mulder la miró sonriendo.
- Voto por esperar un momento y volverr a intentarlo.
Scully fue a hablar cuando un revuelo se sintió del otro lado de la puerta. Los ruidos de pasos de gente corriendo y de puertas que se abrían hizo que ambos se miraran y, en silencio, decidieran dejar la espera para más adelante. Trabajosamente, Scully intentó ponerse en pie, pero lo único que consiguió fue caer semi inconsciente en el colchón junto a Mulder, quien sabía que tenía que levantarse para defenderlos en caso de que alguien entrara y tratara de hacerles daño, pero no conseguía tener mucho éxito todavía con las órdenes elementales de sentarse, pararse, caminar.
El ruido de un cerrojo se escuchó e, instintivamente, Mulder se colocó protegiendo a Scully, dispuesto a servir de escudo en caso de que alguien disparara.
Pero grande fue su sorpresa cuando ante ellos apareció un comando SWAT y, detrás de éste, la imponente figura de Skinner se abrió paso dentro del cuarto.
- Mulder, Scully, ¿están bien?
Mulder suspiró aliviado al ver a su jefe y se volvió a Scully.
- Yo estoy bien, pero algo le hicieronn a Scully.
Skinner salió al pasillo y llamó a gritos a los parámedicos, mientras Mulder se inclinaba sobre Scully.
- Scully, ¿puedes oírme? Scully, despiierta. Vamos Dana, despierta, despierta.
Scully entreabrió los ojos, un tanto desorientada, y lo miró sonriendo.
- ¿Estás bien?
- Tranquilo Mulder, aún no eres un viuudo.
Mulder se recostó en la cama como pudo y apretó su mano con fuerza hasta que los paramédicos los pusieron a ambos en dos camillas y se los llevaron de allí.
Una semana después
Despacho del Director Adjunto Walter Skinner
Washington D.C.
17.46 hs.
Skinner terminó de hojear el expediente que Mulder y Scully le acaban de entregar. Ambos habían pasado dos días en el hospital en observación y se había reintegrado a su trabajo tres días atrás, el tiempo que les había llevado tomar declaraciones a los detenidos y organizar la evidencia.
- Entonces se trataba de una rebuscadaa forma de realizar tráfico de bebés.
Mulder asintió.
- El gerente del hotel, dos accionistaas y otros empleados de menos jerarquía buscaban entre las parejas que iban de viaje de bodas repetido aquellas que reunían determinadas condiciones que ellos consideraban apropiadas para tener hijos genéticamente buenos, como la apariencia física, el coeficiente intelectual, su predisposición a enfermedades, y los secuestraban para usarlos como donantes.
- Siempre se aseguraban que no tuvieraan hijos pero les sonsacaban para saber si había algún impedimento físico por el cual todavía no los hubieran tenido y, una vez establecido que no era así, se los llevaban, a las mujeres le hacían un laparoscopía para extraerles óvulos y, luego de fecundarlos con el esperma de sus esposos, se los implantaban.
Skinner casi no podía creer la rebuscada manera en que esos sujetos habían orquestado su operación.
- ¿Pero por qué embarazar a las mujerees? ¿No era más sencillo buscar madres sustitutas?
Mulder esbozó su media sonrisa sardónica.
- Aunque parezca mentira, fue por senttimentalismo. El gerente del hotel nos dijo que pensaban que, ya que era un hijo de ellos, cada pareja debía atravesar por todo el embarazo para que el niño saliera perfecto y ellos pudieran disfrutar de la experiencia.
Scully levantó su ceja con ironía.
- Dijo que no hay nada como el vientree materno y que el embarazo era una cosa de dos. Planeaban soltarlos en alguna carretera del otro lado del país una vez que las mujeres dieran a luz y se colocaban un atuendo que los cubría por completo para que no pudieran dar una descripción adecuada a la policía.
Skinner se sacó sus anteojos y los limpió.
- No entiendo por qué los eligieron a ustedes, en todo caso. Es decir, no pretendo ofenderla agente Scully, pero usted sí tiene un impedimento físico para tener bebés.
- Sí, pero el día que llegamos, el reccepcionista nos preguntó si teníamos hijos y Mulder le dijo que había muerto. Supongo que pensaron que eso bastaba para considerarnos aptos. De todas maneras, es obvio que la laparoscopía que me practicaron debió dejarles claro que no iban a tener éxito en este caso, así es que no sé qué hubieran hecho con nosotros.
Mulder, que cuando afirmó que ya no tenían hijos lo hizo sin pensarlo, se sintió un poco al descubierto, por lo que se revolvió un tanto en su asiento.
- Fue una suerte que guardaran todas nnuestras pertenencias en el auto y ustedes lograran abrir los archivos de Scully o no habrían sabido que nuestras sospechas estaban en el edificio de la piscina. Supongo que debemos agradecer a la metódica manera de trabajar de Scully el que usted dispusiera nuestra búsqueda al día siguiente de nuestro secuestro.
- Sí, supongo que deben agradecérselo.. Bien agentes, excelente trabajo. Las parejas están todas bien, si obviamos el pequeño detalles de los que esperan un bebé, y las cosas se resolvieron a entera satisfacción de todos los interesados. Y ya que trabajaron durante las fiestas pueden tomarse una semana libre.
Mulder y Scully no se movieron, a pesar de que obviamente la entrevista había terminado. No se decidían a contarle lo que no habían incluido en el informe, pero sabían que debían hacerlo. Skinner tenía que saber lo que había ocurrido esa última noche.
Skinner los miró interrogante.
- ¿Ocurre algo?
Mulder no se decidía a hablar y Scully sintió que perdía el valor al mirar al hombre que los contemplaba expectante desde el otro lado del escritorio. Ese hombre era su amigo, los había ayudado y apañado innumerables veces, pero esto…Tomando coraje, Scully bajó la vista hasta sus manos y habló con la voz lo más clara posible.
- Verá señor, hay algo que el agente MMulder y yo queremos contarle que no figura en ese informe. Esperamos que usted pueda mantener la discreción necesaria hasta que podamos resolverlo, señor.
Skinner los miró interrogante. El que ellos se metieran en problemas no era nuevo, pero ese caso no daba para los enredos acostumbrados.
- ¿De qué se trata?
Mulder lo miró de frente con decisión.
- Como dice en el informe, la noche deel 30 de diciembre asistimos a una fiesta que organizan todos los años, la Fiesta Anual de los Aniversarios y durante esa fiesta, el matrimonio con más años de casados y con menos volvieron a casarse haciendo una especie de renovación de votos conyugales.
Skinner lo miró sin entender aún de qué iba todo eso.
- Sí, leí esa parte.
Mulder siguió.
- Lo que no incluimos en el informe ess que la pareja con menos años de casados en el hotel éramos nosotros, señor. Y tuvimos que acceder a hacer la confirmación de los votos para evitar que nuestra pantalla no se cayera.
Skinner los miró en silencio un momento y decidió ir con pie de plomo.
- Bueno, dado que ustedes no están cassados, no creo que eso represente un problema ahora agentes. Sólo debió tratarse de algo alegórico.
Scully no se atrevía a mirar a Skinner, pero en vista de que Mulder estaba un tanto trabado en el resto de la historia, habló tratando de que la voz no le fallara.
- El problema es que quien realizó la ceremonia era un sacerdote católico, señor. No lo supimos hasta después de que había terminado pero eso no le quita validez al matrimonio. Ante la Iglesia, Mulder y yo estamos casados.
Un silencio aplastante cayó en el cuarto después de la afirmación de Scully. Skinner los miraba alternativamente, como tratando de decidir si debía reír y felicitarlos o comenzar a sermonearlos. ¿Pero qué sermón podía darles? ¡Estaban trabajando! Técnicamente, podía considerarse ese matrimonio como un avatar del trabajo y no podía sancionarlos por llevar su misión a ese tipo de extremos.
Después de un momento de pensar, lanzó sus anteojos sobre el escritorio y, levantándose, se dirigió al mueble en donde guardaba una copia del reglamento de la agencia. Volvió a su sillón mientras buscaba la página que necesita y se sentó, colocando el libro abierto ante sí.
- Por lo que dice el reglamento, no esstá permitido parejas de agentes que mantengan una relación fuera de la amistad y camaradería necesarias para llevar a cabo el trabajo y expresamente prohibe parejas de agentes que estén legalmente casados, en cualquiera de las modalidades legales que existen en el país.
Mulder se adelantó en el asiento.
- La agente Scully y yo hemos hablado con un sacerdote al respecto y nos dijo que podíamos pedir la nulidad del matrimonio, pero que llevaría bastante tiempo el conseguirla.
Scully apretó sus manos sobre el regazo, nerviosa.
- Ya hemos averiguado todo lo que teneemos que hacer y lo haremos, pero quisiéramos pedirle que, hasta tanto no se resuelva, nos permita seguir trabajando juntos en la sección de los Expedientes X.
Skinner miró las palabras que bailaban ante sus ojos, en el reglamento.
- Agentes, no me cabe duda de que usteedes harán lo que tengan que hacer. No se preocupen, nadie sabrá de esto por mí, pero hay algo que deben saber. El matrimonio por la Iglesia Católica no se considera un estado legal, sólo espiritual. Aún si jamás anularan ese matrimonio, mientras sigan manteniendo su relación dentro de la amistad y el compañerismo, no existen bases que permitan que ustedes sean reasignados.
Mulder lo miró asombrado y luego asintió mirando a Scully, que estaba felicitándose por no haber investigado bien el tema. Menudo par de agentes investigadores eran. ¡Cómo es que no se percataron de ese pequeño detalle!
- Ahora, si no hay otra cosa que deseaan decirme - y los miró significativamente - les agradecería que me avisen cuando la nulidad sea un hecho.
Mulder y Scully murmuraron un “No señor, gracias señor” y salieron de la oficina y del edificio en tiempo récord. Sin lugar a dudas, ninguno de los dos tenía muy claro lo que significaba la I en FBI.
Departamento de Dana Scully
21.57 hs
Scully salió del cuarto de baño y, tomando su abrigo, abrió el armario para colgarlo cuando su vista cayó en el vestido azul que colgaba en un extremo. Con cuidado lo sacó y, sentándose en la cama, acarició los pliegues suaves de la tela perdida en sus pensamientos. No importaba lo que pasara, ése era su vestido de novia y no podía evitar pensar que quizás fuera el único vestido de novia que alguna vez tendría.
El ruido del teléfono la sobresaltó y, sin soltar la prenda, se estiró y tomó el aparato.
- Diga.
- Hola Scully, soy yo.
Scully sonrió para sí y miró el vestido.
- Hola Mulder.
- ¿Qué haces?
- Me estoy preparando porque en cinco minutos salgo para el Amazona a buscar una pitón que parece tener el poder de transformarse en una sirena.
El silencio al otro lado de la línea la hizo reír. Podía imaginar la cara de Mulder, tirado en su sofá enfrente del televisor, con sus pipas de girasol al alcance de la mano y el control remoto sobre la mesa de café.
- Ja ja. Parece que la perspectiva de una semana de vacaciones te ponen de buen humor.
Scully se sonrió, tratando de dejar de reír.
- Lo siento. ¿Qué puedo estar haciendoo después de todo el trajín que hemos tenido? Me dispongo a ir a dormir Mulder, algo que tú también deberías hacer.
- Sí, lo sé, es sólo que no se me da mmuy bien últimamente. Tengo unas pesadillas un tanto molestas.
- ¿Tu hermana?
- No, no es mi hermana. Bueno, supongoo que sólo quería saber si estabas bien y, ya sabes, desearte buenas noches.
- Estoy bien, Mulder.
- Bien… bien…
Una vez más el silencio se hizo en la línea, como si ninguno de los dos tuviera mucho que decir.
Mulder se refregó los ojos, inquieto.
- Sabes, me he dado cuenta que ya estaamos en otro año y no te he deseado feliz año.
- Sí, yo también me di cuenta.
- Feliz Año Nuevo Scully
- Feliz Año Nuevo Mulder.
Ninguno de los dos dijo nada más pero tampoco se resignaban a tan solo colgar el teléfono. Aún cuando no lo reconocieran ni ante ellos mismo, extrañaban esa únic anoche que pasaron juntos en el hotel.
Finalmente, Mulder habló.
- Entonces, nos estamos hablando. Buennas noches Scully.
- Buenas noches Mulder.
Ambos colgaron el teléfono a la vez y Scully sacó de la caja que tenía sobre la mesa de luz los anillos que Mulder le había puesto durante la ceremonia. El que le había dado la agencia lo devolvió en cuanto regresó al trabajo, pero se había quedado con el que les había dado el hotel y con la alianza. No le había dicho nada a Mulder, pero no fue capaz de devolverlos.
Los miró un largo momento y después, sin preguntarse por qué lo hacía, se puso ambos anillos y se recostó en la cama, apretando el vestido contra ella.
- Feliz Año Nuevo, Fox.
Mulder, acostado en su cama de agua, miraba los espejos sobre él y, colgando el teléfono, abrió el cajón de su mesa de luz y sacó la alianza que no pensaba devolver aún. Le dio vueltas un rato entre sus dedos y finalmente se la puso. Contempló el brillo del oro en su dedo y cerrando su mano contra su pecho, se acostó de lado y abrazó la almohada, tal y como lo había hecho con Scully unas noches atrás.
- Feliz Año Nuevo, Dana.
Fin.