Nombre del Fanfic: NEVER BE THE SAME AGAIN

Capitulo: VII

Autor: Lourdes y Very

Dedicado a: A todo este sitio y a los que lo lean

Clasificacion: Arcadia's Dream

Romance

Angst / Drama

Fanfic:  
Sótano del FBI 8.36 a. m. 
 
Mulder estaba sentado en su silla tratando de prestar atención a unos documentos, pero era en vano, sus pensamientos volvían una y otra vez a lo sucedido en el departamento de Scully la noche anterior, no podía dejar de recordar los gemidos de ella, ni la expresión nublada de sus ojos al momento de alcanzar el orgasmo, había tenido que darse muchas duchas frías aquella noche, nada más pensar otra vez en eso volvía a excitarse, ¡Dios! Ella lo volvía loco, y por si fuera poco, los nervios le tenían el estómago hecho un nudo esperando que ella llegara, esperaba ansioso ver el rostro de su compañera, no tenía ida de cómo iba a reaccionar, pero seguramente sería algo digno de ver. 
De pronto, escuchó en el pasillo el sonido que estuvo esperando desde que llegó a la oficina, reconocería ese particular taconeo de Scully en cualquier sitio, la puerta se abrió y el objeto de sus pensamientos entró a la oficina con la expresión más inescrutable que Mulder le hubiera visto nunca. 
 
S: ¡Buenos días, Mulder! – su rostro no mostraba ningún rastro de recordar los sucesos contra la pared de su casa. 
M: ¡Buenos días! – dijo un poco perplejo por la actitud de ella, esperaba reproches, enojo, cualquier cosa menos esa total indiferencia. 
S: ¿Tenemos algo nuevo para hoy? 
M: Por el momento nada, parece que volvemos a la rutina, sólo hay papeles para ordenar – dijo, aun tratando de encontrar algún indicio, alguna emoción en su cara. 
S: ¡Que bien! Sinceramente el caso en Carolina fue frustrante y agotador, y no tengo mucho ánimo para tareas de campo. 
M: Claro, te entiendo, yo también… - el sonido del teléfono no lo dejó terminar la frase, tomó el tubo y contestó con tono alegre – ¡Mulder! Si, está aquí ¿quién habla? – su cara se transformó completamente y le tendió el tubo a su compañera con expresión de piedra mientras le decía con tono molesto – Es para ti, el Agente Mc Kenzie – Scully tomó el teléfono un poco asombrada. 
S: ¡Hola, Julian! Bien, gracias, ¿y tú? – preguntó con una sonrisa que a Mulder se le antojó boba - ¿Hoy? Está bien, a la 1.00, si, te veo ahí – soltó una risa suave, seductora, mientras observaba de reojo a Mulder, que torcía la boca en un gesto de desagrado – Claro, nos vemos luego, ¡Adiós! – colgó el teléfono y se volvió hacia su compañero que la veía con cara de pocos amigos. 
M: ¿Algún pendiente sobre el caso de Carolina? – preguntó molesto, recordando la risa de ella, él nunca la había escuchado reír así. 
S: No, simplemente quería invitarme a almorzar – la indiferencia había vuelto, parecía que para Mulder no había sonrisitas melosas. 
M: Ah, no olvides que tenemos mucho papeleo pendiente y no querrás que yo trabaje solo mientras pierdes el tiempo almorzando – le dijo con ironía, utilizando casi las mismas palabras de ella cuando discutieron por teléfono. 
S: No te preocupes, Mulder, utilizaré mi hora del almuerzo, y no tienes que quedarte aquí trabajando solo, puedes ir a almorzar si te place – le dijo sin inmutarse mientras se ponía de pie para guardar unas carpetas en un archivador. 
M: ¿Puedo ir con ustedes? – le preguntó burlón, pero ella simplemente ignoró el comentario y le dedicó una sonrisa estudiada. 
S: Tenemos trabajo, esa pila de expedientes no va a disminuir si no nos ponemos a trabajar. 
 
“¡Demonios!”, pensó Mulder, parecía que nada de lo que decía provocaba una reacción en ella, sólo se limitaba a ignorar sus intentos de discutir como si no mereciera la pena ponerle atención, pero él quería que explotara, ¡Diablos! Sentía unos inmensos deseos de borrar esa expresión indiferente de su rostro, quería derretir el hielo que la recubría, romper todos sus esquemas, sentirla vibrar otra vez. El ataque verbal no estaba dando resultado, pero sabía de otro método que le sería más difícil resistir. 
Con una sonrisa de animal al acecho se acercó a ella por detrás. 
 
 
Scully sintió como el vello de la nuca se le erizaba por la cercanía de él, que le pasó los brazos alrededor de la cintura y la apretó contra su cuerpo mientras le apartaba el cabello para depositar lo labios en su cuello, lo lamió de arriba abajo lentamente a la vez que sus manos dibujaban círculos de fuego en su estómago, ella suspiró y se dejó hacer durante unos segundos, pero repentinamente se dio vuelta para quedar de frente a él y tomando su rostro entre las manos lo besó casi salvajemente mientras lo empujaba hacia el escritorio con suavidad, separó sus labios de los de él y enredó los dedos en su cabello corto, lo jaló tirándole la cabeza hacia atrás para dejar su cuello al descubierto, Mulder jadeó, ella le aflojó el nudo de la corbata y le desprendió el primer botón de la camisa, posó los labios en su nuez y la probó como si se tratara de un fruto jugoso, sacó la lengua y recorrió la extensión de su cuello una y otra vez desde la base hasta la barbilla para finalmente apoderarse de sus labios otra vez, comenzó a acariciar su torso por sobre la ropa en forma descendente hasta que posó una mano sobre su sexo y lo sostuvo por un momento, él emitió un sonio ahogado, Scully pegó sus pelvis a la dureza de Mulder que gimió sobre sus labios como un animalito herido, ella comenzó a frotarse contra él con un ritmo lento y sensual, cuando empezó a sentir que se quedaría sin aire, se apartó lentamente y lo miró, le acomodó la corbata y le cerró la chaqueta del traje gris oscuro, Mulder respiraba con dificultad, ella caminó hasta la puerta y con la mano todavía en el pomo se volvió a mirarlo. 
 
S: No te mates trabajando, Mulder, déjame algo para hacer cuando regrese – abrió la puerta y salió de la oficina sin decir una palabra más. 
 
Scully se encaminó hasta el baño, “Sin duda alguna la venganza no es tan dulce como todos piensan”, se dijo a si misma, lo sabía porque su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias de lo que había hecho, estaba terriblemente excitada, las piernas le temblaban y la sangre le corría como fuego líquido por las venas, entró al baño y se miró al espejo, su cara estaba tan roja como su pelo y sus labios hinchados decían a gritos que había sido besada, pero había valido la pena sólo por ver la cara de Mulder cuando lo dejó contra el escritorio, su expresión entre confusa e incrédula era algo realmente digno de ver, ¿Qué se habría creído el muy maldito? ¿Qué podía jugar con ella cuando quisiera? ¿Convertirla en gelatina con caricias cuando le diera la gana? Pues estaba muy equivocado, porque ella también podía jugar y acababa de demostrarle que lo podía hacer tan bien como él. 
Todo el jueguito había empezado por Julian, primero porque la vio besándose con él y ahora porque la invitó a almorzar. ¿Qué le pasaba? ¿Ahora que otro le prestaba atención era digna de su interés? Tal vez él creyera que podía hacer con ella lo que quería, pero tenía la sospecha de que ella con él también. 
“Bien”, pensó, “¿Quieres jugar, Mulder? ¡Juguemos!”, le sonrió a la imagen decidida del espejo y salió del baño rumbo a la oficina. 
 
Mulder aún no daba crédito a lo que había pasado, no se podía despegar del escritorio, ¡Qué demonios! ¿Había creado un monstruo? Esa no podía ser la Scully que él conocía, lo había excitado hasta límites insospechados y después se había marchado dejándolo terriblemente rígido y todo tembloroso, ¿Se estaría vengando por lo de anoche? Y encima, ese maldito Julian la invitaba a almorzar y ella decía que si con una sonrisa que a él nunca le había dedicado, ¿se estaba acostando con él? Y si era así, ¿por qué no lo paró anoche, y por qué no lo hizo hace unos instantes? 
¡Cielos! Estaba confundido, enfadado, sexualmente frustrado por segunda vez en menos de 24 horas, y si, ¡maldita sea!, estaba celoso, mortalmente celoso. 
 
Scully regresó a la oficina, miró a su compañero de reojo, estaba sentado frente al escritorio mirando unos papeles con el ceño fruncido, parecía un niño enfurruñado al que le hubieran quitado un dulce. Sonrió mentalmente y decidió molestarlo un poco más. 
 
S: Bien, ya regresé, ¿continuamos? – lo dijo con toda la intensión de que sonara exactamente como sonó. Él levantó la vista y la observó con los ojos brillantes de ira – El trabajo, ¿recuerdas? ¿Quieres que revise algún expediente en particular? – le dijo con expresión inocente. 
M: Elije el que quieras, Scully, hay de sobra – casi le gruñó ¿Acaso se estaba burlando de él? ¿Lo estaba provocando? “Será mejor que no juegues con fuego, cariño”, pensó, molesto porque la situación se volvía en su contra. 
S: Está bien, lo que tú digas – el teléfono sonó y Mulder se apresuró a contestar. 
M: ¡Mulder! – Dijo con tono irritado – Si, por supuesto, subimos enseguida. – Era Skinner, parece que tenemos trabajo de verdad. 
S: ¿Un caso nuevo? – preguntó mientras se dirigían los dos al ascensor. 
M: Creo que sí, espero que no arruine tu cita del almuerzo – le dijo con malicia. 
S: No te preocupes, Mulder, siempre se puede salir a cenar – él murmuró algo entre dientes que ella no alcanzó a entender, entraron en el ascensor y Mulder oprimió el botón del piso de su jefe, la tensión en el pequeño espacio se podía cortar con un cuchillo, Mulder tenía la vista clavada al frente, seguía con el ceño fruncido y tenía los dientes apretados, parecía furioso, Scully suspiró, iba a ser el recorrido en ascensor más largo de su vida. 
 
 
Departamento de Mulder 8.30 p. m. 
 
Mulder miraba la televisión recostado en el sofá de su sala, aunque no tenía idea de que era lo que estaban pasando, su mente estaba muy lejos de ahí, para ser más específico, estaba pensando en Scully, en todo lo sucedido ese día, ¡Diablos! No quería recordar cómo ella lo había acariciado, ya se había dado más duchas frías de las que eran saludables, además, seguía molesto, no entendía cómo podía haberle hecho eso después de haber aceptado salir con otro, y por si fuera poco, cuando regresó al despacho parecía que se burlaba de él con cada palabra que salía de sus labios, pero él había sentido una gran satisfacción al saber que se pasaría casi todo el resto del día haciendo autopsias del caso que Skinner les había asignado, por lo que tuvo que cancelar su cita con el señor voz de estrella de cine. Sonrió con malicia, si, eso le había alegrado el resto de la jornada. 
 
 
 
Sótano de FBI 8.45 a. m.  
 
Scully había llegado al trabajo antes que su compañero por primera vez en mucho tiempo, después de pasarse gran parte de la noche pensando en lo que les estaba pasando, decidió que tenían que hablar, debía buscar un momento oportuno, tal vez durante el almuerzo, o después del trabajo, pero necesitaba saber qué era lo que estaba sucediendo entre ellos. El sonido de la puerta al abrirse la sacó de sus pensamientos. Se volvió y ahí estaba él, ¡Dios! Había muchos hombres guapos en el mundo, pero sin duda alguna, Mulder era el único capaz de robarle el aliento y dejarla hecha una masa de nervios. 
 
M: ¡Buenos días, Scully! 
S: ¡Buenos días! – ¿esa era su voz? Maldición, si que estaba nerviosa. 
M: Llegaste temprano. 
S: Si, es que no dormí bien anoche, me desperté antes de lo normal y decidí salir para acá. 
M: ¿Algún motivo en particular para tu desvelo? – le preguntó mirándola con una expresión en el rostro que Scully no supo descifrar. 
S: No lo creo, simplemente me desperté y ya no pude volver a dormir. 
M: Bueno, espero que no se te esté contagiando mi insomnio. Pongámonos a trabajar, tenemos un par de informes que terminar y seguro Skinner los querrá para hoy ¿Te parece bien? 
S: Por supuesto no quiero que nos vuelvan a regañar por entregar el trabajo fuera de término. 
 
Se pusieron a revisar las notas y todo lo referente al caso del que tenían que elaborar el informe, a simple vista parecía que todo había vuelto a la normalidad, pero se notaba cierta tensión en el ambiente y Scully sentía que cuanto más tiempo dejara pasar sin hablar de ello, peor sería. No se podían mirar a los ojos, si se levantaban y se chocaban o si sus manos se rozaban al tomar algo del mismo sitio, reaccionaban como si hubieran tocado un hierro candente. Cada vez que levantaba la mirada, se encontraba con los ojos de Mulder clavados en ella, mirándola con una expresión extraña, mezcla de deseo y algo más que no sabría definir. Cuando ya no pudo soportar los suspiros pesados de su compañero, Scully supo que había llegado el momento de aclarar las cosas, ya no podían seguir ignorando lo que había pasado, esta vez no se trataba de un beso perdido a mitad de camino. 
Dejó los papeles que estaba leyendo y lo miró. 
 
S: ¡Mulder, esto no puede seguir así! – le soltó sin más, por lo que él la miró sorprendido. 
M: ¿De qué hablas? 
S: De nosotros, tú y yo, ¿Qué es lo que nos pasa? 
M: Bueno, yo…creo que – Mulder no sabía que decir, la actitud de ella lo asombraba, nunca pensó que sería ella la que sacara el tema y no estaba preparado para responder, no podía decirle que los celos lo carcomían por dentro, no sin exponer sus sentimientos. 
S: Es que no lo entiendo, Mulder, hace apenas un mes nos entendíamos como ninguna otra pareja de agentes, jamás habíamos discutido como lo hicimos la última vez – todavía no se atrevía a tocar el tema que más la inquietaba. 
M: Mira, realmente lamento las cosas que te dije. – así que por ahí venía la cosa, se sintió desilusionado – me sentía molesto, creo que no me sienta bien trabajar sin ti. 
S: Yo también lo siento, es que me asombró que no me avisaras que te habían golpeado. 
M: Lo sé, y lo lamento, de veras – de repente sintió la necesidad de llevar la conversación al plano personal y tras un breve silencio preguntó - ¿Hay algo entre tú y el Agente Mc Kenzie? – los ojos de ella llamearon, ¡Demonios! Debería haber sido menos directo. 
M: ¿Y entre tú y la Agente Davis? – Mulder abrió la boca para decir algo, pero unos golpes en la puerta se lo impidieron, ésta se abrió y ambos se volvieron a mirar quien entraba con gesto de fastidio. April Davis asomó la cabeza en el interior de la oficina. “¡Genial! La señorita curvas en persona”, pensó Scully, que mujer más inoportuna. 
 
A: ¡Buenos días! – saludó con una sonrisa brillante y los ojos clavados en Mulder. 
M: ¡April! ¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo aquí? – se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla, un beso que duró demasiado para el gusto de Scully. 
A: Bueno, me gustaría decir que es una visita de cortesía, pero lamentablemente necesito tu ayuda otra vez, y la suya también Agente Scully – se volvió a mirarla por primera vez desde que había llegado. 
S: ¿De que forma puedo serle útil, Agente Davis? ¿Necesita que realice una autopsia? – Practicarte una autopsia a ti sería lo único que me devolvería el buen humor. 
A: No, en realidad, mi informante en el caso en el que Mulder me ayudó, me dijo que hay otro Agente del FBI implicado en ese asunto, me ha dado el nombre, es alguien de estas oficinas, Skinner nos espera a los tres en su despacho. 
M: Está bien, vamos – dijo, y sin mirar a Scully tomó su chaqueta y salió camino al ascensor. 
 
En el trayecto hasta el despacho de su jefe, Muder no dejaba de pensar en la conversación que April había interrumpido, lo salvó de confesarle a Scully todo lo que sentía por ella, aunque no sabía si le había hecho un favor, tal vez ya fuera hora de tomar el riesgo, decirle que la amaba y ver cómo reaccionaba ella. 
 
Por su parte, Scully estaba que se moría de los celos, desde que April apareció, Mulder la ignoraba completamente, sólo le hablaba a la otra Agente, claro, ella no tenía idea de que iba el caso en el que habían trabajado. Y para colmo, la otra mujer le dejó muy claro que era Skinner el que requería la presencia de los tres, porque si fuera por ella, sólo habrían llamado a Mulder. ¡La ponía verde la forma en la que se acercaba a él para hablarle! ¡Cielos! Estaba enferma de celos. 
 
Llegaron al despacho de Skinner y la secretaria no los hizo esperar. El Director Adjunto los saludó y fue directo al punto. 
 
Sk: Agentes, como ya les informó la Agente Davis, tenemos otro traidor dentro del FBI, el Agente Steven Grant aparentemente ha estado trabajando para el crimen organizado, la información es de una fuente confiable, así que tenemos que actuar pronto. 
S: ¿Qué es lo que quiere que hagamos, señor? 
Sk: Lo que necesito de ustedes es que vengan con la Agente Davis y conmigo como apoyo, lo vamos a interrogar, pero si se da cuenta de que ya casi lo tenemos, se puede volver peligroso. Ustedes sólo tienen que actuar en caso de que algo salga mal. 
M: Por supuesto, señor. 
Sk: Bien, hagámoslo – Skinner se puso de pie y los cuatro salieron del despacho en dirección a la oficina de Steven Grant. 
 
Skinner golpeó la puerta de la oficina y entró. El Agente estaba sentado frente a su escritorio trabajando en su computadora portátil. Levantó la vista y su expresión se tornó nerviosa al ver a Skinner. Pero lo disimuló en seguida. 
 
Sk: Agente Grant, necesitamos hacerle unas preguntas, ¿puede venir con nosotros? 
G: Bueno, estoy un poco ocupado – dijo con nerviosismo. 
A: Serán sólo unos minutos, no se preocupe, podrá volver a su trabajo en seguida – Steven Grant la miraba con desconfianza. 
Sk: Es importante, Agente!!! – la forma en que lo dijo no dejó lugar a dudas de que no era un pedido. 
G: Si, por supuesto, señor. 
 
Salieron todos de la oficina, lo interrogarían en una sala dos pisos más arriba. 
Mulder iba junto a April, y Grant caminaba entre Scully y Skinner. En dirección contraria, Julian Mc Kenzie avanzaba hacia ellos, saludó a Scully y le sonrió, ella le devolvió el saludo, por lo que el tirón que sintió en su brazo la tomó desprevenida. Grant había sacado su arma y tomando a Scully por el brazo la atrajo hacia si, apretándola por el cuello mientras le apuntaba a la cabeza. Todos se quedaron inmóviles. El primero en reaccionar fue Mulder, que dio un paso adelante con la intención de abalanzarse sobre el tipo, pero Skinner lo detuvo sujetándolo del hombro. 
 
Sk: No cometa una locura, Agente. 
G: No voy a ir a la cárcel. Lo que voy a hacer es salir de aquí, y la pelirroja vendrá conmigo – Julian se adelantó unos pasos y le habló con suavidad. 
J: Agente, suéltela, llevársela es un delito federal, usted lo sabe, y sabe que se puede pagar con la muerte. 
G: Ni soñarlo, amigo, ella es mi seguro de viaje – mientras hablaba apretaba el cañón de la pistola contra la sien de Scully, ésta se removió inquieta. Grant comenzó a caminar hacia el ascensor sin dejar de mirar para todos lados. 
M: ¡Si le tocas un solo pelo te mataré bastaro! ¿Me oyes? – gritó fuera de si, Skinner y April lo sostenían para que no saliera detrás de Grant. 
El Agente entró al ascensor con Scully como rehén, en cuanto la puerta se cerró, Mulder salió disparado hacia las escaleras. Detrás iban los otros tres. 
Llegó al estacionamiento del edificio sin aire, apuntando su arma hacia delante, después de unos minutos de buscar en todas direcciones, los divisó cerca del coche de Scully, ella se retorcía tratando de liberarse, Grant la golpeó con fuerza en el rostro haciéndola caer al suelo, Mulder se acercó todo lo que pudo apretando los dientes. 
 
M: Déjala ir, no compliques más tu situación. 
G: ¿La quieres Agente? – Preguntó apuntándole a él mientras la levantaba del suelo jalándole el cabello – Tómala – la empujó hacia Mulder, ella cayó al suelo otra vez y se escuchó un disparo, Mulder corrió hacia Scully, mientras Grant caía al piso, detrás de él Skinner le apuntaba dispuesto a disparar de nuevo, Julian y April estaban con él. 
Mulder levantó a Scully con cuidado y la tomó entre sus brazos. 
 
M: ¿Estás bien? – le temblaba la voz. 
S: Sí, sólo me ha golpeado, nada de que preocuparse – se sentía tan bien entre sus brazos, tan segura, se acurrucó más contra su pecho y él le acarició el pelo con ternura, un carraspeo los trajo a la realidad, Skinner estaba junto a ellos. 
Sk: ¿Se encuentra bien, Agente Scully? - sus ojos expresaban preocupación 
S: Si, señor, gracias – le sonrió débilmente. 
Sk: De todas formas llamaré una ambulancia, debe verla un médico. 
S: No será necesario, sólo quiero ir a casa y descansar. 
M: No, primero debes ver a un doctor, si no quieres una ambulancia yo te llevaré – se veía tan preocupado que ella no tuvo fuerzas para protestar. 
S: Está bien, si eso te deja más tranquilo. 
M: Bien, pero antes debo hacer una cosa – bajo su preciosa y se acercó a Grant que estaba esposado y era sujetado con brusquedad por Julian y le propinó un puñetazo en el estómago – Te dije que no le tocaras un solo pelo, basura, agradece que no te puedo matar. 
 
 
Departamento de Scully 8.05 p. m.  
 
Scully se estaba duchando, y disfrutando de un momento de paz, desde que llegaron del hospital, Mulder no había dejado de dar vueltas alrededor de ella, como si temiera que se derrumbara en cualquier instante, por un momento creyó que la seguiría hasta la ducha, “Eso no hubiera estado mal”, pensó con una sonrisa, pero le resultaba extraño su comportamiento, el médico dijo que no tenía nada, sólo eran unos moretones y un leve corte en el labio inferior, apenas un rasguño. Pensando todavía en la extraña actitud de su compañero, salió de la ducha y se envolvió en su bata de baño, se dirigió al cuarto por ropa interior limpia y su pijama de seda azul. 
 
Mulder esperaba la pizza que había encargado por teléfono sentado en el sofá a rayas de la sala de su compañera, tenía la mirada llena de preocupación, otra vez estuvo a punto de perderla, ¡Dios!, si sólo de recordar se le anudaba el estómago, cada vez que cerraba los ojos veía el cañón de la pistola de Grant presionando contra la sien de Scully. ¿Y si la próxima vez no lograba ayudarla? ¿Si la perdía? No, esa no era una opción, no debía pensar en eso, en lo que debía pensar era en cómo le diría lo que sentía por ella. Porque debía hacerlo, ya no importaba la reacción de ella, lo único que sabía era que no podía aguantar mucho tiempo más escondiendo sus sentimientos. 
Cuando Scully apareció en la sala, la pizza ya había llegado y la mesa estaba dispuesta para dos. 
 
S: ¡Cuánto esmero, Mulder! Creí que cenaríamos en la sala, frente al televisor – lo miró con una sonrisa de agradecimiento - ¿Qué celebramos? 
M: Que las cosas hayan salido casi perfectas para ti hoy – aun la miraba con preocupación por lo que ella preguntó extrañada. 
S: ¿Por qué dices “casi perfectas”, Mulder? Estoy viva, yo diría que eso es perfecto. 
M: Pero otra vez te lastimaron, te golpearon, tienes moretones, y yo no puedo soportar que te lastimen – la voz se le quebraba y sus ojos estaban húmedos por las lágrimas que no quería derramar. 
S: ¡Hey! No te pongas así – le dijo tomándolo de las manos y llevándolo hasta el sofá para sentarse. 
M: Es que no puedo ponerme de otra forma – dijo mientras se llevaba una de las manos de ella hasta los labios y la besaba con ternura, para luego apoyar su mejilla contra la palma. 
Ella lo miraba sorprendida, nunca lo había visto tan preocupado, era verdad que él siempre se preocupaba por demás cuando algo le pasaba a ella, pero esta vez era diferente, no sabía qué, pero lo era. 
Tomó su cara con ambas manos y lo miró directo a los ojos. 
S: Estoy bien, Mulder – le dijo con dulzura mientras le acariciaba las mejillas con los pulgares. Él le dedicó una sonrisa triste. 
M: Tú siempre dices eso, y muchas veces sé que no es verdad – ella bajó la mirada. 
S: Pero esta vez si lo es, el médico lo dijo delante de ti, no comprendo lo que te sucede. 
Él se acercó más a ella y la abrazó, estrechándola fuerte entre sus brazos como si temiera que ella fuera una ilusión. Scully sentía que si no se soltaba se asfixiaría, así que lo apartó un poco, suavemente, para mirarlo a la cara, y lo que vio la dejó por completo sin habla, él estaba llorando, las lágrimas le corrían por las mejillas como ríos. 
S: Mulder… - susurró secándole el rostro con los dedos.  
M: Lo que no entiendes – le dijo apoyando su frente en la de ella – es que me moriría si algo te pasara – se separó un poco y la miró – ¿No te das cuenta de que no soy nada sin ti? Te necesito, Scully, no quiero perderte. 
 
 
De repente el poco espacio que los separaba dejó de existir, de la misma manera que dejó de existir el mundo cuando sus bocas se fundieron en un beso cálido y a la vez, lleno de urgencia, de necesidad, Mulder pensó que los labios de Scully sabían a miel, pasó su lengua sobre ellos, los saboreó con infinita ternura, ella abrió la boca para permitir la invasión de su lengua rugosa, que se entrelazó con la suya y exploró cada centímetro del cálido interior. Se separaron un instante para respirar y Mulder la miró con una pregunta escrita en el rostro, ella lo besó otra vez como única respuesta. Él se puso de pie, la tomó en brazos y se dirigió a la habitación, una vez allí la depositó con cuidado en el suelo y la besó, ahora con pasión, mientras le desprendía los botones del pijama con lentitud y deslizaba la prenda por sus hombros, hasta que fue a parar al suelo, a los pies de Scully, ella le aflojó la corbata y se la quitó, luego, lenta y sensualmente le fue desprendiendo la camisa hasta que su torso musculoso quedó expuesto ante sus ojos, lo contempló maravillada mientras deslizaba las manos por su pecho, se acercó hasta que sus labios se posaron ahí, comenzó depositando pequeños besos húmedos por todo el pecho de él, luego sacó la lengua y lo recorrió, sembrando un camino ardiente ahí donde lamía, Mulder suspiró pesadamente, ella levantó la cabeza, se puso en puntas de pie y lo besó con dulzura, pasando los brazos alrededor de su cuello, él la alzó y la acostó sobre la cama, se quitó la camisa y se reunió con ella, besó su cuello, lo mordisqueó y enterró la cara en el valle entre sus senos, los acarició y los besó por sobre el satén del sujetador, su boca descendió por su estómago hasta encontrarse con la cinturilla del pijama, metió los dedos debajo del elástico y se tomó todo el tiempo del mundo para deslizar el pantalón por las caderas y las piernas de Scully hasta que finalmente se los quitó, luego hizo el mismo recorrido a la inversa, besándole las piernas y el interior de los muslos, volvió a besar su estómago deteniéndose a jugar un momento con el hueco de su ombligo, ella sólo podía gemir sin control, cuando llegó hasta sus senos los cubrió con las manos, abrió el broche delantero del sujetador color marfil y lo apartó para acariciar los sonrosados y erectos pezones con los pulgares, mientras miraba embelezado el rostro ruborizado de ella, sus cabellos rojos esparcidos sobre la almohada, su piel marfilina en contraste con la suya un poco más morena, ¡Cielos! ¡Cuánto la amaba! 
M: ¡Dios mío! ¡Eres tan hermosa, Scully! – y su boca se apoderó de un pezón, lo succionó con delicadeza, lo lamió con reverencia, luego hizo lo mismo con el otro, Scully hundió los dedos en su pelo, y jadeó. 
S: Mulder, quiero tocarte, necesito sentir tu piel bajo mis manos – él se incorporó y se desvistió por completo, ella se arrodilló sobre la cama y lo atrajo hacia si tumbándolo sobre las almohadas, le recorrió el cuerpo con besos y suaves caricias, trazó círculos con la lengua sobre su musculoso abdomen, hasta que envolvió su masculinidad con una mano, Mulder soltó un gemido ahogado, ella comenzó a mover su mano de arriba abajo, el sólo gemía y murmuraba su nombre como una plegaria, cuando creyó que ya no resistiría más, Scully se apiadó de él y cesó sus caricias, Mulder la atrajo por la cintura la recostó de espaldas y le susurró al oído 
M: ¡Te he amado por tanto tiempo, Scully! – atrapó entre sus labios el lóbulo de la oreja mientras una mano descendía hasta la mata de rizos rojizos, introdujo un dedo dentro de ella, que jadeó contra el cuello de él, estaba húmeda y caliente, acarició el pequeño nudo de nervios con el pulgar, sin sacar su otro dedo de su interior. 
M: ¿Sabes cuántas veces es soñado contigo así? ¿Cuántas veces he deseado escucharte decir mi nombre entre gemidos? – ella negó con la cabeza, incapaz de emitir sonido. – Muchas, Scully, demasiadas, quiero que sea real, dilo, di mi nombre – la suavidad de su voz no ocultaba la ansiedad de su rostro. 
S: ¡Mulder! – dijo con voz ronca, entonces el se deslizó hacia abajo y su cara se perdió entre las piernas de ella, su lengua se introdujo en su humedad una y otra vez, lamió, succionó hasta casi hacerla estallar en llamas, cuando estaba al borde del abismo, ella tiró de su cabeza indicándole que parara, él la miró. 
S: Quiero que esta vez estés dentro de mi, Mulder, quiero sentirte en mi interior cuando llegue. – él subió hasta que sus frentes se tocaron y susurró contra su boca. 
M: ¿Me quieres dentro? – Ella asintió, Mulder gimió - ¡Dios! Me moría de celos al imaginarte con Julian – se movía con sensualidad, arriba y abajo, levemente, rozando con su dureza la feminidad de ella. 
S: Entre el y yo no hay nada - dijo entre jadeos. 
M: ¿Por qué? – preguntó sin dejar de moverse. 
S: Porque yo… te amo – y él la penetró soltando un gemido, durante un momento se quedó quieto, sintiendo cómo su sexo era rodeado por la calidez del interior de ella, comenzó a moverse suavemente, a un ritmo lento, ella movía la cabeza de un lado a otro sobre la almohada, levantó las caderas, urgiéndolo a incrementar el ritmo, Mulder parecía no tener prisa, mientras que ella estaba apunto de explotar. 
S: Mulder, ¡por favor! – dijo arrastrando las palabras 
M: Dilo otra vez, Scully – pidió saliendo de ella por completo y volviendo a entrar – Dime de nuevo que me amas. – tenía los dientes apretados, también estaba a punto de perder el control. 
S: ¡Te amo! – sus palabras fueron todo lo que él necesitaba, comenzó a embestir cada vez más rápido, con más fuerza, entraba y salía de ella, cada vez mas cerca de la cima, hasta que el placer fue imposible de soportar, la sintió estallar mientras gemía su nombre. 
M: ¡¡¡Dios, Scully, te amo!!! – se derramó dentro de ella con grito liberador 
 
Continuara................. 
 
 

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