fanfic_name = Motpakut
chapter = 4
author = Soy tu Cero
Rating = mission_xfiles
Type = Suspense
fanfic = (Nota: Mis más sinceras disculpas por el retraso, pero no tuve el tiempo necesario para poder terminarlo antes. Espero no tardarme tanto con los otros.)
—4—
Lake's Corner
Devon Valley
9.10 a.m.
—Un café bien negro y un trozo de pastel de berries —pidió Mulder a la dependienta apenas entrar en el local desierto a esa hora. Una melodía navideña, a un mes de la fecha, sonaba en la radio, a Mulder le recordó "El show de los Muppets" que veía con su hermana. Se dirigió a la mesa al lado de la ventana, mirando el pavimento y casas mojadas por la lluvia y el insólito cielo despejado. Había llovido desde las seis de la mañana hasta cerca de las nueve.
Mulder llevaba una hora despierto, inmerso en cavilaciones, en su habitación a oscuras, cuando escuchó los primeros goterones chocar contra la ventana.
Se había despertado de un opresivo sueño en el que Crumb le hablaba sin parar y él trataba con sus propias manos de cavar una abertura que le permitiera salir de la cueva en la que estaban atrapados. Dejó de trabajar cuando Crumb se quedó en silencio, se volvió hacia él y lo encontró con la mitad de su cabeza desaparecida, comida por algo oculto en la oscuridad. El ojo que le quedaba a Crumb lo miraba pidiendo una explicación, su boca se movía sin emitir sonido alguno. Finalmente despertó.
Decidió ir a desayunar en el café de Lake's Corner. Este local, perteneciente a Matt Lake, tenía entrada por el lado norte, mientras que por el este se encontraba la entrada al supermercado.
La dependienta, Polly Chambers, una mujer de una treintena de edad, a la que la vida —aparte del sobrepeso— le añadió a su cuerpo otros diez años, observaba intrigada a Mulder, preguntándose quién sería ese sujeto. Lo mismo se había preguntado cuando lo vio llegar caminando, cabizbajo, con las manos en los bolsillos. Ella fumaba un cigarrillo en la pequeña escalinata fuera del local, como lo hacía siempre que decaía la afluencia de clientes. Lanzó a la calle la mitad del cigarrillo encendido cuando el sujeto entró sin saludarla. “Debe ser de la gran ciudad”, se dijo; ella estaba acostumbrada a recibir el saludo de todos de los clientes y a conocerlos a casi todos ellos.
—¿Trabaja para el banco? —le preguntó al dejar el pedido en la mesa.
—No —respondió dedicándole una mirada. Se dio cuenta que la mujer seguía usando la casaca sin cerrar. Tal vez quiere volver a fumar, pensó.
—¿Y que hace?
—Soy agente del FBI y cuando termine desearía hacerle algunas preguntas.
—Claro —respondió. Fue tras el mesón, se quitó la casaca y siguió lanzandole algunas miradas, sobretodo cuando Mulder usaba su celular o jugaba con un tarjeta en su mano. A ella le había llegado el rumor de la presencia de agentes del FBI, recién ahora lo creía. Estaba nerviosa, con aquellos nervios provocados por la emoción de enfrentarse a algo importante. Sus amigas se morirían de envidia cuando les contara que fue interrogada por un apuesto agente federal.
Mulder le pidió otro pastel, cuando ella volvió le indicó que se sentara frente a él. Le mostró la foto que mostraba los afiches y la foto de Nadine.
—¿Conoció a alguien de allí? —se llevó a la boca un trozo de pastel.
—Bueno, a ella —le indicó la foto de Nadine —. Trabajaba en el super, tenía un niño que hasta permanecía junto a ella al lado de la caja... más allá de eso, no sé. En todo caso, pregúntele a mi jefe por ella —Terminó diciendo en tono pícaro e indicando la puerta en cuyo letrero se leía: "PUERTA DE INGRESO AL SUPERMERCADO SÓLO PARA EL PERSONAL"
—¿Y de los otros?
—A algunos... Los conocí como clientes. Salvo el señor McGinty que venía más seguido, lo pude conocer más. Era muy amable... aunque nuca hablé mucho con él —Mulder comía otro trocito de pastel mientras la escuchaba y veía como miraba hacia el mesón, como si estuviera viendo a McGinty—. Siempre lamenté no haber hablado más con él... lo mismo me pasó con los obreros desparecidos ese mismo año...
Mulder la miró, Polly estaba concentrada en un recuerdo que le afloraba con un pequeño brillo en sus ojos. Mulder sabía que ese año hubo un accidente en Hansel Foods. Le preguntó.
— Claro... Ellos eran unos fortachones muy bromistas...
—¿Qué me puede contar del accidente?
—Nada, sólo sé que por una semana no se hablaba de otra cosa... fue la muerte del viejo Denmark la que cambió todas las conversaciones —ella miraba a la calle a un vagabundo que trataba de subir su carrito a la solera. Se le dificultada porque le faltaba un brazo. Mulder se percató por la forma flácida de la manga derecha del sucio abrigo que estaba metida en el bolsillo. Un perro blanco le ladraba al vagabundo y éste le contestaba con un grito, cada vez que lo hacía el perro retrocedía unos pasos—. Del accidente se rumoreó un montón de cosas, más cuando sin preguntarle a los parientes de los trabajadores los cuerpos fueron cremados —se detuvo, vio a Mulder tomar su celular que producía un pitido. No había cobertura. Polly siguió hablando—... algunos contaban que los cuerpos estaban irreconocibles, dicen que fue por una explosión y que la demanda a Denmark por usar explosivos sin personal calificado era tan cuantiosa que eso terminó por matarlo.
Mulder la escuchaba pero pensaba en la ausencia de señal. Era curioso, minutos atrás había logrado hablar y ahora no había cobertura. Preguntó:
—¿Siempre hay problemas de señal en este pueblo?
Ella se molestó por el cambio de tema. Mulder vio la mueca que hizo.
—Eso dicen... yo no uso de esos aparatos. Pero acá los clientes se quejan que a ratos falla. Sobretodo en esta zona céntrica.
Dando por terminada la entrevista se puso de pie y fue al mesón. "Suficiente era que comiera mientras me interrogaba, pero que no muestre que no me escucha cambiando de tema", se dijo Polly.
A Mulder no le quedó más que retirarse. Dio las gracias, pagó y se fue.
Ella vio el dinero y sonriendo se dijo: "Por lo menos, da las gracias y deja buena propina".
Mulder fue al supermercado. Allí encontró a Lake sentado tras la caja, con los ojos enrojecidos. La conversación fue breve.
—¿Qué me puede decir acerca de Nadine Cross? —preguntó Mulder de golpe tras la presentación.
—P-poco... —Lake miró alrededor al decir las palabras— ...Poco, tuve una buena imagen de ella —con un brillo en los ojos, continuó—. Era eficiente, amable con todos...
Se deshizo en halagos que Mulder escuchaba y veía como a cada palabra miraba hacia los lados. Para Mulder era claro que él temía traicionarse por su tic, por sus ojos. Notaba en sus palabras una admiración desmesurada. “¿Estabas enamorado de ella...? ¿Por ella has llorado? ¿Por qué siento que escondes algo?”, se preguntaba Mulder.
Lake se puso más inquieto cuando entró un par de mujeres que lo saludaron muy amables. Casi al mismo tiempo salió corriendo de uno de los pasillos un niño de unos doce años. Lake se bajó rápidamente y lo detuvo.
—Lo-lo s-siento... debo trabajar —señaló a Mulder—. ¡¿Niño, que te pensabas llevar sin pagar?!
—Argh... Esto. — le mostró unas latas de bebidas.
—Ya déjalo aquí. No te haré nada, pero llamaré a tus padres, Colin.
—¡No!... Por favor, no los llame... mire yo...
Mulder se retiró, no quiso escuchar la conversación, en cuanto a Lake pensaba en hacerle una nueva visita, para despejar dudas. Afuera apartados del supermercado una pareja de niños de la misma edad de Colin esperaban junto a un trío de bicicletas.
Mulder se detuvo al lado de ellos y sacó su teléfono. Volvía a tener cobertura y llamó al número que ya sabía de memoria.
En eso Colin llegó junto a sus amigos.
—¿Como te fue? —preguntó la niña.
—No sé dio cuenta —respondió y les mostró unos lápices y un par de guantes que llevaba bajo su casaca. Los tres niños rieron juntos en el momento en que le respondían la llamada a Mulder.
2.30 p.m.
Para Dana Scully la mañana había sido agotadora. Junto con el Equipo fueron a uno de lugares en que se vio a uno de los raptores. Una habitación de motel que ya había sido limpiada por la mucama. Después de la pérdida de tiempo que significó revisar el lugar ella acompañó al Asistente de Director Bowman a interrogar al muchacho Brian Rusk, que hacía dos semanas fue liberado de los secuestradores.
Él estaba junto a una sicóloga quien vigilaba las preguntas y la forma en que se realizaban, estaba presente como requisito del acaudalado e influyente padre del muchacho. Bowman se reconocía como alguien hosco por eso le pidió a Scully que se encargara de hacer las preguntas.
Lo nuevo fue la presencia de una mujer junto a los secuestradores. El muchacho Rusk siempre estuvo vendado y sólo podía escuchar lo que ocurría. Además mencionó el ruido de algo que chocaba en el agua en las mañanas de sus seis días de cautiverio. Scully esperaba que ello les permitiera dar con los secuestradores y pensaba que durante el mismo día el Equipo podría dar con el lugar y que se requeriría su presencia. Creía que ir a Devon Valley ese día podría ser un obstáculo, sin embargo Mulder le había dicho que ese día interrogarían a dos personas y que sabía que una tendría unos detalles muy importantes que revelarles. Su voz en el teléfono había sido muy convincente, por ese motivo fue.
Scully encontró a Mulder afuera de su hospedaje apoyado en un viejo jeep caqui.
—Fue lo que más se ajustaba a mi bolsillo —le dijo su compañero—. Me dijeron que no me decepcionaría, que terminaría adorándolo. Ven vayamos en él.
—¿Dónde iremos? —preguntó Scully tratando de acomodarse en el asiento del jeep.
—Al trabajo de Margarita Ramos.
En el trayecto Mulder le contó su experiencia con el Sheriff, de como éste llegó a ser tan afable que le contó de cuando iba con su padre a pescar a Belle Fourche y muy niño al lago Oahe, le mostró fotografías. En cuanto al caso, le dio su opinión acerca de la testigo que vio a Nadine huir: "...La señora Meyer vive en la primera población de Evlyn's Hills, es una mujer respetada en el pueblo. Sin embargo, a sus ochenta años su visión deja mucho que desear. Por lo tanto sólo sirve para señalar la presencia de alguien alejándose muy rápido", había dicho el Sheriff Bont.
—O sea que por su reputación un joven policía le cree, avalando testimonios poco confiables...
—Te molestó mucho Percy Wetmore ¿no? ...descuida, no tiene mucho valor, él es un voluntario esperando ganar puntos para ser aceptado en la academia. Es hijo de la cuñada de Bont, el mismo Sheriff me lo dijo ayer.
Sonrieron. Luego Scully entró en detalles de lo ocurrido en la mañana y le explicó que los resultados de las muestras de la casa de los Cross tardaría otro día, debido a que no podía darle prioridad al envío de la muestra yéndose ellas como baja urgencia. Al ser enviadas las muestras al laboratorio del condado debía indicarse la prioridad, los resultados de alta prioridad llegaban al líder del área forense o al asistente de director, circunstancias que Scully trataba de evitar para no complicar la situación de Mulder.
—Muy bien, esperemos que el resultado sirva para detener estas desapariciones que en los últimos casos están cada vez más cerca uno de otro —dijo esto mirando la casa de los Cross, acababan de llegar—. Y que sirva para clarificar nuestras hipótesis —terminó diciendo
—Sí, Mulder. ¿Cuándo escucharé la tuya?
—Después de nuestra segunda entrevista.
—¿Y con quién es?
—Ya lo verás... ahora ya estamos frente a la casa donde trabaja Margarita Ramos.
Tocaron el timbre y dieron una mirada a la casa de enfrente. Se veía triste al estar mojada por la lluvia., aun cuando a la casa que llamaban era exactamente igual, ésta estaba ausente de dicha sensación.
La puerta se abrió.
—¿Sí? —dijo una mujer enfundada en unos ajustados jeans y con sweater de lana.
—Dana Scully, somos agentes del FBI —mostró su credencial, Mulder no lo hizo—. Buscamos a la señorita Margarita Ramos.
—Lo siento, hoy no vendrá. Me pidió el día libre para ir a la iglesia... ¿Hizo algo malo?
—No. Queremos oír su testimonio sobre el día de la desaparición de Nadine Cross.
—Uy... cuando los vi bajarse de ese jeep creí que ustedes eran un matrimonio, pero al verlos caminar tan elegantes pensé...
—Supongo que tiene la dirección de la señorita Ramos —la detuvo Mulder.
—Sí... —dijo con irritación—. Sí, iré por ella.
Regresó inmediatamente con una libreta.
—Freemont 701, departamento 5... eso queda cerca de la oficina de correos.
—Muy bien, gracias.
—Me interesa saber hace cuánto trabaja con ustedes... —dijo Scully sorprendiendo a Mulder.
—Hace unos diez días.. ¿Pero ustedes me dirían si ella hizo algo malo? ¿no?
—Ya dijimos, es sobre detalles que ella pudo haber recordado del día de la desaparición de Nadine Cross —dijo cautamente Scully, aun cuando en su mente su teoría comenzaba a ser plausible. "Unos diez días...", repitió en su mente, "¿Y que pasó con los otros cuatro?".
Mulder no mostraba su sorpresa, pero Scully la sentía.
En el jeep Scully le explicó su idea de una relación entre los secuestros y las desapariciones y su creencia, ahora, de que fuera Margarita quién dateaba a los secuestradores.
La jefa de Margarita los observó alejarse, miró la casa de enfrente, tuvo un escalofrío que le hizo decir "Brrr", después entró a su casa.
Los agentes tocaban el timbre en casa de la jefa de Margarita, mientras la señora Jersyk estaba cansada del bullicio que no la dejaba oír su programa favorito en la radio. El incesante aullido, luego el ruido de latas la sacaba de quicio. Al oír el ruido de un fierro golpear el pavimento recordó que el vehículo de la agente quedó fuera de su posada. Lo más rápido que pudo se puso en pie y fue a la ventana para encontrarse con la puerta del maletero tenía un pequeño vaivén. Buscó a los responsables y sólo vio a los lejos a una mujer caminar apresurada con la cabeza gacha y por el otro lado a un perro blanco aullando....
3.40 p.m.
El interrogatorio lo hicieron fuera del edificio de Margarita, al lado del viejo jeep. Margarita se decía: "Interferirán en el plan mayor... justo ahora que las señales indican que llegó el momento... Estos agentes interferirán, ya lo presentía cuando los vi ayer". A ella la encontraron en su departamento, quedó de pie en el marco de la puerta observándolos un momento antes de preguntar que necesitaban. Los agentes le pidieron salir.
Salieron en fila por el breve pasillo: primero Mulder, luego Margarita y al final Scully. Ella pensaba en su hipótesis que cobraba fuerza y también en lo dicho por la jefa de Margarita, en que eran un matrimonio. Ella hace mucho tiempo pensaba en su relación con Mulder como si fueran una pareja de niños: competían entre sí por quién tenía la razón con sus perspectivas de un caso. Más tarde se dio cuenta que parecían niños enamorados que peleaban por la verdad, pero fue un pensamiento que silenció y lo mismo hizo ahora cuando se le volvió a presentar, como una duda en un lugar que trataba de no tomar en cuenta. En su corazón.
—Queremos que nos relate lo que ocurrió el día de la desaparición de Nadine Cross, tal vez a recordado algo nuevo o quiere agregar algo que olvidó ese día y que puede ayudar en la investigación —Preguntó Mulder sacando de sus pensamientos a amabas mujeres.
Margarita respiro más tranquila antes de relatarles con otras palabras lo mismo que había dicho a la policía ese día. Terminó su historia, Scully la sacó de su relajo al preguntar:
—¿Dónde estuvo hace diez días?
—En Siux —respondió levemente sorprendida.
—¿Tiene pruebas?
—Mi carta de recomendación —dijo sin titubear—. Mi carta que ahora tiene mi actual jefa.
—¿Y más testigos aparte de un pedazo de papel...? ¿Hizo compras allí? ¿Recuerda la tienda cercana? ¿Conoció a alguien que la reconozca ahora?
La idea de un interrogatorio con un sospechoso consistía en preguntar y preguntar hasta verlo traicionarse. Por eso además la interrogaban fuera de su casa, para que no estuviera cómoda al estar alejada de su entorno controlado y conocido; y por lo mismo le pidieron que no usara sus lentes, aunque sus ojos dispares no reflejaban nada. Tenía una paz, o una sangre fría que a Scully impresionaba.
—Yo rara vez hacía las compras —dijo Margarita. Sonó el teléfono de Scully.
—Lo siento. Mulder, debo contestar.
Mulder asintió levemente, Scully se alejó unos pasos.
—¿Y en dónde ha estado más tiempo?
—En el Valle de San Joaquín, California.
—...Nosotros hemos estado allí... —Mulder vio a Scully mirar su reloj y cortar la llamada. Ella le hizo señas a él.
—Mulder, debo ir Finnigan Edge. El equipo está turbado; encontraron a los secuestradores... Muertos.
Margarita veía a los dos agentes conversar y el aire le traía algunas palabras que ellos hablaban, se sobresaltó al oír a Scully. "Me interferirán, justo ahora que estoy por completar la misión", se dijo.
4.10 p.m.
Los agentes tuvieron que dejar a Margarita Ramos. Le dijeron que volverían a interrogarla.
Al llegar a la posada ambos se sorprendieron de encontrar el maletero forzado. La señora Jerzik estaba junto al auto desde que lo había visto por la ventana. Ella sostenía el barrote a la espera de los agentes. Debía mostrar que no todos en la ciudad eran unos bandidos.
—Falta tu caja —le dijo Scully al inspeccionar el maletero, no añadió detalles para no darle cotilleo a la Señora Jerzik.
—Podrías tomar las huellas del maletero —sugirió Mulder, sabiendo que Scully ya lo pensaba.
—Lo haré, descuida.
—Lamento que no puedas estar para la siguiente entrevista.
—Me informaras... Yo debería estar hace horas junto al Equipo.
Se despidieron. Scully no sabría hasta ver los cadáveres como extrañaría la opinión de su compañero. Mulder sacó la tarjeta, sabía que la información que le entregaría el hombre haría cambiar cualquiera visión que tuviera su Scully. Volvió a echar la tarjeta en su bolsillo y se le cayó.
La señora Jerzik la recogió leyéndola y le informó a Mulder:
—El doctor Hugh Pritchard es peligroso.
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