fanfic_name = El lado oculto de la luna

chapter = 9

author = Rain

dedicate = A quien le guste, a quien lo sigue aunque no le convence, a quien me cuenta lo que le parece, a quien me anima, a quien me hace críticas, a quien tiene paciencia para esperar la siguiente parte.

Rating = sleeping_bags

Type = Romance

fanfic =

 

33.- EL LADO OCULTO DE LA LUNA

 

 

 

In your eyes I am complete

 

In your eyes I see the doorway to the thousand churches

 

In your eyes, the resolution of all the fruitless searches.

 

In your eyes, Peter Gabriel.

 

 

 

 

 

 

 

Siete años atrás estaban en ese mismo pueblo. Acababan de conocerse. Reían ante una tumba abierta. Él pensaba que ella era divertida.

 

Siete años atrás, él gritaba emocionado porque habían perdido nueve minutos y aquello era una prueba de intervención extraterrestre. Scully llamaba a su puerta porque pensaba que podía tener señales de haber sido abducida. Él inspeccionaba su espalda con interés y preocupación. Luego pensaba en que no estaba nada mal. Se quedaban hablando y consideraba que le caía bien, que era agradable estar con ella. Y ambos hechos eran tan independientes que no costaba decidir.

 

Siete años atrás, aún no sabía si podía confiar en ella, si aguantaría más de un par de meses, si llegarían siquiera a ser amigos. Ninguna de esas cosas le importaba demasiado.

 

Siete años atrás, aún no tenía pruebas de hasta qué punto se ocultaba la verdad y nada le había afectado personalmente dentro de su trabajo. Aún creía que encontraría a Samantha viva.

 

En siete años, todo ha cambiado hasta lo indecible.

 

 

 

Dos años atrás, Scully le llamó por teléfono y terminó diciendo una locura. Él condujo a toda velocidad hasta su casa pensando que hacerle el amor tenía mucho más sentido que la mayoría de las cosas que veía a diario. Porque ya hacía tiempo que había salido de dudas respecto a lo que llegaría a significar Scully, ya hacía tiempo que la quería, ya hacía tiempo que la deseaba. Y, aunque esos hechos seguían distantes, sentía tanto y con tanta fuerza que resultaba ridículo pensar en las formas. Si Scully le quería cerca, le tendría cerca, porque se sentía cerca. Lo era todo para él, y eso implicaba una mezcla de seguridad y de miedo a perderla abrumadora. Le dijo que no quería que las cosas cambiasen entre ellos y lo dijo sabiendo que cambiarían y confiando en que podrían con ello. Pero nunca pensó que hasta este punto.

 

 

 

Unas horas atrás miró a Scully con un niño en sus brazos y sintió que algo terminaba. Era un hecho que se había planteado en ocasiones que podía llegar a ocurrir, casi lo esperaba.

 

 

 

Hay cosas sin remedio. Demasiadas. Para ambos. Piensa que quizá ha llegado el momento de dejar de pensar en que no se puede cambiar el pasado y empezar a evitar que en un futuro se acaben planteando por qué no cambiaron el presente.

 

No podrán tener hijos. La palabra “adopción” aparece en su mente, a veces, y siempre evita pronunciarla, pensando que todo está aún demasiado reciente, pensando que él no está aún seguro de no hacerlo sólo por ella. Pero esa no es la cuestión y por tanto es estúpido esperar a decidirlo.

 

Pueden tener una vida, la están teniendo.

 

 

 

La esperanza de encontrar pruebas de siete años atrás, se ha transformado en un hecho, en una larga serie de hechos, los suficientes para que incluso ella, escéptica, científica y con ese gusto por llevarle la contraria, los acepte.

 

La esperanza de que las pruebas sirvan para algo, sin embargo, se desvanece caso a caso.

 

No es una cuestión de dejar el trabajo, ni siquiera de no luchar por él ante esos imbéciles que les están investigando. Es una cuestión de empezar a considerarlo un trabajo.

 

No es que no le importe, ni que le importe menos. Es sólo una cuestión de prioridades.

 

 

 

 

 

Cuando oye los golpes en la puerta, sabe que es ella. Sonríe y piensa algún chiste sobre qué ha sido de aquello de que era mejor que estuviesen cada uno en su habitación porque allí les conocían. Pero al abrirla la ve temblar.

 

Le hace entrar, la lleva a la cama y le abraza para hacerla entrar en calor. Le dice lo que ha pensado, sólo parte. Por ese estúpido miedo a decirlo todo que aún se mantiene, aunque atenuado, y porque siente que la decisión también es de ella.

 

 

 

Scully siente en cada palabra que hay algo distinto a la culpa, algo más profundo, un verdadero deseo de cambiar las cosas para ambos, que le resulta abrumador.

 

Se vuelve y le besa, sin saber qué decir. No quiere tomar una decisión, ni animarle en ese sentido ni quitarle la idea. Sólo quiere hacerle el amor y decirle que le quiere, aunque sabe que no lo va a hacer, el deseo es tal, que lo imprime en cada beso y cada caricia, sin medirlos, sin ser siquiera consciente de que le está quitando la ropa.

 

-Scully…

 

Ve una sonrisa levemente avergonzada.

 

-Estoy bien, Mulder. Estoy perfectamente, créeme.

 

Siente que el malestar no cabe en esa cama, ni el dolor, ni lo perdido, ni las dudas.

 

Sólo ellos y la verdad que ambos saben.

 

 

 

La verdad que toma forma despacio. Se desliza por las venas, recorriéndoles, expandiéndose en calor hasta la piel con piel, fluyendo de uno a otro, en olas que chocan, les deshacen, les mezclan, creando, variando de forma a cada instante, manteniendo su fuerza, su constancia, su eterno vaivén. Piel, sudor, labios, saliva, músculos, lenguas, haciéndose besos, caricias, roces, tensión, que se quiebra y se rehace, placer líquido que fluye de cuerpo a cuerpo, como si no supiese de límites, de esa misma piel que intenta atravesar para llegar al otro y sólo puede utilizar con ese fin. Alma tomando cuerpo, gemido hecho voz, hecho palabras sin sentido que nunca llegan a decir todo. Por eso el movimiento se mantiene, se traslada, se desplaza de uno a otro en preguntas y respuestas, más preguntas, más respuestas y una única verdad gritada a través de todo. El perfecto baile que surge de la música pura, que se hace paso a paso y vuelve al mismo lugar en cada giro para volver a empezar el eterno intento de entrar en el otro. Literalmente y no. Hay algo vivo y presente más allá de los cuerpos y las miradas y las manos y la piel, algo que realmente atraviesa todo y llega al otro, algo que se queda ahí un instante y vuelve en otro movimiento para hacer saber que ha llegado, y que tiene que irse de nuevo. Debería no acabar nunca porque el hecho es que no acabará nunca. Más allá y más acá de intensas explosiones seguidas del silencio y la calma, el deseo, el mensaje, el sentimiento, el alma sigue ahí diciendo que queda todo por decir, por entregar, por llevar más allá de la piel para que el otro sepa

 

 

 

Calor y agua, fluyen y se golpean en la cama inmensa, en el mundo inmenso que surge de ambos, se mezcla y se mantiene firme, constante, móvil, estalla.

 

Las manos son sólo calor, son escalofrío que sube y cae, que recorre y llena, pequeñas e imperfectas, capaces de todo, de hacer y deshacer, ahora hacen, se hacen entender, dan forma al fondo.

 

Todo fundido, el deseo y la intención, la coherencia y el impulso, sentimiento y forma exacta, mezclarse y vivir sintiendo que se muere, desvanecerse y brillar en cada movimiento incontrolado y perfecto.

 

 

 

Hay demasiadas cosas en el mundo sin explicación lógica o para las que una explicación lógica siempre es algo relativo, pero una vencerá siempre, siempre tendrá el primer puesto.

 

 

 

No es su cuerpo, no es en su cuerpo donde está entrando, no es una parte de ella la que abraza una parte de él, es más, son dos seres completos mezclándose.

 

-Mulder- el leve susurro le sobresalta. Piensa que de nuevo algo va mal. Le mira interrogante y se encuentra con una mirada intensa, demasiado brillante. Una sonrisa plena de ternura baila en los labios que le besan tratando de tranquilizarle.

 

-Sólo quería que abrieses los ojos,-niega ligeramente-sólo mirarte a los ojos.

 

De modo que clava la mirada en sus ojos, rezando por poder transmitirlo todo en ella.

 

 

 

 

 

-¿Dónde estás, Mulder?

 

No ha dicho una palabra. Sólo mantiene una sonrisa pensativa que la ha tenido hipnotizada durante varios minutos, mientras mira a la ventana.

 

-La luna.

 

-En la luna… normal.

 

El ríe.

 

-No, no es eso. Pensaba en el lado oculto de la luna. Siempre vemos el mismo lado y casi da la impresión de que es lo único que hay, pero el otro lado está ahí, aunque no lo miremos, a veces brillante, a veces oscuro, a veces iluminado sólo en parte. Con otras montañas y otros mares que nunca hemos visto, pero que están. Pensaba en…cosas que son así. Pensaba en todo lo que no se ve, lo que está oculto, variando, volviendo, oscuro y luminoso. Más que importante, aunque no sea visible. Estoy aquí. Hablo de aquí. Aquella noche te dije que no quería que las cosas cambiasen. Supongo que no supe ver.

 

-Yo también lo dije.

 

-Algo ha cambiado.

 

-Lo sé

 

-Sé que lo sabes.

 

 

 

La abraza de nuevo, pone su frente junto a la de ella. Se mantienen la mirada como siempre, como han hecho desde el primer día. Ahora esa mirada es y refleja certeza: La certeza de saber, sin lugar para la duda, la verdad, lo que son, lo que sienten, lo que nunca por mucho tiempo que pase lograrán expresar del todo pero no importa, no es necesario: ya lo saben. Esa verdad que está dentro, que les ha salvado y volverá a salvarles cuantas veces sea preciso.

 

Una verdad no buscada que les ha encontrado, que les ha perseguido, paciente y constante durante años, ocultándose entre todas las cosas, siempre ahí, siempre al otro lado de las palabras, las miradas, lo visible.

 

Variable y constante, como todo lo eterno.

 

 

 

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