fanfic_name = PASIONES ENCONTRADAS

chapter = CAPITULO CUARTO.TORRE DE NAIPES.

author = Dana69

dedicate = A todos los que lo leais. A mis amigas Moju, Sonia ,a Evi que la emociono el final del "Juguete" jiji y a Gema que es la que más me da la plasta para que escriba. A todos los que me dejabais comentarios a pie de relato una y otra vez, GRACIAS, Katherine_m_s, AnaScully69, Lylou ,KathScully,SpookyScully, issyx, chica_mulder, Dana84, lissi, caimaryx, ECA, DanaGilly , Dana Melissa, Cris_noplagia ,saria_ds ,Claireredfield , Meredith Scully, DanaLoveFox , arcadia-x , judymulder, aylarian, scully22, ChicaX, NikkyScully, Xgaddy, karly, Danakari y perdonad si me dejo a alguien pero mi despiste no me abandona nunca. Este capitulo va dirigido especialmente para acava, mi representante y sobre todo amiga, me encanto conocerte guapa. Espero que este os guste la mitad por lo menos que el anterior.

Rating = sleeping_bags

Type = Suspense

fanfic =

PASIONES ENCONTRADAS

Autor: Dana69

Disclaimer: Los personajes Mulder y Scully no son míos, son de CHRIS, bla bla bla... ¡¡Peeero los demas son de mi propiedad, a ver si solo va a poder tener él!!

Clasificación: XF, MSR, NR-18 y mas...

Spoilers: Nada de nada, solo lo que desprenden mis neuronas.

Dedicatorias: A todos los que lo leais. A mis amigas Moju, Sonia ,a Evi que la emociono el final del "Juguete" jiji y a Gema que es la que más me da la plasta para que escriba. A todos los que me dejabais comentarios a pie de relato una y otra vez, GRACIAS, Katherine_m_s, AnaScully69, Lylou ,KathScully,SpookyScully, issyx, chica_mulder, Dana84, lissi, caimaryx, ECA, DanaGilly , Dana Melissa, Cris_noplagia ,saria_ds ,Claireredfield , Meredith Scully, DanaLoveFox , arcadia-x , judymulder, aylarian, scully22, ChicaX, NikkyScully, Xgaddy, karly, Danakari y perdonad si me dejo a alguien pero mi despiste no me abandona nunca. Este capitulo va dirigido especialmente para acava, mi representante y sobre todo amiga, me encanto conocerte guapa. Espero que este os guste la mitad por lo menos que el anterior.

Feedback:chusi666ARROBAhotmail.com, ya sabeis tooodo lo que me querais decir y más...

Si noooooooooooooo me retrasare eternidades y eternidades en publicar EL FINAL, siiiiii este es el penúltimo capitulo jijiji!! Sigo amenazando. Que le voy a hacer tengo esa mania!!! De principio a fin!!

CAPITULO CUARTO. TORRE DE NAIPES

LEXINGTON AVENUE. NEW YORK

10 de Abril de 1984

12:15 de la mañana


Más de ocho meses habían pasado desde aquel fatal accidente donde sus vidas se separaron. Sentada en una mecedora veía los minutos pasar, era lo único que avanzaba en aquella existencia. Su vida permanecía inmóvil, solo su cuerpo se balanceaba día tras día sobre ese mueble que ya lo sentía como una prolongación de su propio cuerpo.

Tres intentos de suicidio frustrados por aquellos que la querían la hacían parecer una muerta en vida. No deseaba vivir, al menos no deseaba hacerlo sin él, sin el pilar que la sostenía. Ahora, sola, no lograba salir del abismo donde se hundió aquella noche y en el que cada día se adentraba un poco más.

Su familia, únicamente compuesta por su madre y su hermana vivían por y para ella. No la dejaban ni un momento sola. Habían logrado organizar su vida con arreglo a ella. Por las mañanas su madre era la que permanecía a su lado, mientras que por la tarde le tocaba el turno a su hermana.

Nancy había pasado a formar parte de la decoración, era como un mueble más en aquella casa en la que ahora vivían. Cuando la muerte de Michael tuvo lugar, ella intento por vez primera quitarse de en medio. Su madre pensó que lo mejor sería alejarla de todo lo que le recordaba a él, y eso suponía un cambio, no solo de residencia sino también de ciudad. Cuanto más lejos de sus recuerdos mejor.

Les llevo un par de meses organizarlo todo, pero al cabo de ellos toda su vida se traslado a New York, que mejor que a la otra punta del país.

Pero su madre no se dio cuenta de que el motivo de ese intento de suicidio fue el saber que estaba embarazada. Asumir la muerte de su amor, y dos semanas después su ginecólogo darle esa noticia fue algo que le cayo como un jarro de agua fría. Sus sentimientos se encontraron poniéndola en una encrucijada. Alegría y tristeza se debatían en su interior en un duelo que ella no estaba preparada para soportar. No supo como salir mas que de ese modo, abandonando este mundo y con ello el no tener que decidir sobre esa nueva vida que llevaba dentro.

El cambio de residencia no ayudo mucho. Nancy se había negado a comer, a hablar, a recuperarse, en definitiva a vivir. Y no lo solo se lo había negado a ella sino también al bebe que crecía en su interior. Era algo que no la importaba lo mas mínimo, solo pensaba en él, en Michael, solo quería volver a su lado, morir y unirse nuevamente a él.

Un mes después de comenzar su vida en New York lo volvió a intentar, un bote entero de pastillas sería suficiente. Por suerte su madre la sorprendió cuando se disponía a ingerir la cuarta de ellas. ¿Qué la llevo a intentarlo de nuevo? En si no era algo que se la pasara por la cabeza un día concreto, sino todos y cada uno de ellos, pero en esta ocasión fue el hecho de decirle a su madre que estaba embarazada. A duras penas conseguían que comiese y eso contrastaba con el hecho de que cada día su cuerpo engordaba un poco más. Nuevamente tomar una decisión, una conversación con su madre fue lo que la condujo a un estado de angustia que tampoco se sintió capaz de afrontar. En el hospital les dijeron que ni ella ni el bebe corrían ningún peligro, tres pastillas no les habían ocasionado ningún daño.

Nancy no tuvo que decírselo a su madre, se encargaron de hacerlo en el hospital. Nuevamente había evitado hacer frente a una decisión, tener que poner las cosas en claro en su vida. Se estaba acostumbrando a eso, a que los demás le resolvieran todos y cada uno de sus problemas, a que tomaran las decisiones por ella, y eso estaba muy lejos de ayudarla, al contrario cada vez la encerraba mas en si misma y la llevaba a recurrir a soluciones drásticas para arreglar lo que amenazaba con desestabilizarla aun más.

Su vida transcurría encerrada entre esas cuatro paredes todas las mañanas, excepto la hora en la que acudía a su psiquiatra. Por las tardes, su rutina cambiaba dando largos paseos junto a su hermana por Central Park. Esas salidas la ayudaban, respirar el aire fresco, el olor de una pequeña porción de naturaleza en plena ciudad la reconfortaba, aunque se negara a reconocerlo. Lo negaba a los que se preocupaban por ella y se lo negaba a si misma. ¿Por qué lo hacia? ¿Por qué se negaba a aceptar que eso la sentaba bien, que la hacia recuperar una mínima sensación de alegría? Se sentía culpable.

Culpable por vivir, culpable por seguir existiendo, culpable por no haber muerto con él. Su destino estaba junto a Michael, no en este mundo del que inevitablemente había seguido formando parte. Cada vez que se encontraba un poco mejor, cada vez que algo hacia aparecer en su rostro el atisbo de una sonrisa se sentía culpable. Era inevitable, ella logro sobrevivir y él no, y eso, pesaba sobre ella como una pesada losa.

Lo que experimenta una persona ante la perdida de otra es algo tan complejo que ni siquiera el mejor de los psiquiatras lograba ayudarla. Las sesiones se sucedían día tras día sin grandes progresos. Había ocasiones en las que su actitud mejoraba, se mostraba mas dispuesta a salir de la depresión en la que se encontraba sumida, pero también tenia días en los que parecía que disfrutaba recreándose en su dolor.

El tema principal del que habían tratado sus últimas sesiones era sobre el próximo nacimiento de su hijo. Era un asunto complejo, ¿Cómo cuidaría de él si no era capaz de cuidar de si misma? Eso para empezar, y continuando con el hecho de que ella no deseaba a ese bebe, pero para cuando fue capaz de darse cuenta de ello ya era demasiado tarde para interrumpir el embarazo.

Se encontraba en sus últimas tres semanas cuando no solo quiso terminar con él, sino con todo nuevamente. Un instante se había separado Hanna, su hermana, de ella y casi no logra llegar a tiempo de sujetarla cuando se disponía a saltar al vacío. Un minuto después y la hubiera encontrado formando parte del asfalto de la gran manzana.

Ella sabia que su bebe era lo único que le quedaba de Michael, debía quererlo, y lo quería si, pero no sabia si sería capaz de vivir a su lado. Levantarse cada mañana y verle, para ella, ahora, suponía una pesadilla. En el vería a Michael. Cada día ese niño la recordaría a su amor, y lo peor, el hecho de que ya no le tenia, de que ya no estaba a su lado.

¿Qué haría? Tendría que decidirlo después porque las primeras contracciones la anunciaban que el bebe se estaba preparando para venir a este mundo. Su madre acudió a sus llamadas y después de comprobar el tiempo entre una y otra contracción llamo a una ambulancia.

Ya en el hospital y mientras la dilatación se iba haciendo progresiva ella gritaba. Gritaba como solo una noche en toda su vida había gritado, la noche que ingreso en el hospital después del mortal accidente. No era extraño que los odiase.

Su madre sujetaba su mano tratando de infundirle calma inútilmente. Llego el momento, la dilatación era completa y el bebe quería salir. El medico la indicaba que respirase, que empujase, pero Nancy era muy joven y primeriza. Sus indicaciones le servían de bien poco, ella solo maldecía a todo aquel que le dirigía la palabra.

Exhausta se dejo caer sobre la cama cuando escucho por primera vez los lloros de su hijo. Lo había logrado, había traído una nueva vida al mundo. El medico comprobó que el bebe se encontraba perfectamente y le comunico a la madre que era un niño. Las enfermeras se encargaron de limpiarlo antes de entregárselo a Nancy, pero ella le rechazo, no quería verlo, no era capaz de enfrentarse a sus demonios.

Su madre lo acuno entre sus brazos y trato de que ella le mirase, de que viese lo hermoso que era, pero no lo logro, ella giro su rostro a la vez que sus ojos se cerraban.

Tres semanas después, Sarah y Nicholas Whyle, una joven pareja, estrechaba entre sus brazos al bebe de Nancy. La adopción se había completado.


RESIDENCIA DE DANA SCULLY

4 de Junio

2:45 de la madrugada

¿Qué es la vida sino una sucesión de momentos? Esa sucesión de momentos marcaba la noche que ambos estaban viviendo, la noche que durante tanto tiempo habían deseado tener.

Como pudo se escabullo de entre sus brazos, esquivando así su pregunta, dirigiéndose hacia el baño mientras él observaba cada uno de sus movimientos. Adivinaba su silueta bajo su propia camisa. Recordaba sus sinuosas curvas bajo aquel pedazo de tela que ocultaba su desnudez.

Para él Dana Scully era la mujer más sensual que existía sobre la faz de la tierra, vestida, desnuda, con su camisa, fuera lo que fuera que llevara puesto despertaba en él sus instintos más primitivos. Sus caderas oscilaban lentamente en cada uno de los pasos que la iban alejando de él. No podía moverse, no podía dejar de observarla. El era feliz con solo mirarla.

En ese momento se maldecía a si mismo por haber ido vestido, por tener allí esa camisa que ahora le impedía ver su maravilloso cuerpo. Su raciocinio regreso a él momentáneamente haciéndole comprender que sino fuera esa camisa ella se habría cubierto con cualquier otra prenda.

- ¿Por qué mi camisa? – susurro.

El creyó que lo había dicho para sus adentros, pero no fue así, sus palabras quebraron el silencio que reinaba en el dormitorio. Apenas si fueron un susurro, pero ella las escucho, llegaron hasta sus oídos como una pregunta de la que no se espera respuesta, como una duda personal que no aguarda ser resuelta. Pero le contesto.

- Para seguir cerca de ti.

Sus escuetas palabras surcaron el aire hasta llegar a él, hasta arrancarle una hermosa sonrisa, sonrisa que la mayoría de las veces solo ella sabia conseguir.

Sus miradas se encontraron un fugaz instante antes de que volviera a girarse para dirigirse rumbo al lavabo mientras él clavaba sus ojos en lo único visible, sus contorneadas piernas, antes de que ella dejara de privarle de ese placer cuando cerro la puerta tras de si.

Se acerco hasta el límite que le separaba de ella y pegando su rostro a la dura superficie dejo que sus pensamientos brotaran de sus labios.

- Scully si vas a volver a ducharte quiero entrar.

No le contesto, sabia que seria inútil hacerlo. Mulder y su peculiar sentido del humor era otro de los aspectos que la habían enamorado de él.

Al otro lado, él no pudo oír ni una palabra porque no fueron pronunciadas. Pero si que escucho una leve risa que nuevamente provoco que esa alegría que desde que llego se había apoderado de su rostro se hiciera mas latente.

Se alejo de la puerta encaminándose hacia la cocina, donde permanecían los restos de la cena. Un rugido en la boca del estomago le recordó el motivo por el cual se había dirigido hasta ella. Tenía apetito, quería algo dulce. Pensó en Scully.

- ¿Hay algo más dulce? – se dijo.

Pero un nuevo sonido procedente de su interior le recordó que ella no iba a saciar su hambre, por lo menos en ese sentido. Abrió el congelador y comprobó como sus sospechas se confirmaban. Sabia que Scully era amante de los helados, con ese bote que tenía frente a él podía calmar su deseo. Entre sus manos observo el envase sonriendo triunfalmente, helado de chocolate con virutas de chocolate negro y sirope de un también delicioso chocolate. Para él, la mejor combinación posible, una exquisitez.

- Hm… te quiero Scully… - dijo mientras se relamía.

Mientras la euforia se materializaba en sus palabras se acerco al cajón de los cubiertos donde se detuvo a escoger la cuchara con la que daría fin a ese, cada vez más apetecible, helado. Ella apareció en la cocina colocándose sigilosamente detrás.

Sopera, una cuchara sopera fue su elección, para que andar con minucias y comérselo poco a poco con una pequeña de postre. A él se gustaba saborearlo en abundancia, en pequeñas cantidades no es lo mismo. ¿Rarezas? Simplemente cuestión de gustos.

Mientras que por su cabeza corrían todo tipo de divagaciones, Scully se le acerco arrebatándole el helado.

- Tú me quieres a mí y yo quiero a mi helado.

- Ah no !! Scully, creo que eso es mío – dijo a la vez que la sujetaba por las solapas de la camisa para que no huyese.

- Mío, tuyo… - le contesto antes de acercarse hasta él mordiéndole el labio inferior.

Sus defensas cayeron ante ese sensual mordisco, soltándola, momento que ella aprovecho para escaparse con la mercancía que estaba en disputa.

- Si lo quieres tendrás que ganártelo – le dijo mientras echo a correr hacia el salón.

El no se inmuto. Ella tenía el helado si, pero, ¿Cómo pensaba comérselo? La cuchara estaba en su poder. Se dirigió hasta donde ella estaba colocándose al otro lado del sofá, siendo este mueble lo único que les separaba.

- Scully, ¿Como vas a comértelo? – Dijo mostrándole la cuchara - ¿No pensaras lamerlo?

- ¿Quieres verlo? – respondió de la manera mas sexy mientras su ceja se elevaba.

Volvió a enmudecer, la Scully traviesa que estaba descubriendo le dejaba sin argumentos, le desarmaba una y otra vez. Sus boxers ante la sola imagen de ella lamiendo ese helado comenzaban a estorbarle.

- Se acabo – dijo saltando sobre el sofá pillándola por sorpresa.

La estrecho entre sus brazos desde atrás mientras luchaba por arrebatarla el helado, hasta que lo consiguió. Cuando lo tuvo en su poder se sentó en el sillón y quitándole la tapa metió la cuchara para llevársela después a la boca. Por fin podía saborearlo.

Ella observaba aun de pie como disfrutaba del gusto que el chocolate deja en el paladar, cómo pasaba la lengua por sus labios recorriendo los restos que la cuchara le había dejado.

- Scully te puedo dar un poquito, solo tienes que pedirlo.

- Ah vaya gracias. ¡Cuanta amabilidad! – le dijo a la vez que se acercaba hasta sentarse sobre sus piernas.

El se introdujo nuevamente la cuchara en la boca y mientras lo saboreaba ella le instaba con la mirada a que también le diese. Pero no lo hacia y como se estaba cansando de esperar se apodero de sus labios probando por fin con ese movimiento el helado. Su lengua invadió la boca de él sin ningún tipo de miramientos en un beso profundo cargado de chocolate.

Cuando considero que tenía su ración se separo de él.

- Scully, ¿Me quieres a mi o al helado?

- Lo quiero todo – le dijo antes de volverle a besar.

Entre risas e insinuaciones prácticamente dieron fin al bote que ahora descansaba sobre la pequeña mesa. Sus cuerpos sobre el sofá comenzaron a explorarse antes del término del helado, pero ahora, con las manos libres las caricias se tornaban mas intensas.

El comenzó a desabrochar lentamente su propia camisa mientras besaba cada resquicio de piel que quedaba al descubierto. Una de sus manos se poso sobre el pecho de ella cercándolo antes de recorrer lentamente todo su contorno.

- Scully, ¿Te acariciaba así en la ducha? – dijo mientras sus labios sustituían a sus manos.

Ella gimió y el pudo interpretarlo como un si.

- No me cuentas nada Scully. Tendré que torturarte para que lo hagas – susurro antes de que su boca se apoderara de uno de sus pezones.

Sus manos continuaron su camino descendente a lo largo de la camisa hasta que hubo desabrochado todos y cada uno de los botones que le impedían la visión total de su cuerpo. El pecho de ella era el punto donde él concentraba toda su atención, donde sus besos y caricias no dejaban de repetirse. Había pasado siete años tratando de imaginarse como serian esos senos que solo observaba bajo la fina tela de las prendas que ella acostumbraba a utilizar. Y ahora, no solo los había descubierto sino que podía disfrutar de ellos, de su suave tacto, de su sabor, y de todas las reacciones que él les provocaba.

Solo cuando sacio su hambre descendió a lo largo de su vientre colmándolo de caricias y de nuevos besos, dejando su huella allí por donde su lengua pasaba. El final de su vientre y el comienzo de su sexo, surcar la separación de ambos limites era algo que le hacia enloquecer. Y no solo a Mulder, ella se arqueaba cuando él se disponía a navegar por esa zona de su cuerpo, ya fuese con sus manos, con su boca, con su lengua o simplemente con su mirada como ahora hacia. La miraba, miraba su sexo para luego mirarla a los ojos y más allá de donde las personas creen que se puede mirar, miraba en lo más profundo de ella. Sus ojos siempre le decían tanto. Para él eran agua en el océano de fuego de su cuerpo. Si, sin duda ella era fuego, y él se disponía a elevar sus llamas. Fue un instante en el que se detuvo el tiempo. Así son ellos, capaces de detener hasta el tiempo si les es preciso.

Su excitación rompió ese momento cuando su boca mordió dulcemente la cara interna de sus muslos antes de deslizarse hasta el centro de su sexo. Su lengua se paseaba a sus anchas por aquellos senderos íntimos mientras uno de sus dedos se abría camino hacia su interior. Primero fue uno pero pronto un segundo lo acompaño en ese viaje que paso a paso aumentaba los gemidos de ella. Saco uno de ellos deslizándolo a lo largo de su vientre, traspasando los límites de su pecho, surcando su cuello hasta detenerse en sus labios, recorriendo su contorno antes de introducirlo en su boca.

Ella se probo a si misma, probo su deseo, probo el grado de su excitación, probo lo que él la hacia sentir.

- ¿La ducha consiguió esto Scully? – dijo mientras su rostro se aproximaba al de ella.

Scully estiro sus brazos hasta pasarlos por ambos lados de su cuello eliminando con ello el espacio que les separaba.

- Tú eres mi realidad Mulder, y mi realidad supera a mi fantasía. – respondió antes de besarle.

Una nueva sucesión de interminables besos tuvo lugar antes de que ella se incorporara y se invirtieran los papeles. El bajo ella ahora se dejaba hacer, se dejaba tocar, se dejaba besar. La pertenecía, no solo su corazón, del cual hace años era su dueña, sino su cuerpo, con el cual tenia carta blanca para hacer lo que quisiese.

Cuando su boca se apodero de su pene por primera vez le recorrió una especie de corriente eléctrica que no sabia como explicar. Era un sentimiento tan placentero que su boca no pudo hacer otra cosa que expresarlo. Ella le escucho, le sintió vibrar bajo ella, dentro de ella, e incremento el ritmo de sus movimientos. Le miraba, observaba como sus gestos cambiaban a la par que lo hacia su velocidad de succión. Le encantaba mirarle, observarle a cada momento, como sus facciones cambiaban cuando expresaba sus alocadas teorías, cuando se preocupaba por ella, cuando descubría algo nuevo. Y este momento era nuevo, descubrir esa faceta que solo ella le hacía sentir.

La sujeto dulcemente por el rostro y la elevo hasta sus labios, para unirlos a los suyos, a la vez que la colocaba sobre él, y con un mínimo movimiento se introdujo dentro de ella. Sus cuerpos se acoplaron unos segundos antes de comenzar su baile sexual. Un baile en el cual sus notas iban ascendiendo tono a tono. La grandeza de su unión definía hasta sus relaciones sexuales, eran uno en todos los sentidos.

Sus manos se buscaban incansablemente, sus miradas se fundían traspasándose lo que el uno provocaba en el otro y cuando su final se aproximaba, esos gestos se acentuaron aun más. Ella busco sus manos y las unió a las de él cuando su orgasmo la invadió, cuando noto que el de él estaba también próximo. Mulder disolvió esa unión aferrándose a su cintura, desplazando sus insinuantes caderas, incrementando el ritmo de sus últimas embestidas. Solo cuando supo que su clímax estaba acechándole volvió a buscar las manos de ella a la vez que sus labios, exhalando su último gemido sobre ellos.

Sus cuerpos comenzaron a relajarse mientras continuaban buscándose, acariciándose en una sucesión de dulces y continuos roces. El agarro sus manos y las acerco hasta sus labios depositando lentos y pequeños besos sobre ellas antes de colocarlas alrededor de su cuello. Se incorporo suavemente y rodeándola por la cintura la sujeto entre sus brazos para levantarse ambos simultáneamente.

Mientras ella no dejaba de besar cada poro de la piel de su cuello el desplazaba su unión nuevamente hasta el dormitorio. Cuando llegaron frente a la cama la tumbo sobre ella colocándose al instante a su lado.

- ¿Scully?

- Si.

- Tú también eres mi realidad, e infinitamente mejor que mi mano.

- Pues yo me quedo con tu mano Mulder.

Entre risas se fundieron en un profundo abrazo con el que dijeron adiós a esa noche. Lo maravilloso de la vida es que te brinda la posibilidad de repetirlo, pero ellos sabían que cada momento es único y así recordarían lo vivido durante esas horas, sus horas.

THE O’CALLAGHAN HOTEL. ANNAPOLIS

6 de Junio

15:25 de la tarde

¿Qué hacían allí? ¿Por qué ella les había conducido hasta aquel lugar? ¿Por qué había ido ella? Un sin fin de preguntas se agolpaban en la cabeza de Mulder, pero la más importante de todas ¿Quién las contestaría?

El cuerpo de Nancy yacía sin vida sobre la enorme cama de aquella impersonal habitación de hotel. Hasta traspasar aquella puerta habían concebido esperanzas de que no se tratase de ella sino de otra persona. El comprensible egoísmo humano se había apoderado de él al recordar a su amigo. ¿Cómo afrontaría él su perdida? Era lo que mas le preocupaba en ese momento.

Scully paso primero haciéndolo él seguidamente. Sus pasos recorrieron lentamente la estancia. Al posar ella la mano sobre la puerta del lavabo esta se abrió lentamente descubriendo el segundo cadáver. Antes de entrar en el hotel el inspector de policía les había comunicado su existencia. Según él se trataba de un crimen pasional y posterior suicidio.

El cuerpo masculino que descansaba sobre el frío suelo fue identificado como Charles Roberts, el ahora conocido vecino de Nancy. Una pistola permanecía aun sujeta por su mano derecha, sin lugar a dudas ella era la responsable del orifico que tenia su cerebro y que le había ocasionado la muerte instantánea. ¿Por qué lo haría? ¿Por qué la mataría? ¿Por qué luego se quito la vida?

- No entiendo nada Scully. – decía mientras sus preguntas aumentaban en su mente.

Quizás si tuviese el don de la ubicuidad lograría comprender lo que allí había sucedido, pero solo quizás.

Habían llegado juntos cerca de las tres de la madrugada. El tenía hecha la reserva desde el día anterior. Al acercarse a la recepción les llamo la atención a los empleados que allí se encontraban ese horario de entrada, pero la verdad es que cosas mas raras habían visto, no le dieron demasiada importancia.

Subieron hasta la habitación que les asignaron, la 636, un número como cualquier otro a simple vista, pero a ella no le gusto. Tal vez su instinto presagiaba lo que iba a suceder. Entre besos y caricias traspasaron el umbral y solo cuando el hubo cerrado la puerta la soltó bruscamente para abofetearla después.

En el rostro de Nancy se palpaba la sorpresa que le causo ese acto de Charles. Tirada en el suelo le observaba mientras se preguntaba que le había llevado a él a tratarla así, por qué ahora, por qué en este momento. El no podía saber nada, sencillamente no podía, era imposible.

Por la cabeza de él pasaban todo tipo de barbaridades que decirla, pero sus palabras morían en su garganta. El nudo que tres días antes se le había formado al descubrir lo que ella trataba de ocultar aun no se había deshecho. El la amaba, Dios, la amaba con todo su ser, la había dado todo lo que era y todo lo que tenia, pero no, ella tenia que fastidiarlo todo. Nadie utilizaba a Charles Roberts y salía impune. ¿Quien se había creído que era? Si creyó que podía conquistarlo solo para conseguir sus fines estaba equivocada.

Efectivamente ella se apodero de su solitario corazón. Desde que Sarah lo dejo vacío cuando murió, nadie había sido capaz de volverlo a hacer latir, pero Nancy lo consiguió y ahora él era incapaz de detenerlo. Se había acostumbrado a escucharlo de nuevo cada vez que la veía, cada vez que la sentía cerca de él, cada vez que vibraba entre sus brazos.

Ella se levanto lentamente y la mano de Charles volvió a descargar toda su rabia sobre su rostro. La ira le dominaba como nunca lo había hecho. Un cúmulo de sentimientos se agolpaban en su pecho, pero solo esa maldita ira lograba salir.

Sin apenas darla tiempo a reaccionar se abalanzo sobre ella agarrándola por los brazos bruscamente. La mantuvo en pie apenas un segundo, tiempo que utilizo para golpearla nuevamente. Las lágrimas de Nancy se mezclaban con sus primeras gotas de sangre. Un sabor amargo se le quedo en el paladar cuando después de imprimirle un nuevo golpe se apodero de sus labios furiosamente.

Su cuerpo dolorido reposaba sobre la cama mientras el la sujetaba por el cuello a la par que chillaba todo tipo de blasfemias. Poco a poco sus pulmones se fueron quedando sin aire, al igual que los de ella, y sus gritos cesaron para convertirse en lamentos. La había matado.

¿Cómo viviría con una muerte a sus espaldas? No se puede vivir con eso, pero menos si se trata de la persona a la que amas. ¿Qué paso por su cabeza para cometer ese acto que la había privado de la vida? Solo Dios lo sabe, por eso lo hizo pecado.

Lentamente beso sus labios por ultima vez, recorrió sus facciones para no olvidarlas allí donde fuera. Ese lugar donde él tendría que hacer uso de sus recuerdos ya había decidido que no pertenecería a este mundo.

Saco la pistola que había comprado dos días atrás y se dirigió al lavabo. Frente a la puerta un enorme espejo le hizo contemplar su desencajado rostro por última vez. Se odiaba a si mismo por lo que había hecho, pero lo peor es que también la odiaba a ella por haberle obligado a hacerlo.

Su odio seguía primando sobre su arrepentimiento. Se convenció a si mismo de que iba a arder entre las llamas del infierno. En unos momentos no seria más que cenizas.

Apunto al espejo y disparo.

No solo se había convertido en un asesino, sino también en un cobarde. Era incapaz de pegarse un tiro si lo iba a ver. Destruyo la imagen distorsionada de si mismo que aquel espejo le mostraba antes de terminar de destruir su vida.

Un camino sin retorno. Un disparo en plena sien. Un sendero oscuro en soledad.

Dos cadáveres, dos finales distintos para dos vidas distintas. Nancy murió como había vivido, angustiosamente, ahogada. Había vivido sin aire, respiraba el que los demás la proporcionaban, y cuando no estaban se asfixiaba en su propia agonía.

Había construido su presente sobre un endeble pilar, la añoranza. Su vida siempre había sido como una débil torre de naipes en la cual Charles al tratar de poner una nueva carta la había derribado. El la concedió el deseo que durante años había pedido, su muerte, y ahora que por fin no lo deseaba se había hecho realidad. Con ello al drama que represento su vida le habían puesto final. Cayó el telón.

CONTINUARA…

Feedbacks, feedbacks que me tengo que motivar para el final. ¡Vamos que no cuesta tanto!


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