Nombre del Fanfic: Buscando una salida
Capitulo: I
Autor: Señora del Fantasmal
Dedicado a: Cada una de las personas que me escribieron comentarios en “Camino sin salida” y a aquellos que hicieron posible que finalmente saliera de mi bloqueo mental y pudiera escribir esta secuela.
Clasificacion: Mission X-Files
Romance
Suspenso
Angst / Drama
Fanfic: Buscando una salida I
Autor: Señora del Fantasmal (pipermaru)
Disclaimer: Estos personajes pertenecen a CC y 1013. Nadie, salvo mi mente maligna, sacará provecho de este relato, sólo la satisfacción que recibo torturando a estos personajes, especialmente a uno.
Tipo: Angst, angst, angst.... ¿he dicho ya angst?... OW18 (por el contexto del relato), y UST… por el momento. Luego habrá MSR
Spoilers: Ninguno
Feedbacks: Por favor, mándenme sus opiniones a sra_delfantasmalARROBAhotmail.com
Nota: Esta historia es continuación de “Camino sin salida”. Sé que hubieron muchas personas a las que no les gustó el final que le di a Mulder, por ello decidí escribir una secuela, pero si creyeron que en esta no sufriría tanto, ¡se equivocaron!
* * *
Esta era la cuarta noche seguida que Mulder la despertaba con sus angustiosos gritos. Pero ella ya se estaba acostumbrando a esta situación: Echarse a dormir para que las pesadillas que asaltaban a su compañero, la despertaran casi siempre a media noche. Luego de calmarlo no regresaba a su cuarto, prefería acompañarlo toda la noche, de esa manera el dormía con total sosiego, y ella también. Comprobada la eficacia de este método, estaba pensando seriamente en dormir con él desde un principio. Pero él no era el único que tenía pesadillas, ella también las tenía. Seguían torturándola con imágenes de Mulder siendo injuriado por ese despreciable hombre. Despertaba sudando frío, temblando y el corazón bombeando con fuerza en su pecho, sólo se calmaba acudiendo a la habitación de Mulder e inspeccionando que él estuviera bien.
Salió de su cama rápidamente y corrió hasta el cuarto de huéspedes, que era el lugar donde dormía su compañero desde que el hospital le había dado de alta tres días atrás. Un día antes de que esto sucediera, Scully le dijo que se mudaría a su apartamento por unos días. Sólo esperaba una respuesta negativa, incluso ya tenía preparados algunos argumentos con los cuales convencerlo, sin embargo, no los necesitó. El accedió sin una sola queja, lo que la asustó, ya que él no la había acostumbrado a ese tipo de respuestas.
La convivencia estaba transcurriendo sin problemas. A diferencia de otras veces en las que habían tenido que vivir juntos por un par días, ahora casi no sentía su presencia. Él, si no estaba echado en su cama, convertido en un ovillo, lo encontraba en el sillón de la sala viendo la televisión o aparentando hacerlo, porque muchas veces por la dirección de sus ojos Scully se había dado cuenta que su mente viajaba fuera de la realidad. Una vez le había preguntado sobre esos instantes durante los cuales parecía perder la relación con su entorno, y él no le había respondido con claridad, por lo que ella, acertadamente, decidió no tocar nuevamente el tema. Por el momento, ella había decidido dejarlo solo con sus pensamientos.
Sin embargo, en una semana se concretaría su primera cita con la terapeuta y tendría que liberar todo aquello que estaba escondiendo dentro de sí. Sólo cumpliendo con esta condición podría volver a su antiguo trabajo como agente. Aunque a Scully le parecía que él no estaba muy ansioso por regresar a trabajar. El tema laboral lo había tocado sólo en una ocasión, pero no en relación a él, sino a ella. Una mañana le preguntó si iría ese día a trabajar, y luego de que ella le respondió que estaba de vacaciones, ese asunto no volvió a ser incursionado. De hecho, no habían hablado de muchas cosas. Scully no recordaba una conversación en la que hubieran intercambiado más de dos frases seguidas.
Scully supo desde un comienzo que aquello pasaría, que él se encerraría en su propio mundo. Entendía que era una secuela natural de un trauma por abuso sexual; pero, incluso comprendiéndolo en un nivel intelectual, le dolía que esta reacción estuviera dilatando su relación personal.
Era consciente de que tiempo era lo que él necesitaba para comenzar a afrontar esta situación. Los años trabajando a su lado le habían enseñado su forma de actuar ante las tragedias. Primero se alejaba en el plano emocional y físico, creaba una fuerte coraza alrededor de él; luego, quizá cansado por tener que cargar la pena solo, volvía a abrirse al mundo y acudía a la única persona que sabía que estaba esperándolo; buscaba a Scully y dejaba que ella lo cuidase hasta que nuevamente se sentía preparado para seguir adelante. Tal vez tomaría un poco más de tiempo esta vez, por la complejidad del daño ocasionado, pero Scully sabía que Mulder no permitiría que esto lo derrotase, así como no habían conseguido hacerlo muchas otras tragedias en su vida.
La lámpara de noche alumbraba la habitación en su nivel más bajo, tal como él le había pedido la primera noche que pasó en su departamento. Se acercó y se sentó a un costado; apoyó una mano en su brazo, mientras él continuaba atrapado en una de sus dos pesadillas ya recurrentes. Scully había descubierto que eran dos las pesadillas que lo agobiaban alternativamente cada noche. En una aparecía su padre como el abusador, mientras que la otra se centraba en su secuestro. El primer tipo de pesadillas le habían permitido a Scully corroborar su sospecha sobre la niñez de Mulder: Su padre había abusado físicamente de él. Hasta el momento, no había podido aseverar lo mismo en el aspecto sexual, lo que significaba un gran alivio para ella. Al menos Bill Mulder había conservado algo de decencia al no atreverse a tocar a su hijo de una manera lujuriosa.
-Scully… Scully! No, por favor… Por favor…– suplicaba Mulder sollozante, mientras que con cada palabra se encogía un poco más.
Ella en ese momento hubiera querido abrazarlo por detrás, pero tuvo el buen juicio de no hacerlo por el bienestar de su compañero. Era muy probable que él asimilara ese gesto como un intento de agresión. Se limitó a hacer lo que siempre había dado buenos resultados: Le habló sin tocarlo, hasta que él finalmente reaccionó.
Él abrió los ojos, pero no se calmó, tal como había sucedido veces anteriores. Esta vez la crisis parecía ser mucho más severa. Mulder estaba confundido; no respondió a los primeros llamados de Scully, luego de que despertara. Continuó reclamando la presencia de su compañera, sin darse cuenta de que ella estaba a su costado. La escasa luz no lo estaba ayudando a orientarse. Scully rápidamente se fijó en ese detalle y la encendió. Eso más que calmarlo, lo puso en alerta, ya que empezó a mirar hacia todos lados, hasta que sus ojos se toparon con el rostro de Scully, y la reconoció como la única que podía socorrerlo. En cuestión de segundos el gesto de pánico en su rostro cambió a uno de alivio y Scully aprovechó ese instante para abrazarlo. Él permaneció estático al comienzo, pero los brazos de Scully no sólo consiguieron entibiar su cuerpo, sino también aplacar sus sombríos pensamientos, y él empezó a llorar suavemente. Scully no intentó detenerlo con las típicas frases de consuelo. En ese momento, lo mejor era que él liberara sus emociones para que al menos por esa noche pudiera dormir tranquilo.
Quince minutos más tarde él se había calmado y los dos estaban echados sobre la cama. Scully, semiacostada con la espalda apoyada en el respaldar, contenía a su compañero que estaba recostado sobre su cuerpo. Ninguno de los dos hablaba. Scully sabía que no existían las palabras que pudieran sanar el dolor emocional que sufría su compañero y él, simplemente, como era usual en esos días, no tenía ganas de hablar. Esa era la peor decisión que podía haber tomado, pero era la única cosa que se sentía capaz de hacer: callar y permitir que los recuerdos lo golpearan una y otra vez. No era una opción inteligente, pero era la que más se adecuaba a su estado de ánimo.
-¿Y si no está muerto?– preguntó en un susurro sorprendiendo a Scully, que no esperaba escucharlo hablar y mucho menos para hacerle esa pregunta; pero tuvo que admitirse a sí misma que esa interrogante ya se la había planteado en su cabeza muchas veces, y no había encontrado una respuesta concluyente.
-¿Por qué piensas que no está muerto?
- Tengo otros medios para enterarme de las cosas, aunque tú quieras mantenerme en la ignorancia – Scully detectó el reproche en su voz, y se sintió estúpida por haber intentado protegerlo de algo que indudablemente terminaría enterándose por otros caminos.
-Lo siento… - dijo ella.
-Entonces, él no está muerto, ¿verdad?- Su voz perdió estabilidad por un segundo, y Scully dudó sobre qué respuesta sería adecuada darle. De ello dependía la sensación de seguridad que, aunque fuera aún poca, él había recobrado en esos días. Pensó en lo que le hubiera gustado que le dijeran a ella, y llegó a la conclusión de que no podía ocultarle la posibilidad de que el asesino estuviera vivo, aunque con paradero desconocido, ya que hasta el momento nada sospechoso había ocurrido.
-Él desapareció en el río, la corriente al parecer se lo llevó. Skinner me dijo que sus hombres le dispararon y cayó. ¿Es eso lo que sabes?
-Sí, lo mismo.
-Pero no tienes por qué preocuparte- dijo adivinando los pensamientos de su compañero. –Si está vivo, no se atreverá a acercarse, no con toda la seguridad que Skinner a puesto a tu alrededor- Él estaba temblando y, ante eso, ella estrechó más su abrazo. Enterarse que Skinner le había asignado seguridad personal resultó un leve alivio para Mulder, porque como agente sabía que un asesino metódico y hábil podía burlar hasta el mejor guardia. Eso lo sabía también Scully, pero comprendió que ella sólo intentaba que se sintiera amparado, así que no dijo lo que realmente pensaba.
-¿Por qué no intentas dormir? Ya es tarde- le dijo Scully tras ver la hora en el reloj despertador que estaba apoyado en la mesa de noche, pero no recibió una respuesta.
Los primeros días, luego de haber sido rescatado, Mulder no había tenido inconvenientes en mostrarse vulnerable frente a ella, pero ahora que estaba más alerta, había empezado a avergonzarse de ciertos comportamientos que el trauma había gestado en su personalidad.
No quería admitir que se había desvelado y que la pesadilla seguía tan viva en su mente que no se sentía capaz de dormirse y arriesgarse a pasar por lo mismo de nuevo. Sin embargo, no tuvo que exteriorizar este temor, ya que Scully se le adelantó ofreciéndole una pastilla para el insomnio, la cual él aceptó.
Scully tuvo que dejar solo a su compañero en la habitación mientras iba a la cocina por un vaso de agua tibia. Lo dejó menos de un minuto en esas condiciones, pero para Mulder fueron los segundos más largos de su vida. Cuando Scully regresó al cuarto, él estaba sentado en la cama concentrado en la puerta, esperando con ansias el regreso de su compañera.
Ella se sentó en el borde de la cama, mientras él tomaba la pastilla y bebía toda el agua. Cuando terminó, Scully dejó el vaso vacío sobre la mesa de noche y sin que Mulder tuviera que pedírselo, se echó a su lado. Rápidamente el sedante hizo efecto sobre el organismo de Mulder, que en un par de minutos ya estaba completamente relajado. Medio dormido, se abrazó a Scully. No llegó a cumplirse otro minuto, cuando su respiración adquirió un ritmo regular y profundo, señal de que se había quedado dormido por completo.
* * *
Dos meses después
Washington DC
Aquel día Fox Mulder regresaba a trabajar. La terapeuta le había dicho que era tiempo de que retomara su rutina laboral y, aunque no se sentía listo para hacerlo, decidió que lo haría. Al fin había recobrado la fuerza para continuar con su vida, y tal vez era momento de intentarlo.
Scully lo había apoyado en su decisión. Ella también pensaba que era un buen momento para ponerse nuevamente el traje de agente. Lo veía muy mejorado y, aunque su regreso al trabajo sería paulatino, porque aún debía de acudir a citas con la terapeuta tres veces por semana y eso le restaría horas de trabajo, era producente que pasara a la siguiente fase de su recuperación. Nunca se repondría si no salía de casa y no frecuentaba otros lugares además del consultorio de su psicóloga.
Trabajar también formaría parte de su terapia; se pondría a prueba la capacidad de Mulder para relacionarse con sus compañeros de trabajo. En ese aspecto, Mulder sabía que fallaría miserablemente. Desde que supo que volvería a la oficina, esa había sido su gran preocupación. Nadie conocía su nuevo temor; ni Scully, ni su terapeuta. Tenía vergüenza de que su compañera pensara que él no podía lidiar con algo tan insignificante. Si ni siquiera era capaz de hacerle frente a esa situación, ¿cómo podía pretender trabajar? Como agente debía de hablar con personas, e interrogarlas. ¿Qué ocurriría el día que tuviera que investigar un caso como el que le tocó vivir? Esos casos pertenecían a otra área, pero los de crímenes violentos no se cohibirían de pedirle ayuda, incluso sabiendo lo que le había ocurrido.
La noche anterior se había llenado de dudas y ahora no estaba muy seguro de que querer entrar a ese edificio inmenso, con centenares de personas que lo mirarían con curiosidad, pero ya estaba en camino y no podía acobardarse. Scully y su jefe sabían que ese día retornaría a sus labores. No podía llamarlos y decirles que no se presentaría.
Aquello les haría pensar que todavía necesitaban protegerlo, y no estaba dispuesto a retroceder a una etapa que él ya había superado.
* * *
Scully ya estaba allí cuando Mulder entró a la oficina del sótano. Aunque le había dicho que no quería ninguna clase de recibimientos, ella lo estaba esperando. Le sonrió al verlo entrar y caminó hacia él. Quería abrazarlo por la alegría de tenerlo nuevamente allí, pero pensó que quizás sería un poco exagerado e incómodo para ambos, así que sólo se limitó a saludarlo con un poco más de afecto que lo usual entre ellos.
-Hola Mulder, me da gusto verte de nuevo por aquí- dijo con sinceridad.
-Gracias- respondió con timidez. Colgó su abrigo en el perchero y luego se sentó en su escritorio. Abrió cada uno de los cajones como si no supiera que más hacer. Era raro volver al trabajo después de tanto tiempo de ausencia.
Scully, aparte del saludo, no había pronunciado otra palabra, lo que demostraba que ella también sentía extraño este encuentro en el plano laboral. Como amigos se habían visto casi todos los días desde que ocurrió el horrible suceso, pero esta situación era diferente.
El teléfono empezó a timbrar y Scully contestó. A los pocos segundos colgó y se dirigió a Mulder, quien había cogido un lápiz y lo hacía rodar entre sus dedos, jugando con él.
-Era Skinner. Quiere vernos en su oficina- Esta información no le sentó bien a Mulder; la respiración se le cortó por unos segundos. No hubiera querido que el momento de dar la cara llegara tan pronto. Sabía que él quería verlo para comprobar que se encontraba en condiciones de trabajar y brindarle unas frases de bienvenida. Pero, ¿podía existir algo peor que su jefe preguntándole por su estado de ánimo? Estaba cansado de tener que responder a esa pregunta por lo menos dos veces por día.
No había respondido y Scully empezaba a mirarlo con preocupación, por lo que se apresuró en contestar.
-Sí, claro, vamos- dijo con una desenvoltura fingida. Scully asintió y se dirigió a la puerta, pero él no se movió.
-¿Mulder?- lo llamó. Por fin las piernas le respondieron y él pudo pararse y seguir a su compañera.
* * *
Cuando Mulder salió del ascensor, los murmullos de los agentes que estaban parados en pequeños grupos cesaron y aquellos que caminaban se detuvieron para verlo. Con tan solo aparecer en ese pasillo se había convertido en el foco de atención. Y ese hecho lo perturbó más de lo que había creído. Algunos lo miraban con curiosidad, otros con verdadera compasión, pero también existía el otro grupo, los cuales seguramente anhelaban presenciar el momento en que Fox Mulder no aguantara la presión de ser observado y se desmoronara. Pero no les iba a dar ese gusto. Caminó entre ellos, haciéndoles creer que pasaban desapercibidos y así llegó hasta la oficina de Skinner. Scully se percató del examen visual al que había sido sometido su compañero, pero mantuvo su vista al frente sabiendo que esa era la mejor manera de mostrarle su apoyo.
La secretaria los anunció por teléfono, y Mulder y Scully entraron a la oficina de su jefe.
-Me alegra verlo de nuevo trabajando, agente Mulder- dijo Skinner luego de que sus dos mejores agentes tomaran asiento. El tono de superioridad no había cambiado, pero Mulder sabía que sus palabras habían sido sinceras.
-Gracias, señor- respondió Mulder seriamente.
-Bueno, esta reunión es para indicarle en lo que consistirá su trabajo por un tiempo. Estoy informado de que todavía tiene que asistir a terapia algunos días, por lo que por un par de semanas hará sólo trabajo de oficina. No quiero que ejerza trabajo de campo aún. Sé que usted tiende a desobedecer las órdenes, y por ello ya he hablado con la agente Scully. Ella no permitirá que usted se salte las reglas esta vez- dijo esto último con la mirada puesta en la agente Scully, que asintió totalmente conforme.
-Eso no será necesario, señor- Mulder estaba bastante molesto con Skinner, pero no dejó que se notara en su voz.
-Eso espero. En los días previos, Scully ha estado recolectando algunos casos que quiero que vaya revisando. En eso se ocupará hasta que me parezca adecuado que regrese a sus otras labores- Mulder asintió. Luego de una breve pausa, Skinner volvió a hablar. –Bueno, eso es todo. Espero que tenga un buen primer día- dijo mientras se paraba a la par que sus agentes y le estrechaba la mano a Mulder.
Fox Mulder se retiró de la reunión muy mortificado. Skinner había actuado justamente de la forma que él más temía: Lo había reducido a un completo inútil, que no podía asumir grandes responsabilidades y que, por si fuera poco, debía de ser supervisado. Lo peor de todo era que tenía razón. Él se había cuestionando lo mismo en las últimas horas. Ya sabía que sería difícil volver a trabajar, sabía que las personas lo iban a subestimar, pero hubiera preferido no verse obligado a escucharlo.
Caminó tan abstraído en sus pensamientos hasta el ascensor que esta vez realmente no se percató de los agentes que lo observaron. Dentro del ascensor, Scully decidió sacar a relucir el tema que tenía tan ofuscado a su compañero.
-¿No te gustó lo que dijo, Skinner?
-Prefiero no hablar sobre eso- respondió Mulder secamente, dando por terminada la incipiente conversación. Cuando llegaron al sótano, Mulder se dirigió directamente a su oficina donde dedicó lo que restaba de la mañana a revisar una parte de los casos que su jefe le había asignado. Scully le ayudó con algunos, en silencio. No hablaron hasta que llegó la hora del almuerzo y se fueron juntos al restaurante de comida italiana que quedaba a siete cuadras del edificio.
* * *
Restaurante ‘Il Postino’
Aquel era el restaurante al que solían ir antes de que se vieran envueltos por el caso que lo cambió todo. A Scully le hacía recordar buenas épocas y al parecer también a Mulder, porque estaba más comunicativo. Su humor había mejorado desde que entraron, y ella esperaba que se mantuviera así el resto del día.
El lugar era bastante acogedor. El espacio no era muy grande, por lo que sólo había unas pocas mesas cubiertas con unos manteles a cuadros rojo y verde, que les daba un sencillo pero a la vez bonito aspecto. Era el lugar preferido para almorzar por la gente que trabajaba en la zona, razón por la cual, Mulder y Scully hicieron bien en llegar temprano; sino, no hubieran alcanzado un sitio.
Se sentaron en una mesa ubicada en una esquina, y un mesero les llevó la carta inmediatamente. Mulder se pidió unos ravioles con salsa roja, mientras Scully eligió una caprese, plato que consistía en una ensalada con mozzarella, tomate y albaca fresca.
Almorzaron sin apuro. Mulder se dedicó a relatarle a su compañera los detalles de dos casos que le habían parecido interesantes, y ella no perdió ocasión para advertirle que estaba prohibido de ponerse a investigar más a fondo.
Cuando terminaron de almorzar y antes de pedir la cuenta, Mulder se retiró al baño. Era el único en el baño cuando entró, pero mientras se ocupaba, otro hombre se le unió y se puso en alerta. En el sujeto no se vislumbraba ni un atisbo de maldad, pero para Mulder fue como estar nuevamente encerrado con aquel demonio que aún plagaba sus sueños. Su corazón empezó a latir aprisa y, en cuestión de segundos, su frente se llenó de sudor. Si no se controlaba entraría en ataque de pánico y sin una razón que lo ameritara, así que intentó serenarse, respirando hondo un par de veces, tal como le habían enseñado que hiciera. Pero sus ejercicios de relajación perdieron total propósito cuando el desconocido volteó a mirarlo por un instante. El hombre ni siquiera hizo un gesto provocador con el rostro, sin embargo, fue suficiente para que Mulder terminara de descontrolarse. De pronto el aire dejó de pasar a sus pulmones. Empezó a resollar, pero al darse cuenta de que esta acción no estaba teniendo éxito, lo atrapó la desesperación. El hombre juntó a él quiso socorrerlo, pero al tocarlo para intentar tranquilizarlo, empeoró su situación, así que tuvo que salir a pedir ayuda.
-¡Necesito un doctor! ¡Hay un hombre que no puede respirar en el baño! - gritó captando la atención de cada persona en el establecimiento, sobretodo la de una mujer que no necesitó que le dijeran el nombre del individuo que estaba teniendo problemas para salir corriendo. Ella sabía perfectamente de quien se trataba. Y no era un presentimiento, era puro sentido común.
Encontró a Mulder sentado en el suelo, pálido y sudoroso, con una gran dificultad para respirar.
- Mulder, está bien. Trata de respirar conmigo. Grandes bocanadas de aire. Vamos, tranquilo, todo está bien- dijo mientras acariciaba su cabello. Lentamente él consiguió inhalar un poco de aire, y éste empezó a llenar sus pulmones ante las decenas de pares de ojos curiosos. –Por favor, denle un espacio para respirar- ordenó Scully, y los presentes se alejaron unos metros. Mulder, tras superar su problema respiratorio, comenzó a sollozar entre los brazos de su compañera, quien no dudo en acunarlo sin importarle que tuvieran público. –Está bien, ya pasó. Ya pasó- lo reconfortó dulcemente, acomodándole el cabello y besando su cabeza.
Para la mayoría lo que acababan de presenciar había sido un ataque de asma; Scully era la única que conocía las razones detrás de ese escenario, pero no se molestaría en explicarlas.
Cuando Mulder dejó de llorar y fue consciente de que no estaban solos, avergonzado, buscó el vientre de su compañera y escondió su cabeza allí. A los pocos segundos uno de los camareros se apareció con un vaso con agua, que Scully recibió por su compañero.
-Mulder, bebe un poco de agua – dijo tratando de que levantara la cabeza, pero él se rehusó a hacerlo y Scully no lo presionó.
-Quiero que todos se vayan de aquí- expresó con una voz susurrante, pero firme a la vez.
-Está bien, todos se han ido – dijo mientras con una seña pidió a los espectadores que abandonaran el baño. –Ahora bebe un poco de agua – Mulder obedeció en esta ocasión. Se sentó a un costado y luego cogió el vaso que le tendía Scully. -¿Puedes decirme que pasó? ¿Alguien te molestó?- preguntó ella tras unos segundos.
-No realmente… - admitió bajando el rostro, terriblemente azorado.
-¿Entonces que ocurrió? -
-Yo… me espanté. Ese hombre estaba aquí… y… no sé que pasó, sólo me… aterré- nuevamente se estaba angustiando, por lo que Scully prefirió no seguir indagando en el asunto.
-Está bien. Termina el agua para que podamos salir de aquí- dijo poniendo una mano sobre su hombro.
Minutos después emergieron del sanitario. Mulder estaba temblando, pero esa reacción de su cuerpo no le impidió caminar. Por precaución, Scully lo agarraba de la cintura, debido a que Mulder se había quejado de un leve mareo y temía que pudiera caerse.
Habían más de quince personas en el restaurante, observándolos ávidos de una explicación, pero Scully sólo se dio un minuto para acercarse al señor que había estado con su compañero en el baño cuando este sufrió el percance.
-No sé que ocurrió. Le juro que yo no hice nada. Él solo…- habló con nerviosismo
-Lo sé- lo interrumpió Scully. –No es su culpa. Mi compañero tuvo un mal día, eso es todo- dijo en tono conciliador. -Gracias por intentar ayudarlo- agregó antes de irse.
* * *
Scully no pensó necesario consultarle a su compañero sobre a qué lugar se dirigirían luego de salir del restaurante. Llamó a su jefe para comunicarle que Mulder no volvería al trabajo ese día a causa de una crisis que acababa de atravesar. Skinner no la interrogó mucho al respecto, pero le pidió que se acercara a su oficina en cuanto pudiera, luego de encargarse de Mulder.
Mulder estuvo en silencio durante el tiempo que duró el trayecto, y sólo se dio cuenta que Scully lo llevaba a su departamento cuando aparcó el carro frente a este. No le discutió esa decisión e incluso permitió que lo guiara hasta la puerta y la abriera por él. Lo primero que hizo fue recostarse en el sillón sin siquiera ponerse más cómodo, quitándose al menos los zapatos.
-Te traeré algo caliente- dijo Scully. No fue una pregunta, fue un simple aviso que Mulder no refutó.
Mulder permanecía en la misma posición cuando Scully salió de la cocina. Sus ojos estaban cerrados y un brazo le cubría el rostro, pero no podía engañar a Scully. Ella sabía que él no dormía y que esa coartada era sólo para evitar hablar del tema que tanto empezaba a odiar.
-¿Vas a quedarte así todo el día, Mulder?- preguntó sentándose sobre la mesa que estaba delante del sillón donde Mulder fingía dormir. -No es tu culpa lo que ocurrió en el restaurante. Tú sabías que esto podía pasar. Es una reacción natural- Nadie mejor que Mulder podía explicar este tipo de conductas, dado que era lo que había estudiado en su juventud durante sus años en Oxford, pero esto cambiaba cuando él era la víctima. Respondió volteándose al lado contrario de donde estaba su compañera, hundiendo la cabeza en el forro del respaldar del mueble. -No sé que voy a hacer contigo, Mulder- dijo ella con tono de impotencia, levantándose.
-¿Ya te vas?- escuchó una voz que más parecía la de un niño, por lo desamparada y débil que sonó. Scully volvió a sentarse con una ligera sonrisa.
-No, pero sólo si me prometes que hablarás- Mulder asintió aún sin darse la vuelta.
-No creo que pueda volver al FBI por unos días. No me siento muy bien.
-Yo estaba pensando lo mismo- secundó Scully. La situación en sí era seria, pero había algo en ella que a Scully le hacía sonreír, tal vez por la forma en la que Mulder le admitía lo que ella ya sabía.
-¿Le dirás a Skinner lo que he decidido? -
-Claro, ahora dame un espacio para sentarme y acércate- él no dudó un instante en hacer lo que ella le pedía. Se reincorporó y dejó que Scully se sentará para luego recostarse contra ella. –Toma esto antes de que se enfríe. -
-Gracias- dijo él cogiendo la taza, mientras era abrazado por su compañera.
* * *
Un mes después
Sede Central del FBI
Eran las nueve de la mañana y Walter Skinner estaba en su despacho. Sobre su escritorio yacía una carpeta con los detalles de un caso que le sería entregado a Mulder y Scully en cuanto entraran por la puerta de su oficina. Los había llamado hacía cinco minutos, así que esperaba su llegada en cualquier momento.
Luego de tres semanas dedicadas a hacer sólo trabajo de oficina, Skinner sabía que Mulder se encontraba emocionalmente equilibrado para asumir mayores responsabilidades. En una reunión suscitada dos días atrás, Mulder lo había convencido acerca de su aptitud para asumir nuevamente su oficio como investigador. Aún así, antes de aceptar su regreso, se había asegurado de que Mulder no lo estuviera engañando, consultándolo con su compañera. Ellos estaban juntos todo el día, por lo que la opinión de Scully fue determinante.
Recibió una llamada de su secretaria, quien le anunció el arribo de Mulder y Scully. Luego de unos segundos, ellos entraron a su oficina y los invitó a sentarse.
-Tengo un caso para ustedes- les dijo Skinner.
-¿De qué se trata, señor?– preguntó Mulder.
-En las últimas semanas se han encontrado una serie de animales muertos en las orillas del río Hudson, en el norte de Albany. –Les comunicó entregándole a Scully la carpeta del caso, donde se habían adjuntado fotos de los animales hallados muertos. - La policía local de Albany tiene los reportes de las autopsias realizadas en los animales como podrán ver, pero deseo que viajen allá y averigüen que es lo que está pasando- puntualizó. –Agente Scully, quiero que le realice una segunda autopsia a esos animales. Ya hice los respectivos arreglos con los oficiales de Albany- ella asintió. No le agradaba la idea de tener que practicar una autopsia en un animal, pero era parte de su trabajo; además recordaba haberlo hecho en una ocasión anterior.
-Señor, esto parece obra de un rito satánico- opinó Mulder observando las fotos. Encontró desagradable la forma en la que esos animales habían sido asesinados. El hecho de que todos hubieran sido degollados, lo llevó a pensar de inmediato en un tipo de secta.
-Es la misma conclusión a la que han llegado los oficiales de la localidad, pero quiero una segunda opinión: la de ustedes. Según el informe que acabo de entregarles, los pobladores han visto cosas extrañas en la ciudad, hechos que sólo podrían indicar que se está desarrollando una secta. -
- ¿Cuándo desea que salgamos para allá?- preguntó Scully.
- Tienen boletos separados para el medio día, así que les recomiendo que aprovechen este par de horas para ir a sus casas y alistar sus cosas. -
- Claro, señor. Intentaremos resolver el caso lo antes posible- expresó Mulder emocionado por la oportunidad que Skinner le estaba ofreciendo de demostrar que aún era útil para la agencia.
Scully estaba a punto de retirarse del despacho junto con Mulder, cuando Skinner la llamó y le requirió que se quedara unos minutos más. A Mulder le pareció extraño que no solicitara su presencia también, pero salió sin decir una palabra.
Esta vez Scully permaneció parada cerca a la puerta, al igual que Skinner, que se levantó de su asiento indicándole con ese gesto que la conversación que entablarían sería del tipo informal y privado.
-No es algo que acostumbre hacer, pero dadas las circunstancias debo pedirle que preste especial atención a la conducta de Mulder- Scully pensó que aquello no era algo que necesitara que se lo pidieran. Ella siempre se preocupaba por su compañero, incluso creía que a veces se sobrepasaba protegiéndolo, pero no podía evitarlo luego de haberlo visto sufrir las consecuencias de la peor experiencia de su vida.
- Señor, no tiene porque preocuparse. Usted sabe que yo…- Iba a decir que sería capaz de dar su vida por Mulder, pero a última instancia cambió de parecer, dándose cuenta de que con esa respuesta, estaría exponiendo demasiado sus sentimientos. -… Que yo no permitiría que nada le ocurriera- dijo finalmente.
- Eso lo tengo bastante claro, agente Scully, pero aparte de eso si se presenta algún problema durante la investigación, quiero que me llame inmediatamente. -
-No tenga dudas de que lo haré, señor- le afirmó Scully antes de salir de su despacho.
Continuará…
29/09/07
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