Nombre del Fanfic: Camino sin salida
Capitulo: VIII
Autor: Señora del Fantasmal
Clasificacion: Sleeping Bags
Accion
Suspenso
Angst / Drama
Fanfic: Camino sin salida VIII (Final)
Autor: Señora del Fantasmal (pipermaru)
Disclaimer: Estos personajes pertenecen a CC y 1013. Nadie, salvo mi mente maligna, sacará provecho de este relato. Tan sólo la satisfacción que recibo torturando a estos personajes.
Tipo: Angst, angst, angst.... ¿He dicho ya angst?... O18W (por escenas de violencia y otras cosas que no adelantaré), y UST
Spoilers: De momento no hay ninguno, así que los anti-spoilers pueden estar tranquilos.
NOTA!! : QUIERO AVISAR QUE ESTE RELATO PUEDE NO GUSTAR A MUCHA GENTE POR ALGUNOS SUCESOS QUE ACONTECERÁN EN EL MISMO. RUEGO QUE LAS PERSONAS QUE NO ESTÉN ABIERTAS A SITUACIONES EXTREMAS, NO SE QUEJEN DESPUÉS DE LEERLO. HE AVISADO. POR CIERTO, NO PAGO TERAPEUTAS.
Feedbacks: Por favor, mándenme sus opiniones a sra_delfantasmalARROBAhotmail.com, en el espacio debajo del fic o por medio de los mensajes privados. Este relato es muy importante por la transgresión que significa.
* * *
Un ruido la privó de dormir todo el tiempo que su cuerpo necesitaba para recuperarse. Pero ver a su compañero despertar, finalmente, fue la recompensa a todo lo vivido los tres días previos. No llamó a las enfermeras; deseaba estar a solas con él por un momento para observar su reacción sin la influencia que podría generar el personal del hospital sobre su actitud.
Inocentemente, acarició el rostro de Mulder mientras le sonría, observando como él lentamente se integraba al mundo. Ella no predijo lo que sucedió cuando sus sentidos lo engañaron, haciéndole creer que quien lo tocaba no era su dulce compañera, sino el hombre que lo había llevado a esa situación. Él se sobresaltó, abrió los ojos de par en par, espantado y apartó el rostro en un acto de autodefensa. Scully, mas allá de la confusión que sintió, se recriminó por no haber prevenido esto. Nunca imaginó que él reaccionaría a la defensiva también con ella.
-Tranquilo, soy yo– dijo con voz suave. Sin embargo, él ya era preso de los recuerdos y de cada una de las terribles sensaciones que había vivido durante su captura. Oscuridad, pánico, dolor… Un hombre forzándolo a hacer cosas que él no quería, una mano rugosa en su entrepierna, tocándolo. No sólo eran recuerdos, eran emociones tan reales que su cuerpo no pudo permanecer más tiempo indiferente. Le sobrevino una arcada, y comenzó a vomitar antes de que Scully pudiera acercarle un recipiente o voltearlo hacia el filo de la cama. Pasada la primera impresión, le aproximó una palangana; aunque actuó tarde y la bata que él vestía y las sábanas tendrían que ser cambiadas.
-Está bien. Todo está bien…- comenzó a decir Scully, mientras lo sostenía con una mano y con la otra le retiraba los mechones de cabello castaño que caían sobre su frente. Jadear y llorar desgastaba sus escasas fuerzas más rápido, pero en ese momento no era capaz de controlar sus emociones.
Las náuseas se detuvieron, pero continuó llorando abatido, bañado en sudor, con los brazos de Scully aún abrazándolo por la cintura fuertemente. Al cabo de unos minutos, cuando estuvo relativamente calmado, Scully se dirigió al baño y regresó con un pañito húmedo, con el que le limpió el rostro y secó sus lágrimas. Dejó la palangana cerca por si volvía a necesitarla.
Llamó a la estación de las enfermeras por medio del intercomunicador que había dentro de la habitación, y pidió que le trajeran una bata limpia, un nuevo juego de sábanas y, si era posible, otra camilla.
No habían transcurrido cinco minutos cuando una de las enfermeras llegó con todo lo solicitado.
- Aquí tiene. ¿Le ayudo?–
-No, gracias– respondió Scully con un tono amable, pensando que un ambiente con la menor cantidad de personas era el propicio para Mulder. Cuando la enfermera se retiró, Scully se dirigió a su compañero.
- Mulder, ¿estás bien? – preguntó con preocupación.
- ¿Scully? – sonó confundido.
- Sí, soy yo – respondió ella con una sonrisa, complacida de escucharle decir algo. - ¿Estás mejor? – preguntó, pero él no habló, sólo asintió con la cabeza.
- Necesito cambiarte, ¿crees que pueda hacerlo? – Mulder no dio una respuesta rápida. La miró con unos ojos tan llenos de temor, que Scully creyó por un momento que no podría seguir mostrándose estoica frente a Mulder. Él ahora entraba en estados de pánico tan fácilmente, que Scully pensó que, en ese sentido, jamás volvería a ser el mismo de antes. Incluso llegó a pensar que había perdido la capacidad para ser un competente agente del FBI.
Aunque era muy pronto para hacer conjeturas. Su evolución, en las semanas próximas, iba ha ser crucial para decidir si podría retomar su trabajo. Debía de tener fe en que él se repondría. Sólo tenía que darle tiempo. Volvió a la realidad, cuando Mulder con un susurro le dio el permiso que ella necesitaba para continuar.
Scully procuró realizar el cambio de ropa lo más rápido posible, cubriendo con una sábana su intimidad la mayor parte del tiempo, pero aún así no pudo evitar que él temblara bajo su tacto durante todo el proceso. Sabía que el temor no era contra ella, en especial. Este se había instaurado en su interior y se manifestaba de manera indiferente contra cualquier persona que intentara acercarse. No podía controlarlo.
Cuando terminó de cambiarlo y se dio cuenta que con los cables que el aún tenía conectados a su cuerpo, y el yeso en su pierna, sería difícil moverlo por sí sola, llamó a un enfermera, quien la ayudó a instalarlo en la otra camilla.
Una vez terminada la tarea, la enfermera se retiró, no sin que antes Scully le agradeciera su ayuda.
- Gracias – susurró Mulder, sin atreverse a mirar el rostro de su compañera. Si él no se sentía con el ánimo de hacerlo, ella no lo obligaría, asi que no intentó hacer que sus ojos hicieran contacto.
- De nada – dijo ella en el mismo nivel de voz.
- ¿Cómo llegué acá? No recuerdo nada de lo sucedido luego que… - se detuvo en esa parte, porque era incapaz de decir lo que seguía. Ambos sabían como terminaba esa frase y ninguno de los dos quería escucharla.
- Estabas inconsciente cuando te encontramos.
- ¿Quiénes me encontraron?
- Yo, y dos agentes más – respondió.
- Entonces, todo el FBI sabe lo que me pasó… - dijo él con amargura. ‘No sólo el FBI’ pensó Scully. El caso había sido primera plana en los noticieros del país y, en ese momento, había periodistas agolpados afuera del hospital esperando noticias con los que llenar sus páginas y programas informativos. Pero él no estaba preparado para oír esto, asi que no lo mencionó.
- ¿Por qué no intentas dormir un poco más? – dijo ella, cambiando de tema.
- ¿Mi madre estuvo aquí o sólo me pareció? – El no quería dormir, y esa fue su forma de decírselo.
- Sí, ella estuvo aquí. Pero ya se fue – dijo temiendo la reacción de él, que al final fue bastante tranquila. Sólo soltó el aire que había estado reteniendo mientras ella le contestaba, como si de nuevo sintiera una gran calma.
- Intenta dormir, luces muy cansado – le sugirió ella, y esta vez él aceptó. – Más tarde hablaremos – le prometió.
- ¿Podrías quedarte conmigo un rato, hasta que me duerma? – preguntó con una voz que revelaba el miedo a estar solo que ahora sentía.
- No te voy a dejar ni un minuto solo, ¿de acuerdo? – él asintió, sin embargo, cuando vio que ella se subía a la cama, su rostro se tradujo en pánico. Por suerte, Scully lo notó a tiempo.
- Sólo me voy a quedar aquí – dijo mientras volvía a sentarse en la silla, a su lado. Luego él hizo algo que la sorprendió. Estiró su mano hacia ella, pidiendo en silencio que la tomase. Scully la cogió al instante, sonriendo. Él a su vez, no le sonrió, pero para ella había sido suficiente el hecho de que buscase el contacto físico, aunque fuera de una forma tan básica.
- Duerme – dijo ella dulcemente, mientras acariciaba su cabello. De esta manera, sabiendo que la presencia de su compañera lo mantendría a salvo, se dejó llevar por el sopor al que lo internaba el roce de su mano con su cabello, y se quedó rápidamente dormido.
* * *
Las pesadillas empezaron esa noche, antes de lo previsto por Scully. A las once de la noche, mientras Scully dormía a su costado, Mulder comenzó a agitarse en la cama. Mas fueron los sollozos y desgarradoras súplicas lo que la despertaron en seco. Mulder intentaba defenderse de alguien que ahora sólo existía en su mente, se retorcía y doblaba sobre sí mismo, como protegiéndose del abuso que aún mentalmente seguía viviendo.
- Mulder, despierta, es una pesadilla. Sólo una pesadilla – dijo suavemente, tocándole apenas el cabello, y luego esperó en vano una reacción positiva – Mulder, por favor, despierta. Todo está bien ahora – Se atrevió a acariciarle el rostro empapado de sudor y lágrimas, que ella fue borrando con sus pulgares. – Mulder, despiértate, sólo es un mal sueño – El tono suave no había funcionado, de manera que esta vez fue un poco más contundente en el aspecto verbal y físico. Agarró sus brazos y los retuvo por unos segundos, lo sacudió levemente hasta que él abrió los ojos, con la respiración tan acelerada, que parecía que se estaba ahogando. Ella siguió repitiendo palabras reconfortantes, hasta que él se dio cuenta que la pesadilla se había acabado y que estaba en un lugar seguro, con su compañera. Scully, por instinto, lo abrazó atrayendo su cabeza hacia su pecho, donde él empezó a llorar, mientras ella besaba su sien y sus manos no dejaban de acariciar su espalda y brazos.
Cuando pasaron diez minutos y él no se había calmado, Scully pensó con pesar que si llegaban a los veinte y él continuaba en ese estado, tendría que pedir que le suministrasen un sedante. Felizmente no tuvo que recurrir a esa opción. Cumplido un cuarto de hora, Mulder empezó a calmarse, aunque tan lentamente, que recién diez minutos después, su respiración se normalizó y ya sólo descansaba entre los brazos de su compañera. Ella no trató de soltarlo en ningún momento luego de su desahogo, sólo cambió de posición para que la herida que él tenía en el vientre a causa de la operación no sufriera tanto. Se echó con él en la cama y pasó un brazo por debajo de su espalda, mientras que el otro quedó encima de su pecho. Con un pedazo de papel toalla que había en la mesa de noche, secó las lágrimas de su rostro y limpió su nariz que estaba destilando.
- Ahora estás a salvo – dijo ella mientras con una mano separaba los cabellos que se habían pegado a su frente por el sudor. Luego esa mano volvió a posarse sobre su pecho y lo miró por un rato con la emoción de quien observa a alguien que no pensaba volver a ver. Ella realmente creyó que lo había perdido. Durante dos semanas había contemplado los resultados de los actos de fechoría de ese monstruo, y ciertamente, cuando descubrió que su compañero había sido capturado por el mismo sujeto, pensó que no había posibilidad de encontrarlo vivo. Pero persistió, y al final lo salvó, aunque no en todos los aspectos hubiese querido.
Sus ojos cerrados, la hicieron pensar que dormía, cuando no era así. Él tenía miedo de dormir, sólo para revivir lo que le había sucedido. Abrió los ojos, encontrando el rostro de Scully muy cerca al suyo.
- ¿No puedes dormir? – preguntó Scully. El negó con la cabeza.
- No quiero dormir – dijo con una voz demasiada fina para ser la de él. Era su voz hablando a través del terror.
- Yo estoy aquí. Y te juro que nada va a pasarte. Además sólo una persona muy estúpida se arriesgaría a entrar con todos los guardias que hay en el hospital – dijo en tono de confidencia, con la boca muy cerca a su oído.
- Pero yo no puedo luchar contra mis sueños – insistió Mulder.
- Lo sé – dijo ella – Pero tienes que recordar que ahora sólo son eso: sueños. Ya no es real. Ese hombre está muerto y nunca mas podrá hacerte daño – finalizó besando su frente.
- Me hizo cosas horribles, Scully… Él… - Scully lo interrumpió.
- No quiero que hables de esto si no estás preparado.
- Era el hombre que habíamos estado buscando. Él me lo dijo… -
- Lo sé – afirmó ella.
- ¿Lo sabes? – preguntó extrañado.
- Sí, tuve una… revelación – manifestó con dificultad. En otras circunstancias, Mulder probablemente hubiera intentado persuadirla de que estaba equivocada, como cada vez que ella se convertía en la creyente, pero ahora la situación era diferente.
- ¿Qué clase de revelación?
- Te vi en mis sueños.
- ¿Qué viste exactamente? – preguntó con temor a la respuesta.
- Vi lo que te hizo este hombre – Era consciente de que lo estaba hiriendo, pero él necesitaba saber esto, para que supiera que a ella no debería intentar esconderle detalles de su secuestro. El se mortificó hasta el punto que sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas y aunque intentó contenerlas, estas terminaron desbordándose. Scully trató de consolarlo, pero en ese momento de frustración, él prefirió mirar a la pared, mientras lloraba silenciosamente.
- No me hagas esto, Mulder. No me rechaces, por favor - suplicó ella, consiguiendo que, segundos después, él nuevamente le dirigiera la mirada enturbiada por las lágrimas. Mulder no se resistió cuando Scully condujo su cabeza hasta su hombro, donde lo dejó reposar.
- ¿Por qué me hizo esto, Scully? – se lamentó ahogando sus sollozos en la ropa de su compañera.
- Shh – fue todo lo que pudo decir ella, sin que corriera el riesgo de echarse a llorar también. Pasaron cinco minutos antes de que él se calmara, y la habitación se volviera a sumir en un silencio total. Al final él se había quedado dormido, que era lo que no quería, pero estaba muy cansado como para luchar contra ello.
Con él dormido, Scully trató de descansar también, pero esperó unos minutos antes de hacerlo. Se aseguró que la respiración de él era profunda, que realmente había sido atrapado por el mundo de los sueños. Luego cerró los ojos con la esperanza de que entre sus brazos él no tuviera más pesadillas que lo llevaran al borde del colapso nervioso nuevamente.
Ella debía, más que nunca, ser su punto de apoyo en las próximas semanas, meses o tiempo que él necesitara. Aunque en ese momento no lo pareciera, él tenía la fuerza para recuperarse. Él ya había demostrado su enorme capacidad para sobreponerse a las dificultades; y si bien este sería un escollo mucho más difícil de vencer, Scully no tenía dudas de que él encontraría la fortaleza que lo llevaría a superar esta nueva adversidad.
* * *
John Feishman vagaba por el margen del río, con un hombro ensangrentado, producto de una infortunada bala. Luego de caer al río, la corriente lo había conducido varios kilómetros hasta que llegó a una zona donde la fuerza del agua disminuyó y pudo acercarse a la orilla. Los oficiales y perros policías le perdieron la pista, tras lo cual llegaron a la conclusión, de que la corriente del río había hecho el trabajo por ellos.
A salvo en la orilla, se echó de espaldas sobre la maleza a descansar por un rato, y luego se internó en una pequeña cueva. Dentro se taponeó la herida con un pedazo de tela de su camiseta y esperó hasta el día siguiente para continuar el recorrido.
Había transcurrido dos días desde eso, y ya le faltaba muy poco para regresar a la civilización. Estaba muy cansado a causa de alimentarse sólo con frutos silvestres. Sabía que no podría soportar un día más en esas condiciones, pero felizmente se encontraba a unas pocas horas de salir de ese lugar.
Ya sabía lo que haría apenas terminara el recorrido. En primer lugar, debía cambiar de imagen. En ese sentido, el transcurrir de los días, había conseguido algo: Ahora le había crecido barba, aunque no era un cambio muy sustancial. Con el aspecto desaliñado, de pordiosero que aparentaba, sería muy fácil pasar desapercibido, y aprovecharía esa circunstancia, para pintarse el cabello de otro color con productos naturales, y dejarse crecer bigote y barba.
Luego saldría de Washington DC por algunas semanas. Tomaría un bus, ya que seguramente lo atraparían si viajaba de otra forma. Sabía que su rostro había aparecido en cada medio de comunicación. Tenía dinero al alcance, asi que tendría con que abastecerse por un tiempo.
Ya en otro estado, seguiría con el plan inicial: asesinar a ese listillo agente del FBI. Pero para lograr aquello, debería esperar un tiempo a que la situación se calmara. La población se olvidaría de él y la conmoción que causó, en unas cuantas semanas; entonces él, volvería a atacar.
Él se consideraba un hombre implacable, que llegaba a la meta de cada tarea que se proponía. Fox Mulder tal vez se había salvado en esta oportunidad, pero en la próxima no tendría tanta suerte.
FIN
28/05/07
Nota: Este fanfic tiene una continuación que se llama "Buscando una salida" que en breve la publicaré...
Continua: Yes / Si
Comentarios: Yes / Si
Email del Autor: quequeeg0824ARROBAhotmail.com