fanfic_name = Motpakut
chapter = 3
author = Soy tu Cero
Rating = mission_xfiles
Type = Suspense
fanfic = —3—
Casa de los Cross
Devon Valley, Dakota del Sur
11.21 a.m. (Miércoles)
Scully examinaba la sala de estar, Mulder subía las escaleras para ver los dormitorios. Ambos llevaban los abrigos puestos a pesar que el día estaba despejado, ya que el cielo mostraba un azul oscuro con un sol distante y frío. En los bolsillos tenían lentes naranjas y luces ultravioletas, Scully se había traído un par del equipo de Finnigan Edge.
Al llegar a Evlyn's Hill vieron que el suburbio estaba dividido en dos poblaciones: a un lado, las casas de una sola planta y al otro, las de dos pisos. La primera para los trabajadores de más edad, esto lo hizo el viejo Denmark pensando en que si para él era complicado subir y bajar escaleras igual lo sería para aquellos empleados que comenzaron con él. La casa de los Cross pertenecía a la segunda población. Ben Cross, el marido de Nadine, fue el beneficiado con una casa al igual que trescientos ochenta empleados. En Evlyn's Hills quedaban viviendo unas cien familias, la mayoría había cambiado de rubro y esperaban, ya cuatro años, que llegaran los nuevos dueños de la fábrica y de la granja para ser recontratados; otros, se cansaron de esperar y viajaban todos los días a sus "nuevos" empleos en Finnigan Edge; y los menos, que habitaban la primera población, sobrevivían de sus pensiones.
Mulder llegó a Devon Valley la noche anterior, alojándose en una posada: la Rottenapple Inn. Scully, en cambio, viajó desde Finnigan Edge aquella misma mañana. Había tardado en encontrar a Mulder, resultando curioso para una agente especial que se perdiera en una pequeña ciudad. La razón era que ella buscó el letrero de la posada. Fue la segunda vez que recorrió la misma calle que vio el nombre, con enrevesadas letras, pintado en una de las ventanas. Durante el trayecto de la posada a la casa de los Cross, Mulder estuvo burlándose de ella. Una forma para olvidar la mala noche. Tuvo pesadillas.
En la posada leyeron el informe sobre la desaparición más reciente. Allí indicaba que Margarita Ramos encontró al pequeño Lenny, asegurado en la sillita del automóvil, ella alertó la desaparición de Nadine.
Mulder entró en el dormitorio de Nadine, lo observó detenidamente antes de ponerse a buscar algún diario. Necesitaba saber si tenía alguna amistad que la conociera mejor y que les diera informes sobre ella. Encontró una caja de zapatos en el clóset llena de fotografías, un par de ellas rotas. En el fondo encontró la argolla de matrimonio. Las fotos rotas eran de la boda, las otras estaban rayadas. Allí aparecía junto a su esposo o aparecía él solo, en algunas decía "¡¿Por qué?!", en otras "¡Mentira!". La progresión dramática del dolor de Nadine estaba en manos de Mulder. Éste no pudo sentirse ajeno. Lanzó algunas palabrotas en contra de Ben. Como podía alguien abandonar a su esposa y a su hijo a su propia suerte, olvidándolos en noches de juerga.
El informe indicaba que la policía, gracias a sus padres, ubicó a Ben para interrogarlo, en un bar a las afueras de la ciudad de Pierre. Él trabajaba allí. Vivía con su pareja, un antiguo amor de secundaria, en el piso sobre el bar. Ben se quejó de la desaparición de su esposa diciendo que si ella quería que le encajaran al niño en su nueva vida no lo iba a lograr, que no pensaba seguir ese juego. Por ese motivo Lenny se encontraba en una institución, sin saber lo que ocurría con sus padres, estaba —sin entenderlo— a la espera que un Juez decidiera su futuro.
Mulder encontró un librito en su velador. En el interior de las tapas había unos números telefónicos registrados, los dueños aparecían con iniciales. El librito tenía las cuentas anotadas por meses y mostraba que en los meses futuros pensaba cambiar el horno micro-ondas y adquirir un triciclo para Lenny. Todo indicaba que ella pensaba hacerle frente a la vida.
Scully estaba inspeccionando la cocina, que al igual que la sala de estar la examinaba de acuerdo a su instinto y lo aprendido en Quantico. Observando si algo no encajaba en la escena, buscando algo fuera de lugar, fibras en los marcos de las puertas y ventanas o alrededor de los muebles. Vio la posibilidad de que se hubiesen forzado las puertas. Nada. Todo estaba demasiado limpio. Y eso la desconcertaba. Se puso los lentes y encendió la linterna. Examinó otra vez.
Mulder bajaba las escaleras cuando dijo:
—Arriba sólo están las cosas de una madre que enfrenta su nueva vida.
Scully se volvió hacia él rociando luz a la sala de estar, así vio —lo que parecía— dos pequeñas monedas brillantes. Fue hasta allí. Había una alfombra con dibujos escarlatas lo que explicaría porque ni ella ni el perito que vio la escena se percató de las gotas de sangre que estaban en el centro de uno de estos diseños, a mitad de camino entre la puerta de la cocina y de la puerta a la calle. Tal vez la explicación fuera la credencial de dicho perito, este era un doctor del hospital del pueblo con un curso en manejo de pruebas forenses.
Mulder observó trabajar desde las escaleras a Scully. Ella dejó una regla numerada al lado de las gotas y continuó irradiando el resto de la sala, al terminar le dijo a Mulder:
—Hay unas gotas de sangre. Es lo único que tenemos. La cocina estaba limpia.
—Salvo las gotas de sangre, lo mismo constaba en los informes de las otras desapariciones. ¿Puedo salir por la cocina al patio? Quiero verlo.
—Sí. Yo recogeré estas muestras. Me las llevaré a Finnigan y desde allí las enviaré al laboratorio de ADN del condado.
Scully fue por una máquina fotográfica que estaba en el auto. Le tomó unas fotos a las gotas, las extrajo con ayuda de una cuchilla y las dejó en unos tubos de cristal. Sabía que con ellas se abría un abanico de posibilidades. Tal vez confirmarían su primera hipótesis: El secuestro. Considerando la cercanía con Finnigan Edge no podía descartar aquello. Pensaba que podía ser uno de los captores dedicado, en estos secuestros, a buscar la satisfacción psicopática a costa del abuso y muerte de las víctimas. De todas formas esperaba que el resultado les permitiera definir mejor las hipótesis. Antes debía descartar que la sangre fuera de la víctima, y una vez hecho esto podría meter el resultado en el CODIS o en otra base de datos para buscar al dueño de la muestra.
Una buena parte del patio trasero estaba techado con un tragaluz. En el fondo había unos cables para tender la ropa, en una esquina estaba arrumbada una bicicleta cuyo rojo original el sol convirtió en rosada. Esta le recordó a Mulder la pequeña bicicleta que tuvo su hermana.
Entre la casa y el cerco un angosto pasillo llevaba a la calle. Una de las ventanas de la cocina daba a este pasillo. Al acercarse encontró pequeños fragmentos de greda, buscó la maceta a la que pertenecía y todas eran plásticas. Vio que una planta estaba seca, pisoteada, justo bajo la ventana. Los fragmentos los dejó dentro de una pequeña bolsa de papel que metió en uno de sus bolsillos del abrigo. Llegó al jardín, a su izquierda vio el automóvil en el que llegaron y a la derecha el gran roble. Era lo suficientemente grueso como para esconderse al otro lado. Pensó que ese y los otros robles del suburbio debieron ser trasplantados en cada jardín. Era un pensamiento correcto, fue idea del mismo Denmark que cada árbol de Evlyn's Hill fuera traído de sus terrenos.
Mulder miraba atento el jardín, observaba el pasto crecido, buscando algo que no encajara hasta que quedó por el flanco derecho del árbol. Impresionado vio que ese lado estaba seco. Muerto. Fue hasta allí, al lado en medio de un arbusto, algo seco, encontró una cajita de cartón blanca, algo sucia y humedecida. En el borde había un pequeño hilo de sangre. La tomó con unos guantes de látex mal puestos y la sacó con cuidado, en su interior había un polvillo café también húmedo, que de seguro al estar seco sería del mismo tono que los pequeños fragmentos. Scully lo observaba desde el cuarto de Nadine. Ella subió en busca de un cepillo para el cabello para tener muestras del ADN y compararlas con las gotas de sangre. Scully ya imaginaba que Mulder debía tener una hipótesis, y lo que lo más seguro ya la tenía cuando la llamó a su departamento dos días atrás. Ella encontraba sorprendentes las explicaciones de Mulder.
Su sorpresa era originada por su incredulidad a lo no racionalizado científicamente. Siempre había pensado que tal vez por tener un padre militar, de rígidas ideas, fue impulsada a buscar en la ciencia un mundo ordenado por rígidas leyes. Además recordaba a un profesor que, a pesar de pedir a sus alumnos una mente abierta, siempre respondía a la pregunta "¿Qué hubo antes del Big Bang?" que "La idea de la ciencia es cuantificar el universo conocido, el mensurable. Lo que esté fuera de esa frontera no nos concierne"; esa podía ser la explicación de porque a pesar de comenzar a creerle a Mulder su lado escéptico se imponía. Siempre.
Ambos se encontraron en la puerta de la calle.
—Venía por ti —dijo Mulder—. Y también necesito unos tubos para guardar unas muestras —agregó y se arrodillo al lado del maletín de los implementos de Scully que estaba junto a la puerta.
—¿Qué encontraste?
—Vamos a verlo. Lleva la cámara.
Scully dejó la bolsa con el cepillo en su maletín, tomó la cámara y acompañó a Mulder. Al lado del árbol este le contaba:
—Aquí hubo alguien espiando.
Ella vio el grueso tronco del árbol y el cordón de arbustos. Sí, alguien pudo esconderse allí.
—Como puedes ver, la zona donde estaba la caja y ese lado del árbol está seco... diría que está muerto.
“Claro, como siempre no es lo evidente lo que llamó tu atención”, pensó ella.
-—Creo que alguien espió aquí y luego fue al pasillo espiando por la ventana de la cocina. Y no olvidemos que en el pasillo también hay una planta muerta... seca.
—Pueden ser coincidencias... —manifestó Scully mientras veía a Mulder sacar una muestra de la sangre del borde de la caja. Él no le contestó.
Scully tomó unas fotos a la caja y, a petición de Mulder, al arbusto y al árbol. Luego extrajo la muestra de sangre del borde de la caja.
—¿Qué harás con la caja?
—La guardaré yo, mientras la dejaré en la maletera de tu auto.
Mulder dejaba la cajita, que guardó en una bolsa, dentro del maletero cuando escuchó un automóvil que se acercaba. En esos momentos Scully regresaba del interior de la casa cargando su maletín, también ella escuchó el vehículo mucho antes que llegara frente a ellos. El silencio del suburbio permitía destacar los sonidos que rompían su calma.
El vehículo era un cochepatrulla que se estacionó al lado del auto de Scully. Del lado del copiloto bajó el Sheriff con su placa reluciente. El Sheriff Frank D. Bont era un tipo alto, macizo y de pelo cano, que con un tono alto sin llegar a lo reprobatorio dijo:
—Vaya, vaya. Así que era cierto que los Federales estaban en la ciudad. ¿Qué demonios los trajeron aquí?
Su rostro sonriente y su acento cantarino incitaron a Mulder a responder:
—Todavía no lo sabemos...
—¿Qué...? ¿Y que llevan en la maleta?
—Evidencias.
—La escena fue revisada —intervino el piloto del cochepatrulla bajándose de allí. Era joven, casi un muchacho enfundado en uniforme policial, de pelo corto y pose de policía rudo, casi como una caricatura—. Y lo que encontramos confirma nuestra hipótesis. Ella se fue abandonando a su hijo
—¿Y dónde están esas pistas o testigos que los llevaron a esa idea? —preguntó Scully.
—¿Usted tiene una mejor? La nuestra es cosa de conocer la mente humana.
—Usted se ve muy joven para haber hecho una maestría en Siquiatría...
—Por favor, cada uno hace su trabajo con las herramientas que tiene —dijo en tono conciliador el Sheriff—. Como ustedes ya habrán visto esta ciudad es un pueblo abandonado, donde su prospero futuro fue un sueño que se terminó con la muerte del viejo Hansel Denmark. Ahora nosotros trabajamos deteniendo peleas de borrachos y vagabundos, o los disturbios originados al final de las reuniones de los ex-trabajadores de Hansel Foods. Esta es una ciudad que no dispone del presupuesto de antaño y con lo que dispone hace su mejor trabajo.
El procedimiento oficial indicaba que se debía informar la presencia de los agentes del FBI a la policía local, así facilitar el trabajo de ambas partes y la retroalimentación de información. Mulder se saltó dicho paso para no poner en aviso su presencia a Washington. Con las palabras del Sheriff comprendió que su presencia podría ser aceptada, tomada como bienvenida. Podría pedirle al Sheriff que no avisara todavía al cuartel su presencia.
—Lamento que se sientan pasados a llevar, pero nuestra presencia obedece al interés del cuartel por solucionar y encontrar a los responsables de estas desapariciones. Mi colega, la Agente Especial Dana Scully, también forma parte del equipo que se encuentra en Finnigan Edge.
—Claro, los secuestros. O sea, que si estas desapariciones fueran en una comunidad más rica hubiesen venido mucho antes. ¿No?
—Pero ya estamos aquí —dijo Mulder—. Descuide, ayudaremos a resolver esto...
—¡No necesitamos de su ayuda, nosotros...!
—¡Callate, Percy! La situación no es simple y es el momento que expertos ayuden a terminar esto.
La molestia de Percy Wetmore dibujó una mueca en su rostro enrojecido. Volvía al cochepatrulla cuando vio salir de la casa de enfrente a una persona de lentes oscuros. Todos la vieron salir. Ella les dedicó unos segundos antes de continuar su marcha que la alejaba de Evlyn's Hills.
—Ella es Margarita Ramos —puntualizó el Sheriff, relajando el ambiente, en especial a Mulder.
—Necesitamos hablar —le dijo Mulder al Sheriff.
—En la tarde lo espero en mi despacho. Nosotros volveremos a nuestra labor.
Los agentes observaron alejarse a la policía. Luego Mulder dijo:
—¿Quieres comer algo? ¿Alcanzas?
Scully asintió sonriendo.
1.20 p.m.
—Llegué a pensar que hasta aquí llegaba nuestra investigación. —Señaló Scully más tarde, cuando dejaba a Mulder en su hospedaje.
El abrió la puerta y antes de bajar contestó.
—No, no lo creo. Se hubiese hecho más difícil, pero igual hubiésemos continuado. Me interesa saber a toda costa que ocurre aquí.
—Yo quiero lo mismo. Sólo que no imaginaba cómo lo habríamos hecho con la policía bloqueándonos. Tu situación...
—No te preocupes. El Sheriff Bont también quiere llegar a la verdad. Me encontraré con él, no veo que tengamos problemas.
—Bueno Mulder, debo reunirme con el Equipo en Finnigan Edge.
—Y yo debo buscar un vehículo para movilizarme —dijo esto jugando con una tarjeta que tenía en su bolsillo del abrigo. Sin sacarla.
Se despidieron y cuando su compañera ya se había alejado Mulder sacó la tarjeta y la volvió a leer. Durante la comida apenas prestó atención a la conversación. Estuvo pensando en el caso desde que llegó a sus manos. Estaba interesado en saber que le podía decir la persona cuyo nombre estaba impreso en la tarjeta. Esta venía en el sobre que encontró en la puerta de su departamento dos días atrás, junto con otros horrorosos datos que aún no comunicaba a Scully.
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