author = Farid Char
dedicate = Kris Carolina, mi amiga shipper tanto como yo :)
Rating = mission_xfiles
Type = Terror
fanfic = PUERTO DE BALTIMORE
2:44 AM
El hombre caminaba presuroso por el estrecho pasillo, débilmente iluminado por una Luna llena que resplandecía en la oscuridad de la noche. Luego de recuperar el aire por algunos segundos y asegurarse que nadie lo había visto, bajó apresuradamente las escaleras del barco carguero "Seagreen" y se alejó corriendo hasta perderse entre los containers, sosteniendo con fuerza aquella bolsa marrón cargada a su espalda.
En medio del silencio que ahora reinaba, los fríos pasillos y desolados camarotes del barco tenían un aspecto tenebroso. En el salón de mando, las manijas de las puertas estaban empapadas de sangre, siendo crudos testigos de ese montón de marinos que yacían muertos en el piso, mientras los ojos del capitán, un poco más allá, tenían aún su mirada fija en lo que acababan de ver hacía sólo unos minutos: el terror mismo.
OFICINAS CENTRALES DEL F.B.I.
WASHINGTON D.C.
Scully había llegado temprano esa mañana, sin embargo algo le hacía pensar que nuevamente él se había adelantado, y ya estaría en su escritorio inquiriendo nuevas pistas sobre un caso del mes pasado que aún seguía inconcluso. Y ciertamente no era la primera en llegar. Él llegó como hace media hora, pero no buscaba pistas por ningún lado; disfrutaba sacándole punta a ese pobre lápiz grafito y lanzándolo al techo, por enésima vez.
- ¡Buenos días Scully! Te alegrará saber que últimamente he mejorado mi puntería y ahora logro que los lápices no caigan sobre mi cabeza, sino sobre el escritorio... ¿cómo estás?
- Emm... buenos días Mulder, estoy bien, gracias. Me alegra que estés aquí desde tan temprano.
- Oh sí, en realidad no me fijé en eso, pues se me ha pasado el tiempo mientras pensaba respecto a un caso que llegó a la oficina, dale un vistazo.
Con expresión de duda, Scully tomó la carpeta que estaba sobre el escritorio y comenzó a leer, cada vez más intrigada y sorprendida por los antecedentes, junto con las fotografías adjuntas.
- Esta madrugada un funcionario del puerto de Baltimore se extrañó al no recibir respuesta de radio de un barco que hacía poco había atracado. Subió al barco, lo registró y encontró a toda la tripulación muerta. No hubo ninguna señal de auxilio previa y no se encontraron huellas en la escena del crimen.
- Parece bastante extraño, pero ¿qué te hace pensar que esto es un expediente X, Mulder?
- Bueno, que en realidad sí podría haber una pista...
Mulder le señaló unos débiles puntitos blanquecinos que aparecían cerca de las víctimas, mientras fijaba sus ojos graciosamente en Scully, quien seguía sin entender nada. Salieron rápidamente de la oficina para abordar un vuelo charter con destino a Baltimore, en el vecino estado de Maryland.
PUERTO DE BALTIMORE
5:12 PM
- Buenas tardes, somos los agentes Mulder y Scully del FBI.
- Ah sí, qué tal, soy el detective Richard Hawkes, estoy acompañando al forense mientras termina aquí. Escuchen, la policía local estuvo investigando la escena del crimen y francamente no creo que esto sea un asunto para el FBI. Se está manejando la teoría de un asesino múltiple, aunque desconocemos los motivos.
- Estuvimos viendo el expediente… ¿nos permite subir a bordo, detective Hawkes?
- Sí claro, pasen.
El "Seagreen" tenía un aspecto lúgubre. Se encontraba acordonado de cintas amarillas, y un policía vigilaba impasible la entrada a la sala de mandos, en donde se encontraban las víctimas. Hasta entonces no había nada extraño en las paredes, ni el piso o las barandas. Scully comenzaba a preguntarse si realmente esto era un asunto para la policía local. Un asesino bastante astuto, pero asesino común, al fin y al cabo. Atravesaron por un pequeño comedor antes de llegar a la escena del crimen.
La sala de mandos tenía un aire espeso, totalmente distinto al exterior. Era una de esas salas con pequeñas ventanas redondas a los costados, puertas herméticas, y un gran ventanal hacia la proa. Scully se sentía un poco incómoda, pues el lugar concentraba el olor a sangre y los cuerpos aún no habían sido retirados. Pero casi enseguida notó, al igual que Mulder, unas muy pequeñas partículas de polvo gris en algunos sectores de la habitación.
- ¿Qué te parece esto Scully? ¿Qué crees que sea?
- La verdad no se, Mulder, según el expediente no son restos de droga, ni antibióticos... y aquí dice que se disuelven con el tacto.
Al tiempo que Scully pronunciaba la última frase, Mulder tomó delicadamente un pequeño puñado de las partículas con su pulgar e índice y las frotó suavemente. Inmediatamente se disolvieron.
- ¿Quién crees que pudo hacerlo Scully? Este es un barco de exportación procedente de Europa, que sólo hacía una breve parada aquí y su carga consiste nada más en ropa de no tan buena calidad… pero la carga está intacta. ¿Con qué objeto matarían a estos marinos si la intención no era el robo?
- Bueno, tal vez un loco... ¿ya te fijaste en cómo murieron, Mulder? Fueron apuñalados con una especie de cuchilla muy fina, yo creo que es un comportamiento típico de enfermos mentales en medio de una crisis; puede que haya estado huyendo de un centro de internos, subió a este barco, encontró a los marinos, se sintió amenazado y los atacó… ¿Mulder? ¿Has escuchado una palabra de lo que te dije?
- Sí... claro, Scully, déjame consultar algo.
Mulder fue en busca del detective, que ahora había subido al barco y revisaba papeles con un oficial de policía. Apenas salió hacia el pasillo, notó que no había rastros de las partículas de polvo, pero sí vio que una puerta contigua conducente a la lavandería estaba abierta, y había un par de prendas en el piso.
- Detective Hawkes, ¿de casualidad tiene una lista con la tripulación de este barco?
- Lo siento agente Mulder, no hemos hallado ninguna, pero todo parece indicar que esta era toda la tripulación, diecisiete personas. Todas portaban su identificación. Aparte de eso sólo sabemos que el barco partió desde el puerto de Dublín, tenía una parada programada en Baltimore y luego debía entregar su carga en el puerto de Miami.
- Comprendo... seguiremos investigando, lo llamaremos si necesitamos su ayuda, gracias.
- ¡Mulder, ¿qué sucede?! -gritó Scully desde el pasillo.
- Ya vámonos Scully, creo que no podemos encontrar nada más aquí.
El Ford partió sin mucha prisa, con ambos agentes abandonando el puerto y dirigiéndose al centro de la ciudad de Baltimore. La policía local ya tenía órdenes de seguirle la pista a ciertos convictos prófugos, sospechosos de homicidio y contactar a los centros de salud mental por si algún interno hubiera escapado, pues también se manejaba la tesis que había mencionado Scully. En tanto, las cosas pronto estarían por complicarse.
- ¿Dónde vamos exactamente, Mulder?
- A la terminal de buses. Quiero saber si nuestro sospechoso pudo haber escapado de la ciudad.
- Sí, es buena idea, pero... ¿cómo sabremos a quien buscar? Aún no tenemos una fotografía del sospechoso, ¡ni siquiera sabemos quien es!
- Creo que buscamos a uno de los marinos de ese barco.
- Pero según el detective sólo esas diecisiete personas componían la tripulación, y fueron víctimas de una emboscada. ¿Qué te hace pensar que falta alguien más?
- Antes de llegar al salón principal atravesamos un comedor grande, en donde aparentemente todos alcanzaron a cenar anoche. Ya habían retirado las vajillas, pero los vasos seguían allí. Había dieciocho vasos.
Comenzaba a caer la noche. La búsqueda en la terminal había sido infructuosa, así como en la estación de trenes y el aeropuerto. Nadie había visto abordar a un hombre con vestimenta de marino ni acento extranjero, y las cámaras de seguridad tampoco mostraban a nadie que pareciera estar huyendo. Mulder y Scully se sentían frustrados, y la sensación general era que en realidad no faltaba ningún marino. O más precisamente que el asesino, sea quien fuera, era bastante astuto.
El celular de Mulder comenzó a sonar.
- Mulder.
- ¿Agente Mulder? Soy el detective Hawkes. Hemos recibido una llamada de la localidad de Laurel, a media hora de aquí. Parece que hubo otra muerte, similar al modo en que murieron los tripulantes del barco.
- Vamos para allá.
LAUREL, MARYLAND
11:55 PM
La escena sin duda era inusual. A la entrada de la ciudad de Laurel, un Chevrolet Corsa había chocado por detrás a un camión de transporte estacionado, no a suficiente velocidad para un impacto de proporciones, pero sí para alertar al conductor del camión, quien dio avisó a la policía al encontrar al conductor del auto sin vida. Las luces aún seguían encendidas. A su alrededor dos patrullas cortaban el paso y desviaban a los vehículos circulantes. Hawkes aguardaba impaciente mientras el Ford del FBI era autorizado a pasar.
- Agentes, por favor vengan. El asesino volvió a atacar, pero seguimos sin saber por qué. Este hombre no es marino, ni tiene relación alguna con el puerto de Baltimore; de hecho ni siquiera vive allá, según su identificación es un ciudadano de Laurel que venía retornando a su hogar.
- ¿Cómo sabe que fue el mismo asesino?
- Por la forma en que murió, agente Scully. Le dieron una estocada con una espada, una varilla o destornillador muy grande en el abdomen. Creemos que falleció a los pocos minutos, pero sin duda esa fue la causa del choque con el camión. Este hombre venía a poca velocidad y agonizando al momento del impacto.
- ¿Entonces el asesino pidió a este hombre que lo llevara en su auto y luego lo mató?
- Eso pensamos. Como le digo, el auto iba a poca velocidad poco antes de chocar. El tipo perfectamente pudo salir de él y cerrar la puerta antes de emprender la huída. Lamentablemente hasta ahora no tenemos huellas.
- Scully, ¿quieres venir un momento?
Mulder inspeccionaba el interior del vehículo con su linterna. No se advertían huellas de ningún tipo, salvo por un pequeño brillo en el piso del asiento junto al conductor.
- ¿Qué te parece esto? Apostaría que es el mismo polvillo que encontramos en el barco.
- Es cierto Mulder, pero cerca de este lugar no veo más restos. Podría habernos servido para seguirle la pista.
- Bueno, tanto el salón del barco como el piso de este automóvil no han estado en mucho contacto con el viento, y el polvillo se disuelve casi enseguida. Si otros restos quedaron esparcidos ya tuvieron que haberse borrado.
- Mulder, creo que veo algo raro en el cuerpo de ese hombre.
Con mucho cuidado, Scully se puso unos guantes y examinó la herida del hombre. Claramente fue muerto de una estocada, pero cerca del borde de la punzada, empapada de sangre, había un pequeño resto que parecía plástico con forma de garfio, de no más de un centímetro. Tomó la muestra y la puso dentro de una pequeña bolsa para evidencias.
- Parece que estamos avanzando después de todo -le sonrió Mulder.
- Sí, eso creo. Voy a volver en una de las patrullas a Baltimore para analizar esto en un laboratorio y saber qué es. Te avisaré apenas haya completado al análisis.
- Está bien. Yo me quedaré con Hawkes para colaborar en la búsqueda. Tal vez el asesino no ande muy lejos.
La búsqueda prosiguió en los alrededores de Laurel, sin éxito. Se intentó seguir la pista de un hombre que fue visto corriendo a pocas cuadras del incidente, vestido con ropas que "parecían" ser poco usuales. Hacía rato que había pasado la madrugada, y no habían nuevas pistas que seguir. Salvo un detalle, tal vez sin importancia, en el conductor fallecido: sus ojos tenían una expresión realmente aterradora, como si hubieran visto algo horrible. Era la misma expresión que tenía el capitán del barco, que según el forense fue la última persona que murió, y que aparentemente opuso más resistencia al ataque.
SILVER SPRING, MARYLAND
04:40 AM
La fiesta en casa de Cindy Leavitt, cuyos padres estaban fuera de la ciudad, había terminado. El último de sus amigos acababa de irse, y ella se disponía a beber un trago de la botella de vodka sobre la mesa. Al cabo de cinco minutos, llamaron a la puerta. Ella se sentía muy mareada y no tenía ganas de atender, pero supuso que era uno de sus amigos que había olvidado algo. Caminó con pasos lentos, mientras volvían a tocar la puerta. Al principio le pareció su imaginación, pero estaba segura de haber oído una pequeña risa apagada detrás de la puerta, seguido de un susurro y una respiración agitada.
- ¿Qué desea? -preguntó la muchacha.
El hombre tenía un rostro pálido, estaba sudoroso y no podía ocultar que temblaba. Aún faltaba para el amanecer y aquella persona podía haber pasado para Cindy simplemente por un indigente perdido, o uno de sus amigos que estaba borracho; pero enseguida le pareció extraño que ese hombre vestía como marino y hablaba con un acento extraño. Sujetaba con fuerza una bolsa gruesa color marrón.
- Por favor... eh... necesito pasar un momento y hacer una llamada. Sólo serán unos minutos, debo... debo... comunicarme con alguien, por favor... ayúdeme. No le haré daño, sólo déjeme pasar.
- ¿Quién es usted? ¿Se ha fijado la hora que es? Creo que debería llamar a la policía, tal vez ellos puedan ayudarlo...
- ¡No! ¡No! Déjeme pasar, tengo que hacer algo, tengo que solucionar esto, estoy corriendo peligro, usted... usted corre peligro si no me deja pasar...
- ¿Pero qué se cree? ¿Por qué voy a correr peligro si no hago lo que quiere? Lo siento, voy a llamar a la policía.
- ¡No! ¡Por favor, no, no...!
- Oh por Dios, pero qué...
La mano del hombre que sostenía la bolsa marrón comenzó a temblar. Luchó por unos segundos intentando mantenerla cerrada, luego la agarró con la otra mano, pero lo que había en su interior era más fuerte. Las gotas de sudor caliente empezaron a manar del hombre, mientras sus ojos pasaban de mirar el inútil esfuerzo que hacía, a clavarle una mirada aterradora a la chica, queriendo decirle que se fuera en ese mismo instante de allí, pero la voz se le había paralizado, las palabras no le salían.
- ¡Dé-déjeme pasar, déjeme pasar...!
- No, ¡no...!
Pero antes que Cindy pudiera retroceder y cerrar la puerta, la criatura venció el esfuerzo del hombre, desgarró parte de la bolsa y salió de ella de un salto, pero antes de caer al suelo miró fijamente a los ojos a Cindy, y ella se inmovilizó por el miedo.
- ¡¡Déjalo pasar!!
Tan pronto la criatura gritó esas palabras, el hombre vio impotente cómo ésta levantaba su pequeña mano y dirigía sus dedos hacia la chica, al tiempo que la mano entera de la criatura se transformaba en una delgada pero letal varilla firme como un hierro, cuyo filo arremetió y se introdujo en menos de un segundo en el abdomen de Cindy; tres segundos después, lo retiró enteramente ensangrentado. La chica cayó al suelo con un ruido sordo mientras gemía con voz cada vez más apagada.
El hombre contemplaba la escena con ojos y boca abierta, con las lágrimas a punto de estallar, mientras la pequeña criatura, ataviada entera de ropas verdes, volteaba lentamente para verlo y decirle con voz aguda y una mirada de complicidad:
- He vuelto a cumplir tu deseo, amo.
LAUREL, MARYLAND
04:51 AM
- Diablos... esto es inútil. ¡Agente Mulder!
- Aquí estoy, detective Hawkes.
- Mulder, le diré a los oficiales que de momento abandonen la búsqueda, aún está muy oscuro y hay demasiados parques y bosques cerca. Este imbécil tiene muchas opciones para esconderse.
- De acuerdo, estaba pensando lo mismo... mantendremos en alerta a las estaciones de policía cercanas.
Un oficial de policía venía corriendo hacia ellos.
- Detective Hawkes, agente Mulder, ¡vengan rápido!
- ¿Qué sucede, oficial Sanders?
- Un tipo de Silver Spring acudió a su jefatura local como hace media hora, le dijo a los guardias que un monstruo intentó matarlo dentro de su auto luego de recoger a un tipo vestido de marino. El desconocido huyó sin dejar rastro.
- ¿Un monstruo? ¿Un tipo vestido de marino? Es extraño, pero tal vez esté conectado con los asesinatos en el barco. ¡Vamos, Mulder!
Mulder permaneció parado mientras Hawkes y Sanders se apresuraban a las patrullas para dirigirse a Silver Spring, a pocos minutos de Laurel. Se detuvo a pensar un momento y no tardó en analizar:
- No... no es extraño, ahora es muy lógico.
Las patrullas de la policía encendieron sus sirenas y partieron a toda velocidad a Silver Spring. Mulder encendió el motor del Ford y se puso en marcha también. Mientras seguía los otros vehículos policiales, Mulder veía por la ventanilla árboles a ambos lados de la carretera, bosques de frondosa vegetación, bosques, flores, hojas verdes, verdes...
JEFATURA DE POLICÍA
SILVER SPRING, MARYLAND
05:22 AM
- Dígame, ¿qué le sucedió?
Mulder vio que el anciano estaba aún nervioso e intranquilo, pero éste no tardó en contestarle:
- Yo... recogí a un tipo que me pidió que lo llevara... vestía raro, pensé que era de la Marina.
- ¿Vestía un traje de marino?
- Sí, justamente... y hablaba raro, no le entendía con claridad lo que me hablaba. Me pidió que lo llevara a Silver Spring, con la mayor rapidez posible.
- ¿Y luego...?
- Antes de recogerlo yo había escuchado algo en la radio... verá, yo vengo conduciendo desde Essex, y escuché que habían asesinado a la tripulación de un barco en Baltimore... pensé que este tipo había logrado escapar o algo así.
- ¿No le preguntó quién era?
- No, me pidió que no le hiciera ninguna pregunta.
- ¿Y por qué lo atacó después?
- Él no me atacó, fue… bueno, cuando llegamos aquí a Silver Spring, pensé en dejarlo en el hospital, tal vez tenía amnesia o lo habían herido, y habría estado buscando ayuda... pero él se negó, me dijo que lo dejara en otro sitio, y allí...
- ¿Sí?
- Él me decía... "haga lo que le digo, tiene que seguir... haga lo que le digo"; yo le decía que no se preocupara, que lo llevaría donde lo podrían ayudar... pero él no quiso, hasta que en un momento me dijo que si no le obedecía algo me podía pasar... y ahí fue cuando esa cosa... oh, ¡Por Dios!
- ¿Qué cosa?
- Esa cosa que había dentro de su bolsa marrón, de pronto empezó a moverse, ese hombre quería evitarlo, pero ahí había un monstruo, alcanzó a asomar la cabeza y cayó un tipo de polvillo gris... era una criatura pequeña, ¡se lo juro!
Hawkes y el resto de los oficiales miraban al tipo, incrédulos. Mulder le volvió a preguntar:
- ¿Cómo era esa criatura?
- Era horrible, algo muy pequeño para caber dentro de esa bolsa... tenía ojos grandes, la piel muy blanca y el cabello raro, como verdoso... parece que tenía ropa verde, sí. Tenía una mirada aterradora y hacía un ruido agudo, como una risa... alcanzó a decir algo, como "¡Siga conduciendo, obedézcale ahora!".
- ¿La criatura le ordenó que siguiera conduciendo?
- Sí, en ese momento entré en pánico y le dije al hombre que alejara esa cosa, ¡que me iba a matar! Pero el hombre no reaccionaba, hasta que no se cómo, abrió la puerta del auto y se lanzó afuera con esa criatura. Venía como a 60 km/h pero no quise detenerme a ver si el hombre quedó malherido, estaba demasiado asustado y lo único que hice fue acelerar y buscar una estación de policía. Sólo se que me salvé de aquel monstruo, antes que saliera de esa bolsa y me matara.
- ¿Tiene alguna idea de dónde pudo haber ido el marino y esa criatura?
- No, pero ese hombre se lanzó fuera del auto cerca del parque Woodside... entre la Avenida Georgia y la calle Spring.
Mulder le agradeció al anciano y salió corriendo de la jefatura. Hawkes y Sanders también salieron, movilizando en total tres patrullas hacia la intersección en donde el sospechoso estaría rondando ahora.
- Agente Mulder, acabo de contactar a las unidades cercanas para que intercepten a este sujeto, pero estoy desconcertado... ¿El tipo que estamos buscando es uno de los marinos de ese barco? ¿Qué demonios es eso de un monstruo? ¿Qué está ocurriendo aquí?
- Estoy intentando comprenderlo también, detective... aunque no estoy seguro que el marino sea quien está detrás de los asesinatos.
Mientras subía a su auto y emprendía rumbo, el celular de Mulder comenzó a sonar:
- Mulder.
- Mulder, soy yo. Voy camino a Laurel, te he estado llamando y no contestabas, ya realicé el análisis de la muestra que encontré en el conductor fallecido.
- ¿Qué encontraste, Scully?
- Te sonará increíble Mulder, pero ese resto que recogí del borde de la herida tiene la composición y todas las características de ser un tipo de uña rota. De un tipo muy extraño diría yo. Es como si hubieran matado a ese hombre enterrándole una mano.
- Creo que ya se lo que está sucediendo Scully, debes seguir de largo hasta Silver Spring, estamos por atrapar al marino perdido y al autor de los asesinatos.
- Pero Mulder... ¿no dijiste que el marino perdido era el asesino?
- Creo que no, Scully, el asesino es una criatura de la que ese hombre trata de librarse.
- ¿Una criatura?
- Scully, ¿alguna vez te he mencionado ciertas costumbres y ritos que se llevaban a cabo dentro de la mitología celta? Específicamente entre los druidas celtas. Según la literatura eran unos hechiceros que en ocasiones usaban a estas criaturas como espías o ayudantes, pues éstos son bastante diestros en magia y ciencias ocultas. Son criaturas pequeñas que usualmente se les reconoce como guardianes de los bosques, leprechauns.
- Mulder... ¿me estás diciendo que estos asesinatos los ha cometido un duende?
- Fíjate cómo se ha ido desplazando el marino, Scully. Desde Baltimore se dirigió a Laurel, y ahora a Silver Spring; toda esta zona está plagada de bosques y parques, el hábitat natural de estas criaturas. Este camino lo está llevando a Washington D.C., aunque ignoro por qué razón. Sólo se que debemos encontrarlo ahora, pues si logran entrar al D.C. será casi imposible encontrarles.
- Pero Mulder, ¿por qué esta supuesta criatura ha matado a esas personas? ¿Estás seguro que no es sólo tu fascinación debido a que ese barco provenía de Irlanda?
- Creo que el marino encontró por accidente a ese duende, Scully. A partir de ese momento, el marino se convirtió en su amo y el duende busca complacer sus deseos, aunque no de la mejor manera. El duende mata a todo aquél que no obedezca los deseos de su amo.
Mulder frenó bruscamente y colgó el teléfono. Justo al frente, en la entrada de una casa con las luces frontales encendidas, yacía una joven en el piso. La patrulla que Mulder venía siguiendo pasó de largo, pero detrás venían dos más que se detuvieron ante aquella casa. La joven había muerto desangrada y la puerta estaba abierta. Todos alistaron sus armas y entraron a la residencia, que tenía las luces encendidas. Había algunas cosas tiradas en el piso y un vaso roto, pero definitivamente no había nadie, y el móvil del homicidio no fue el robo. Mulder vio a Hawkes que volteaba el cuerpo de la víctima, dejando ver la zona del abdomen donde recibió la puñalada, idéntica a las demás. Los oficiales terminaron de revisar las habitaciones y se disponían a salir de la casa, pero en eso Mulder se da cuenta que el teléfono estaba descolgado, y en el piso reposaba un rastro del peculiar polvillo gris. Tomó el teléfono y se fijó en el último número discado.
- ¡Agente Mulder, uno de los oficiales acaba de ver al tipo huyendo hacia el parque Fairview!
Mulder y los demás salieron de la casa, mientras un oficial permaneció haciendo guardia y una ambulancia se aproximaba. A lo lejos, como unos cien metros, un hombre corría trabajosamente hacia unos arbustos que adornaban la entrada al parque. En su mano derecha llevaba una bolsa color marrón. Acto seguido los oficiales entraron al parque y se separaron para buscar.
Luego de unos momentos buscando, llamaron a Hawkes:
- Detective Hawkes, ¿me escucha? Tengo al sospechoso acorralado, le estoy apuntando en este momento y me acerco a él.
- Bien hecho oficial, ¿cuál es su posición?
Hawkes alcanzó a escuchar un débil quejido por el intercomunicador:
- "Por favor... no lo haga... déjeme ir, lo va a matar, lo va a matar..."
- Oficial Ramey, ¿Me escucha? ¿Dónde está?
- "¡¡Déjalo ir!!"
Un silencio. A Hawkes le pareció oír un alarido lejano, pero lo único que escuchaba ahora era estática. A pocos metros de allí, Scully acababa de llegar a Silver Spring. Fue alertada de la ubicación de los demás luego de enterarse de la joven muerta que habían encontrado.
- Detective Hawkes, encontré al oficial Ramey, está muerto.
- ¡Mierda! Agente Mulder, ¿adónde diablos huyó ese infeliz?
- No lo se oficial, pero recomendaría que no haga ningún movimiento rápido.
En ese momento, Mulder vio al hombre agazapado junto a un arbusto. Estaba pálido, casi sin fuerzas; con su mano izquierda buscaba sin éxito algo entre la maleza, y con la derecha sostenía la bolsa marrón. La criatura había logrado escapar de nuevo de su encierro, pero apenas terminaba de matar una nueva víctima volvía a la bolsa, siempre alerta a que todas las personas alrededor accedieran a lo que su amo pedía. Cerca del hombre, había algunos restos del polvillo gris.
- Escuche, no voy a hacerle daño.
El hombre recién reparó en la presencia de Mulder, a unos tres metros de distancia. Comenzó a temblar y mirar para todos lados. Luego intentó pronunciar una palabra, pero se vio impedido de hacerlo. Antes que lo lograra, Mulder le interrumpió.
- Se lo que está pasando. Sólo quiero que me diga como nos podemos deshacer de él.
- No... no se puede… es demasiado poderoso... si lo dejo ir va a matar más gente, y si intento escapar, tal vez quiera matarme a mí también...
- Pero usted es su amo, él no puede atacarle.
- Yo encontré a esta criatura en el barco... no puedo controlarlo... pensé que era un duende de buena suerte, que me haría rico, pensé que me diría donde encontrar su oro... pero me equivoqué, es maligno y no puedo controlarlo...
Al hombre le costaba pronunciar por su acento extranjero. Luego comenzó a sollozar.
- ¿Usted es el otro marino del "Seagreen", cierto?
- Sí... pero yo no maté a mis compañeros, fue él, yo estaba horrorizado... lo tenía dentro de esta bolsa y lo único que hice fue pedirle a ellos que me dejaran salir del barco para llamar a alguien en Washington D.C.... pero ellos se negaron... y él los mató... ¡los mató a todos!
La bolsa comenzó a moverse. De su interior se escuchaba un leve susurro y algo parecido a una risa aguda entrecortada. El hombre le habló en voz baja:
- Tengo que contactar a esa persona, por favor ayúdeme... es el único que tiene la solución para matar a esta criatura.
- Se refiere a... ¿un trébol de cuatro hojas?
- ¡¡Nooooo!! ¡No lo diga!
Mulder vio que, casi al instante de haber pronunciado esas palabras, la bolsa se remeció y el duende la desgarró hasta romperla por completo, ante la mirada aterrorizada del hombre. El duende había escuchado toda la conversación y, a pesar que en ningún momento sintió que debía actuar a una contradicción a su amo, el nombramiento de un trébol de cuatro hojas supone, por parte de quien lo mencione, el intento de destruirle. Mulder vio los ojos enormes del duende, vestido entero de verde y de tez sumamente pálida. No tuvo tiempo de agarrar con firmeza su arma, la cual cayó al suelo en el instante que el duende convertía su mano en una poderosa varilla afilada, y la impactaba contra un árbol en vez de Mulder, que logro esquivar el movimiento.
Ahora Mulder se encontraba corriendo desarmado entre los árboles del parque Fairview, mientras el duende enfurecido corría tras de él, identificándole como quien intentaba destruirle. La criatura se acercaba y Mulder estuvo a punto de caerse, debido a ramas caídas y vegetación irregular que se cruzaba en su camino. Una estocada pasó rozándole la pierna derecha, pero fue suficiente para que Mulder sintiera un ardor fuerte y la sangre húmeda fluyendo.
Scully había llegado a la entrada posterior del parque. Apenas escuchó el sonido de pasos apresurados, no tardó en alistar su arma y apuntar en dirección a la fuente del sonido. Pero se detuvo justo a tiempo al ver a Mulder, que ya no resistía el dolor, acercándose tambaleando; apenas éste vio a su compañera le gritó jadeando que disparara a su perseguidor, aproximándose a poco más de 10 metros. Las dos descargas del arma de Scully, aún sin convencerse a qué le estaba disparando, penetraron con precisión en el tórax de la criatura, que cayó al instante.
Mulder, tras ver al duende inerte en el piso, se dejó caer preso del dolor. Scully fue a socorrerlo enseguida, mientras Hawkes y otros oficiales se acercaban a lo lejos, tras oír los disparos. Otro oficial acababa de capturar al marino perdido, quien no opuso resistencia. El duende como tal ya no se encontraba donde había caído. En su lugar había un gran puñado de polvo gris, que se mantenía sin dispersarse gracias a la ausencia de viento a esas horas de la mañana, cuando los primeros rayos del Sol asomaban tímidamente por entre unas nubes algodonadas.
OFICINAS CENTRALES DEL F.B.I.
WASHINGTON D.C.
La puerta de la oficina de Skinner se cerraba tras Mulder y Scully. Mulder cojeaba un poco, pero su expresión preocupada era totalmente ajena al dolor en su pierna derecha.
- Mulder, ¿Te encuentras bien?
- Ah sí, de maravilla Scully, pero creo que no podré jugar baloncesto por algún tiempo.
- La Marina irlandesa no pedirá la extradición de Ernest Barrow, el marino perdido, aunque sí desean que se embarque apenas pueda de vuelta a Dublín, para interrogarlo. Todo parece indicar que saldrá libre al no confirmarse su participación directa en los homicidios, aunque el "Seagreen" fue clausurado y su carga enviada de vuelta. Sospechan que un polizón consiguió entrar al barco y se ocultó en el depósito cuando venía hacia Baltimore.
- Yo creo que el polizón era muy pequeño para que lo vieran, de todos modos.
- Por cierto Mulder, ¿a quién intentó contactar Barrow desde la casa de Cindy Leavitt la noche que fue asesinada? Dijiste que no tenía importancia.
- Era un anciano irlandés residente de muchos años en Washington D.C. Barrow quiso ubicarlo y venir desde Baltimore pidiendo a algún automovilista que lo llevara. Ese irlandés aparentemente era devoto de San Patricio y tenía una gran colección de amuletos contra los duendes, incluido un trébol de cuatro hojas.
- ¿Un trébol de cuatro hojas?
- El duende ve desvanecido su poder ante la presencia de un trébol de cuatro hojas, un amuleto muy poderoso y difícil de encontrar. Barrow sabía que este anciano poseía uno y quiso seguirle la pista para usarlo contra el duende, pero su esfuerzo de todos modos era inútil.
- ¿Por qué?
- La policía indagó que ese anciano falleció el año pasado de causas naturales. Un familiar suyo que vive en Dublín confirmó que sus efectos personales, incluidos los amuletos, fueron enviados de vuelta a Irlanda.
Mulder notó la mirada inquisitiva de Scully. Ella lo miró con expresión compasiva y un dejo de ternura.
- Aún no te convences, ¿verdad?
- Mulder... no alcancé a ver el rostro de quien te perseguía en Silver Spring, pero lo que encontré después fue sólo un montón de polvo tirado en el pasto... no un duende barbón con sombrero y zapatitos de la Edad Media. Es un caso intrigante, cierto, pero no se encontró el arma homicida ni al desconocido que le disparé. Suponiendo por un momento que maté a un duende y éste inmediatamente se convirtió en polvo, ahora está muerto... no volverá a atacar. ¿O acaso nos engañó?
- Bueno, tú escuchaste la petición de Barrow.
- De acuerdo... querer que se lance ese puñado de polvo al río Patapsco frente a Baltimore, yo creo que fue un gesto más bien simbólico, un modo de deshacerse de algo que estaba atormentando a ese marino.
- Sí... sólo espero que haya logrado deshacerse de su tormento.
PUERTO DE BALTIMORE
10:35 PM
El viento resoplaba calmadamente en un lujoso yate y simpáticas lanchas amarradas, a orillas del río Patapsco. El tráfico silencioso y las luces de las casas dejando ver a la gente cenando en familia, daban aspecto tranquilo a una comunidad que por momentos se vio en alerta ante las muertes a bordo del "Seagreen", pero que luego condujo -en apariencia- a cerrar el capítulo y esperar pacientemente que las aguas, el viento y las personas recobraran su calma.
A varios metros de profundidad del río Patapsco, en el lecho marino, una suave corriente se arremolinaba en torno a un puñado de polvo gris que, a vista de los peces, era inusualmente brillante. La corriente comenzó a arremolinarse un poco más fuerte en torno al polvillo, al grado que un par de cangrejos y algunos pececitos color violeta optaron por desviar su camino. El remolino momentáneamente impidió ver su interior, girando a gran velocidad para luego de algunos segundos, disminuir y disiparse junto con la arena que se había levantado del fondo. Los tímidos peces que antes se habían alejado, ahora acudieron curiosos. Sus redondos ojos reflejaron, ahora en un mar sumamente calmado, otros enormes y brillantes ojos de la criatura ataviada de verde que acababa de formarse.
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