Año Nuevo, vida nueva  Año Nuevo, vida nueva   Año Nuevo, vida nueva

 

Título: Año Nuevo, vida nueva.
Disclaimer: hagámosla corta, ellos no son míos, nunca han sido míos y, aparentemente, nunca lo serán. Pero, si lo fueran, serían exactamente como son… perfectos con sus imperfecciones.
Spoliers: Todo lo que puedan adivinar, captar o imaginar. Arcadia’s Dream es lo más obvio pero quién sabe qué más se mezcló por ahí. Cuando una ha visto la serie completa tantas veces, cada cosa pasa a ser parte de un todo.
Autor: Enia
Clasificación: MRS (of course), H y lo que se me haya escapado, también es.
Resumen: No hay mejor manera de investigar la desaparición de parejas en su luna de miel que yendo de luna de miel.
Feedback: ¡PLEASE! A merodriguezARROBAinfovia.com.ar
Nota del Autor: Gracias a todos los que me han escrito, animado, molestado (eso es para vos, Giny) he incentivado para que escribiera algo más. 
Para todas esas maravillosas personas que he tenido la oportunidad de conocer a través de estas historias y, en particular, a Zulay, Inma, Aniara, Agus, Giny, Chily, Melissa y a esa loca de Paola que piensa que CC querría poner en la pantalla chica mi primera historia.



Mulder salió del ascensor arreglando su corbata, mientras maldecía por vigésima vez a su cama de agua que había vuelto a pincharse y desconectó su despertador. No creía que una toma de rehenes en un banco fueran a salvarlo del tirón de orejas que le daría Scully por llegar tarde otra vez por la misma razón. Y Skinner odiaba que llegara tarde. 
Llevándose por delante la puerta de la oficina de la secretaria de Skinner, entró haciendo más barullo del que alguien que pretendía pasar desapercibido debió haber hecho.
- Lo siento.
La pelirroja le sonrió con esa sonrisa invitadora que tanto odiaba Scully.
- Llega tarde, agente Mulder. El Directtor Skinner está esperando con su compañera. Pase.
Mulder le sonrió y golpeando la puerta se preparó para el regaño que seguro vendría a continuación. Pero la imagen que vio cuando entró en la oficina lo dejó sin aliento.
Allí, sobre el escritorio, estaba Scully con la camisa desabrochada y la falda subida por la inequívoca mano de Walter Skinner, quien no tenía ni saco, ni cortaba, ni anteojos. Mulder se quedó petrificado en la puerta, sin atinar a hacer nada más que mirarlos con los ojos abiertos, la mandíbula caía y una terrible sensación de estar cayendo al vacío en su estómago mientras un terrible ruido le taladraba el cerebro haciendo que no pudiera pensar. ¡Skinner y Scully juntos! ¡Y en el escritorio de una oficina a la que entraban docenas de personas por día!
Eso no podía ser cierto, no podía estar pasando. Ella no tenía por qué haberse fijado en Skinner. ¡Ella lo tenía a él! ¡Diablos! ¡Ese maldito ruido! ¡Y ellos no se detenían!
De repente pareció que la voz volvió a él.
- ¡NOOOOO!
Sudando como si hubiera corrido una maratón, con el corazón galopándole a mil, Mulder se sentó en su cama de agua y, con los ojos aún desorbitados por lo que acababa de ver, contempló sin comprender los números que parpadeaban en su reloj despertador que sonaba como si fuera una sirena de puerto.
Con la respiración aún agitada, golpeó el despertador para apagarlo y se dirigió al baño. Una mirada al espejo le dijo que tenía un aspecto de los mil demonios otra vez. Mojó su rostro y estiró la piel de su cara escurriendo el agua. Durante un segundo se miró fijamente, contemplando el resultado de otra noche más de lo que él llamaba sueños apocalípticos y sacudió la cabeza al hombre que lo contemplaba desde el espejo.
- Cómo odio esa maldita pesadilla.

Una hora después el ascensor se abría y Mulder salió arreglando su corbata mientras maldecía el tráfico de la capital. Entró a la oficina de la secretaria de Skinner con tanta prisa que se golpeó con la puerta, haciendo que la mujer se sobresaltara por el ruido.
- Lo siento.
La sonrisa se intensificó mientras la dueña de todos esos blancos y parejos dientes lo taladraba con la mirada.
- Llega tarde, agente Mulder. El directtor Skinner le está esperando con su compañera. Pase.
Al oír esas palabras algo frío comenzó a subirle por la espalda y se encontró con la peor sensación de deja vu que recordaba haber tenido en su vida. Lo único que le faltaba era tener sueños proféticos.
Cogió el pomo de la puerta, casi con miedo de abrirla y encontrarse con la escena de su sueño, y lentamente la abrió.
Skinner estaba hablando por teléfono mientras hacía anotaciones en su agenda y Scully, al verlo, levantó una de sus cejas color de fuego en una muda pregunta.
Con un suspiro de alivio y una sonrisa tonta en la cara, cerró la puerta y se sentó junto a su compañera.
- ¿Qué pasó, Mulder? ¿Otra fuga de aguaa quizás?
Él la miró, dispuesto a contestar con una de sus típicas frases irónicas, pero Skinner colgó.
- Le agradezco que haya decidido venir a esta reunión agente Mulder.
- Lo siento, señor. El tráfico estaba ffatal. 
Skinner lo miró y decidió no decir nada más. En cierta forma, nunca esperaba que Mulder llegara a tiempo a las reuniones que les concertaba. Y, de todas maneras, no le molestaba pasar unos minutos a solas con Scully, escuchando las excusas que ella le inventaba para evitar que lo sancionaran. Así es que tomó la carpeta que tenía sobre una pila de folios que había a su derecha y se la extendió, según la rutina de siempre, a Mulder, quien, como siempre, apenas la hojeó y se la pasó a Scully.
- Desde hace dos meses se han recibido reportes de desapariciones misteriosas de parejas en la ruta turística que recorre los grandes lagos. Sólo han encontrado los autos abandonados en el medio del camino, con todas las pertenencias dentro pero sin señales de los ocupantes ni signos de lucha.
- Parece que se tratara de un caso de ssecuestros en serie, señor, no un expediente x. ¿Por qué nos los da a nosotros?
- Verá, agente Mulder, hace dos días deesaparecieron el hijo de un senador y su esposa. Ellos son la sexta pareja en esfumarse y el senador está haciendo mucho ruido para que los encontremos, así es que nos toca entrar en el baile. Y como estamos en época de fiestas no quedan muchas parejas de agentes para hacer el trabajo.
Scully contempló las fotos de las parejas desaparecidas y miró a Skinner.
- ¿Y qué es lo que estas personas tieneen en común?
Skinner miró sus notas.
- Todos eran profesionales, de muy buenna posición económica, todos estaban casados, aparentemente viajaban con intensiones de celebrar una especie de segunda luna de miel y, lo más importante, todos siguieron la misma ruta.
Les extendió un mapa en donde se hallaba pintado de rojo el camino seguido por las seis infortunadas parejas.
- Trabajarán de incógnito como una pareeja que está celebrando una segunda luna de miel y emprenderán un viaje siguiendo la misma ruta que estas personas. Quiero que averigüen qué rayos es lo que les ocurrió y quiero que lo hagan antes de que esto vuelva a ocurrir. Lamento que esto haya surgido justo ahora, pero no puedo dar como excusa al senador que no haremos el trabajo porque es época de fiestas. Buena suerte.
Mulder y Scully se miraron en silencio y se dirigieron a la salida. Una vez en el pasillo Mulder apretó el botón del ascensor mientras sonreía.
- Y bien, ¿a qué hora quieres que salgaamos Laura?
Scully lo fulminó con la mirada mientras entraba y marca el estacionamiento.
- Primero que nada, olvídate de ese nommbre ridículo. Mi nombre será Dana, no Laura. Si tengo que trabajar de incógnito, lo haré con mi propio nombre y el trato era que esta vez los iba a elegir yo. Además, no estoy de humor Mulder. Tengo que llamar a mi madre una vez más y decirle que en la noche de Año Nuevo estaré persiguiendo abducidos contigo.
Mulder levantó sus manos en señal de rendimiento.
- ¡Vamos Scully! No creo que sean abduccidos. Por esta vez concuerdo contigo en cualquier teoría que tengas al respecto. Y no he sido yo el que te ha sacado de tu cena, ha sido el jefe supremo. No me golpees a mí.
Scully se detuvo junto a la puerta de su auto y respiró hondo. No era la perspectiva de pasar otra noche de Año Nuevo en una misión lo que la alteraba, era el que tuvieran que representar a una pareja en su luna de miel lo que le ponía la piel de gallina.
- Lo siento Mulder. Supongo que trabajaar en las fiestas no me pone de buen humor.
Mulder esbozó su sonrisa de hombre comprensivo.
- No hay problema, Dana.
Scully, que estaba tratando de meter la llave en la cerradura, casi se quedó congelada al escuchar que la llamaba por su nombre de pila.
Mulder sonrió para sus adentros. La sola idea de poder llamarla por su nombre le entusiasmaba más de lo que se atrevía a admitir. Él era el que había puesto la ridícula regla de llamarse por el apellido, pero eso había sido siete años atrás. Nunca imaginó que terminaría enamorado de una mujer a la que no llamaba por su nombre de pila.
- Ya que hemos establecido que tú te lllamaras como te llamas y que eres tú quien nos bautizará esta vez, ¿cómo me llamaré yo?
Scully subió a su auto y, bajando la ventanilla, le sonrió llena de travesura.
- Bueno Mulder, pensé que podías llamarrte… Fox.
Y arrancando, comenzó a alejarse. Unos metros más allá, se detuvo y sacó la cabeza para mirarlo.
- Te espero mañana a las siete de la maañana en mi apartamento. No olvides llevar tu ropa de abrigo o te congelarás en el norte.
- ¿Es decir que debo empacar mi bolsa dde dormir?
- Empaca lo que quieras, Fox. 
> Y sacando la mano a guisa de saludo, salió del estacionamiento dejando a Mulder con una sonrisa estúpida en el rostro.


Washington DC
Departamento de Dana Scully
6.58 a.m.

Scully se alisó las imaginarias arrugas de su frente mientras escuchaba la retahíla de comentarios poco amables de su hermano por teléfono. Algún día Billy recibiría una muestra de sus habilidades manuales y recordaría eso al menos durante quince días al mirarse un ojo morado todos los días en el espejo.
- Billy, no voy a discutir mi trabajo ccontigo. No me excusaré ante un senador diciéndole que no puedo ir a buscar a su hijo porque mi hermano mayor quiere que vaya su fiesta de fin de año. No es Mulder quien me envía, ni me arrastra, ni me obnuvila. Es una orden directa desde las más altas autoridades y yo debo cumplirla.
Los golpes en la puerta se mezclaron con sus últimas palabras y, a pesar de que estaba sin llave, fue a abrirla para no echar más leña al fuego nombrando a su compañero. El primer comentario de Mulder al entrar tiró por tierra todas sus intenciones.
- ¿Ya está lista mi esposa para tomar lla luna de miel?
Scully lo miró por un instante y Mulder supo que algo estaba mal cuando advirtió que lo estaban fulminando por el comentario mordaz. Al escuchar la voz que gritaba por el teléfono que Scully había alejado un poco de su oído para no quedar sorda, comprendió que no sólo había metido la pata. Acababa de enterrarse hasta el cuello. Deseo meter la cabeza bajo tierra mientras ella se dirigía al dormitorio para que Mulder no escuchara la sarta de estupideces que seguirían.
- ¡¿Esposa?! ¡¿Luna de miel?! Dana, tú no puedes… no se te habrá ocurrido………. ¡Te había prohibido terminantemente!..
Y en este punto la paciencia de Scully se terminó.
- ¿Me prohibiste? Muy bien Bill Scully,, escúchame con atención porque esta es la última vez que mantenemos una conversación sobre este tema. Soy un adulto y tu no me prohibes o dejas de prohibir nada, ¿me entiendes? Mulder y yo tenemos una misión que cumplir y haremos el papel de un matrimonio, eso es todo.
- Eso no es todo. Dana, pierdes la persspectiva cuando tienes a ese insecto cerca. Tu lugar es junto a tu familia en las fiestas. Este año es cambio de siglo y no acepto una excusa de trabajo como respuesta a mis requerimientos.
Dana suspiró y terminó de poner sus cosas en el bolso de mano. Su hermano la tenía francamente harta.
- En ese caso Billy, hazte un favor. Ellimina tus devaneos idiotas con respecto a mi compañero y a mí y como propósito de año nuevo, pide una mentalidad nueva.
Y furiosa con el obtuso de su hermano, colgó. Su madre debería ser más convincente a la hora de excusarla, pero había que ser Mandraque para que Billy aceptara las cosas como se presentaban cuando no era lo que él esperaba.
Sacudió su cabeza para alejar los restos de su discusión fraternal y, tomando su bolso y su abrigo, caminó a la sala en donde un Mulder vestido con su atuendo favorito de viaje, jeans, camiseta gris, borceguíes y cazadora de cuero negra, la esperaba mirando la televisión. 
- Ya estoy lista Mulder. Nos podemos irr.
Mulder apagó el televisor y tomó la maleta que Scully había dejado junto a la puerta la noche anterior. Esperó en silencio a que terminara de supervisar las ventanas y cerrara la puerta y caminó junto a ella por el pasillo pensando que un hombre inteligente mantendría la boca cerrada ante lo que a todas luces había provocado por no hacer exactamente eso. Pero bueno, ¿quién podía ser inteligente a las 7.10 de la mañana?
- Dime Scully, ¿qué crees que le gustarría a Billy como recuerdo de nuestra luna de miel?
El sordo sonido de un golpe se escuchó después de que habían doblado en el pasillo y la queja de Mulder indicó que el pesado bolso de mano de su compañera había dado justo en el medio de su espalda.


Tres horas después, Scully ya estaba convencida que no tendrían problemas en simular ser un matrimonio de varios años. Habían discutido por todo: quién conduciría, dónde se detendrían, la cantidad de equipaje, los hoteles adecuados y la conveniencia de comer pipas de girasol mientras se estaba al volante de un automóvil que corría a más de 100 kilómetros por hora.
- Mulder, podrías concentrarte un momennto. Quiero que repasemos el caso una vez más.
- Scully, lo hemos repasado tres veces y creo que el plan a seguir está bien. Pararemos en todos los lugares en donde pararon, comeremos algo en cada lugar que podamos en que ellos hayan comido y dormiremos en el hotel en el que hayan pasado la noche más de una de esas parejas. Estoy seguro que probablemente estemos ante un caso de secuestro para algún tipo de ritual o algo así. Ya verás, mientras no me discutas como lo has hecho los últimos doscientos kilómetros, todos pensarán que somos en verdad una feliz pareja.
La ceja de Scully llegó casi hasta el nacimiento de su cabello mientras Mulder se detenía en una confitería para estirar las piernas y comenzar a divulgar la razón de su viaje.
- ¿Mientras no te discuta?
- Vamos, admítelo Scully. Ningún hombree en su sano juicio se casaría con una mujer que le habla como tú me hablas a mí. 
- ¿Y qué sugieres?
- Bueno, podríamos empezar por llamarnoos por nuestros nombres. Como para ir acostumbrándonos. Y tú podrías empezar a practicar una actitud un poco más… enamorada.
- ¡Enamorada!
Mulder la miró y sonriéndole ampliamente bajó del auto y cerró la puerta.
- Sí, tú sabes. No esta especie de muroo de Berlín que has levantado desde que subimos al auto. Nadie pensará que me quieres con locura si estás todo el tiempo a la defensiva y manteniendo la distancia. Relájate Dana, sólo es un trabajo más.
Scully respiró hondo e intentó reprimir las ganas de borrarle la sonrisa a golpes. El problema era que tenía razón. Había estado a la defensiva desde que le preguntó si quería tomar la luna de miel. Esas malditas tres palabras le ponían la piel de gallina y las hormonas en desorden. Y el que él la abrazara para entrar en la sala llena de gente no ayudaba mucho.
Mulder entró y se sentó en una mesa junto a la ventana y con toda naturalidad le tomó la mano y tiró de ella para que se sentara a su lado.
-¿Qué te parece si practicamos con esa camarera que viene a servirnos? 
Scully vio venir a una joven rubia curvilínea que le sonreía a Mulder como si fuera Dios. Eso decidió todo en un instante. Si tenía que ser la esposa de ese hombre, entonces ese hombre se enteraría de lo que se perdía por no estar casado con ella.
- Tienes razón, Fox. ¿Te parece bien assí?
E inclinando la cabeza, besó su cuello justo debajo de su oreja. Era una de sus fantasías ocultas.
Mulder pegó un respingo que casi le hace llegar al techo. Esperaba que ella le tomara de la mano, no que le encendiera el lívido. Con cuidado entrelazó sus dedos entre los de ella y respiró profundo para calmarse. Definitivamente, este iba a ser uno de esos casos de máximo riesgo para su salud.
- Ten cuidado Dana o nos llevarán presoos por dar espectáculos en la vía pública.
Scully evaluó la respuesta a seguir pero el carraspeo de la mujer que se había acercado a atenderlos hizo que de mala gana dejara de contemplar esos maravillosos ojos verdes para clavarlos en los frustrados ojos castaños de la joven que de cerca no se veía ni tan joven, ni tan rubia, aunque sí muy llena de curvas.
- ¿Qué van a querer?
Mulder le sonrió.
- ¿Qué nos recomienda?
La mujer recitó la carta como si fuera una grabadora.
- Tenemos pastel de limón, manzana y peera, torta de chocolate, brownies y donas.
Scully miró a Mulder y levantó las cejas en un gesto de indiferencia.
- Tráigame pastel de manzana para mí, uuna porción de torta de chocolate para mi esposa y dos cafés, por favor.
La mujer anotó el pedido y volvió al instante con un par de tazas y la cafetera.
- ¿Recién casados?
Scully tomó su taza con una mano mientras Mulder aferraba fuertemente la otra para evitar que lo soltara. Decidió que debía ser una buena actriz si esa mujer pensaba que estaban saliendo de la iglesia. Estaba por contestar afirmativamente cuando Mulder se le adelantó.
- No, qué va. Hoy cumplimos cinco años de casados. Estamos en nuestra segunda luna de miel.
La camarera les sonrió mientras se guardaba la pluma en el bolsillo de su delantal.
- Bodas de madera, ¿eh?
Scully la miró extrañada.
- ¿Disculpe?
- Cinco años de casados. Son las bodas de madera. Pero parece que ustedes no tienen que tocar madera para asegurarse la buena fortuna. Cualquiera que vea cómo se miran a los ojos se da cuenta de cuánto se aman. Enseguida les traigo su pedido.
Scully logró zafar su mano de entre los dedos de Mulder y procedió a tomar su café absolutamente concentrada en tranquilizarse. Mulder, sin embargo, estaba disfrutando la situación como loco.
- ¡Vaya Sc… Dana! Así que estamos por llas bodas de madera. ¿Qué me dices a eso?
- Digo que debemos ponernos de acuerdo en nuestra historia o todo se vendrá abajo estrepitosamente. Estuve a punto de decirle que sí éramos recién casados Mulder.
- Fox. Creo que tienes razón. Yo había pensado en que nos limitemos a decir la verdad.
Scully le miró como si estuviera loco mientras él le volvía a sonreír a la camarera que volvió con sus pedidos más un pequeño pastel con una vela.
- Siempre he pensado que todo aniversarrio requiere de una vela. Es parte del encanto de todo festejo. 
Scully se sintió casi emocionada y Mulder pensó en que dejaría a esa mujer una generosa propina.
- Muchas gracias.
- Gracias. Es muy amable.
- Por nada. Que pasen un feliz aniversaario.
Y guiñándoles un ojo se alejó a atender otras mesas. Scully esperó a que estuviera lo suficientemente lejos y se acercó a Mulder para poder hablar sin que los escucharan. Claro que el milagro sería que él la escuchara. Estaba más ocupado tratando de prender la bendita vela que prestándole atención.
- ¿Qué quieres decir con que nos limiteemos a la verdad?
Mulder siguió con su tarea, la cual se le estaba dificultando porque el encendedor que había en la mesa no encendía.
- Quiero decir que si nos preguntan, diigamos que nos conocimos un 6 de marzo de hace siete años, te dije que te amaba en la cama de un hospital cuando me recuperaba de un accidente que tuve durante una excursión de pesca, te pedí que te casaras conmigo por teléfono mientras estabas de vacaciones en un pueblo pesquero, nos casamos hace cinco años cuando volviste de una vacaciones no programadas de dos meses y trabajamos en un hospital de Washington, tú como clínico y yo como sicólogo. - finalmente la piedra funcionó y la vela se prendió - ¡Ya está! Bien, Dana, sopla conmigo. Por nuestro quinto aniversario.
Scully contempló la llama de la vela y el brillo de los ojos verdes, que podía contemplar tan de cerca desde su posición, y sonriendo se acercó a la vela y sopló junto con Mulder.
- ¿No estás un poquito errado en el ordden cronológico de tu historia?
Mulder engulló un buen pedazo de pastel.
- Nadie lo sabrá Dana. Y el que modifiqque un poco la cronología de nuestra historia personal no implica que cada uno de esos echos por separado no sea verdad.
Scully miró su torta de chocolate y con resignación tomó su tenedor.
- Obviemos lo de las vacaciones y no diiré que acepté casarme contigo porque estaba bajo los efectos de fuertes calmantes en el hospital debido al cáncer y no sabía lo que hacía.
Mulder tomó un sorbo de su café y acercándose la besó en los labios brevemente.
- Echo.
Scully se ruborizó ante tan espontáneo acto y terminó de comer su pastel en silencio. Tal vez su deseo de año nuevo de los últimos seis años nuevos finalmente se volvería realidad.



En alguna parte de la carretera de los Grandes Lagos
7.30 p.m.

Scully contemplaba la guía turística que habían conseguido en el último lugar en donde se habían detenido tres horas antes buscando el hotel en donde, según los recibos de la tarjeta de crédito, se habían hospedado cuatro de las seis parejas. Debían averiguar si las otras dos también lo habían hecho, ya que no pagaron con tarjeta y no podían seguir el rastro con tanta exactitud. Si así era, tenían un posible ganador.
- ¿Lo hallaste?
En el rostro de Mulder se vislumbraba el cansancio de todo un día viajando, pero a juicio de Scully eso no hacía más que aumentar su atractivo, llenándola de esa molesta necesidad de acariciar su frente y besar sus párpados para distender su cansancio.
- Está a unos diez minutos. Debe haber una desviación por aquí… allí está. A tu izquierda Mulder.
- Fox.
Scully sonrió. Durante todo el día se habían detenido en cuanto lugar lo habían hecho las parejas desaparecidas y en todos lados habían recibido algún presente por su aniversario y muchas miradas por parte de las mujeres que a todas luces gritaban deseo por su “marido” y envidia por su situación. Y en cada oportunidad en que ella lo llamó por su apellido él, que había repetido su nombre de pila todo el día como si fuera su nueva muletilla, automáticamente decía: “Fox”.
- Fox. Es por aquí, un par de kilómetroos más.
- Qué bueno. Estoy deseando llegar, tommar una ducha y dormir en una cómoda cama.
Scully nada dijo. Desde hacía unas cuantas horas le preocupaba el tema de la cama. No podía pedirle a Mulder que durmiera en algún duro sillón después de que había conducido todo el día y no estaba dispuesta a dormir ella en ningún lugar que no fuera un colchón. Pero la sola idea de compartir la cama con él hacía que el fuego comenzara a arder en sus entrañas.
De repente apareció ante ella una gran construcción de madera y piedra, con un jardín bellamente iluminado delante, senderos por todos lados y una vista increíble del lago detrás. Era uno de esos lugares de postal, tan increíblemente hermoso que dolía verlo.
Mulder detuvo el auto en el estacionamiento, apagó el motor y le sonrió.
- Bien, ya llegamos. 
- Mira Fox. Este lugar es hermoso.
Mulder sintió un extraño escalofrío al escucharla nombrarlo con naturalidad por primera vez en el día. No sabía si el lugar era hermoso o no, pero verla con ese brillo tan especial en los ojos, como un niño con toda una tienda de dulces a su disposición, hizo que sintiera unos terribles deseos de besarla.
Sabía que había sido muy audaz de su parte besarla en cada uno de los lugares en donde se habían detenido, por muy castos que los besos hubieran sido, pero no había podido evitarlo. Y, además, estaba perfectamente excusado, si tenía que hacer el papel de un hombre enamorado entonces podía dar rienda suelta al enamorado que tenía dentro y escudarse en el caso para acariciar a la mujer que amaba.
Scully se volteó sonriente a mirarlo.
- ¿No es fabuloso poder hacer este viajje a costillas de la agencia?
Mulder abrió la puerta y bajó al mismo tiempo que Scully.
- Claro. Es la mejor manera de disfrutaar las vacaciones. Con todos los gastos pagos. Vamos, señora Siniestro, es hora de comenzar con la función.
Y como si fuera cosa de todos los días tendió su mano para hallar la que Scully había alargado hacia él en una especie de acto reflejo desarrollado en algún momento del último año, y juntos entraron sonriendo al hotel.



OK, no es mi suerte este tipo de historias, pero lo estoy intentando. ¿Qué dicen?¿La sigo o la dejamos ahí? Por favor, escríbanme para saber su opinión.