fanfic_name = Suavemente
author = Luvi_trustno1
dedicate = Autor: Luvi_trustno1
Disclaimers: Fox, 1013, CC… ya todos se conocen esa historia, no me pidan que vuelva a contarla.
Spoliers. Ninguno. Situado en algún momento después de la novena, después de la partida de Mulder.
Clasificación: MSR, O18W, Angst, UST ... (de todo un poco, creo)
Dedicatoria: muy especialmente a chilly y a katherine_m_s, a nymphadora y a todos aquellos que me hacen llegar sus comentarios y que continúan conmigo a pesar de mis locuras. Gracias.
Nota 1: Los fragmentos entre comillas pertenecen a la canción Trátame Suavemente, de Soda Stereo.
Nota 2: Ya antes he tocado el tema, pero no con detalles tan explícitos, espero no decepcionar a nadie.
Rating = sleeping_bags
Type = Angst
fanfic = *************************************
“Yo quiero soñar mil veces las mismas cosas
Y contemplarlas sabiamente
Quiero que me trates suavemente”
Está sentado en el sillón, con el pie derecho apoyado en la rodilla izquierda, los brazos abiertos en el espaldar y la cabeza ligeramente tirada hacia atrás.
La débil iluminación de la habitación proviene apenas de la pecera y del indirecto resplandor azulado proveniente de la lámpara que está en el escritorio, apuntando hacia la ventana.
Hay costumbres que nunca se van.
Tampoco los miedos.
¿Alguna vez pensó que las cosas resultarían así?
No.
- Ya se durmió.
La figura de Scully se dibuja en el marco de la puerta del dormitorio. Cruza los brazos y apoya la cabeza.
- ¿Por qué has puesto nuevamente esa luz? –dice ella mirando hacia la ventana.
- ¿Vas a decirme que estoy paranoico, Scully?
Ella se vuelve a mirarlo; la sorpresa le da más nitidez a los contornos de su rostro.
Pero eso dura sólo un instante. En seguida baja la mirada.
- No –su voz suena débil, lejana.
Durante un par de minutos se miran en silencio. A pesar de estar sumidos en la semipenumbra, Mulder puede adivinar la soledad que se esconde en sus ojos.
Y lo sabe porque también él la siente, aprisionándole el corazón.
Tampoco eso ha cambiado.
- Ven aquí –dice él extendiendo un brazo hacia ella.
Scully avanza con lentitud y antes de llegar junto a él también le tiende la mano. Mulder puede notar el frío contacto de la cadena que lleva en la muñeca.
Ella se sienta a su lado y él rodea sus hombros sintiéndola apoyar la cabeza en su pecho.
- No te ha dado problemas hoy, eh?
- Creo que le gusta la cama de agua.
- Igual que a su madre.
Ella levanta un poco el rostro y se encuentra con su mirada tierna, con su sonrisa triste.
Y durante unos segundos también sonríe.
- ¿Alguna vez pensaste que llegaríamos a este punto de nuestras vidas?
- ¿Te refieres a que si alguna vez se me ocurrió que podría estar sentado abrazando a la madre de mi hijo?
Mulder la siente bajar la cabeza y sonreír.
- Suena extraño ¿verdad?
- ¿También?
- También…
- Cuando me lo pediste…Lo pensé cuando me lo pediste… ¿Y tú? ¿Lo pensaste antes de eso?
- Alguna vez… mucho antes…
- Nunca me lo dijiste.
- Me lo sugirió la madre de mi ahijado, hace como nueve años…
- ¡Oye! Eso fue casi desde el comienzo… ¿cómo…?
- Me pareció algo disparatado, considerando que me habías dejado de lado por ir a perseguir a tu demonio en el bosque de Jersey.
Mulder ríe suavemente durante unos segundos. Luego se pone muy serio.
- Lo lamento –susurra.
- ¿El qué…? –ella apenas puede pronunciar las palabras.
- Que esto no sea real, Scully. Lamento que no pudieras hacer una vida normal, tener una familia, un esposo al cual abrazar frente a una chimenea cuando llegara del trabajo…
- Esto es real para mí.
- Si lo hubiera sospechado entonces, Scully…
Scully coloca suavemente su dedo índice sobre los labios de Mulder mientras niega con la cabeza, pidiéndole que no continúe.
- No hubiera cambiado un solo minuto de lo que tenía que vivir…
Mulder observa a la mujer que está a su lado, la mujer que ha sido su compañera, su amiga, su aliada… su amante, la madre de su hijo.
La única que ha sido capaz de amarlo.
Sólo así se comprendía que pudiera entregar su vida a una causa que no era suya, sólo así se comprendía que siguiera a su lado.
Aún ahora, sabiendo que no había un final.
Acaricia su rostro mientras observa sus labios entreabiertos.
Siempre lo sedujeron sus labios.
Se acercó a ellos para depositar un beso suave en ellos.
Al separarse pudo sentir una lágrima tibia humedeciendo su mano.
- ¿Estás bien, Dana?
Mulder sabía que era una pregunta estúpida. Pero ¿qué podía decir?.
Scully se pone de pie y se aleja un poco llevándose una mano a la boca.
- Mulder no tienes que…
- Scully, ya hemos hablado de esto, sabes que no hay otra salida.
Ahora Scully está llorando; Mulder puede notar el leve temblor de su cuerpo ante cada sollozo silenciado con demasiado esfuerzo para permitírselo.
Se pone de pie y se acerca a ella para abrazarla por la espalda. Deposita un beso en su cuello y apoya la cabeza en su hombro.
- William y tú son lo único que tengo, no puedo permitirme ponerlos en riesgo…
Ella se gira con desesperación y le echa los brazos al cuello, busca sus labios para besarlo y él corresponde con igual angustia.
Y recorre la figura femenina con sus manos, mientras siente las de ella, pequeñas y frías, introducirse bajo su sudadera gris, recorrer su espalda con apremio unos minutos para luego dirigirse hacia su cinturón.
- ¿Estás segura? –susurra recorriendo con sus labios el cuello de ella- Podemos despertar a Will…
Por toda respuesta siente ceder el botón de sus pantalones.
Entonces él mismo se quita la sudadera y la camiseta. En seguida toma a Scully de la cintura y la conduce suavemente hacia el sillón.
Ella se recuesta y él sobre ella. Luego, con lentitud, empieza a abrir uno a uno los botones de su blusa blanca despojándola de ella, para recorrer lentamente esa piel blanquísima que se descubre ante él, primero con sus manos, luego con sus labios, hacia el sur.
Se separa un poco para desprenderla de los pantalones, acaricia su vientre y su pelvis sobre la ropa interior para luego subir nuevamente y dibujar con los dedos los contornos del brassiere que aún oculta sus pechos.
La respiración de ella se hace más profunda y también la suya propia.
Y como ella, también él tiembla y se dice a sí mismo que se siente como un adolescente en su primera vez.
Busca el seguro del sujetador y se lo quita para besarla con más libertad mientras sus manos acarician la piel tersa de sus piernas y ella echa el cuello hacia atrás y trata de inhalar profundamente.
Con suavidad se deshace de la última prenda que ella lleva deslizando sus labios hacia allí. La caricia la hace gemir y Mulder puede sentirla arquearse entre sus manos.
Tras unos minutos explorando aquellos parajes, él vuelve nuevamente a sus labios y se desprende a prisa de sus propias prendas; las manos de ella lo ayudan y luego siguen allí, deslizándose sobre su espalda baja mientras su pelvis se frota contra su erección, ella busca una posición adecuada para recibirlo.
Acaricia sus caderas ejerciendo cierta presión, su cuerpo busca la entrada, pero tiene miedo de lastimarla, más aún cuando ella parece quejarse un poco.
- ¿Estás bien? –susurra sabiendo que pueden estar presentes las secuelas de su difícil alumbramiento- ¿quieres que me detenga?
- No… estoy bien… sólo… - ella jadea y continúa moviéndose contra su cuerpo- sólo hazlo con suavidad.
- Claro…
Lo hace, va adentrándose con lentitud pero aún resulta difícil penetrarla completamente, así que ensaya una última y profunda embestida mientras acalla los gemidos de ella, y los suyos propios, con sus labios.
Siempre se ha sentido demasiado a gusto así, abrigado por su calor, extasiado en la suavidad de su mundo.
Y siempre, desde la primera vez, los sonidos que ella emitía, la humedad de sus rincones, el aroma de su piel, eran demasiado excitantes para que fuera capaz de controlar su propio cuerpo o siquiera sus pensamientos.
Sólo podía deslizarse más y más a prisa sobre en ese mar que segundo a segundo se hacía más tempestuoso.
Sí, más y más a prisa.
Hasta el final estallido de la ola.
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“Alguien me ha dicho que la soledad
se esconde tras tus ojos”
Scully aún mantenía los ojos cerrados, pero podía sentir bajo su mano los latidos del corazón de Mulder, fuertes y acompasados después de aquella eterna cabalgata.
Podía sentir el calor de sus labios quemando los suyos cuando, después de haber abandonado su mundo, la estrechó fuertemente y la hizo girar hasta colocarla sobre él para acariciarla del modo que se hace con un cristal finísimo.
¿No había sentido, al mirar sus ojos, que pasara lo que pasara, iban a amarse siempre?
El llanto de su hijo la hizo salir de ahí con presteza. Lo tomó en brazos para alimentarlo y cuando pareció saciado y adormilado, besó con suavidad su frente y volvió a depositarlo.
Luego regresó y miró aquel lugar con tristeza.
Se recostó boca abajo y, mientras una lágrima empezaba a aparecer furtiva en su mejilla, deslizó la palma de su mano sobre el lado vacío de su lecho.
FIN
Aqp, Perú.
Julio 29, 2006.