fanfic_name = PASIÓN EN GAJOS
author = Dana69
dedicate = A todos
los que dediqueis unos minutos a leerlo. A todos y cada uno
de los que me apoyan a seguir escribiendo. Un besete a todos y GRACIAS.
Rating = sleeping_bags
Type = Romance
fanfic = PASIÓN EN GAJOS
- Al infierno Mulder. Vete al infierno.
Cierro la puerta
tras de mí con furia, haciendo temblar las paredes. Salgo del
edificio en dirección a mi casa. Estoy furiosa, y todo lo que me rodea
solo
consigue irritarme más. "¿Pero quién se ha creido
que es? Solo es mi compañero,
por desgracia, sí, pero solo es eso. ¡ESPIARME! ¡A MI! Todo
esto es culpa de
esos tres payasos. Ahora mismo les sacaría los ojos."
Saco la cabeza
por la ventanilla a la vez que presiono el cláxon con
insistencia.
- ¿Quieres apartar tu coche de ahí? ¿Acaso te crees que la calle es tuya?
"¡Maldito
imbecil!" Por fin mueve su coche, justo cuando se cierra el
semáforo.
- ¡Mierda!
Consigo llegar
a mi casa sin matar a nadie, y no ha sido por falta de ganas.
Desde que cierro la puerta comienzo a quitarme la ropa, creando un sendero de
tela hasta la habitación, y de ahí al baño.
El agua resbala
por mi cuerpo cubriéndolo de relajación, serenidad y calma. Lo
necesitaba. Mis manos lo enjabonan, ocultándolo bajo una delicada capa
de
espuma. Apoyada contra la pared dejo que el agua me recorra entera, que intente
eliminar toda la rabia contenida. Lo consigue, me transporta hasta una enorme
cama con suaves sábanas blancas que acarician la desnudez de mi cuerpo,
mientras le veo acercarse.
Con el cierre del
grifo vuelvo a la realidad. "Ya te vale Dana, cabreo
monumental el que tienes y pensando en él, en ti, en ambos."
Me cubro con el
albornoz y seco levemente mi pelo con una toalla. Un rugido
interno, procedente de la boca de mi estómago, me recuerda que son las
cuatro
de la tarde y aún no he comido.
Voy hasta la cocina y abro la nevera buscando algo rápido que llevarme
a la
boca. En ese momento unos golpes en la puerta desvían mi mente, de la
necesidad
de comida, a la necesidad de él.
Mulder.
Llego hasta la
puerta y observo por la mirilla. El. Siempre él. En mi puerta,
en mi casa, en la oficina, en mi mente, en mi corazón, en mi vida…
Mi vida. El.
Continúa
golpeando la puerta mientras mi nombre brota de sus labios una y otra
vez. Abro. Me mira. Le miro. Nos miramos, fundiéndonos, retándonos,
deseándonos…
- ¿ No estabas en el infierno? Creí haberte mandado allí.
- Puedo pasar Scully.
Me retiro de la
puerta permitiéndole la entrada."En el fondo sabes que no
puedes estar sin él." Como si pensara que puedo cambiar de opinión
entra
rapidamente, sin detenerse hasta quedar frente al sofá. Se gira, dejándose
caer
sobre el respaldo, lentamente, controlando la distancia con ambas manos.
Me mira, se que
lo hace, aunque yo no pueda verlo. He vuelto a la cocina para
prepararme algo. Finalmente opto por un sandwich.
- Siento interrumpirte la comida Scully.
- Mientras no hagas que se me indigeste. ¿Quiéres tomar algo? Tengo cicuta.
- Oye Scully, he venido a disculparme, y no me lo estas poniendo nada facil.
- ¿ Y por
qué habría de hacerlo? ¿Por qué es lo que hago siempre?
Ponértelo
facil. Pués se acabo te enteras, se acabo.
- Ahhh!! ¿
Y se puede saber qué es lo que me pones tan facil ? -
sarcásticamente - Porque yo opino todo lo contrario.
- Tu puedes opinar lo que quieras. Siempre lo haces.
Me siento en el
sofá dándole la espalda. Se incorpora dirigiéndose hasta
mí.
Con pasos lentos recorre la distancia que nos separa, hasta sentarse a mi lado.
Demasiado cerca para mis hormonas.
- Scully lo siento, fui un perfecto idiota, pero es que…
- ¿Es que qué Mulder?
- Pués que los chicos me dijeron...
- Pues que los chicos me dijeron… Pues que los chicos me dijeron…
- ¿Scully me estas haciendo burla?
- Sí Mulder,
y es poco para todo lo que quisiera hacerte en este momento.
"Obscenidades aparte"
Agacha la cabeza
hasta enterrarla entre sus manos. Permanecemos callados
durante unos minutos, minutos que aprovecho para terminar el sandwich.
- Scully, me equivoque.
- Ese es el problema Mulder, que te crees todo lo que te dicen.
- Scully pero te viéron.
- ¿Me has
preguntado? A MI, tu compañera!! Crees todo lo que otros te cuentan,
excepto a mi. ¿Qué me viéron Mulder? ¿Qué
viéron? Ni siquiera me preguntaste,
diste por hecho algo que no era. Por algo que te dijeron, algo que viéron.
Ni
siquiera lo has querido escuchar de mi boca.
- Cuéntamelo Scully, cuéntamelo.
- No me apetece Mulder. Ahora no.
- ¿Por qué no? ¿Por qué ahora no?
-Porque es tarde, en muchos sentidos.
Me mira. Esta confuso,
triste, arrepentido y quizá solo quizá derrotado. Mulder
no es de los que si rinden facilmente, creo que todo lo contrario. Pero, en
cuanto a temas personales se refiere, sobre todo si tienen que ver conmigo,
es
conformista. Acepta mis "estoy bien Mulder" "no ocurre nada Mulder"
, sin
cuestionarlos demasiado, por lo menos de cara a mí.
Me levanto dirigiéndome
hacia un claro objetivo, mi nevera. La abro en busca de
algo de fruta. Entre la variedad que encuentro me decanto por una naranja. Al
girarme para cerrar la puerta me lo encuentro detrás de mí, pegado
a mí, tan
cerca que me sobresalto.
- ¡Dios Mulder, no hagas eso!
- ¿Hacer qué?
- Esto, asustarme de esta manera.
Se acerca. Más. Un poco más.
Retrocedo, un paso,
dos, hasta que mi espalda topa contra la nevera abierta. No
se que siento. Frío. Calor. Mulder tan cerca me quema. Ni siquiera el
frío,
colándose por la parte baja de mi atuendo, impide que mi rostro se torne
de un
color cada vez más parecido al del corazón. Rojo pasión.
El rojo de la sangre
que normalmente fluye por mis venas, pero que en este momento dudo de que lo
haga.
- Celos Scully.
"¿Qué?
¿Qué es esto? ¿Celos? ¿Qué celos?" Mulder
rozándome, presionándome,
arrinconándome. El macho ha salido de caza y yo soy su presa.
- Mulder ¿Qué pretendes? Apartate.
- No.
Una única
palabra y me desarma, me descoloca. Noto como mis neuronas me estan
abandonando por momentos.
Trato de salir
de mi prisión. Sus brazos, barrotes seguros, firmes, forjados
con dolor e incorrompibles pese al paso del tiempo. No los mueve, se mantiene
en su propósito de volverme loca, de aturdirme, de vencerme.
"¿Derrotado?
Jamás" Ni si quiera se como hace unos minutos pudo pasárseme
por
la cabeza.
Mis manos se posan
sobre sus brazos tratando de moverlos. Imposible. Su fuerza
contra la mía. David contra Goliat.
Forcejeo. "¿Forcejeo?
¿Con Mulder? Surrealista" Su mirada permanece clavada en
la mía, impasible, al igual que sus movimientos, seguros.
- ¡Mulder basta! ¡Dejame!
- No. No, hasta
que me lo cuentes. No, hasta oirlo de tu boca. No, hasta que
aceptes mis disculpas. No, hasta que aclaremos esto.
Trato de escabullirme
bajo sus brazos pero me detiene agarrándome por las
muñecas, esposándome a sus manos.
"Adios a la naranja. Adios autocontrol. Bienvenida excitación."
Contra el armario.
Ahí es donde termina nuestra unión. La unión forzada de
nuestras manos. Mis brazos elevándose sobre mí, sujetos por los
suyos, bajo los
suyos. Su cuerpo pegado al mío, tan pegado que ni siquiera una brizna
de aire
podría deslizarse entre ambos. Siento el calor y la dureza de su erección
presionando contra mí. "¿Erección? Dios esta tan excitado
como yo. Quién no se
consuela es porque no quiere"
El frío
gélido que desprende la nevera abierta no es suficiente para enfriar
el
calor que yace en mi interior, como un volcán a punto de entrar en erupción.
La
excitación palpitando entre mis piernas. "Esto no puede terminar
bien Dana"
Intento recuperar
mi autocontrol, ese que hace rato se fue a paseo, y presiento
que él intenta lo mismo. Lo esta consiguiendo. Sus manos aflojan mis
muñecas,
deslizándolas después a lo largo de mis brazos, hasta posarlas
sobre mi
cintura.
Me mira durante
unos instantes, antes de atraerme de nuevo hacia él, pero esta
vez suavemente, delicadamente, como quién transporta un jarron de la
más
hermosa y delicada porcelana que pudiera quebrarse. Me envuelve en su abrazo
hundiendo su rostro en mi cuello.
- Perdoname Scully, por todo. Siento que estoy fuera de mí.
Dejo que me abrace.
Nuevamente en su prisión, pero esta vez una prisión dulce y
cálida. Una prisión en la que voluntariamente me encerraría
para toda la
eternidad.
Tempestad y calma. Pasión y razón. Guerra y paz. Todo o nada. Mulder.
- Tranquilo.
Y aquí estoy
yo, la que supuestamente estaba enfadada hasta las cejas,
acariciando su pelo a la vez que nos mecemos suavemente de lado a lado. "Eres
helado al calor de una hoguera Dana, a su lado te derrites."
Me separa levemente
de él agarrandome por la cintura. Sus manos ascienden desde
ella a lo largo de mis brazos con una tranquilidad pasmosa. Se detienen en mi
cuello, recorriéndo sus laterales. Sus pulgares se posan bajo mi barbilla
elevando mi rostro hasta perderme en su mirada. Ascienden hasta mis labios,
definiéndolos desde los extremos hasta detenerse en el centro de ellos.
Y él,
avanzando.
"Ya esta,
ahora es cuando le mato y después me suicido." Sus labios se posan
sobre SUS DEDOS, esos dedos que están sobre los míos. Matador.
Le siento tan
cerca, pero apenas si me roza, apenas si hay contacto entre nuestras bocas.
"Nota mental: cortarle los dedos." Su frente se apoya sobre la mía.
La
frustración se apodera de mí. Siempre así, siempre a un
paso antes del
retroceso. "Dios, voy a volverme loca. Creo estar sobre una nube, pero
porque
¡Ambos somos peor que los osos amorosos!"
Vuelve a separarse
de mí. Estamos siempre en un continuo ir y venir, una
incesante provocación, una invitación nunca aceptada, una región
jamás
conquistada. Dos polos opuestos que se atraen. Dos iguales que se repelen.
Acaricia el contorno
de mi rostro antes de que sus manos desciendan nuevamente
por mis brazos, hasta entrelazarlas con las mías. "Arriba y abajo.
Subir y
bajar, eso lo conoce. Me pregunto si conocera tanbién el uso de dentro
y
fuera"
- Me lo contarás Scully.
" ¡Ja!
Un besito en SUS DEDOS, y ya se cree que se lo voy a contar. Necesito
más que eso Mulder para abrir la boca, o quizá menos, pero eso
ahora no viene
al caso."
Control, orden,
razón. Recuperadas. Separo nuestras manos. Sin decir nada me
giro y cierro la nevera, antes de volverle a encarar.
- No.
Ahí esta.
Esa cara que me hace sentir la peor persona sobre la faz de la
tierra. Esa cara con la que consigue que acepte todo cuanto me propone. Esa
cara por la que en más de una, que digo una, miles de ocasiones nos ha
llevado
a meternos en lios. Esa cara, que hoy no te funcionara Mulder. Hoy no. Hoy me
darás algo a cambio.
- Celos Mulder. Antes me explicarás eso.
Mi vista busca
inquieta la pieza de fruta. La localizo más allá de la mitad de
la cocina. Me acerco a recogerla. Mulder continua parado, no ha movido ni un
solo músculo. Ausente, su actitud se ha tornado ausente. No se donde
esta, pero
debe ser muy lejos de aquí. Termino de pelar la naranja. Separo uno a
uno todos
los gajos colocándolos en un plato. Me acerco hasta él y poso
la mano sobre su
hombro, mirándole de soslayo.
- Sentémonos.
Ambos nos dirigimos
de nuevo hacia el sofá. Uno frente a otro, pero sin
mirarnos. El tiene fija la mirada en algún punto entre el ordenador y
la
ventana. Yo, en cambio, trato de ser selectiva a la hora de escoger el primero
de los gajos que llevarme a la boca.
- Es por tu culpa Scully.
Petrificada, así
es como me quedo. Bueno no así exactamente, antes casi me
atraganto con uno de los gajos. "Esto es el colmo"
- ¿Qué?
- Lo que he dicho.
Me dices que te escuche, que oiga tu versión, pero no me la
cuentas. Me lo ocultaste desde el principio. ¿Qué quieres que
piense? No pienso
Scully, solo siento.
- ¿Qué?
"¿Qué?
¿Qué? ¿Es lo mejor que se te ocurre? Le tenías que
haber vuelto a mandar
al infierno, pero esta vez solo con billete de ida."
- Llevas tres días
quedándo con un tal Dennis Douglas, Scully. ¿Me dirás por
fin quién es?
- ¡Mulder!
¡¡Me has estado espiando y todavía me lo dices como si fuera
algo de
lo más lógico!!
- Scully me preocupo por ti.
- ¡¡Y una mierda Mulder!!
- ¡¡¿¿Scully??!!
- ¡¡¿¿Mulder??!!
Nuestras miradas
se cruzan desafiándose, retándose. La lucha interior de cada
uno queda relegada a un segundo plano, para cargar contra el otro.
- Scully. Se que
ese D.D es un policía de Chicago. Cada vez que te has reunido
con él ha sido después del trabajo, y siempre ibas con algún
expediente. No me
hubiera enterado de no ser por los chicos, que casualmente te vierón
una de las
tardes. No entiendo porque no me lo dijiste Scully.
"¿D.D?
¿Quién coño es D.D? ¡ Ahhh, sí, Dennis! ¡¡Joder
Mulder, con tanto
circunloquio me pierdo!!"
- Mulder, eres un paranoico.
- ¿Es todo lo que vas a decirme Scully?
- No. También eres un perfecto idiota, como bien antes has dicho tú.
- Scully…
- ¡ Callate
Mulder ! Dennis, es hijo de una amiga de mi madre. El mes pasado
pidió el traslado a Washington porque su madre esta enferma. La mía,
me pidió
que le ayudara a instalarse, y eso era lo que hacía. Los supuestos expedientes
eran simplemente alquileres que recopile por internet, en distintas zonas de
la
ciudad y otrás cosas que considere que le servirían de ayuda.
Sonríe.
"¿Por qué leches sonríe?" Se levanta y se acerca
a mí, sentándose a mi
lado, cerca, muy cerca.
- Mulder, lo que
me ha molestado han sido tus maneras en el despacho. En lugar
de preguntarme o contarme lo que te habían dicho esos tres…
¡payasos!,
abordas el tema con desconfianza. Scully, ¿Me contarás el caso
que investigas
SOLA cuando lo resuelvas?
- Lo siento Scully, tienes razón, soy un idiota.
- Y un paranoico.
- Sí, y un paranoico.
Me llevo a la boca
el último de los gajos. Al morderlo, parte de su jugo se
desliza por la comisura de mis labios. Antes de que pueda levantar la mano para
limpiarme, él se me anticipa. Uno de sus dedos lo recoge, para después
llevarlo
hasta su boca. Lo chupa provocadoramente, mirándome mientras lo hace.
Paralizada, excitada, ensimismada. Yo.
- Cierra la boca Scully o tendre que seguir limpiándote.
"¡¡Maldito capullo!! ¡Ahora vas a ver!"
- ¿Celos Mulder?
- La verdad es que sí. Siento celos de ese medio gajo de naranja.
Odio. Eso es lo
que siento por él ahora mismo. Miento, no es odio, es
admiración. Siempre logra salir airoso de situaciones comprometidas,
como esta,
mientras yo, yo me enciendo. Termino siendo lo más parecido a un semaforo
en
rojo.
Acerco mi mano
hasta su boca con el objeto de sus celos, y lo introduzco en
ella. No se conforma con él, ya que se introduce mis dos dedos hasta
más de la
mitad de su longitud. Los lame, deleitándose en ellos, acariciándolos
con su
lengua.
" ¡¡Peligro!!
¡¡Peligro!! ¡¡Dios, si es capaz de hacerme sentir así
chupando
únicamente dos de mis dedos, que conseguirá con todo mi cuerpo!!"
Los retiro de su
boca para llevarmelos ahora a la mía. Probar su
sabor…Sabe a pipas, a sal, a naranja, a mí… Dulce
y salado se
mezclan en él creando una unión explosiva.
Ahora es su boca
la que se abre por momentos, escurriéndosele el escaso zumo
que permanecía en ella.
- Mulder, la mandíbula, se te va a desencajar.
"Scully 1 - Mulder 1"
Antes de que pueda
reaccionar mi rostro se pega al suyo. Mi lengua se pasea por
él, recorriendo el camino inverso que el zumo ha creado, hasta su boca,
apenas
rozándola.
Retrocedo. Le miro,
cosa que él no hace. Sus ojos permanecen cerrados y su
boca, pese a mi observación, sigue abierta.
"Scully 2 - Mulder 1"
Cuando me estoy
regodeando en mi victoria, me agarra por el cuello con
increible decisión y me besa. "Me besa. Me besa. Me besa. Me besa."
Creo estar
en el cielo. No, en el cielo no, en el infierno, me estoy quemando y sus besos
son pecado. "Hazme pecar Mulder. Haz que me condene."
En mi boca, en
la suya. La batalla que están entablando nuestras lenguas no
entiende de territorios ni fronteras.
Nos separamos unos
instantes, no por propia voluntad, sino por mandato de
nuestro cerebro, que reclama aire para nuestros pulmones. Me agarra por la
cintura sentándome a horcajadas sobre él. Volvemos a besarnos
mientras se libra
del cinturon de mi albornoz.
El tacto de sus
manos deslizándose por el lugar donde la espalda pierde su
casto nombre. Lo agarra con decisión, lo acaricia, lo recorre.
Sus manos memorizan
y exploran cada milimetro de mi piel, desde mi vientre
hasta el cuello, esquivando cualquier tipo de contacto con mi pecho, resbalando
por el camino que existe entre ellos. "¿La excitación tiene
limites? Acabo de
sobrepasar todos ellos."
Impaciencia. Deseo.
Cerca de mi cuello sus manos toman diferentes rumbos.
Derecha e izquierda, dos manos para dos hombros. El albornoz se desliza por
mi
cuerpo dejando frente a él toda mi desnudez.
" Veo que
te gusta lo que ves Mulder" Su mirada me acaricia de tal manera que
una explosión va a tener lugar entre mis piernas.
Mi adivino. Como
si experimentase mis sensaciones su mano va hacia mi sexo
invadiéndolo. Mis pechos en su boca alternativamente, a la vez que dos
de sus
dedos se introducen una y otra vez dentro de mi. Un tercero se recrea en el
exterior volviéndome loca.
Devoro sus labios
con furia, con pasión. Mis manos le desnudan
atropelladamente.
- Celos Scully…
Celos de que alguien… Alguien pudiera…
Pudiera tenerte así… Loco de celos…
Sus palabras se
mezclan con sus besos, jadeantes. Me incorporo para llevarme
conmigo sus pantalones. Entre sus piernas mis dientes tiran del elástico
de sus
boxers. La sola visión de la expresión de su rostro hace que disfrute
como el
mejor de los orgasmos.
Desnudo frente
a mí, para mí. Vuelvo a sentarme sobre él besando cada
centímetro de su piel, marcando mi territorio. "Mulder eres mío,
por fin"
- Scully…
Me reclama. Acudo.
Nuestro besos continuan mientras se instala en lo más
profundo de mi ser. Me penetra con sumo cuidado, con una delicadeza
desesperante. Incremento la balada de nuestros movimientos hasta convertirlos
en el rock más duro. La sinfonía de gemidos que invade la estancia
llega a su
nota más alta con nuestra mutua explosión. "¿Orgasmo?
No existía. ¡Lo acabamos
de inventar!"
- Scully, tendrás
más naranjas ¿No? Después de esto creo que necesitare
vitaminas.
- Necesitarás
más que una simple naranja, Mulder. Prepararemos una macedonia
para cenar.
-Tengo el lugar perfecto sobre el que servirla.
Su boca desciende hasta mi vientre, mordiéndolo entre rugido y rugido.
Fin.