fanfic_name = SU JUGUETE PREFERIDO VII

chapter = CAPITULO VII

author = Dana69

dedicate = A TODOS LOS QUE LE DEDIQUEIS UNOS MINUTOS DE VUESTRO TIEMPO A
LEERLO. a TODOS LOS QUE LO HABEIS SEGUIDO DESDE EL PRIMERO DE SUS CAPITULOS,
GRACIAS, ANIMANDOMDE A SEGUIR CDA VEZ CON MAYOR INSISTENCIA. A MIS AMIGAS A
TODAS ELLAS QUE TAMBIEN HACEN LO SUYO PARA QUE LO TERMINE. UN BESAZO A TODOS Y
GRACIAS.

Rating = sleeping_bags

Type = Suspense

fanfic = SU JUGUETE PREFERIDO VII

Me libero de su abrazo tratando por todos los medios de no despertarla, cosa
que con Scully resulta sencillo, tiene esa extraña capacidad de descansar como
un bebe, y he comprobado que más si resulta ser en mis brazos.

Desde que entre nosotros ha surgido esta nueva y maravillosa intimidad mis
horas de sueño no es que hayan aumentado exactamente, mas bien, como
explicarlo, mi descanso es mayor. Su presencia, su contacto, sentir el roce de
su cuerpo, su calor, es como un bálsamo para el mío. Me transmite una
tranquilidad que creía perdida para siempre.

Velo su sueño durante unos instantes más, antes de decidir levantarme. Es muy
temprano, apenas si ha amanecido. Decido salir a correr. Quisiera despertarla,
comenzar el día besando todo su cuerpo, de pies a cabeza…

Pero no lo hago, por lo menos de momento.

Por fin me levanto. Me dirijo con lo necesario a la otra habitación. Observo
durante unos instantes el desbarajuste reinante. Sonrío.

No soy una persona ordenada precisamente. No disfruto con el desorden, aunque
desordenado sea un adjetivo que va unido a mi persona. Pero, este es distinto.
Me encanta. Es el fruto de nuestra relación, nuestra pasión, de la mutua
expresión de lo que sentimos.

Cada lugar sobre el que se posan mis ojos me recuerda a ella, a lo que hemos
compartido.

La habitación tiene su olor, mi olor. Ahora nuestro olor.

Embriagador.

Termino de vestir mi cuerpo, si, mi cuerpo, porque mi alma hace años que esta
vestida. Vestida a medida con un perfecto traje sastre. Camisa de comprensión,
pantalones de respeto, corbata de amistad, chaqueta de amor y cinturón de
pasión, este último recién adquirido.

Mi sastre: Scully.

Me dejo caer sobre la cama breves instantes antes de salir.


Cuando miro el reloj me doy cuenta de que llevo prácticamente una hora
corriendo, perdido en mis pensamientos. Pensamientos que giran en torno al
caso, a ese extraño reloj y a un supuesto juego que pone en jaque la vida de
aquel que se atreve a participar.

Decido volver.

De regreso al motel un olor a café recién hecho desvía mis grandes zancadas
hacia una pequeña pero acogedora cafetería. Pasado el momento “necesito
una taza de cuyo líquido se desprende dicho aroma” me percato de que se
trata del lugar donde Scully y yo venimos desayunando los últimos días.

Mi velocidad de retorno ha sido superior a lo que esperaba. A veces creo que
entre nosotros existe una fuerza de atracción que apenas si nos permite
separarnos. Como explicarlo, lo hacemos, nos separamos, no somos siameses que
tienen que permanecer unidos. Pero hay algo, que es a lo que me refiero, algo
que en la distancia me impulsa a ir hacia ella. Algo que no permite la
lejanía, algo que me ha devuelto a escasos metros del motel en pocos minutos.
Cuando salí a correr iba pensando en el caso, dándole vueltas, sopesando toda
la información de la que dispongo.

Al decidir volver, mi mente desvió mi pensamiento, del caso que me trajo aquí
hasta ella, hasta Scully. Y eso, inconscientemente, se ha materializado en mis
pies, en mi velocidad, en mi anhelo por cubrir la distancia que nos separa.

¿Incomprensible? No. Necesidad.

¿Inexplicable? No. Seguridad.

Amor.


En el aire una mezcla de aromáticos cafés, dulce repostería y grasienta comida
que haría elevar a cualquiera su nivel de colesterol, me devuelven a la
realidad.

Tras la barra una de las camareras me prepara dos humeantes y cremosos vasos.
Sujetándolos en ambas manos abandono el local. Puedo ver a varios transeúntes a
lo largo de la avenida. Sus rostros reflejan la búsqueda de un mismo objetivo,
hacia donde sus pasos se dirigen: la primera y ansiada taza de café del día.
Esa taza que por fin parece transportarnos al mundo real y abandonar el de los
sueños hasta reencontrarnos de nuevo con él al anochecer. Los más afortunados
quizá antes, los insomnes como yo entrada la madrugada.

Desvarío matutino. Tengo excusa, aún tengo mi café intacto.

Abro cuidadosamente la puerta de la habitación. Ella continúa dormida. Primera
novedad.

Me acerco hasta la cama sentándome en un lateral junto a ella. No se percata de
mi presencia, ni se mueve. Segunda novedad.

Coloco uno de los vasos sobre la mesa. A su lado la tapa que cubría el que
sujeto entre mis manos.

La miro mientras doy un pequeño sorbito. Noto como su calor invade mi garganta
primero, para deslizarse después a lo largo de mi organismo, dejándome ese
característico sabor amargo en el paladar.


Preparación.

Bordeo el vaso con uno de mis dedos llevándome parte de su cremosidad. Lo
aproximo hasta sus labios, dibujándolos, colmándolos, inventándolos…

Su lengua asoma del lugar donde la mía quiere entrar. Me inclino sobre ella
paseándola descaradamente por sus labios, recogiendo los restos que me ha
dejado antes de invadir su boca. Ella reacciona de igual manera invadiendo la
mía. Esto ya no es una novedad.

Me separo lentamente de ella a la vez que mi mano, la que esta libre, desliza
la sábana que la cubre.

Su pecho se alza ante mis ojos como dos montañas cuya cumbre ansío coronar. Mi
corazón, nuevamente húmedo vuelve a sus labios, antes de deslizarse a lo largo
de su cuello. Continúa su camino hasta detenerse en el valle donde nacen sus
senos.

Cual experto montañés asciende hasta su cima cubriéndolos con un dulce manto.
Mi lengua lame el sendero creado.


Percepción.

La mezcla de sus sabores, el tacto sedoso de su piel, su olor emanando
excitación por cada poro, el sensual susurro de mi nombre en su voz, su sola
visión… Clímax para mis sentidos.

Coloco el café sobre la mesa junto al otro. Se van a enfriar, lo se, pero ahora
mismo solo puedo pensar en mi calor. Ni si quiera pensar, solo sentir,
calor… Llamas de pasión.

Mis manos recorren la geografía de su cuerpo hasta detenerse en la selva de su
sexo.


Invasión.

Lamo, chupo, beso, succiono, muerdo, entro, salgo… ¿Me dejo algún verbo?
Sus manos alternan entre las sábanas y mi cabello, revolviéndolo. Se retuerce,
gime, susurra, me llama. Voy.


Ascensión.

Mis besos cubren la distancia hasta su boca, colmando su sed de mí.
Abre sus ojos y por primera vez en lo que va de día, me pierdo en su mirada.
Acaricia mi rostro. Una momentánea calma se materializa en sus besos.

Se incorpora sin dejar de besarme, de acariciarme. Sus ágiles manos deslizan
lentamente mi chaqueta hasta desprenderme de ella.

Suave, lento, matador. Sus manos recorren mi abdomen elevando cada centímetro
de tela que lo cubre, hasta despojarme de ella.

Nuestras miradas se cruzan, pero no logro adivinar lo que pretende. Antes de
poder reaccionar se lanza salvajemente sobre mí, como una fiera sobre su
presa.
Caemos al suelo. Me inmoviliza. Me observa. Creo que ha visto algo que no la
gusta demasiado, su gesto denota decepción. Mis pantalones, aún los llevo
puestos. Permanezco extasiado mirándola breves instantes, que es el tiempo que
necesita para dejarme totalmente desnudo. Igualdad de condiciones.


Abismo.

Creo caer en él. Sus besos me recorren, me transportan. Un torrente de
sensaciones me invade cuando comienza a devorar mi pene.

Quiero darla el mismo placer que ella me da a mí, que me acompañe al mundo de
excitación en el que me encuentro, pero nada coherente sale de mi boca salvo su
nombre. En un alarde de autocontrol despejo mi mente y logro expresar lo que
quiero.

M: Gírate Scully…

Ella me mira pícaramente y lo hace. Gira sobre sí misma colocando su sexo a
escasos centímetros de mi boca, mientras el mío sigue entrando y saliendo de la
suya.

Mi lengua y mis dedos la invaden, la acarician, la colman…

Me siento ir, creo no aguantar más, cuando ella como si me leyera el
pensamiento, no se porque me sorprendo de esto, se mueve, se aparta para
colocarse a horcajadas sobre mi.


Fusión.

Me mira mientras me introduce en ella, mientras me recibe lentamente, mientras
se adapta a mí.

Mis manos acarician sus nalgas invitándola a moverse. Las deslizo a lo largo de
su cuerpo hasta agarrar su pecho desafiante ante la gravedad. Se mueve. Mi
amazona, cabalga sobre mí. Calor y frío. Dentro y fuera. Una y otra vez.


Culminación.

Incrementa el ritmo de sus embistes más y más. Entierro mi rostro entre sus
senos. Mis manos en su trasero la elevan por última vez antes de llevarnos al
grado más alto, al orgasmo.

Me dejo caer sobre el suelo llevándomela conmigo, acariciando su espalda,
creando líneas imaginarias sobre ella. Beso su pelo, aspiro su olor, a la vez
que ella saborea mi torso con sus últimos besos.

S: Ya no imagino un amanecer sin ti. Sería aburrido, no se, despertarse así sin
más, sin que tu me provoques a hacerlo.

Comienza a reírse. La agarro por la cintura y la elevo hasta quedar a mi altura
para besarla.

Los minutos pasan y aquí seguimos nosotros besándonos, tumbados en el suelo sin
prisa alguna.

Los primeros rayos de sol se cuelan entre las cortinas. Los cafés han dejado de
echar humo hace rato. Un nuevo día nos llama a incorporarnos.

Un último beso y nos movemos. Me dirijo a la ducha cuando Scully se agarra a mi
cintura por detrás y me obliga a arrastrarla conmigo hacia dentro. Creo que
nuestra incorporación al mundo a va demorarse un poco más.


Nuevamente en la cafetería, pero esta vez junto a Scully. Mi improvisado
desayuno termino deslizándose por las cañerías.

Desayunamos y nos dirigimos a la casa del señor Bellows. La misma mujer del día
anterior nos abre la puerta.

Señora: Buenos días.

M: Buenos días. Quisiéramos volver a hablar con el señor Bellows, por favor.

Señora: Lo siento, pero el señor Bellows salio muy temprano hacia la fábrica.
Lo podrán encontrar allí.

S: Gracias. ¿Podríamos hacerla unas preguntas?

Señora: No veo en que puedo ayudarles pero sí, pasen.

Entramos en la casa. Nos conduce hacia la misma sala donde esperamos la noche
pasada. Se sienta en uno de los sillones. Nos señala el grande que queda justo
frente a ella, invitándonos a hacer lo mismo.

Señora: Bien, ¿Qué quieren saber?

S: ¿Cuántos años lleva trabajando para el señor Bellows?

Señora: Llevo más de 20 años trabajando para la familia. Fue el señor William
Bellows, el padre de Zackary, quién me contrato.

M: Háblenos del señor William Bellows.

Señora: Era un hombre extraordinario en todos los sentidos. Apasionado con su
trabajo y su familia. Emprendedor, levanto esa fábrica con el esfuerzo de
muchos años. Pero se vino abajo con la muerte de su mujer. Todo cambio
entonces.

S: ¿Cuándo sucedió eso?

Señora: Hace ya 13 años del fallecimiento de la señora Bellows. Zackary se vino
a vivir con su padre y su hermano entonces. El se encontraba viajando por
Europa cuando su madre falleció. Regreso y se instalo aquí. Cuidaba de su
padre, tanto en la casa como en la fábrica. El deseo de su padre era que se
hiciera cargo de ella cuando él se retirase.

M: Perdone, ha dicho junto a su padre y su hermano. ¿Zackary tiene un hermano?
Señora: Tenía, Karl. Falleció a los dos años de morir su madre. Parecía que la
tragedia se estaba cebando en esta familia.

M: ¿Cómo falleció?

Señora: Se suicido. Imagino que nunca supero la pérdida de su madre. Estaba muy
unido a ella.

S: ¿Se suicido? ¿Cómo se quito la vida?

Señora: Se corto las venas. Murió desangrado en el lavabo de su dormitorio.
Para cuando nos dimos cuenta, ya era demasiado tarde.

Scully me mira prácticamente con los ojos fuera de sus órbitas. La devuelvo la
mirada asintiendo, no nos hacen falta las palabras. Ambos pensamos lo mismo.
Otro suicidio, de la misma manera que los desaparecidos de la fábrica hace 10
años.

M: ¿Puede hablarnos de su hermano? ¿Cómo era?

Señora: Era un jovencito encantador, muy tímido e introvertido. Estaba muy
unido a su madre como ya les he dicho. Apenas si salía, estudiaba mucho.

M: Ha dicho que apenas si salía. ¿Recuerda que desapareciera cinco días sin
decir nada?

Señora: Bueno apenas si salía, si, pero viajaba en ocasiones, no siempre estaba
en casa. Puede ser que estuviera cinco días sin venir a casa, pero no se cuando
ni porque, de todo esto hace ya mucho tiempo.

S: Entiendo. Ha dicho que todo cambio a raíz de la muerte de la señora Bellows.
¿Puede explicarnos eso? ¿Qué cambio exactamente?

Señora: Todo y nada. Las cosas no cambiaron, la rutina era la misma, pero la
tristeza se instalo en sus vidas. Más bien fue un cambio de actitud. Al año
siguiente de que muriera su esposa, el señor Bellows viajo a Egipto, siempre
había querido conocerlo, donde permaneció unos tres meses. Su hijo, Zackary, se
hizo cargo de la fábrica durante ese tiempo. A su regreso estaba distinto, como
si hubiera recuperado parte de sus ganas de vivir. Pero fue algo fugaz. Imagino
que volver a encerrarse entre estas cuatro paredes, con la presencia de su
mujer en cada rincón, le volvió a hundir. Posteriormente la muerte de su hijo,
lo sumió en la más profunda tristeza.

M: ¿Continuo al cargo de la fábrica?

Señora: Sí, junto a su hijo. Se refugio en el trabajo. Supongo que era la
excusa perfecta para no permanecer mucho tiempo en esta casa.

M: Debo suponer que se refiere a Zackary cuando dice que se ocupo de la fábrica
junto a su hijo.

Señora: Sí, así es.

M: ¿Y su otro hijo? ¿A qué se dedicaba antes de morir?

Señora: Karl estaba estudiando entonces. Únicamente les ayudaba cuando se veían
desbordados de trabajo, en épocas concretas.

S: Cuando regreso de su viaje a Egipto ¿Noto algo distinto, al margen de lo que
ya nos ha mencionado?

Señora: No, a parte de lo que les he dicho. La vida seguía siendo la misma, y
él también, teniendo en cuenta su perdida.

M: Quisiera mostrarle algo. Si me disculpa un momento.

Ella hace un gesto de asentimiento. Salgo de la casa en dirección al coche.
Abro el maletero y saco el reloj. Vuelvo a la casa y se lo muestro. La
expresión de su rostro cambia al verlo.

M: Lo reconoce ¿Verdad?

Señora: Sí.

M: ¿Pertenecía al señor Bellows?

Señora: Sí, lo trajo de Egipto junto con otra serie de objetos. El señor
Bellows le tenía especial cariño. La mayoría de los recuerdos que trajo de su
viaje están en esta sala y las contiguas, pero este reloj lo coloco en su
dormitorio. Él decía que era especial.

S: ¿Especial? ¿En qué sentido?

Señora: No lo se, solo les digo lo que él decía. ¿De dónde lo han sacado? Hace
años que no lo veía.

M: Se encontraba en la fábrica. ¿Recuerda usted cuando fue la última vez que lo
vio?

Señora: No estoy segura, pero creo recordar que fue cuando murió Karl. El reloj
estaba en su habitación cuando le encontramos muerto. Lo recuerdo porque el
señor Bellows se sorprendió de que estuviera allí y no en su cuarto donde solía
estar.

S: ¿Recuerda si funcionaba?

Señora: No se si funcionaba o no, siempre estaba parado, el señor Bellows no
soportaba los ruidos, le molestaban a la hora de descansar.

S: Perdone, ha dicho que falleció a los dos años de morir su madre ¿No es
cierto?

Señora: Sí.

S: ¿Al año más o menos de que el señor Bellows volviera de su viaje por
Egipto?
Señora: Más o menos. Año, año y medio.

M: ¿Volvió a ver este reloj en la casa posteriormente a la muerte de Karl?

Señora: No hasta hoy. Supuse que el señor lo guardo, como ya les he dicho, para
él era especial.

M: ¿Nunca le dijo porque era tan especial?

Señora: No, verán me tenía en estima, pero no dejo de ser la criada, ya me
comprenden.

S: Sí, la entiendo. Muchas gracias por su tiempo. Si tenemos alguna otra
pregunta vendremos de nuevo por aquí.

Señora: De nada. Aquí estaré si puedo ayudarles en algo más.

M: Gracias.

Ambos nos levantamos y nos dirigimos a la salida. Sin mediar palabra nos
montamos en el coche. Una vez dentro nos miramos.

S: Esto cada vez se complica más Mulder.

M: Tenemos un nuevo punto de partida. Parece ser que no todo comenzó hace diez
años, sino once, en su propia casa, en su familia.

S: Quizá por eso el reloj estaba en ese almacén, oculto, como tú dijiste. La
criada no recuerda haberlo visto desde entonces. Debió de esconderlo para que
no volviera a suceder lo que le paso a su hijo, pero no fue así, y todo volvió
a repetirse un año después, pero esta vez con dos de sus empleados.

M: Él debía conocer la maldición que en mi opinión, recae sobre el reloj, y
opto por esconderlo allí, pensando que sería un lugar seguro. Creo que cuando
adquirió el reloj le debieron advertir de ello, explicarle su origen, a quién
estaba dedicado, como hemos averiguado nosotros. Algo. No se Scully, puede que
el señor Bellows se llevara el secreto a la tumba, o puede que se lo revelara a
su hijo, a Zack.

S: En su momento no nos dijo lo que sabía. ¿Crees que ahora lo hará?

M: Ahora tenemos mucha mas información que cuando hablamos con él, tendrá que
contarnos exactamente qué es lo que sabe, partiendo de la base de que conocía
su existencia, algo que ayer negó.

S: Al fin y al cabo su padre murió, lo que le convierte en nuestro principal
sospechoso.

M: Así es. Vayamos a hablar con él.

Scully arranca el coche y nos ponemos en camino hacia la fábrica. Pasamos todo
el camino comentando que tipo de maldición puede ser la que recae sobre el
reloj. Si afecta solo a los que desaparecen o también a todo a aquel que entra
en contacto con él. De momento a Scully y a mí no nos ha sucedido nada extraño
desde que esta en nuestro poder.

M: Scully creo que todo comienza cuando se pone el reloj en funcionamiento,
afectando a quien lo hace.

S: Tiene su lógica. Al señor Bellows no le sucedió nada porque no lo puso en
marcha.

M: En cambio su hijo si lo haría, y entonces comenzó todo. Y al año siguiente
esos dos hombres debieron hacer exactamente lo mismo, y la historia volvió a
repetirse, y nuevamente hace cinco días.

S: O sea, que podemos descartar la idea de que se trate de una maldición que
aparece cada 10 años, ya que en 2 años sucedió dos veces.

M: Creo que el tiempo en ese sentido no importa. Imagino que la maldición
comienza con la puesta en marcha, como ya te he dicho. A partir de ahí es
cuando el tiempo cobra importancia. Ahora mismo no podemos pararlo, ni
modificar la hora, al igual que le sucedió al reloj del señor Pendelton.

S: Una vez que empieza ya no se puede detener. Cuando este reloj se detiene,
los relojes de los desaparecidos se ponen en funcionamiento, marcando el primer
día del año, y ahí es donde comienza la cuenta atrás. Un año de vida.

M: Eso creo. Scully, debemos averiguar como detenerlo, sino cuando se cumpla el
plazo morirán.

S: Mulder, esos hombres se quitan la vida voluntariamente. Se que piensas que
algo les empuja a hacerlo, y quizá sea así. Es algo que también debemos
descubrir. ¿Qué les empuja a ello?

M: A eso me refería, ¿Qué es lo que sucede en ese año? ¿Qué ocurre cuando llega
la fecha? Puede que Zack conozca porque lo hizo su hermano y pueda ayudarnos.
Sino es así confiemos en que los hombres desaparecidos puedan hacerlo cuando
aparezcan.

Llegamos a nuestro destino. Scully aparca frente a la primera de las naves. Me
desabrocho el cinturón y salgo del coche. Observo a Scully aún dentro. ¿Esta
buscando algo bajo el asiento? ¿Qué esta haciendo?

Me acerco hasta su puerta y la oigo refunfuñar.

S: ¡Maldita sea! Este cinturón se ha vuelto a atascar.

M: Déjame ver.

Introduzco mi brazo dentro del coche hasta llegar al cierre. Parece que esta
atascado. Maniobro un poco y logro soltarlo.

S: Gracias Mulder.

Deslizo mi mano de regreso. Scully se mueve para salir del coche y mi mano topa
con sus movimientos, más concretamente con su pecho. Lo acaricio sutilmente
antes de que salga por la ventanilla.
Me agacho y me asomo por donde ha salido mi mano instantes antes. Me esta
mirando. Sonríe. Voy a seguir con vida.

La agarro por la barbilla y la acerco hasta mí para besarla. Un dulce e
inocente beso, al cual ella me corresponde.

Me retiro de la puerta para dejarla salir. Ya conocemos el camino hasta la
oficina. Lo recorremos hasta detenernos delante de su puerta.

S: Buenos días. Queríamos ver al señor Bellows. ¿Puede avisarle?

Secretaria: Un momento por favor.

Se levanta y desaparece tras la puerta para volver a aparecer en breves
instantes, comunicándonos que podemos pasar.

Coloco mi mano en la espalda de Scully, como siempre, invitándola a entrar
primero.

Zack nos recibe cordialmente. Se levanta, rodea su escritorio acercándose a
nosotros, y nos tiende la mano. Nos señala dos sillas para que tomemos asiento,
mientras el realiza el recorrido inverso, volviendo a donde se encontraba.

Zack: Bien agentes, ustedes dirán. ¿Han descubierto algo?

M: En realidad si.

Coloco el reloj sobre la mesa.

M: Nos ha mentido. Ayer nos dijo que nunca había visto este reloj, y no es así.
Usted sabía tanto de su existencia como de la maldición que recae sobre él.
Apoya ambos codos sobre la mesa para después llevarse las manos a la cara
ocultándola tras ellas. Suspira antes de elevar la cabeza para mirarnos.

Zack: Es cierto, conozco ese reloj. Era de mi padre, lo trajo de Egipto.

S: ¿Por qué nos mintió?

Zack: Pensé que negando la evidencia todo terminaría, no lo se.

S: ¿Qué terminaría?

Zack: Todo. Creía que mi padre se había deshecho de él. Prometió que lo haría.
Creí que todo había terminado para siempre, hasta hace 5 días, cuando la
pesadilla volvió a comenzar.

M: ¿Qué tiene este reloj? ¿Tuvo que ver con lo que le ocurrió a su hermano?
Zack: Mi hermano murió por culpa de ese reloj. ¡¡Esta maldito!! Murió y yo no
pude hacer nada para evitarlo.

Las lágrimas afloran de sus ojos. Se lleva ambas manos a ellos restregándolos
mientras se levanta mirándolo con furia.

Antes de que pueda reaccionar le pega un manotazo estrellándolo contra la
pared. Me levanto y le sujeto. Se zafa de mi y se dirige hacia la ventana
dejándose caer sobre el cristal.

S: ¡¡Mulder!! ¡¡Mira esto, rápido!!

Me giro hacia Scully que esta agachada frente al reloj. El péndulo sigue
oscilando de lado a lado. El reloj esta intacto, excepto su parte superior. El
ojo que estaba sobre ella se ha desprendido cayendo a escasos centímetros.

De pronto, como si una fuerza lo atrajera, comienza a moverse en dirección al
sitio que ocupaba sobre él, hasta incrustarse allí de nuevo…


CONTINUARA