Disclaimer: lo siento CC, pero M&S son nuestros y hacemos con ellos lo que nos da la gana pk ya estamos hartas de tanto celibato :p
Dedicatoria:
Rovi: a mi gato.. mmm nop, no tengo gato. A la family, al espíritu que me ha poseído para escribir este fic, pk no fui yo XD... y a mi PC por soportarme 24/7.
Marita: A Enia nuestra beta y a todas nuestras amistades y ciberfamiliares, Mar, Gaby, Loly y a todas las personas shippers. Y no le crean a Rovi, ¡ella también escribió en pleno uso de sus facultades mentales! jajajaja.
Spoilers: nop
Tipo: O18W
Feedback: xpecial_girlARROBAhotmail.com, maritaguibsonARROBAhotmail.com Si no escriben les saldremos en la noche y amarraremos sus pies, además de que mandaremos un ET a secuestrarles.
XXXXXXXXX
Aquel era uno de esos días comunes, donde crecía la tensión sexual que ambos acumulaban mientras las horas pasaban; un día en que ambos habían jugado aquel juego que los estremecía y excitaba mientras pretendían que sólo eran amigos. Un juego de roces secretos, miradas furtivas y susurros apagados al oído que no musitaban nada más que las evidencias del caso en turno, pero cuyas sensaciones los hacían desvariar pensando en lo que sería si esos susurros los invadieran con palabras más anheladas.
A veces olvidaban un poco esas reglas, permitiéndose un beso en la frente, en la mejilla, una caricia fugitiva sobre receptivos cuerpos anhelantes; pero al final del día, ellos volvían solos a sus casa, a sus camas y esperaban la mañana siguiente mientras pasaban la noche fantaseando el uno con el otro.
Y eso había sucedido hoy, como tantas veces. Ella no podía dormir deseándolo, imaginándolo, tratando de reconstruir y transferir la sensación de una caricia amistosa para saber cómo se sentiría a lo largo de su cuerpo, imaginando los sabores que no había probado, los ecos del deseo de aquello que no sucedía y con lo que soñaba. Pero esta vez ella haría algo al respecto. No, no iría a buscarlo, al contrario, esto de fantasear su amor y su cuerpo se había vuelto tal pasatiempo nocturno que ella había dejado de dormir lo suficiente y su salud lo estaba resintiendo.
Hasta aquel entonces ella había podido ocultar sus pronunciadas ojeras con maquillaje y disimular el cansancio, pero aquel día Mulder la había notado desconcentrada y cansada y le había preguntado muy seriamente por su salud.
Por eso había llegado a ese punto...
-A ver... pastillas para dormir... efecto suave y rápido,
tome una o dos pastillas según su medico, no exceda de dos pastillas
por noche- leyó en la etiqueta del frasco. -¿Según su medico?
Bueno, en mi caso, eso lo deja definitivamente bajo mi criterio y creo... que
mejor me tomo dos– pensó para luego irse a dormir en aquella noche
cálida. “¡Cómo me hubiera gustado estar con él!”,
fue su último pensamiento consciente antes de caer en los brazos de Morfeo.
Apartamento de Mulder
2:45 a.m.
ring...ring...
-¿Bueno?...
-Hola amor– susurró una sugestiva voz.
-¿Scully...eres tú?
-¿Quién?- preguntó la voz con extrañeza.
-¿Scully?- preguntó dudando ahora con más seriedad. -¿Quién habla?
-Eso no importa... sólo soy una mujer que tiene necesidad de escucharte. ¿No quieres saber qué llevo puesto?
-Eh pues .. sí ¿Qué llevas puesto?- dijo
pensando que si era o no ella no importaría mucho. Su voz era tan parecida
que esta sería sólo otra fantasía telefónica imaginándola
a ella, fuera quien fuera.
-Llevo puesta una cadena de oro.
-...¿Scully ...realmente no eres tú?
-Que no soy ella, mi nombre es Katy ¿Es que te preocupa serle infiel por teléfono a esa mujer? Créeme, quien sea no necesita enterarse, será nuestro secreto- afirmó en tono meloso.
-De acuerdo, ¿qué otra cosa traes puesta?- “después de todo”, pensó, “aun si no es ella yo puedo pensar que sí”.
-No llevo nada más que esa cadena ..Ouch ... ¡Dios!
-¿Qué sucede?
-Es que dejé caer el vino frío sobre mis... ouch... mis pezones se endurecieron.. fue.. un delicioso accidente.
-¿Quieres que te ayude a limpiar ese vino de tu cuerpo?
-Sí ¿tienes sed?
Aquello desató en Mulder su lujuria. Podía imaginar a Scully en el teléfono diciendo aquellas palabras, su voz era tan parecida y tan seductora que lo transportaba a una erótica fantasía interactiva con la mujer que amaba.
-¡Oh sí! Tu lengua es tan suave y cálida. Si te gusta tanto este vino podríamos rociarlo sobre todo mi cuerpo ¿quieres beberlo de mi piel amor...mmm?
-Cada gota, te juro que no habrá un rincón de ti que no pruebe.
Aquello se volvió electrizante, tanto que cado sonido,
cada jadeo que surcaba la línea del teléfono, cada maliciosa insinuación
expandía los límites de su imaginación. Sus cuerpos se
calentaban reaccionando química y físicamente a las ideas que
sus mentes filtraban a través de sus hábiles manos, que conseguían
llevarlos una y otra vez a la cúspide de sus deseos en medio de aquella
ardiente conversación.
-¡Dios mío! Fue tan hermoso... te llamaré de nuevo amor...
-Qué ...no .. ¡espera!
"Clic"
¡Dios! ¿Acaso era ... Scully, o lo soñé? Si era ella, lo negó. ¿Por qué? ¿Acaso piensa que no desearía esto con ella y... si era otra persona? Si pregunto a Scully y no es ella quien habló ...me odiará porque sabrá que, sin importar lo que hice y quien fuera quien llamó, en mi mente era ella. ¡Maldito identificador de llamadas! Cómo se vino a descomponer; no me queda más que esperar a mañana.
Departamento de Scully
7:30 a.m.
-Mmm.... ¡qué bien dormí!...y... ¿por qué estoy desnuda en mi sofá?- se preguntó mientras levantaba una copa de cristal casi vacía junto a ella. Se la acercó al rostro y se dio cuenta de que tenía gotitas de agua. -¿Por qué el sofá está mojado, se me vació esta copa encima? ¿Qué demonios...?- Scully corrió a su cuarto y tomo el frasco de pastillas para dormir y leyó:
*En caso de ansiedad puede causar sonambulismo*
-¿Sonambulismo? Entonces
anoche mientras soñaba con Mulder me desnudé y me tomé
una copa con agua soñando que era vino ... mmm... sin embargo dormí
bastante bien, tuve un sueño tan real. La próxima vez me ataré
un pie a la cama, así si quiero caminar dormida o hacer algo ...raro..
pues me caeré de la cama y el golpe me despertara jijijji. Bueno, hora
de ir a la oficina.
Oficinas del FBI
8:30 a.m.
-Hola Scully.
-Buenos días, Mulder.
-Vienes muy contenta , tuviste una noche excepcional. (es decir una noche con orgasmos múltiples consecuencia de nuestra conversación por teléfono)
-No sólo dormí como nunca. Descansé maravillosamente bien ¿Y tú, pasaste una buena noche?
Mulder la miró incrédulo.
-De hecho una de las mejores– dijo en tono extraño –Bueno, comencemos con el trabajo de hoy.
Ella no pudo ignorar las palabras de su compañero... "De hecho una de las mejores". ¿Estaba hablando de una mujer de carne y hueso o de una de las películas que no son suyas? Porque de que de una mujer se trataba no había duda, los hombres nunca cambian. Continuó con el informe que Mulder le había dejado sobre la mesa e intentó concentrarse en éste, pero su curiosidad era demasiado fuerte para dejar pasar el momento. Aunque se preguntó si era la curiosidad o los celos.
-¿Quién es ella?- acabando de terminar la pregunta, Scully se arrepintió de haber sido tan directa. No tenía ningún derecho a meterse en la vida privada de su colega.
-¿Qué?
-Lo.. lo siento. No debí.
-No estuve con una mujer, Scully.
Ella respiró aliviada y sonrío para sus adentros. Él seguía siéndole fiel... ¡Sí señor!
-Era una diosa...
La expresión de Scully cambió radicalmente y su ceja se alzó como nunca antes. Tenía una cara de puro idiota y hasta no ver la cara roja de la agente, él no se había dado cuenta de que lo había dicho en voz alta... bastante alta por como Scully lo miraba.
-Este.... eh...- intentaba defenderse pero no podía pronunciar nada coherente. -Yo... yo.. es que una..
-Ahórrate tus palabras que no tienes que darme explicaciones, no soy tu esposa- su comportamiento era totalmente inverso a sus palabras, porque el portazo que dio no fue pequeño. Si seguía cerrando la puerta así, la pobre no iba a durar mucho tiempo.
Apartamento de Mulder
10:02 p.m.
Desde que la vio salir de la oficina hecha un volcán en erupción, Mulder no había podido comunicarse con Scully. Su teléfono tenía puesta la contestadora y fueron muchos los mensajes dejados. En conclusión, ella no quería hablar o no estaba en casa. La última opción la descartó porque Scully no salía, era bastante raro cuando lo hacía.
Este era su último intento de comunicarse... en vano, el contestador volvió a salir. Resignado soltó el teléfono y se acomodó en el sofá intentando conciliar el sueño y así descansar un poco.
ring... ring...
-Mulder...- respondió de inmediato esperando que fuera Scully.
-Hola guapo- dijo una voz sensual del otro lado. -¿Te acuerdas de mí?
-¿Katy?
-¡Bingo!- exclamó con una risa pícara. -¿Sabes guapo? Hoy quiero jugar a policías y ladrones... ¿por qué no vienes por mí y me esposas a la cama?
Mulder casi se atraganta al escuchar tal proposición y sintiendo una ola de calor repentina decidió divertirse un poco y seguir el juego.
-No puedo atraparte si no sé quien eres ni donde estás.
-¿Acaso los ladrones dicen tanto? Ese es tu trabajo, G-Man.
-¿Dónde me has visto, Katy? ¿Dónde conseguiste mi número?
-Sé todo sobre ti... Spooky...
La forma en que susurró su sobrenombre erizó cada vello de su piel. La temperatura seguía aumentando y la camisa empezaba a estorbarle, demasiado calor estaba haciendo.
-Qué fría está la cadena hoy, amor. Supongo que así mismo estarán tus esposas.
-Ehh... sip- respondió tragando saliva.
-¿Te doy una pista, cielo?
-Sí.
-Blanca como nieve.... roja como fuego. ¡Chau!- una sonora carcajada y el "clic" del teléfono fue lo que siguió a aquella "pista". Con tanto trabajo que tenía en los expedientes, ahora tenía que seguirle el rastro a una admiradora nocturna... aunque este trabajo era todo un placer.
Lo primero que le vino a la mente fue una de esas líneas calientes, pero... sabía su profesión, su apodo. ¿Cómo lo sabía? Ni siquiera su verdadero nombre utilizaba en sus cuentas XXX.
Aquella era una auténtica incógnita, capaz de sumirlo en la intriga, la intriga que le susurraba una atrevida voz semejante a la de su querida Scully, aquella a la que amaba y que tanto solía fantasear a su lado, la misma que no le hablaba desde la mañana.
"¡Dios! Lo mejor que puedo hacer es llamarla por última vez y tratar de hablar con ella", pensó mientras marcaba su número aun cuando ya era casi media noche. Eso no lo detuvo, la había llamado antes tantas veces a horas tanto propias como impropias que sabía que eso no la molestaría. Al menos no más de lo habitual, y seguramente no más que aquel día en la mañana.
Departamento de Scully
11:45 p.m.
ring.. ring...
Muy a su pesar, una Scully todavía dormida contestó el teléfono, ya que las pastillas no eran tan fuertes como para que tan insistente resonar del timbre no la despertara.
-Bueno..habla Scully...
-Scully, soy yo. Quería hablar contigo, sé que es tarde pero escucha, respecto a esta mañana yo...
-Mulder, ya te lo dije, no debes darme explicaciones; además tengo sueño. Hablamos mañana ¿si?- dijo colgando el teléfono sólo para percatarse que de nuevo estaba en el sofá desnuda y que el teléfono que había contestado era el de la sala. Y eso sí la acabó de despertar.
-¡Qué demonios hago aquí desnuda de nuevo!- ella recordaba perfectamente que estaba hablando con su madre antes de irse a dormir y ponerse la pijama; pero no recordaba para nada haber tomado el teléfono después… ¿¿¿estaba recostada sin ropa, con el teléfono en la mano??? Pensó que lo mejor que podía hacer era llamar de nuevo a Margaret y preguntarle si de niña era sonámbula, aunque nunca tuvo memoria de eso... Lo que sí no iba a decirle era acerca de los desnudos en el sofá, eso es seguro. Entonces le dio al botón de remarcar y...
-Bueno, habla Mulder...
"Clic"
-¡Dios mío! Era Mulder- esto empezaba a asustarla, porque supuestamente la última persona que había llamado era a su madre y resulta que no era cierto. Ya era hora de repasar ciertos términos médicos.
"Sonambulismo: Condición neurótica consistente en una actividad motora que se desarrolla durante el sueño y que escapa al control de la conciencia; por eso el sujeto al despertar no conserva el recuerdo"
-Entonces, los sonámbulos actúan sus sueños... no recuerdo lo que hice, pero tengo una vaga idea de lo que soñé. Soñé a Mulder... soñé una conversación muy erótica con él, pero eso no quiere decir que lo llamara aunque el teléfono marca su número. También está el detalle de estar desnuda en mi sofá; bueno algo es seguro, no es posible que llegue de pronto y le pregunte “Oye Mulder, ¿hemos tenido alguna conferencia telefónica sexualmente gratificante… porque no estoy muy segura?” Supongo que eso no sólo sería aterradoramente vergonzante para mí sino que, de ser así, podría ofenderse por no acordarme... ¿qué haré?
Oficinas del FBI
8:00 a.m.
Bueno, espero que valga la pena llegar tan temprano; pero necesito averiguar esto a sus espaldas, así que aquí está la tienda donde consiguen la cámara y el micrófono. Si me apresuro podré comprarlos y luego ponerlos en su departamento, aunque ir a ponerlo tampoco será tan fácil. En fin, también voy a comprar un micrófono de teléfono.
Me iré en cuanto llegue...
9:45 a.m.
La puerta se abrió rápidamente.
-Lo siento, se me hizo un poco tarde.
-¡No! ¿De verdad?-
agregó ella con auténtico sarcasmo.
-No te enfades. Tenía que ir a comprar algo y no pude evitar el tráfico.
-Bien, ¡que bueno que al fin llegas!. Yo también tengo un asunto pendiente y necesito salir, así que nos vemos luego.
La puerta se cerró de tal forma que Mulder casi hubiera jurado que la escuchó crujir con un sonido parecido a un "ouch" .
-Debe seguir enojada conmigo. ¿Serán celos? Bueno, lo sabré cuando termine mi investigación de la chica misteriosa.
En alguna calle de la ciudad
10:13 a.m.
No puedo creer que haya comprado una cámara y micrófonos, esto se está saliendo de control. Primero me dice que está con una diosa, luego llega tarde y, para colmo, tengo este mal presentimiento de que estoy de algún modo haciendo algo indebido. Y es que si dejo de tomar las pastillas también voy a dejar de dormir, pero sobre todo necesito asegurarme de que esos sueños son sólo sueños. Lo único que espero que mis presentimientos sobre mis sueños sean falsos y también eso de que él tiene a alguien.
Mientras sus pensamientos se ocupaban de estas ideas, el auto llegó finalmente a su destino. Se bajó del auto con sus compras, tomó su llave y, tan rápido como pudo, se dispuso a cumplir el plan que había formulado aquella mañana en su cabeza.
Oficina del FBI
10:13 a.m.
Hace una hora que se marchó. Yo debería estar trabajando, pero no, aquí estoy investigando a las mujeres del FBI. Las he catalogado como: blancas y de vestido rojo, tengo una albina que siempre viste de rojo, pelirrojas muy blancas (donde entra Scully), y a un par que por su carácter son ardientes como el rojo fuego y blancas como la nieve.
Ahora de todas estas mujeres, que son quince, sólo hay cinco a las que les podría quedar el apodo de Katy: hay dos Katya, una Katryna, Catalina y claro Katherine que es el segundo nombre de mi Scully.
Catalina es la chica albina del FBI, y es más que reconocida por ser en verdad fogosa, ella podría ser una opción.
De las dos Katys que hay en el edificio, una está felizmente casada con un tipo celosísimo que no la deja ni respirar y tiene fama de puritana, así que lo dudo de ella; la otra es pelirroja pero... tiene fama de que le gustan los tipos ricos, dicen que sólo sale con gente de mucho dinero; pero por otro lado dicen que es una depredadora sexual, que se entretiene con el teléfono cuando no tiene a ningún millonario en sus manos, así que ella puede ser, ¿por qué no?
A Katryna la he estado investigando, dicen que es muy seria en la oficina, o al menos eso dijo uno de los compañeros de ella, pero dicen las malas lenguas que saliendo de aquí es muy diferente. Me pregunto por qué.
Y finalmente Scully que, a pesar de que la conozco tan bien... bueno, yo sé que no es la reina del hielo, pero no tengo la más mínima idea de qué hace cuando no estoy con ella. Casi considero imposible que salga con alguien, aunque no hablamos de ello. Quizás se aburre de noche, quizá le agrade jugar conmigo aunque tiene una personalidad no muy bromista que digamos, y, ¿si eso quiere ella por qué no decirlo simplemente? Bueno, claro “cerebrito” que eso no ocurre porque tú que estás en esa misma circunstancia tampoco dices nada. Pero creo que con los arreglos que he hecho esto lo tendré resuelto en un par de días.
Scully volvió al
mediodía y se puso a trabajar enseguida, casi sin hablar con Mulder alegando
que tenía mucho papeleo que terminar. Él, por su parte, se la
pasó saliendo a cada rato de la oficina, yendo con pretextos tontos a
secciones a las que nunca iba, platicando para sorpresa de todos con todas las
mujeres que él secretamente había enlistado, excepto Scully, claro.
Tenía un plan bien diferente para resolver esto con ella.
Scully, por su parte, se había enterado del comportamiento de su compañero
en una ocasión que fue al baño de damas donde escuchó la
siguiente conversación:
-¿Ya te dijeron? Parece que el agente Mulder está buscando novia.
-¿Spooky Mulder? Es aterrador, pero es un buen partido. Se le ve bien,
es guapo, listo y he escuchado decir que tiene muchas cualidades particularmente
interesantes al dormir con él.
-Es muy serio, pero de las
contadas ocasiones en que se le ha sabido de algún romance pues se dice
que es un extraordinario amante. Eso fue claro antes de que pusieran a Scully
en su departamento.
-Muchos dicen que son amantes y ahora han comenzado a decir que rompieron. Claro
que otros dicen que nunca ha habido nada entre ellos. Yo me inclino por esa
segunda afirmación, porque esa mujer es témpano un hielo.
La puerta se abrió repentinamente y una tercera mujer entró.
-Chicas, ¿saben lo del agente Mulder? Dicen que habló con Katya, Katryna y Catalina y que les ha coqueteado a todas.
-¿Cuál de las dos Katias? ¿La puritana o la Depredadora Sexual?
-No seas tonta. La puritana está casada con el celoso de Eric, nadie se mete con él.
-Y Catalina es una chica preciosa. Hay que reconocerlo, tiene muy buen gusto y además dicen que es una fácil.
-Creo que también ha hablado con Katryna, pero ella es muy seria. Aun así, seguro que es más fácil con ella que con la reina del Hielo, ja ja ja ja.
Las risas se escucharon fuertes y claras antes de que se suspendieran de pronto y se ahogaran en el silencio total cuando Scully abrió la puerta del baño y salió de él como si nada. Se lavó las manos, sin prisa, sin dirigirles la palabra, que la miraban como a una aparición fantasmal que las ignoraba con extrema frialdad. Pero su orgullo de mujer no la dejó salir en silencio como quería, así que antes de irse volteó a ellas y dijo:
-¿Saben? Lo único que puedo agregar a su conversación es que tienen razón sobre las cualidades de Mulder como amante.
Después de cerrar la puerta escuchó un sinfín de murmullos escandalizados que la dejaron más tranquila.
¿Por qué había dicho aquello? Si en realidad nunca había estado en la misma cama con Mulder, nunca había sido su amante, aunque lo deseaba; y ahora se sentía herida, dolida con todos, con el personal, con Mulder y con ella por no haber dicho la verdad, por haber tenido que decir que era o había sido amante de Mulder con tal de que se acabaran esos rumores sobre su frialdad. Ahora la mayoría de los rumores se inclinarían a que era su amante y eso no sabía bien si era un consuelo o no, considerando lo que había escuchado sobre que su compañero buscaba novia.
¿Por qué no ha hablado él con ella? ¿Por qué no es ella su primera opción? ¿Acaso él no se interesaba en ella de ese modo? Y además lo de la diosa que dijo que lo acompañó la otra noche.. ¿Qué demonios pasaba y por qué?
"Sólo espero que esto tenga alguna buena explicación", pensó con sus ojos ahora llorosos y rojos.
Mulder llegó en aquel momento a la oficina. Eran casi las seis de la tarde y lucía bastante cansado.
-Scully, ¿terminaste todo lo que tenías pendiente? Porque...
-¡Claro que acabé con mis pendientes! Yo sí trabajo, no me la paso coqueteando en los corredores como tú- lo interrumpió bruscamente dándole la espalda mientras arreglaba su portafolio para irse.
-¿Yo coqueteando? ¡Qué tontería! Yo no he estado coqueteando tan sólo fui a...
-No me mientas, Mulder, escuché los rumores de que has estado coqueteando todo el día y no sólo con una mujer sino con varias. Francamente no te entiendo.
-Scully, deja que te explique. Yo...- y se acercó a ella dándole vuelta y levantándole la barbilla suavemente para ver su rostro que estaba visiblemente surcado de lagrimas. –¡Dios! ¿Por qué lloras?- dijo abrazándola por instinto y apretándola entre sus brazos con fuerza.
Aquel era un silencio acogedor y reconfortante. En sus brazos casi había olvidado por qué lloraba, cuando él susurró: -Te juro que no es lo que piensas, deja que te lo explique. ¿Quieres?- ella se separó de sus brazos enseguida.
-No me debes ninguna explicación, no tengo derecho- agregó presurosamente y, tomando sus cosas, se marchó y cerró la puerta de un golpe. Esta vez sonó como si se hubiera roto algo.
-¡¿Por qué no me da tiempo de hablar?! - exclamó con frustración ante el comportamiento fuera de lo normal de su compañera.
Tomando una aceitera de un archivero puso unas cuantas gotas de aceite a la puerta y se marchó después, pensando en los muchos planes que tenía en mente para descubrir a la mujer misteriosa que esperaba fuera “su” Scully.
Apartamento de Mulder
11:55 p.m.
Aquella noche Mulder estaba en el sofá tumbado con su acostumbrado insomnio; había intentado llamar a Scully sin saber muy bien qué le diría y sin ningún buen resultado. Había dado todo por perdido cuando el sonido del teléfono se escuchó.
-Mulder
-Hola amor, sé que me estuviste buscando en la oficina hoy, te tengo intrigado ¿verdad mi cielo?
-Por favor, dime quién eres.
-Ya te dije, soy Katy. ¿Qué más importa si lo único que a ti a y mí nos interesa es desfogarnos en el teléfono? Y, créeme, hay mucho fuego que extinguir esta noche.
-¿Qué tienes pensado?
-No lo sé... ¿te gustaría vivir una fantasía?
-¿De qué clase?
-De la clase que lleva hielo, palabras interesantes, nombres medievales y... sexo por supuesto.
-Seguro que sí- respondió sin creer que una vez más se dejaba vencer por el éxtasis que le causaba la voz de una extraña.
Aquel viernes en la noche
fue más de lo que cualquiera de los dos podía soportar. Cierto
que sólo había sido una auto gratificación sexual provocada
por la conversación que sostenían en el teléfono, pero
también había sido una noche imposible de olvidar. Habían
durado casi dos horas hablando, ambos habían tenido varios orgasmos.
Así que la mañana del sábado llegó como una mala
compañía, sin ser deseada.
Apartamento de Scully
9:30 a.m.
Tenía tantos años sin experimentar esa sensación que era casi nueva para ella, y antes de abrir los ojos sus manos buscaban otro cuerpo a su lado, pero estaba en el sofá, sola, sin nada más que un par de prendas regadas en el suelo y una copa de vino en la mesita.
Había ocurrido de nuevo. Otra fantasía nocturna y ella no recordaba nada. Su vida no podía ser más cruel. Notando su desnudez, se incorporó rápidamente y se cubrió con la arrugada camiseta que estaba a sus pies. Entonces vio el teléfono y recordó todo el plan. Ahora necesitaba una excusa para ir hasta el departamento de su compañero y buscar la cinta. Era justo saber si él era el complemento de esas noches tan... candentes.
Apartamento de Fox Mulder
9:30 a.m.
En su vida Mulder pensó que su vida sexual se reanudaría de una manera tan interesante. Lástima que fuera con la "chica misteriosa", como la había bautizado. Si vía telefónica podía sentir de esa manera, no dudaba que en persona la asfixia autoerótica se hiciera una realidad.
Lo negativo de todo esto era la sensación de vacío que sentía al despertar. La soledad le daba un duro golpe y le gritaba a todo pulmón que todo era tan abstracto que podía calificarse de fantasía. Una simple fantasía y nada más.
Pero tenía que conformarse con eso por ahora. No tardaría mucho en comprobar si la reina de sus noches era la misma que le daba vida a sus días. Estaba tan cercano a enterarse de esa verdad que sentía temor de encontrarse con que esa mujer no era Scully. Temía que sus más profundos deseos le hubieran cegado todo este tiempo y que se estuviera haciendo falsas ilusiones.
Su memoria fotográfica le ayudó a esconder esas sombras matutinas y, recordando cada una de las imágenes que se agruparon en su mente la noche anterior, su temperatura corporal estaba ascendiendo vertiginosamente. Necesitaba una ducha fría, ¡urgente!
*******
Ella conducía hacia
su apartamento sin saber exactamente cuál sería el pretexto, y
a medida que se acercaba una serie de escalofríos empezaron a invadirla.
Estaba nerviosa, sin saber por qué. Quizás era por la forma en
que Mulder y ella habían estado tan cerca esa última vez en la
oficina. Empezaba a pensar que era mejor dejar todo para el lunes y así
no tenía que enfrentarse a él.
Ya faltaba una sola esquina y su pulso se aceleró notablemente. Esto
no era normal, en el pasado tuvo situaciones similares y ella supo actuar como
si nada y seguir adelante. Si eran expertos en ocultar lo evidente, las cosas
no cambiarían ahora, ¿o sí?
*******
El sonido de la puerta lo sacó de las reflexiones semi-eróticas que llevaba bajo el agua. Mulder ya ni recordaba la hora que era y, al ser fin de semana, no le daba mucha importancia a olvidarse un poco del mundo y darle prioridad a ciertas necesidades humanas.
-¡Ya voy!- gritó sin la esperanza de que le escucharan muy claro. Y mojando todo el piso, como todo hombre, salió envuelto en la toalla dispuesto a patearle el trasero al vendedor que se hubiera atrevido a perturbar sus distracciones sabatinas.
Al observar por la mirilla
a una Scully un tanto impaciente, Mulder empezó a dar vueltas como loco
tratando de limpiar un poco el caos que tenía en la sala. No era nada
nuevo el desorden, pero esta vez estaba un poco más desorganizado que
lo que ella acostumbraba a ver. Cuando terminó su limpieza estilo flash
fue a abrir la puerta, entonces se percató de que sólo llevaba
una toalla, así que rápidamente fue en busca de unos shorts o
algo que pudiera ponerse sin trabajo.
-Hola Scully...- saludó al abrir la puerta con la respiración
agitada.
Ella se quedó boquiabierta ante el espectáculo que tenía enfrente: su compañero todo chorreado de agua, con unos diminutos shorts y una toalla sobre sus hombros, respirando forzadamente y mirándola como si un ángel hubiera caído del cielo. Cualquier edición de Playgirl quedaba corta.
-Bue--buenos días, Mulder- respondió ella, olvidando todas las palabras que tenía preparadas para explicarle por qué estaba allí.
-Pasa- dijo él haciendo un gesto para que entrara, al ver que Scully se quedaba como una estatua.
Haciendo un esfuerzo sobrenatural para que las rodillas no le fallaran, Scully pasó al interior del departamento y, haciendo su rutinaria inspección visual, se percató de que había algo diferente. No, no era su compañero semidesnudo detrás de ella, era algo más. Era un aroma un tanto familiar, era el perfume con que se había despertado esta mañana, olor a... ¿placer? ¿sexo?
"Definitivamente mis neuronas están colapsando", pensó ocultando el tono rojo vivo que tomaban sus mejillas y mirando hacia el piso, donde se encontró con las huellas húmedas que dejó Mulder a su paso.
Sus ojos se volvieron instantáneamente hacia el sofá de cuero negro y se vio a sí misma. Un teléfono. Palabras ardientes. Todo pasó como una película muda en blanco y negro.
-¿Estás bien?
No, no lo estoy. Estoy ardiendo de deseos por morder tus labios y ni siquiera sé por qué. Mi mente está reviviendo un momento que nunca tuve y estoy empezando a creer que he perdido el juicio. Estoy odiándote por despertar en mí tanta lujuria. ¡Diablos Mulder! ¡¿Qué pasa conmigo!?
-Estoy bien, Mulder- hasta ella misma estaba cansada de escuchar esa típica y falsa frase. -Eh... vine a traerte este informe para que lo termines, ya que tengo que visitar a mi madre y no tendré tiempo. Recuerda que es para el lunes y Skinner es muy estricto con eso de...
Mulder trataba de entenderle porque la velocidad a la que ella hablaba era astronómica.
-Scully, cálmate- le dijo acercándose a ella y tomándola por los brazos. -¿Seguro que está todo bien?
-Sí- respondió alejándose de él bruscamente. Su cercanía no era de mucha ayuda. Al contrario, era una licencia para perder el poco control que le quedaba.
-Entonces... yo voy a cambiarme y puedes dejarme el informe en la mesa. Lo revisaré en cuanto regrese.
-¿Vas a salir?
-Sip- y empezó a caminar hacia su cuarto para evitar darle más explicaciones.
Entonces fue cuando ocurrió. Ella corrió y aprovechó el momento a solas para buscar tan rápida y silenciosamente como pudiera. Lo primero que buscó fue la cámara, ya que era lo más difícil y lo que podría levantar sospechas si Mulder llegaba a encontrarla. Estaba colocada sobre uno de los estantes de la sala, lo cual dada su baja estatura era una labor un tanto dura de llevar a cabo.
Con toda cautela y la ayuda de una silla y...
-Scully, estaba pensando en que tal vez me podrías hacer un favor- dijo desde la habitación que aún tenía la puerta cerrada.
-Sí claro, dime- dijo ella respirando con alivio al ver que no se había percatado de nada y que seguía en su cuarto.
-Si voy a terminar el informe tengo que ir a tu casa y ya que me quedaré haciendo papeleo, ¿podrías llevar algunas de mis cosas a la tintorería de la calle Santa Fe?- pidió desde su habitación donde a toda prisa se vestía y se las arreglaba para escoger de su ropa sucia algo que fuera digno de llevar a la tintorería.
-Pero Mulder, tardaré al menos una hora desde aquí y eso está en dirección contraria a mi casa. Después tardaría al menos otra hora para llegar a casa de mi madre- dijo tratando de sacar la pequeña cámara que se había atorado y la cual halaba con fuerza tratando de no hace ruido. "Y eso retrasará mi investigación de esta cinta", pensó para sí cuando, de un ultimo tirón, sacó la cámara de su escondite y cayó el cual olía muy curioso.
Entonces fue hacia el micrófono instalado en el teléfono y quitó el pequeño chip donde había grabado el audio de las ultimas veinticuatro horas de la conversaciones telefónicas de su compañero. Con un nerviosismo incontrolable trató de poner el teléfono en su lugar, tras sacar y guardar el chip con la cámara en su bolso pero...
-Ya estoy listo, Scully...
-¡Sip!- respondió ésta sobresaltada ante la repentina salida de su compañero. Él se quedó observándola extrañado, tanto por su comportamiento como por el hecho de que estaba... ¿desarmando el teléfono? -Lo siento, es que se me calló el teléfono y creo que se... rompió, pero yo lo arreglo.
-No te preocupes, no creo que esté tan mal- dijo tomando el teléfono. Lo único malo fue que en ese instante se cayó la bocina que, sin saberlo él, su compañera había desarmado.
-Creo que llevaré tu ropa a la tintorería, así me perdonas lo del teléfono.
-Gracias. Y por el teléfono ni te preocupes, no me importa que se te haya caído. Aunque si fueras otra persona seguro estaría pensando ya que tratabas de vigilar mis llamadas jajaja.
-Ah jaja. Sí, que ocurrencia. No lo dudo, con lo paranoico que sueles ser a veces- dijo tratando de reírse aunque en el fondo tenía un nudo de nervios en el estómago que si él supiera...
Al poco tiempo Scully se dirigía a la tintorería, sabiendo que eso le quitaría tiempo. La verdad es que se moría de ganas por checar su pequeño botín de espionaje. Se sentía afortunada de que Mulder no la hubiera descubierto.¡Qué horrible hubiera sido! Sin tomar en cuenta que no podría explicarlo. Al menos no sospechó nada.
Pero Mulder no tendría tiempo de sospechar nada, aun con su usual paranoia, porque en su mente sólo había un pensamiento….
“¡Dios mío! ¡¡Tengo que llegar a su casa, quitar la grabadora y el chip del teléfono antes de que vuelva de la tintorería!!”
Seguro que aquello fue toda una proeza de rapidez y él alcanzó a salir justo antes de que Scully llegara. Afortunadamente, con su copia de la llave del departamento de ella y su práctica en espionaje en el F.B.I., era bastante bueno y limpio. Así que cuando ella entró no notó nada y tampoco alcanzó a darse cuenta que el auto de su compañero salía tan rápido y silenciosamente como podía.
En cuanto se hubo acomodado tomó el video y puso el cassette, el chip lo puso en una grabadora especial y pequeña que tenía audífonos integrados. Estaba tan ansiosa y desesperada que mientras adelantaba el video con el control remoto con una mano, con la otra adelantaba la grabación buscando algo importante, aun cuando no había muchas llamadas. El chip grababa todo el tiempo y había mucha estática. La cinta también era larguísima, había al menos veinte horas de grabación compactada desde la mañana anterior en que había escondido la cámara en el apartamento de Mulder.
Afortunadamente, tanto el chip como el video tenían la hora programada y cuando vio llegar a Mulder y sentarse frente a su sofá se dispuso a sincronizar la hora del chip con la del cassette y esperar a que algo ocurriera.
Finalmente encontró lo que buscaba. Detuvo la grabación cuando vio que Mulder se dirigía a contestar el teléfono y finalmente todo estuvo listo para coordinar la conversación grabada con el video. Scully estaba muy nerviosa y se preguntaba si esa llamada tardía era la que ella creía haber hecho en su estado de sonambulismo.
Apartamento de Mulder.
Mulder pasaba por lo mismo.
Se encontraba ansioso y esperanzado de que su Scully fuera la autora de aquellas
candentes llamadas que lo enloquecían, que lo encendían en aquella
llamarada de pasiones vivas y desconcertantes que lo trastornaban dentro de
aquellas interactivas fantasías eróticas que despertaban su lujuria
y curiosidad.
Miraba el video de manera ansiosa, sentado sobre su sofá con el control
remoto en su mano. Entonces fue cuando la vio: Scully, su fría Scully,
su dulce dama de hielo, caminaba en penumbras apenas vestida con la camiseta
de su pijama, que era solamente tan larga como para cubrir lo indispensable,
y una ráfaga de apasionado deseo recorrió cada nervio sensible
en su cuerpo y aceleró su corazón al verla pasar en las sombras
junto al teléfono de la sala oscura. Pero ella siguió su camino
de frente hasta la cocina y el alma de Mulder sintió que se desvanecía
en la incertidumbre de un posible desengaño. ¿Sería acaso
otra mujer la que lo llamaba, la que lo encendía como una hoguera? Sin
embargo, ella regresó al poco tiempo llevando consigo un plato con fresas,
una botella de vino y un vaso del que sobresalían varios cubos de hielo.
Él estaba confundido y excitado por las muchas posibilidades. Ella colocó todo en la mesita de la sala junto a su sofá y con una expresión extraña se dirigió a la ventana y la cerró, para luego encender la luz de una lámpara del escritorio. Aquello era ahora un escenario donde las luces tenues y las sombras jugaban libremente, ya que la lámpara no era lo bastante fuerte para iluminar también la sala.
Mulder sintió como su sangre recorría con mayor fuerza y rapidez sus venas, cuando vio a Scully sacarse la camiseta del pijama tomándola por el borde del modo en que lo haría una niña que lo piensa demasiado, jugueteando, sonriendo, como pensando en lo que haría; lento y sensual se despojó de ella y la tiró al piso.
Tomó el aire con desesperación en una bocanada que ahogaba una exclamación de sorpresa al verla desnuda en la pantalla. Sólo un destello ocasional sobre su cuello, sólo la cruz de oro brillaba sobre su cuerpo seductor completamente natural, que caminaba deslizando su mano en el respaldo del mueble y sobre la mesa hasta tomar el teléfono con expresión seductora en su hermoso rostro; rostro capaz de expresar esa frialdad que la caracterizaba ante las más difíciles situaciones.
No podía creerlo. Scully era como una ardiente flama que emitía calor a través de la misma fría pantalla que permanecía inmutable.
¿Cuántas veces había él visto los ojos de Scully congelar a cualquiera en su camino con una mirada? En este momento esos mismos ojos brillaban incandescentes mientras esperaba que su interlocutor contestara la llamada y se sentaba sobre los cómodos cojines.
El podía mirarla de frente a través de la cinta, creyó sentir que toda su vida dependía de la primera palabras que se dijeran en esa conversación, y cerró los ojos para calmar la espera que sólo se alargo unos segundos... entonces comenzó a oír la conversación en el teléfono; tal como el chip la había grabado:
-Mulder.
-Hola amor, sé que me estuviste buscando en la oficina hoy, te tengo intrigado ¿verdad mi cielo?
-Por favor, dime quién eres.
Él abrió los ojos y pudo ver cómo ella acariciaba su cuerpo muy superficialmente mientras hablaba.
-Ya te dije, soy Katy. Qué mas importa si lo único que a ti a y mí nos interesa es desfogarnos en el teléfono y, créeme, hay mucho fuego que extinguir esta noche.
-¿Que tienes pensado?
-No lo sé... ¿te gustaría vivir una fantasía?
-¿De qué clase?
-De la clase que lleva hielo, palabras interesantes, nombres medievales y... sexo por supuesto.
Aquello le hizo parar la grabación y respirar de alivio al saber que su dama misteriosa era realmente ella. También lo excitaba, lo excitaba en demasía porque sabía exactamente lo que venía a continuación. Su memoria le recordaba cada palabra con precisión, las imágenes de lo que él mismo había hecho a su cuerpo mientras disfrutaba de la fantasía de sus palabras, hacían que este casi por instinto se preparara para vivirlo todo de nuevo.
Ahora podría ver
lo que ella hacía en esos momentos; sabía que lo gozaría
tanto como la primera vez y tras pensarlo sólo un segundo se desvistió
con presteza y se sentó lo mismo que ella sobre su sofá, completamente
al natural y se dispuso a ver el resto del video, escuchando su propia voz seductora
contestándole:
-Seguro que sí
-Bien amor, porque quiero decirte que hoy tengo muchas necesidades y que te deseo con todas mis fuerzas.
Él la miraba en la pantalla mientras que sus propias manos se deslizaban en su cuerpo.
-Yo estoy dispuesto a complacerte, Katy, haré todo lo que tú me digas.
-¿Lo harás? Bien, porque en este momento te recuerdo que yo soy la señora de la casa- dijo con expresión segura y caprichosa.
-¿Lo eres?
-Sí, además, tú eres mi esclavo, mi sirviente, estamos en la Edad Media y tú eres mío, ¿recuerdas?– dijo tomando el vaso lleno de hielo.
-¿Y en qué quiere que le sirva, mi señora?
-Tengo calor y quiero que me refresques- ella refregaba el vaso frío contra su mejilla.
-¿Y cómo lo haré?– se oyó susurrar mientras que las imágenes lo enloquecían.
-Tengo hielo... ¿que harás con él?— preguntó tomando unos cubos en una mano y dejando el vaso en la mesa.
-Yo tomaré un pedazo de ese hielo y lo frotaré en tu cuerpo- ella empezó a hacer realidad aquellas palabras y él podía ver como lo frotaba sobre sus labios, que se entretenían succionándolo un poco, dándole sonidos nuevos a su conversación telefónica. Lo dejaba acariciar su cuello y pasaba sobre la cruz que yacía en su pecho.
-¡Oh sí, sí! Eso me gusta mucho...
-¿Te gusta que lo pase sobre tu pecho?
Ella hizo justamente eso, y con el hielo recorrió cada parte de sus pechos cuyas puntas se endurecieron al contacto con el frío y un sinfín de pequeños gemidos inundó todo.
-Sí, me encanta.
En su asiento él recordaba sus acciones de anoche y las complementaba con las nuevas acciones que su experta mano le proporcionaba. Estaba casi al límite, porque su recuerdo anterior no incluían estas eróticas imágenes de su Scully, ya que fantasear con ella y verla en la realidad haciendo aquellas cosas no era ni por asomo algo similar. Aunque su imaginación era mucha, no era tan buena y detallada.
-¿Te gusta que lo deslice sobre tu vientre?- ella obedecía instantáneamente aquella sugerencia y reaccionaba.
-¡Sigue por favor!- susurraba con evidente placer.
-¿Te gustaría refrescarte un poco más?
-Sí, frota el hielo sobre mis muslos hasta que se derrita- dijo al tiempo que sus manos frotaban el hielo en la parte interior de su muslo.
-Eso me excita y quiero...
-No, aún no quieres nada. Apenas comenzamos, amor.
-Quiero tocarte...- realmente en ese punto de la cinta él quería tocarla. Su mano aumentaba la velocidad y podía sentir que la temperatura también se elevaba. Su excitación en ese instante era mucho mayor que la que ella lo había hecho gozar apenas horas antes durante la noche. La deseaba en ese momento.
-Lo haces... me rozas con tus dedos de fuego mientras me acaricias con el hielo mezclando sensaciones- dijo tocándose a si misma de un modo íntimo y placentero que la hacía cerrar los ojos y proferir una nueva oleada de guturales sonidos. -¿Tú no tienes calor? –dijo maliciosa.
-¡Oh hermosa! Me estoy quemando- realmente ardía en su asiento viendo, escuchando y dejándose llevar.
-¿Quieres vino?— dijo con voz inocente. -Te daré vino...- el sonido de un líquido que se derramaba se escuchaba en el teléfono. Era el sonido del vino de la botella que ella misma había traído momentos antes. -Te lo serví en mi cuerpo, ahora quiero que bebas...- él miraba su cuerpo rociado de vino y como se acariciaba pensando en él, escuchándole, y eso lo hizo explotar.
Era por mucho más de lo que podía soportar. Y a tan sólo unos momentos más de estallar en aquel clímax detuvo la cinta.
No quería seguir viendo más. Se puso de pie y se dispuso a darse un rápido duchazo de agua fría, quería su mente despejada al menos lo suficiente para conducir. Ya no quería ver nada más en ese video, o escuchar grabaciones o tocarse solo pensando en ella, viéndola, escuchándola a distancia. No. Quería estar allí, tocarla, escucharla en persona, amarla cuerpo a cuerpo y olvidarse de los juegos.
Y mientras se bañaba y se arreglaba para ir a su casa, se preguntaba el por qué de aquel juego velado, por qué no decir las cosas de frente, por qué no amarse desde hace tanto si los sentimientos eran correspondidos. ¿Pensaría acaso que él la rechazaría? ¿Ignoraba ella lo que él sentía?
Apartamento de Scully.
Ella ignoraba lo que pasaba en el apartamento de Mulder en aquellos momentos. Estaba demasiado ocupada viendo lo que había sucedido la noche anterior, confirmando la sospecha de que su sueño era una realidad, excitándose con lo que Mulder hacía. Había comenzado a desabrocharse la blusa cuando escuchó:
Te lo serví en mi cuerpo, ahora quiero que bebas...- ella miraba el cuerpo de su compañero, del hombre que amaba, perdiendo el control con sólo escuchar su voz. Le parecía demasiado increíble... Mulder. Fox Mulder en su sofá llegando al borde de la locura con sólo escuchar sus palabras.
Sus dedos tocaron la pantalla de televisor queriendo traspasar las barreras y poder estar con él. Llegar juntos y sentir el cielo mientras un mar de sensaciones los transportaba a un mundo completamente nuevo para los dos. Era injusto... era injusto no poder sentir su respiración agitada al compás de los latidos de su corazón... era tan injusto no tener la oportunidad de perderse en sus labios y repetirle mil veces que lo amaba. Tal como lo había gritado... a solas.
Cuando todo terminó sintió un enorme vacío en el pecho y deseó no haber visto todo esto. Después de todo, no era la Dana Scully que él conocía la mujer que le había provocado tal ráfaga de sensaciones y sentimientos ocultos. Era otra... Katy. Una mujer que ni ella misma conocía, un fantasma que cobrara vida cuando su racionalidad quedaba presa en algún rincón de su cerebro.
-No fue por ti, Dana- se repitió tratando de sacar de su mente aquellas imágenes. -¡Esa no eres tú!- exclamó sacando el cassette y lanzándolo a la basura. Se sintió frustrada al pensar que tal vez nunca tendría la oportunidad de entregarle así todo el amor que tenía guardado y recibir su amor a cambio.
*******
Estando un poco más relajada, Scully empezó a razonar toda esta situación. Antes que todo era necesario deshacerse de la cinta y del chip porque si caía en las manos equivocadas todo estaría más que perdido. Necesitaba borrar las pruebas físicas para entonces empezar a limpiar su memoria... aunque aquello era casi imposible. Era como la primera vez que había visto una película porno a escondidas, se sentía culpable por ver algo prohibido y pensaba que la descubrirían.
No sería nada fácil ver al agente Mulder con su traje de oficina sin recordar su faceta oculta de amante telefónico. ¡Dios! Era el momento indicado para ir al confesionario y declararse pecadora. "Padre, he pecado. Lujuria. Pecado capital".
Su indecisión se hizo más fuerte cuando ya daba el paso final para destruir la evidencia. En el fondo quería quedarse con la única forma de ver como él explotaba de pasión por ella... indirectamente, pero por ella. Una parte de su ser le pedía que dejara de engañarse, mientras que la otra parte le decía que aunque fuera un faceta oculta de su personalidad, seguía siendo Scully la causante de todo.
Frotó sus ojos con desesperación y antes de poder hacer algo, el sonido de la puerta captó su atención. Con toda la furia que la invadía en ese momento, fue hasta allí y abrió sin siquiera enterarse de quién estaba detrás de la puerta.
Dios debía estar castigándola porque lo último que deseaba en aquel momento era tener a Mulder frente a ella. Deseó no haber abierto tan impulsivamente sin mirar primero, porque él estaba ahí, parado, con la mirada más extraña que jamás había visto y con el cabello húmedo, como si hubiera salido corriendo de su casa.
Se sintió débil, vulnerable, desnuda. Y recordando lo que había dejado sobre la mesa quiso correr y evitar una situación bastante desagradable. Pero sus pies no respondieron y, tomando un poco de cortesía de quien sabe donde, sonrío nerviosamente y se enfrentó a su compañero.
-Hola Mulder, ¿qué te trae por aquí?
-Quiero hablar contigo- respondió muy seriamente.
-Ehh… esteee… ¿es muy urgente?- preguntó mirando hacia atrás tan disimuladamente como podía y sin poder encontrar un lugar para sus manos.
-¿Pasa algo Scully?
-Estoy bien, Mulder- respondió haciéndole un gesto para que pasara no muy complacida. -Es sólo que tengo muchas cosas que hacer.
-Bueno.. podría ayudarte…
-¡Nop!- exclamó precipitadamente, casi dando un salto.
Él la miró extrañado y decidió no hacerle mucho caso a la forma en que se estaba comportando Scully, así que pasó hacia la sala y se acomodó en el sofá. La videocinta que estaba sobre la mesa llamó su atención.
-De acuerdo Scully- dijo reanudando el tema que lo había llevado hasta allí. Yo sólo vine porque creo que hay algunas cosas que necesito que aclaremos- prosiguió mirandola a los ojos, pero ella no devolvía su mirada. Su vista estaba fija en la mesa.
-¿Estás segura que todo está bien? Te noto algo nerviosa.
Ella le dio la espalda y trató de respirar profundo para poder seguir mintiendo. No era buena para las mentiras, y eso ahora constituía una desventaja muy grande.
-Lamento ser tan brusca, pero en este instante quiero estar sola, Mulder.
-No… no comprendo. ¿Qué está pasando?
-¿Quieres dejar de cuestionarme?- exclamó notablemente irritada.
-¿Por qué te comportas así conmigo?
Su cerebro parecía no poder trabajar más porque las palabras no pudieron salir de su boca. Empezaba a sentir que el espacio a su alrededor se estaba reduciendo, se estaba convirtiendo en una prisionera de sus propias mentiras.
-¿De qué es esa cinta?- preguntó él dándose cuenta de que era lo que tanto llamaba la atención de su compañera.
-¿Qué cinta?- dijo caminando hacia la mesa y recostándose en ella para taparla.
-La misma que estás tapando- respondió caminando hacia ella.
-¡Ahh…!- exclamó como si no se diera cuenta de nada. -Es.. es una película que renté ayer y que por cierto tengo que devolver- explicó clavando su mirada en él, pero Mulder seguía acercándose peligrosamente como si no creyera una sola palabra. Sus miradas se cruzaron mientras él se aproximaba cada vez más. Cuando estaba lo suficientemente cerca de ella, se recargó de forma que Scully quedó atrapada entre la mesa y su cuerpo.
-Vamos a ver que tan buen gusto tienes para el séptimo arte- le susurró captando su atención y aprovechando el momento para tomar la cinta.
-¡No!- fue lo único que alcanzó a decir al darse cuenta de lo que Mulder había hecho.
Scully no tuvo ningún reflejo para detenerlo, ni siquiera se movió para defenderse en última instancia. Las pocas neuronas que funcionaban estaban maldiciendo esos nervios traicioneros que la mantenían fijada al piso como si hubieran sellado sus pies con cemento. Sus pupilas dilatadas le brindaban una visión algo borrosa de su compañero acercándose al televisor con la más pecaminosa de las evidencias en mano... paso a paso, como si fuera en cámara lenta.
Sintió el torrente de adrenalina desplazarse por su cuerpo y aumentar consigo su frecuencia cardiaca y el sudor en sus manos. Era la peor de las sentencias, una muerte lenta y dolorosa ver cómo Mulder presionaba el botón de "play" y en la pantalla aparecían esos últimos minutos que ella misma se prohibió ver por el bien de su salud mental.
Pero ella no era la única en shock. Lo último que le pasó por la mente a Mulder era que Scully le tendería la misma trampa que él usó con ella.
-Tú también...- el tono de Mulder era totalmente desconocido para ella. O, a lo mejor, era que sus sentidos no estaban al cien por ciento. Él no parecía tan inmutado como ella esperaba y esto le estaba asustando.
¿Qué había querido decir él con que 'ella también'? Se acercó a él lentamente y lo miró de frente a los ojos para entonces dejar salir de su boca la pregunta que se había formulado.
-¿Qué quieres decir?
El silencio le dio paso a formularse cientos de teorías y a que todas ellas le llevaran a una sola respuesta: Mulder había hecho lo mismo... En español, había grabado la conversación y los sucesos de aquella noche. Lo peor era que ella no sabía exactamente lo que había hecho. ¿Hasta dónde había llegado ella? ¿Qué tanto ha visto Mulder? Ahora tendría que matarlo... o tomar un vuelo al Medio Oriente y disfrazarse para que nunca la encontrara.
Estaba completamente sonrojada por todas las posibilidades que venían a su mente. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al pensar que ella había sido tan explícita como la conversación telefónica que escuchó unos minutos atrás. Esto no estaba pasando. Era una horrible pesadilla, otro efecto secundario del sedante que estaba tomando.
Sin embargo, sentir el calor de su compañero acercarse a ella le recordaba que esto era la realidad. Podía sentir sus ojos clavados en su piel, quemándola a distancia; con un brillo único, especial... la misma mirada felina que vio en la cinta.
-No...- más que una orden fue una súplica. Un hilo de voz que escapó de su garganta mientras sus pies torpemente la ayudaban retroceder y alejarse de él antes de que fuera demasiado tarde.
-¿Por qué Scully? ¿Por qué tanto miedo?
-No lo entiendes... Mulder... yo no...
-¿No qué?- preguntó acercándose más.
-...no sé de qué me hablas.
Él se detuvo en seco, por suerte para Scully que ya no tenía forma de escapar porque estaba casi contra la pared.
-¿Qué significa que no sabes de qué hablo?- su tono sexy se había esfumado instantáneamente para dejar paso a un Mulder bastante confundido. -Scully, me has estado llamando, me espías... ¿por qué no eres sincera conmigo?
-¿Cuántas veces te he llamado?- preguntó precipitadamente tratando de desviar el tema.
Mulder soltó un suspiro, mas bien de desesperación, viendo que Scully pretendía jugar a que tenía amnesia y no recordaba absolutamente nada.
-¿A qué quieres jugar, Katy?- agregó éste con sarcasmo. -¿O me dirás que Katy es tu hermana gemela y que no fuiste tú quien llamó...? Porque la mujer que vi era Dana Scully y no conozco otra igual en este planeta.
-¿¿Katy??- su rostro tenía una gran capacidad de cambiar de color, porque ahora en vez de roja se estaba poniendo pálida. -¿Me.. me viste?? ¿Qué viste?
-¿Te atreves a pedir una descripción?
-Tienes que decirme lo que viste... ¡no tienes ningún derecho a invadir mi privacidad!
-¿Ah sí?? Y qué me dices de esto ... ¿tú sí tienes el derecho?
Los dos no tuvieron más opción que cerrar la boca porque ambos eran culpables del mismo delito. Cuando el silencio ya era más que incómodo, Mulder decidió decir algo que pudiera ponerle un punto final a la situación.
-Lamento que no puedas ser tan valiente para enfrentar lo que sientes, porque yo no quiero ocultarlo más. Esto pudo ser perfecto, Scully... pero no lo es, y si quieres, podemos dejarlo en el olvido.
Ella sintió como si una daga de hielo atravesara toda su alma y sus sueños se congelaron con aquellas palabras.
-Crees en los aliens, Mulder...- dijo casi en un susurro mientras caminaba hacia su escritorio y abría una de las gavetas, -pero no crees en mí- sin atreverse a mirarlo a los ojos, ella le alcanzó el frasco de tabletas.
Mulder tomó el frasco con un gesto de interrogación y empezó a leer la etiqueta para ver si entendía de una vez por todas de qué rayos hablaba Scully.
-¿Qué es esto?
-Tu prueba.
-¿¿Sonambulismo??- la cara del agente era todo un poema en estos momentos.
-Ahora comprendes. Ni siquiera sé lo que hice... ni por qué lo hice.
-Creo que lo hiciste porque estás pensando mucho en ello, Scully- se atrevió a decir él, al ver que ella no terminaría de aceptarlo.
-¿Pensando en qué?- preguntó ruborizándose, sabiendo que en el fondo comprendía muy bien a qué se estaba refiriendo.
Él olvidó las palabras y dejó que su cuerpo le diera esa respuesta que ella se negaba a ver. Se acercó poco a poco, con miedo de romper el hechizo, miedo de que ella retrocediera una vez más y nunca le diera la oportunidad de probar sus labios... su cuello... toda su piel.
A pocos milímetros de ella, se detuvo para grabar en su memoria cada detalle de aquella Scully nerviosa, con su mirada inquieta y su respiración agitada. Observó su rostro y fue bajando poco a poco hasta encontrarse con esa vista tentadora que se apreciaba a través de unos pocos botones fuera de su lugar.
-¿Qué hacías antes de que llegara, Scully?- preguntó con una sonrisa traviesa.
-Mulder...- susurró ella, pero sus labios le impidieron hablar más. Esos labios que la demandaban con pasión, que la enloquecían, que en sueños y fantasías tanto había ansiado probar…. fue un roce leve que aumentó su desesperación. Iba a jugar con ella... iba a hacerla sufrir aún más.
-Quiero que entiendas y aceptes que lo hiciste porque en el fondo lo deseabas...- dijo besando su cuello y estrechándola con fuerza -no voy a negar que siempre tuve la esperanza de que fueras tú- prosiguió plantando pequeños besos en su piel de porcelana -por eso seguí con las llamadas… por eso estoy aquí... y si me equivoco, házmelo saber antes de que sea muy tarde.
Scully se aferró al cuello de su compañero al sentir que sus piernas no la soportarían por mucho tiempo. No tenía idea de cómo formular una palabra... sus neuronas debían haber muerto.. Sí, ella estaba muerta y éste era un ángel recibiéndola en las puertas del cielo.
-Dilo Scully- repitió él rozando sus labios. -Dime que eras tú y no una extraña...- ella movió su cabeza en señal negativa, mientras otra oleada de miedo la obligaba a retroceder. Esto no estaba bien... era simple atracción física y al día siguiente iban a arrepentirse y la amistad de tantos años se iría a pique. Ese fue el pensamiento que se introdujo en su mente, aun teniendo a Mulder así de cerca, aun deseándole como nunca, amándolo sin atreverse a confesarlo.
-Mulder cálmate, no quiero que cometas un error del que luego te arrepientas. Yo no quiero que...
Pero ella no pudo terminar
su frase; él había comenzado a saborear aquellos labios que lo
hacían perder la cordura y en tan sólo un instante la levantó
del suelo y la cargó mientras su boca se deslizaba sobre su pecho semi
expuesto por los botones abiertos.
-¡Dios mío Mulder!- suspiró ella. –¡Ooh!. Por
favor, debemos hablar Mulder- dijo cuando sintió que la recostaba sobre
el sillón. Ese fue su único intento de defenderse, un intento
muy débil que salía de su conciencia más que de su voluntad.
Él comenzó a desabrochar el resto a medida que sus labios demandaban
nuevos territorios por explorar.
-Scully, yo pude verte- decía alternando sus palabras con sus besos -Te espié como tú a mí. Y lo disfrutabas, lo disfrutabas tanto. Entiende que esto no es sólo deseo, esto no es un error. ¿Por qué piensas que yo no estoy necesitando esto desde el fondo de mi alma igual que tú?
-Es que yo... Mulder, yo… no quiero perderte nunca…- dijo sintiendo cómo sus manos se atrevían cada vez a más.
-No nos estamos perdiendo... nos estamos encontrando, Scully. Estamos encontrando algo que ha estado entre nosotros mucho tiempo. Algo que estamos necesitando.
-Yo misma no sabía que te llamaba hasta que…. mmm... hasta que... fui encontrando pequeña pistas y... si tú no estabas seguro ¿por qué aceptaste esas llamadas?- preguntó entre gemidos, sintiendo como Mulder se había encaprichado con sus pezones y los succionaba.
-Dana..- dijo tomando aire -era tu voz.. ¿tienes alguna idea de cuántas veces he fantaseado con escucharte decir esas cosas? Y en mi corazón eras tú, pero siempre que te preguntaba lo negabas– dijo enderezándose y quitándose la camisa. Scully dejó de ver sus ojos y se concentró en acariciar aquel cuerpo frente a ella, aunque aún le escuchaba vagamente. –Entiende, no estaba buscando encontrar a nadie más; sólo quería descartar el resto de las posibilidades…
Ella quedó estática mirando aquella piel con la que tanto había soñado y que tanto deseaba. Su cuerpo, para ella tan conocido, parecía más erótico que nunca. Su alma se hundía en un torbellino de reprimidas pasiones, que brotaban convirtiendo la sangre que corría en sus venas en ríos de adrenalina que le hacían estremecer y temblar.
Scully deslizó sus manos suavemente sobre el pecho de Mulder, haciendo con sus dedos pequeños círculos alrededor de aquellos pezones pequeños, endurecidos y casi planos, con tal lentitud que le pareció otro más de esos eróticos sueños, otra de esas fantasías que finalmente la habían arrastrado a este instante.
-Acéptalo Scully. Dime que realmente fuiste tú. Dime que lo hiciste porque en el fondo no podías ni querías evitarlo. Dime lo que sientes.
Él, sentado en aquella estrecha franja del sofá, tomó una de las manos de ella y la guió sobre su cuerpo. Esto provocó que su mente se despejara, una verdad que pugnaba por salir de su boca, sus labios que se movieron al unísono con sus pensamientos pero no emitieron sonido.
-¡Dilo!- dijo viendo como sus dilatadas pupilas se perdían siguiendo el camino de sus manos.
Nuevamente sus labios se movieron articulando dos palabras, pero el sonido que emitieron fue casi inaudible.
El soltó su mano, la cual se quedo anclada en aquella estación de su cuerpo donde la había llevado. Mientras su compañero se reclinaba sobre su cuerpo, sintió cómo perdía cualquier voluntad de sus actos, y creyó sentir cómo la razón la abandonaba cuando lo escuchó susurrar en su oído:
-Por favor Scully... no me hagas suplicar más.
Él no perdía contacto con sus ojos mientras sus manos se deslizaba sobre la falda hasta su borde, sólo para halarlo hasta la altura de la cintura dejándola expuesta a su jugueteo.
Sus miradas se cruzaron con intensidad y tensión. Él con expresión segura y satisfecha, y ella con mirada suplicante, deseosa, llena de expectación mezclada con placer; cada íntima caricia erosionaba su sentido común, emitía guturales sonidos que perforaban el alma de Mulder igual que taladros que se hundían en la profundidad de su ser, despertando aquellos básicos instintos animales y salvajes que lo hacían explorar en detalle cada rincón de aquel cuerpo, por debajo de la seda de su ropa interior.
Las caricias más íntimas que le proporcionaban aquellos dedos expertos la hacían creer que ella tampoco era más que un manojo de instintos de origen primitivo, que al ritmo de aquella profunda e intima exploración le hacían danzar sus caderas.
De pronto se detuvo, justo antes de que ella alcanzara su máximo placer...
-Dilo, fuerte y claro, o no sólo me detendré. También me iré- dijo con una sensual sonrisa triunfante.
Los ojos de Scully cerrados de placer se abrieron horrorizados y antes de que nada más pasara, deslizó su dedos entre su cabello y bruscamente, con una pasión de gusto exótico, lo besó por largo rato.
Él, que estaba casi recostado sobre ella en el sofá, deseó tenerla en ese momento, no importando lo que acababa de decir. Era obvió que no se iría, y que ella acababa de tomar el control, pero él no lo entendió hasta que aquel beso terminó tan bruscamente como había comenzado, y los ojos de Scully se abrieron ya no con horror sino con una flama de ira, amor y pasión que la hacían lucir aún mas deseable .
-¿Quieres jugar a ser el más fuerte, verdad? ¿Te gustan las fantasías, no? Veamos como reaccionas a la realidad- dijo cuando para total confusión de Mulder fue arrojado al suelo, demasiado atónito para moverse. Ella se paró a su lado y se quitó las medias sensual y lentamente, ante la mirada embelesada de su compañero.
Él la observaba incapaz
de pronunciar palabra. El ángulo que tenía desde el suelo era
bastante prometedor y desesperante a la vez. Quería arrebatar toda la
tela que cubría su cuerpo y dejarla sólo con la cruz, tal como
en la cinta. Sintió que había despertado a un volcán dormido.
Que si antes había dado señales de vida, aun cuando aparentaba
estar cubierta de hielo, en ese instante irradiaba un calor como bocanadas de
fuego y lava ardiente en el que estaba muy dispuesto a quemarse vivo.
El trató de incorporarse pero ella puso su pie descalzo sobre su pecho
y lo impidió.
-Te dije que te llamó alguien que no era yo. Katy no es más que un reflejo de mis fantasías pero... cuando acabe contigo entenderás que no hay comparación entre mis sueños mas fantásticos y libidinosos al teléfono contigo y la verdad de lo que puedo hacer- dijo deslizando su pie hasta el bulto que sobresalía de sus pantalones y comenzó a masajearlo con éste, con una sonrisa confiada en su rostro.
-¡Dios Scully!- exclamó sin creer lo que podía hacer la planta del pie de su "petite Scully".
Ella soltó una carcajada al ver lo fácil que podía hacer que Mulder perdiera el control. Literalmente lo tenía a sus pies y si seguía a ese paso tendría un orgasmo sin siquiera haberse quitado los pantalones.
-¿Tienes calor Mulder?- sus ojos eran cada vez más parecidos a los de Katy, y la cara de Mulder era una mezcla de confusión, sorpresa, miedo... ¿realmente era Scully? ¿o estaba Scully sufriendo de personalidad múltiple? ¡Cielos! La mirada que tenía cuando estaba excitada era digna de guardarse en el primer archivo de su memoria fotográfica.
Ahora ella se había arrodillado, balanceando el peso de su cuerpo en las piernas de Mulder, sintiendo los gemidos de éste cuando rozó su erección. Él notó un azul muy distinto en sus ojos, más profundo, totalmente desconocido... un tesoro en el fondo del mar.
-Ya ves lo que se siente estando del otro lado... ya sabes lo que se siente perder el control, ¿verdad? No es nada agradable que te dejen por mitad cuando estás casi llegando.
Su cerebro estaba tratando de asimilar todo lo que Scully estaba diciendo... y haciendo. Pero era prácticamente imposible porque sus neuronas habían decidido tomar unas vacaciones junto con el autocontrol. Él era su esclavo... tal como en aquella conversación, y se estaba dando cuenta que Scully era un ama muy perversa.
-¿Todavía piensas irte si no digo lo que siento? Porque sinceramente luces muy a gusto, Mulder- le susurró ella a pocos milímetros de sus labios, sujetándolo con las manos sobre su cabeza, para evitar que él pudiera llegar a besarle.
Él respiró profundamente y, olvidándose por un segundo de todas las sensaciones que le impedían moverse, tomó la fuerza suficiente para sujetar a Scully y hacer que ambos cuerpos rodaran hasta que los roles se invirtieron.
-El exceso de poder no es bueno, Scully.
-Eso es trampa... eres hombre- comentó ella con cierto tono de frustración.
-¿Scully?
-¿Sí?
-Estamos hablando demasiado...- ella sonrió ante el comentario y afirmó con la cabeza. -Será mejor que n-... Scully terminó de callarlo con sus labios, porque aparentemente él no era muy bueno aplicando lo que predicaba. Estaba totalmente de acuerdo con que era hora dejar de pensar y empezar a sentir.
*****
Con pereza sus párpados empezaron a abrirse y mientras sus pupilas trataban de enfocar el escenario tan poco usual que conformaban sus sábanas arrugadas, sus manos buscaban el calor de otro cuerpo. Esta vez había sido demasiado real, esta vez no había teléfono de por medio y estaba en su cama completamente segura de que Mulder había estado con ella.
La luz del mediodía se colaba por las persianas en finas hebras de luz que iluminaban la sala. Todavía podía sentir sus manos en su cuerpo, todavía latía ese profundo deseo.
Una tímida sonrisa atravesó su rostro al ver el sofá y toda la ropa regada... ¡cielos! Le era difícil creer que ella y Mulder hicieron todo lo que hicieron. Por cierto, ¿dónde se había metido Mulder?
-Es muy mala educación dejar a una dama sola en la cama- comentó ella al verlo en la cocina.
-El problema es que la dama es bastante dormilona.. y alguien debe preocuparse por el desayuno, o mejor dicho, el almuerzo. Después de tan ardua batalla necesitamos energía- dijo con una sonrisa pícara.
-Creo que nos vamos a ejercitar muy seguido de aquí en adelante- le comunicó antes de besarlo de nuevo –mmmm... sabes a vino.
-Lo sé, estoy preparando una comida elegante ¿ves?- dijo mostrándole unos lonches de queso y unos vasos de vino.
-¡Uy! ¡Qué elegancia!– afirmó ella con cierto tono juguetón.
Mulder no podía evitar que sus ojos se quedaran fijos en aquella imagen de Scully que había llegado a él envuelta en una sábana. Eran tan íntimo, tan hermoso, tan personal... que nunca en su vida pensó que tendría esa oportunidad. Pero hoy empezaba a creer en un Dios y le daba gracias porque su amor era correspondido, gracias por tener una mujer como ella.
-Creo que no estoy presentable para tu elegante almuerzo- añadió dándose cuenta de cómo iba. -Voy a ducharme, Mulder.
-No tardes... o se enfriará la comida.
Mulder miró la comida, luego miró a su Scully que se alejaba en dirección a la ducha y entonces...
-Espera Scully, ¿no
nececitas que te masajee la espalda?
-Pero, ¿no tenías hambre?
-Pude esperar al almuerzo y creo que puedo esperar a la merienda.
Ella sonrió y aceptó su oferta encantada de su compañía. Aquel primer día juntos transcurrió en medio de palabras dulces y gestos cariñosos. Al finalizar, cuando la noche ya muy entrada, había alcanzado a cubrir por completo la ciudad, estaban exhaustos y felices de haberse dado un tiempo para amarse, para hablar de lo que sentían. Aún tenían cosas que aclarar, pero sentían que tenían el tiempo a su favor. Todo el tiempo que necesitaran.
-Mulder, esta noche supongo que sólo quieres dormir, ¿verdad? Es que yo estoy muy agotada y creo que me voy a tomar unas pastillas para dormir y...
-Scully, después de todo lo que ha pasado creo que deberías dejar esas pastillas.
-¿Crees que podría llamar a alguien más mientras duermo?- dijo sonriendo.
-Scully..- le dijo él con tono serio.
-Mulder, las voy a dejar, créeme. Pero hoy sí que necesito dormir y contigo en mi cama no tengo mucha ayuda que digamos.
Él soltó una carcajada al escucharla decir esto y la rodeó con sus brazos, susurrándole al oído:
-Puedo usar alguno de mis remedios infantiles contra el insomnio.
-¿Un ciego guiando otro ciego? Mmm... nop, Mulder, no creo que tu terapia sea efectiva.
Con un beso le agradeció su intento, pero en cuanto logró escabullirse de sus brazos Scully corrió en busca del frasco que estaba en la cocina.
-¡Scully!
Scully tomó el frasco y lo miró con una expresión incierta.
-¿Vas a extrañarla?-
le preguntó ella con cierto tono nostálgico.
-No lo creo- le respondió mientras la atraía hacia sí.
-Contigo aquí no extraño nada.
En ese momento sintió que no le hacía falta nada más para decidirse y deshacerse del frasco; así que, sin pensarlo más, vertió todo su contenido en el bote de la basura.
-No sé si agradecerle o maldecirle.
-Creo que le debes el haber descubierto un lado bastante interesante de Dana Scully.
-Sigue por ese camino y dormirás solo.
-¡Hora de dormir!- exclamó entre risas mientras la tomaba en sus brazos. -Te amo- le susurró al oído.
Ahora pensaba en la idea de que no escucharía más a Katy, pero qué mas da! Scully siempre será todo lo que el ama en una: su diosa de fuego y su reina de hielo.
FIN.-