Sabores: Picante (3 de 5)


Resumen: Un ataque informático, extraños sucesos en una residencia de Ancianos y un viaje en tren, obligan a nuestros protagonistas a trabajar con un conocido enemigo.
Clasificación: MSR, +18, algo de humor.
Spoilers: Primeras temporadas.
Disclaimer: Estos personajes pertenecen a la Fox, a Chris Carter …
Nota: por favor manden comentarios a mariagran18ARROBAhotmail.es

 

“…trae alegría a los viudos y alivia la impotencia de los tímidos. Es mejor triturar los granos con un molinillo según la necesidad, no solo para obtener mejor sabor, sino por la ceremonia, ¿Sabía que estornudar es un placer erótico?... Ponga pimienta en la almohada la próxima vez que atrape a su amante en el lecho y si no resulta, de todos modos pueden hacer el amor sobre la alfombra.”
“Afrodita” Isabel Allende

La pimienta se caracteriza por ser productora de un intenso calor, aporta sabor, personalidad, despierta sensaciones, placer, estimulación y deseo. Hay comidas que sin pimienta son como amor sin besos, carente de emoción, pasión y disfrute, simplemente no pasa nada.

 

El sueño siempre es el mismo en esencia, aunque el desarrollo suele variar con diferentes tonos de claroscuros. No hay color, sólo un blanco y negro en relieve que me hace sentir en una cuarta dimensión en la que el espacio y el tiempo se pierden en lo profundo de un pozo. Voy cayendo, siento como mi cuerpo resbala desde la boca del túnel hasta las profundidades de mi inconciencia, donde el sol del infierno me abrasa hasta la última pulgada de piel. Un sol que me derrite bajo un manto de sensaciones, llenando mis sentidos de señales incandescentes de placer.

Suele empezar con un jersey, un jersey abandonado, olvidado, solitario sobre el sofá; camino flotando sobre la tarima del piso, vestida de nada, y aunque no veo mi reflejo puedo sentir como la brisa que recorre la estancia acaricia la superficie de mi cuerpo sin encontrar nada entre el aire y yo misma. Entonces encuentro la prenda; haciendo pinza con dos de mis dedos la tomo hasta acercarla a mi cuerpo. Lo huelo, reconozco su aroma por encima de cualquier otro olor que pueda existir; entierro mi cara entre sus pliegues aspirando hasta que mis pulmones se llenan de él, de su aroma, cerrando los párpados en un afán de recobrar su imagen en mi memoria, sobre el lienzo negro que existe más allá de los ojos.

Ando hacia la cama, llevando entre mis brazos el tesoro que él dejó abandonado; el suave tacto de la prenda me hace cosquillas sobre la piel del vientre, entre los senos y sobre toda la superficie que siente su tacto. Me detengo, el tiempo necesario para ponérmelo, enorme, oscuro, de un gris casi negro, contrastado sobre la pálida piel de mi cuerpo, ahora tan blanca que casi brilla en la oscuridad de mi dormitorio. Las mangas cuelgan a ambos lados de mis brazos, obligándome a doblarlas sobre si mismas para dejar asomar las manos, siento el roce de la liguilla a pocos centímetros de mis rótulas; el enorme hueco en pico del escote deja asomar mis hombros y la mitad de un pecho.

Caigo sobre el colchón, flotando sobre el aroma que ahora me rodea por completo, apretando el suéter sobre mi cuerpo con la palma de la mano, partiendo desde el cuello, pasando por los pezones, ahora inhiestos bajos el roce del hilo, hasta llegar a mi entrepierna, donde atrapo la prenda entre los muslos para aumentar el roce. Entonces comienza el placer, prohibido, delicioso y solitario, mientras mis manos y piernas se arquean de goce.

La puerta siempre se abre en ese momento, no hay luz atravesando la habitación, no hay ningún ruido, pero mi mente puede verla moviéndose sobre sus bisagras y aunque no distingo la figura, su sombra se acerca a la cama. Nunca me giro, permanezco de cara a la ventana mientras noto como llega hasta mí, con pasos silenciosos aunque amplios, en sólo unos segundos. Puedo oír como cruje la tela de mi sábana sobre el borde de la cama, aplastada por el empuje de sus rodillas; en ningún momento me vuelvo para comprobar su identidad, no veo su cara, aunque su olor, el sonido de su respiración y el tacto de sus manos sobre mi piel, me dirán sin ningún lugar a dudas quien es mi visitante.

Acaba por tumbarse sobre la cama, haciéndome sentir como el colchón cede bajo su peso, hasta casi obligarme a rodar en descenso hasta él; no me toca, pero siento el calor que emana de su cuerpo, el aire que expulsan sus pulmones y la huella de sus pupilas sobre mi espalda, a escasos centímetros de sus ojos. No necesito mas para empezar a volverme líquida, a derretirme sin que siquiera me haya rozado ni hablado, sólo por el hecho de saber lo que vendrá a continuación.

En mi sueño, se acerca un poco más, y aunque puede que nos sea su intención, el calor de su respiración sobre el pelo de mi nuca hace que me derrita como chocolate al sol en un amago de orgasmo. No me toca, y la espera entre mis muslos se hace cada vez más húmeda. Soy tan solo una muñeca, inmóvil, sin voluntad propia, con la esperanza de que él actúe por mí.

Luego acaricia, manteniendo entre sus manos, el pelo que cae sobre mis hombros, justo antes de que empiece a temblar agitada por la necesidad de empezar a sentirle sobre la piel. Sólo la yema de uno de sus dedos está ahora sobre la única prenda que me cubre, sin llegar a tocarme bajo el cuello del jersey. Empieza el descenso, bajando por encima del fino hilo del suéter, recorriendo cada vértebra con sólo la punta de los dedos, índice y corazón, arriba y abajo, como un diminuto hombrecillo que camina descalzo por la escalera de mi espalda, vértebra a vértebra, obligándome a curvarme bajo su tacto.

Cuando alcanza la última lumbar, desciende bajo el final del jersey hasta mi piel, templada, erizada y sensible, bajando a la profundidad de las vértebras sacras, para detenerse en un solo dedo sobre el extremo último de mi columna; allí mi pequeño hombrecillo descansa unos segundos, mientras oleadas de calor atraviesan el interior de mis piernas agarrotando los dedos, ya arqueados, de los pies.

Entonces comienza el ascenso, a la vez que sus dedos arrastran el jersey en su lento caminar primero por la espalda, para pasar, sin apenas detenerse, sobre cada uno de los brazos, hasta conseguir desnudarme en una caricia final.

Coloca una mano, enorme, sobre mi cintura; su palma abierta casi ocupa todo mi abdomen. Con un lento movimiento, sube poco a poco hasta abarcar sucesivamente cada pecho con la mano, apenas forzándose en contenerlos en la palma, luego cierra el puño para únicamente retener el pezón entre los dedos, girándolo entre ellos mientras se vuelve aún más duro y erguido bajo su tacto. Normalmente permanezco quieta, expectante, dejándole hacer…

Pero esta noche el sueño cambia levemente, porque ahora empiezo a tener el control de mi cuerpo y me he movido, serpenteando mi cuerpo sobre el suyo, forzando la fricción de mis nalgas sobre la dureza que palpita bajo su pantalón.

He llevado mi brazo hasta la espalda, buscando, anhelando tocar ese cuerpo del que hasta ahora solo he sido consciente de las manos. Me giro levemente y palpo sus brazos, sus dos brazos, y en mi escasa consciencia sonrío agradecida.

Sigo moviendo las manos a tientas; acaricio su vientre desnudo y me vuelvo más audaz, jugueteando con el suave vello que lo cubre, enredando los dedos unos instantes; descendiendo hasta encontrar la fuente de su origen bajo la tela del pantalón, rígida, formidable, caliente y palpitante bajo mis dedos.

No voy a dejar nada al azar, así que saco mi propio brazo de entre mis piernas para arrastrar el suyo, bajando por el vientre al interior de mis bragas, haciendo que descienda hasta el vello del pubis, donde lo retengo apretando los muslos. Gimo su nombre, mientras me muevo sobre su mano.

Tarda unos segundos en reaccionar, pero cuando lo hace su dedo índice se abre paso a través de mí, alcanzando esa parte de mi cuerpo que no es mas que una minúscula colina repleta de terminaciones nerviosas, para frotarlo en círculos concéntricos, cada vez mas pequeños, combinados con subidas y bajadas, demorándose en el camino mientras comienzo a retorcerme entre sus brazos; su experto movimiento se prorroga unos minutos para acabar descendiendo hasta describir una elipse sobre la entrada, ahora dilatada, de mi vagina. Sigue sin detenerse, friccionando cada vez más rápido y más fuerte. Desesperada empujo su mano, hasta obligarle a entrar en mí; primero con un dedo, que me hace soñar con la posibilidad de llegar al éxtasis, luego dos y hasta tres, para continuar frotándome contra su enorme mano mientras fricciono con su muñeca sobre mi clítoris.

Se que a través de mis labios entreabiertos solo surgen jadeos, mientras me muevo agitada sobre su brazo.

Su voz, hipnótica, comienza a susurrar en mi oído, a escasos milímetros de mi cara.

“¡Scully…!.. dios Scully…”

Dios no debería estar presente en este momento, en el que me vierto sobre su palma abierta, gritando su nombre, bajo un último movimiento de cadera.

En sólo unos segundos el sueño, la noche y la inconciencia comienzan a abandonarme, haciéndome descender, en caída libre, a la realidad de éste colchón; me despierto, sudorosa, agitada, mojada, tremendamente excitada, y con su mano atrapada entre mis piernas.

“¿Qué haces Mulder?” No es una buena forma de empezar esta conversación, pero es lo único que se me ocurre cuando al fin alcanzo a recobrar la facultad de hablar.

Coche cama
Cabina de Fox Mulder
7:20 de la mañana

Despertar en la cama con la mujer que uno quiere es algo maravilloso, también lo es dormir junto a ella y yo lo he logrado; debió ser su tibio calor, el frescor que partía del equipo de aire acondicionado de la pared o posiblemente el aroma de su pelo sobre mi nariz, lo que finalmente logró que durmiera como un bebé, de una sola tirada.

La mañana ha llegado atravesando los cristales, cubiertos tan solo con un visillo, de la cabina, mientras me sigo meciendo acunado por el breve movimiento lateral del vagón. Ahora permanezco despierto, totalmente quieto mientras continúo disfrutando de tenerla pegada a mí; aún quedan dos horas para llegar a nuestro destino, así que no me moveré en mucho rato de mi posición, no voy a permitirme el lujo de despertarla y ver como se aparta de mí.

Está soñando, su cuerpo empieza a agitarse mientras de sus labios se escapan breves fonemas, indistinguibles para mí, confundidos con lo que parecen leves quejidos. Elevo mi cuerpo un poco sobre el codo que descansa sobre la almohada lo justo para comprobar que sigue dormida, aunque sus ojos se agitan en círculos bajos los párpados cerrados; creo que es una pesadilla.

Dudo unos segundos en cortar de raíz lo que parece un sufrimiento inútil; aunque justo antes de que ninguna palabra salga de mis labios, dejo de respirar cuando noto como frota sus nalgas contra mi pelvis, una, dos, tres veces seguidas haciendo que de forma inmediata lo que hasta ahora era un amago de erección, pase a ser un enorme problema entre mis piernas.

No voy a moverme de la posición en la que estoy, no lo haría aunque el tren comenzara a descarrilar en este momento; vuelvo a comprobar que sus ojos siguen cerrados, aunque sigue hablando en sueños con algún lenguaje primitivo que ahora creo distinguir cuando vuelve a jadear mientras gira su brazo para acariciar mi torso desnudo. Es evidente, está bajo la influencia de algún sueño, un sueño muy, muy íntimo y muy, muy erótico.

Nunca hubiera sido capaz de aprovecharme de nadie en una situación así, mucho menos si ese alguien es mi compañera, mi amiga, la persona que mas quiero en este mundo, por la que sería capaz de morir diez mil muertes.

No podría aprovecharme…, pero nadie me puede censurar por dejar que ella se aproveche de mí. Así que cuando ha empezado a descender dentro de mi pijama, atravesando el elástico de los boxer, he comenzado a rezar, todo lo que mi repertorio pagano me lo permite, para que no se despierte.

Me está tocando, o más bien me está aprisionando entre sus dedos de tal forma que voy a reventar muy rápido sólo por el hecho de entender que no se trata de una de mis fantasías, por eso procuro no pensar demasiado en ello para no acabar antes de empezar.

Ahora sí que me ha dejado de piedra; ha vuelto a tirar de mi brazo, pero no para dejarlo reposar sobre su estómago, lo ha arrastrado hacia abajo, a través de la tela de su pijama hasta alcanzar los suaves rizos de su pelvis. No puedo moverme y aunque mi cerebro, en parte chamuscado por el calor que me sube de muy abajo, aún puede entablar mínimas conexiones lógicas gritándome que esto no está bien y que tengo que despertarla, acabo por ceder a mi instinto animal cuando creo distinguir las palabras que surgen de su boca entre jadeos.

“Mulder…, por favor…., hazlo…” Sigo sin saber si está despierta, consciente o no, pero sabe que soy yo, y quiere que lo haga, no necesito más para obedecerla, no puedo resistirme a sus ruegos.

Así que me dejo llevar por años de deseo, represión y fantasías nocturnas y me sumerjo el la húmeda oscuridad de sus bragas.

Ella es todo calor, blandura y movimiento durante unos minutos y aunque estoy a punto de estallar bajo su mano, me contengo obligándome a centrarme; quiero oírla jadear, aullar de placer, hacerla gritar y ver como se deshace como el chocolate entre mis dedos.

“¿Qué haces Mulder?” Esperaba la pregunta, pero no puedo mas que sorprenderme de la rapidez con la que se ha recuperado del último jadeo, aún sigo con mis dedos bañados en ella, en la misma posición, pecho contra espalda.

“¿Qué haces tú?” He recordado que su mano me continúa apresando como si fuera una tenaza, aunque el salvaje movimiento de hace unos segundos ha cesado.

“Yo… yo sólo soñaba…” Su voz es débil, azorada, avergonzada diría, totalmente diferente a la que hace unos instantes gritaba mi nombre como una posesa mientras hacía el amor con mi mano.

“Pues en tus sueños gritabas mi nombre…”

“Era sólo un sueño…” Repite el mismo argumento de forma lenta, silenciosa; aún dudo de que no siga dormida, normalmente su verborrea es viperina.

“En tu sueño me has tocado… y aún tengo tu mano en mis pantalones…”

“En sueños Mulder… sólo soñaba..”

“..puedes seguir soñando cuanto quieras…”

El tren ha frenado, haciendo sonar la bocina de llegada a alguna estación intermedia, aunque el movimiento no es demasiado brusco, ella lo aprovecha para sacar nuestras manos de esos lugares que siguen emanando un calor abrasador.

“Necesito ir al baño…” Habla mientras se levanta pasando sus muslos por encima de mi cuerpo, el escaso espacio y la pequeña longitud de sus piernas hacen que se demore unos segundos a horcajadas sobre mí, unos instantes en que nuestros ojos se observan sin reticencias. En un gesto de rebeldía, o de deseo insatisfecho, no puedo evitar tomarla por las caderas para hacerla sentar sobre la erección que me ha provocado. Me mira, abriendo esos enormes ojos con sorpresa, y aunque no habla noto como mueve ligeramente sus caderas durante un breve instante aumentando el contacto, para salir disparada como un resorte hasta el baño.

Se ha encerrado durante unos minutos, dejándome anonadado sobre la cama. Me es imposible hilvanar dos ideas seguidas mientras vuelvo a recordar lo que ha sucedido y me sigue costando asimilar. Empiezo a construir decenas de frases en mi cabeza, irónicas y totalmente inoportunas la mayoría, con la esperanza de entablar una conversación en cuanto salga del baño; pero todas las posibilidades me resultan tan absurdas e irreales como la situación en la que ahora me encuentro. Tumbado sobre la cama, esperando que ella salga del baño, vestido tan sólo con un pantalón de pijama que a penas es capaz de contener las evidencias de mi estado.

Llego a la conclusión de que será mejor dejar que ella comience a hablar, al fin y al cabo, ha sido la primera en actuar de forma tan efusiva; por otro lado, creo que en mi situación cualquier frase no haría más que agravar lo patético de mi imagen de deseo totalmente insatisfecho.

“Creo que tenemos algo pendiente” Mi incontinencia dialéctica es tan evidente como mi erección, por lo que no tardo ni un segundo en abrir mi bocaza en cuanto asoma por la puerta del baño.

“No hay nada de que hablar Mulder” Está recompuesta, peinada, con la cara, supongo las manos y algo más, lavado, totalmente fresca en definitiva; y no se como lo ha hecho, pero creo que ha logrado alargar la longitud de sus pantalones hasta hacerlos parecer realmente decentes.

“Yo no he dicho nada de hablar…” Continua su camino hacia la puerta logrando abrirla antes de que sea capaz de levantarme del colchón para llegar a ella, mientras sigo sin poder contener mi lengua. “… aunque te aseguro que utilizaremos mucho la boca…”, Mientras hablo introduzco unos de mis dedos, aún mojados de ella, en mi boca, desde la yema hasta los nudillos. Justo antes de poder arrepentirme de mi movimiento, mira asombrada mientras me aparta para que deje libre la salida abriendo la puerta de la cabina.

“Nos vemos en el coche restaurante… para desayunar.” Acierto a oír mientras sale.

Cierro la puerta todo lo lentamente que la urgencia de descargar mis tensiones en el baño me permite; necesito unos minutos de relajación a solas si quiero andar mínimamente erguido el resto del día.

Dinning-car (coche restaurante)
9:05 de la mañana

Estoy sentada delante de una taza de café, un par de enormes donuts de chocolate y de Krycek, que me está mirando fijamente. Se que es una tontería por mi parte, pero creo tener un enorme letrero de neón sobre mi frente anunciando lo que acabo de hacer.

¡Mierda, tengo que pensar en otra cosa inmediatamente!.

Por eso le vuelvo a sonreír como una boba a este creído, ¡por décima vez en diez minutos!.

“…¿Dana…?”

“Perdona Alex, pensaba en otra cosa,… en el caso…, en el virus…” Soy realmente patética.

“Ya veo…, solo te preguntaba la hora de llegada a Nueva Orleans” Supongo que eso que hay en sus labios no es una sonrisa, porque me va a ser realmente difícil acertar otra vez entre sus piernas con esta mesa de por medio.

Bueno, tengo que respirar y centrarme; olvidarme de esta noche, de esta mañana y del mejor orgasmo involuntario de mi vida… al menos por unas horas. Porque Mulder aún no ha aparecido por el vagón y no quiero pensar como voy a reaccionar en cuanto le vea, y lo peor de todo, como va a reaccionar él.

Se está retrasando, lo que me hace pensar que posiblemente se haya permitido algo más que una ducha. Se que he sido cruel, egoísta y tremendamente idiota por dejarlo en el estado en que se encontraba sin haberle puesto remedio antes de irme. Pero la vergüenza que he sentido al despertar me ha nublado la única neurona que me ha debido de quedar sin fundir en el cerebro.

Evidentemente me he arrepentido al minuto de salir por la puerta. No soy idiota, se que el me ha seguido la corriente, posiblemente obligado por mi actuación y se que alguien con su aspecto no se fijaría en mí si no es por un asalto con nocturnidad y alevosía como el que he protagonizado. Pero, después de todo, el error ya estaba cometido, así que me podía haber llevado un buen revolcón antes de que se diera cuenta de a quien tenía realmente en su cama.

“A las diez….” La mirada de sorpresa de Krycek me recuerda que he tardado cinco minutos en contestar a su pregunta, de nuevo, perdida en mis pensamientos. Intentando disimular le doy el primer bocado al primer concentrado de calorías, en forma de rosco, que he pedido para desayunar. Cuando estoy nerviosa necesito comer azúcar y preciso saciarme de chocolate, ¡al infierno mi dieta!.

El trozo de pastel queda atravesado en mi esófago en el mismo momento el que el protagonista de mis sueños abandona el mundo onírico para aparecen en la puerta del vagón restaurante.

En vaqueros y camiseta; afeitado y con el pelo mojado; sonriente y … muy sonriente.

No pierde la expresión de alegría mientras habla con la camarera para pedir su desayuno, tampoco mientras se sienta junto a mí.

“Parece que esta noche no has sufrido de insomnio…¿eh Mulder?”

“Buenos días… cerdo…” Sonríe mientras se gira hacia Krycek “¿aún no te ha atropellado el tren?”

“Buenos días … Scully…” Sige de buen humor mientras me saluda tocándome el omóplato “¿dormiste bien?”

Necesito empezar a disparar mi pistola cuanto antes.

Dinning-car (coche restaurante)
9:30 de la mañana

¡Veinte minutos!, llevo veinte minutos mirando la cara de Krycek a través del fondo transparente de mi vaso de café; mientras, me esfuerzo por amontonar los trozos de chocolate que he esparcido sobre la mesa al comerme los dos donuts; esos mismos que ahora hacen chirriar mis tripas, desacostumbradas a tal atracón matutino, de una forma realmente lastimera.

Tengo que mirar al frente, hacia Alex, porque no me he atrevido a observar a Mulder mas que de reojo, aunque el no parece afectado por el, digamos accidentado, despertar que hemos tenido. No ha parado de hablar de trabajo desde que se ha sentado. En cuanto a mi, he alargado mi desayuno hasta el infinito para tener algo entre las mano que me distraiga; parece que por fin empiezo a recobrar mi compostura, al menos dialécticamente, porque creo que la física aún me llevará un tiempo, como otros siete u ocho años…

“He pedido a la central que nos alquilen un coche para desplazarnos a Logansport, también se han encargado de reservar habitaciones en el único hotel de la localidad, no es mas que una ciudad dormitorio básicamente ocupada por los empleados de Centro de Biotecnología Informáticas, así que no esperéis un cinco estrellas, me temo que llamarlo Hotel Gran Louisiana es una licencia que se ha tomado su propietario”

“¿Qué se supone que tenemos que buscar, Fox” Deliberadamente Krycek llama a Mulder por su nombre de pila para fastidiarlo, aunque él le ignora contestándole sin aparentar ninguna afectación.

“Tu supongo que alguna pista informática…, nosotros ya veremos que surge, pero creo que hay algún punto de origen en ese lugar, es la primera conexión entre Jeremías y Annita. Skinner me acaba de telefonear para informarme que el cadáver de Jeremías ha desaparecido del depósito donde había sido confinado tras su exhumación después del primer ataque informático; según parece, los empleados del depósito se disponían a etiquetarlo para mandarlo a las oficinas del FBI con el propósito de que se le realizara una segunda autopsia y estudios de ADN que confirmaran su identidad.”

“¿Quién identificó el cadáver tras su muerte?” Creo que por fin vuelvo a saber articular fonemas con una estructura gramatical medianamente compleja.

“Lo corroboraron por comparación con las placas dentales facilitadas por su dentista, el cadáver quedó en un estado pésimo”

“Dos personas muertas en extrañas circunstancias, dos cadáveres desaparecidos y según este expediente, dos auténticos genios…” Hablo mientras paso las hojas del archivo que contiene la información sobre Annita van Halen. “Annita también era alguien fuera de lo corriente… licenciada en ciencias exactas, biología molecular y al igual que Jeremías nanotecnóloga” Repaso el expediente hasta encontrar el número al pié de la página “… un coeficiente intelectual de 170…, vaya, si que era lista”

Louisiana
Autopista US 167
13:20 de la tarde

Llevo conduciendo más de tres horas desde que salimos de la estación de Nueva Orleans. Tal como me había prometido Skinner el coche de alquiler nos estaba esperando en el `rent a car´. El trayecto ha sido realmente aburrido, aunque no puedo decir lo mismo del paisaje repleto de bosques oscuros, espesos y pantanosos a ambos lados del camino. Krycek ha viajado en silencio, manejando su ordenador portátil, si bien la claridad que entra por las ventanas del automóvil reflejada sobre la pantalla del PC no creo que le haya permitido trabajar con suficiente comodidad.

Scully quedó sumida en un profundo sueño tan solo diez minutos después de empezar el viaje; admiro y envidio la facilidad que tiene para dormir en cualquier circunstancia y después de cualquier acontecimiento. Yo mismo dudo mucho que pueda siquiera cerrar los ojos esta noche en el estado de ansiedad, nervios y, por que negarlo, calentura, que me ha dejado la fiesta de esta mañana. Aún me sudan las manos sobre el volante sólo de recordarlo; aunque por momentos empiezo a temer que no ha sido mas que una de mis continuas fantasías con mi compañera, muy real eso sí, pero no mas que un ansiado y deseado sueño.

Ella no me ha mirado a los ojos en lo que llevamos de día y no ha cruzado conmigo mas de dos monosílabos, lo que me hace pensar que está o muy enfadada o tremendamente abochornada. Tenemos que hablar, y creo que es imperativo que lo hagamos cuanto antes, no voy a permitir que esto quede en el olvido como de costumbre, me niego a dejar que lo arrincone en su memoria como algo sin importancia. En las últimas horas se me han despejado muchas dudas, muchas incertidumbres que me mantenían agarrotado dentro de esta relación, sujeto a la tierra para no caer en el vacío negro que suponía perder su amistad; pero ahora empiezo a no ver ese vacío, sino un cielo que se vislumbra mucho mas cerca, casi a mi alcance. No se si es real ese futuro que creo percibir junto a Scully, pero sólo la posibilidad de obtenerlo empieza a merecer el riesgo que puedo estar dispuesto a correr. Estoy seguro de que siente algo más profundo que una amistad, no sueñas de esa forma con un simple amigo; era su subconsciente el que la hacía hablar, el que la agitaba en sueños y el que le obligaba a decir mi nombre mientras gemía.

Tenemos que hablar, pero antes debo darle esquinazo a este tipo de al lado, necesitamos grandes dosis de intimidad para desarrollar, en la amplitud que lo merece, la conversación que tenemos pendiente.

Vuelvo a distraerme mirándola por el retrovisor. La amplia, recta y desierta carretera me está permitiendo que la observe a intervalos sin ningún problema. Se ha quitado los zapatos y la fina chaqueta de verano. El calor cargado de humedad del ambiente, casi insoportable a pesar del aire acondicionado del coche, le hace mantener la delicada tela de la blusa blanca pegada a la piel, delineando perfectamente las suaves curvas de su cuerpo. Está recostada, con los pies encogidos sobre el asiento, mientras permanece apoyada sobre el montón de tela formado por nuestras chaquetas, mía y de Krycek, arrinconadas en el asiento trasero desde que tomamos el coche esta mañana.

Me esfuerzo por volver la vista a la carretera, aunque no puedo mantenerla por mas de dos minutos, mis ojos vuelan por voluntad propia de nuevo hacia el espejo retrovisor, colocado desde hace horas en la posición adecuada para darme un bonito primer plano de Scully. Molesto vuelvo a mirar hacia el frente, obligándome en fijar la atención sobre el volante, cuando noto que otro vehículo nos adelanta a gran velocidad.

Ha sido un gemido, leve, pero totalmente audible; toso intentando disimularlo cuando vuelve a sonar a nuestras espaldas, aún mas evidente y claro que antes. Miro a través del espejo, se está moviendo, aún dormida, sobre el asiento. Sus manos abrazan la tela de nuestras chaquetas bajo la cara mientra compruebo como mueve las piernas haciendo rozar los muslos uno sobre otro, en un movimiento que me está volviendo loco. Vuelvo a aferrar el volante esforzándome por redirigir mi mirada hacia el asfalto, mientras oleadas de sudor empiezan a recorrer mi espalda.

Son autónomos, mis ojos son totalmente independientes de mi cerebro y en el siguiente parpadeo vuelvo a encontrarme mirando de nuevo a través del retrovisor. Otro suspiro, otro movimiento de piernas y acabo de girando bruscamente la cabeza cuando una de sus manos abandona la parte superior de su cabeza y comienza el descenso desde su cintura. ¡Madre mía!, es evidente que tiene otro de esos sueños, el jadeo entrecortado que ahora sale de su boca semiabierta no da lugar a dudas, ni a mi, ni a mi compañero de viaje.

¿Por qué hace eso ahora?, ¿por qué precisamente en este viaje que no hacemos solos…? no puedo evitar darle vueltas a la puñetera casualidad de que sea justamente en el único caso que hemos compartido con Krycek cuando ha aparecido la Scully más salvaje. Y mi mente acelerada busca causas y efectos rápidamente, mientras observo como su nariz se arruga levemente aspirando el olor de las prendas que tiene bajo su cara, ¿a quién está recordando en sueños?, ¿a mi?... ¿o a Krycek?

Vuelve a retorcerse sensualmente sobre el asiento mientras retorna a hacer esos ruiditos sugerentes que mi espasmódica tos no parece disimular.

Miro de reojo a Krycek, está sonriendo entre dientes, aunque continúa sin decir una palabra. Ha cerrado el portátil sobre sus piernas; levanta la mano hacia la pantalla quitasol para bajarla; no le doy ninguna importancia hasta que veo como sitúa el espejo de cortesía que hay sobre ella ajustándolo para contemplar el asiento trasero mientras se muerde el labio inferior… ¡será cerdo!

“Hazlo pronto Mulder…”

“¿Qué dices?” Contesto esforzándome en seguir conduciendo mientras mis ojos alternan el retrovisor con la visión del hombre sentado a mi lado; afortunadamente la autopista sigue siendo recta y absolutamente desierta.

“Hazlo o tendré que hacerlo yo”

“No se a que te refieres Krycek” Hay un espeso silencio roto por un nuevo movimiento en el asiento de atrás; vuelvo a contemplar como Scully se acomoda sobre su improvisada almohada mientras roza repetidamente la tela con su mejilla.

“¿Quieres que te lo deletree, Fox?” Vuelve a subir sus ojos hacia el espejo contemplándola unos segundos “¿Te la vas a tirar de una vez o tendré que hacerlo yo?” La bocanada de ira que me sube del estómago hace que pierda el control del vehículo por unos segundos.

“Acércate a ella y perderás algo mas que un brazo…” Hablo mientras, en un movimiento brusco, intento girar el volante para regresar el automóvil al centro de la calzada.

“¿Qué ocurre?” La voz débil y asustada de Scully suena en el asiento de atrás mientras contemplo la cara sonriente del Krycek.

“No te preocupes, ha sido un bache, sigue durmiendo…” Hablo a la vez que con la mano derecha cierro de un golpe el parasol del asiento de Krycek.

“… creo que me he quedado algo dormida…” La voz de Scully, entre estropajosa y desorientada me hace cierta gracia, aunque sujeto mi lengua sin hacer ningún comentario no puedo evitar mirar de reojo a Krycek, que repitiendo mi gesto de sorpresa me guiña un ojo. Cuando la sonora carcajada sale de su boca, aunque me pesa, no puedo contener la reacción en cadena de seguirle la corriente y reír de forma explosiva.

“¿Qué me he perdido que os hace tanta gracia a los dos?”

Louisiana
Autopista US 84
14:40 de la tarde

Aún nos quedan dos horas para llegar a Logansport, así que me obligo a parar en la primera gasolinera que veo con posibilidades de ofrecernos algo de comida. Acostumbro a comer mucho antes, pero he preferido dejar que Scully siga durmiendo, así al menos a ella se le hará más corto el viaje; por otro lado, me evito tener que soportar alguna conversación entre ella y Krycek, tiene cierta facilidad para llevarla a fluidas conversaciones que le hacen parecer inteligente y hasta, he de reconocerlo, una persona muy interesante, cosa que no me gusta para nada.

El lugar se podría considerar como un área de servicios bastante bien equipada. La gasolinera tiene siete surtidores y dispone de motel, supermercado y restaurante con pinta de cierta calidad; a pesar de lo desierta que parecía la autopista el restaurante está bastante lleno, supongo que es el único lugar medianamente decente en muchos kilómetros a la redonda.

Scully parece salir del coma en el que estaba sumida nada mas apagar el motor del coche, así que le doy mi cartera y la dejo llenando el depósito mientras aprovecho para ir a vaciar mi vejiga.

El baño de caballeros me recuerda a gritos que esto no es más que un antro de carretera, sucio, encharcado y sin papel higiénico, rompiendo la escena de aparente calidad que he tenido cuando hemos parado. La cutre escena la completa el borracho tumbado sobre lo que parece un barrizal amarillento bajo un lavabo que gotea agua a intervalos regulares. Me he dado cuenta, justo después de llenar mis manos del jabón de un dispensador, que por supuesto funcionaba correctamente, de que no hay agua en ningún otro grifo; después de comprobarlos uno por uno es evidente que el hombre duerme bajo del único lavabo que parece tener agua corriente. Así que he de acercarme hasta él para poder enjuagar mis manos bajo el grifo.

El agua ha salido disparada, como si de una manguera de bombero se tratara, mojándonos a ambos. Mis años de entrenamiento en el FBI me han servido para esquivar, de un salto, la ducha de agua en el último instante; por supuesto el hombre ha despertado bruscamente de su sopor totalmente cubierto de agua gritando improperios y dando patadas al aire. Suelo ser un poco mas habilidoso, pero en el momento de volver a poner los pies en el suelo me he encontrado con unas piernas que se movían agitadamente haciéndome difícil encontrar un hueco en el suelo, finalmente he acabado pisando su zapato y resbalando sobre el tipo en el intento inútil de no hacerle daño, justo en el momento en el que la puerta del baño se ha abierto.

“¿Sabes que las relaciones homosexuales, el exhibicionismo y la bebida en lugares públicos están penadas en el estado de Louisiana, Mulder?” La voz de Krycek me llega clara aunque levemente amortiguada bajo los gritos e insultos del hombre que aún está bajo mi cuerpo.

Nunca lo hubiera pensado pero estrecho agradecido la mano que Krycek me tiende para ayudar a levantarme.

“Te has olvidado mencionar que los perros no pueden entrar en bares y restaurantes…” Hablo mientra intento recomponer mi vestuario, ahora mojado, arrugado y manchado de alguna sustancia pegajosa de la cual prefiero no averiguar su origen, mientras contemplo como mi `pareja de baile´ ha vuelto a caer en un nuevo letargo.

Sólo necesito dar unos pasos para darme cuenta de que me he torcido el tobillo levemente al intentar no hacer daño al vagabundo. No parece importante, aunque posiblemente me impida seguir conduciendo, al menos las próximas horas. Me giro para contemplar a Krycek saliendo de uno de los baños, dándome cuenta de que el también cojea de forma leve. No volvemos a dirigirnos la palabra mientras me seco las manos.

Scully ha llenado el depósito y pagado la gasolina, ahora se encuentra en el supermercado aprovisionándose de bebidas para el resto del viaje; arrugo el gesto cuando compruebo que la mayoría son refrescos de cola bajos en calorías, un par de botellas de agua mineral y algunos sándwiches vegetales.

“¿Te apetece algo en especial Mulder?” Me habla mientras paga el total de la compra a la chica de la caja. Niego con la cabeza, a fuerza de beberlas he acabado acostumbrándome a su sabor, levemente menos dulce, así que no censuro para nada su decisión.

“¿Sería posible tomar algo que tuviera azúcar?” Por supuesto Krycek no comparte mi deseo de no molestar a Scully, así que sufre por unos momentos la mirada airada de mi compañera.

“Por supuesto…, Mulder y yo preferimos que sean light, pero puedo comprar algunas latas de cola normal…” ¿Mulder y yo?, ¿de donde ha sacado esa información?. Está claro que no soy capaz de enfrentarme a ella en cosas básicas, así que no se como pienso aclararle ciertas posiciones realmente fundamentales en nuestra relación.

Scully ha vuelto a entrar en el supermercado dejándome cargado con la compra que acaba de hacer. De forma realmente rápida se encarga de adquirir varios sándwiches de jamón y queso y media docena de heladas, refrescantes, azucaradas y deliciosas coca colas normales, que de forma inmediata deposita en las manos de Krycek después de haberlas pagado con mi cartera.

“Deberíamos continuar el viaje si queremos llegar con el tiempo suficiente a el CBI. He hablado con el director del centro y nos espera sobre las cuatro de la tarde. Nos permitirá ver las instalaciones y aunque sólo lleva dos años como gerente me ha prometido acceso total a los expedientes de los empleados y al ordenador que controla a todo el personal” Hablo mientras destapo una de las colas light, esforzándome en no pensar en lo insípido de su sabor comparado con la que Krycek está bebiendo justo en frente de mi.

“Es un Complejo de investigaciones biotecnológicas avanzadas, uno de los mas punteros del país, así que dudo de que nos permita acceder a mucha información” Krycek habla entre sorbo y sorbo. “Sólo tendremos acceso a la información relacionada con los empleados… aunque confío en que podamos llegar un poco mas lejos, pero necesitaré unos minutos de conexión con el ordenador padre…, mis superiores me han suministrado los códigos de acceso…”

“¿Qué superiores Krycek?” Scully empieza a comportarse de forma medianamente normal “¿sabes algo que no nos has contado?”

“Yo tampoco manejo mas información de la que os estoy dando…, hay algo en ese ordenador bastante importante y me han dado los accesos para llegar a él, quizás cuando veamos de que se trata podamos desenredar esta madeja…” Evita mi mirada para volver a dirigirse a Scully. “dadme quince minutos a solas con el ordenador central y os traeré respuestas”

“Deberíamos comer en el coche… conduce tú Alex, ya que eres tan habilidoso con una sola mano…” Me dirijo al maletero para extraer los planos que el FBI nos ha suministrado de la planta de investigación; cuando doy la vuelta Krycek ya está situado en el asiento del conductor y Scully ha vuelto a su posición en el asiento de atrás; dudo unos instantes, pero acabo abriendo la puerta trasera para sentarme junto a mi compañera. “Vamos Scully, necesito que me ayudes, tenemos que buscar la forma de conseguir quince minutos para Krycek”.

Edificio del CBI
Logansport (frontera de Texas)
Carretera estatal 191
15:45

Krycek corre mucho más con una sola mano que Mulder con ambas, así que hemos llegado con bastante holgura de tiempo a nuestra cita con el director del Centro. Nos ha sido relativamente fácil llegar hasta la planta, parece que todos los caminos en cien kilómetros a la redonda convergen en este punto. Aunque no comprendo la razón de dar tanto bombo a una instalación que nadie sabe a ciencia cierta a que está dedicada. Lo cierto es que el montante que arrojan sus cifras es abrumador, tanto en capital humano (dos mil empleados, de los cuales el ochenta por ciento no tiene una antigüedad superior a tres meses) y un presupuesto de muchísimos millones de dólares anuales. La instalación trabaja bajo licencia biomédica, aunque al parecer no existen gastos presupuestarios destinados al trabajo con ningún tipo de grupo de enfermos si bien en los planos figura una tercera parte de la superficie dedicada a hospital. Tampoco aparecen partidas presupuestarias para ratones, monos o ningún otro tipo de cobayas de laboratorio. Definitivamente, a pesar de que el aire al bajarnos del automóvil en limpio y carente de contaminación, puedo sentir que hay algo que huele realmente mal en los alrededores del enorme edificio.

“Scully, ¿has visto mi chaqueta?” Mulder me habla mientras arreglo mi propia ropa, verdaderamente arrugada tras las más de seis horas de viaje. Ha sido una mala idea vestirme con un traje de chaqueta de lino, he agradecido durante todo el viaje la sensación de frescor que produce, pero ahora compruebo que no está hecho para dormir con el puesto. Miro a Mulder mientras saca lo que esta mañana era una chaqueta pulcra y planchada y que en estos momentos es un trozo de tela reliado sobre si mismo. No hace ningún gesto mientras intenta sacudir las arrugas antes de ponérsela, las manchas que trajo al volver del servicio de la gasolinera aún se ven sobre sus jeans; está claro que no vamos a causar una gran impresión, cosa que evidencio cuando me vuelvo para comprobar que la chaqueta de Krycek no tiene mejor aspecto que la nuestra. Camino hacia la puerta evitando que nadie haga alguna observación sobre el hecho de haberlas usado como almohadas.

El complejo está delimitado por una alta valla con aspecto de estar electrificada, aunque según los planos no debería ser más que una pequeña cerca delimitadora. Tampoco teníamos noticias de la presencia de un control de entrada provisto de arco con detector de metales.

“Buenas tardes, somos los agentes especiales Fox Mulder y Dana Scully…” Mulder nos identifica ante los vigilantes dudando unos momentos mientras se gira hacia Krycek. “… y el agente Alex Krycek, del FBI”

“Buenas tardes señores, bienvenidos al CBI, les estábamos esperando, un momento…”

Nuestro aspecto parece pesar algo más que las identificaciones del FBI que les hemos presentado a los tres guardias de seguridad armados de la entrada. Porque no nos permiten pasar al recinto sin antes dejar nuestras armas en la entrada. Aunque con reticencia, acabamos entregando las pistolas.

“Siento las molestias agentes, son normas de la empresa…” A pesar de sus palabras de disculpa el hombre no tiene ningún inconveniente en desarmarnos y hacernos pasar por el detector de metales tres veces seguidas hasta vaciar de nuestros bolsillos llaves, teléfonos móviles y hasta el cinturón de los tejanos de Mulder. Afortunadamente compruebo como Krycek ha conseguido conservar el DVD grabable sobre el que pretendemos volcar los datos que extraeremos del ordenador central. “La doctora Neville les acompañará a ver al director…”

Hacia nosotros camina una mujer alta, joven, rubia y realmente elegante. Viste una bata blanca totalmente impoluta sobre un traje de chaqueta de falda corta. Los altos tacones me hacen pensar que no trabaja demasiado en un laboratorio de investigación, aunque lleva puesto guantes de látex que se saca mientras se acerca hacia nosotros para estrechar nuestras manos.

“Buenas tardes, ¿son los agentes Scully, Krycek y Mulder, verdad?. Me llamo Sara Neville, el doctor Feldmann les está esperando, acompáñenme…” La mujer nos escolta hasta la entrada del edificio central, una enorme torre blanca de más de diez pisos que contrasta con el paisaje que la rodea. Llama poderosamente la atención la escasez de ventanas hacia el exterior, pero sobre todo, la impoluta limpieza que nos envuelve. Caminamos sobre enormes placas de lo que parece un polímero plástico de color blanco inmaculado, las mismas que forran la fachada de todas las construcciones. Al atravesar la puerta de entrada compruebo que los dos tramos de escalones que permiten el acceso al edifico, así como las puertas están fabricados en el mismo material.

“¿Qué es este compuesto doctora? “ Me he acercado a la mujer, e interrumpo lo que parece una amena conversación con Alex Krycek.

“… no, por supuesto que no…” Ríe sonriendo hacia el hombre mientras compruebo anonadada que lo ha tomado por el codo mientras caminan “… tenemos mucho mas que trabajo y laboratorio en Logansport, para algo estamos tan cerca de Texas…” Sorprendida se gira hacia mi cuando repito la pregunta. “Perdone… ¿Dana verdad?, ese es su nombre ¿no es cierto agente?” Sonríe, y he de reconocer que es una mujer que pude resultar bastante atractiva “Es un compuesto desarrollado en nuestros propios laboratorios, PENTX, aún está en proceso de patente… pero le aseguro que oirá hablar mucho de esas siglas, recuérdelo…” Vuelve a volverse hacia Alex, olvidándome a sus espaldas. Observo a Mulder, él también contempla anonadado las expresiones de familiaridad de la pareja que camina delante de nosotros.

“Voy a tener que hablar con este tipo sobre psicología femenina… ¡que gran maestro!” Mulder deja de hablar cuando le golpeo con el codo en el estómago al llegar a la puerta de lo que parece un enorme ascensor, blanco por supuesto.

Planta sexta
Edificio del CBI
16:00 de la tarde

Hemos cruzado las puertas del despacho del doctor Feldmann justo en el momento en que el reloj de cuco que cuelga sobre la pared señala las cuatro de la tarde. Para llegar hasta aquí hemos atravesado varios pasillos blancos, franqueados por filas de puertas cerradas todas del mismo color inmaculado. El material del exterior sigue siendo el único dentro del edificio; no existen cuadros, lámparas ni objeto decorativo o no en ningún sitio. Las luces llegan desde el techo a través de paneles blancos microperforados y llevamos casi diez minutos caminando sin haber tropezado con una sola ventana hacia el exterior.

Pero todo ha cambiado al entrar en el despacho, como si nos hubiéramos zambullido de golpe en el pasado, en la oficina de algún magnate del siglo dieciocho. Nos encontramos en una enorme sala panelada en madera color nogal, presidida en su centro por un gran escritorio de reminiscencias isabelinas, de un gusto excesivo y recargado. El resto de la estancia está repleta de piezas de anticuario en perfecto estado de conservación, una pared atestada de libros encuadernados en piel y un enorme ventanal de más de veinte metros cuadrado de cristales.

Mi vista se ve rápidamente atraída por un sorprendente paisaje, justo al otro lado de los cristales, la vista retrospectiva de la ciudad de Londres de mediados de siglo, con el BigBen y el Támesis al fondo; un horizonte totalmente diferente al que acabo de dejar en el exterior del edificio. No puedo evitar el impulso de acercarme hacia la ventana. Sólo cuando desplazo mis dedos sobre la caliente superficie empiezo a ser consciente del engaño.

“Hologramas…” La voz, grave, retumba en mis espaldas, mientras retiro la mano como si me hubieran sorprendido en alguna travesura. “Supongo que habrá notado que toda la habitación es un enorme holograma…” Cuando me giro me sorprendo enormemente al comprobar el origen de esas palabras.

No puedo describirlo de otra forma, aunque normalmente no soy tan cruel, ante mi tengo un hombre realmente singular, mas que un hombre un ratón con cuerpo de hombre. Mucho mas bajo que yo, de unos cincuenta años, pelo escaso, cuerpo escaso, ojos redondos y pequeños, ocultos tras unas gruesas gafas; pulcramente vestido con un traje de chaqueta gris, aunque la evidente elegancia de su atuendo sólo acentúa lo patético de su figura coja, torcida y enclenque. Un hombre insignificante y la voz más masculina, envolvente y sexy que he oído en toda mi vida.

“La informática es una potente herramienta agente, podemos hacer cosas que ni siquiera aún hemos soñado” Deliberadamente me he vuelto hacia el holograma para seguir deleitándome con el sonido de ese timbre único, olvidándome por momentos del aspecto del cuerpo que lo genera. “Sólo he de decidir como quiero decorar mi despacho y un simple `intro´ hará el resto…”

“Soy el agente Fox…” Mulder empieza a presentarse mientras me vuelvo, aunque el hombre aún no se ha girado hacia él, permaneciendo con los redondos ojillos fijos en los míos.

“Fox Mulder, Alex Krycek y…., la doctora Dana Scully….” Habla manteniendo mi mirada “…ya les conozco, pero no se preocupen, la información es una de las variables que mejor sabemos manejar en este centro… se sorprenderían de la cantidad de información suya a la que se puede acceder con un simple ordenador portátil, imagínense lo que permite un ordenador del tamaño de un edificio como del que disponemos aquí…”

“Supongo que es usted el doctor Feldmann”

“Así es agente Mulder” El hombre se ha girado hacia mi compañero apartando por fin su mirada, lo que me permite observarle con ojos profesionales de una manera un poco menos azorada. Es realmente un cuerpo castigado por multitud de taras físicas, puede que debido en su mayoría a defectos congénitos, producidos por algún trastorno durante el desarrollo embrionario o durante el parto. Evalúo la posibilidad de que sean consecuencia de defectos hereditarios, una serie de fallos en cadena de alguna secuencia de genes que le han dado este aspecto degrado. Al girarse noto como camina cojeando de forma grotesca sobre su pierna derecha, sensiblemente más larga que la izquierda, aunque no se apoya en ningún bastón, mientras deja que vea la joroba que porta sobre su espalda. “Para su información, doctora, mi brazo derecho carece de húmero, enlazando el radio y las falanges directamente sobre el músculo pectoral…, afortunadamente mi traje de chaqueta italiano les libra de tan desagradable visión”

Confundida he dejado de mirar su cuerpo para volverme hacia la doctora Neville que me sostiene la mirada de reproche durante unos segundos.

“…pero no se preocupe, estoy acostumbrado a que mi aspecto despierte admiración… por decirlo de alguna manera, al menos usted me mira con ojos de médico, no puedo decir lo mismo de su compañero… no todos podemos tener su aspecto de galán de cine… señor Krycek…”

“Se equivoca doctor, ya que maneja tal volumen de información estará al tanto de que yo también puedo presumir de bellas taras físicas, a mi brazo izquierdo también le falta el húmero, el radio y la totalidad de las falanges, creo que en ese sentido también puedo alardear de ser un monstruo de feria…”

“¡Krycek, por favor! “ No he podido reprimir el grito de censura hacia Alex, creo que no nos conviene actuar de una forma tan impulsiva, hemos de ganar la confianza de este hombre y no enfrentarnos a él. “... perdone doctor, creo que mi compañero es demasiado vehemente en su forma de expresarse, digamos que su fuerte es el trabajo de campo mas que las relaciones humanas…”

“No se preocupe Dana, me gusta la gente que mira de frente y dice lo que piensa…, casi estoy tentado de pedirle que se quede a trabajar con nosotros agente Krycek, aunque no lo crea usted es el tipo de personas que quiero para mi trabajo en estas instalaciones”

“Dudo mucho que su oferta me atraiga demasiado, y le aseguro que usted mismo se arrepentiría rápidamente de su decisión…”

“Ustedes dos tienen muchas cosas en común, pero serían tan amables de dejar que nos centráramos en lo que nos ha traído hasta aquí, nuestro avión sale mañana a las tres de la tarde, así que disponemos de menos de veinticuatro horas para realizar el trabajo”

“Estoy de acuerdo agente Mulder, si me acompañan por aquí les aseguro que no les haré perder mas el tiempo” El hombre habla mientras nos guía hacia el exterior del despacho.

Hemos seguido al doctor Feldmann durante unos diez minutos. En este momento puedo asegurar de forma categórica que no tengo ni la menor idea de en que punto del edificio nos encontramos. Mi mirada se dirige alternativamente a Mulder y Krycek. El primero camina a mi lado en silencio; llevo un rato observándolo y creo que está cojeando de forma bastante visible; aprovecho que me está devolviendo la mirada para interrogarle.

“…digamos que he tenido un pequeño contratiempo en los servicios de la gasolinera, no te preocupes, supongo que me he torcido un poco el tobillo”

“Quiero que me dejes echarle un vistazo cuando lleguemos al hotel, llevo alguna pomada que puede evitar que se te inflame durante la noche” Mulder no me responde, se limita a tocarme el brazo por encima del codo.

“¿Tienes idea de dónde estamos?, no recuerdo haber visto estos pasillos en forma circular en los planos de las instalaciones”

Un amago de sonrisa y un encogimiento de hombros es la única y suficiente respuesta que doy a mi compañero; me temo que en el CBI, además de expertos en buscar información lo son en ocultarla, de forma deliberada han hecho llegar a nuestras manos unos planos que no nos prestarán ninguna ayuda.

Krycek camina ahora junto a Feldmann, aunque no los escucho puedo comprobar que charlan de forma bastante distendida; es curiosa la imagen que proyectan sobre mi imaginación: una pequeña, desgarbada y endeble hiena macho junto a un enorme y solitario león estepario, tan diametralmente diferentes, pero implacables depredadores al fin y al cabo.

Edificio del CBI
Situación indeterminada
16:15 de la tarde

Parece que hemos llegado al término de nuestra visita. Es una sala de techos altos, coronada por ventanales, los únicos que he visto desde que hemos entrado en el edificio, al menos los únicos que no parecen hologramas, aunque no estaría demasiado segura de esta afirmación. El ambiente en la sala es excesivamente caliente, a pesar de que a juzgar por el ruido que viene del techo debe haber varios equipos de aire acondicionado impulsando aire frío hacia el interior. No parece que puedan paliar el calor generado por el enorme complejo de torres de microprocesadores que trabajan al unísono. Absolutamente todo sigue siendo del mismo color blanco, paredes, puertas, suelos y equipos.

“Vengan por aquí” El doctor nos acompaña hasta el fondo de la sala, a lo que parece la única interfaz máquina-programador que existe en la habitación, una solitaria mesa con un teclado y una espartana silla al frente. “Desde este punto pueden acceder a la información que tenemos sobre todo el personal que ha trabajado para la empresa en los últimos cincuenta años” Se vuelve para dirigirse a Alex “Siéntese señor Krycek, supongo que es usted el encargado de rescatar esos informes”. Krycek observa con desconcierto el insignificante teclado que le ofrece el hombre “¿Se sorprende agente?, no lo haga, está tratando con un nuevo concepto de información, nosotros no interactuamos con el ordenador padre, el lo hace con nosotros cuando y como lo necesita; no existen cables, ni puertos de acceso, nosotros mismos actuamos como interfaz, cada uno de nuestros investigadores es en si mismo un enorme y potente disco duro extraíble en contacto permanente con la CPU del edificio. Ante usted tiene el único punto que nos hemos permitido mantener para posibles contingencias, pero le advierto que el acceso desde aquí es sólo a una mínima parte del total”.

“Creo que será suficiente para lo que necesitamos señor Feldmann” La voz de Krycek, acostumbrada al disimulo, no deja entrever la mas mínima sensación de fracaso.

“¿Usted conoció a la señorita van Halen o al señor Partasrathy doctor?” Me dirijo hacia el hombre en un intento de alejarlo del teclado, no se hasta que punto Krycek es capaz de retornar a nuestro plan primitivo, pero intentaré cumplir con mi parte.

“No, no tuve el placer…, sólo llevo dos años en estas instalaciones, fui trasladado desde la central de Virginia para reemplazar al antiguo director” El hombre se aparta de Krycek dejándolo acompañado de la doctora Neville. “Discúlpeme agente, la doctora le ayudará en todo lo que necesite…” Se dirige hacia donde nos encontramos Mulder y yo mientras continúa hablando “...pero he oído hablar de ellos, una pareja sobresaliente, por así decirlo…”

“¿Entonces eran pareja?, me refiero sentimentalmente” Hablo mientras compruebo como Alex sigue intentando acceder al ordenador, bajo la atenta mirada de la doctora.

“Bueno, ya les digo que yo no les llegué a conocer, pero sí, creo que eran pareja, al menos hasta el momento en que abandonaron el proyecto. Supongo que dispondrán de toda la información al respecto, pero no es ningún secreto que mi predecesor dejó la empresa causándole un notable daño con su marcha. Treinta de los cincuenta investigadores de primera línea con los que contábamos en el CBI se marcharon con él para crear un nuevo centro de investigaciones autónomo, entre ellos estaban ellos dos; las pérdidas causadas por su maniobra fueron millonarias y por supuesto el avance en las investigaciones se ha visto frenado durante los últimos cinco años a casi la mitad de su ritmo. Afortunadamente puedo decirles que a día de hoy las secuelas de aquel abandono en masa apenas son perceptibles.”

“¿Puedo preguntar cuales son concretamente sus investigaciones?”

“Por supuesto es libre de preguntar cualquier cosa agente Mulder…, como yo de contestarle…, de lo poco que me está permitido hablar les puedo decir que trabajamos con inteligencia artificial, básicamente pretendemos crear ordenadores que aprendan de sus propios errores y experiencias…., aunque supongo que ya sabrán a que me refiero”

“Entonces no comprendo por qué actúan bajo licencia biomédica y por qué la tercera parte de sus infraestructuras está dedicada a instalaciones hospitalarias…”

“No, por favor, no se confunda agente Scully, me temo que su información es muy antigua; originalmente los estudios se centraron en la búsqueda de paliativos para enfermedades degenerativas neuronales, pero eso fue hace mas de quince años…, y la zona a la que se refiere está prácticamente en desuso; la empresa fue absorbida y cambió radicalmente sus intereses y sus investigaciones hacia horizontes con mucho mas futuro y presencia económica en el mundo, al fin y al cabo es el dinero lo que nos mueve a todos …”

“Sin embargo siguen manteniendo su licencia biomédica…”

“Bueno, es cierto, pero aún continuamos con esa línea de investigación, por supuesto con una décima parte de su presupuesto original y con pérdidas del 100% de lo invertido puedo asegúraselo, pero lo tomamos como nuestro pequeño grano de arena a la ciencia médica básica”.

“Muy loable por parte de una empresa tan potente…” Aunque yo sólo sonrío con ironía, Mulder no puede reprimir dar una respuesta mordaz a las palabras del hombre.

La risa a nuestras espaldas nos hace volvernos hacia la pareja que trabaja con el ordenador. Parece que yo soy la única algo azorada ante lo evidente, Mulder se limita a tocar la torre de ordenadores que tiene mas cerca pasando la manos por su lisa y blanca superficie; mientras el doctor sonríe hacia la pareja que parece pasárselo tan bien.

“… la doctora Neville es una persona realmente encantadora…”

Y evidentemente la mujer mas coqueta que he visto en mi vida. Ante nuestro silencio la mujer cesa sus carcajadas y vuelve el rostro hacia nosotros sonriendo alegremente a su jefe mientras continúa tocando el hombro de Krycek. La miro desafiante unos segundos cuando compruebo que abandona el ordenador para dirigirse hacia Mulder con una sonrisa en la cara.

“… agente Mulder… ya que su compañero no parece tener dudas informáticas permítame que le acompañe y le enseñe nuestro `buque insignia´, el laboratorio de nanotecnología…” Una milésima de segundo antes de que alcance el brazo de Mulder soy yo misma la que jalo de él hasta acercarlo hacia mí.

“El agente Mulder y yo, estaremos encantados de acompañarla doctora, no sabe lo interesada que estoy en realizar esa visita.” Si la he defraudado con mi maniobra no lo demuestra de ninguna forma, se limita a seguir sonriendo amistosamente.

“¡Por supuesto agente!, había pensado que quizás le interesaría seguir hablando con el director pero si su interés es tan grande creo que él estará complacido de ser su cicerone y que puedan continuar su charla mientras realizan la visita”

Aparcamiento
Edificio del CBI
19:40 de la tarde

Caminamos en silencio hacia el automóvil; justo antes de entrar nos hemos desprendido de forma automática y acompasada de nuestras chaquetas, el calor en esa explanada es a estas horas realmente aterrador. Puesto que llevo las llaves del contacto en mi bolsillo me he dirigido hacia la puerta del conductor, aunque aún cojeo estamos demasiado cerca de Logansport como para que me sea posible llegar conduciendo.

Krycek se ha sentado en el asiento de atrás junto a Scully, pero no me voy a molestar en separarlos; o mucho me equivoco o el ataque de celos por parte de Scully que he sufrido esta tarde trataba de dejarme bien claro, si aún no lo tenía, que no es Krycek la persona que no la deja dormir con tranquilidad.

Me duele el tobillo enormemente, hace calor, estoy cansado y la visita a ese horroroso laboratorio lleno de conexiones, microprocesadores y otras piezas de nombres impronunciables me ha dejado realmente agotado, física y psíquicamente.

“¿Soy sólo yo o vosotros también tenéis la sensación de que nos han tomado el pelo?” Krycek habla rompiendo el silencio del interior del coche, justo en el momento en que muevo la llave sobre el contacto.

“¿No estarás diciendo que no has conseguido copiar nada, verdad Alex?”

“¿Nada?, si con nada te refieres a una lista interminable de los mas de treinta mil empleados de los últimos diez años, junto con todos sus expedientes profesionales, yo no diría que no he copiado nada…” Habla mientras mueve ante los ojos de Scully el DVD que ha sacado de su chaqueta “Si te estás refiriendo a nada interesante la respuesta es nada, de nada”

“Se supone que sólo necesitabas quince minutos Krycek, ¿Qué has hecho con las otras tres horas?”

“¿Aparte de soportar que me soben como a un peluche?” El hombre me contesta apoyándose sobre mi asiento para acercarse a mi oído. “pues he conseguido una cita con la encantadora doctora-pulpo Neville… intentaré sacar alguna información, aunque creo que ya que quien está acostumbrado a trabajar con seres potencialmente peligrosos eres tu, deberías ir en mi lugar”

“No te quejes Krycek, no me irás a hacer creer que la doctora no es tu tipo y que tienes mujeres con ese aspecto a tus pies cuando quieras…”

“Aunque te parezca increíble prefiero ser yo quien elija quien quiero que me toque…”

“Míralo de este modo Krycek… haces un sacrificio por tu país…”

“Muy bien Dana, yo haré ese sacrificio por mi país y vosotros os encargareis de revisar los expedientes de este DVD…” Krycek habla mientras deposita el disco sobre la falda de Scully.

Logansport
Hotel Gran Louisiana
19:55 de la tarde

El hotel, aunque supongo que darle esa categoría es un verdadero derroche de buena voluntad por mi parte, es lo más penoso que he visto en mucho tiempo. No es sólo que esté sucio, o ruinoso, o que sea pequeño; no es porque sólo disponga de cuatro habitaciones sin televisor o agua caliente y desconozca el concepto aire acondicionado, es fundamentalmente que huele a almizcle, ese olor que no puedo soportar.

¿Por qué de pronto todas la habitantes de este pueblo son potenciales candidatas a Mis América?. Supongo que debe haber alguna fea, baja y regordeta escondida por algún lugar, alguien que no me haga sentir un patito feo a su lado; pero evidentemente hoy no me voy a topar con ninguna; y por supuesto no lo es la recepcionista que ahora nos mira sonriente desde el otro lado del mostrador. Morena, alta, delgadísima y muy, muy joven; imbuida en un estrecho, corto y escotadísimo vestido rojo.

“¡Buenas tardes señores!, bienvenidos al hotel Gran Louisiana… ¿puedo ayudarles en algo?” Si no fuera por el panorama en el que se encuentra sumergida, el cuadro torcido y descolgado sobre la pared de su espalda, los arañazos del mostrador y los desconchones sobre la pintura de la pared, podría pensar que he llegado al Ritz.

“¡Muy buenas tardes…!” ¡Qué poco originales son los hombres!, ambos han contestado a coro y con la mirada mas idiota que he visto en mucho tiempo. Y aquí estoy yo, situada en medio de ambos, apenas llegándoles a los hombros, mientras `Mis simpatía´ sigue sonriendo. Deliberadamente me empino sobre el mostrador para comprobar que efectivamente no está subida sobre ninguna tarima y es así de alta.

“Tenemos una reserva para esta noche, tres habitaciones individuales a nombre de…”

“No, lo siento señorita, pero no tenemos ninguna reserva de ese tipo…”

“Le importaría comprobarlo, me han asegurado que la reserva estaba hecha y no creo que haya muchos hoteles Gran Louisiana en Logansport…” Insisto ante la falta de iniciativa dialéctica de mis compañeros.

“Siento decírselo, pero sólo tenemos reserva para una pareja de agentes del FBI y un tercer compañero que ha reservado a última hora…” Miro anonada a mis compañeros antes de seguir hablando con este `cerebro´.

“¿Y esa reserva no estará a nombre del agente Fox Mulder, verdad?” Mi compañero por fin parece recobrar el habla.

“¿Y como lo ha adivinado?, precisamente ese… ¿no será usted el agente Fox Mulder del FBI, verdad?”

“Creo que estamos hablando de la misma reserva, señorita, ¿podría indicarnos cuales son nuestras tres habitaciones, por favor?” Se que estoy levantando la voz mas de lo que acostumbro, pero me estoy empezando a impacientar.

“Pero sólo tengo dos habitaciones reservadas, una doble, para la pareja y una individual para su compañero, ¡tal como solicitaron por teléfono…!” La chica habla mientras deposita las llaves sobre el mostrador.

“¿Cuál es la de la habitación doble?” Mulder se ha acercado mientras la chica se agacha sobre el mostrador para examinar las llaves, su gesto nos proporciona una ostentosa vista de su enorme delantera mientras observo como los ojos de mi compañero se detienen fijos en esa parte de su anatomía.

“No te esfuerces en buscar Mulder, su cerebro tampoco está ahí.” No puedo evitar sonreír ante la ocurrencia de Krycek.

Mulder reacciona cogiendo la llave que le ofrece la chica.

“Vamos Scully, no pienso darle la oportunidad a este tipo de que me vuelva a besar…”

“Te aseguro Mulder que no es precisamente en tu culo peludo en lo que estaba pensando…” El sonido estridente del teléfono nos hace parar unos segundos para continuar subiendo las escaleras.

“Un momento señores… Han tenido mucha suerte, se acaba de quedar libre una habitación, no tendrán que compartirla” Nos hemos girado hacia la sonriente chica.

“Muchas gracias” Oigo decir a Mulder entre dientes.

Suerte… ¡menuda suerte la mía!

Hotel Gran Louisiana
Habitación 3
22:35 de la noche

La tarde ha transcurrido rápidamente desde que hemos llegado al hotel. Dejamos todo el equipaje en mi habitación y nos marchamos a comer mientras limpiaban la tercera habitación. Krycek sólo tomó un refresco y un bocadillo antes de salir a reunirse con la doctora Neville, me sigue sorprendiendo la cara de circunstancias que ha puesto al ir a su cita, nunca le hubiera imaginado tantos escrúpulos.

Mulder y yo nos hemos repartido los ficheros de datos con los empleados del CBI, Alex no exageraba al decir que eran miles, me resulta muy extraño ese ir y venir de empleados. Ambos nos hemos separado hace una hora para ducharnos e intentar darles un repaso en los ordenadores portátiles.

Ahora estoy tumbada sobre la cama tomando las últimas notas antes de dormir; el día ha sido largo y mañana intentaremos reunirnos con un antiguo empleado de las instalaciones del CBI antes de tomar el avión de vuelta a Virginia, uno de los pocos que aún vive en la ciudad después de haber cesado su relación con la empresa.

He encontrado una conexión entre los empleados con mas de seis meses de antigüedad en las instalaciones, en todos los casos se trata de personal altamente cualificado y con al menos dos licenciaturas cursadas, además entre los supuestos treinta `desertores´ existe un nexo común, todos trabajaron mas de dos años en el CBI.

El sonido de unos nudillos sobre la puerta me aleja del flujo de pensamientos que intento ordenar.

Me levanto apartando sobre la cama las hojas de notas que tenía entre las manos. Dudo un instante antes de abrir la puerta; mi pijama de verano quedó realmente en mal estado esta mañana, así que he tenido que sustituirlo por un camisón corto de tirantes con la imagen de `hello kitty´ sobre el pecho.

“¿Quién es?”

“Abre Scully, soy yo” Me giro nerviosa buscando algo que me tape un poco más, no quiero parecer otra vez demasiado descarada ni desesperada, pero desisto cuando la voz vuelve a sonar al otro lado. “¿Scully?, ¿puedo pasar?” No espera mi contestación abriendo antes de que llegue hasta el pomo.

Ahí está, con una mano apoyada en la hoja de la puerta y la otra tras la espalda, vestido, de nuevo, tan sólo con el pantalón del pijama, con el pelo mojado aún chorreándole sobre los hombros y el pecho; realmente irresistible.

“Hola, ¿has venido para pedirme la pomada para el tobillo verdad?, espera un poco, la tengo en la maleta” Me vuelvo nerviosa hacia la cama donde mi equipaje aún permanece intacto; intento relajar mis nervios y mis hormonas mientras rebusco sin piedad entre mi ropa, hasta este momento pulcramente planchada y doblada; no puedo reprimir mirar de reojo su figura recortada contra la puerta, no puede ser consciente; no creo que haya nadie tan cruel como para ser consciente de la impresión que causa sobre mi el verlo de esa forma y no tener piedad.

Me está observando y creo que no le engaño fingiendo que busco de forma natural entre mis cosas.

¿Qué demonios estoy buscando?, ¡mierda! no se que es lo que estoy buscando, no se que es lo que hago que no me lanzo sobre él y no se por qué no habla y me sigue observando haciendo que tiemble como gelatina.

“Lo cierto es que no he venido para pedirte la pomada…, he venido para dormir en tu cama”

Hotel Gran Louisiana
Habitación 3
22:37 de la noche

Si en este momento pudiera hablar, se me ocurre que estaría bien decir algo gracioso. O puede que sea mejor idea cambiar de tema como quien no se ha enterado de nada y preguntar por el caso que tenemos entre las manos. A lo mejor podría hacerme la sorda un rato y no decir simplemente nada para seguir buscando en mi maleta con la mayor naturalidad; o quizás lo más sensato sea pedirle que repita lo último que ha dicho sin demostrar ningún síntoma de haberlo oído.

Claro que todo eso estaría medianamente bien si no me temblaran las piernas y las manos de forma espasmódica o si pudiera articular alguna palabra sin tartamudear. Así que lo único que soy capaz de hacer es levantar levemente la cara hacia él y sonreír, supongo con cara de boba, para volver a rebuscar entre mis cosas algo que sigo sin poder recordar que era.

Creo que el silencio en la habitación se puede cortar; permanece en la puerta y debe hacer al menos tres minuto desde que sonó la última frase, esa que aún rebota, cual eco, dentro de mi cerebro: DORMIR EN TU CAMA; DORMIR EN TU CAMA; DORMIR…

“¿Para qué?” Era sólo otro pensamiento, pero me acabo de oír a mi misma haciendo esa pregunta tan obvia; aunque puede que no lo sea tanto, porque él no contesta manteniendo el silencio por dos o tres minutos más.

¡La pomada!, acabo de recordar que lo que estoy buscando mientras destrozo mi maleta es una pomada para su tobillo; afortunadamente he localizado la bolsa donde tengo todos los medicamentos.

“Aquí la tienes” Camino hacia él mostrando el tubo entre mis dedos. No tengo ni idea de lo que se supone que voy a hacer a continuación y me mata tener que improvisar por el camino, pero no puedo pedirle más a mi cerebro acelerado y posiblemente inflamado por el bombeo incesante de sangre directamente desde el corazón.

“¿No me has oído Scully?” Habla mientras tiro de su mano para sentarlo a los pies de la cama.

No es que tenga en mente nada especial, lo prometo, pero me vuelvo instintivamente hacia la puerta para cerrarla con llave.

“Te oigo perfectamente Mulder, pero antes de dormir dejarás que mire ese tobillo…, soy médico, tu médico en este momento y el trabajo está antes que el placer…”

¿Placer?, ¿yo he dicho placer?..., no se que me pasa en los últimos días, puede que sea culpa del calor extremo que estamos soportando, la cifra que arrojaba mi último cumpleaños o algo muy tóxico que he debido comer, pero no acabo de reconocerme a mi misma.

“¿Me tengo que desnudar…doctora?”

Esta conversación está empezando a ser muy, muy peligrosa; somos agentes del FBI, profesionales, compañeros y amigos, estamos trabajando en algo muy importante y no estamos solos en este trabajo; vuelvo a enumerar todos esos inconvenientes en mi cabeza y me esfuerzo por respirar profundamente y aparentar la frialdad que ahora mismo no tengo.

“No hará falta, puedo acceder a tu tobillo sin quitarte los pantalones…”

Quitarte los pantalones…. Pero si sólo oírme a mi misma diciendo esa frase está provocando que un escalofrío me recorra la espalda desde el cuello hasta el ... “¡hasta el coxis!, ¡el coxis, Dana!” repito mentalmente, forzándome en pensar en términos puramente médicos.

Necesito parar esto en este preciso momento o el simple y aparentemente inocente movimiento de sacar con mis manos su pie desnudo de la zapatilla y colocarlo sobre la piel de mi rodilla, masajeándolo entre mis dedos, va a convertirse en un acto muy peligroso que no se si voy a poder dominar.

He conseguido arrodillarme delante e intento no mirarle a la cara mientras me esfuerzo en apartar de mi mente las imágenes de lo que sucedió entre nosotros en la cabina del tren, procurando controlar el cosquilleo de mi estómago. Le descalzo para poner su planta apoyada sobre la piel de mi muslo derecho. He empezado a palpar su tobillo durante unos segundos en silencio. Oigo su respiración, levemente agitada a pocos centímetros sobre mi pelo mientras abro el bote de pomada depositando una porción sobre mis palmas. Respiro profundamente y comienzo a masajear su piel pretendiendo demostrar la mayor profesionalidad posible.

“Odio defraudarte Scully… pero a ese tobillo no le pasa nada”. Esa voz…, esa voz suave y masculina sobre mi cabeza hace que vuelva a tragar el exceso de salivación acumulado en mi garganta. Ahora mis manos han continuado su recorrido escalando hasta la mitad de la pantorrilla, para volver a descender lentamente hacia el talón.

“No pretenderás actuar ahora de médico, te recuerdo que esa es mi función…” Continúo acariciando su pie desde el tobillo hasta el principio de los dedos.

“De verdad que me encanta eso que me estás haciendo… pero a ese tobillo no le pasa nada” Para unos segundos de hablar cuando levanto la cara para observarle. “Me he torcido el otro pie”.

Está sonriendo.

Afortunadamente el sonido de mi móvil sobre la mesita me libra de dar ninguna explicación absurda y actúa despertando a la profesional doctora Scully.

“Ponla tú en el otro tobillo” Me levanto mientras le lanzo el tubo a las manos para caminar hacia el teléfono intentando sacudir de mis dedos los restos de pomada y de mi cara los colores que ha dejado el bochornoso ridículo hecho.

“Dime Krycek” Hablo tras comprobar el número que aparece parpadeando en la pantalla.

“Necesito que me apoyéis en una operación algo complicada…” El sonido retumba algo entrecortado y lejano, amortiguado por algún ruido de fondo. “… tenemos que entrar en el CBI, Sara Neville me ha facilitado su tarjeta de acceso a las instalaciones…“ Mi silencio le hace continuar hablando “no preguntes…, ya hablaremos de los detalles…”

“Yo no he preguntado nada…“ No puedo evitar una media sonrisa de complicidad mientras miro a Mulder, que ahora se reparte el mismo la pomada sobre su tobillo lastimado, aparto levemente el teléfono móvil para hablarle. “Retírate un poco el pantalón para que te lo pueda ver bien Mulder… ¡dios!, estás hinchadísimo, no te toques tú, espera un minuto que yo te lo haré bajar rápidamente…”

“¿Dana?” La voz de Krycek vuelve a sonar al otro lado de la línea “¿he interrumpido algo…?”

Exterior de la Planta de Investigaciones del CBI
Logansport, Louisiana
15 de Junio, 1:26 de la mañana

Dejamos el coche a más de dos kilómetros de las instalaciones del CBI a pesar de que durante los últimos cinco minutos nos hemos acercado conduciendo con las luces apagadas para evitar dar pistas sobre nuestra presencia. Krycek pasó a recogernos tan solo una hora después de su llamada, así que únicamente nos ha dado tiempo de preparar todo el equipo y vestirnos con nuestras ropas oscuras para intentar camuflarnos y pasar lo más discretamente posible por el exterior del complejo.

Reconozco que una de mis mayores pasiones es filtrarme en los sitios y cuanto mas difícil me lo ponen mayor es el reto y la diversión; aunque lo cierto es que hoy no estoy en la mejor forma para colarme en ningún lugar, sin mencionar el hecho de que tenía en mente otras cosas mucho mas relajantes y divertidas; de cualquier forma, ya que parece que mis planes se han torcido tanto como mi pie, voy a intentar disfrutar de las posibilidades que me ofrece lo que queda de noche.

Scully camina agazapada a mi lado, viste por completo de negro con un pantalón elástico ajustado y una fina camiseta de mangas largas y se ha recogido el pelo en una cola; aunque he de confesar que me gusta mucho mas con la camiseta larga (o camisón encogido) que llevaba hace un rato, verla vestida como `Lara Crofft´ tiene cierto morbo no despreciable. Parece que Krycek comparte mi opinión, porque lo he pillado un par de veces mirándole la popa.

Estamos a pocos metros de la valla, así que me voy a controlar y dejaré aquí afuera a Mulder Spooky para rescatar al agente especial Fox Mulder, porque me parece que voy a necesitar estar muy centrado para colarme en el complejo junto a Krycek.

Scully ha insistido durante todo el trayecto en ser ella la que entre con Krycek, argumentando que mi tobillo no está en condiciones, afortunadamente la hemos convencido de que no es posible. Aunque Krycek me ha asegurado que la valla, a pesar de su aspecto, no está electrificada, vamos a necesitar nuestra mutua fuerza para pasar al otro lado.

“Bien, Scully, quédate aquí, si ves algún movimiento extraño nos avisas, si no salimos te marchas hacia el coche”. Hablo mientras me bajo el pasamontañas que vestimos para ocultar nuestras identidades de las cámaras del edificio; entrego a Scully el radiotransmisor que usaremos para comunicarnos, aunque mira unos segundos con reticencias acaba por ocultarse tras unas piedras.

Krycek se ha adelantado hasta la valla metálica y tras comprobar que efectivamente no está electrificada arrojándole su linterna metálica, empieza a escalar apoyándose sobre mis hombros.

Parece que su cojera es menos invalidante que la mía, observo su habilidad felina mientras recuerdo que aún no le he preguntado que le ha ocurrido para caminar así.

Una vez en la parte alta se detiene pasando una pierna al lado interno del recinto, mientras alarga el brazo derecho para tirar de mí hacia arriba. Supongo que debo pesarle mucho, teniendo en cuenta que sólo cuenta con el apoyo de sus piernas para izar todo mi cuerpo, aunque no se queja sólo aprieta los dientes impulsándome enérgicamente.

Ya en el otro lado, corremos hacia una de las entradas laterales del edificio, lo mas alejada posible de la caseta donde al menos dos de los tres guardas permanecen observando el exterior del edificio.

La puerta es de una sola hoja; no existe pomo, ni cerradura convencional y su superficie vuelve a ser de PENTX blanco. Sobre la pared existe una pequeña ranura que observo mientras Krycek extrae una tarjeta verde del bolsillo de su pantalón.

“Espero que te hayas portado como un hombre…” Hablo mientras la introduce en el hueco, dónde se desliza con rapidez impulsada por algún motor interno “…o acabaremos teniendo que dar muchas explicaciones a bastante gente”

Hay un espacio de tiempo en el que no ocurre nada, en el que ambos contenemos la respiración mientras con la palma de la mano empujamos la hoja de la puerta; unos segundos eternos que acaban con el sonido sordo de un click que nos impulsa, al unísono, hacia el interior.

“Yo siempre me porto como un hombre Mulder… ¿y tú?”

Hemos aparecido en el interior de un largo pasillo. Procurando hacer el mínimo ruido sigo a Krycek todo lo rápido que el dolor de mi pie me lo permite. No habla, pero parece que él sí sabe hacia dónde debe dirigirse.

Tras un par de minutos más acabamos deteniéndonos frente a otra puerta, empiezo a reconocer la zona después de atravesarla, tras volver a usar la tarjeta facilitada por la doctora Neville.

Al fondo distingo la doble hoja acristalada de entrada a la sala de ordenadores en la que hemos estado esta tarde.

“Vamos Mulder…, necesito que hagamos algo a la vez”. Krycek se dirige hacia el escueto monitor y teclado que usó esta tarde. “Siéntate aquí”. Habla señalándome la silla “Voy a introducir los códigos, pero quiero que estés atento; necesito encontrar la torre de protocolos, creo que puedo hacer creer a la CPU que es la doctora Neville la que está accediendo desde el teclado”.

“No tengo ni idea de lo que hablas o pretendes…., pero dí que tecla tengo que tocar y cuando” Creo reconocer como Krycek sonríe bajo su pasamontañas mientras su única mano introduce a gran velocidad una secuencia de diez códigos alfanuméricos.

“Tecla intro, cuando yo te lo diga” Me deja espacio mientras camina rápidamente hacia el fondo de la sala. “Atento Mulder, sólo me llevará unos minutos” Antes de girar en un recodo a mitad del pasillo, observo como saca de su pantalón una bolsa con herramientas de precisión.

“¿Mulder?” Aunque la voz de Scully sólo suena en mi oído, instintivamente miro a mi alrededor para cerciorarme de que su volumen no ha alertado a nadie.

“Te oigo, ¿ocurre algo?”

“Sólo quería comprobar el equipo de sonido, aquí afuera todo está tranquilo, ¿habéis conseguido llegar a la sala de ordenadores?”

“Krycek está intentando acceder al sistema, ahora vuelvo a conectar, necesito estar atento a sus ordenes…”

“¡Mulder…!” El semigrito de Scully casi me hace levantar de la silla, justo en el momento en el que la cabeza de Krycek ha aparecido al fondo del pasillo haciéndome señales. “Vais a tener que salir de ahí ahora mismo… Debe haber saltado alguna alarma silenciosa. Se acercan varios todoterrenos de la policía a toda prisa…”

“¿Cuánto tiempo tenemos?” Vuelvo a mirar hacia Krycek mientras hablo con Scully.

“Puede que tres minutos antes de que lleguen a las instalaciones”

“¡Ahora Mulder!” Aún antes de que acabe de pulsar la tecla intro Alex ha llegado casi a mitad del pasillo. “Levanta, veamos si ha funcionado” Mientras le dejo la silla observo como comienza a cambiar la configuración de la pantalla, pasando de la espartana negrura del símbolo del sistema a una colorida bienvenida azul a las instalaciones del CBI.

He dejado a Krycek en la silla y me he aproximado en dos zancadas hasta la doble puerta acristalada.

“Vas a tener que demostrar mucha habilidad Krycek, creo que en cinco minutos tendremos mucha compañía”

“Sólo necesito cuatro…” Deja de hablar mientras me vuelvo a girar hacia el blanco y desierto pasillo.

Los minutos pasan a ser eternos mientras me debato entre mirar el pasillo y al hombre que se afana sentado sobre el teclado. Aliviado respiro cuando veo que se levanta dejando la pantalla de nuevo en negro.

“Me han sobrado dos” Habla mientras muestra ante mis ojos un DVD.

“No lo creo…, los vamos a necesitar para salir de aquí” Me he girado hacia Krycek mientras creo oír ruido al fondo del pasillo. “comprobemos como de equivocados estaban los planos que nos enviaron”

Corro hacia la puerta, enormemente camuflada, que he podido rescatar de las instantáneas tomadas esta tarde en mi memoria mientras hablábamos con el doctor Feldmann. Krycek no pregunta mientras nos acercamos al fondo de la sala. Sólo entreveo en mis recuerdos una leve diferencia en la textura de la inmaculada pared, pero creo no estar equivocado cuando acabamos encontrándonos ante ella y observo de nuevo, la ranura para introducir tarjetas.

“Veamos si tengo razón, dame la tarjeta de la doctora Neville” Mientras la introduzco, somos conscientes de que nuestros perseguidores están muy cerca.

Apenas unos segundos y el click de acceso vuelve a permitirnos atravesar la puerta. Hemos accedido a un nuevo pasillo que empiezo a reconocer en los planos facilitados por el FBI.

“¿Scully?, necesito que nos indiques dónde está la policía” Hablo mientras comenzamos a recorrer el pasillo.

“Dos coches en la entrada, uno en la parte sur y dos en la este, en el oeste hay otros dos, pero han entrado al edificio todos los agentes, creo que es la mejor opción para salir”.

“Vamos, si no me equivoco al final del pasillo debe haber unas salas que llevan a las instalaciones hospitalarias, intentaremos tomar la salida que se encuentra en el sótano, bajo la parte clausurada del hospital”.

Hemos atravesado cinco minutos de pasillos blancos, carentes de puertas o ventanas de algún tipo. Aparentemente se trata de un único pasillo recto, aunque al volver la vista atrás puedo comprobar que no soy capaz de ver su comienzo, existe algún tipo de efecto óptico que engaña la percepción del espacio dentro del largísimo habitáculo. Guiado por el recuerdo de los planos del edificio continuamos avanzando hacia el frente, buscando el acceso camuflado que recuerdo situado a pocos metros.

La luz ha comenzado a ser cada vez más tenue, de una forma apenas perceptible, lo que ha permitido que nuestras pupilas se adapten progresivamente a la ausencia de claridad. No comprendo la finalidad de esta instalación, ni lo que perseguía el constructor de este pasillo que cada vez va convirtiéndose en un túnel de paredes estrechas en el que mis hombros comienzan a rozar las paredes al andar. Krycek permanece a mis espaladas, en silencio, tan solo delata su presencia la levemente agitada respiración de sus pulmones.

“Creo que no vamos a ir mucho mas lejos Mulder, esto se está poniendo muy feo”

“Se que hay una puerta por aquí, busca algún tipo de imperfección sobre la pared; aunque sea mínima…”

Hemos comenzado a desandar el camino de forma lenta, palpando la pared, yo la derecha, Krycek la izquierda. Nuestras manos se deslizan por la pulida superficie durante metros sin encontrar el mas mínimo rastro de la puerta que sigue apareciendo claramente dibujada sobre los planos que recuerda mi memoria. El silencio nos rodea, aunque somos conscientes de que nuestros perseguidores no tardarán en seguirnos a través del largo pasillo.

“¡Aquí Mulder!” Mientras me giro compruebo que la casi completa oscuridad nos rodea, con tan sólo un leve resto de luz en lo que creo atisbar es el comienzo del pasadizo. “Hay algo en esta pared…“. Krycek guía mi mano hasta un mínimo reborde vertical. “Ahora lo difícil va a ser abrirla” La voz de Krycek es tan sólo un susurro a escasos centímetros de mi cara; casi no puedo distinguir su silueta, iluminada por la leve claridad que llega del fondo y que por un momento creo que está aumentando.

“Tenemos que salir de aquí, me parece que la policía ha dado con la puerta de entrada…” Aunque en el mayor silencio posible, sin piedad comenzamos a golpear la invisible puerta que parece ser nuestra única escapatoria.

“¡La ranura!, he encontrado la ranura, dame la tarjeta Krycek”

Cuando la puerta se abre a cámara lenta girándose sobre un eje central, nuestros cuerpos son empujados hacia el interior impulsados por lo que parece un cambio de presión entre los habitáculos que separa. Un segundo después somos conscientes de que hemos entrado en una sala isobárica en la que el único aire respirable es el que nos ha acompañado al entrar.

La intensa luz nos ha cegado por unos instantes, pero ahora compruebo la pequeña habitación de unos doce metros cuadrados separada de una mucho mayor por una pared de cristales. Tan sólo existe una mesa minimalista en el centro. No tengo mas que mirar a Krycek de reojo para sacar a la vez nuestras armas en una última bocanada de aire respirable. Cuando el quinto disparo consigue resquebrajar el vidrio giramos para colocarnos parapetados con la mesa, intentando proteger nuestros cuerpos de la explosión que probablemente provocará la diferencia de presión. Hasta diez disparos son necesarios para que el ventanal salga en propulsión hacia nosotros hecho miles de añicos.

“… Mulder…, responde, por favor ¿me escuchas?” La voz alterada de Scully llega a mis oídos al mismo tiempo que el aire a mis pulmones.

“Te oigo, … vamos a salir Scully y necesito que traigas el automóvil lo mas cerca posible” Aún sacudiéndonos los restos de cristales, corremos hacia el interior de lo que parece una sala de curas. Repleta de aparatos de control médico. “Estamos en la parte clausurada de las instalaciones, hay que salir por la segunda puerta de la derecha, debe llevarnos al pasillo de los quirófanos y de allí a las habitaciones del hospital.”

Aún antes de entrar en la sala de las camas somos conscientes de que algo no anda como debiera, es evidente que a pesar de lo desierto de las construcciones y la ausencia completa de trabajadores, las instalaciones están en uso. Las luces de los monitores de control de enfermería parpadean en verde aunque en el lugar donde debiera estar el celador no hay ni siquiera una silla.

“Todo está controlado por ordenador, podemos seguir andando Mulder, dudo de que haya ningún empleado a estas horas de la noche..”

Frente a nosotros se abre una enorme sala con unas treinta camas repartidas a ambos lados.

“Hay enfermos…, estos monitores están controlando señales vitales” Hablo mientras señalo una de las pantallas en la que una luz roja ha empezado a encenderse sobre el número 11.

Instintivamente me desplazo por la sala hasta encontrar la cama 11, cerrada como todas las demás, con cortinas blancas. La intensa luz que cae del techo me deja vislumbrar una figura recostada sobre el colchón, inmóvil y delgada; con mi mano derecha retiro la cortinilla para observar el cuerpo tendido.

Las tripas se me contraen ante la vista de un hombre menudo, de menos de un metro de altura, extremadamente delgado y tan arrugado como si tuviera mas de cien años. Tendido sobre su espalda pensaría que está muerto si no fuera por el leve movimiento de su tórax. La visión me ha paralizado por unos segundos, hasta que sus ojos, de párpados secos, se abren mostrando unos ojos blanquecinos en dirección hacia el techo. No ha movido el cuello ni un milímetro, pero comprendo que sabe que le observo, porque su respirar se hace un poco mas profundo cuando levanta la mano, como la garra de un cadáver, hacia mí.

“¿Qué está ocurriendo aquí Krycek?, sabes algo mas de lo que dices y me lo vas a contar ahora”

“Tenemos lo que veníamos a buscar, eso es lo único que necesitamos saber por el momento; hay que salir cuanto antes…” Krycek observa al anciano por encima de mi hombro mientras tira de mi jersey “… esto no es de nuestra incumbencia, lo que llevo en este DVD es algo mucho más importante que un viejo moribundo Mulder”.

Sin pensarlo me giro bruscamente para sujetar a Krycek por los hombros enfrentando su mirada.

“No me fío de ti cerdo, no me engañas y voy a vigilarte de cerca” Mientra hablo me acerco hasta casi sentir su aliento en mi cara “Si me la juegas iré a por ti, y esta vez no voy a titubear cuando te apunte con mi pistola”.

“¡… Mulder!” La voz de Scully gritando en el interior de mi tímpano me recuerda que he dejado el canal abierto desde nuestra última conexión. “…deja de jugar con Alex y salid ahora mismo de ahí…” Suelto la ropa de Krycek para desconectar el transmisor.

“¿Mamá vuelve a reñirte?” La voz jocosa de Krycek resuena a mis espaldas mientras camino hacia el final de la sala.

Sótanos de la Planta de Investigaciones del CBI
1:48 de la mañana

Hemos bajado hasta los sótanos de la instalación hospitalaria; afortunadamente en esta zona los planos eran fieles a la realidad y no han vuelto a aparecer pasadizos ni salas trampa de ningún tipo. No se como pero mi pie sigue permitiéndome correr, aunque con una fuerte cojera y un dolor que por momentos empieza a ser insoportable. Nuestros perseguidores dejaron de oírse hace cinco minutos, lo que me hace pensar que tal vez logremos salir de este laberinto.

Nos encontramos ante lo que suponemos es el acceso oeste al edificio. Krycek vuelve a emplear la tarjeta de la doctora Neville para franquearnos la salida.

“Scully, vamos a salir del edificio por la puerta oeste, dime como está la situación ahí afuera”

“No me gusta que me dejen con la palabra en la boca Mulder…, no vuelvas a cortar la comunicación cuando hablo contigo…” La voz de Scully con ese tono amenazador es una de mis mayores pesadillas, así que me giro sobre mi mismo en un afán de impedir que Krycek vea mi cara; afortunadamente no la puede escuchar.

“No, no puedo oírte bien Scully…, quiero que cortes la comunicación dos veces seguidas y entenderé que me oyes y que todo está despejado…”

“Tienes una cara que te la pisas Mulder…, está despejado…” Oigo como corta la comunicación siguiendo mis instrucciones.

“¡Salgamos Krycek!” Hablo mientras empujamos la puerta de salida “Vamos a tener que correr a toda prisa”

Hotel Gran Louisiana
Aparcamiento
2:15 de la noche

“¿Qué se supone que hemos obtenido con esta misión de locos?” Comienzo a hablar en el momento en que paro el motor “¿y bien Alex?, estoy deseando escuchar lo que tienes que decirme”

Miro hacia mi derecha observando el rostro en penumbras del hombre. Nadie ha hablado desde que los recogí a tres kilómetros de la valla de las instalaciones del CBI. El despliegue policial no me permitió acercarme mucho más sin delatarme. En un primer momento pensé que era el agotamiento por la extenuante carrera lo que les hacía mantener el silencio, Mulder tumbado en el asiento trasero y Alex a mi derecha, pero de eso hace mas de un cuarto de hora.

“Nada” Por fin Krycek rompe el silencio.

“Este idiota dice que ha perdido el DVD, ¿te lo puedes creer Scully?..., me he jugado el pellejo por nada”

“Estaba en el bolsillo del pantalón, junto a la tarjeta de acceso a las instalaciones, pero ahora no hay nada”

“¿Estáis de broma, verdad?” El silencio que sigue me hace temer por unos segundos su respuesta, hasta que ambos empiezan a esbozar una tenue sonrisa mientras Krycek muestra el DVD entre sus dedos. “¡Menudo par de idiotas estáis hechos..!”

“Voy a intentar descifrar lo que hay en estos archivos, aunque antes debo devolver la tarjeta a la doctora Neville”

“¿Puedo preguntar como has conseguido que te la de?”

“Eso es parte de mi secreto profesional… querida” Krycek sonríe mientras baja del automóvil en dirección a su habitación. “Aunque puedo pasar esta noche por tu habitación para contártelo con todo detalle…” No hago ningún movimiento mientras observo como se aleja.

“No deberías preguntar por algo si no deseas realmente conocer la contestación, corres el riesgo de que te respondan” Mulder habla, tumbado, desde el asiento de atrás. “Es muy tarde Scully, ¿nos vamos a la cama?” Luego abre la puerta para dejarme anonadada dentro del coche.

Medio minuto después aún permanezco con el cinturón puesto mientras veo como se aleja cojeando hacia el edificio del hotel. Atropelladamente logro que mis dedos encuentren la forma de liberarme del asiento para salir tras él. Aunque su paso no es el habitual debo dar una pequeña carrera antes de alcanzarlo.

“Parece que tu pie está algo mejor, creo que te debe haber bajado la inflamación”

“No lo creas, ahora si que estoy realmente hinchado…”

“Tienes que mantenerlo en alto toda la noche, así te bajará esa hinchazón. Te daré la pomada para que te la vuelvas a poner antes de dormir y un analgésico para el dolor”

Mientras hablo observo su ropa, sobre la que la tenue luz de la calle hace brillar miles de trozos de cristal.

“Tienes cristales sobre la ropa” Hablo acercándome para observarlos de cerca “será mejor que te quites esa ropa rápidamente”

Hotel Gran Louisiana
Habitación 3

Hemos subido directamente hasta mi habitación. Mulder ha pasado por delante se la suya sin ni siquiera mirar hacia la puerta. Ahora saco la llave de mi pantalón. Necesito utilizar mi mano izquierda para lograr que la derecha introduzca de forma medianamente exitosa la llave en su cerradura sin delatar el temblor que ahora mismo tengo en todas mis extremidades. El está a mis espaldas, supongo que observando como intento por tercera vez abrir sin éxito la puerta. Estoy sudando intensamente cuando por fin logro girar el pomo y entrar en el oscuro cuarto.

Mulder me sigue encendiendo la luz antes de cerrar la puerta a sus espaldas. No habla, yo tampoco, y aunque fuera capaz de hacerlo no tengo ni idea de lo que debo decir o hacer. Ante el silencio opto por entretenerme sentándome sobre los pies de la cama para quitarme las deportivas negras que llevo puestas. Me doy cuenta del enorme error cuando compruebo que mis dedos temblorosos son incapaces de desatar el nudo de los cordones. Desesperada tiro de la suela para liberar mis pies sin deshacer los lazos. La imagen que proyecto debe ser muy patética, intentando descalzarme a tirones limpios, mientras me esfuerzo por no mirar la silueta del hombre que camina de un lado a otro de la habitación.

Se ha dirigido hacia la terraza, abriéndola de par en par.

“Este lugar es tercer mundista, ni siquiera conocen el concepto aire acondicionado, ¿cómo pueden sobrevivir en medio de Louisiana en pleno Junio con este calor?” Mientras habla compruebo que intenta quitarse el jersey repartiendo sobre el parquet cientos de pequeños cristales.

“Un momento Mulder… no puedes hacer eso, estás esparciendo los cristales” Hablo mientras en un último esfuerzo consigo liberarme de mi zapatilla izquierda. Aún con la derecha puesta me levanto para dirigirme cojeando hacia mi maleta “Vas a tener que deshacerte de esa ropa” Busco entre mis cosas hasta encontrar una pequeña tijera de punta roma. “Sal a la terraza, no quiero llenar el suelo de cristales y luego andar descalza por ahí…, vas a protagonizar un pequeño espectáculo para Logansport”

Mulder se coloca ante mi con los brazos en cruz mientras introduzco el filo de la tijera entre el jersey y la camiseta negra que viste debajo. Lentamente corto el tejido en dirección ascendente hacia el cuello procurando que caiga al suelo la mínima cantidad de vidrio. Con la punta de los dedos tiro de las dos mangas del suéter para quitárselo, dejándolo caer en una esquina de la terraza.

Con ambas manos palpo su torso, quizás mas lentamente de lo necesario, comprobando que la camiseta que viste está libre de trozos de vidrio.

“Por fortuna llevabais pasamontañas, habría sido un trabajo realmente titánico eliminar todo los cristales de esta mata de pelo”. Hablo mientras con mi mano derecha agito su flequillo.

“Si pretendes usar esas tijeras con mis pantalones me gustaría que me lo advirtieras…”

“¿Le tienes mucho cariño a estos jeans viejos y raídos?”

“Puedes hacer lo que quieras con ellos…, pero no te sorprendas de lo que puedas encontrar debajo, porque lo que me está haciendo sudar ahora mismo no es precisamente el calor de la habitación”.

Dudo unos segundos antes de levantar la vista hacia él. Dejo caer la tijera al suelo para abrirle el cinturón con manos temblorosas y desabrochar uno a uno los cuatro botones de su pantalón procurando no rozarle mas que con la punta de los dedos mientras el me ayuda a evitar el contacto encogiendo levemente el estómago. Respiro muy hondo dudando en mi siguiente movimiento y vuelvo a ser una cobarde mientras me giro hacia el interior dejándole en la terraza.

“Creo que puedes continuar tu sólo. Deja la ropa en la terraza, mañana nos desharemos de ella” no dice ni una palabra mientras me dirijo hacia el baño maldiciéndome internamente por ser tan tonta.

 

¿Cuántos golpes puede soportar una frente humana sin amoratarse?; al menos una docena, según mi propia experiencia. Aunque creo que podría darme algún otro tortazo más contra el espejo del baño sin acabar resquebrajándolo, desisto de mi autocastigo para observar con detenimiento la cara de la que creo es la mujer mas idiota de este planeta.

Ahora refresco mi cara bajo el grifo mientras la palabra tonta vuelve a rebotar en mi cabeza.

Hace solo cinco minutos que he entrado en el baño dejando, de nuevo, al hombre de mi vida medio desnudo y totalmente excitado en la habitación de al lado. Y sigo observando el rostro que me devuelve el espejo mientras siento en mi ropa interior la humedad que el sólo hecho de recordarlo me está provocando. Me giro levemente y vuelvo a contemplarme, ahora de cuerpo entero, en el espejo situado tras la puerta. Una mujer joven, pelirroja, vestida con una única zapatilla de deportes y ajustada ropa negra.

En un impulso arrojo de una patada la deportiva proyectándola sobre el plato de la ducha. Sin pensarlo continúo sacándome de un tirón la camiseta por la cabeza, arrastrando con ella mi sujetador y la goma del pelo. Los pantalones siguen el mismo trayecto acabando sobre la loza de la ducha sin apenas bajarme la cremallera.

Vestida tan sólo con mis escuetas bragas azules me dirijo hacia la habitación abriendo la puerta de un tirón, para no darme tiempo a pensar siquiera en lo que voy a decirle cuando me vea.

Me sorprendo cuando compruebo que la luz está apagada y por unos segundos temo que se haya marchado. Afortunadamente la claridad que entra por la terraza, abierta de par en par, me permite ver su silueta, recostada bocabajo sobre la cama. Estoy empezando a perder parte del valor del que me he revestido al salir del baño, pero me esfuerzo en tragar saliva y seguir avanzando hasta el centro de la habitación, para rozar con mis muslos la ropa de la cama. El no se mueve, aunque la posición de su cara mira directamente hacia mí haciendo que empiece a temblar arrepintiéndome del arrebato que he tenido.

Mis ojos se han acostumbrado a la penumbra y empiezo a observarle detenidamente, comenzando a recuperar parte de seguridad en mi misma. Se ha quitado los pantalones y viste sólo unos boxers negros y una camiseta. Aún está demasiado oscuro para distinguir la expresión de su rostro al verme semidesnuda frente a él, así que me recuesto sobre la cama para acercarme un poco mas.

“Sí que hace calor esta noche, tal vez deberías quitarte esa camiseta para estar un poco mas…” Mientras hablo empiezo a ser consciente de la realidad de la situación, que corroboro cuando sitúo la yema de mis dedos sobre los parpados cerrados de sus ojos dormidos.

“¡He venido para dormir en tu cama!..., ¡HE VENIDO PARA DORMIR EN TU CAMA!” Repito en voz alta mientras me levanto totalmente frustrada para buscar mi camisón. “¡PERO SI TU TIENES INSOMNIO..!”.

Hotel Gran Louisiana
Habitación 3
7:35 de la mañana

La conciencia nos ha llegado a la vez, puede que debido a un ruido exterior que no soy capaz de identificar, pero ahora nuestros ojos se miran recién despiertos, a menos de medio metro de distancia.

En un desperezo matutino, de nuevo nos movemos acompasados, como en un baile de salón, abriendo los brazos a la vez, frente a frente, para desentumecer los músculos, mientras le sonrío. El lo ha tomado como una invitación y se ha acercado hasta enterrar su cabeza en mi cuello, aprisionando mi brazo y la mitad izquierda de mi cuerpo bajo el suyo; noto su peso, asfixiantemente grande sobre mí y no puedo evitar un gemido de placer que él, erróneamente, identifica con un quejido.

“Perdona… peso demasiado.” Y antes que pueda sacarlo de su error hace un amago de retirarse para liberarme de su peso, haciendo que el levemente frío aire de la mañana acaricie mis caderas allí donde hace un segundo estaban las suyas. No quiero que se aparte, por eso le agarro bruscamente hasta hacerlo caer de nuevo sobre mí.

No hablamos pero las caricias de sus labios, en breves roces intermitentes sobre la piel de mi cuello me lo dicen todo. Ahora estoy besando el pelo castaño que ha quedado justo bajo mi barbilla, suave y demasiado largo, en un gesto que he repetido cientos de veces, pero que en este momento soy consciente de cómo le afecta, haciendo que se endurezca justo a la altura de mis rodillas.

No pienso, mi cerebro no es consciente de emitir ninguna orden, pero la mano que aún no siente su piel se mueve sola sobre su espalda, sola y tremendamente osada, colándose por debajo de la camiseta hasta tocar el hueco de su columna, sólo a centímetros de la cintura del boxer negro. Siento como mis dedos autómatas se mueven sobre él, hasta la zona de su espalda donde el suave vello es levemente mas abundante y el calor que emana me hace temblar, de manera tan evidente que azorada retiro la mano.

¡Error!, aunque juro que mi intención ha sido acabar con ese contacto que me abrasaba las yemas, el brusco movimiento de retirada ha acabado con la palma abierta de mi mano sobre su nalga izquierda y no puedo reprimir el instinto primario de apretar para comprobar la dureza de ese músculo.

Ahora es su garganta la que emite un gemido, leve y húmedo sobre mi cuello; mientras su cuerpo se mueve sobre mi en una ligera, pero evidente embestida. Mientras que los breves besos que estaba depositando sobre mi garganta pasan a ser pequeños bocaditos.

Estoy nerviosa, debe ser eso, porque mi cuerpo no me obedece y se empeña en moverse sin preguntar, sin razonar y sin hacer un estudio científico de las consecuencias de sus actos, ignora a mi cerebro y hace cosas tan instintivas como colocar la pierna que me queda libre enrollada sobre la suya. Su respuesta es inmediata, un roce de su nariz, desde la base de mi cuello hasta detrás del lóbulo de la oreja, haciendo que el aire que acabo de respirar permanezca retenido en los pulmones durante su trayecto, para salir en una generosa inhalación justo cuando sus labios atrapan un mechón de pelo.

Volvemos a estar quietos, no quiero abrir los ojos, no quiero hablar, no quiero hacer nada que remotamente pueda provocar que se mueva de dónde está, quiero más, es una locura, pero si es preciso no respiraré.

El sí se mueve, su mano escala mi muslo hasta colarse por el hueco de mis bragas. Por favor ¡me está tocando el trasero!, ya se que yo aún le estoy agarrando el suyo, pero el se atreve a acariciarme por debajo de la tela… ¿es esto lo que se supone que hacen los amigos?, el es mi amigo, pero yo estoy empezando a enloquecer bajo su tacto.

“Scully… ¿estás despierta?”

“Ajá” Me desplazo hacia arriba para poder compensar la diferencia de altura que ahora me impide llegar a su cuello donde empiezo a devorar la base de su garganta.

“¿Seguro que estás despierta?”

“Ajá” No es una palabra, tan solo un sonido gutural, mi boca está demasiado ocupada explorando cada centímetro de su barbilla.

“¿Sabes dónde estás?, eres Dana Scully y yo soy Fox Mulder y hoy es…”

“... 15 de Junio Mulder, ¿puedes callarte de una vez?”

“Bien, bien, me alegro que no estés dormida, ni soñando, ni bebida...” Su mano empieza a profundizar de forma un poco mas peligrosa en mi ropa interior “porque quiero que te acuerdes de este momento y de lo que…”

“¡Cállate Mulder!”

CONTINUARÁ