fanfic_name = La habitación del niño

author = dana_x

dedicate = Quiero dedicar este relato, a toda la gente que me ha dejado comentarios en mis otros relatos, eso me anima a seguir escribiendo. Y muy especialmente, a kristín y a

emina, mis dos amigas con las que hablo de nuestra serie favorita. ¡Gracias chicas!

 

Rating = mission_xfiles

Type = Terror

fanfic = CASA DE LOS MULDER

Washington D.C.

20:22 p.m.

 

 

Scully observaba desde la puerta como había quedado la habitación de su hijo. Se sentía orgullosa. La habían pintado y decorado ellos, y había quedado bien. Oyó unos pasos detrás de ella, y se dio la vuelta. Mulder se acercaba con William en brazos.

 

M: William, mira a mamá. Está muy orgullosa del trabajo que ha echo, que no puede salir de tu habitación. Creo que está pensando en quitártela –dijo Mulder hablándole a su hijo-.

S: Qué gracioso Mulder, qué gracioso –dijo al tiempo que se acercó a ellos y lo besó en los labios-. Vamos a cenar, estoy cansada y me gustaría acostarme pronto.

M: ¡Cómo que cansada! Scully, es nuestra primera noche aquí, debemos celebrarlo, de la manera que tú y yo sabemos –le susurró las últimas palabras al oído-.

S: Mulder, podemos celebrarlo mañana y todos los días –le dijo besándolo de nuevo-.

M: De acuerdo, tú mandas. Voy a bañar a William mientras haces la cena.

 

 

22:08 p.m.

 

 

Mulder yacía acostado en la cama esperando a que Scully regresara de acostar al niño. Se habían comprado una casa a las afueras de Washington, un poco más grande que el apartamento de Scully, de dos plantas y con jardín, para que William jugara a sus anchas. Habían tenido que hacer alguna reforma, pero ya habían terminado, y por fin esa era la primera noche que pasaban allí. A la semana siguiente, harían una cena para sus familiares y amigos, cuando la casa estuviera un poco más decente.

Scully llegó y observó a Mulder. Yacía con las manos detrás de la nuca, y sonreía.

 

S: Mulder, ¿por qué tienes esa cara de tonto?

M: Porque estoy feliz, Scully. Tengo una mujer maravillosa, un hijo de 7 meses que es un encanto, un trabajo que me encanta, y la casa de mis sueños. ¿Qué más puedo pedir?

S: Tú no sé, pero yo que apagues la lámpara, por favor, que tengo sueño –dijo acostándose-.

M: Scully, que sosa eres –y le dio un beso de buenas noches después de apagar la lámpara-.

 

 

20 minutos después

 

 

Mulder dormía profundamente, a pesar de que la que estaba cansada era ella. Scully dormitaba cuando oyó un ruido. Se concentró más y descubrió que provenía del escucha de su hijo, que estaba colocado encima de su mesilla de noche. Encendió la lámpara y lo acercó a su oído. Oyó risas, y despertó a Mulder.

 

S: Mulder, despierta, William se ha despertado.

M: ¿Y? –preguntó Mulder somnoliento-.

S: Que vayas a verlo, por favor. Se está riendo.

M: ¿Y para eso me despiertas? Scully, Will está empezando a descubrir el mundo, y le gusta reírse.

S: Mulder, por favor.

M: Está bien –dijo levantándose-.

 

En ese momento, aparte de las risas, oyeron la voz de una niña.

 

S: Mulder –dijo Scully asustada-.

M: Voy.

 

Mulder cogió la pistola y se dirigió a la habitación de su hijo. Abrió la puerta despacio, y se encontró a William durmiendo plácidamente. Todo parecía en orden, y Scully entró detrás de Mulder.

 

M: Está todo bien, Scully. El niño duerme.

S: Pero tú escuchaste tan bien como yo las risas y la voz.

M: Lo sé, pero William está bien. Anda, vamos a dormir.

 

Mulder la cogió de la cintura y la dirigió a su habitación.

 

S: ¿Qué explicación le das a esto, Mulder?

M: Que estamos cansados y nos pareció oírlo.

S: ¡Vamos Mulder! Aquí la escéptica soy yo. ¿De verdad piensas eso? ¿Qué estamos cansados?

M: ¿Y tú crees que se puede tratar de fantasmas o algo así? Scully, tú no crees en fantasmas. Y si, creo que estamos cansados y que nos pareció oírlo. Anda, acuéstate y duerme.

S: Como quieras –y se acostó, sabiendo que no pegaría ojo en toda la noche-.

 

 

CASA DE LOS MULDER

Washington D.C.

07:32 a.m.

 

Antes de ir a trabajar, Mulder revisó de arriba abajo la habitación de William, sin encontrar nada fuera de lo común. No había dormido en toda la noche, pensando en que tal vez si había algo extraño en esa habitación, pero todo estaba bien. Se dijo a sí mismo que esa noche estaría atento a lo que pudiera pasar.

Scully tampoco había dormido, y procuró no entrar en la habitación en todo el día, y estar atenta por si volvía a oír las voces y las risas. Había pedido un año sabático, para poder estar con William, y era Mulder, John Dogget y Mónica Reyes los que se ocupaban de los expedientes x.

 

Al llegar la noche, Scully tenía todas las luces encendidas de la casa, incluso las de la habitación del niño. Cuando llegó Mulder, ella estaba en la cocina con el niño.

 

M: ¡Qué bien huele! –se acercó por detrás y le besó el cuello-.

S: Gracias.

M: ¿Por qué has encendido todas las luces?

S: No lo sé, la verdad.

M: Scully, no hay nada. No pasa nada.

S: Mulder, y si…… -dejó la frase sin terminar-.

M: Ja ja ja. Scully, ¿tienes miedo? ¿Piensas que puede haber fantasmas?

S: Mulder, sólo sé que desde que nació William estoy más sensible, y todo lo relacionado con él me da miedo, quiero decir, me da miedo de que le pueda pasar algo, y si eso implica cambiar mis creencias, pues las cambio, y no sé si hay fantasmas, no sé nada –y bajó la mirada hacía el suelo-.

 

Mulder se dio cuenta de que realmente estaba asustada, se acercó a ella y la abrazó.

 

M: Scully, no dejaré que nada ni nadie os haga daño a ti o a William ¿entendido? Os protegeré hasta la muerte –le levantó la cara y la besó-.

S: Mulder, ha ocurrido algo esta tarde.

M: ¿Qué?

S: William, que de repente se puso a reír y a palmear, como si alguien le estuviera haciendo carantoñas.

M: ¿Y dónde estabas tú?

S: En la otra punta de la habitación, me acerqué a él y lo llamé, y tardó un tiempo en reaccionar.

 

Mulder se quedó pensativo, no sabía que pensar, pero decidió no asustar más a Scully, así que cambió de tema.

 

M: Bueno, ¿cenamos? Tengo hambre.

S: Claro, pon la mesa.

 

 

Un rato después

 

 

Habían terminado de cenar y recoger, y Mulder tenía a William dormido en sus brazos. Scully los miraba sonriendo.

 

S: Mulder, será mejor que vayas a acostar al niño.

M: Sí, anda, vamos a dormir nosotros también. Lo necesitamos.

S: Sí.

 

Mulder acostó a William en la cuna, y se fue a su habitación. Scully ya estaba en la cama, y miraba con atención el escucha.

 

M: Scully, no te preocupes, el niño estará bien.

S: Sí, claro –lo besó y apagó la luz, sin quitarle ojo a la mesilla de noche-.

 

Al rato, cuando los dos habían conseguido conciliar el sueño, las risas y las voces se volvieron a oír. Se despertaron, y encendiendo la luz y cogiendo la pistola, se dirigieron a la habitación del niño. Mulder abrió despacio la puerta y entraron, pero todo estaba en silencio y William dormía tranquilo. Los dos se miraron y volvieron a su cuarto.

 

S: Mulder, creo que me estoy volviendo loca.

M: No creo, la verdad, empiezo a pensar de que en realidad si que hay algo.

S: Mulder, no me asustes.

M: Scully, tranquila, de momento sólo son voces y risas.

S: ¿De momento? Mulder, no voy a esperar a que le hagan daño a mi hijo.

M: Scully, no creo que le vayan a hacer nada al niño, él ni siquiera se entera, y además, tú misma dijiste que hoy se reía.

S: ¿Qué crees que significa?

M: No lo sé, pero mañana hablaré con John y Mónica, haber que opinan ellos. Venga, a dormir.

S: No creo que pueda.

M. Inténtalo –y la besó-.

 

Ninguno de los dos pegó ojo en toda la noche.

 

 

CASA DE LOS MULDER

Washington D.C.

Al día siguiente

19:23 p.m.

 

 

Scully había permanecido todo el día en la planta de abajo, sin subir para nada a las habitaciones. No había vuelto a oír las voces y las risas, pero sí había presenciado como su hijo se reía y gorgojeaba solo, como si alguien le estuviera hablando. Tenía miedo. Faltaba poco para que Mulder llegara, y como el día anterior, tenía todas las luces de la planta baja encendidas. Oyó la llave en la cerradura y cogió al niño en brazos.

 

M: Scully, hemos llegado. Han venido John y Mónica.

 

Mulder entró en la casa, seguido de John. Cuando Mónica iba a cruzar el umbral, se paró en seco.

 

D: ¿Mónica? ¿Estás bien?

M: ¿Has notado algo?

R: Sí, es como una presencia muy fuerte.

S: Ay por Dios –Scully abrazó con fuerza a William-.

D: Vamos Mónica, no empieces.

R: No me creas sino quieres, sólo te digo lo que he sentido –le respondió un poco irritada-.

 

En ese momento, la puerta se cerró de un golpe. Scully pegó un grito.

 

D: Tranquila, ha sido el aire. Se ha levantado hace un rato.

M: Vamos a cenar. Luego veremos lo que hacemos.

 

 

22:42 p.m.

 

Habían decidido que Mónica y John dormirían en la habitación con Will. Scully no quería dejarlo allí, prefería trasladar la cuna a su habitación, pero Mulder la había convencido de que era lo mejor, que al niño no le pasaría nada. Mónica dormiría en un sillón que Scully había instalado allí, y John en una mecedora. Todos se acostaron, deseando que nada ocurriera.

 

 

00:27 a.m.

 

 

Mónica se despertó sobresaltada. Se oían claramente risas y voces, de una niña y de un bebé. Despertó a John, y los dos se acercaron lentamente a la cuna. Will dormía tranquilo. De repente, se escuchó un grito desgarrador, y Mulder y Scully aparecieron en la habitación. Al abrir la puerta, los gritos cesaron. Los cuatro se miraron, y Scully cogió la cuna de Will y la trasladó a su habitación, ante las protestas de Mulder.

 

M: Scully, no le pasará nada, ellos están aquí.

S: Me da igual Mulder, el niño dormirá en nuestra habitación. John y Mónica descubrirán que ocurre, pero sin poner a mi hijo en peligro.

M: Scully, a lo mejor Will es la clave de todo.

S: Mulder, me da la sensación de que esto te gusta. Puede que tengamos un expediente x en nuestra casa, pero te advierto, nadie pondrá en peligro al niño –dijo cerrando la puerta-.

R: Creo que tiene razón, tal vez es mejor que William no esté aquí. John y yo investigaremos.

M: De acuerdo. Buenas noches.

D: Buenas noches.

 

Los dos agentes se metieron en la habitación, y la inspeccionaron de arriba abajo, sin encontrar nada. Se dieron por vencidos, y se acomodaron de nuevo en sus asientos, deseando pasar el resto de la noche tranquila.

 

 

CASA DE LOS MULDER

Washington D.C.

07:45: a.m.

 

Mónica se despertó poco a poco. La luz entraba por la ventana, y al volver la cabeza sobre sí misma, pegó un fuerte grito. Estaba cubierta de sangre. No estaba herida, ni John tampoco, pero estaba llena de sangre. John se despertó al oír el grito, y Mulder y Scully entraron a toda prisa en la habitación. Los tres se quedaron mudos al verla. No entendían nada, y Dana no pudo contener las lágrimas, mientras Mónica se levantaba del sillón, también a punto de llorar.

 

S: Quiero irme de aquí. No aguanto más aquí.

M: Scully, tranquila. John y yo iremos a investigar algo sobre la casa, vosotras quedaros aquí y cuidad a William.

D: Sí, tranquilas. Hasta luego.

 

Mónica se dio una ducha y se cambió de ropa, mientras Scully limpiaba la sangre de la habitación y cuidaba al niño. Una vez echo esto, bajaron al primer piso, con la promesa silenciosa de que solas no subirían a la habitación.

 

 

19:24 p.m.

 

 

El día había sido largo para Dana y Mónica. Tenían miedo, aunque ninguna lo reconocía. Mónica sentía una fuerte presencia, que la inquietaba y la asustaba, pero no dijo nada para que Scully no se preocupara más todavía. Y encima, habían empezado a oír los gritos, las voces y las risas por toda la casa desde hacía un rato. Y William reía y gorgojeaba solo. Las dos mujeres estaban muertas de miedo. Oyeron la puerta de la entrada, y se acercaron al recibidor. Mulder y Dogget llegaron seguidos de otro hombre.

 

M: Chicas, éste es Donald McRigth. Se comunica con los muertos.

R: ¿Con los muertos?

D: Vamos a sentarnos, os contaremos la historia.

 

Todos se fueron al salón, y una vez sentados, los dos hombres empezaron a hablar.

 

M: La casa fue construida en los años 40. En ella, vivía una familia con tres hijos: un adolescente de 14 años, una niña de 5 años, y un bebé de 9 meses. Una noche que los padres salieron a cenar fuera, el adolescente quedó a cargo de sus hermanos pequeños. La niña jugaba con el bebé en la habitación de éste, mientras su hermano estaba en el salón. Sin saber porque, cogió un hacha y asesinó a los dos niños.

R: ¡Por Dios!

D: El chico declaró a la policía que oyó una voz que lo obligó a matar a sus hermanos, que le impulsó a hacerlo. El lugar del crimen fue la habitación del bebé, el niño en la cuna y su hermana unos metros más allá. La habitación era el cuarto de William.

S: ¡Dios mío! –exclamó Scully apretando a William contra su pecho-.

M: Creemos que las risas y los gritos pertenecen a los dos niños.

R: ¿Y la sangre?

M: Ese es el lugar exacto donde murió la niña, por eso amaneciste cubierta de sangre.

 

Scully y Reyes se miraron y las dos sintieron el miedo de la otra.

 

M: Hemos traído al señor McRigth para que se comunique con el espíritu de los niños.

S: ¿Para qué? Yo no quiero saber nada más, solo quiero irme de aquí.

M: Scully, ¿no te das cuenta? Es nuestra oportunidad de saber qué pasa aquí. De saber porque el niño mató a sus dos hermanos.

S: Mulder, yo no quiero saber nada. Quiero irme de aquí, y punto –dijo Scully levantándose-.

 

John, que estaba al lado de Scully, se levantó también y le sujetó el brazo.

 

D: Dana, espera. El señor McRigth ha venido aquí en contra de mi criterio, yo tampoco creo en eso, pero vamos a escuchar lo que dice.

S: Me parece increíble que seas tú el que me dice eso, eres igual de escéptico que yo. No creemos en fantasmas.

D. Lo sé, pero no perdemos nada.

S: Está bien. Que tenemos que hacer.

Mc: Vamos a la habitación.

 

Todos se levantaron y se dirigieron al piso de arriba, a la habitación del niño. Se situaron en círculo, con McRigth en medio, y éste empezó a hablar.

 

Mc: Me pondré en contacto con el espíritu, en cuanto vean que paso a hablar con otra voz, pueden empezar a preguntar. ¿De acuerdo?

M: De acuerdo. Adelante entonces.

Mc: Queremos hablar contigo, si estás ahí, manifiéstate.

S: Esto es una chorrada. Quiero irme de aquíl.

M: Shhhhh, Scully, ten un poquito de paciencia.

Mc: Manifiéstate. Te escuchamos.

 

De repente, McRigth puso los ojos en blanco, y empezó a hablar con voz de niña.

 

Mc: Hola.

M: Hola. ¿Cómo te llamas? –Mulder estaba emocionado, mientras John, Mónica y Dana, se empezaron a inquietar. Will se reía solo-.

Mc: Elizabeth.

M: Hola Elizabeth. Soy Fox. ¿Cuántos años tienes?

Mc: 5 años.

R: ¿Estás tu sola en casa?

Mc: No, estoy con mi hermano Eric, y con el bebé, Steve.

R: ¿Y qué estáis haciendo?

Mc: Steve y yo estamos jugando en su habitación. Eric está abajo –se calló, y de repente, empezó a gritar-. Ahhhhhh. Ayúdame, por favor. Me va a hacer daño.

M: ¿Quién te va a hacer daño, Elizabeth?

Mc: Eric, tiene un hacha. Ahhhhhhhhhh. Ayuda.

 

En ese momento, McRigth se calló, pero enseguida volvió a hablar. Esta vez era una voz profunda, de ultratumba, que hizo que los allí presentes se estremecieran.

 

Mc: Esta es mi casa. Quiero que os vayáis.

M: ¿Con quién tenemos el gusto de hablar?

S: Mulder, vámonos –William empezó a llorar desesperado-.

 

La casa empezó a moverse, a temblar, con peligro de derrumbarse. John, Mónica, y Scully salieron de la habitación, pero Mulder seguía mirando ensimismado a McRigth, que se movía convulsionando, y gritando con esa voz que se fueran, que era su casa.

 

M: Fuiste tú el que lo obligaste a matarlos, ¿verdad? ¿Por qué quieres echarnos? Es nuestra casa, la compramos. Es nuestra.

Mc: Largo.

 

La casa cada vez se movía más, y mientras Scully gritaba desde la puerta y trataba de calmar al niño, Dogget y Reyes sujetaban a Mulder e intentaban sacarlo de allí. Consiguieron empujarlo hacía fuera, y mientras los cuatro bajaban las escaleras a toda velocidad, la casa empezaba a derrumbarse.

Consiguieron salir, y refugiarse antes de que los pillara el derrumbe por completo. Miraron hacía las ruinas de la casa, y William dejó de llorar. Mulder abrazó a Scully, que luchaba por controlar las lágrimas, y Mónica se abrazó a John.

 

D: Será mejor que nos vayamos de aquí.

S: Sí, quiero olvidar esta pesadilla. Mañana avisaremos a la policía.

R: El señor McRigth no ha podido escapar. Estaba poseído.

M: Fue alucinante.

S: ¿Alucinante, Mulder? ¿Estuvimos a punto de morir todos, y a ti solo se te ocurre decir que fue alucinante? –le gritó Scully separándose unos pasos de él-.

R: Dana, tranquila. Vas a asustar al niño –dijo Mónica cogiendo en brazos a William-.

S: ¡Es que me cuesta creerlo! Dices que fue alucinante. ¿El qué? ¿El miedo que hemos pasado Mónica y yo hoy, que tu hijo se riera solo, que un hombre acaba de morir o que los muertos casi somos nosotros? ¿Eso te parece alucinante, Mulder? –al terminar de hablar, las lágrimas caían por su hermoso rostro-.

 

Mulder se acercó a ella y la abrazó con fuerza.

 

M: Tienes razón, Dana, lo siento, perdóname. Será mejor que nos vayamos de aquí.

 

Subieron a los coches y se alejaron de allí.

 

 

MISMO LUGAR

AL DÍA SIGUIENTE

Washington D.C.

10:02 a.m.

 

 

Se acercaron en un coche los cuatro, Will se había quedado con su abuela, y la seriedad y el cansancio en sus rostros, fue pasando al desconcierto. Pararon el coche, y se bajaron mirando incrédulos hacía la casa. Estaba intacta, en pie, y desde luego, nadie diría que cuando se fueron de allí la noche anterior, estaba en ruinas. Se miraron entre sí sin decir nada, y se encaminaron hacía la puerta. Mulder empujó la puerta y entraron. Estaba exactamente igual que cuando la compraron Mulder y Scully, sin las pequeñas reformas que habían hecho. Recorrieron la casa en silencio, y no encontraron rastro del señor McRight y de nuevo en el hall, fue Mónica la que habló.

 

R: No entiendo lo que ha pasado aquí.

S: Yo tampoco.

D: Creo que esto no tiene explicación, por mucho que la busquemos.

M: ¿Sabéis que? Opino que será mejor que nos vayamos y que olvidemos esto, ha sido una pesadilla.

R: ¿Pesadilla? Al que se lo contemos, pensará que estamos locos.

M: Por eso no lo contaremos. Nos iremos de aquí y olvidaremos lo que ha pasado, ¿de acuerdo?

S: No podrías haber tenido mejor idea, Mulder. Vámonos.

 

Salieron de la casa, y montando en el coche, se alejaron de allí, con la convicción de que lo que había pasado allí, nunca lo habían vivido.

 

 

FIN

 

 

Ha llegado el final. Espero con ansia vuestros comentarios. No seáis muy crueles, ¡ok!

 

 

 

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