Nombre del Fanfic: Mundos Distintos: Epilogo

Capitulo: XXVIII

Autor: NikkyScully

Dedicado a: Disclaimer: Por siempre y para siempre de Chris Carter. Gracias por hacerme creer. 
Clasificación: No la tiene, jamás la tendrá. 
Dedicatoria:Rovi Adams, casi dos años bitch ¿Cómo me aguantaste? Gracias por perdonarme cada metida de pata y por betearme, betear y seguir beteando en el futuro. Te admiro y sé que lo sabes. Estrella, te perdiste este fic de principio a fin en la web, pero tus ideas fueron fundamentales en esta historia, Vania quien me influenció con los smut ha ella pueden agradecerle la escena del espejo. Te amo, bitch. 
Un agradecimiento enorme también para Scully_Gab, Pipermaru, Wendymsanchez, sus comentarios y las tantas conversaciones por msn han sido importantes para mí. Los kilométricos feedback de conocimiento_acumulado, eran como mi medicina (aunque me quede esperando la dosis del capi XXVII). Sheccid, Lourdes6814, grazia80, Erika, danny_xf, magalyalga, Solsito, gyllyx, DanaSiluriel, Any, Mary, mike, Carolina, Pillian e imemarin, y por supuesto Isabel. A Carla Fox y a SpookyGilly por sus atenciones con cada entrega que les enviaba. 
No me queda nada por decir, a excepción: Sigamos creyendo en The X-Files, sigamos adorando a Mulder y Scully, no los olvidemos y sigamos al pie de la letra lo que aprendimos a lo largo de nueve años junto a ello. Recordemos que la verdad siempre estará allá afuera y que si dejamos que ellos ganen, nuestros sueños moriran sin hacerse realidad. Hasta la próxima entrega. 
Abraxos y bexos. 
NikkyScully  
Feedback: Ya saben dónde dejarlos y a dónde enviarlos. 
PD: Please, entren a: http://nikkyscully.livejournal.com/ en esta página podran leer mis reflexiones sobre este fic que tanto amo. 

Clasificacion: Sleeping Bags

Romance

Universo Alterno

Angst / Drama

Fanfic:  
El Centro 
Día siguiente 
Horas de la mañana 
 
Cuando la puerta de acceso principal se abrió, los agentes que caminaban por el pasillo central de la instalación no podían creer lo que sus ojos estaban viendo. Supuestamente, por razones de cancelación, la agente de nivel cinco Dana Scully no iba a volver a pisar el suelo del Centro. Esa mañana, la razón al parecer había sido revocada. 
 
La observaron todo el trayecto; seguía siendo la misma para todos: la agente poco expresiva, quien mantenía distancia y sólo hablaba lo necesario. Apenas solía hablarle a los agentes de su equipo, a los agentes del mismo nivel que ella y a sus superiores; pero a los demás, ni siquiera los miraba. Se preguntaban qué hacía ella allí, ya que no era más la líder del equipo Alfa. 
 
La vieron pasar de largo por Sistemas; Labiorestaux y Rivera la miraron apenas e inmediatamente volvieron a trabajar. Hannigan se detuvo por más tiempo a mirarla y cuando vio que desapareció por otro de los pasillos levantó la vista hacia la oficina del Sr. Doggett.  
 
Al entrar al “nido del águila”, como comúnmente se le llamaba a la oficina del primero al mando del Centro, la agente Scully fue recibida por el Sr. Doggett y la Sra. Reyes. La conversación no fue muy larga y sólo fue dirigida por el Sr. Doggett. La Sra. Reyes no dijo nada durante toda la conversación, sólo se dedicó a buscar algún indicio de amargura, tristeza o rencor en el lenguaje corporal de la agente. Pero no lo vio. 
 
Al Sr. Doggett otorgarle oficialmente el cargo de observadora nivel seis a la agente Scully, ésta apenas dio las gracias. El Sr. Doggett la dispensó para que pudiera irse a tomar posesión físicamente de su cargo, y la agente Scully asintió agradecida y salió. El Sr. Doggett miró fijamente a la Sra. Reyes y ella le sonrió. 
 
-No me engaña- le dijo, -está aquí por Mulder, no por el trabajo. 
 
-¿Entonces está mal que la hayamos recibido nuevamente?- le preguntó. 
 
-¿Lo crees tú?- le preguntó ella. 
 
-¿Qué importa lo que yo crea? La relación de ellos es beneficiosa para nosotros, Mónica- señaló. 
 
La Sra. Reyes se mostró de acuerdo con el Sr. Doggett. Qué importaba si Dana Scully estaba ahí por la mano del Dr. Mulder. De todas formas, ella no tenía la culpa de haberse enamorado del niño mimado del Sr. Webster. Ella hasta desconocía todo ello y, por consiguiente, sus meritos como agente no podían ser ignorados y los de él mucho menos.  
 
La agente Scully se fue directamente a los vestidores, descubrió que le habían asignado otro casillero y, al llegar a él, notó que era mucho más grande que el anterior, incluso se encontraba junto al casillero de la agente Webster. Lo abrió, dejó su bolso y su abrigo en el interior de éste, y colocó su móvil en el bolsillo de su chaqueta. Cuando cerró el casillero vio a su lado a Rachel Webster quien le sonreía abiertamente y luego le dio la bienvenida. La agente Scully sonrió complacida y ambas salieron juntas de los vestidores hasta que tomaron caminos distintos.  
 
Al llegar a su oficina no encontró algún cambio significativo en ella. Se acercó al ventanal y observó hacia fuera, veía a cada uno de los miembros del Centro haciendo lo que le correspondía, siguiendo el curso de la labor de ese día y recordándoles así que ella una vez fue como ellos: silenciosa, inexpresiva y casi una fantasma. El sonido de la puerta la sacó de sus divagaciones. 
 
-Hola enana- le saludó el agente Webster efusivamente y ella le sonrió ampliamente feliz de verle, ni siquiera dejó de demostrarle lo mucho que lo extrañaba y lo abrazó. -¿Cómo estás?- le preguntó. 
 
-Bien- contestó y esa vez no mentía. Inmediatamente tomó asiento frente a su escritorio. 
 
-¿Te gusta tu nueva oficina?- le preguntó con sarcasmo y ella le hizo una mueca de burla. -Bueno, tienes un Pentium seis, así que no te quejes- le advirtió. -¿Ya tomaste posesión de tu nuevo cargo? 
 
-Hace como quince minutos- contestó. 
 
-Perfecto, pero no te tengo envidia porque ahora yo sólo asignó, tú tienes que vigilar que estos niños no metan la pata- le comentó y le entregó un panel. 
 
-Descuida, sabré estar a tu altura- manifestó. -¿Quieres tomar asiento?- le preguntó. 
 
-No, tengo que reunirme con Mónica- contestó. 
 
-¿Mónica?- preguntó confusa. 
 
-Sí, Mónica– aclaró. -¿Sabías que es mucho más simpática que Hannah?- le preguntó y la agente Scully negó saberlo. -Así es, hasta está interesada en conocernos a todos más a fondo. Odia las relaciones estrictamente laborales. 
 
-Claro, por eso se ha acostado con media CIA- comentó y él le reprochó con la mirada. -Es lo que se dice. 
 
-No tienes por qué criticar cuando tú te acuestas con el jefe de Supervisión- comentó. 
 
Ella se mostró indignada y lo demostró al mirarlo con total reproche. El no se inmutó, ni siquiera cuando ella introdujo el panel de modo brusco en el alimentador del computador para que la información fuera a parar al disco de la unidad.  
 
-No soy imbécil, Dana. Mulder fue a buscarte y tú sin rechistar volviste- comentó. 
 
-Volví porque me ofreció un cargo que no pude rechazar- aclaró. 
 
-¿Así de fácil?- ella no dijo nada, se centró en leer lo que veía la pantalla. -El hombre te engañó de una manera cruel, te utilizó para cubrir su tapa como miembro de la alta esfera de la CIA, te cancelaron por él y tú fácilmente lo perdonaste aceptando un cargo- enumeró. -Hay algo más. 
 
-Por supuesto que hay algo más; beneficios, Marcus, muchos beneficios- aclaró. 
 
-¿Y lo que sientes por él?- le preguntó. 
 
-Eso quedó en el pasado- contestó. 
 
-Dana, tú casi te matas por ese hombre ¿y te atreves a decirme que todo lo que sentías por él quedó en el pasado?- preguntó sorprendido. -¿Quién crees que soy?- le preguntó indignado. 
 
-Mulder me mintió, me usó, me humilló- enumeró. -Todo lo que una vez sentí por él murió el día que fue a San Diego y me dijo quién realmente era, y aprendí una cosa: no puedo confiar en nadie, no lo haré nunca más. Fox Mulder no representa nada en mi vida- aclaró duramente. 
 
-¿Y él, qué? Sigue enamorado de ti. Vamos enana, está bajo el escrutinio de todos porque ha usado su cargo para traerte de vuelta- le dijo. - ¿Acaso eso no te importa? 
 
-¿Por qué tendría que importarme?- le preguntó. -Es su problema, no el mío. 
 
-Te empezarán a llamar la niña mimada de Supervisión- le dijo. 
 
-No, me empezarán a llamar la ramera de Supervisión- corrigió, -¿pero sabes qué? Me da igual- expresó. -Si el Sr. Doggett y la Sra. Reyes están de acuerdo con tenerme aquí, los demás se pueden ir al diablo. Empezando por ti- señaló. 
 
-Pensé que te sobraba orgullo y dignidad, pero ya veo que no- expresó alarmado. -Te vendiste por un cargo en El Centro. 
 
-Era eso o Francia- explicó. El agente Webster se mostró frustrado, a la agente Scully le dio pena pero debía continuar con el plan inicial. 
 
-Dana- se tocó las sienes. -Ya hemos pasado por esto, evitemos las mentiras y el juego del gato y el ratón- le pidió. -¿Mulder y tú están juntos otra vez? 
 
-No- contestó seriamente. 
 
Su amigo y colega se cruzó de brazos evidentemente enfadado y ella quiso reír, pero no lo hizo para no darle motivos, para que no pudiera sospechar más todavía. El la señaló y ella le miró fijamente buscando algo más que reproche en sus ojos. 
 
-Te voy a descubrir- le indicó. 
 
-Ponerte a espiar al jefe de Supervisión te podría costar el cargo- le advirtió. 
 
-¡Te voy a vigilar a ti!- aclaró. -Y puedo porque soy tercero al mano. 
 
-Presumido- le dijo molesta, él no le discutió y abrió la puerta. 
 
-Te toca el nuevo- le comunicó. 
 
-¿Qué nuevo?- preguntó curiosa. 
 
-Joel Surnow, el nuevo líder del equipo Beta- contestó. -Trabajaba en El Complejo I y ocupó el anterior cargo de Kunimitzu. Te asigné la observación de su misión porque es un suicida y tú eres una experta en el tema. 
 
A ella no le gustó lo que él le había dicho, pero prefirió mantenerse serena porque si continuaban con la discusión, él no iría a reunirse con la Sra. Reyes y ella no iba a poder comenzar con su actual agenda de trabajo. 
 
Rápidamente se dispuso a revisar el expediente del “nuevo” como lo había llamado el agente Webster y luego leyó el perfil de la misión que “el nuevo” y su equipo debía realizar. Le pareció irreverente y atrevido, era una misión sencilla que el agente Surnow quería complicar con derramamiento de sangre. Se trataba de capturar a un vietnamita que se encontraba en el país, el cual le había ayudado bastante a Estados Unidos pero que ahora representaba un peligro para la nación. Debía ser deportado inmediatamente, pero el agente Surnow tenía otros planes. 
 
Cerró el archivo y sacó el panel del alimentador, cuando apagó el computador se puso de pie y se preparó para ir a la reunión que estaba pautada para dentro de cinco minutos. Al salir de su oficina, se dirigió al pasillo que llevaba a Sistemas y desde allí vio a alguien que no debía ver. El Dr. Mulder arribaba junto a dos guardias y todo El Centro se paralizó; todos allí miraron con sumo interés a la agente Scully, que aparentando frialdad apenas miró al Dr. Mulder y continuó su camino hacia a la sala de juntas.  
 
Ella estaba haciendo las cosas según el plan, pero la presencia del Dr. Mulder en El Centro no le otorgaba mucha credibilidad a esa supuesta lejanía que ambos tenían. De algún modo, ella lo sabía, él no se iba a avocar mucho a su última petición, había sido demasiado tiempo para él. Estar alejado de ella y tener que aparentar que no tenían nada era una tortura; era muy probable que lo viera muy seguido en El Centro, aunque se suponía que su trabajo con aquel estamento había terminado. 
 
Dejó de pensar en lo que vio. Al entrar a la sala de juntas todos los miembros del equipo Beta, excepto el agente Surnow se le quedaron miraron. Ella bajó las pequeña escalerilla y se acercó a la mesa principal. Todos le saludaron con ligeros movimientos de cabeza y ella hizo lo mismo, pero le pareció muy extraño que el agente Surnow no se hubiera percatado de su presencia; él permanecía sentado en la cabecera de la mesa, muy concentrado en los botones de su panel. 
 
-Agente Surnow- le llamó la agente Scully.  
 
-Un momento- le pidió éste sin mirarlo. 
 
-Agente Surnow, no tengo toda la mañana- le informó y él finalmente levantó la cabeza. 
 
-¿Qué desea?- le preguntó. 
 
-Mi silla- le indicó. 
 
-Aquí va la agente Scully- le comunicó. 
 
-Yo soy la agente Scully- le informó. 
 
El observó a los demás con total incomprensión, hasta que uno de ellos le indicó asintiendo con la cabeza que no era ninguna broma y que ya estaba bueno de juegos. La observadora había llegado y debían comenzar con el trabajo. El se puso de pie deprisa y se disculpó. La agente Scully le miró con cierta altanería y frialdad, y tomó asiento; los demás hicieron lo mismo y la agente Scully aguardó a que el agente Surnow tomara la palabra. 
 
-¿Ya leyó el perfil, agente Scully?- le preguntó. 
 
-Por supuesto- contestó. 
 
-¿Qué opina?- le preguntó. 
 
-¿Qué opina usted?- le preguntó ella con extrema seriedad.  
 
-Es un excelente perfil, un poco fuera de los parámetros reales; pero creo que es perfecto- expresó sintiéndose orgullo de su propio trabajo. 
 
-Vaya, entonces yo estoy de más aquí- dijo con ironía la agente Scully y el agente Surnow le miró divertido. -¿Cuánto tiempo lleva trabajando para la CIA?- le preguntó. 
 
-Ocho años- respondió confuso ante la pregunta. 
 
-¿Y en ocho años no ha aprendido que las órdenes son órdenes y que no debe hacer el trabajo a su manera?- le preguntó. 
 
-Siempre ha sido mi modo de trabajar, señora- señaló el agente. 
 
-Tal vez en el Complejo I usted podía hacer lo que quisiera, agente Surnow, pero aquí se debe cumplir con los parámetros y las órdenes. A usted se le ha ordenado capturar vivo al Sr. Yeng y deportarlo a Vietnam; no se le ha ordenado capturarlo, interrogarlo y posiblemente enviarlo muerto en una rudimentario féretro de pino a su país de origen- le explicó marcadamente, siendo más autoritaria de lo que su cargo requería. 
 
-Representa un peligro para nuestra Nación, está aliado a fuerzas que desconocemos y necesitamos saber qué trama. No haremos nada si lo enviamos a Vietnam sin interrogarlo previamente- explicó. 
 
-¿Acaso usted no entendió lo que acabó de decirle?- le preguntó sorprendida porque el agente Surnow quería llevarle la contraria. 
 
-Por supuesto, señora; pero difiero- aclaró. 
 
Dana Scully se sintió incomoda, los demás agentes la observaban débil frente al agente Surnow y ella no podía permitir que su primera asignación fuera un desastre por un agente que intentaba salirse de los limites. Se puso de pie y miró a los demás agentes. 
 
-Agentes, déjenme a solas con su líder- les pidió. 
 
Los agentes del equipo Beta obedecieron, Dana Scully iba a poner en su sitió al agente Surnow pero no quería que los operativos que este agente comandaba vieran como era sermoneado por una de las agentes más respetadas de la organización. Uno a uno fueron saliendo de la sala de juntas, y tanto como el agente Surnow y la agente Scully quedaron a solas. 
 
-Entiendo que difiera y entiendo que esta misión puede ser más importante de lo que tal vez yo crea. Pero ninguno de nosotros hace las reglas, agentes Surnow, las reglas fueron hechas mucho antes de que usted y yo viniéramos aquí; y deben ser cumplidas y respetadas tal y como fueron elaboradas- explicó. 
 
-¿Alguna vez ha trabajado en el campo agente Scully, ha lidiado con hombres como Yeng?- le preguntó. 
 
-Eso no viene al caso- contestó. 
 
-Claro que viene al caso- manifestó. -Estamos aquí para proteger este país cueste lo que cueste y usted no está al tanto de lo importante que es este trabajo. Sólo observa y redacta informes de cómo los agentes de campo llevamos a cabo los perfiles y realizamos las misiones. Nunca ha estado donde yo me he visto cientos de veces- explicó. 
 
A ella le sorprendió de cierto modo lo que él decía y le pareció muy loable a pesar de que él estaba completamente equivocado con respecto a ella. Pero no podía culparlo, no todos en la CIA la conocían, hasta el mismo Dr. Mulder, el mismo jefe de Supervisión, no supo quien era ella en un principio. Aun así, no quiso corregir al agente, estaban perdiendo demasiado el tiempo y debían continuar con el trabajo. 
 
-No discuta más y realice nuevamente el perfil- le ordenó, -retrasaré la misión una hora más- le informó. 
 
-¿Acaso es imperativo que Yeng que regrese a su país de origen vivo?- le preguntó. 
 
-¡Existen acuerdos internacionales que nos impiden tocarlo!- explicó marcadamente, harta de que el agente Surnow no quisiera respetar lo ordenado. -Yeng es un miembro muy conocido en la sociedad de Vietnam, y si muere nos culparán y la imagen internacional de nuestra nación es lo primero que debemos cuidar- explicó. 
 
-Yeng tan sólo es un parásito. 
 
-¡Usted es uno por no entender lo que se le ha ordenado! 
 
-¿Sucede algo, agente Scully?- preguntaron. 
 
La agente Scully y el agente Surnow miraron hacia la puerta, allí se encontraron con la Sra. Reyes, quien había formulado la pregunta, el agente Webster y el Dr. Mulder que tenía una expresión relajada y afable frente a todos los que se encontraban allí. 
 
-Nada Sra. Reyes, sólo le explico al agente Surnow cuáles son sus ordenes a cumplir y el procedimiento a seguir- expuso la agente Scully mirando fijamente al agente Surnow. 
 
-No acepta el perfil que he preparado- agregó el agente Surnow. 
 
-¿Por qué razón?- le preguntó la Sra. Reyes. 
 
-Considera que Yeng debe ser enviado inmediatamente a Vietnam- explicó el agente Surnow. 
 
-¿Y acaso no es lo que debe hacer?- le preguntó la agente Webster. 
 
-He establecido un protocolo seis- contestó el agente Surnow. -Yeng debe ser traído al Centro- expresó. 
 
-Agente Surnow, usted no esta aquí para establecer protocolos…- expresó el Dr. Mulder. 
 
-Yo puedo manejarlo- le interrumpió la agente Scully con descontento. 
 
-Sólo quiero ayudar- expresó el Dr. Mulder sintiéndose ligeramente perturbado por la fingida reacción de la agente Scully. 
 
-No necesito su ayuda, Sr. Mulder- expresó. -Si el agente Surnow no está de acuerdo con lo dicho, que redacte un informe al comando y que establezca su deserción- recomendó la agente Scully. 
 
-Eso es precipitado, no podemos irnos tan lejos… 
 
-Tal vez usted no quiera ir tan lejos, Dr. Mulder- volvió a interrumpirlo la agente Scully, -pero yo no tengo tiempo para lidiar con agentes revoltosos; hay otros que sí apreciarían muy bien mis recomendaciones y conocimientos. 
 
-Ya sabe por qué no aceptó la orden- manifestó el agente Surnow. 
 
-Usted no tiene autoridad para rechazar una orden, a pesar de que su recomendación pueda estar en lo correcto- intervino el Dr. Mulder. 
 
-¡No se inmiscuya!- volvió a pedirle la agente Scully molesta, aparentaba estar enfada con su presencia allí. -Esto no es asunto suyo- refirió y el Dr. Mulder prefirió mantener la boca cerrada. Luego la agente miró detenidamente al agente Surnow. -Tiene una hora para redactar un nuevo perfil. Si no lo hace, agente, su misión será dada a otro equipo y tengo claro que los demás equipos no dan abasto con las demás misiones. ¿Acaso quiere ser parte del descontento generalizado que veremos aquí si no cumple lo que se le pide?- le preguntó la agente Scully con voz amenazadora.  
 
Al agente Surnow le pareció que se encontraba frente a una arpía, lidiar con la agente Scully no era nada fácil y más cuando ella no quería respetar su criterio. El agente Surnow salió de la sala de juntas dejando a sus superiores reunidos allí. 
 
-Agente Scully, le pido disculpas en nombre del agente Surnow. Trabajar en El Centro se le ha hecho dificultoso sobre todo cuando en el Complejo I se era un poco más flexible con los perfiles, aún debe adaptarse- explicó la Sra. Reyes. 
 
-Pues que lo haga pronto, esto no es un kindergarten. Nadie tiempo para lidiar con bebes de mamá- señaló la agente Scully. 
 
La agente salió de la oficina sin ni siquiera mirar a los ojos al Dr. Mulder. Su papel lo había desarrollado tan bien que hasta el mismo agente Webster creyó que ella le había dicho realmente la verdad: que aborrecía con todo su ser al Dr. Mulder. La Sra. Reyes miró a los dos caballeros que le acompañaban. 
 
-Creo que se está tomando el cargo muy a pecho- manifestó la Sra. Reyes, el Dr. Mulder sonrió ligeramente divertido. -¿Qué? 
 
-Acostúmbrate, está tan furiosa que pagará los platos rotos con todos los agentes, ya que a mí no me puede tocar- comentó con diversión. 
 
La Sra. Reyes se mostró sorprendida y el Dr. Mulder al escuchar que su móvil sonaba insistentemente, se despidió de ella con un beso y en el camino contestó la llamada. Ella y el agente Webster quedaron en el salón de reuniones conversando de lo problemático que iba a ser la nueva actitud que la agente Scully había tomado frente al trabajo. La única explicación que el agente Webster pudo darle a la Sra. Reyes fue que la agente Scully había tenido muy mala experiencia rompiendo las reglas y que esa vez las seguiría al pie de la letra, y haría que los demás a su alrededor hicieran lo mismo.  
 
La agente Scully continuó con su agenda de trabajo, y volvió a reunirse con el agente Surnow y el equipo Beta. El agente Surnow se avocó a las reales órdenes dadas a pesar de no encontrarse a gusto con ellas, la agente Scully se mostró de acuerdo esa vez y le dio el visto bueno. El agente Surnow estableció que la misión se realizaría en horas de la tarde y la sesión fue terminada.  
 
Luego de ello, la agente Scully se dedicó a realizar otros trabajos menores, recibió un poco de ayuda de mano de la agente Webster, que le explicó cuales eran las otras funciones de un observador, tales como pasarse un par de horas pegados a un monitor observando todas las imágenes que los satélites recopilaban durante horas, días y hasta meses. Un trabajo rutinario de lo más aburrido. 
 
Participó en una reunión encabezada por el agente Webster donde se le informaba a las observadoras, que eran Illianof, Webster y Scully, sobre las misiones que serían asignadas en los últimos días. Almorzó, nuevamente pasó la mayor parte del tiempo frente a un monitor, hasta que llegó el momento de observar la misión del equipo Beta, la cual se había realizado exitosamente y sin ningún contratiempo.  
 
Después, se reunió con el equipo Zeta, liderado por la agente Marshall; este equipo tenía una misión en el oeste de África. El perfil le pareció correcto y le dio el visto bueno, la agente Marshall complacida, porque había escuchado ya que la agente Scully había regresado bastante exigente, estableció que saldrían en horas de la madrugada.  
 
Un rato después, la agente Scully regresó a su oficina y cuando se sentó frente a su computador notó que tenía un mensaje. No tenía destinatario, pero ella sabía de quien se trataba. Era el Dr. Mulder, que le decía que deseaba verla esa noche y le había dejado la dirección donde debían de verse. A ella le pareció acertada la idea de verse fuera de sus viviendas. Al caer la noche, fue hasta los vestidores y tomó su abrigo y su bolso del interior de su nuevo casillero; al salir del lugar se encontró con la agente Illianof. 
 
-Divierte esta noche- le deseó ella muy sonriente y continuó su camino. 
 
La agente Scully se detuvo a medio camino cuando escuchó a la agente Illianof y se le quedó viendo por un rato hasta que ella desapareció por otro de los pasillos. Le pareció extraño lo que le había dicho, sin caer en cuenta que la agente Illianof sabía que ella se encontraría con su recién encontrado hermano. 
 
Desentendida del malestar que le iba ocasionar saber que la agente Illianof estaba al tanto de que ella y el Dr. Mulder continuaban juntos, salió del Centro y tomó rumbo al estacionamiento subterráneo. Cuando se vio en el interior de su auto, lo encendió y se dirigió a la zona de Arlington. 
 
 
Arlington, Virginia 
Torre Luxor 
 
Cuando se vio frente a la despampanante torre de departamentos, le pareció muy extraño que el Dr. Mulder le haya citado a tan solo dos cuadras del departamento donde él vivía. Frente a la reja de entrada al estacionamiento de la torre se encontraba el guardia, ella bajó el cristal y el guardia se mostró muy sonriente con ella. 
 
-Buenas noches- le saludó él. 
 
-Buenas noches, señor- le devolvió el gesto. -Disculpe, pero me esperan en el departamento veinticinco, el señor… 
 
-Bienvenida, Srta. Scully- le dijo el guardia e inmediatamente otro del personal de seguridad del edificio abrió la reja. -El Sr. Mulder la espera- le informó. -Tenga- le entregó una llave, -esto es para el ascensor, sólo puede subir al penthouse si introduce esa llave en el cerrojo que está junto al número veinticinco. Puede estacionar donde desee. 
 
Ella le agradeció y sin hacerse esperar entró al estacionamiento y se estacionó muy cerca de los ascensores. Al salir del auto, notó que había más cámaras de seguridad en comparación con las que tenía el estacionamiento del edificio donde ella vivía. Se acercó al ascensor y éste, sin que ella tocara un solo botón, se abrió; entró al elevador con algo de inseguridad y el ascensor volvió a cerrar sus puertas. Había veinticuatro botones y en el número veinticinco, en vez de haber un botón había un cerrojo. Ella introdujo la llave, la giró y el ascensor comenzó a ascender.  
 
Esperó paciente y con algo de curiosidad por la complacencia del vigilante, había sido demasiado fácil entrar a la torre con tan sólo decirle que la esperaban en el departamento veinticinco, hasta que se percató que el vigilante había dicho penthouse y no departamento, como era de esperarse. Al ascensor detenerse en el piso correspondiente, ella esperó encontrarse con un pasillo, pero se asombró al encontrarse en el interior de un departamento, amplio, pintado de blanco, con muebles en cuero negro, en la pared de la izquierda había una enorme chimenea de granito negro que estaba encendida proporcionándole un poco más de calor y misticismos al gran penthouse.  
 
Detrás de las columnas de la derecha, había un comedor con tope de vidrio y sillas en cuero negro, y frente a la agente Scully se divisaba un amplio ventanal que empezaba desde la pared de la izquierda y terminaba en la pared de la derecha. El lugar era verdaderamente enorme, tanto que la agente Scully no sabía hacia donde mirar.  
 
-Hola- saludó ella esperando que alguien saliera de algún lado.  
 
-Buenas noches, Srta. Scully- le saludó Gladys. 
 
La agente Scully giró a ver quien le había dado las buenas noches, al ver a Gladys se sintió más confundida de la cuenta. Ni siquiera la sonrisa cordial de la ama de llaves del Dr. Mulder logró sacarla de su consternación. Gladys cortó la distancia entre ellas. 
 
-Es bueno verla de nuevo, Srta. Scully- expresó cortésmente. 
 
-A pesar de todo digo lo mismo, Gladys- dijo asombrada la agente Scully. -¿Trabaja para el Dr. Mulder? 
 
-Sí- contestó. -Soy su ama de llaves. 
 
-¿Y usted…?- se calló enseguida al no querer saber en realidad que Gladys también había pertenecido a la gran charada realizada por el Dr. Mulder. -¿Dónde esta el Dr. Mulder?- le preguntó. 
 
-Está en una reunión en estos momentos- respondió, -pero no tarda en reunirse con usted- le informó. -¿Me permite su abrigo y su bolso?- le pidió y la agente Scully asintió y se quitó el abrigo para entregárselo a Gladys junto con el bolso. 
 
-¿Desea algo de tomar antes de cenar?- le preguntó con cortesía. 
 
-No Gladys, gracias- respondió. 
 
-De nada. Queda usted en su casa- le dijo y luego se retiró. 
 
La agente Scully se sentó en uno de los muebles, pensativa y aún preocupada. Había tantas cosas que saber, preguntar y responder que de repente, al entender que muy pronto las cosas le serían aclaradas, sintió algo de miedo. Se frotó las manos en un gesto de intranquilidad y escuchó pasos que se acercaban. 
 
-Dana- le llamaron. 
 
Ella se puso de pie y cuando miró al Dr. Mulder se dio cuenta de que él no venía solo. El Dr. Rogers lo acompañaba y ella apenas pudo sonreírles a ambos caballeros. El Dr. Mulder no dejó de mirarla tan siquiera un segundo. 
 
-Hola Dana- le saludó el Dr. Rogers. 
 
-Hola Dr. Rogers. ¿Cómo está?- le preguntó ella. 
 
-Bien ¿Y tú?- le preguntó. 
 
-Perfectamente bien- respondió con una sonrisa nerviosa. 
 
-Me alegra escucharlo- expresó sonriente y al ver que nadie decía nada decidió despedirse. -Bien, fue un placer verla de nuevo. Mulder…- le miró. -Nos vemos pronto- le dijo. 
 
-¿No te gustaría quedarte a cenar?- le preguntó sin dejar de mirar a la agente Scully. 
 
El Dr. Rogers sonrió ligeramente al ver que el Dr. Mulder, aunque lo intentara, no podía ser cortés con él. La sola presencia de la agente Scully en aquel lugar le provocaba un total ensimismamiento y olvidaba todo lo que le rodeaba.  
 
-No, gracias Mulder- le dijo el Dr. Rogers. -Debo irme ya- le informó. 
 
-Espera un momento- le pidió y tomó el teléfono inalámbrico que reposaba en una de las mesas del salón. Se dispuso a marcar un número y habló enseguida. -Alan, el Dr. Rogers va bajando. Llévalo a su casa…- le ordenó. -No, no te necesitaré para más tarde…. Ok, gracias- sin más colgó y por vez primera miró al Dr. Rogers. -Listo. 
 
-No debiste molestarte- le dijo el Dr. Rogers. 
 
-Descuida, es lo menos que puedo hacer por ti- expresó y ambos estrecharon sus manos. 
 
El Dr. Rogers miró por última vez a la agente Scully y luego se acercó al ascensor. Este abrió sus puertas y él Dr. Rogers entró en su interior hasta que las puertas volvieron a cerrarse y la agente Scully y el Dr. Mulder volvieron a quedar solos. El se acercó a ella y la besó sutilmente, ella le respondió y él la abrazó con suma añoranza hasta que se separaron. 
 
-Lindo lugar- halagó la agente Scully paseándose por el salón. -¿Es tuyo? 
 
-Si- respondió él. 
 
-¿Y el otro departamento que está a dos cuadras de aquí?- preguntó curiosa. -¿Acaso tan sólo era parte de tu charada? 
 
-En realidad sí y no- respondió y ella le miró más confundida. -Vivía allí cuando empecé a trabajar para la CIA, pero me mudé para acá cuando me convertí en jefe de Supervisión. Ya sabes, cuestiones de seguridad- respondió. 
 
-Tienes nueve años trabajando en para la CIA- comentó la agente Scully y el Dr. Mulder asintió. -Por eso no me conocías en un principio, entraste un año después que yo. 
 
-Así es- manifestó él. 
 
-¿Cómo fue posible?- le preguntó. 
 
-¿Cómo fue posible qué? 
 
-¿Cómo te convirtieras en agente de la CIA y luego en jefe de Supervisión?- le preguntó la agente Scully. 
 
-Hablemos durante la cena- le invitó. 
 
El le tomó de la mano y la guió hasta el amplio comedor. Le ayudó a tomar asiento primero y luego lo hizo él. Gladys les sirvió una suculenta cena y el Dr. Mulder la dispensó, al primer corte del pescado él empezó a narrar todo lo que le había ocultado por tanto tiempo. 
 
-El talento que adquirí durante el tiempo que pasé en Londres llamó mucho la atención de Carl y cuando me gradué me contactó inmediatamente- narró. -Me invitó a trabajar para él en la CIA y yo acepté. Cuatro años después, él se retiró y me dejó a cargo del departamento de Supervisión. 
 
-El te preparó para que tomaras su puesto- agregó la agente Scully y él Dr. Mulder asintió. -¿Por qué? Pudo tomar a alguien del mismo departamento con más años de experiencia que tú en la CIA- el Dr. Mulder sonrió ligeramente. 
 
-Eso lo dijeron muchos, pero Carl confió siempre en lo que me enseñó y en mí, sobre todo; al fin de cuentas di la talla. Aún después de tanto tiempo ha seguido siendo mi guía y mi consejero. Me ayudó bastante en la investigación que realicé con respecto al Centro- narró.  
 
-¿Por qué lo hiciste cómo lo hiciste? ¿Por qué como civil?- le preguntó y tomó un poco de agua. 
 
-¿Recuerdas el proyecto de incorporación de civiles a las filas de la CIA que patrocinaban Los Complejos?- ella asintió. -Mi tapa como psicólogo me ayudó a incorporarme a Los Complejos y pude descartar cualquier conspiración por parte de la Sra. Reyes y el Sr. Doggett. Meses después me enfoqué en El Centro y, en ese preciso momento, te conocí. Luego descubrí que eras una de sus agentes, pero no pude echar marcha atrás. Debí continuar a pesar de saber que no estarías contenta con la sarta de mentiras que te dije. 
 
-Y estás en toda la razón- manifestó y el Dr. Mulder sonrió con gesto de culpabilidad. -¿El Instituto de Psicología y Ciencias pertenece al departamento de Supervisión?- le preguntó. 
 
-No- respondió. -Carl lo fundó cuando se retiró de la CIA. Me incorporé al Instituto dos años y medio después, cuando el Sr. Webster me solicitó realizar la investigación de Los Complejos y El Centro- aclaró. 
 
-Entonces no eres psicólogo- comentó ella. 
 
-Sí, lo soy- corrigió él. -La cuestión es que no había ejercido hasta ese entonces, cuando me incorporé al Instituto. 
 
-¿Sarah sabe que eres jefe de Supervisión?- le preguntó. -Porque ella sabe que pertenezco a la CIA. 
 
-Ella sabe sólo lo que le dicho, ella ni siquiera sabe que desde que la conocí hace dos años y medio, ya sabía que había trabajado para ustedes un tiempo- contestó. -Por otro lado, Janet sólo cree saber que soy psicólogo. Jamás le he dicho la verdad, ya hay demasiadas personas que saben quien soy. Cosa que no debería ser, mi estatus debería ser desconocido hasta para ti. Pero ya no se puede hacer mucho para cambiar las cosas. Jamás pude aprender de Carl la sagacidad para ocultar frente a los demás quien era; por años los Summers siempre supusieron que él había sido un agente cualquiera de la CIA. 
 
-¿Cómo pudiste hacer todo lo que hiciste durante dos años y medio? Ejercer una carrera que jamás habías ejercido, escribir un libro, estar al frente de un departamento de la CIA, hacer una vida normal fuera de ese departamento, tener amigos civiles y pasar tanto tiempo conmigo y mentirme- enumeró. -¿Cómo lo hiciste? 
 
-Todo había sido sencillo hasta que te conocí- le explicó, -luego todo se volvió un caos porque al ser tú una agente más era muy difícil ocultarte las cosas, cada vez que me interrogabas sobre mis actividades me sentía al borde de un colapso- comentó. -Aunque nunca estuviste cerca de descubrirme, me hacía sentir mal todo el teatro que había montado a tu alrededor- expresó sintiéndose triste y ella le tomó de la mano. 
 
-Eso pertenece al pasado- luego le soltó la mano y continuó con su cena. -Quiero saber quién realmente te llamaba en los momentos menos oportunos- expresó curiosa. 
 
-Generalmente era el Sr. Doggett, era el perfilista de Los Complejos en ese entonces y siempre tenía que ayudarlo cuando lo pedía- explicó. -En otras ocasiones era Kawasaki o Frohike- le dijo. 
 
-De Frohike no me sorprende, siempre ha sido muy ocurrente- agregó la agente Scully. 
 
-Hay algo que no te he dicho- le dijo el Dr. Mulder llevándose de prisa a la boca un pedazo de pescado. 
 
-¿Qué?- le preguntó. 
 
-Langly, Byers y Frohike pertenecen a la CIA- le dijo, -son parte del comité del departamento de Supervisión. Junto a mí toman las decisiones concernientes a los procedimientos a seguir dentro del departamento. 
 
Ella abrió los ojos de par en par al escucharlo y luego lo golpeó en el hombro por no haberle dicho tal cosa antes. Era una sorpresa para ella que los amigos más allegados a él también pertenecieran a la CIA. El le tomó la mano y se la besó. 
 
-No creas que con eso vas a obtener mi perdón- le advirtió. 
 
-Tengo toda una vida para esperar a que me perdones, Dana- expresó y ella se sintió conmovida. 
 
En ese momento el teléfono del Dr. Mulder sonó, a ninguno de los dos les sorprendió el hecho de que siempre serían interrumpidos por algún endemoniado aparato como ese.  
 
-Hablando del rey de Roma- exclamó el Dr. Mulder. -Debe ser Frohike y debo contestar. 
 
-Descuida- le dijo la agente Scully. 
 
-Regreso en un momento- le informó y se puso de pie. 
 
El tomó el teléfono que reposaba en una de las tantas mesillas de aquel departamento y desapareció por dos puertas corredizas negras. La agente Scully continuó con su cena y se distrajo un poco observando todo a su alrededor. En la pared del fondo, junto al amplio ventanal que daba una vista esplendida de la ciudad, notó la pecera que ella le había regalado al Dr. Mulder para su cumpleaños, pero le pareció curioso el no ver el pez que ella también le había regalado entre los demás. Minutos después el Dr. Mulder volvía la mesa.  
 
-¿Mataste de hambre a Spooky?- le preguntó divertida y el sonrió con ella. 
 
-No, murió cuando me dejaste- contestó. 
 
Ella se quedó fría ante la respuesta. El pez representaba tanto entre ellos que había sucumbido cuando ella tuvo que alejarse por obvias razones, tomó un poco de agua para poder tragar y él le miró fijamente y se rió ligeramente; de repente, ella le miró con cierto reproche al ver que tomaba el asunto con gracia. Definitivamente, a él le importaba un comino el pez; después de todo, sólo le bastaba saber que nuevamente estaba con la agente Scully.  
 
Cuando terminaron de cenar fueron a sentarse junto a la chimenea para poder disfrutar con más calma y relajados del poco vino que quedaba en sus copas. En ese momento, el Dr. Mulder aprovechó para contarle algo que no debía hacerse esperar a pesar del momento tan íntimo que estaban viviendo. Le contó sobre su investigación y el descubrimiento con respecto a aquella misión en Rusia que llevó a Melissa Scully directamente a la muerte. 
 
A la agente Scully le sorprendió sobremanera saber que la emboscada que los equipos que habían sufrido no fue por culpa de un perfil mal realizado, sino por la falta de la información, que negligentemente, o más bien a propósito, el Sr. Summers se había negado a otorgar. 
 
-Prométeme que pagará todo lo que hizo- le pidió la agente Scully. 
 
El Dr. Mulder asintió con firmeza y le arrancó de la mejilla una lágrima traviesa a la agente Scully. Le acarició el rostro y ella acudió a su encuentro cuando él se acercó para besarla. Otra vez, olvidó el sufrimiento que durante tanto tiempo había sentido y, todo ello, gracias a la protección que sentía cuando se encontraba entre sus brazos. 
 
A la mañana siguiente la agente Scully despertó sola, metida en una cama a la que no estaba acostumbrada. Sintió añoranza por la antigua cama de agua del Dr. Mulder y al recordar al doctor, que en realidad no lo era, se preguntó dónde se había metido. Se sintió como cuando despertó por primera vez en la cama del Dr. Mulder, hasta incluso aseguró que en cualquier momento entraría Gladys por la puerta; pero tal cosa no sucedió.  
 
Salió de la cama y se cubrió con las sabanas, en la cómoda había una nota para la agente de parte del Dr. Mulder que decía:  
 
"No te quise despertar. Te espero para desayunar.  
 
Mulder.  
 
P.D.: hay ropa para ti en el vestidor".  
 
Ella miró el reloj y se alarmó al ver lo tarde que era, corrió hasta al baño y tomó una ducha rápida, al salir fue directo al vestidor y se sorprendió, cosa que había hecho mucho en las últimas horas, al encontrar diferentes trajes de oficina femeninos y todos de su talla. Incluso todos eran de marcas muy reconocidas. Para ella, el Dr. Mulder ya había perdido el juicio tratando de complacerla y buscando su perdón. 
 
Se vistió con un conjunto negro, el color habitual en su mundo, y se maquilló sutilmente. Junto a toda la ropa y los zapatos había un joyero y, lejos de sentirse atrevida, lo abrió. Allí encontró el brazalete que pensó que había perdido en Valhaven, lo tomó y mientras se lo colocaba observó su anillo de compromiso. Sonrió con alegría, pero aún era muy pronto para volvérselo a poner, así que decidió cerrar el cofre y darle tiempo al tiempo. Al salir de la habitación, se dirigió al comedor y encontró al Dr. Mulder leyendo el periódico y también vestido de negro. 
 
-Buenos días- expresó ella. 
 
-Buenos días- dijo él al levantar la cabeza, enseguida se puso de pie caballerosamente y le dio un besó. 
 
-Es sorprendente que conozcas mi talla, pero es más sorprendente que sepas de moda, Mulder- comentó. -Todos los conjuntos son de mis marcas preferidas- y tomó asiento. 
 
-Eso agrádeselo a Gladys, es una experta- aclaró. -Espero que no te molestes, pero alguien viene a desayunar con nosotros y cabe decir que viene furiosa.  
 
-¿De quién hablas?- preguntó preocupada. 
 
El Dr. Mulder no pudo contestar porque las puertas del ascensor se abrieron y de su interior salió una furiosa Alexa Illianof que en cuanto entró se quitó el abrigo y lo lanzó sobre el primer mueble que vio. Se acercó a la mesa del comedor y miró a su hermano con gesto recriminatorio. 
 
-Fox, ¿supiste que John Doggett suspendió por un mes a Tezka?- le preguntó evidentemente enfadada. 
 
-Sí, lo sé- contestó mientras se servía café de manera calmada. -Me enteré ayer. 
 
-¿Y por qué yo me vengo a enterar hoy?- le preguntó furiosa. 
 
-Porque la resolución se hizo efectiva hoy, Sam- contestó. 
 
La agente Scully quería que en ese momento el edificio se la tragara, cosa que la estructura no iba a hacer a menos que la tierra empezara a temblar, algo improbable en ese lado de Estados Unidos. Evidentemente le preocupaba que la agente Illianof la viera allí, y la mirada de tranquilidad que le brindó el Dr. Mulder no pudo calmarla. Alexa Illianof tomó asiento completamente desentendida de la presencia de la agente Scully; estaba más preocupada por el estado de suspensión del agente Kunimitzu. 
 
-¿Por qué lo suspendieron?- le preguntó. 
 
-Tú sabes por qué lo suspendieron- le dijo el Dr. Mulder. 
 
-No hizo nada malo- explicó y empezó a servirse el desayuno como si estuviera en propia casa. 
 
-¿Cómo que no hizo nada malo?- preguntó alarmado el Dr. Mulder y dejo la taza de café sobre la mesa. -Dejó su puesto de trabajo sin autorización, salió del país sin avisar e interrumpió la labor de una agente de un gobierno aliado- enumeró. -¿Crees que eso no es malo?- le preguntó. 
 
-Tuvo sus razones- explicó firme la agente Illianof. -¿Acaso no lo vieras hecho tú?- le preguntó. 
 
-Bajo otras circunstancias- respondió y partió un pan en dos. 
 
-Eres un completo mentiroso- le dijo. -Bien, yo ayudé a Tezka a irse del país, ¿por qué no me suspendieron a mí también?- le preguntó. 
 
-Colaboraste con algo pequeño comparado con todo lo que hizo- aclaró. -No tiene ningún caso que te suspendan. 
 
-Estás usando tu cargo para protegerme- él negó ese hecho, -sí, lo estás haciendo y ya que estás haciendo eso, quiero que revoques la orden y le permitas a Tezka regresar- le exigió. 
 
-No, claro que no haré eso- expresó tajante el Dr. Mulder. -John Doggett fue quien lo suspendió, yo no- explicó. -Yo no puedo revocar una orden que no fue dada por mí- aclaró. 
 
-Revocaste la orden de cancelación de Dana- señaló y la agente Scully la miró con preocupación. 
 
-Eso es distinto- explicó el Dr. Mulder mientras comía su desayuno. 
 
-No lo es- discutió la agente Illianof. 
 
-Sam, míralo por este lado- le pidió, -el agente Kunimitzu tal vez necesite esa suspensión. Pasar todo ese mes en Japón, o donde sea, junto a la agente Kawasaki le vendrá muy bien. Además fuiste la primera que alcahueteó esa relación. ¿O me vas a negar que influenciaste bastante a tu querido Kunimitzu para que terminara aceptando que Kaoru Kawasaki estaba perdidamente enamorada de él?- le preguntó y la agente Illianof no pudo discutirle. -Ves, tengo toda la razón. 
 
La agente Scully durante toda la discusión permaneció callada, desayunando calmadamente y escuchando atentamente lo que ambos decían. Se preguntaba por qué la agente Illianof se sentía con derecho de reclamarle al Dr. Mulder y se preguntaba por qué él la trataba con tanta atención, hasta que supuso que el Dr. Mulder estuvo al tanto todo el tiempo que su hermana estaba trabajando en El Centro y que tal vez Alexa Illianof sabía que ella estaba saliendo con su hermano, que se conocían desde hacía mucho tiempo, y que incluso, Samantha Mulder jamás había sido secuestrada como le había contado el Dr. Mulder.  
 
-Dana, por favor, ayúdame a convencerlo- le pidió la agente Illianof. 
 
La suplica de la agente Illianof sacó a la agente Scully de sus pensamientos y se le quedó mirando confundida y preocupada porque aún temía que la agente Illianof fuera a soltar la boca, como comúnmente lo hacía en El Centro, y que todos supieran qué era lo que realmente estaba pasando entre la agente de nivel seis y observadora, Dana Scully y el jefe de Supervisión, Fox Mulder. 
 
-¿Hay algo que aún no me has contado, Mulder?- le preguntó la agente Scully con cierta perturbación. 
 
Antes de que la agente Scully sacara conclusiones sin fundamentos ante lo que veía, la agente Illianof intervino para que su hermano no siguiera metiéndose en problemas; ya era suficiente con que estuviera pagando penitencia eterna por la gran mentira que había fabricado alrededor de todos. 
 
-El no sabía que estaba viva- le explicó a la agente Scully sin que se lo hubieran pedido. Alexa Illianof estaba más que consciente del sentimiento de engaño que sentía su colega y extrañamente nueva cuñada. Aún así, pudo prever que no le había creído. -Estoy diciendo la verdad- manifestó y la agente Scully miró al Dr. Mulder. 
 
-No, no lo sabía- respondió a la pregunta mental de la mujer pelirroja a su lado y luego dirigió la mirada a la mujer morena que se encontraba frente a él. -Jamás imaginé que la hermana que busqué por tantos años estaba trabajando en la misma organización que yo estaba investigando- la agente Illianof le tocó la palma de la mano en son fraternal y ese gesto la agente Scully lo vio muy raro. Alexa Illianof apenas tocaba así a su esposo.  
 
Se volvió a quedar pensativa por unos minutos, intentando recomponer las cosas en su mente. Tratando de entender cómo realmente sucedieron las cosas tras la desaparición de Samantha Mulder y la entrada de Fox Mulder a las fuerzas de la CIA años después.  
 
-Yo sabía de la existencia de Alexa Illianof en la CIA, conocía su fama, sabía que era alguien bastante particular e importante en la organización- expresó el Dr. Mulder intentando aclarar las dudas de la agente Scully. En esos momentos lo que más le preocupaba era que ella volviera a sentirse traicionada. -Pero no me atreví a relacionar a alguien de la CIA con Sam. Para mí era demasiado ilógico. Aunque fue ciertamente un error, me confié y al fin de cuentas fuiste tú quien descubrió dónde estaba mi hermana y con quién. 
 
-¿Y tú no sabías que él trabajaba en la CIA?- le preguntó la agente Scully a la agente Illianof un poco menos confundida. 
 
-No, mis habilidades tienen sus límites- respondió seria la agente Illianof, -digamos que fue necesario que tú te relacionaras con Fox para que yo me diera cuenta de que mi hermano estaba más cerca de lo que pensaba- explicó mientras miraba al Dr. Mulder y él le sonrió. -Y en aras de ese encuentro, después de veinticinco años de estar separados, cúmpleme la petición y revoca la suspensión- le suplicó. 
 
-No- expresó el Dr. Mulder divertido. 
 
La agente Illianof se sintió derrotada y chocó la cabeza contra la mesa, dejándola reposar allí por breves minutos hasta que volvió a levantarla y miró a su hermano con reproche. El ni siquiera se sintió asustado y continuó desayunando de lo más calmado.  
 
Finalmente Dana Scully sintió alivio. A pesar de lo fastidiosa que era Alexa Illianof, ella podía ver que Fox Mulder estaba contento por tenerla como hermana, por saber que era ella la niña, la hermana que había buscado a lo largo de toda su vida y sonrió con tristeza al recordar la suya propia. 
 
-Yo debo irme- expresó la agente Scully, -tengo una reunión y estoy atrasada- comentó y se levantó de la mesa. 
 
-Le diré a Alan que te lleve- le comunicó el Dr. Mulder. 
 
-No- dijo la agente Scully evitando que el Dr. Mulder se pusiera de pie. -Traje mi auto, pero de todos modos, gracias- y el Dr. Mulder le tomó de la mano. 
 
-¿Te veré esta noche?- le preguntó. 
 
-Trataré- se agachó y le dio un beso sutil en los labios antes de percatarse que la hermana del Dr. Mulder los miraba atentamente y la agente Scully le miró con duda. -Alexa… 
 
-Sam- corrigió y se mostró divertida al ver la cara de espanto de su colega. -Por Dios quita esa cara- le pidió, -no iré a la oficina a decir que sales con el jefe de Supervisión, si es que temes eso. De todas formas, a mí nadie me cree nada- expresó y continuó desayunando. 
 
-Bien- respiró profundo bastante lejos de la tranquilidad. -Los veré después. 
 
La agente Scully se retiró, pero no sin antes darle una última mirada al Dr. Mulder. Cuando los hermanos Mulder escucharon el ascensor cerrándose volvieron a sus desayunos. La agente Illianof cortaba despacio sus huevos revueltos hasta que miró a su hermano tomar su taza de café. 
 
-¿Cuándo me darás un sobrino?- le preguntó. 
 
La pregunta, que aparentaba ser común, provocó que el Dr. Mulder se atragantara con el café y empezara a toser tratando de buscar aire, la agente Illianof sonrió con gracia y él le miró molesto.  
 
 
El Centro 
Oficina de Mónica Reyes. 
 
Al Sr. Doggett se le estaba haciendo costumbre entrar a la oficina de la Sra. Reyes sin llamar y se le estaba haciendo mucha más costumbre, entrar y ser recibido por una sonrisa de la elegante dama. Ella le pidió que tomara asiento y él aceptó con gusto. 
 
-Tenemos un dilema- comunicó el Sr. Doggett, -he suspendido por un mes al agente Kunimitzu. 
 
-¿Por qué representa un dilema?- le preguntó confundida, dejando su panel sobre la mesa. 
 
-Es el líder del equipo Alfa y como sabrás es un equipo que no puede permanecer inactivo por más de dos semanas- expresó. 
 
-Estuvo inactivo por mucho más tiempo cuando Dana Scully era la líder- narró la Sra. Reyes. -Pero si te preocupa que no esté activo te recomiendo que pongas un agente de nivel seis a su cargo hasta que el agente Kunimitzu vuelva- recomendó. 
 
-Estuve pensando en eso, pero mi opción tal vez no sea muy acertada- expresó. 
 
-¿En quién has pensando?- le preguntó. 
 
-En la misma Dana Scully- respondió con duda. 
 
A la Sra. Reyes no le sorprendió que el Sr. Doggett estuviera pensando en la antigua líder del equipo cuando ya se sabía que era la más calificada para manejarlo; lo que más le sorprendía era la duda que los ojos del Sr. Doggett reflejaban. 
 
-Es una opción acertada, ¿por qué la duda?- le preguntó confusa. 
 
-Piensa Mónica- le pidió. -Mulder revocó la cancelación de la agente Scully, aún así no le devolvió la comandancia del equipo Alfa por una sencilla razón- la Sra. Reyes le miró más confusa. -El no quiere que ella vuelva al campo- explicó y la Sra. Reyes pudo comprenderlo todo. -El prefirió que ella ocupara un cargo administrativo, de alto nivel y con buenos beneficios, pero con la clara intención de que no volviera a enfrentarse al verdadero mundo, protegiéndola y manteniéndola a salvo de cualquier amenaza exterior- comentó. 
 
-Estás en toda la razón- expresó la Sra. Reyes orgullosa de la perspicacia del Sr. Doggett. 
 
-Entonces mi temor es que si le devuelvo la comandancia a la agente Scully, Mulder puede que reaccione de una manera poco agradable- expresó. 
 
-¿Por qué no le devuelves la comandancia y esperas esa reacción?- le preguntó a modo de recomendación. -No le comuniquemos nada- le pidió. -Sería interesante ver hasta que punto llegaría Mulder por mantener segura a la mujer que ama- expuso. 
 
-¿No te agrada tu cargo?- le preguntó con susto y la Sra. Reyes rió. 
 
-John, Mulder tiene poder, pero no tanto como para hacer y deshacer cuando le plazca. La situación anterior era muy distinta a ésta y nosotros estamos trabajando bajo las normas- le recordó. -Colocar a la agente Scully como la líder provisional del equipo Alfa es lo correcto, y si Mulder se muestra renuente entonces nos daremos cuenta si él en realidad sigue interesado en ella. 
 
-Bien, pero no me llames la atención cuando nuestros cargos pendan de un hilo- expresó. -Hablaré con Marcus para que le comunique la nueva resolución a la agente Scully- se puso de pie y salió de la oficina. 
 
Enseguida el Sr. Doggett se reunió con el agente Webster y le comunicó lo que él y la Sra. Reyes habían decidido. Marcus Webster se mostró más que de acuerdo, ya que era bastante correcto que la agente Scully volviera a liderar por breve tiempo el equipo que en el pasado ella comandaba. Cuando Dana Scully recibió la noticia, no la tomó desprevenida, ya que se lo esperaba y enseguida aceptó sin precaver qué iba a sentir el Dr. Mulder cuando se enterara. 
 
Al verse más ocupada en ese entonces, ni siquiera pudo comunicarse con el Dr. Mulder y durante tres días él no supo nada de ella. El estaba notoriamente preocupado, pero como le había prometido, no debía inmiscuirse en sus asuntos laborales y aparecerse en El Centro de buenas a primeras no era una buena opción. El silencio que su hermana mantenía con respecto a las actividades de la agente Scully no le gustaba, pero tampoco quiso presionarla. Suficiente era ver que ella seguía molesta por lo ocurrido con el agente Kunimitzu. 
 
El Dr. Mulder llegaba al Departamento de Supervisión como todas las mañana: tarde, atrasado y despreocupado. Ya ni siquiera las reprimendas de Langly, que lo esperaba en su oficina, hacían efecto. Langly notó que su amigo no se encontraba de muy buen humor y, aunque quería saber que le ocurría, no quiso formular ninguna pregunta; así que se avocó a entregarle un informe preliminar de las actividades de El Centro en las últimas tres semanas. El Dr. Mulder tomó el cd con desgano y lo introdujo en su computador. Lo leyó omitiendo casi todos los detalles, pero cuando se percató de algo que le pareció confuso miró a Langly. 
 
-¿Por qué el equipo Alfa del Centro está activo cuando se supone que debería estar en receso?- le preguntó. 
 
-Sabes que no puede estar en receso- le recordó. -El Sr. Doggett le otorgó la comandancia provisional a la agente Scully, hasta que la suspensión del agente Kunimitzu termine- informó. 
 
Tal vez el Dr. Mulder no quiso ser evidente, pero Langly notó su descontentó ante una resolución de la cual él ni estaba enterado. Pudo ver como una vena de furia se dibujaba en el lado izquierdo de su frente y se empezaba a agrandar más y más. 
 
-¿Por qué no se me informó?- le preguntó. 
 
-Porque es irrelevante- contestó. -La pregunta sería: ¿Por qué no te lo dijo ella?- formuló él. 
 
El Dr. Mulder dejó de mirar el monitor de la computadora y miró a Langly con un recelo aterrador. Langly entendió que si quería continuar vivo debía salir de esa oficina y así lo hizo. El Dr. Mulder cerró el informe con furia y desesperado buscó su móvil en el interior de su chaqueta. Marcó un número de memoria y tratando de recobrar la calma logró comunicarse con su hermana en El Centro. 
 
-Illianof- saludó la agente. 
 
-Hazme un favor y dile a Dana que pase por las oficinas de la CIA en cuanto pueda. 
 
-Tu aburrimiento no lo pagues conmigo- le pidió incómoda y él permaneció en silencio. -Dana no está. ¿Qué es lo que quieres?- le preguntó. 
 
-¿Dónde está?- le preguntó, pero su hermana también sabía como permanecer en silencio. -Sam. 
 
-Si no lo sabes tú, tampoco lo sé yo- expresó. 
 
-No tengo tiempo para juegos Sam. ¿Dónde esta Dana?- volvió a preguntarle. 
 
-En Colombia- respondió seca. 
 
-¿Tú sabías que ella había sido asignada temporalmente al equipo Alfa y no me lo habías dicho?- le preguntó indignado. 
 
-Eres el maldito jefe de Supervisión, es algo que debías saber sin que yo te lo informara, ¿acaso no te lo dijeron Doggett o Reyes?- le preguntó. 
 
-¿Cuándo regresa a Washington?- le preguntó omitiendo su pregunta. 
 
-Mañana en la tarde- contestó. 
 
-En cuanto llegue, dile que el Sr. Mulder desea verla en la CIA y, si no viene, se tendrá que abstener a las consecuencias- expresó furioso y colgó. 
 
-Es una bestia- comentó la agente Illianof. La actitud de su hermano le sorprendía.  
 
Al día siguiente, en cuanto la agente Scully y el equipo Alfa arribaron al Centro, Alexa Illianof se reunió con ella. Le dio el mensaje que su hermano le había pedido que le diera y sin omitir sus palabras textuales le dijo que: controlara a su loco. La agente Illianof se retiró dejando a la agente Scully en un estado de incomprensión desmesurado.  
 
Al ir a los vestidores, bañarse, cambiarse y redactar el informe que debía darle al agente Webster, tomó rumbo a la CIA. Gracias al gafete de acceso que la misma agente Illianof le había otorgado pudo entrar a las oficinas sin responder tan ni quisiera un pregunta y le sorprendió sobremanera saber que el Departamento de Supervisión se encontraba debajo del edificio, como lo estaba El Centro.  
 
Al llegar a esa área subterránea se encontró con un montón de agentes que ni conocía, recorrió unos pasillos anchos, pintados de blanco y gris y bien iluminados. Las oficinas estaban bastante lejos de resguardar la privacidad de sus ocupantes, porque todas tenían amplios ventanales que terminaban en el suelo. En uno de los pasillos se encontró con Frohike, éste le saludó y le dijo a su asistente que la llevará a la oficina del Dr. Mulder. La asistente así lo hizo y ambos se despidieron, a la agente le pareció extraño verlo allí después de haber pensando por tanto tiempo que sólo era un loco hacker con deseos de juerga. 
 
La asistente de Frohike llevó a la agente hasta la oficina del Dr. Mulder, ambas entraron a la oficina ovalada, rodeada de ventanales, pulcra y limpia del jefe de Supervisión. El levantó la cabeza al sentir a ambas mujeres y la mirada de él brillo con especial interés al ver a la agente Scully. Después de ello, él mismo dispensó a la asistente de Frohike y está se retiró dejándolo a ambos solos. 
 
El se puso de pie y con un control aisló la oficina del exterior. La agente Scully vio como los ventanales se oscurecían otorgándole a la oficina la privacidad que las demás no tenían. Aún así, ambos mantuvieron distancia, a pesar de que la agente Scully se preguntaba por qué él la mantenía cuando generalmente era quien la rompía. Notó en su mirada cierto recelo hacia ella, pero ella lo omitió prefiriéndose comentar sobre otra cuestión. 
 
-Te he visto ese traje- recordó ella. Era el traje negro que él había usado el día que ambos anunciaron su compromiso. Me gusta. 
 
-Cuatro días, Dana, cuatro días sin saber de ti- reprochó omitiendo un comentario que le pareció totalmente absurdo porque supuso que ella sabía que él estaba molesto. 
 
-Lo siento- cortó un poco la distancia entre ellos. -Pensé que con mi nuevo cargo tendría más tiempo libre, pero no. Ya sabes como es esto- comentó. 
 
-Estuviste en Colombia- recordó él y ella asintió. -Liderando una misión de reconocimiento con el equipo Alfa- ella se mostró confusa cuando le escuchó. -¿Por qué aceptaste ser la líder provisional?- le preguntó. 
 
-No pude negarme- respondió con ligereza, -Tezka y yo somos los únicos que podemos manejar ese equipo- explicó. -¿Acaso es grave que yo haya aceptado otra vez el cargo?- preguntó al ver el enfado del Dr. Mulder. 
 
-Renuncia a ese puesto y regresa a tu cargo actual de observadora- le dijo a modo de orden, ella rió ligeramente. -¿Qué es gracioso? 
 
-Que me digas que es lo que tengo que hacer- contestó. 
 
-Puedo hacerlo. No te quiero en el campo- explicó. 
 
-¿Quién no me quiere en el campo: el jefe de Supervisión o el hombre que me ama?- preguntó indignada ante su actitud. Ya había entendido de qué se trataba el asunto. 
 
-¿Importa?- preguntó. -Te coloqué en ese cargo para que no salgas más al campo- explicó. -No tiene importancia que lo hagas, otros hacían ese trabajo antes de tu entrada al Centro, otros seguirán haciéndolo ya que no estás. 
 
-Sigo estando- aclaró. 
 
-Entiéndelo- le pidió. -No quiero que vuelva a suceder lo de Franco, él no te mató, pero otro podría intentarlo. 
 
-Sé cuidarme sola, ¿acaso no te ha quedado claro?- le preguntó molesta. -No necesito tu poder, ni tu cargo, ni tus órdenes- expresó. -Déjame hacer mi trabajo como lo he hecho por años, Mulder- le pidió. 
 
El al final se percató de que su arrebato de control hacia ella no había sido lo más adecuado, la había lastimado y quiso pedirle perdón. Intentó romper la ligera distancia que había entre ellos, pero ella prefirió alejarse y literalmente, fabricó un muro frente a ella. 
 
-Hablamos cuando se te pase tu pataleta- le dijo y salió de la oficina estrellando la puerta. 
 
El Dr. Mulder se apoyó ligeramente en el escritorio pensando en todo lo que acababa de ocurrir. Nuevamente lo había arruinado todo entre ellos, primero había sido con sus mentiras y en ese entonces, con su absurdo sentido de que podía ordenarle lo que quisiera y pensar que ella gustosa estaría de acuerdo. Había olvidado que no sólo estaba lidiando con su mujer, sino con una agente, y con la agente era con quien debía tener más cuidado.  
 
 
Tokio, Japón 
Día y medio después 
Residencia de Tezka Kunimitzu 
 
A pesar de que era finales de verano, los arboles empezaban a mudar sus hojas y un viento enfriaba ligeramente el ambiente. Al agente Kunimitzu no le importó nada de eso y salió al jardín de su propiedad para dar un paseo y reflexionar, cosa que hacía más de lo habitual. Despacio atravesó el gran jardín y caminó por el típico puente colgante japonés de color rojo. Se quedo a la mitad y se apoyó del barandal para observar el río que se encontraba debajo de él.  
 
Aunque muchos hubieran pensando que él estaba furioso con su suspensión, no era así. Estar en casa, después de tantos años alejado, era algo que estaba disfrutando enormemente, sobre todo porque estaba siendo acompañado por una mujer que representaba todo para él. Aún así, estaba preocupado; un mes se iba como nada y pronto debería volver a Estados Unidos, todo ello representaba un dilema ya que la agente Kawasaki ya no trabajaba para la CIA y él no quería dejarla.  
 
-Tezka- le llamaron. 
 
Cuando escuchó su nombre miró hacia el umbral del puente y allí vio a la agente Kawasaki. Estaba cubierta con un abrigo negro y llevaba sus manos enguantadas, se acercó al agente que la recibió con una diminuta sonrisa. 
 
-Pensé que estabas en la casa- comentó cuando terminó de acercarse a él. -Está haciendo mucho frio, te vas a enfermar- le advirtió. 
 
El le miró como si ella hubiera dicho algo absurdo, le importaba muy poco el clima y que estuviera vestido con ropa de entre casa. A ella le sorprendía más su terquedad que su racionalidad ante las cosas y eso le provocó reír. 
 
-¿En dónde estabas?- le preguntó ella. 
 
-En la Agencia- contestó. 
 
El le miró fijo y ella notó su preocupación. La Agencia de Inteligencia Japonesa representaba un gran problema para ambos. 
 
-Sabes que estoy suspendido- ella asintió, -pero pronto regresaré a América y tú te tendrás que quedar- comentó con temor, ella se acercó más a él y le acarició el hombro. -Kaoru, llevo siendo agente más tiempo de lo que puedo recordar, es lo único que sé hacer, pero si tengo que elegir entre ser agente y estar contigo, entonces….-él no terminó la frase por obvias razones, era de poco hablar y más cuando se trataba de lo que sentía hacia ella; pero ella de todos modos ya sabía que él intentaba decir. 
 
-No tienes que hacerlo- le dijo la agente Kawasaki. 
 
-Tengo que hacerlo- expresó él, -porque es muy difícil que estemos juntos viviendo en distintos continentes y…- ella le interrumpió. 
 
-Eso no será necesario, Tezka- aclaró. -Acabo de renunciar a mi puesto en la Agencia- comentó y él le miró con gran confusión. -También regresare a América, contigo. Una geisha jamás abandona a su protector- le aseguró. 
 
-¿Qué harías allá?- le preguntó confuso. 
 
-Hace dos días hable con el Sr. Mulder- comentó, -volvió a contratarme; y esta vez permanentemente.  
 
-¿Vuelves al Centro?- le preguntó tratando de ocultar su jubilo. 
 
-No, realmente- respondió y se acercó más a él, ambos cuerpos ya no podían estar más juntos de lo que ya estaban. -Vuelvo a Supervisión, trabajaré directamente con el Sr. Mulder- explicó. 
 
-Serás superior a mí- le dijo con gracia, algo que ella jamás había visto en él. 
 
-¿Te molesta?- le preguntó. 
 
-No- respondió efusivamente. 
 
-Me agrada el Tezka que sonríe- aseguró y él le sonrió más complacerla. Ella lo besó y no supo cómo, pero sintió las manos de él por debajo de su suéter, sus manos frías le hacían temblar. -También me agrada el Tezka promiscuo- y ambos rieron. 
 
Se besaron lascivamente, sin importarles el lugar, el frío o que él en cualquier momento iba agarrar una pulmonía. Después de todo, ninguno de los dos podía perder el tiempo. Era el momento de empezar a vivir realmente. 
 
 
Estados Unidos 
Washington, DC. 
Horas de la noche 
El Centro 
 
La agente Scully ultimaba los detalles de una misión que debía realizar con el equipo Alfa, pero a pesar de tanto trabajo no podía olvidar el enorme enfado que sentía por culpa del Dr. Mulder. Pautó la salida para dentro de cuarenta y cinco minutos y dio por terminada la reunión; al salir del salón de reuniones se encontró con el agente Webster en el pasillo y ambos caminaron juntos. 
 
-¿Dime por qué acepté liderar el Alfa?- le preguntó con cierto cansancio. 
 
-Porque una compañera solidaria, te agrada Kunimitzu y aparte de él eres la única que puede manejar ese equipo de locos inteligentes- contestó y ella le miró con inseguridad. 
 
-Pamplinas, me va mejor en el área administrativa- le aseguró. -Además, estoy harta; le salvo el culo a este país y así es como me lo pagan: con más trabajo.  
 
-Te recuerdo que tú no lo salvaste sola- manifestó el agente Webster. Ambos se detuvieron en la entrada de Sistemas. -Pero si no te gusta hacer lo que estás haciendo en este momento, puedes irte a quejar con Mulder- le dijo. 
 
-¿Qué?- preguntó. 
 
El agente Webster señaló hacia la oficina del Sr. Doggett y ambos vieron al Dr. Mulder conversando amenamente con el jefe de El Centro; el Dr. Mulder sintió que los observaban y miró hacia el área de Sistemas. En ese momento, la agente Scully le miró con mucho más resentimiento, cosa que el agente Webster necesitaba para comprobar que su amiga y el jefe de Supervisión estaban bastante alejados.  
 
-Primero me pegó un tiro antes de hacer lo que me dices- le aseguró al mirarlo. -Y no vuelvas a mencionarlo- le pidió y él asintió. -Iré a cambiarme. 
 
Se despidió del agente Webster y fue hasta los vestidores, dejó en su casillero su traje de oficina y se colocó el traje que usaba para el trabajo de campo. Cuando terminó de hacer todo eso, fue directo a su oficina; al abrir la puerta y entrar, sintió que alguien la halaba por el chaleco y la acorralaba contra la pared. A pesar del forcejeo no pudo resistirse al embate de los labios del Dr. Mulder sobre los de ella. Era una batalla que jamás había podido ganar. 
 
Sentirse acorralada entre la pared, la puerta y los brazos del Dr. Mulder provocaron en ella un alto nivel de excitación, que a los pocos segundos él pudo leer en el sonido de placer que ella hacía. Si en ese momento la soltaba, ella no le iba a pegar sino que iba a reclamar de nuevo sus labios, así que ambos continuaron por un tiempo más hasta que no pudieron y se alejaron buscando aire, apoyando sus cabezas uno en el otro.  
 
-Perdóname- expresó suplicante él, sofocado por la falta de aire en sus pulmones. 
 
Ella levantó la vista, sabía qué intentaba decir y tomó su rostro entre sus manos. El estaba dispuesto a aceptar cada una de sus reprimendas, todo con tal de que ella lo perdonara. 
 
-Mulder, no puedo perdonarte cada vez que haces uno de tus berrinches conmigo. Luego se te hará costumbre. Eres un niño grande y debo hacerte entender que hay cosas que terminas haciendo mal- le recriminó. 
 
-Lo sé- expresó con culpa. 
 
-Pero a pesar de todo, no quiero que creas que me alejaré de ti así por así, no después de todo lo que ha ocurrido entre nosotros- explicó. -Hace mucho tiempo ya, aprendí que debemos permanecer junto, pase lo pase- aseguró. 
 
-He sido un estúpido- le acarició el pelo, -pero he sido un estúpido por el hecho de que quiero protegerte a como de lugar, sin pensar en que te impido ser quien eres realmente. Ya te he perdido dos veces, no quiero que se repita una tercera- comentó. 
 
-¿Dos veces?- preguntó extrañada. 
 
-En Valhaven- contestó. -Realmente pensé que habías muerto y lo que sentí en mi pecho en esos días no quiero volver a sentirlo. Dana, perder a Samantha me hizo mucho daño, pero perderte a ti me hará morir- aclaró. 
 
Después de todo, ella comprendió lo que realmente le pasaba y le abrazó para prodigarle más afecto, para hacerle entender que no iría a ningún lado porque se había prometido a sí misma no alejarse jamás de él. 
 
-Nací para hacer este trabajo, me conociste como tal y te aseguro, Mulder, que mientras me ames ni siquiera la muerte podrá alejarme de ti- colocó una de sus manos sobre su corazón, -porque, así como tú vives en mí, así vivo yo en ti- expresó. 
 
El se sintió emocionado al escuchar sus palabras y no dudó en volverla a besar. Ella tampoco dudó en responderle de igual manera. 
 
-¿Cuándo regresas?- le preguntó. 
 
-Dentro de dos días- contestó. 
 
-Debí revocar la suspensión de Kunimitzu- expresó frustrado. 
 
-Eres un terco- le pegó en un hombro. -Es mejor que te vayas.  
 
-No, quiero quedarme un rato más- le dijo abrazándola un poco más fuerte. 
 
-Lo sabía, nunca has podido guardar las apariencias- reconoció. -Sal de aquí sino quieres armas un escándalo. 
 
-Quisieras tú- expresó burlonamente y se alejó de ella. -Ves, puedo aparentar seriedad- y luego la observó completa. -Me gusta verte en pantalones de cuero, me provoca hacerte el amor. 
 
-¡Eres un pervertido!- exclamó sonrojada. 
 
-Así me amas- manifestó él. 
 
-Sí, así te amo- aseguró ella. 
 
El le dio una última sonrisa y sigilosamente salió de la oficina, mientras ella se quedó pensando en lo ocurrido. Nunca cambiaría, para su suerte, porque aunque era un testarudo ella lo amaba. Después dejó de pensar en él y se concentró en el trabajo, tomó su panel y salió de la oficina. Se encontró con el equipo Alfa, que ya estaba listo en el pasillo que los llevaría al exterior. 
 
Al tomar el ascensor y llegar hasta el estacionamiento donde se encontraba la camioneta que los llevaría al aeropuerto, para así tomar un avión que los llevaría a un país que de seguro hasta Dios había olvidado, se encontró nuevamente al Dr. Mulder que esperaba a que su chofer le abriera la puerta para subir al auto.  
 
Ambos se miraron fijamente y él le deseo suerte con la mirada. El subió al auto y ella a la camioneta, y los transportes tomaron rumbos diferentes. Cada uno iría a cumplir su trabajo mientras pensaban uno en el otro. Quién iba a pensar que sus mundos no eran tan distintos, después de todo.  
 
Fin. 

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