Nombre del Fanfic: Camino sin salida
Capitulo: VII
Autor: Señora del fantasmal
Clasificacion: Sleeping Bags
Aventura
Suspenso
Angst / Drama
Fanfic: Camino sin salida VII
Autor: Señora del Fantasmal (pipermaru)
Disclaimer: Estos personajes pertenecen a CC y 1013. Nadie, salvo mi mente maligna, sacará provecho de este relato. Tan sólo la satisfacción que recibo torturando a estos personajes.
Tipo: Angst, angst, angst.... ¿He dicho ya angst?... O18W (por escenas de violencia y otras cosas que no adelantaré), y UST
Spoilers: De momento no hay ninguno, así que los anti-spoilers pueden estar tranquilos.
Dedicatoria: A todas aquellas personas que me escribieron comentarios en las partes anteriores. Muchas gracias por su apoyo. Y a mis betas Rovi y Patricia.
NOTA!! : QUIERO AVISAR QUE ESTE RELATO PUEDE NO GUSTAR A MUCHA GENTE POR ALGUNOS SUCESOS QUE ACONTECERÁN EN EL MISMO. RUEGO QUE LAS PERSONAS QUE NO ESTÉN ABIERTAS A SITUACIONES EXTREMAS, NO SE QUEJEN DESPUÉS DE LEERLO. HE AVISADO. POR CIERTO, NO PAGO TERAPEUTAS.
Feedbacks: Por favor, mándenme sus opiniones a sra_delfantasmalARROBAhotmail.com, en el espacio debajo del fic o por medio de los mensajes privados. Este relato es muy importante por la transgresión que significa.
* * *
Scully le pidió a su superior que la dejara entrar sola esta primera vez. Cuando llegó hasta a la habitación 304, la dolorosa escena, en la cual su compañero era el principal y único e injusto protagonista, le impidió seguir avanzando. La imagen que presenciaba la obligó a detenerse y a observar a través de la ventana antes de ingresar. Que estuviera vivo era un milagro. No podía catalogarlo de otra manera. Su pulso era casi inexistente cuando lo encontró, y este se había detenido de camino al hospital. El doctor, su asistente y un grupo de enfermeras habían tardado varios minutos en recuperar sus signos vitales con el desfribilador, y luego lo habían sometido a una transfusión de sangre. Ahora su condición era estable, pero únicamente debido a los cuantiosos aparatos que invadían su cuerpo, de los que sólo se encontraban a simple vista algunos de ellos: un ventilador artificial, un monitor que registraba sus constantes vitales y una sonda nasogástrica por donde recibía el alimento. Aunque se encontraba fuera de peligro, gracias al eficiente trabajo del personal del hospital, no era posible predecir el funcionamiento del cuerpo humano. En un momento podía estar bien, pero al otro podía sufrir una arritmia cardiaca o una embolia cerebral. Scully conocía perfectamente las consecuencias de un desafortunado golpe en la cabeza o un pulmón perforado.
Scully entró despacio, como temiendo que él fuera a despertar si hacía mucho ruido. Aunque la verdad era que él se encontraba sedado, y que el efecto de este medicamento se prolongaría por varias horas. Cogió su mano derecha procurando no tocar la vía que estaba inyectada a su muñeca. Su rostro completamente magullado e inflamado era el reflejo de lo vivido en su encierro, aunque no la peor evidencia de este. Sabía que debajo de las sábanas y de la bata se escondía el verdadero horror.
Posó su mano libre sobre el rostro de su compañero, y al sentir las heridas causadas violentamente en su piel, un nuevo nudo se formó en su garganta, haciéndole saber lo cerca que estaba de romper en llanto nuevamente.
Había recuperado a Mulder, y en circunstancias normales, aquello le hubiera causado gran felicidad. Sin embargo, esta vez, no había espacio para ese sentimiento. Cuando Mulder saliera del hospital, no retomarían sus vidas en el mismo lugar donde las habían dejado. Todo cambiaría. Incluso su relación personal, que a pesar de las distancias que, estúpidamente, ella había impuesto en los últimos días, sentía que se había vuelto más íntima desde aquel beso que se dieron la noche de año nuevo.
Estaba sola y dejó que sus emociones fluyeran libremente en forma de lágrimas, mientras iba transformando en palabras cada pensamiento que cruzaba por su mente.
- Esto se ha hecho costumbre ¿eh?– optó empezar con la frase que le pareció menos deprimente, acompañada de un funesto intento de sonrisa. –Tú en una cama de hospital, yo sosteniendo tu mano… Los doctores ya deben estar hartos de nosotros – rió de nuevo para acallar un sollozo que pugnaba por salir. –Sé que fui una tonta al ignorarte los últimos días… y siento que es mi culpa que estés aquí – el llanto consiguió ahogar sus palabras y se detuvo para tranquilizarse antes de continuar. – Lo siento tanto… Pero te juro que ahora no me voy a alejar de ti. Me voy a sentar en esta silla a tu costado hasta que despiertes, e incluso cuando lo hagas, no te voy a dejar solo, porque no quiero que nadie más vuelva a hacerte daño. No voy a permitirlo - besó suavemente su mejilla y acarició con infinita ternura, ese mismo lugar, con sus nudillos. Luego se sentó en una silla a su lado, con la mirada sobre él. Intentó resistirse al llanto apretando los labios con fuerza, pero al darse cuenta de que sus ojos actuaban autónomamente, liberando cada vez más lágrimas, decidió hacerles compañía con el resto de su cuerpo. Sus hombros y espalda comenzaron a sacudirse, y un primer sollozo se escapó, a este le siguieron otros, y de pronto estaba llorando sin control, como nunca recordaba haberlo hecho.
* * *
Media hora después, Skinner se acercó a la habitación de Mulder, donde encontró a Scully sentada a un costado de la cama, con sus manos cobijando las del hombre postrado inconsciente en la camilla, y la vista fija en él. Su concentración era tal que no percibió que alguien más los acompañaba.
Hacía algunos minutos que había dejado de llorar, agotada. El cansancio acumulado de varios días había comenzado a afectarla. Apenas podía sostener sus párpados. Pero no lo admitiría ante otra persona, mucho menos si esa persona era Skinner, debido a que con su influencia, podía internarla en el hospital sin que le faltaran contundentes razones para ello. Aunque cualquiera notaría su agotamiento con tan solo ver su rostro.
Pensaba que si dormía, no podría estar pendiente de Mulder, de cualquier alteración en su estado de salud. Quería ser ella a quien él viera primero cuando despertara del coma inducido en el que se encontraba. Quizá estaba actuando de manera egoísta, al desear que Mulder despierte, sabiendo que el recuerdo de su encierro afloraría en el preciso instante que abriera los ojos, pero le era imposible desear lo contrario. ¿Cómo podría desearlo con todo el amor que sentía por él? A pesar del sacrificio que le requería su trabajo como agente del gobierno, no podría regresar a su monótono y tranquilo modo de vida que llevaba antes de conocerlo. Y tampoco quería. Ahora sabía por qué. Su único motivo yacía en una cama de hospital, ultrajado por un maniaco, en cuya investigación jamás debieron aceptar participar.
Walter se aproximó por detrás silenciosamente y colocó una mano sobre el hombro de Scully para que notara su presencia. Ella se secó rápidamente el rostro y levantó la mirada hacia su jefe.
- ¿Ya llegó la madre de Mulder? – preguntó.
- No, aún no, pero le traje esto – dijo mostrándole la ropa y las zapatillas que las enfermeras le habían ofrecido hacía un rato. Ella las tomó, pero no se movió de la silla.
- ¿Por qué aprovechando que Mulder está dormido no se toma una buena ducha y se pone ropa limpia? Hay un baño en la estación de las enfermeras, y ellas no tienen problema con que lo utilice - Skinner sabía con que argumentos presionar. – Vamos, hágalo por su compañero. Así podrá estar con él cuando se despierte – insistió gentilmente.
- Está bien, ¿pero usted podría quedarse con él? Aunque esté inconsciente, no quisiera que se quedase solo – dijo levantándose.
- No se preocupe por eso. Me quedaré con él el tiempo que haga falta – le respondió mientras salían de la habitación.
Carol la guió hasta el baño, que era pequeño, pero bien equipado. Le entregó un par de toallas, una para secarse el cabello, y otra para el cuerpo, un jabón nuevo, y un shampoo. Tras explicarle el manejo del agua fría y del agua caliente - ya que si no tenía la precaución de poner la manija en el punto medio, correría el peligro de abrasarse con el agua demasiado ardiente - y la dejó sola. Scully cerró la puerta con cerrojo y comenzó a desnudarse lentamente. Se metió a la ducha y dejó que el agua recorriese su cuerpo por varios minutos, antes de empezar a jabonarse.
* * *
Justo cuando Skinner pensaba en salir a buscar a Scully, dado que se estaba demorando demasiado, ella entró con un nuevo brillo a la habitación. Tal como pensaba Skinner, un poco de agua y el cambio de atuendo le había sentado estupendamente. Era increíble el efecto que un simple cambio de aspecto podía causar en el ánimo de las personas: ella ahora se asemejaba más a la mujer imbatible que muchos admiraban. Aunque la angustia aún se deslumbraba en su actuar, ya no era una tan inmensa que asombraría a aquel que estaba acostumbraba a verla luchar sin decaer, casi a diario.
- Se ve mucho mejor – dijo Skinner, poniéndose en pie para cederle el sitio a ella.
- Gracias. La verdad me siento mucho mejor también – respondió con una sonrisa. – ¿Hubo algún cambio? – preguntó adoptando nuevamente una facción seria mientras se sentaba en la silla y asía la mano de su anestesiado compañero.
- No, continúa igual. Pero eso debe ser normal debido a los sedantes -
- Supongo que no despertará hasta mañana. El doctor le suministró una dosis alta de sedantes – acotó Scully.
- Entonces, por qué no va a casa a dormir. Sé que desde antes que…secuestraran a Mulder… ninguno de los dos había estado descansando bien. Vaya a casa, y luego regrese. Yo puedo quedarme con él. – se ofreció.
- No – respondió rotundamente la mujer. Ante la firmeza de esta negación, a Skinner no le quedó más que rendirse.
- Está bien, pero al menos intenté dormir aquí, pediré a las enfermeras que le pongan el catre. – Scully aceptó simplemente con un movimiento de cabeza. – Iré por algo de comer ¿Desea algo en especial? – preguntó cuando se encontraba en el umbral de la puerta.
- Una ensalada, por favor – Skinner hubiera querido que pidiera algo mas sustancioso, pero considerando que hacía media hora, ni siquiera eso hubiera accedido a comer, no realizó ningún comentario. Antes de salir completamente de la habitación, se volteó justo a tiempo para ver a Scully inclinarse sobre su compañero y besarlo en la frente con fervor, pero sobretodo, con un amor que llevaba años escondido.
* * *
Hospital Memorial
Unidad de cuidados Intensivos (UCI)
16:03
Teena Mulder llegó a la habitación de su único hijo luego de preguntar por su ubicación a un par de enfermeras que se mostraron muy cordiales tras decirles el nombre del paciente al que buscaba. Aún no sabía que le había ocurrido a Fox, pero esperaba lo peor. Su intuición de madre le decía esto, y que era un hecho que se encontraba relacionado con la llamada de la agente Scully en plena madrugada, hacía dos noches.
Entró al cuarto, donde vio a la compañera de Fox durmiendo en una cama plegable y a su hijo conectado a un sin fin de artefactos médicos, de los cuales, el que más la impactó, fue el aparatoso tubo que salía de su boca. Se acercó con andar inseguro, asustada de lo que estaba presenciando. Lo había visto con anterioridad en ese estado, pero por más acostumbrada que estuviera a esta situación, siempre le rompía el corazón.
Él lucía exactamente igual a los días que le siguieron a la desaparición de Samantha, cuando por un estado agudo de catatonia, estuvo internado en el hospital por más de una semana. Deseó, como en aquel tiempo, poder abrazarlo, pero sabía que ese derecho lo había perdido hacía más de dos décadas, en el instante que prefirió fingir que había dejado de amarlo, al dolor que le produciría si también a él lo perdía. Pero a pesar de haberse obligado a reprimir sus sentimientos, nunca se desvanecieron, y cada vez que sentía que iba a perder a lo único que quedaba de ella en este mundo, estos se escapaban de la ficticia caja fuerte donde las había encerrado.
Nada le impidió tocar el rostro de su hijo, que aunque inflamado por severos cortes y golpes, no dejaba de parecerle hermoso. Hacía demasiados años que no lo acariciaba, y se sintió avergonzada de atreverse a tocarlo solamente ahora que estaba inconsciente. Como si de pronto el contacto le quemara, retiro su mano. Su conciencia le recordaba la terrible madre que había sido para Fox, y la castigaba impidiendo poder ofrecerle calor de madre.
Pero no debía preocuparse porque su hijo no recibiera su amor. Él, en su adultez, había encontrado en otra mujer, el amor del que careció por muchos años, pensó mirando a la agente que descansaba en la misma habitación de hospital. Se notaba que lo quería, y ello la hacía sentir menos culpable, porque sabía que su hijo tenía a alguien que velara por él. Pero asimismo, le dolió saber que sobraba en su vida, que otra persona había ocupado el puesto al que ella renunció prematuramente. No le correspondía estar en esa habitación esperando que Fox despierte, asi que de igual forma silenciosa en la que llegó, decidió irse, sin embargo, su huida se frustró cuando Scully despertó y la vio.
- Señora Mulder. No la escuché entrar – dijo mientras se levantaba.
- Si… yo vine a ver como estaba Fox, pero ya me retiro – dijo dando unos pasos hacia atrás, donde se hallaba la puerta.
- ¿Ya se va? ¿No va a esperar a que se despierte? – preguntó Scully extrañada.
- No… yo tengo que irme – Repitió, pero sus ojos acuosos expresaron otra cosa, que Scully advirtió. – Dígale a Fox que lo amo, por favor… - y continuó su camino hacia la salida.
- No ¿Por qué no se lo dice usted? Luego de lo que le ocurrió, él va a necesitarla. No puede abandonarlo así – dijo de manera rotunda, pero sin llegar a gritar. No era su estilo. – Él… él fue secuestrado… – Teena dio media la vuelta y sus ojos vidriosos se posaron fijamente en Scully, aunque la agente hubiera preferido que no la mirase al contarle el resto de la historia - … por un hombre al que el FBI llevaba buscando por más de dos semanas. – Se detuvo para tomar aire y así poder continuar – Él… torturó y… abusó sexualmente de todas sus víctimas, que hasta ese entonces eran cuatro. Mulder se convirtió en la quinta – finalizó su relato casi sin voz, por la sensación de llanto en forma de nudo que se había formado en su garganta mientras hablaba. Teena precisó de unos segundos para comprender en su totalidad lo dicho por Scully. Cuando lo hizo, cerró los ojos y las lágrimas que se había resistido a derramar desde el momento en que ingresó a la habitación, se escaparon por entre sus párpados. Pero no perdió la calma, como cualquier madre haría, ante semejante noticia. Su cuerpo y facciones del rostro permanecieron rígidos. Su dolor se reflejaba únicamente en las lágrimas que Scully veía recorrer sus mejillas. Luego de que la mujer abriera los ojos, Scully finalmente pudo contemplar algo de dulzura en ella, cuando acarició la mejilla de su hijo.
- ¿Cómo te pudo suceder esto…? – susurró Teena perdiendo la batalla contra sus emociones. Scully en silencio, salió de la habitación, otorgándole a la señora Mulder un momento de privacidad, el cual seguramente deseaba, para poder desahogarse.
En el pasillo, Scully se encontró con Skinner, quien acababa de llegar al hospital, tras haberse retirado hacía unas horas de allí, para acudir a la oficina, donde los agentes designados a la búsqueda de Mulder, le habían reportado las últimas noticias acerca del asesino en serie. A Scully le había concedido vacaciones remuneradas hasta que su compañero estuviera lo suficiente recuperado – física y mentalmente - para valerse por si mismo.
- ¿Alguna buena noticia? – preguntó Scully, mientras ambos agentes federales se sentaban en las butacas alineadas a un costado.
- El equipo no dio con el paradero del asesino. Realizaron una búsqueda en el lago pero no hallaron el cuerpo. – le comunicó Skinner, y Scully no supo como interpretar esa noticia. Sin embargo, no necesitó preguntar, porque su jefe la tranquilizó con la respuesta que a continuación le brindó – Pero no tiene porque preocuparse. Ese hombre estaba herido cuando se lanzó del puente. No pudo haber sobrevivido. De todas maneras, el equipo reiniciará la búsqueda mañana. Y ya ordené que monten una guardia permanente en la habitación de Mulder. -
- Y yo no me voy a mover de su lado – dijo Scully, con una firmeza en la voz y una mirada desafiante que dejó a Skinner sin oportunidad de oponerse.
- Que raro que no esté acompañando al agente Mulder – comentó Skinner, tras unos segundos de silencio - ¿Lo está revisando un doctor? – preguntó rápidamente.
- No. Su madre llegó, y decidí dejarla sola con él – respondió más concentrada en sus propios pensamientos que en la conversación. Skinner asintió mientras la mujer observaba la puerta del cuarto de su compañero ansiosa.
- Voy por un café ¿Quiere le traiga uno? – preguntó mientras se levantaba y con las manos en los bolsillos se detenía a un costado.
- Si, creo que me caería bien – contestó Scully, y su jefe se retiró en busca de los dos cafés.
* * *
Al día siguiente
Hospital Memorial
08:49 a.m.
El doctor, tras revisar a Mulder hacía quince minutos, le confirmó a Scully que en el transcurso de la mañana, le retirarían el ventilador artificial para evitar un potencial ataque de ansiedad si despertaba y descubría que tenía una sonda en la garganta. En el frágil estado mental que se encontraría Mulder cuando recuperara la consciencia, lo menos conveniente era propiciar un cuadro de angustia, que pudiera agravar su salud.
Scully lo había acompañado toda la noche, prácticamente sin dormir. Recién a las cuatro de la mañana se había atrevido a cerrar los ojos, aunque incluso durante ese tiempo que se extendió hasta las siete de la mañana, hora en que la enfermera de turno entró al cuarto para examinar a Mulder, había despertado cada veinte o quince minutos para verificar el estado de su compañero.
Skinner no había intentado disuadirla de su plan de quedarse a dormir en el hospital, porque sabía que no lo conseguiría. Lo único que pudo hacer, fue hacerle compañía hasta la media noche y luego retirarse a casa, con la promesa de que regresaría por la mañana.
En su lugar, Scully le ofreció a Teena Mulder su departamento para que pasase la noche allí, y no tuviera que gastar dinero en una habitación de hotel. Así que por el momento, Dana Scully estaba sola, pero con un cansancio extremo, que repercutía en su semblante y en su físico. Decidió beber una taza de café para despejarse. Su jefe arribaría en un par de horas y no quería que la viese con un aspecto demacrado, aunque las ojeras, a esas alturas, ya eran imposibles de disimular con maquillaje.
A las diez de la mañana, el doctor con la eficaz asistencia de dos enfermeras, iniciaron el proceso de desintubación en Mulder, que continuaba inconsciente. Primero le retiraron el ventilador artificial, y le dejaron el tubo endotraquial, a manera de prueba, para poder observar su respiración. El examen resultó exitoso, y decidieron retirarle también el tubo endotraquial. Ya sin la asistencia de la máquina, el doctor le dijo a Scully, que Mulder no tardaría en manifestar los primeros signos de conciencia.
Una hora más tarde, Walter Skinner y Teena Mulder llegaron al hospital. Mulder ya había exhibido algunos leves movimientos de cabeza y de las manos, las cuales Scully apretaba con suavidad para que sintiera su presencia.
Sabía que el concepto de una vida fascinante, para su compañero, no comprendía viajes a hermosos lugares o el esteriotipado estilo de vida que regía en el mundo, asi que no le hablaba de esas cosas. Le conversaba de antiguos casos con matices paranormales que les había tocado investigar en el pasado, y como en alguna ocasión, aunque no lo había dicho, había llegado a considerar sus inverosímiles teorías. Le confesó también sentimientos que llevaba por muchos años, ocultos en su corazón, a los que él ahora no podría responder con toda la fuerza que ella deseaba.
- ¿Hace cuánto le retiraron el ventilador? – preguntó Teena, acariciando el brazo de su hijo.
- Hace una hora. El doctor dijo que muy pronto despertará. – respondió Scully con una mueca en los labios que fracasó en su intentó de ser una sonrisa. No sabía cómo reaccionaría Mulder, cuando estuviera completamente consciente de lo ocurrido. ¿Permitiría que lo abracen o rechazaría cualquier tipo de contacto físico? ¿Lloraría, gritaría o preferiría esconder su abatimiento? ¿Y si resultaba la segunda opción, podría ella privarse de consolarlo?
Antes de que otra pregunta llegara a aturdir más su mente, las pestañas de Mulder comenzaron a agitarse, y un suave gruñido salió de su boca, anticipando su despertar. El hombre y las dos mujeres permanecieron en silencio, mientras observaban expectantes el esfuerzo que hacia Mulder por abrir los ojos, consiguiéndolo sólo tras varios intentos, aunque no totalmente. Sus párpados se cerraron de nuevo, al sentir que la luz le dañaba las retinas. Lo intentó por segunda vez. Ahora pestañeó repetidamente hasta que se acostumbró a la luminosidad. Las figuras difusas de tres personas se fueron esclareciendo conforme pasaron los segundos, pero transcurrió casi un minuto, antes de que pudiera distinguirlas por sus nombres. A su derecha, reconoció a su compañera, y a su superior Walter Skinner. Tras distinguir a la segunda mujer, erguida a su izquierda, su despertar que hasta ese momento había sido tranquilo, cambió bruscamente. Los intervalos entra cada respiración se acortaron significativamente. Su pecho empezó a subir y a bajar con cada inhalación de aire, aceleradamente. El ritmo de su corazón se volvió frenético, y esto se constató en el monitor que registraba sus pulsaciones cardiacas. Estaba experimentando un episodio de pánico.
Scully actuó rápidamente, recurriendo a las palabras para intentar calmarlo antes de que su estado cardiaco se comprometiera aún más, mientras Skinner, como pocas veces sucedía, no atinó a ayudar de alguna manera, y Teena salió corriendo de la habitación, con el rostro envuelto en lágrimas. Esta acción rompió el aturdimiento de Skinner, quien salió tras la mujer.
- ¡Señora Mulder! – la llamó detenido en la mitad del pasillo, antes de que la aludida ingresara al ascensor. Ella se volteó con el único fin de desfogarse. Skinner se acercó, pudiendo apreciar las lágrimas que resbalaban por los costados de su rostro.
- ¡No sé que rayos estaba pensando cuando decidí quedarme!- exclamó Teena con la voz quebrada – Es obvio que él no me quiere aquí. Mi presencia le hace daño. No debo estar aquí. – añadió, procurando decir los términos exactos que no revelaran más de lo que ella consideraba lo adecuado. Y dicho esto, resolvió irse antes de que sus ganas de quedarse con su hijo fueran más grandes que su voluntad de marcharse. Skinner no encontró las palabras que pudieran cambiar su decisión, y la mujer se retiró sin que intentaran detenerla.
Skinner se sentó en una silla, desconcertado por lo ocurrido. No comprendía lo que acababa de suceder entre Teena y Mulder. En un momento, ella sostenía la mano de su hijo, dispuesta a quedarse con él, y luego, había bastado que él despertase y la mirara para que se armara el caos ¿Acaso vio el rostro del criminal en lugar del de su madre? ¿La habría confundido? De otra manera, no tendría sentido el terror que lo invadió al verla. Pero ¿por qué no reaccionó igual cuando observó a Scully o a él mismo? Con más razón tendría que haberse aterrorizado cuando lo reconoció a él, que era hombre, y por lo tanto, más factible de asociar con el individuo que lo secuestró.
Quizá en su niñez, se generaron más traumas de los que él o Scully conocían; una historia triste y turbulenta que no había querido relatar a nadie durante años, para intentar olvidar, pero que este último suceso se había encargado de hacerle recordar. Si ese fuera el caso, Mulder tendría que luchar por superar no sólo el trauma causado recientemente, sino uno que desistió a afrontar… hasta ahora.
* * *
Minutos después - Skinner no calculó cuántos exactamente – Scully salió de la habitación, y él se levantó del asiento automáticamente y se acercó. Fue fácil de deducir por el aspecto preocupado y fatigado de ella, que no había sido una tarea sencilla tranquilizar a Mulder. Scully había confiado en el poder que sus palabras habían ejercido sobre su compañero en el pasado, y estas no la defraudaron esta vez, aunque tardaron en causar efecto. Finalmente, Mulder se calmó y se durmió. Luego de asegurarse de que su sueño era profundo, Scully se retiró del cuarto, para intentar esclarecer sus pensamientos.
- ¿Qué rayos pasó ahí dentro, Agente Scully? - preguntó Skinner.
- No lo sé. Pero tal vez sea mejor así. Exceptuando lo de Samantha, existen muchos aspectos de la niñez de Mulder que desconozco. - La reacción de Mulder al ver a su madre había generado muchos misterios, que tendrían que desentrañar después. Aunque la causa empezaba a traslucirse para Scully. La crisis que sufrió Mulder, motivada por la presencia de su madre, sugería una razón muy obvia, pero también muy difícil de aceptar. Se rehusaba a creerlo. Sin embargo, era lo más lógico de suponer. Mulder podría haber sido una víctima de abuso infantil. Pero siendo puras conjeturas, todavía no podía revelarlas a nadie, ni siquiera a Skinner. Se lo preguntaría a Mulder de la forma más delicada posible cuando fuera capaz de darle una respuesta.
- Su madre se fue. No pude retenerla - dijo Skinner con un dejo de culpabilidad.
- No se preocupe. No pretendo sonar insensible, pero creo que por ahora es lo mejor. Usted vio como se puso Mulder. Si evitando que la vea, prevenimos más ataques como ese, entonces así se hará - respondió firmemente.
- Bien - dijo él y asintió con la cabeza - Ahora tengo que ir a la oficina ¿Va a estar bien? -
- Si, no se preocupe - Scully sonrió agradecidamente. Fue sincera al decirlo, y ello despreocupó en algo a su jefe.
- Bueno, entonces me voy. Regresaré en la noche. No dude en llamarme si sucede algo - Él siempre había tenido un trato bastante amable con Mulder y con ella, Scully podía sentir que incluso tenía cierta preferencia por ambos, a pesar de las innumerables veces que Mulder, por su manía de saltarse las normas, lo había puesto en situaciones difíciles con los jefes mayores. Pero en esta ocasión, no sólo se estaba comportando como un jefe justo y comprensivo; por primera vez, Scully sintió que era un amigo.
- Yo lo llamaré. Gracias por todo - dijo sonriendo, aplacando un extraño deseo de abrazarlo. Skinner se retiró y la mujer regresó al lado de su compañero.
Sentada en la silla, no pensaba en nada en especial, solamente en lo inocente y sereno que lucía él, ahora que la inconsciencia lo protegía de los recuerdos; aunque no sería por siempre. Scully sabía que pronto, los recuerdos adoptarían formas de pesadillas. Quizá esa misma noche empezarían. Y aunque ella estaría a su lado para rescatarlo de sus propias memorias, nada podría impedirlas, ni evitar sus consecuencias.
Pero por el momento, el descansaba sin dificultades, y eso era algo por lo que debía de agradecer. En el futuro, estos periodos de paz aparecerían con la duración de un relámpago.
El ambiente era el propicio para complacer el reclamo que su extenuado cuerpo le hacía: dormir. Recostó su cabeza sobre el brazo de su compañero, cerciorándose de no aplastar la sonda incrustada en su muñeca y se quedó dormida casi sin ser consciente de ello.
Continuará…
30/04/07
Continua: Yes / Si
Comentarios: Yes / Si
Email del Autor: quequeeg0824ARROBAhotmail.com