nombre fanfic: Como Niños
nick autor: Dana_KS
dedicado: A todos los fans
y escritores de fanfics que siguen manteniendo viva
esta maravillosa serie
APARTAMENTO DE MULDER
23:35
No me lo puedo creer, ahora
si que he caído bajo. Es viernes por la noche y
estoy en el apartamento de Mulder. Ya, ya sé que no parece tan malo,
y no lo
sería si en el apartamento solo estuviéramos Mulder y yo. El problema
es que
aquí hay cuatro personas más: Frohike, Byers, Langly y la gota
que colma el
vaso... ¡mi madre!. Vale que estén los tres chiflados esos(bueno,
más bien son
cuatro si contamos a Mulder) aquí, pero lo de mi madre ya es demasiado.
Creo que mejor voy a explicar como es que llegamos todos aquí:
Estábamos en la oficina y, como todos los viernes nos tocaba darnos la
sosa
despedida de siempre. Pero esta vez no fue todo igual que siempre.
-Adiós Mulder, te veo el lunes.
-Adiós... ¡Espera Scully!
-¿Qué pasa?
-Nada, solo... eh, que estaba pensando... que podrías venir esta noche
a mi casa
para cenar o ver una película. Si te apetece y no tienes otros planes
claro.
-Sí, claro. En dos horas estoy en tu casa.
-Bien, nos vemos luego.
No sé ni como pude cerrar la puerta sin derretirme ante la mirada que
me estaba
echando Mulder. Creo que todavía no se podía creer que hubiera
aceptado su
propuesta, y la verdad es que yo tampoco me creo que haya aceptado, debió
de ser
un momento de lapsus cerebral causado por esa boca sensual, ese cuerpo perfecto,
esa mirada dulce y penetrante y... ¡basta ya Dana! Creo que me estoy volviendo
loca, o eso o es que realmente estoy enamorada de Mulder y me parece que va
a
ser esto último.
Es viernes por la noche
y estoy sentado en mi sofá entre Langly y Byers que
lloran desconsoladamente por culpa de la película que estamos viendo.
Frohike
está dándole una charla a Scully, pobrecita creo que está
a punto de caer en
shock y menos mal que no se ha traído la pistola porque creo que a estas
alturas
ya habrá cometido un asesinato.
Para una vez que consigo que Scully venga a mi casa sin ningún psicópata
o
mutante de por medio y van y se meten estos cuatro en mi casa. Si cuatro, porque
lo mejor de todo es que la madre de Scully está en la cocina intentando
hacer la
cena.
Y todo esto es por mi culpa, me explico:
Estábamos como todos los viernes a punto de darnos esa despedida tan
animada que
nos caracteriza cuando a mi se me ocurrió la brillante idea de romper
con
nuestra preciada rutina.
-Adiós Mulder, te veo el lunes.
-Adiós... ¡Espera Scully!
-¿Qué pasa?
-Nada, solo... eh, estaba pensando... que podrías quedarte esta noche
en mi casa
para cenar o ver una película. Si te apetece y no tienes otros planes
claro.
-Sí claro. En dos horas estoy en tu casa.
-Bien, nos vemos luego.
Y salió sonriendo como si nada, ¿acaso no sabe la reacción
que me provoca esa
sonrisa suya? No me podía creer que realmente hubiera aceptado mi invitación,
siempre que se lo proponía decía que tenía algo que hacer
o se lo tomaba a
broma. Pero esta vez aceptó, ¡ACEPTÓ!
Y ahí estaba yo justo
dos horas después tan puntual como siempre (a veces me doy
asco), sin fuerzas para llamar a su puerta. No sabía como iba a reaccionar
ante
la forma en la que yo iba vestida.
Me había pasado casi una hora revolviendo por el armario buscando algo
bonito
para ponerme. Cuando ya lo había desechado todo encontré algo
al final del
armario que nunca me había atrevido a poner: una minifalda vaquera y
una
camiseta negra de esas que se atan por detrás del cuello (se nota el
por qué de
que yo no me atreviera a ponerlo, ¿no?) Me puse unos tacones más
altos de la
habitual, unos pendientes de aro grande plateados, me ondulé el pelo
y me
maquillé algo más descaradamente para impresionarle.
Después de estar unos cuantos minutos frente a su puerta me armé
de valor y
llamé. Cuando abrió la puerta casi hace que me desmaye. Estaba
guapísimo (la
verdad es que siempre lo está), iba en vaqueros y con una camiseta blanca
muy
pegadita al cuerpo ese tan perfecto que tiene, se le marcaban perfectamente
todos los músculos de su pecho. Se acababa de duchar porque aún
tenía el pelo
húmedo con algunas gotas que le caían de vez en cuando por la
cara, lo que le
hacía infinitamente más atractivo.
-Ho... hola Scully- vaya creo que si le sorprendí.
-Hola Mulder. Eh... ¿puedo pasar o me quedo aquí fuera?
-¿Eh? Oh claro, pasa.
Cuando cerró la puerta se quedó apoyado en ella (en una pose muy
sexy debo
decir) mirándome de arriba abajo, lo que hizo que me ruborizara y me
pusiera
como una tomate.
-Bueno Scully, espero que no te moleste que te diga esto pero... estás...
¿guapísima, preciosa, increíble, fantástica? No,
mejor dicho... Scully... ¡estás
buenísima!
Creo que en el mismo momento que dijo eso, mi corazón se paró.
Bueno ya son las diez, Scully
va a llegar de un momento a otro. Vamos a hacer
una pequeña revisión: ¿pantalones?, bien, ¿camiseta?,
bien. Bueno, la ropa va
bien, ahora la casa... está muy bien por primera vez en su historia gracias
a
que me he pasado una hora y media limpiándola como un loco para que estuviera
decente y creo que he hecho un buen trabajo con ella. Todavía tengo el
pelo
mojado por la ducha pero me parece que me queda bien así, además,
cuando voy así
a la oficina Scully se queda mirándome embobada que es justo el efecto
que
quiero causar en ella.
TOC, TOC, TOC
Ya está aquí. Vale Mulder tranquilo sabes perfectamente como se
abre una puerta.
Quita el seguro, gira el picaporte y ya está.
¡¡¡DIOS!!! Que cierren ese agujero en el cielo porque se les
están cayendo los
ángeles y creo que uno ha aterrizado en mi puerta.
Nunca había visto a Scully vestida de esa forma: minifalda vaquera, camiseta
negra atada al cuello y muy pegada, tacones considerablemente altos, pendientes
de aro, pelo ondulado y unos labios pintados de un rojo increíblemente
sensual.
-Ho... hola Scully- bien hombre, dos palabras medianamente seguidas.
-Hola Mulder. Eh... ¿puedo pasar o me quedo aquí fuera?
-¿Eh? Oh claro, pasa.
Me tengo que apoyar en la puerta porque si no lo hago estoy seguro de que me
desmayo, ahora también la he visto por detrás y ver ese culito
tan perfecto te
hace tener ganas de... ¡basta ya! Mi mente está un poco enferma
y
calenturrienta. Uy, me acabo de dar cuenta de que la estoy mirando de una forma
un poco descarada y creo que se ha dado cuenta. A ver Mulder, machote vamos
a
intentar decir algo, tú puedes.
-Bueno Scully, espero que no te moleste que te diga esto pero... estás...
¿guapísima, preciosa, increíble, fantástica? No,
mejor dicho... Scully... ¡estás
buenísima!
¿Yo he dicho eso? Me voy a morir, si no me mata antes Scully porque se
está
poniendo roja... ¿¡roja!? Ja, he conseguido que la Reina de Hielo
se ruborice.
¡Soy un as!
Ahora me toca decir algo
a mí, tengo que contraatacar.
-Gracias Mulder, pero tú si que estás para comerte- espera, ¿QUIÉN
HA DICHO ESO?
Debo de estar poseída (vale, ya sé que soy escéptica, pero
podría pasar) o
borracha porque no entiendo como he podido decirle eso a Mulder.
Se está poniendo colorado el pobre... ¿pobre? Fue él el
que empezó y además
ahora los dos tenemos el mismo color en la cara.
Y ahora tengo que esperar la respuesta y la verdad es que a veces tengo un poco
de miedo a esas respuestas suyas.
Acaba de decir que estoy para comerme. No me lo puedo creer, me han cambiado
a
mi Scully.
A ver que digo yo ahora...
-Ejem... esto... Scully ¿porqué no nos sentamos en el sofá
mientras termina de
hacerse la cena?
-Bien. Si quieres podemos hablar de algo- Scully, vestida de esa forma, sentada
en mi sofá de cuero y diciéndome que hablemos de algo. Esto es
más de lo que
cualquiera soportaría.
Me siento a su lado, muy cerca, en el sofá.
-¿De qué querías hablar?
-De muchas cosas, me resulta muy difícil decírtelo, prefiero relajarme
antes un
poco, ¿puedes pones la música un rato?
-Claro, pondré la radio.
Y la puse, no sé como hice para poner precisamente esa emisora, pero
es que
justo estaba emitiendo una canción bastante adecuada para el momento:
Sé bien que ya no
puedes dormir,
sueñas que yo sueño junto a ti.
Sé bien que no quieres despertar sin mí.
Yo sé que no hay
que perder,
que tu puedes ser esa mujer,
la piel de la noche y del amanecer.
Mírame no lo pienses
más
déjate llevar.
Si me besas una vez
pongo el mundo a tus pies,
por tus labios pierdo la razón.
Si me besas dos o tres
mil estrellas bajaré,
no hay medidas para el corazón.
Si me besas una vez
yo vuelvo a nacer.
Lo sé tienes miedo
yo también.
Lo sé es difícil de entender.
Hablar sé que puede hacernos tanto bien.
Es nuestra oportunidad, basta de esperar.
Si me besas una vez
pongo el mundo a tus pies,
por tus labios pierdo la razón.
Si me besas dos o tres
mil estrellas bajaré,
no hay medidas para el corazón.
Si me besas una vez
yo vuelvo a nacer.
Cuando acaba la canción
Scully y yo nos estamos acercando peligrosamente. Cada
vez más cerca...
Más y más
cerca, ya noto la respiración de Mulder sobre mis labios. Noto los
acelerados latidos de su corazón sobre mi pecho, su mano cogiendo suavemente
mi
nuca acercándome cada vez más a él. Ya nos estamos rozando,
no me puedo creer
que esto vaya a pasar...
TOC, TOC, TOC
Eso ha sido la puerta, ya sabía yo que era demasiado bonito para ser
verdad...
-Eh... la, la puerta- eso ha sido lo único que he conseguido decir.
-Si... voy, voy a abrir- el tampoco está muy elocuente.
Se separa de mi con dificultad, como si no quisiera hacerlo, yo tampoco quiero
que se vaya.
No me puedo creer lo que aparece cuando él abre la puerta.
-¡Eh Mulder tío! ¿como has tardado tanto en abrir la puerta?
Esos tres... Estoy empezando a temblar y esta vez es de pura rabia. ¿Por
qué no
traería yo la pistola?
Frohike acaba de reparar en mi presencia y tiene una estúpida sonrisa
en los
labios (¡qué ilusión!)
-¡Anda! Pero si está aquí mi agente favorita- muy sagaz-
¡Oh Dios! Scully,
bonita, deberías vestir así más a menudo.
Se está acercando demasiado, voy a lanzar una mirada de socorro a Mulder
a ver
si la capta.
-¡Frohike! ¿veníais a enseñarme algo?- ¡bien
lo captó! ¡Mulder, no sabes cuanto
te quiero!
Frohike por fin se aleja de mí y se va hacia donde está Mulder.
-No, la verdad es que solo queríamos hacerte compañía,
aunque veo que ya estás
acompañado- así es, así que os podéis ir por donde
habéis venido.
-Si, pero a Scully no le importará que os quedéis también-
voy a tener que
estudiar este pequeño problema de Mulder para decirle a le gente que
no.
Le echo una de mis miradas fulminantes y él solo se encoge de hombros.
Ya se me fastidió
la noche, y todo porque estos tres tienen el don de la
inoportunidad.
Voy a sacar unos cojines para que ELLOS se sienten en el suelo porque yo quiero
seguir con Scully en el sofá.
-Voy un momento al baño- justo en el momento en el que Scully se levanta
del
sofá Langly y Byers se acomodan en él.
Dejo los cojines en el suelo y Frohike se sienta en uno. Scully sale del baño
y
en un abrir y cerrar de ojos es capturada por Frohike que hace que se siente
con
él en el otro cojín.
Scully me mira desesperada pero lamentablemente yo no puedo hacer nada por ella.
TOC, TOC, TOC
¿Otra vez la puerta? Bueno, voy a ver quién es.
Cuando abro la puerta, lo que entra por ella es lo último que me imaginaba
que
entraría.
-¡¡¡¡MAMÁ!!!!-
mi madre acaba de entrar en casa de Mulder, esto si que ya es
demasiado fuerte como para aguantarlo.
Me levanté de golpe haciendo que Frohike rodara por el suelo y me acerqué
hasta
donde estaba mi madre.
-Dana hija, me tenías preocupada. He ido a tu casa y no estabas, te he
llamado
al móvil y lo tenías apagado. Así que decidí buscar
en tu agenda la dirección de
Fox y venir hasta aquí.
Me he quedado en blanco, ahora si que no sé qué decir.
-Bueno, pues si quiere quedarse Langly y Byers le harán un sitio en el
sofá-
Ves. Lo que yo decía. Mulder tiene un serio problema, ahora hasta invita
a mi
madre a quedarse en su casa.
-Claro señora Scully, siéntese aquí.
-Muy amable Langly, y por favor llámame Maggie.
Yo sigo parada delante de la puerta con la boca más abierta que la de
un buzón
de correos y mirando a Mulder para ver si puede darme una pequeña explicación.
Me coge por el brazo y me arrastra hasta la cocina.
-Vamos Scully, qué querías que hiciera.
-Que les dijeras que no era un buen momento por ejemplo.
-Entonces habrían empezado a hacer preguntas.
-Bueno Mulder, está bien. ¿Y qué vamos a hacer ahora con
todos esos ahí?
-Intentar divertirnos Scully, la noche es joven- eso me pasa por preguntar.
Volvemos al salón. Mi madre, Langly y Byers están en el sofá
viendo... ¿La vida
es bella?, un momento... ¿alguien me puede decir de dónde han
sacado las
palomitas? Frohike sigue en los cojines y da pequeñas palmaditas sobre
uno para
que yo me siente a su lado. Socorro, que alguien me ayude. Encima, Mulder lo
mejor que sabe hacer es encogerse de hombros y sentarse en el sofá junto
a mi
madre. Y ahí voy yo a sentarme con Frohike.
Pobre Scully, Frohike le
está poniendo el brazo sobre los hombros... espera...
¡cuando salgamos de aquí voy a matar a ese enano cabrón!
Creo que la madre de
Scully me está diciendo algo, así que mejor voy a escucharla.
Después de todo es
mi futura suegra ¿no? Jeje
-¡Fox! ¿De dónde viene ese humo?
¿Humo? ¡Oh no! ¡La cena! Salgo corriendo hacia la cocina
y lo único que me
encuentro es un pollo carbonizado. Voy a volver a al salón para dar la
noticia
del fallecimiento del pollo.
-Esto... creo que nos hemos quedado sin cena.
-¡Genial! ¿Ahora qué, va a caer una bomba nuclear?- esa
ha sido Scully, vaya,
creo que si está quemada después de todo.
-No os preocupéis, voy a bajar a la tienda a comprar algo. Vuelvo enseguida-
y
así sin más la señora Scully sale por la puerta con una
de sus peculiares
sonrisas. ¿No se cansa de ser siempre amable?
Me vuelvo a sentar en el sofá entre Langly y Byers resignado a ver La
vida es
bella.
Me estoy quedando dormida.
Frohike lleva una media hora contándome no sé qué
sobre un satélite espía ruso que... ¡Mulder me está
mirando! Ya sé que parezco
una colegiala, pero es que me está mirando de una forma que podría
derretir a
las piedras. Pasamos un rato mirándonos a los ojos cuando sus ojos se
posan en
mi hombro, ¿mi hombro? ¿qué tengo en mi hombro? ¡¡¡Ah!!!
La mano de Frohike está
rodeándome. Supongo que estaba en un estado tan sumamente vegetativo
que no me
di cuenta del momento en el que la puso ahí. Me levanto de un salto y
digo que
voy al baño, pero a mitad de camino cambio de idea y decido meterme en
la
habitación de Mulder.
Me tumbo en su cama de agua y una sonrisa se dibuja en mi cara ¡esto es
muy
divertido! Mi cuerpo sube y baja como si estuviera en un mar repleto de olas.
-Que, ¿te diviertes?-Mulder está apoyado en el marco de la puerta
mirándome.
-Si, esta cama es genial.
-Pues puedes probarla siempre que quieras, y sé de unas cuantas formas
para que
se mueva aún más- vale, ahora mismo mi cara debe ser del mismo
color que mi
pelo, ¿realmente ha dicho lo que creo que ha dicho?
Se sienta en la cama a mi lado y me coge por la cintura para que me incorpore.
Me acaricia suavemente la mejilla y empieza a acercarse a mis labios, estamos
cada vez más cerca...
-¡Ya estoy aquí!- no por favor, mi madre no- ¡Fox!
Mulder se levanta de la cama y sale de la habitación para encontrarse
con mi
madre. Yo oigo toda la conversación desde la cama.
-¿Dónde están los instrumentos de cocina Fox?
-Aquí, en esta estantería.
-Gracias, ya me las arreglaré yo para hacer la cena.
Salgo de la habitación y vuelvo a sentarme junto a Frohike.
Tengo que aguantar a Byers y Langly llorando sin consuelo por culpa de la
dichosa película pero debo admitir que la señora Scully cocina
muy bien, la cena
estaba buenísima.
Frohike se ha ido a la cocina a buscar la bebida, nos ha dado una copa a cada
uno y se ha vuelto a sentar con Scully el muy...
No sé que hora será pero debe ser tarde porque Scully se ha levantado
del suelo
y se ha venido al sofá para poder dormir sobre mi hombro. Me encanta
cuando lo
hace y me parece que se ha venido al sofá porque no tenía muchas
ganas de
dormirse sobre Frohike. La señora Scully nos está mirando de una
forma muy rara,
me parece que le gusta que su hija me haya elegido como almohada, pero Frohike
me está mirando con un odio increíble, ja, esta vez gano yo pitufín.
Me está entrando un sueño terrible, se me nubla la vista. Mi cabeza
cae sobre la
de Scully, esto si que es raro porque el insomnio nunca me permite dormirme
así
de rápido.
Voy abriendo los ojos, y
me parece que no estoy en mi cama, no, estoy... ¡en el
sofá de Mulder!
Creo que él también se está despertando porque lo noto
moverse a mi lado. Giro
la vista hacia él y...
-¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaah!!!!!!!!-
este no es Mulder, es un niño con la ropa de
Mulder, que por cierto le queda tan grande que podría decirse que va
vestido con
un mantel. Hemos gritado los dos a la vez y creo que nos han oído hasta
en
Japón.
-¿Quién eres tú?-bien he conseguido preguntar algo... pero...
esa no era mi voz.
-Yo soy Fox Mulder, ¿quién eres tú?- ¿Fox Mulder?
¿este niño es Mulder?, pero,
¿cómo?
Creo que ya es de día
porque Scully se está moviendo, así que voy a abrir los
ojos. Bien, toda la gente que había aquí anoche se ha ido. Cuando
me giro para
ver a Scully...
¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaaah!!!!!!!!-
esa no es Scully, es una niña que lleva la ropa de
Scully, tiene dos largas trenzas pelirrojas y los mismos ojos azules que Scully,
pero es imposible que sea Scully porque hasta ayer Scully era una mujer adulta
y
esta es una niña.
-¿Quién eres tú?- que voz más dulce tiene, me recuerda
en algo a la de Scully.
-Yo soy Fox Mulder, ¿quién eres tú?- bien he conseguido
decir algo, a ver que me
responde ahora, pero mi voz ha sonado, no sé, rara.
-¿Mulder? ¿tú eres Mulder?
-Si, ¿pasa algo?
-Mulder... soy Scully- oh, vaya, pues si que era ella.
-¿Mulder? ¿tú
eres Mulder?
-Si, ¿pasa algo?- pasar, lo que se dice pasar si que pasa algo, ¡qué
eres un
niño!
-Mulder... soy Scully- su cara es todo un poema, me gustaría saber que
le pasa.
-Scully, ¿te has visto?- mira quién fue a hablar.
-¿Te has visto tú?- le señalo y de repente me veo la mano,
es una mano demasiado
pequeña para ser la mía... a no ser que... yo también sea
una niña.
Salgo corriendo hacia el baño tan rápido como esta ropa me deja.
-Scully, ¿te has
visto?
-¿Te has visto tú?- como que si me he visto yo, voy a ver por
qué dice eso...
oh, oh. Esas no son mis piernas, son las piernas de un niño.
Scully sale corriendo creo que hacia el baño y yo me voy detrás.
Esta casa parece mucho más grande vista desde aquí abajo.
Llegamos al baño pero a donde no llegamos es a vernos bien en el espejo.
Voy a
la cocina y traigo a duras penas una de las banquetas hasta aquí. Scully
se sube
a ella como alma que lleva el diablo y cuando se mira en el espejo se pone
totalmente pálida, creo que no le ha gustado demasiado ver que ha disminuido
aún
más su tamaño.
Ahora me toca a mi... que sea lo que Dios quiera (aunque yo de niño tampoco
creía en Dios)
Me subo en la banqueta que
ha traído Mulder y preferiría no haberlo hecho porque
la imagen que me devuelve el espejo es la mía, pero de cuando tenía
siete años.
Me veo otra vez con esas trenzas hasta la mitad de la espalda y las mejillas
llenas de esas odiosas pecas que de pequeña no podía maquillarme,
mis ojos
tienen el mismo aspecto inocente que tenían entonces, lo único
que me falta es
la ropa de cuando era niña ya que lo único que llevo puesto es
la camiseta que
ahora me sirve de vestido (la falda se debió de caer en algún
momento de mi
carrera hacia el baño) porque, además de que mi estatura ha disminuido
bastante,
hay que considerar que yo a los siete años aún no tenía
pecho.
Me bajo de la banqueta y Mulder se sube un poco temeroso, creo que ha visto
la
cara con la que me ha quedado yo. El no se queda tan blanco como me quedé
yo,
pero me parece que tampoco le hace mucha gracia volver a ser un niño.
Bueno, ya me subí
a la banqueta. Ahora tengo que armarme de valor para mirar. Y
miro. No es... tan... malo, ¿no?. Me reconozco, soy el Fox Mulder de
siete años
que no me gustaba entonces y que no me gusta ahora. Odiaba y odio ese maldito
mechón de pelo que se atraviesa en mi frente, ese brillo de inocencia
e
ingenuidad en mis ojos, con siete años aún tenía a Samantha
a mi lado y aún
estaba completamente apartado de la verdad y las conspiraciones. Lo único
que
llevo puesto es la camiseta blanca que anoche me quedaba ajustada y que ahora
me
llega casi hasta las rodillas, he perdido el pantalón al igual que Scully
ha
perdido su falda.
Me bajo de la banqueta y veo a Scully sentada sobre la tapa del retrete
balanceando las piernas (Scully era realmente baja con siete años, ahora
no es
muy alta pero es que entonces era enana) y llorando. Me acerco a ella, la hago
bajar de ahí y la abrazo. Se calma enseguida, sería pequeña
pero ya era
preciosa, y esas pequitas le quedan muy bien, no sé por qué se
empeña en
maquillarlas.
-¿Qué vamos a hacer Mulder?- buena pregunta, ahora solo somos
dos niños a los
que nadie va a creer.
-No lo sé Dana, pero seguro que encontraremos la manera de salir de esta-
me
resulta un poco raro llamar Scully a una niña, así que el tiempo
que
permanezcamos así voy a llamarla Dana.
-Más te vale- ¿qué?
-¿Qué?
-Pues que no sé lo que ha pasado, pero seguro que ha sido por culpa tuya-
eso,
encima es culpa mía.
-Primero tenemos que averiguar lo que ha pasado y después le echas la
culpa a
quién quieras vale- creo que me he pasado, me he puesto a gritar igual
que hacía
de pequeño cuando me enfadaba con Samantha y ahora Dana se ha puesto
a llorar.
Parece que cuando era pequeña no era para nada una Reina de Hielo.
Me he sentado en el retrete
y me he puesto a llorar. Creo que no solo parecemos
niños sino que actuamos igual que cuando lo éramos porque yo siempre
iba al baño
a llorar cuando alguien me reñía. Mulder se ha bajado ya y viene
hacia mi, me
hace bajar y me abraza. Me siento igual de segura en sus brazos que en los del
Mulder adulto, debe ser porque ahora le sigo llegando por el hombro. Yo era
muy
bajita, di un estirón a los catorce años y así me quedé,
pero Mulder era muy
alto y también muy guapo (ahora lo sigue siendo), me hace gracia ese
mechón de
pelo que tiene en la frente.
-¿Qué vamos a hacer Mulder?- espero que él lo sepa, tiene
respuestas para todo a
ver si para esto también.
-No lo sé Dana, pero seguro que encontraremos la manera de salir de esta-
¿por
qué me llamará Dana? Debe de resultarle raro llamarme Scully,
a mi también me lo
resulta llamarle Mulder pero mejor le sigo llamando así no sea que luego
se
enfade conmigo.
-Más te vale- uy, lo he dicho en voz alta.
-¿Qué?
-Pues que no sé lo que ha pasado, pero seguro que ha sido por culpa tuya-
ahora
me salen los berrinches que tenía de niña.
-Primero tenemos que averiguar lo que ha pasado y luego le echas la culpa a
quien quieras vale- y ahora me pongo a llorar, la verdad es que se ha pasado
mucho buaaaaa.
-Dana, no llores. Lo siento mucho, no tenía que haberte gritado pero
yo de
pequeño era así.
-Y a mí no sé que me pasa, nunca me gustó que me vieran
llorar, siempre me
escondía.
-De mí no te tienes que esconder- que dulce, y tiene la misma mirada
irresistible que ¿tiene o tendrá? de mayor.
-Lo sé. Y ahora vamos a dejarnos de sentimentalismos y a pensar lo que
vamos a
hacer.
-Podemos ir a ver a los pistoleros para que nos ayuden.
-No nos van a reconocer Mulder. Somos dos niños y esos tres no se reconocerían
ni a ellos mismos, parece mentira que no sepas lo idiotas que son, saben todo
lo
que hay que saber sobre informática y espionaje, pero son igual o más
paranoicos
que tú y seguro que pensarán que somos unos agentes secretos de
la CIA o algo
así.
-Puede que tengas razón, pero, ¿y tu madre?
-Ni lo pienses, además creo que ya ha salido para San Diego.
-Bueno, pues vamos a donde
sea pero vamos ya.
-Espera un momento. Yo no salgo a la calle así vestida- lo mío
todavía puede
pasar por un vestido un poco grande pero lo de Mulder es otra historia- además
no tenemos zapatos.
-¿No tienes zapatos y ropa de tu sobrino en casa?
-¿Quieres ir a Georgetown descalzo? Y me parece que la ropa de mi sobrino
es
demasiado pequeña para ti.
No me había dado
cuenta de que así vestidos parecemos mendigos, pero no podemos
hacer nada.
-Da igual, tendremos que salir así vestidos Dana.
-Me temo que tienes razón. Vamos- cogimos cada uno nuestras llaves y
salimos de
casa. Cuando íbamos a entrar en el ascensor vino una de mis vecinas.
-¡Pero que hacéis así vestidos criaturas!- me quedé
completamente en blanco pero
otra vez más ahí estaba mi Dana para sacarme del apuro.
-(sollozando) Es que... nuestros padres han tenido un accidente... y nos...
hemos tenido que quedar con nuestro tío... pero no tenemos nada de ropa-
cuando
dijo esto empezó a llorar de una manera que conmovió mucho a la
señora.
-No os preocupéis cielo. Esperad aquí un momento, voy a casa un
momento y os
llevo a comprar algo de ropa y zapatos, no podéis andar por ahí
descalzos. Y no
llores bonita, seguro que tus padres se pondrán bien enseguida- la señora
se fue
hacia su casa y cuando cerró la puerta me quedé mirando a Dana.
-¿Qué pasa? He aprendido a actuar bien- y que lo digas, me habría
convencido
hasta a mí que desconfío hasta de mi sombra- Oye, ¿tú
cuántos años tienes?
-Yo tengo siete, o eso creo- mi memoria fotográfica es buena pero no
tanto- ¿Y
tú?
-También tengo siete- ¿y es así de canija? Pues me gustaría
saber cuál era su
tamaño cuando tenía cuatro años.
Mi vecina vuelve corriendo con una sonrisa de oreja a oreja, nos coge a cada
uno
con una mano y nos mete en el ascensor. En cuanto llegamos al coche y este se
pone en marcha empieza a hablar.
-Mis hijos ya no viven conmigo y ahora no sé en qué gastarme el
dinero así que
me lo pasaré muy bien yendo con vosotros de compras. ¿Cómo
os llamáis?- lo dijo
todo del tirón casi sin respirar.
-Yo me llamo Katherine y mi hermano William- ¿eh? Ah, no me había
dado cuenta de
que nos había preguntado algo, por suerte ella está atenta y sabe
qué responder.
Supongo que no habrá dicho nuestro primer nombre para que la señora
no me llame
Fox, que mona es mi niña- mi hermano es un poco tímido, no suele
hablar mucho.
-Claro, es normal que no quiera hablar con una desconocida, yo me llamo Melinda.
¿Cuántos años tenéis?- esta mujer sirve para los
interrogatorios del FBI, no se
calla ni un momento.
-Yo tengo siete y Will ocho- si llega a decir que yo también tengo siete
la
señora se hubiera pensado que mi “hermana” sufre de raquitismo
(jeje que malo
soy)
Esta señora se salva
de que no tenga la pistola porque si no ya hubiera cerrado
su pico de loro hace un rato. Aunque se me ocurre otra forma de hacer que se
calle.
-Señora.
-Dime guapa. Y llámame Melinda.
-¿Cuántos años tienes Melinda?- a ver que respondes ahora.
-Eh... es que tengo muy mala memoria y ahora mismo no me acuerdo- si ya, seguro
que no te acuerdas. Mulder está ahogando las carcajadas contra el asiento
del
coche pero yo aún no he terminado.
-A nuestra abuela le pasa eso también. Mi madre dice que eso se llama
Alzheimer-
ahora Mulder está a punto de asfixiarse y la señora esta se ha
puesto
completamente roja.
-Bueno... y, ¿cómo se llama vuestro tío?- nada, que esta
señora no se calla ni
debajo del agua.
-Se llama Fox Mulder- ahora Mulder ha dejado de reírse y me echa una
mirada
asesina (¿de quién habrá aprendido eso?) pero qué
quería que hiciera, no conozco
los nombres de ninguno de sus vecinos y con lo cotilla que es esta señora
seguro
que se sabe el nombre completo de todos.
-No sabía que el señor Mulder tuviera sobrinos.
-Pues si los tiene, pero no le vemos mucho.
-Tu tío es agente del FBI, ¿verdad?
-Si y por eso no tiene nunca tiempo. Hoy ha tenido que salir porque lo llamaron
para investigar un caso.
-Le he visto varias veces con una chica pelirroja, ¿es su novia?- ¡me
cago en la
señora esta y sus preguntitas! Pues no, no lo soy, y puede que eso no
fuera así
de no ser por esos tres chiflados y por mi madre.
-No. Creo que mi tío no tiene novia, ella es solo su compañera-
para mi
desgracia.
-Pues hacen muy buena pareja y creo que tu tío está coladito por
ella. ¿Sabes
cómo se llama?- Mulder está rojo y esquiva mi mirada. Igual la
Melinda esta no
me cae tan mal después de todo.
-Se llama Dana Scully. Y lo otro se lo tendrás que preguntar a él-
gracias a
Dios acabamos de llegar al centro comercial, espero que ahora se calle y solo
nos pregunte por la ropa que nos gusta.
CENTRO COMERCIAL GEORGETOWN PARK
11:30 a.m.
Por lo menos la señora nos trajo cerca de la casa de Scully. Pero si
paso un
segundo más en ese coche oyendo sus cotilleos “infundados”
me suicido.
Nos ha vuelto a coger a los dos de la mano y nos arrastra hacia las tiendas,
todo el mundo se nos queda mirando cuando pasamos y no me extraña. No
sabía yo
que mi vecina tuviera tanto dinero como para traernos al Georgetown Park que
lo
único que tiene son boutiques de las más caras.
Entramos en una tienda de zapatos y en menos que canta un gallo ya teníamos
cuatro pares de zapatos cada uno.
-Ahora vamos a comprar ropa para Kathy y luego te la compraremos a ti Will-
yo
solo asiento con la cabeza, me da igual, ya estoy acostumbrado a que la gente
me
mire, aunque me parece que a Dana no le a hecho demasiada gracia que Melinda
le
llamara Kathy.
-Melinda, yo prefiero que me llame Katherine o Kate- a puesto su voz más
dulce
para decirlo pero por lo que veo le ha costado mucho no gritar.
-Lo siento querida, no volveré a llamarte Kathy- parece que a mi vecina
se le
han paralizado los músculos de la cara, porque no puede hacer otra cosa
que no
sea sonreír.
Entramos en una tienda solo para niñas y me obligó a sentarme
en un banco a
esperar a que terminaran.
Estas sandalias me están
matando y encima la señora esta me arrastra por toda la
tienda a una velocidad que tendré que estudiar cuando recupere mi tamaño.
-Mira que preciosidad de vestido Katherine- que horterada de vestido diría
yo,
color rosa chicle con volantes blancos.
-Es muy bonito Melinda, pero a mi me gusta más vestir con pantalones.
-¿Pantalones?- si, son esas cosas hechas de tela que tienen dos orificios
para
meter las piernas- Bien, te compraré pantalones, pero creo que estás
mucho más
guapa de falda. ¿De dónde sacaste la camiseta que llevas puesta?
Sé que la de tu
hermano es de tu tío pero la tuya...
-Es de la compañera de mi tío. Él dice que a veces tiene
que quedarse a dormir
en su casa por culpa del trabajo y que por eso deja allí algo de ropa
suya-
parece que el tema de que me quede a dormir en casa de Mulder le gusta mucho,
mejor cambio de tema... -¡mira que pantalones tan bonitos!
-Si que son bonitos-por lo menos no protesta por los pantalones, son vaqueros
y
tienen escrito Love en letras negras en la parte superior de la pernera derecha-
y mira esta falda también.
Después de una hora eligiendo (sobre todo ella) y probando (yo por supuesto)
salimos de allí con bolsas más cargadas que el saco de Papá
Noel en Nochebuena.
Yo llevaba puestos los vaqueros y una camiseta blanca que tiene estampado
“Katherine” con purpurina negra (había que encargarla para
que la hicieran, pero
la señora esta les dio tanto la lata a las de la tienda que me la acabaron
haciendo). Mulder estaba medio dormido en el banco, no me extraña, el
pobrecito
se ha tenido que aburrir mucho pero ahora le toca a él probarse la ropa
y a mi
esperar.
Sin nada de delicadeza pero con la sonrisa que la caracteriza coge a Mulder
del
brazo y se mete en otra tienda, pero esta vez en una especial para niños.
Me siento en un pequeño banco y observo como esta vez el que está
siendo
arrastrado es Mulder.
Parece que ya ha acabado
con Scully y ahora viene a por mi. Dana está realmente
guapa de niña tenía un aspecto realmente inocente (ahora ha perdido
un poco esa
inocencia que se ha convertido en mala leche). Por la cara que trae puedo
deducir que le duelen los pies tanto (bueno, le tienen que doler más
porque yo
he estado sentado todo el rato) como a mí.
La señora me coge de una manera muy suave (notad la ironía) y
me lleva hasta una
tienda para chicos, veo como Dana corre detrás para alcanzarnos.
Ella se sienta en un banco y yo soy arrastrado por el huracán Melinda
hacia los
percheros.
-¡Oh Will! mira que bonita es esta camisa- no he abierto la boca desde
que nos
“adoptó” pero voy a tener que hacerlo si no quiero que me
vista al estilo
“pijo”.
-No me gustan mucho los cuadros, prefiero las camisetas como esa- le señalo
una
camiseta negra con el dibujo de un extraterrestre verde (habrá que perdonar
lo
del color).
-¿Esa? ¿Te gustan los marcianitos?- no son “marcianitos”
se llaman
extraterrestres y la verdad es que son grises y que ya los verás bien
de cerca
cuando llegue el día de la colonización.
-Si, me gustan mucho porque mi tío siempre me habla de ellos y yo sé
que
existen- me hace gracia esto de ser mi propio tío.
-Bien, coge las camisetas que te gusten, luego cogeremos pantalones.
Cogí unas cuantas camisetas que tenían dibujos de cosas paranormales
para niños
(o sea, con cara de tontos y una gran sonrisa) y después elegí
los pantalones,
todos vaqueros, algunos negros, en total seis pantalones y nueve camisetas.
Salí de allí con la camiseta del extraterrestre y unos vaqueros.
Dana se había
dormido en el banco, estaba tan bonita, con esas trenzas cayéndole al
lado del
cuerpo, parecía totalmente un ángel.
-Oh, Kate se ha dormido- veo que Scully de pequeña también tenía
esa capacidad
suya para dormirse en cualquier parte- Will, ¿por qué no la despiertas
tú?
Bueno, allá voy. La voy a despertar de un beso (en la mejilla) ya que
soy su
“hermano” y la quiero mucho (no soy su hermano pero quererla si
que la quiero
muuuuucho)
Le doy un beso y se despierta. Se asusta un poco cuando me ve, pero enseguida
se
da cuenta de que soy su queridísimo hermano mayor (no me digáis
que no soy mejor
yo que Bill)
-Bueno niños, es hora de irse- nos vuelve a coger para arrastrarnos hasta
el
coche.
Me quedé dormida
en el banco del centro comercial y un beso me despertó. No sé
por qué, pero pensé que era mi madre, siempre me despertaba así
y debo de estar
empezando a actuar otra vez como cuando tenía siete años. Abrí
los ojos y me
llevé un pequeño susto al ver a un niño desconocido delante
de mi cara, pero
enseguida caí en la cuenta, Mulder.
Me levanté y en dos segundos estaba siendo arrastrada otra vez por la
cariñosa y
maravillosa vecina de Mulder.
Llegamos al coche y por fin me puedo fijar en la ropa de mi compañero.
Lleva una
camiseta negra con el dibujo de un extraterrestre (que raro) verde (no creo
que
le guste mucho eso de los extraterrestres verdes pero se va a tener que
aguantar.
-Ahora os llevaré a mi casa a comer- la señora y sus ideas, pero
parece que mi
maravilloso compañero se ha decidido a abrir la boca para no tener que
ser unos
pobres mártires toda la tarde.
-No. Tenemos que ir a casa de la compañera de mi tío que vive
en esa calle- la
señora gira por donde le indica “Will” y se dirige hacia
mi casa- nos dejó una
nota y sus llaves.
-Bien, pues entonces aquí os dejo.
Se bajó del coche y nos “ayudó” a bajar a nosotros.
-Dadme un besito- oh, no, por favor, que me da mucho asco.
En menos que canta un gallo teníamos la cara llena de marcas rojas con
forma de
labios.
Salimos hacia mi casa todo lo rápido que pudimos y cuando llegamos a
la puerta
de mi casa me di cuenta de que Mulder me tenía cogida de la mano y para
variar
mi cara se puso del mismo color que mi pelo. Busqué la llave en el bolsillo
de
mi nuevo pantalón y abrí la puerta.
Mi casa es totalmente distinta de la de Mulder, ordenada y con comida. Pero
cuando estoy en su casa me siento que estoy de verdad en mi casa, más
que cuando
estoy en la mía propia. Allí siento su aroma y su presencia por
todas partes
aunque él no esté allí, es una pena que casi siempre que
valla allí sea porque
ha pasado algo malo. Sigo pensando y viendo la imagen de esa casa en la que
espero poder despertar todos los días de un futuro cercano. Permanezco
todo el
tiempo con los ojos cerrados y al final la vocecilla que ahora tiene mi
compañero me saca del mar de sueños en el que estoy navegando.
-¿Te pasa algo Dana?- espero que no deje de llamarme Dana cuando volvamos
a ser
unos serios y adultos agentes del FBI. Yo sigo con los ojos cerrados como si
no
lo escuchara- ¿Estás dormida?- Si. Voy a hacer como si durmiera
par ver lo que
hace- yo también tengo sueño, así que ya comeremos cuando
despertemos- todo esto
lo dice susurrando. Tengo sueño pero voy a mantenerme despierta para
poder oír
lo que dice- pues entonces tendré que llevarte a la cama, no tengo el
valor para
despertarte. Cuando te duermes, tu cara refleja una paz absoluta y hace que
yo
también sienta esa paz- me coge en brazos y me lleva hasta la cama, tiene
mucha
fuerza para ser tan pequeño. Se tumba a mi lado y me abraza. Me voy quedando
dormida en sus brazos y lo último que escucho antes de caer en los de
Morfeo es
un suave “Te quiero” que me susurra al oído, espero que no
haya sido un delirio
mío, además, dicen que los niños y los borrachos nunca
mienten.
Me despierto abrazando a
Dana y me quedo un rato mirándola, está preciosa, pero
lo que más quiero es tener en mis brazos a la Dana Scully adulta. Me
levanto con
cuidado de la cama y lo primero que oigo es a mi estómago suplicando
algo de
comida así que voy hacia el teléfono para pedir unas pizzas, no
quiero que
cuando mi niña despierte no tenga nada para comer.
Pago con el dinero que tengo en un pequeño monedero que tengo en casa
de Dana
por si surge alguna emergencia. Pongo la comida encima de la mesa, tengo que
hacer algo para dejar de pensar en el hambre. Así que como la doctora
Scully no
tendrá películas de las que a mí me gustan tendré
que conformarme con la TV.
Hago zapping durante un rato, no hay nada que merezca la pena así que
dejo
puesto un programa muy raro que después de un cuarto de hora todavía
no sé de
qué va.
Oigo ruido en la habitación y poco después Dana aparece por la
puerta con las
trenzas medio deshechas y los ojos somnolientos.
-Buenos días Bella Durmiente. No sé tú, pero yo me estoy
muriendo de hambre.
Sonríe al ver que ya he “preparado” la comida. Se sienta
a mi lado, coge un
trozo de pizza y se lo mete en la boca.
-Antes de dormirme me pareció escuchar que decías algo- vaya con
la actriz, me
hizo creer que dormía y solo por eso me atreví a decirle “te
quiero”- así que
solo quería saber si dijiste que me querías o fue cosa de mi imaginación-
oír
todo eso de su boca ya es muy fuerte para cualquiera, pero más aún
si te lo dice
con su recién adquirida vocecilla infantil que hace que recuerde que
ahora
estamos dentro de unos cuerpos con los que no se puede hacer lo que yo tenía
en
mente. Ahora tengo que darle una respuesta creíble. O decirle la verdad,
nuestra
verdad, de una vez por todas.
-Pues la verdad es que oíste lo que crees que oíste. Te dije que
te quiero
cuando pensaba que dormías porque no soy capaz de hacerlo cuando te tengo
en
frente mirándome. Soy un cobarde con miedo a que la mujer más
bonita y
maravillosa del mundo le rechace y le niegue todo, incluso su amistad por decir
dos palabras que he guardado celosamente dentro de mí durante años.
Dos palabras
que se me clavaban con fuerza día a día torturándome en
silencio cuando te veía
en la oficina, en un motel de cualquier pueblo perdido o cuando oía tu
dulce voz
por teléfono. Tú para mí eres una tortura, una tortura
tierna y sensual que hace
que siga teniendo ganas de vivir simplemente por verte al día siguiente
junto a
mí y saber que no me has abandonado como lo hace todo el mundo. Por eso
no te he
dicho nunca lo que siento por ti, porque tengo miedo, pánico mejor dicho,
a que
tú también te vayas y me dejes solo. Intento consolarme pensando
que una mujer
así de perfecta no puede ser para mí, él siniestro Fox
Mulder, aunque ese
pensamiento hace que me deprima aún más, saber que no soy suficiente
para ti y
que nunca te tendré me angustia de una manera que hace que cada vez que
lo
pienso me cuesta más respirar y los ojos se me inundan con lagrimas que
llevan
tu nombre escrito. Porque aunque parezca que no soy una persona normal y que
“Spooky” no tiene sentimientos, sí que los tiene, los tiene
desde el día en que
tú entraste en la oficina y a la vez en mi corazón. Llevo todo
este tiempo
amándote en silencio, te amo Dana Katherine Scully. Cada vez que te veo
tengo
más claro que eres la mujer y el amor de mi vida. Pero comprendo que
también
eres mi amor y mi sueño imposible.
Me quedo callado mirando al suelo. He dicho todo lo que sentía en lo
más
profundo de mi alma y ahora le toca hablar a ella, aunque solo sea para decirme
que no me corresponde y que el lunes hablará con Skinner para pedir el
traslado.
Levanto la vista para mirarla y estar seguro de que no la he matado de un
infarto y lo que me encuentro me desconcierta mucho más de lo que podría
haberlo
hecho cualquier palabra que hubiese salido de sus labios. Veo a Scully en ropa
interior pero no es la Scully de hace un rato sino la Scully adulta que ahora
solo lleva su ropa interior porque lo que queda de la ropa que llevaba puesta
está en el suelo hecha jirones. Pero si ella está desnuda supongo
que yo
también. Miro hacia abajo y veo mis piernas desnudas y mis calzoncillos
son la
única prenda que llevo puesta. Dana sigue en silencio, aunque no sé
si lo está
por mis palabras o por mi cuerpo porque me está mirando descaradamente
esa parte
de mi cuerpo que se altera muy a menudo cuando la veo a ella acercarse.
-Mulder- parece que ha recuperado el don de la palabra- yo...
-No hace falta que digas nada, sé que tú no sientes lo mismo por
mí.
-Jajajajajaja- se ríe, no me puedo creer que se esté riendo. Su
sonrisa me
encanta pero no me gusta nada que se ría de mí.
-Por favor Dana no te rías más de mí. Ya es suficientemente
difícil.
-Oh Fox- acabo de darme cuenta de que mi nombre suena muy bien cuando sale de
esos apetecibles labios rojos- no me río de ti exactamente, me río
de lo tontos
que hemos sido. Tú tenías miedo a que yo te rechazara y yo tenía
miedo a que me
rechazaras tú. Porque aunque pienses que no me mereces eres el hombre
más
perfecto que hay en este mundo y en cualquier otro, y creo que soy yo la que
no
te merezco. Métete estas dos palabras en la cabeza Mulder: te amo. Si
quieres me
asomo a la ventana y lo grito para que se entere todo el mundo.
Me he quedado en un estado de coma vegetativo. La mujer a la que amo me ha dicho
que ella también me ama a mí, y para colmo me lo ha dicho en ropa
interior. Un
conjunto de encaje negro que haría volar la imaginación de cualquiera,
pero los
demás se van a quedar con las ganas porque ella me ha dicho que me ama.
Ja, ME
AMA, me ama a mí y no a Ed Jerse o a Eddie Van Blundht me ama a MÍ,
a Fox
William Mulder.
Me levanto y me acerco a ella para poder probar esos labios que me han tenido
hipnotizado desde el día en el que su dueña entró en mi
oficina.
Mulder me ha dicho que me
ama y yo se lo he dicho a él. Pero lo ha hecho de una
forma tan bonita que todavía no me explico como es que no me he derretido.
Y lo
mejor es que cuando se estaba declarando empezó a aumentar de tamaño
hasta que
volvió a ser adulto, como la ropa que llevaba dejó de valerle
se rompió en mil
pedazos y se cayó a sus pies dejándome ver ese cuerpo increíblemente
sexy que
tiene y también esa gran... vale Dana, contrólate un poco. Cuando
se me ocurrió
mirar hacia abajo vi que yo también estaba en ropa interior, la misma
que
llevaba ayer por la noche.
Mulder se levanta y se acerca a mí, todo mi cuerpo se convierte en gelatina
en
medio de un tornado. Me coge suavemente por los brazos y me levanto.
Ahora estamos tan cerca que puedo sentir su aliento en mis labios. Mis ojos
se
cierran justo antes de sentir esos labios dulces y salados a la vez de mi
compañero. Me besa de una manera increíble, siento mil sensaciones
y
sentimientos a la vez y solo puedo distinguir uno, el que siento más
profundamente: AMOR. Nos estamos calentando cada vez más, nos separamos
un
momento y al mirarnos a los ojos sonreímos de una forma en la que no
lo habíamos
echo nunca. Cuando vamos a volver a besarnos mi puerta se abre de golpe y
alguien entra pegando voces igual que un loco.
-¡Mulder tío os ha hecho efecto...!- Frohike se queda blanco como
un fantasma
cuando nos ve abrazados, en ropa interior y a medio centímetro de la
cara del
otro. Espera un momento, ¿qué decía este de hacer efecto?
-Frohike, ¿puedes decirme qué es lo que tenía que hacernos
efecto?- mi mirada
ahora sería capaz de fulminar a alguien, Langly y Byers se esconden detrás
de
Frohike por si acaso.
-Eh... nada, solo era una tontería.
-¿Qué tipo de tontería enano cabezón?- creo que
Mulder también está interesado
en el asunto- ¡Deja de mirar así a mi novia pervertido!- que bien
suena eso de
“mi novia”, pero lo de que Frohike me mire no me hace demasiada
gracia, y a
Mulder tampoco porque se pone delante de mí y tengo que verlo todo por
encima de
su hombro.
-Son cosas mías y por lo que veo no os ha hecho efecto así que
no importa.
-¿Te refieres a la tontería que ha hecho que tuviéramos
que pasarnos toda la
mañana como niños de siete años en un centro comercial
siendo arrastrados por mi
vecina lunática que por poco se empeña en adoptarnos y a la que
le tuvimos que
decir que somos hermanos? Pues a mí no me parece ninguna tontería
y creo que a
Dana tampoco se lo parece- ese es mi chico, acaba de dejar a esos tres
acojonados y temblando en una esquina de mi apartamento.
-Ah, pues si que os ha hecho efecto entonces- que pena de pistola, abandonada
en
el cajón de mi mesita, me voy a controlar para no ir ahora mismo a por
ella y
matar a estos tres.
-¿Me puedes decir qué es lo que nos hizo encoger y por qué
ahora de repente
volvemos a ser normales?- tengo mucha curiosidad por oír la respuesta.
-Es una especie de poción que estamos probando, os la metimos anoche
en la
bebida. Parece que funciona como pensábamos, habéis permanecido
como niños 12
horas, lo tomasteis a las tres de la mañana y ahora son las tres y veinte-
esto
lo dice Langly igual que si nos estuviera diciendo que mañana va a llover.
-¿Y no podríais haber pedido permiso antes de usarnos como conejillos
de
indias?- Mulder tiene un cabreo muy grande y yo también, pero prefiero
no
moverme mucho para que esos cerdos no se queden mirándome.
-Si os lo hubiéramos dicho os habríais negado y no podríamos
probarlo- será
cabrón el tío- pero por lo que veo habéis aprovechado muy
bien el tiempo- lo
habríamos aprovechado mejor si no hubierais aparecido vosotros.
-Venga Frohike vámonos que esta parejita de tórtolos necesita
estar sola-
siempre supe que Byers era el más listo del grupo.
Entre Langly y Byers sacan a Frohike del apartamento. Todavía puedo oírlo
decir
no se qué sobre que Mulder le ha traicionado y que los amigos no se deben
de
intentar ligar a la chica que le gusta al otro. Me hace gracia eso de que se
piense que puedo llegar a preferirle a él antes que a mi hombre ideal,
o sea
Mulder.
-Creo que estábamos haciendo algo muy importante antes de que nos interrumpieran
los tres mosqueteros- me encanta la sonrisa que tiene en los labios. Me coge
por
la cintura y me da besos en el cuello. Me separo un poco y le beso en los
labios, después me abrazo a su cuello y de un salto rodeo su cintura
con las
piernas haciendo que me sujete para que no me caiga. Y ríe. Ríe
de una forma que
no había visto nunca antes en él. Ríe de felicidad, por
fin ha conseguido lo que
quería y me encanta pensar que esa cosa era yo. Ríe igual que
río yo, pensando
todo lo que nos queda por delante, sea lo que sea lo afrontaremos juntos. Por
primera vez en mi vida río porque sí, porque me apetece reírme,
porque estoy
totalmente enamorada de este hombre que ha dado luz a mi vida aunque sea
conocido como siniestro.
Llegamos a mi cama y allí nos pasamos toda la noche, (aunque no durmiendo
precisamente)
con la Luna llena que se ve desde la ventana como único testigo de nuestro
amor,
de una noche que no olvidaremos y que será el comienzo de una nueva vida.
Una
vida juntos. Y nunca nada ni nadie podrá separarnos.
FIN