Nombre del Fanfic: En busca de mi verdad

Capitulo: IV

Autor: wendymsanchez1979

Dedicado a: Para todos aquellos que me apoyaron y animaron a seguir concluir este finc.

Clasificacion: Poopy Head

Universo Alterno

Fanfic: NEW YORK CITY 
INSTITUTE NEW LIFE 
 
Varios meses han transcurrido desde que Dana se unió al personal del Institute New Life… Trabajar junto a Fox Mulder le resultó ser gratificante; su objetivo no sólo apuntaba a ser médico del lugar, si no poder compartir con los chicos, sin embargo para ser un terapista vivencial se requiere de estudio en salas de terapia, además de ser una persona leal, fiable, capaz de comprender de que sus acciones influirían positiva o negativamente en sus compañeros, se convierten en un modelo a seguir. Así lo asumió Dana Scully al aceptar entrar a una de las tantas sesiones. 
 
 
7:00 AM 
SALA DE TERAPIAS 
 
 
-Buenos días compañeros, mi nombre es Dana, una persona llena de frustraciones y miedos, por eso estoy aquí frente a ustedes con la gracia de Dios. 
-¡Buenos días Dana!. Exclamaron los presentes. 
 
Estaba nerviosa por tener que exponer lo que por tanto tiempo ha reservado para sí misma. Tenía miedo que la juzguen o que la ignoren. No quería dejarse vencer por sus temores, así que intentaba concentrarse en un punto que le diera el valor para continuar; recordó a Melisa y la labor que ella iba a realizar en aquel lugar; sus ojos se posicionaron entre dos cuadros colgados en una pared. Uno tenía escrito la Oración de la Serenidad y en el otro se hallaba expuesta las reglas para mantenerse firme ante la recuperación, “Los 12 pasos”. Inhaló todo el aire posible y comenzó con su exposición…..  
 
-Siempre pensé que era mejor ocultarle a las personas que estaban al alrededor mis debilidades u miedos, creía ser capaz de soportar todos los problemas sola, pensaba que eran injustos conmigo al calificarme como una persona fría y calculadora sólo por el hecho de no permitirles ser mi paño de lágrimas…  
A medida que hablaba y recordaba episodios vividos, sus ojos se llenaron de lágrimas que pugnaban por salir, se sentía expuesta; aún así continuó hablando…  
- He pasado por pérdidas significativas en mi vida, pérdidas que me han traído aquí, delante de ustedes para hablarles de mi dolor, de mi incapacidad de mostrarme tal cual soy. Admito que a veces necesito de un hombro, de alguien que me sugiera que camino seguir cuando me encuentro perdida….  
En ese preciso instante se rindió, y dejó salir una a una las lágrimas aliviando así su pena. - Ahora estoy dispuesta a cambiar, a hacer lo necesario para encontrarme a mi misma.. 
 
Al fin lo había hecho, dio el primer paso hacia el cambio. 
 
 
“Admitimos que éramos impotentes ante nuestra adicción, que nuestra vida se había vuelto ingobernable” 
 
Dana podía ayudar a sus semejantes, pero primero tenía que hacerlo por ella. Y así comenzó adentrarse en el mundo de la recuperación. 
 
 
Día siguiente: 
 
-Tengo que hacerlo? 
- No creo que seas incapaz, pero antes que llegues a ellos es necesario evaluarte. 
- Fox, por qué tienes que ser precisamente tú quien lo haga. 
- Porque soy el psicólogo general y es mi trabajo. Expresó en tono sarcástico. 
 
Dana se percató del modo que dijo esta última frase y se dijo así misma, “imbécil”. Qué clase de pregunta le había hecho a quien le dio paso libre para entrar en aquella institución. 
 
- Lo siento. Dijo apenada. 
- No te preocupes, sé que ayer no fue fácil para ti, abrir tus sentimientos y exponer tus conflictos ante personas ajenas a ti. Pero créeme esta gente me preocupa, y me gusta saber a quienes les pongo como guías. Además sé que aún te queda mucho por sacar de tu interior. 
- Te entiendo. Dime cuando empezamos. Expreso Dana. 
- Ahora mismo. 
 
Como Psicólogo Fox Mulder sabía lo complejo que es tratar la psiquis de las personas, había estudiado los diferentes traumas que podían provenir de un hogar disuelto, de una infidelidad, del maltrato físico, etc. Ahora le tocaba evaluar a una persona que además de ser inteligente, le agradaba como mujer. Esta vez no quería que sus hormonas le jugaran una mala pasada haciéndole cometer el mismo error dos veces, y mucho menos quería dañar a un ser que ya se encontraba lastimado, así que decidió adoptar con Dana Scully una actitud meramente profesional. 
 
Realizó varios test, entre ellos se encontraba uno simple, le pidió que dibujara una mujer, luego una casa, un árbol, un hombre, y al final a su familia. Los psicólogos han aprendido a ver lo que expresan los dibujos identificando a través de estos, las carencias afectivas y la manera con que se relacionan con los demás. 
 
También le pidió que compartiera más sesiones de terapia con los internos, eso era algo necesario para saber si ella podría llegar a ellos en caso de asumirla como terapista vivencial. 
 
 
 
Tres Meses después…. 
 
Sin duda todo este tiempo le había servido para aliviar sus penas, para entender mejor que clases de problemas tendría que enfrentar al ser una guía.  
 
Fox y Dana trabajan juntos, ella no sólo se encarga de hacerle los análisis de rutina a los internos recién ingresados; además le ayuda a Fox a diferenciar entre cada uno, quiénes son los que necesitaban de sesiones individuales. Se ha convertido en su asistente y mano derecha. 
 
Como compañeros están aprendiendo mucho de si mismos, Fox a confiar en una persona del sexo opuesto, y Dana a expresar mejor sus sentimientos. 
 
Le han llamado para capturar a un chico adolescente, así que Fox le solicitó su presencia por si el chico se ponía agresivo y se haga preciso administrarle un sedante. Con autorización expresa de la madre del muchacho han acudido a altas horas de la madrugada. 
 
-¿No podía ser más temprano?…. Le preguntaba Dana. 
- En realidad las capturas se pueden hacer a cualquier hora, si es que sabemos donde se encuentra la persona en cuestión; pero en este caso la madre nos ha dicho que sea aquí y en este momento. 
- Cuántos años tiene? 
- 15 
- Dios es un niño, cómo…. Fox la interrumpió…. 
- La vida no es muy justa para todos, algunos simplemente no saben que camino seguir y para no decidir optan por el más fácil. 
Dana suspiró ante el comentario de Fox. – Lo sé. 
 
La madre los espera a la entrada de la estancia. En su mirada se nota un hilo de esperanza, como si este tratamiento pudiera conseguir un milagro, con lágrimas en los ojos los recibe. 
- Gracias por venir.  
- Buenas noches, usted debe ser la Señora María. Le extiende la mano Fox Mulder. - Ella es la Dra. Dana Scully, ésta aquí en caso de ser necesario. 
- Entiendo. Él ha llegado hace 2 horas y está durmiendo en su habitación, pueden entrar. 
- Gracias. Fox les habla a dos ayudantes que lo han acompañado, hombres fuertes y altos; necesarios para cuando los pacientes no quieren colaborar. – Vamos. 
 
En el interior de la casa, se aprecia una pequeña sala con dos sofás de color rojo, algo maltratados y parcialmente cubiertos por unas sábanas intentando servir de protectores. En una mesita se encuentran tres portarretratos, dos de ellos son del muchacho y otro de la madre con su hijo. Caminan por un pasillo corto, hacia su derecha se encuentran con una puerta de madera color blanco. Detrás de ella está su objetivo. No pudiendo ser cortés Fox abre la puerta sin previo aviso y los tres hombres se dirigen hacia la cama, tomándolo uno de cada brazo y el otro sujetándoles las piernas. 
 
El chico al abrir sus ojos no identifica el lugar donde se halla, algo le impide moverse, lucha por zafarse de sus ataduras pero le resulta inútil, entonces empieza a gritar. 
-¡Mamá! ¡Auxilio mamá! ¡Me quieren matar! 
 
La Sra. María quien ha estado mirando la escena desde el pasillo junto a Dana, llora sin poder contenerse, escuchando a su hijo pedirle ayuda. 
 
- Es por tu bien, hijo. Ellos te van a ayudar. 
El chico se movía como un animalito a punto de ser torturado…. - ¡Mamá diles que me suelten!, ¡Me van a golpear, no me van a dar de comer!. ¡Prometo cambiar, ya no voy hacer nada de lo que odias, te lo juro!. 
- Necesitas ayuda, y yo no sé qué más hacer. No opongas resistencia. La madre le habla con amargura. 
- ¡Noooooo, auxiliooo! ¡Auxiliooooo!, ¡Ayúdenme me están secuestrando!… Grita a todo pulmón mientras lo sacan de la casa. 
- Dana te necesito aquí. Le dijo Fox. 
-Sí. Respondió. Nunca se hubiera imaginado que estos eran los procedimientos que hacían para que las personas entraran en recuperación. Ella pensaba que llegaban por cuenta propia al instituto. Estaba en shock al ver como mantenían firme al muchacho. La escena de la madre temblando al verse impotente, con las manos en la cara horrorizada al ver a su hijo siendo llevado de aquella forma, el chico gritando y prometiendo lo que por sí solo no podría cumplir. De pronto Dana comprendió que sus problemas eran insignificantes y ridículos comparado con los de otras personas.  
 
Se acercó a ellos para administrarle el sedante y casi recibe un golpe propinado por el chico al lograr soltarse de un brazo. El hombre lo agarró a tiempo y Dana cumplió con su objetivo. – Listo. Dijo, aún con el sabor amargo en la garganta de toda la experiencia vivida. 
 
Salieron del lugar en la camioneta con el logotipo del Instituto y con un nuevo ser al cual intentarían ayudar. 
 
 
 
 
9:00 AM 
2 meses después 
Instituto New Life 
 
-Sinceramente ¿crees qué pueda con el programa? He visto que Aaron sigue en negación a pesar del tiempo que lleva aquí; eso indudablemente provocaría una recaída si no hacemos algo al respecto. Comentó Dana a su compañero sentado frente a ella. 
-¡Confrontativa! ¿? 
-Es necesario. Afirmó. 
-Digo lo mismo, la verdad es que su caso es muy especial, sin tomar en cuenta su corta edad. Tendrá que tener mucha Fé en Dios y en el programa si quiere mantenerse limpio. Dijo Fox.. 
-Entonces citaré a su madre para este mismo sábado, no tenemos tiempo que perder. 
-Ok. Pero yo iré dónde ya sabes quién, para que no tengas que soportarlo. 
-Tranquilo no voy amedrentarme, sé como manejarlo; además no soy una niña ¿recuerdas? Le dijo esto levantando una ceja.  
-Bien pero ten siempre presente que estoy aquí para lo que se te ofrezca. Extendiéndole una sonrisa tierna y a la vez cautivadora. 
Ella se sonrojó ante aquel ofrecimiento… - Gracias, no tienes porque preocuparte, estaré bien. Fox siempre sabía como hacerla sentir mejor.  
 
 
Dana supo estar a la altura ante cada una de las obligaciones que Fox le encomendaba y este caso le había aportado la pauta para hacerle frente a sus problemas. Por ello Fox le extendió cierta autoridad y albedrio.  
 
Le gustaba sentir que había logrado tener la confianza absoluta del Psicólogo General de la institución; su único pesar era tener que rendirle “cuentas” de sus actos a Marcus Kravitz, esa era la parte no le agradaba, sin embargo tenía que continuar con su trabajo. 
 
 
 
Director Encargado 
Marcus Kravitz 
9:15 AM 
 
La secretaria le había indicado que el director la estaba esperando y que podía pasar. Inhaló y exhaló aire fresco tres veces seguidas antes de darse paso por aquella puerta…. 
 
-Marcus.  
-Ey! Buenos días; qué alegría tenerte por estos lares. Se acercó más de lo permitido y siendo un poco sarcástico. 
-Podrías por favor mantenerte en tu puesto, estamos trabajando. Le dijo Dana con un notorio fastidio. 
 
No cede ni un poco, pensó Marcus. - Bien qué te trae por aquí. 
-“Aaron” 
- ¡Vaya! Exclamó - El chico conflictivo, ¿qué sucede esta vez con él?. 
- Deja de tratar a los pacientes de esa forma, no eres superior a nadie. 
- Vamos Dana estamos trabajando con personas que no tienen la capacidad de manejar sus vidas, te das cuenta de ello; eso quiere decir que en una escala de 0 al 10, ellos están muy por debajo de nosotros. 
 
En casos como este le resultaba imposible guardar la compostura ante un arrogante como Kravitz. 
 
- Sinceramente no sé quién fue el imbécil que te ofreció este puesto. 
- Imbécil! Jajajajaja ciertamente te asombrarías de saber quién es. Lo dijo en un tono burlón. 
- No me interesa seguir ese punto, he venido hasta aquí para exponerte que el sábado citaré a la madre de Aaron para hacer una confrontación; así que necesito que pongas a disposición la sala de terapias. Dana estaba girando para marcharse de ese lugar, cuando Marcus la tomó del brazo. 
- Mulder. 
- ¿Qué? Exclamó. 
- Que fue Fox Mulder quien me trajo aquí. 
- Debiste ser un verdadero actor para que él se comiera el cuento de que este cargo era el correcto para ti. 
- No lo tengas en un altar, no lo conoces bien, no sabes lo que ha hecho.  
- Marcus, cansada de esta situación…. – entiende de una vez por todas que no me interesas más, ¿Por qué no tratamos de ocupar nuestro puesto como personas adultas?. 
- ¿Acaso en verdad piensas que es el mejor hombre del mundo?. 
- Lo que yo opine acerca de él es asunto mío y no tiene porqué importarte aquello. Dijo Dana. 
- Te vas a dar muy duro contra la pared cuando te des cuenta de la realidad. 
- Basta! Alzó la voz. - No me interesa lo que haya hecho o dejado de hacer, todos cometemos errores. El mío por ejemplo, fue el haber tenido algo contigo, no sé dónde tenía mi cabeza; me arrepiento mil veces el haberte conocido. Dio vuelta y salió de aquel despacho dando un portazo que dejó sorprendida a la secretaria quien se encontraba al teléfono. 
 
Marcus se quedó estupefacto ante las palabras que salieron de la persona por la cual sentía algo parecido al amor. - Esto no se quedará así Dana, aunque hubiera sido un error lo nuestro no debiste decirlo así, no debiste. 
 
 
Dana salió de aquel despacho muy enojada, fastidiada de estas discusiones. Sin embargo algo la inquietaba y era eso que dijo Marcus a cerca de Fox; qué habría hecho él para que Marcus con tanta certeza le restregara en la cara que no era la persona que ella creía.  
 
Aquella intriga la mantenía absorta, tanto, que ni siquiera se había percatado que estaba en el estacionamiento de la institución frente a su auto; y que alguien estaba muy cerca de ella observándola…. 
 
- Pagaría por saber lo que estas pensando… Fox le susurró al oído en una forma muy coqueta, trataba de cumplir con su actitud estrictamente profesional pero cada día que pasaba le resultaba más difícil serle indiferente.  
 
Dana no identificó la voz de aquel comentario así que pensó que era nuevamente Marcus tratando de acosarla; así que se volteo con cara de muy pocos amigos.  
 
Fox lo notó y pensó que aquel gesto le había molestado. - Lo siento mi intención no era el incomodarte. Dijo apenado. 
 
Cuando vio de quién se trataba se ruborizó, no esperaba verlo por ahí y menos con aquel tipo de actitud. – Oh no discúlpame tú, pensaba que era M…. 
 
No pudo concluir su frase, porque Fox le había tapado la boca con sus dedos. – Déjame adivinar? Marcus!! ¿Qué te hizo esta vez? Sonaba algo molesto. 
- En esta ocasión creo que fui yo la que me exalté de más y le dije cosas que no debía… Le comentó Dana. 
- Ahora tenemos que regresar arreglar todo para la confrontativa, ¿qué te parece si te invito a un café a la salida y me cuentas? 
 
Dana pensó antes de dar una respuesta, en tantos meses era la primera vez que la invitaba a salir; y sentía una extraña sensación en el estómago; no es que le desagradara la idea, es que había pasado mucho tiempo que no salía sola con algún hombre; fuera del hecho que era aquel hombre quién la estaba invitando. 
 
Ciertamente no era una cita, se repetía así misma, para no hacerse demasiadas ilusiones. Fox era un hombre muy atractivo e inteligente; no sabía explicarse el hecho de que en todo este tiempo no lo hubiera visto con alguna chica o que tan si quiera que alguna lo hubiera llamado.  
 
- Y bien, ¿qué dices?. Preguntó Fox sacándola de su concentración. 
Con una sonrisa tímida le dijo - Claro me encantaría.  
- Bien volvamos al trabajo. 
 
Habían pasado toda la tarde entre terapias y charlas con algunos internos. Hubo un problema porque alguien estabas filtrando a las instalaciones tabaco; cosa prohibida para ellos mientras duraba el encierro. Una vez más se trataba de Aaron quién se las había arreglado para meter los cigarrillos y estaba cobrándole a los internos $1 por cada uno. 
 
Habían faltado a las reglas, así que esa noche tendrían como castigo una maratónica vivencial con un terapista recién llegado de Cuba llamado “Alfredo”. 
 
 
Cafetería “Bopan” 
19:00 
 
- Creo que cambiaré mi orden por un pedazo de Tarta de chocolate. 
- Y dónde dejarás la dieta.  
- Créeme una tarta de chocolate bien lo vale. 
- Me agrada que te encuentres de buen humor, eso quiere decir que el trabajo logró dispersar todo aquello que te mantenía inquieta durante las horas de la mañana. 
- oh vaya, debiste sólo decir, que el trabajo logró hacer que me olvidase de Marcus y sus patrañas y no andar con tanto rodeo.. 
- Me pillaste.. Dijo Fox. – Lástima que la sesión de terapia esté por comenzar. 
- Así que de eso se trata. 
- ¿Qué cosa? 
- Esto…. Fox la miraba sin entender…. – El invitarme a tomar una taza de café, no era por otra razón más que psicoanalizarme. 
¿Otra razón? ¿qué interés pensaría ella que yo tendría? Esto tengo que averiguarlo se dijo así mismo….  
- Sí eso también. Fox la miraba de reojo con la cabeza baja. 
¿Eso también? Pensó Dana; no se iba a quedar sin sacarle la verdad. - ¿Qué otro motivo tendrías para traerme hasta aquí? 
- Bueno,…. Titubeaba al hablar porque no sabía como responder a esa pregunta tan directa, así que dijo lo que pensaba…. – Trabajamos mucho, pasamos casi todo el día metidos en el instituto, creo que es justo que de vez en cuando compartamos algo como un café para salir de la rutina, además eres una persona muy interesante, con quién puedo tener conversaciones interesantes y no puedo restarle el hecho que te has hecho merecedora de mi confianza .… Contesta eso tu pregunta?.  
 
Dana se desilusionó, pensaba que le iba a responder algo que a ella le gustaría escuchar, se sintió algo tonta con aquella respuesta, nunca debió hacer esa pregunta. Aunque ella había notado cierto doble sentido en sus palabras y actitudes. Fox es un hombre muy complejo, con las palabras te dice una cosa y con sus gestos te dice otras. Duda si acaso ella estaba entendiendo mal los mensajes ó si es que no habrá tales. 
 
Fox notó su desilusión. - Está bien que seamos amigos? Por ahora.  
Lo segundo lo dijo en un tono más bajo, pero lo suficientemente claro para que Dana lo escuchara. La miraba con esos ojos que derretirían a cualquiera. 
Con una sonrisa enorme lo miraba directamente a los ojos. – Me encantaría llegar a ser tu amiga, aunque no sé que tan conveniente sería aquello, ya sabes por el hecho de que trabajamos juntos. 
- Somos adultos, además cuando dos personas suelen complementarse en el trabajo, pues la amistad viene como añadidura. 
- Ok. Entonces…. Dana le extiende la mano.. – Amigos. 
- Amigos. Le dice Fox estrechándosela con una cara de felicidad. 
 
 
La noche pasó volando, hablaron de muchas cosas, aunque de otras no se atrevían; especialmente en el campo íntimo. Ambos sabían que aquellas conversaciones no se las debía forzar, saldrían solas en el momento justo. 
 
 
SABADO 
8:00 AM 
 
Fox Mulder se encontraba con la madre de Aaron dándole las indicaciones necesarias de lo que sucedería dentro de la sala de terapias. La mujer se mostraba ansiosa, con las esperanzas puestas en que estas personas curarían a su hijo.  
 
- Sra. María es vital que le exprese el dolor que le ha hecho sentir, no le oculte nada; necesitamos que Aaron reaccione y afronte el hecho de que sus actos no sólo le han afectado a él. Ayúdelo a ver la realidad. 
- ¿Ud. cree que todo esto es necesario? 
- Por lo general cuando hacemos algo que nos gusta, siempre pensamos que está bien, nunca nos detenemos a pensar si nuestras acciones lastiman a alguien más. En estos casos intervienen los padres para guiarnos y enseñarnos las equivocaciones en las que hemos caído. Con Aaron usted ha sido muy dócil, su corazón de madre siempre predispuesto a perdonar ha hecho que en la cabeza de su hijo se formara un criterio equivocado con respecto a su actitud, llevándolo a pensar que todo aquello que hacía no importaba, no lastimaba; porque usted siempre estaba ahí, abrigándolo bajo su techo y si ocurría algún otro problema; sacaba la cara por él asumiendo una responsabilidad que no era suya. 
- Es mi hijo, mi deber es estar con él en las buenas y las malas… 
- No digo lo contrario; pero es necesario que también se eduque y que comprenda que él es un adicto a las drogas que además tiene problemas de conducta; pero que no es sólo él quien está enfermo. Usted también es una co-adicta; es decir que también está enferma. Y si no acepta que esto es una enfermedad y que como tal necesita ser tratada; pues todo lo que hagamos aquí será en vano. 
- Lo siento, yo sólo quería ayudarlo. ¡Dios!!!!! ¡Qué daño le he hecho!… María estaba a punto de llorar, cuando Dana que también se encontraba en la sala, intervino. 
 
- Ud. hizo lo que cualquier madre hubiera hecho, nadie la culpa de esto. No nacemos con una guía de cómo tratar a nuestros hijos, tampoco sabemos cuándo van a estar en malos pasos; por lo general siempre perdonamos; lo malo fue que Aron en vez de recapacitar en cada caída, se aprovechó de sus buenas intenciones y de su corazón de madre; entonces abusó, porque ya estaba enfermo. No se culpe, ahora es buen momento para buscar salidas. 
 
María agradeció aquellas palabras de Dana con una sonrisa y dándole las gracias. 
 
Fox pensó que Dana dijo muy adecuadamente aquellas palabras, él no hubiera podido decirlas pues sólo una madre sabe como consolar a otra madre. Este último pensamiento lo dejó pasmado, ¿acaso Dana tenía hijos y no se lo había comentado?.  
 
Eso era algo que tendría que averiguar en otro momento, ahora urgía encaminarse a la sala de terapias. 
 
- Bien es hora de irnos, ya los chicos están en el aula. Dijo Dana. 
- Ok. Vamos. Comentaron Fox y María. 
 
 
SALA DE TERAPIAS 
8:15 AM 
 
- Buenos días a todos, dijo Dana. 
- Buenos días. Respondieron al unísono. 
 
- En esta cesión sólo participarán dos personas, la Sra. María, madre de Aaron; y este último. Los demás solo seremos espectadores, yo sólo intervendré en caso estrictamente necesario como mediadora. ¿Ok?. Dijo mirando a las dos personas involucradas. 
 
Fox se encontraba también de espectador, dándole oportunidad a Dana a que dirija la confrontativa. 
 
- Sra. María le cedo la palabra. Dijo Dana. 
 
 
La madre de Aron era una mujer de un metro setenta centímetros de estatura, tez morena, cabello rizado y ojos de color negro; el vivo reflejo de su hijo. Daba la apariencia de ser una persona muy segura de sí misma e inspiraba respeto a todo aquel que entablaba algún tipo de conversación con ella.  
 
Sin embargo en este momento no parecía ser la misma, se veía nerviosa, no tenía muy claro lo que debía que decir, se miraba las manos sentada frente a su hijo, a ratos alzaba la mirada para ver a Aaron con intenciones de hablar pero algo la detenía; su miedo. 
 
Advirtiendo esto, Dana tuvo que intervenir. 
 
- Por favor, dígale a Aron lo que usted sentía cada vez que el salía de casa y no decía a donde iba regresando hasta varios días después. Dígale lo que sufrió cuando le avisaron que lo habían llevado preso por asaltar a una licorería. Hable, este es su momento. 
 
Aquella mujer miraba al vacío, y en cada palabra que Dana decía sus ojos se llenaban de lágrimas al recordar cada instante, por muy fuerte que aparentaba ser, revivía a pulso todo aquel sufrimiento. 
 
- Por qué hiciste esto hijo, yo que siempre te cuidé y traté de hacer lo mejor para tu bienestar. No sabes lo que yo sufrí cuando tu padre se fue… Tuve que dejar todos mis planes, para convertirme en padre y madre para ti. No pasaba mucho tiempo en casa, pero era porque tenía que trabajar para darte de comer y hacer de ti un hombre de bien, con estudios y preparación. Aspiraba verte como todo un profesional, con una buena mujer y formando tu familia, y ahora simplemente todos esos sueños se volvieron nada. 
 
Hizo una pausa y luego continuó… 
 
-No podía creer en lo que andabas metido, drogas? Alcohol? Dios, aún pienso que todo esto es una terrible pesadilla y que en cualquier momento despertaré y seremos como antes. Por qué no recurriste a mi cuando hiciste la primera cosa equivocada, yo siempre he estado ahí para ti, te hubiera entendido, hubiera tratado de ayudarte como lo he hecho hasta ahora. Por qué no lo hiciste, por qué te empeñaste en seguir destruyéndote la vida, ¿acaso no te das cuenta que apenas tienes 15 años?, que tu vida aún no empieza…  
 
La mujer lloraba desconsoladamente, sentía que el cuerpo le temblaba y estaba tan exaltada que en un momento se había levantado para coger a su hijo por los hombros con el fin de hacerlo reaccionar. Dana se acercó y con suavidad la miró a los ojos deteniéndola de aquel acto y la llevo hasta su asiento. 
 
- Aron tienes algo que decirle a tu madre. Mira como sufre, ¿qué sientes al ver esto?. ¿En qué estas pensando justo ahora?, que no estás drogado y ves la realidad de tus acciones. Le interrogó Dana. 
 
Aron con la cabeza agachada, sólo miraba al suelo, jugaba con sus pies moviéndolos de un lado a otro, parecía importarle poco lo que acaba de oír. Casi no se escuchó lo que dijo. - Lo siento mamá, no era mi intención lastimarte. 
 
Su madre al fin reaccionó y lo miró. – Eso es todo lo que tienes que decirme, un “lo siento mamá”; ¿crees que eso solucionará todo este daño, que no sólo me has hecho; sino que te has hecho a ti mismo?. 
 
- Sólo lo siento, ¿ok?. Lo siento; ¿no es eso lo que todos quieren que diga?; bien entonces, lo siento. Dijo con ironía Aaron. 
- ¿En que te has convertido, hijo?; ¿Es que acaso no tienes sentimientos? 
- Es mejor así, no sufro por nadie y es mejor que tú tampoco sufras por mí; la verdad es que yo estoy bien; ahora me tienen aquí dentro; pero pronto saldré y seguiré como siempre. Seré feliz a mi modo. 
 
La pobre mujer no podía dar crédito a lo que escuchaba y a diferencia de lo que la misma Dana pensaba que haría, ella dejó de llorar… Su mirada se tornó fría e impávida.  
 
Se secó las lágrimas, dio una última mirada a su hijo y se retiró de aquella sala. Cuando estaba apunto de salir Dana la detuvo.  
- Señora…..  
- No Srta. Le interrumpió. - Usted lo escuchó también como yo, es mi hijo y lo amo; pero si a él no le interesa su propia vida, ¿qué puedo hacer contra eso?. No puedo seguir la vida sufriendo por aquellos que no me aman; acaso no lo ve, su padre me hizo lo mismo y ahora él repite la historia, me abandona y yo ya estoy cansada de vivir para otros. Sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas, pero esta vez no permitió que salieran, solo miró a Dana una vez más, le acarició su rostro y le dijo… - Gracias. Y se retiró. 
 
Dana se quedó sin poder hablar, llena de impotencia; era testigo de un hogar desecho, del sufrimiento de una madre y de la equivocación de un hijo. 
 
Qué podría hacer ella, nada, se dijo así misma. Sus sentimientos estaban envueltos en este caso, no se sentía capaz de seguir en esa sala, así que pidió disculpas sin voltear a ver a los presentes y salió corriendo de aquel lugar. 
 
Fox quién también se hallaba en el aula, al verla salir por aquella puerta, la siguió; no sin antes dejar indicado a un ayudante que llevara a todos los internos a sus respectivas habitaciones. 
 
La encontró en una esquina de la clínica, con la mirada perdida y con lágrimas enjugando sus ojos. 
 
- Dana ¿qué pasó?, habla conmigo. Mírame soy yo, Fox tu amigo, ¿recuerdas? 
 
Dana no lo miraba sólo lloraba mirando a un punto en el cielo. Nada la hacía reaccionar, le dolía recordar la escena de la Sra. María y de Aaron. Lamentaba el dolor de esa madre y a la vez veía reflejado su dolor. 
 
Se identificó con aquella mujer, María había perdido a su hijo, estaba vivo, sí; pero él se había perdido en un mundo en el cuál su madre, no existía. 
 
De pronto llegó a su memoria recuerdos de un nacimiento, unos ojos cansados miraban una pequeña figura gritando a todo pulmón indicando que estaba viva, unos brazos imitando una cuna y éste ser quedándose quieto al sentir su calor. 
 
 
Continuará… 

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Email del Autor: darmamsARROBAhotmail.com