Nombre del Fanfic: Abandonarte... jamás!!

Capitulo: I

Autor: Very

Dedicado a: A mi amiga Lourdes que esta un poquito enferma en este momento y a mi tocaya Veritto que hace tiempo que no carlo con ella y la extraño bastante.  
Finalmente a todo el mundo shipper.

Clasificacion: Sleeping Bags

Romance

Fanfic: Departamento de Fox Mulder 
1.13 a. m. 
 
 
Mulder estaba sentado en su sofá con la mirada perdida, pensando en los últimos siete años de su vida, en todas las cosas que habían pasado, en todas las veces que había estado tan cerca de la verdad para quedarse otra vez con las manos vacías, pero sobre todo, pensaba en ella, y en las tantas veces que había estado a punto de perderla, la última vez había sido cinco días atrás cuando otro loco deseoso de venganza hacia él había decidido intentar cobrarse a través de Scully, y casi lo logra, si no fuera porque sus compañeros del FBI lograron encontrarla justo a tiempo, pero otra vez ella había sufrido las consecuencias de los actos de Mulder. 
Como cada vez que ella estaba en peligro, el terror se había apoderado de él, se había puesto como loco, le había gritado a cuanta persona se cruzó en su camino ese día, incluyendo a su jefe, quien sólo trataba de calmarlo. 
Ya estaba cansado de todo eso, de no poder estar tranquilo, de no tener la seguridad de que ella estaría a salvo a su lado, fuera quien fuera, conspiradores del gobierno o psicópatas criminales buscando venganza contra el agente que los puso tras las rejas, todos intentaban lastimarlo a través de ella, y ya estaba bien, Scully se merecía una vida mejor, tranquila, libre de toda la maldad que lo rodeaba, y la única forma de que ella tuviera eso era alejándose de él, pero sabía que ella nunca lo dejaría voluntariamente, él tenía que hacer algo para que Scully lo abandonara, y la mejor manera de conseguirlo era hiriéndola, traicionándola, le dolería, tal vez, más a él que a ella, pero no tenía otra opción, si quería que ella estuviera a salvo, que fuera feliz, tenía que hacerlo. 
Dios sabía que no quería que ella lo dejara, Scully era toda su vida, la necesitaba más que al aire que respiraba, él la amaba con locura, aunque nunca se lo hubiera dicho, pero ya no podía seguir siendo egoísta, así que haría lo que fuera necesario para alejarla de su lado, y se le había ocurrido un plan, que de dar resultado, haría que Scully jamás volviera a mirarlo siquiera. 
 
 
Oficina de Fox Mulder 
A la mañana siguiente 
 
Mulder estaba sentado delante de su escritorio esperando escuchar los familiares pasos de su compañera, no había dormido casi nada la noche anterior dándole forma a su plan en su cabeza, estaba impaciente por ponerlo en práctica, y a la vez, temeroso de no tener el valor necesario para hacerlo, por eso había llegado a la oficina más temprano que de costumbre. 
Escuchó los pasos de Scully en el pasillo y su corazón se detuvo un instante, siempre le pasaba lo mismo, tenía tantas ganas de verla, tanta necesidad de ella que lo abrumaba, escuchó como giraba el pomo de la puerta y trató de aparentar concentración en lo que leía. 
 
- Buenos días, Mulder - dijo colgando su abrigo en el perchero. 
 
- Buenos días, Scully - ¡¡Dios, qué hermosa se veía!! 
 
- ¿Algún caso nuevo para hoy? 
 
- Por el momento nada, sólo papeleo atrasado, parece que será una jornada tranquila, Scully, tal vez podamos salir temprano. 
 
 
- ¡¡Menos mal, ha sido una semana agotadora!! 
 
- ¿Te sientes bien? - La preocupación se reflejaba en su voz. 
 
- Si, Mulder, estoy bien, sólo un poco cansada. 
 
Otra vez la clásica respuesta Scully, ella nunca le diría si se sentía mal, Mulder estaba acostumbrado a eso, pero no significaba que no le doliera. 
De nuevo pensó en todo lo que ella había sufrido desde que se conocieron, él sabía que no era su culpa, pero estaba absolutamente seguro de ser la causa. Por eso tenía que alejarla, cuanto antes se pusiera en acción mejor. 
No estaba seguro de lo que Scully sentía por él, pero sabía que le atraía físicamente, así que el plan era sencillo, la seduciría, le haría el amor, y luego la abandonaría de la manera más despreciable posible, era un plan egoísta, si, pero no podía dejarla ir sin haberla amado por lo menos una vez, después de todo era Fox Mulder, el rey del egoísmo. 
Estaba tan concentrado en sus pensamientos que no escuchó que ella lo llamaba, levantó la vista del informe que aparentaba leer y la miró. 
 
 
- Lo siento, Scully, ¿me hablabas? 
 
- Te decía que ya son las cuatro, Mulder, estoy cansada de leer, me duele el cuello, creo que podríamos retirarnos ya ¿No te parece? 
 
- Si, seguro, yo también estoy cansado. 
 
- Bueno, hasta el lunes entonces - dijo levantándose y tomando su abrigo 
 
- ¿Scully, tienes planes para hoy? 
 
- ¿Por qué lo preguntas, Mulder? No querrás salir a perseguir extraterrestres en plena madrugada, ¿no? 
 
- No finjas, Scully, sé que te gusta que te saque de la cama a altas horas de la noche. - Scully le dedicó una sonrisa. 
 
– Lo siento, pero hoy estoy agotada, tendrás que prescindir de mi compañía. 
 
- Scully, no se trata de extraterrestres, pensé que a lo mejor te gustaría salir a tomar algo, ya sabes, unas cervezas, una buena charla, un compañero guapo. 
 
- Así que… no iremos solos… ¿quién es el guapo? 
 
- Nadie desinfla mi ego como tú, Scully - puso su cara de cachorro desahuciado. 
 
- Tu ego es demasiado grande para desinflarse por tan poca cosa - se rió ella. 
 
- Está bien, tú ganas, ¿quieres ir, si o no? 
 
- Bueno, ¿dónde y a qué hora, Mulder? 
 
- Pasaré por ti a las 10, ¿te parece bien? 
 
- Mejor dime dónde y yo te encuentro allá, prefiero llevar mi coche. 
 
- No te preocupes, yo te llevaré a casa sana y salva, Scully - no podía dejar que fueran en dos coches, si tenía suerte, llevaría a cabo su plan esa misma noche. 
 
- Está bien, a las 10, te espero. Nos vemos luego Mulder.- tomó su bolso y salió de la oficina. 
 
- Nos vemos luego, Scully - se quedó mirando la puerta con una sonrisa agridulce en los labios, no se sentía orgulloso de lo que estaba a punto de hacer, pero todo era por el bien de ella. 
 
 
Departamento de Dana Scully 
45 minutos más tarde 
 
Scully estaba asombrada, Mulder jamás la había invitado a salir sólo por el gusto de pasar un rato juntos, ¿qué lo habría impulsado a hacerlo después de siete años de conocerse? 
No creía que fuera algo romántico, ella estaba segura de que Mulder le tenía cariño, pero sabía que no la amaba como mujer, no como ella lo amaba, pero eso no le importaba, por los motivos que fueran hoy pasaría un rato más en su compañía, y se conformaba con eso, sabía que no podía pedir más, aunque a veces desearía pedirle todo, decirle que lo amaba, que lo necesitaba, que él era su razón de existir, pero tenía miedo de arruinar las cosas y que ya no pudieran volver a ser como antes. Dejó de lado sus pensamientos y se dirigió a su habitación, debía inspeccionar su guardarropa, no recordaba cuando había sido su última cita y no sabía si iba a encontrar algo decente en él. 
Revolvió todo su armario en busca de algo adecuado, no podía ser un atuendo muy sexy, porque no era una cita, sólo salía con un amigo a tomar un trago, pero tampoco podía ir vestida con la ropa de trabajo, después de un rato de indecisión eligió una falda morada, que le llegaba a la rodilla, era entallada y tenía una abertura al costado que dejaba apreciar buena parte de uno de sus bien torneados muslos, una blusa blanca, también entallada y con un escote más pronunciado de lo normal, y zapatos de tacón alto y fino que hacían que sus piernas, ya de por si bien formadas, lucieran mucho mejor. Acomodó todo sobre la cama y se dispuso a preparase una cena ligera, después se daría un baño de inmersión para relajarse, puede que no fuera una cita romántica, pero iba a salir con Mulder, el hombre inaccesible de sus sueños, y debía estar lo más relajada que le fuera posible. 
 
 
Departamento de Scully 
9.55 p. m. 
 
Mulder estaba parado en la puerta tomando coraje para golpear, las dudas lo volvían loco ¿Y si las cosas no salían bien? ¿Y si después de todo no tenía el valor de hacerlo? 
No, esa no era una opción, tenía que hacerlo, no podía seguir permitiendo que Scully se arriesgara por una causa que no era suya, por una causa perdida, sabía que lo hacía por lealtad a él, y se lo agradecería toda su vida, la amaba más por ello, pero ya no podía retenerla a su lado, ella era lo mejor que le había pasado, era mucho más de lo que él había esperado tener nunca, le debía todo a esa pequeña mujer de cabello rojo como el fuego y ojos de mar, y si la quería como decía que lo hacía, debía asegurarse de que ella lo odiara, así se marcharía y empezaría una vida normal y feliz lejos de él, respiró hondo intentando calmarse y golpeó la puerta. 
Nada podría haberlo preparado para la visión de Scully enfundada en una falda entallada y una blusa, igual de entallada, con un escote que de tan insinuante le pareció casi indecente, no es que lo fuera, pero no estaba acostumbrado a verla tan sexy. Se quedó parado con la boca abierta y los ojos clavados en la blusa de ella, Scully carraspeó. 
 
- Lo siento, Scully, me has dejado con la boca abierta, te ves realmente distinta esta noche. 
 
- ¿No te gusta, Mulder? - Preguntó dándose la vuelta para ir a recoger su chaqueta, y ofreciéndole una privilegiada vista de su perfecto y redondeado trasero, acentuado por lo ajustado de la falda. 
 
Mulder tragó saliva, ¡¡Dios santo!! Esta no iba a ser una tarea fácil, no sólo se veía de maravilla, esa voz sensual lo hacía dudar de su capacidad de razonar. 
 
- No es eso, estás preciosa, es sólo la falta de costumbre. 
 
- Gracias, tu también luces bien ¿Dónde está el guapo? 
 
- Ya basta con eso Scully, vas a hacer que me arrepienta de haberte invitado - le dijo fingiendo que estaba dolido. 
 
- Está bien, está bien, ya vámonos - dijo ella riendo. 
 
Salieron del edificio y se encaminaron hacia el coche de Mulder, una vez dentro ella le preguntó a dónde iban. 
 
- Es una sorpresa, ya lo verás. 
 
Scully se quedó pensativa, él había estado muy raro todo el día, ensimismado, perdido en sus pensamientos, casi no la había mirado en la oficina, y después la había invitado a salir ¿Qué demonios se traía entre manos? ¿Sería posible que él sintiera algo más que amistad por ella, y que hubiera decidido decírselo? No, no se podía hacer ilusiones, lo más probable es que quisiera convencerla de que lo acompañara en alguna loca aventura más. 
Perdida en sus pensamientos, no se percató de que el coche se había detenido, y que Mulder la miraba, como si estuviera esperando una respuesta a una pregunta que seguramente ella no había escuchado. 
 
 
- Discúlpame, Mulder, estaba algo distraída, ¿me decías algo? 
 
- Te decía que ya llegamos, ¿te gusta el lugar, Scully? 
Miró por la ventanilla y vio un bar muy bonito, por lo menos por fuera, 
 
- Parece muy agradable, por lo que se puede ver desde aquí. 
 
- Bueno, ¿qué estamos esperando? Entremos, así compruebas que tan agradable te parece por dentro. 
 
Salieron del coche y entraron al bar, era un lugar pequeño, pero cálido y acogedor, era muy romántico. Scully estaba confundida, ¿por qué la habría traído a un lugar así? 
No es que no le gustara, pero no era el tipo de lugar al que uno iría con una simple amiga. La música lenta y suave, hacía que el lugar pareciera casi idílico. 
Mulder la tomó de la cintura y la guió hasta una mesa ubicada al fondo, la luz suave hacía que el ambiente fuera muy íntimo. 
Tomaron asiento y en seguida vino una camarera a preguntarles que iban a tomar, Mulder pidió dos cervezas. 
La camarera se retiró y a los pocos minutos volvió con las bebidas. 
Llevaban un rato bebiendo y charlando tranquilamente, cuando empezó a sonar una música lenta y seductora, varias parejas se pusieron de pie y se dirigieron a la pista, Mulder la miró y le sonrió, ella le devolvió la sonrisa, el momento era tan familiar y a la vez tan extraño, él se levantó y le tendió la mano. 
 
- ¿Quieres bailar, Scully? 
 
Ella dudó un momento, pero en seguida se puso de pie. ¡¡Que demonios!! Tal vez fuera su única oportunidad de sentirlo tan cerca. 
 
- Seguro, ¿por qué no? - Le tomó la mano. 
 
Caminaron hasta la pista tomados de la mano, una vez ahí, Mulder la abrazó por la cintura, ella pasó sus brazos por su cuello y empezaron a moverse al ritmo de la música, era un movimiento lento y sensual, sus caderas se balanceaban al unísono, como si estuvieran hechas para encajar a la perfección, él la estrechó más contra su cuerpo, Scully apoyó la cabeza en su pecho, percibía su cálido aliento golpeando su cabello, se sentía tan bien. Mulder subió una mano y empezó a dibujar círculos sobre la espalda de ella, haciendo que su pulso se acelerara y la sangre le corriera en las venas como fuego, estaban los dos tan compenetrados el uno en el otro que no se dieron cuenta de que hacía un buen rato que la música había cesado. Se separaron un poco y se miraron como si fuera la primera vez, él agachó la cabeza lentamente ¡¡La iba a besar!! Dios, ella lo deseaba más que a nada en el mundo, pero tenía miedo, así que antes de que él se acercara por completo, miró hacia la mesa y le dijo: 
 
- Creo que deberíamos volver a nuestros asientos, Mulder, ya se acabó la música. 
 
- Si, si por supuesto - por un momento creyó que ella se lo permitiría, tal vez estaba equivocado, tal vez no se sentía atraída por él. 
 
Caminaron hasta la mesa, Scully estaba nerviosa ¿Y si él sentía atracción por ella? ¿Podría ser cierto? ¿O había sido sólo el momento, el ambiente, la música? Estaba tan confundida que ya la velada había perdido todo su encanto. Mulder se dio cuenta de su cambio de actitud. 
 
- ¿Quieres que nos vayamos ya, Scully? Te ves cansada. 
 
- Si, será lo mejor, además ya es tarde. 
 
- Está bien, pagaré la cuenta y nos vamos. 
 
Mulder se dirigió hasta la barra, le pagó a la camarera y volvió por Scully, ella lo esperaba ya de pie junto a la mesa. 
Una vez en el coche, ninguno de los dos habló, cada uno enfrascado en una batalla con sus propios pensamientos. 
Mulder sentía que le flaqueaban las fuerzas, estaba casi seguro de que no podría llevar a cabo su plan ¡Era un cobarde, por Dios! Con todo lo que Scully había hecho por él, él no era capaz de renunciar a ella para darle la oportunidad de tener una vida mejor, y todo por su maldito egoísmo, por su necesidad de saber que ella estaba ahí cada vez que él la necesitara, tenía que hacerlo, por ella, por los dos. 
Scully, por su parte, tenía la cabeza hecha un lío, no sabía qué pensar de aquella noche. 
¿Qué era lo que Mulder había pretendido al invitarla a salir? ¿Pasar un rato con una amiga? ¿Confesarle algún sentimiento escondido? ¿Seducirla? 
No entendía nada, pero tenía la certeza de que este era otro de los momentos de los que no hablarían nunca, esos que parecían haber sido producto de su imaginación. 
Mulder estacionó el coche frente al edificio de Scully. 
 
- Ya llegamos, sana y salva, como te lo prometí. - Scully lo miró con tristeza, salva si, sana no estaba segura. 
 
- Gracias, Mulder, fue una noche muy especial. 
 
- Bueno, supongo que esta es la despedida. Me alegra que la hayas disfrutado.  
 
- Si, mucho, gracias de nuevo, nos vemos el lunes, Mulder.- ya se estaba bajando del coche. 
 
- ¡¡Hey!! ¿¿No me merezco ni siquiera un beso de buenas noches?? 
 
Ella sonrió, acercó sus labios a los de él, Mulder contuvo el aliento - “No juegues con fuego, cariño”- pensó – “un día de estos te podrías quemar”- pero en el último momento ella esquivó su boca y lo besó en la mejilla, él cerró y los ojos y respiró profundamente. 
 
- Si esa es tu idea de un beso, Scully, ¡¡ya veo por qué nadie te acompaña a casa por las noches!! - Ella soltó una carcajada. 
 
- Bueno, puedo compensártelo si quieres en mi departamento- los ojos de Mulder brillaron de deseo.- Con un café. ¿Quieres subir? 
 
- Está bien Scully, si no hay más remedio, me conformaré con un café. 
 
Una vez en su departamento, Scully preparaba café en la cocina, mientras Mulder sentado en el sofá de la sala, pensaba en su buena suerte, si todo seguía como hasta ahora, las cosas serían rápidas, y en poco tiempo todo habría terminado, por lo menos para ella, él era otro asunto, jamás podría olvidar a Dana Scully, por mucho que lo intentara, siempre la llevaría con él, dentro de él. Scully apareció en la sala con una bandeja y lo sacó de sus cavilaciones. 
 
- Ya está listo Mulder. 
 
- Gracias - le dijo tomando una taza y reclinándose en el respaldo del sofá, ella hizo lo mismo y se miraron durante un rato en un silencio incómodo. 
 
- Scully...- empezó, Mulder, pero ella lo interrumpió. 
 
- ¿Por qué me llevaste a ese bar esta noche, Mulder? 
 
- ¿Cómo? ¿Qué quieres decir? - ¿Habría ella descubierto sus intensiones? Posiblemente, pero de seguro no sus motivos. 
 
- Eso, que por qué me invitaste hoy a salir. 
 
- ¿Y por qué no? Somos amigos, los amigos salen a tomar algo juntos, Scully. 
 
- Si, pero ¿por qué a ese lugar?  
 
- ¿Qué tiene de malo el lugar, no te gustó? 
 
- No es eso, y lo sabes, es que es un sito tan… 
 
- ¿Romántico? - Ella lo miró por primera vez desde que habían empezado esa conversación, y Mulder leyó la duda en sus ojos. 
 
- Si, romántico, Mulder. 
 
- Bueno, no lo sé, sólo es un bar, no tiene nada de especial - se hacía el desentendido, sabía que la tenía donde había querido tenerla toda la noche, no podía dar un paso en falso. 
 
- ¡¡Por favor, Mulder!! ¿Y ese baile?? ¿Qué es lo que de verdad buscabas esta noche? 
 
- Lo mismo que llevo buscando los últimos siete años. 
 
¡Lo sabía! Él la había llevado allí para convencerla de que lo acompañara en otra de sus locas cacerías de hombrecitos verdes, o grises, o como demonios fueran, lo único que él había buscado durante los últimos siete años era la verdad. 
 
- ¡¡A ti!! - Scully levantó la mirada, sus ojos oceánicos reflejaban un asombro sin par ¿Realmente había dicho él aquello? ¿Qué la había deseado durante todo ese tiempo? No podía ser, estaba teniendo alucinaciones auditivas. - ¿Por qué te asombras? ¿Sabes, Scully? Eres una mujer hermosa y muy deseable, y yo soy un simple mortal. 
 
Ella estaba cada vez más anonadada, ese no era el Mulder que ella conocía, no era su amigo más leal, no, era un Mulder expresando su deseo, su deseo por ella. ¡Dios!, estaba excitada, pero no podía moverse, tenía temor de romper el encanto, o de que sólo fuera uno de sus muchos sueños en los que él era el protagonista.  
Mulder veía el asombro de Scully, él mismo estaba asombrado de haber dicho aquello, no es que no fuera verdad, era sólo que lo que sentía por ella era mucho más grande que eso, y le dolía rebajarlo, pisotearlo llamándolo deseo, pero así tenía que ser. 
Scully estaba inmóvil, con los ojos abiertos, brillando de deseo y de anticipación, como esperando que él hiciera el primer movimiento, que se acercara. ¡¡Dios, era tan hermosa!!  
Mulder, acercó sus labios a los de ella hasta que sus alientos se mezclaron, pero sin tocarlos, Scully respiraba con dificultad, la contempló un instante, quería grabar en su memoria la imagen de ella esa noche, a la mañana siguiente ella lo odiaría, necesitaba recuerdos dulces a los que aferrarse en las largas noches que le seguirían a su partida. 
 
- ¡Mulder! - Su voz fue un susurro ronco, casi un gemido y él no pudo resistir más. La besó con toda la pasión contenida durante siete años. 
 
- ¡¡Dios, Scully, te deseo!! ¡¡Te he deseado durante tanto tiempo!! - y no mentía, la deseaba, la deseaba con tanta intensidad que casi estaba olvidando por qué hacía aquello. 
 
Scully entreabrió los labios y sus lenguas se encontraron en una danza primitiva, salvaje. 
Él la levantó en brazos sin dejar de besarla, y la llevó al dormitorio, la depositó sobre la cama, y empezó a desvestirse, ella se incorporó para detenerlo. 
 
- Déjame hacerlo - él bajó los brazos y la dejó hacer. 
 
Ella le desprendió los botones de la camisa y la deslizó por sus hombros y sus brazos hasta que finalmente cayó al suelo, luego posó sus manos en su pecho musculoso, Mulder se estremeció ante el contacto de sus frías manos con su piel caliente, y su excitación se hizo más evidente, ella inclinó la cabeza y acarició su torso con sus labios, fue apenas un rose, pero Mulder estaba al límite de su resistencia, si la dejaba continuar por ese camino, las cosas acabarían demasiado pronto para él. 
La tomó por los brazos, la atrajo hacia él y la besó con una pasión casi salvaje. Le quitó la blusa por la cabeza, sus manos pasearon por su espalda en busca del broche del sujetador de encaje blanco, era una prenda preciosa, y le sentaba de maravilla, pero le estorbaba, estaba tan excitado que sus dedos se movían con torpeza y tardó unos minutos en abrirlo, cuando por fin lo consiguió liberó sus senos y los contempló un instante con reverencia, eran pequeños, pero firmes, eran perfectos, sus pezones, inflamados por la excitación, se endurecieron aún más ante la mirada de deseo de él. Mulder posó las manos en los pechos de Scully y los sostuvo así unos momentos, luego la recostó sobre las almohadas empujándola suavemente, inclinó la cabeza y atrapó un pezón erecto entres sus labios, lo lamió con la punta de la lengua, jugueteó con él entre sus dientes mientras ella gemía y murmuraba algo que se parecía a su nombre. Él abandonó el delicado botón rosa y se dispuso a brindarle las mismas atenciones a su gemelo. Scully tiró de él hacia arriba, reclamando sus labios una vez más. Él le dio el gusto, aprisionó su boca con la suya, le introdujo la lengua y la entrelazó con la de ella en un ritual que imitaba lo que querían hacer con sus cuerpos. 
Abandonó sus labios y bajó hasta su cuello, mordisqueándolo con ternura, descendió por el valle entre sus senos hasta su estómago, se detuvo en su ombligo y lamió alrededor de él, luego continuó su descenso hasta su sexo, lo besó por encima de las braguitas, ella se estremeció de anticipación cuando él metió sus pulgares debajo del elástico de la única prenda que la separaba de su contacto y con un movimiento lento y torturador, la fue bajando por sus piernas hasta sus tobillos para finalmente despojarla de ella. Mulder reinició su recorrido a la inversa, paseó sus labios por todo el largo de sus exquisitas piernas, besó el interior de sus muslos de alabastro y finalmente se detuvo en su destino, el centro de su feminidad. Apartó los pliegues que lo ocultaban de su vista y posó sus labios en él, ella sintió como si una descarga eléctrica la recorriera entera, él comenzó a succionar su clítoris, mientras ella se retorcía de placer y suplicaba piedad, pero Mulder no pensaba tenérsela, ni siquiera estaba siendo piadoso consigo mismo, él placer que ella experimentaba lo estaba llevando al borde de la locura y el bulto en sus pantalones comenzó a ser cada vez más incómodo, casi doloroso, su masculinidad gritaba por ser liberada y perderse en ella, pero tenía que resistir, primero le daría Scully todo el placer del que era capaz, ella se lo merecía todo, especialmente con lo que él pensaba hacerle. 
Haciendo a un lado esos pensamientos, introdujo su lengua en ella, su sabor lo embriagó, atrapó su clítoris delicadamente con los dientes a la vez que introducía un dedo en su humedad y comenzó a meterlo y sacarlo a un ritmo desesperantemente sensual, ella hundió las manos en su cabello y tiró de él, se revolvía entre las sabanas de una manera casi frenética. 
 
- ¡¡Mulder!! ¡¡Ya no voy a poder aguantarlo más!! 
 
- No lo hagas, Scully, no te resistas, quiero ver cómo llegas, déjate llevar. 
 
Volvió a poner su boca donde había estado antes de que ella hablara y cuando sus dedos sintieron la primera contracción, aceleró sus movimientos y no se detuvo hasta que ella explotó en una convulsión derramándose en sus labios. 
Subió hasta su cara y la besó hasta que su corazón recuperó poco a poco la tranquilidad. Luego se puso de pie y comenzó a desabrocharse los pantalones, una vez que se los hubo quitado Scully se incorporó y se acerco a él, metió la mano dentro de su boxer y atrapó su sexo. Mulder apretó los dientes y contuvo el aliento, Scully le bajó los calzoncillos hasta las rodillas y él terminó de sacárselos haciéndolos a un lado con impaciencia, casi con brusquedad. Estaba de pie al borde de la cama, Scully se arrodilló en ella y acercó la cara a su pene, él sintió su aliento allí, en su parte más sensible y lanzó un gemido, ella lo miraba, en sus ojos azules se reflejaba un deseo animal, Mulder estaba asombrado, nunca la había visto así, tan excitada, tan salvaje. 
Scully acarició su miembro con un dedo, deslizándolo desde la punta hasta la base, luego lo envolvió con su mano y comenzó a frotarlo de arriba hacia abajo, una y otra vez, cuando estaba a punto de tomarlo con su boca Mulder gruñó, la tomó de los brazos y la levantó hasta que sus caras quedaron a la misma altura. 
 
- Tienes que parar, Scully - ella lo miró insegura. 
 
- ¿Por qué, no te gusta? - Parecía dolida. 
 
- Cariño, créeme, me encanta, pero es necesario que pares, o el final llegará demasiado pronto. 
 
- Mulder, quiero hacerlo, quiero que acabes por mí.- Él cerró fuertemente los ojos, ni en sus más húmedos sueños creyó que la escucharía decir aquello, si no se controlaba, ella lo haría acabar sólo con sus palabras. 
 
- Y lo haré, pero no todavía, no así, quiero estar dentro de ti cuando eso ocurra. 
 
Ella puso sus brazos alrededor de su cuello sonriendo con malicia, lo besó y se echó hacia atrás llevándolo consigo hasta la cama. 
Mulder saboreó todo su cuerpo una vez más, ella comenzaba a excitarse otra vez, le separó un poco las piernas y deslizo un dedo entre ellas para comprobar su humedad, ¡estaba lista de nuevo! 
 
 
- ¡¡Cielos, Scully!! ¿Tienes idea de lo que me haces? 
 
- Si es una décima parte de lo que tú provocas en mí, entonces sí la tengo. 
 
Mulder emitió un sonido gutural, y de una sola vez la penetró, su húmeda cavidad le dio una cálida bienvenida, no estaba seguro de poder durar mucho, así que se quedó quieto unos cuantos segundo, se sentía tan bien dentro de ella. 
Scully le rodeó la cintura con las piernas y levantó las caderas hacia él, haciendo más profunda la penetración, el soltó un gruñido y comenzó a moverse dentro de ella, primero con lentitud, quería que durara todo lo que fuera posible, pero los jadeos y gemidos de Scully lo estaban volviendo loco, llevándolo al borde del abismo, las embestidas eran cada vez más rápidas, más profundas, cada una de ellas los acercaba a la cima un poco más, él sintió el familiar tirón en su miembro que anunciaba la pronta llegada del orgasmo y hundiéndose por completo en ella se dejó arrastrar hasta una explosión de sensaciones imposibles de describir, pero no disminuyó el ritmo, Scully aún no había llegado otra vez, pero lo haría en unos instantes, lo sabía por la manera en que sus paredes vaginales lo aprisionaban, por fin sintió la primera contracción, aceleró un poco más sus embestidas y ella volvió a explotar de placer mientras gritaba su nombre, esta vez de forma más frenética que la anterior. Mulder silenció su grito con un beso, mientras comenzaban juntos el descenso hacia la calma, permanecieron un rato así, abrazados, él todavía dentro de ella, era una sensación exquisita y ninguno de los dos quería dejarla ir. Poco a poco, casi con desgano, Mulder se deslizó fuera de ella, la atrajo hacia él y la abrazó cubriéndolos a ambos con la manta que estaba a los pies de la cama, ella se acurrucó en su pecho un poco adormilada, él apoyó la barbilla en su cabeza y aspiró el aroma a flores de su cabello. 
 
- ¡Te amo! - Murmuró Scully prácticamente dormida ya. 
 
- Descansa, Scully.  
 
Yo también te amo, habría querido decirle, pero no podía, así que cerró los ojos y respiró hondo, preparándose para la noche de insomnio que tenía por delante, lo que iba a hacer a la mañana siguiente sería lo más doloroso que hubiera hecho nunca, pero no tenía elección. 
 
Scully se despertó y lo primero que notó fue que el lado opuesto de la cama estaba vacío, el pánico se apoderó de ella ¡Mulder se había marchado! Pero entonces escuchó ruidos en el baño y se tranquilizó, se desperezó, estirándose en la cama como una gatita, le dolía todo el cuerpo. Recordó los acontecimientos de la noche anterior con todo detalle y se sonrojó de satisfacción, se sentía tan feliz, tan plena, por fin Mulder era completamente suyo. 
Se levantó de la cama y buscó su bata, sonrió al ver su ropa desparramada con descuido por toda la habitación, se puso la bata y se dirigió al baño. 
 
Mulder había escuchado a Scully levantarse, escuchó sus pasos dirigiéndose hacia el baño y se puso tenso, sentía que su determinación disminuía con cada centímetro que ella se acercaba a él, tenía miedo de arrojarse en sus brazos y no poder representar la farsa que tenía cuidadosamente preparada. Escuchó el sonido de la puerta al abrirse y se volvió hacia ella. Scully lo miraba seductoramente apoyada contra el marco, llevaba una bata de seda blanca que la hacía ver etérea, como si fuera una visión del cielo. Que Dios lo ayudara, su tarea no iba a ser nada fácil. 
 
- ¡Buenos días! 
 
- ¡Buenos días, Mulder! ¿Te apetece el desayuno? 
 
- Gracias, Scully, pero debo apresurarme, tengo algo que hacer esta tarde y necesito tomar una ducha y cambiarme de ropa - el plan estaba en marcha. 
 
- Puedes hacerlo aquí, hay ropa tuya en mi armario. 
 
- Prefiero hacerlo en casa - le dijo cortante. Los ojos azules de ella reflejaron decepción y también dolor. 
 
- Está bien, como quieras. Iré a preparar un poco de café.- Se dio media vuelta y salió del baño. Mulder la siguió hasta la cocina. 
 
- Escucha, Scully, con respecto a lo de anoche, realmente fue una experiencia increíble… - No la miraba a los ojos, sabía que si lo hacía, ella sospecharía, nadie podía descifrar lo que había en su interior como Scully. Ella se tensó, presentía que algo no estaba bien. - Fue el mejor sexo que he tenido en años - la sorpresa y el dolor en su mirada azul lo traspasaron como una daga, pero ya no podía detenerse. 
 
- ¿Sexo? - La voz de ella tembló al hacer la pregunta. 
 
- Si, sexo, no entiendo Scully, pareces contrariada, creí que lo habías disfrutado tanto como yo.- Los ojos de ella eran ahora dos pozos oscuros, insondables. 
 
- Ciertamente que sí lo disfruté, Mulder, más de lo que crees - le dijo con tristeza, estaba empezando a comprender lo que sucedía, él trataba de decirle que sólo había sido sexo. 
 
- Entonces ¿por qué estás molesta? ¡Oh! Pensaste que yo… Lo siento, Scully, nunca fue mi intención engañarte, lamento que pensaras que esto era más de lo que parecía, pero yo no busco una relación, tú sabes que no soy capaz de tenerlas. 
 
- No te preocupes, Mulder, no esperaba más que lo que pasó anoche, realmente fue increíble, y te lo agradezco, fue una noche de sexo excelente.- Lo miraba de una forma que nunca lo había mirado, con frialdad, ya no había tristeza en su expresión, tampoco dolor, sólo un frío glacial que se coló en lo más hondo de su alma, ¡¡Dios, la había lastimado!! Pero era eso lo que pretendía ¿no? ¿Lo era? 
 
- Me alegra que estés de acuerdo, Scully, me sentiría muy mal si te lastimara. 
 
- ¡He dicho que no te preocupes! - Su tono fue un poco más brusco de lo que pretendió, pero estaba empezando a perder el control de sus emociones, tenía que hacer que se fuera cuánto antes de allí, o sus defensas se desmoronarían y se echaría a llorar como una estúpida delante de él. 
 
- ¿Scully? 
 
- Lo siento, Mulder, todavía no he tomado mi café, así que estoy un poco irritable - se encaminó hacia la cocina - ¿Quieres una taza?- “Por favor, di que no”, rogó para sus adentros. 
 
- No, gracias, debo irme. Espero que alguna vez podamos repetir lo de anoche.- le soltó si más, y se sintió el ser más despreciable del planeta, y en esos momentos lo era. 
 
- ¿No tienes que irte Mulder? - le dijo con cansancio. 
 
- Si, desde luego, te veo el lunes en la oficina, disfruta de tu fin de semana, Scully - abrió la puerta y salió del departamento. 
 
- ¡Adiós, Mulder! 
 
Mulder cerró la puerta tras de si, dio dos pasos y tuvo que apoyarse en la pared. 
“Lo siento, cariño” decía mentalmente, “era la única manera de lograr que te alejaras de mí, de mantenerte a salvo, espero que un día lo comprendas, adiós, Scully, te amo y siempre te amaré, ese será mi castigo por el daño que te he hecho, pero mi recompensa es saber que ahora tienes la posibilidad de ser feliz, de tener la vida que siempre has deseado.” Las lágrimas corrían como un torrente por las mejillas de Mulder, se las secó con el dorso de la mano y emprendió su marcha de ese edificio y de la vida de Scully. 
 
Scully se había quedado inmóvil como una roca contemplando la puerta por la que Mulder acababa de salir. ¿Qué diablos había pasado? ¿Había interpretado mal lo que él le trasmitió anoche con sus caricias, había creído lo que había querido creer? ¿Realmente Mulder era un ser humano tan vil como para hacerle eso a ella? Pues a menos que fuera una broma, lo que no creía, porque sería demasiado mala hasta para Mulder, parecía que así era. Lo había juzgado mal, ella, que creía conocerlo mejor que nadie, ella que pensaba que podía descifrar todas las miradas de ese hombre. ¡¡Dios del cielo!! ¿Qué se suponía que iba a hacer ahora? No podía volver a la oficina el lunes y hacer como si nada hubiera pasado, esta vez no era como las anteriores, habían ido demasiado lejos, ella le había dado su alma y él la había rechazado como si se tratara de un objeto sin valor ¿Cómo volvería a mirarlo a la cara? Debía pedir un cambio de sección. Sí, eso es lo que haría, a primera hora del lunes hablaría con Skinner, pero ¿qué excusa le daría? 
Detuvo el torrente de pensamientos un minuto, debía tranquilizarse. ¿Por qué debía dejar los expedientes x? Ella también tenía muchos motivos para seguir allí, y no todos tenían que ver con su lealtad hacia Mulder, ella también había sufrido en su búsqueda de la verdad, también había perdido seres queridos en el camino, y buscaba respuestas. Debía comportarse como la mujer razonable que era, ¡por todos los cielos!, ella había enfrentado muchos horrores, había estado desaparecida durante tres meses, había perdido la posibilidad de tener hijos, había luchado contra el cáncer y había vencido, un montón de psicópatas y mutantes habían estado a punto de matarla más veces de las que recordaba y las había superado a todas. Sí, ella era una mujer fuerte, había superado cada una de esas situaciones aterradoras, y había sobrevivido - “Pero nada te aterra más en el mundo que peder a Mulder” - dijo una voz en su interior, era verdad, pero no importaba, también superaría eso, su corazón sanaría con el tiempo, sólo tenía que tener paciencia, así que el lunes por la mañana llegaría a la oficina como si nada hubiese pasado, lo olvidaría, si, estaba segura. ¿Lo estaba? 
Mientras le pedía a Dios que le diera fuerzas para enfrentarse a Mulder con naturalidad todos los días, y así superar su dolor, las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, y sólo entonces fue consciente de que se permitía llorar por primera vez desde que él se marchara, dejándola con el alma hecha añicos.  
 
 

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