fanfic_name = SU JUGUETE PREFERIDO VIII

chapter = VIII

author = Dana69

dedicate = A todos los que lo leais, a todos los que lo venis siguiendo desde
el principio, a todos los que me animabais a seguir hacia delante con él, a
terminarlo. GRACIAS,ES PARA VOSOTROS.

Rating = sleeping_bags

Type = Suspense

fanfic =

SU JUGUETE PREFERIDO VIII


El péndulo sigue oscilando de lado a lado. El reloj esta intacto, excepto su
parte superior. El ojo que estaba sobre ella se ha desprendido cayendo a
escasos centímetros.

De pronto, como si una fuerza lo atrajera, comienza a moverse en dirección al
sitio que ocupaba sobre él, hasta incrustarse allí de nuevo…

S: ¡¡Dios mío Mulder!! ¿Lo has visto?

M: Si, Scully, lo he visto.

Me agacho junto a Scully para coger el reloj. Esta en perfecto estado como
instantes antes de ser arrojado contra la pared. Lo observamos meticulosamente.


Perfecto.

S: Déjame verlo Mulder.

Le tiendo el reloj. Intenta extraer el ojo pero no lo consigue.

S: Imposible.

Suspira con resignación antes de dármelo nuevamente. Lo apoyo contra mi abdomen
tratando de hacer mas fuerza, pero no consigo nada. Scully tenía razón, es
imposible extraerlo. Apenas si puedo agarrarlo entre los dedos. De no ser
porque hace unos minutos lo vimos desprenderse, no hubiera pensado nunca que
fuese posible su extracción.

M: Scully, ¿Recuerdas el dicho de todo lo que entra por fuerza ha de salir?
Bien, pues esta debe de ser la excepción que confirma la regla.

S: Mulder es increíble. Tú lo viste, yo lo vi, como se desplazaba… ¡Solo! Hacia
su hueco en el reloj.

Permanecemos extasiados contemplando el reloj, tanto, que nos olvidamos de la
tercera persona que se encuentra en la estancia con nosotros. Su voz rompe
bruscamente el silencio en el que estábamos sumergidos.

Zack: No conseguirán sacarlo. No conseguirán nada.

Las lágrimas que se deslizaban a lo largo de su rostro han cesado. Hay fuego en
su mirada. La tristeza de la que antes hacían gala se ha esfumado, para dar
paso a la máxima expresión posible de ira.

Con pasos lentos pero firmes se dirige hacia la silla que ocupaba
anteriormente. Sentándose de nuevo en ella nos dirige una mirada expectante.

Tanto Scully como yo seguimos de pie junto a la puerta de la oficina.

S: ¿A que se refiere con que no conseguiremos nada? Debe de existir una manera
de parar todo esto, de detener el poder que desencadena la puesta en marcha de
este reloj.

Zack: No la hay.

S: ¿Cómo que no la hay? Me niego a creer eso. ¿Qué sugiere usted que hagamos?
¿Qué nos sentemos a esperar viendo como otras dos personas mueren? Si es que
aparecen…

M: Scully…

S: No le entiendo. Usted conocía toda la historia y no hizo nada antes para
tratar de detenerla y por lo que dice, ahora tampoco tiene intención de
hacerlo.

M: Scully…

S: ¿Qué?

No se que me da mas miedo el poder de este reloj o la mirada que en estos
momentos me dirige Scully. Los diferentes aspavientos que ejecutaban sus brazos
han cesado. Sus manos reposan a ambos lados de sus caderas, adquiriendo la
típica postura en jarra. Postura que acostumbro a ver en ella cuando la
impaciencia, expectación o contradicción se apoderan de su persona.

La dirijo una mirada de tranquilidad, de comprensión, de asentimiento. La
entiendo, a veces nuestro trabajo, a lo que nos enfrentamos, puede ser
frustrante.
Parece que logro transmitirla lo que pretendía, ya que tanto su gesto como su
postura se relajan.
La fiera que lleva dentro esconde, momentáneamente, sus garras.

Me dirijo hacia el señor Bellows, quien contempla con suma atención la escena
que se desarrolla ante sus ojos.

M: Señor Bellows, cuéntenos lo que le ocurrió a su hermano.

Coloco una mano sobre la espalda de Scully invitándola a moverse. Ambos nos
dirigimos de nuevo hasta los asientos que ocupábamos minutos antes.

Zack: De acuerdo, les contare lo que se. Ya saben que el reloj lo trajo mi
padre de Egipto.

Ambos asentimos a la vez.

Zack: El lo guardaba en su habitación. Al principio pensábamos que era porque,
como ya nos había dicho, era un objeto de mucho valor. Ninguno sabíamos de la
existencia de la maldición, excepto mi padre.

S: Señor Bellows…

Zack: Por favor, les ruego que me dejen terminar y luego me hacen todas las
preguntas que quieran.

Scully me mira para luego bajar la mirada, antes de volverle a encarar.

S: De acuerdo, disculpe.

Zack: El no nos dijo nada hasta la desaparición de mi hermano, cinco días,
exactamente igual que los dos vigilantes de seguridad. Todos pensábamos que se
había ido de viaje con sus amigos, hasta que mi padre nos dijo que no era así.
El había encontrado el reloj en la habitación de mi hermano, funcionando.

No sabíamos a que se refería, ni porque era tan importante que el reloj
estuviera funcionando, y menos el hecho de que estuviera en la habitación de mi
hermano.

Fue entonces cuando nos contó la maldición que recaía sobre el. Al adquirir el
reloj se la explicaron, pero quienes lo hicieron pensaban que era una leyenda
que contribuía a elevar su valor. Desconozco si mi padre creyó en ella antes de
la desaparición de Karl, pero fue algo que si que hizo a partir de entonces.

La maldición que recae sobre el, se desencadena con su puesta en
funcionamiento, como habrán deducido. Una vez que mi hermano activo el reloj
desapareció, para regresar al cabo de cinco días como ya saben. Al cumplirse el
quinto día, encontramos a Karl en su dormitorio, de donde se había esfumado
días atrás. No recordaba nada de lo sucedido. No recordaba haber estado
desaparecido durante esos días.

En su ausencia mi padre me contó lo que había averiguado en su viaje al
adquirir el reloj. Se fabricaron cinco relojes idénticos, salvo en sus
inscripciones, pero sobre este se creía recaía una maldición. Cada uno de los
relojes estaba dedicado a cinco dioses egipcios, más concretamente a los cinco
hijos de Nut. A esta diosa la maldijo Ra, su esposo, por su infidelidad. Su
hijo no nacería en ningún mes ni en ningún año. Pero otro de los dioses,
enamorado de ella la ayudo.

Concretando. Se crearon cinco días mas, según esta leyenda, y Nut pudo tener a
sus hijos, a cada uno de los cuales están dedicados los cinco relojes.
El más poderoso de esos dioses, Horus, es al que corresponde este reloj.
Cinco días permanecen desaparecidos, los días que fueron necesarios crear para
que Nut diera a luz a sus hijos. Cinco días, uno para cada hijo. Cinco relojes.
Cinco.

La maldición que lleva consigo, según mi padre, es sencilla. El creador de
estos relojes tenía una hija enferma, fabricando este que ven aquí, rogó a
Horus, dios al que esta dedicado, la salvación de su hija. Estaba dispuesto a
dar su vida a cambio de la de ella. Termino su obra y su hija inexplicablemente
sano. Cumpliendo su promesa el artesano puso fin a su vida.

El reloj tiene el poder de ofrecer, a quien este dispuesto a aceptar la
ofrenda.
Igual que Thot ofreció su ayuda a Nut y Horus la salvación de la joven hija del
artesano, el reloj ofrece la posibilidad de cambiar, conseguir y recibir, lo
que la persona más ansía.
Por eso solo puede ser activado por personas desesperadas, insatisfechas con su
vida, dispuestas a dar lo que sea porque esa situación cambie. Débiles al fin y
al cabo.

Pero como todo en la vida, no da sin esperar recibir. Y esa es su maldición. Si
el que acepta la ofrenda no es capaz de cambiar y mantener lo recibido, debe
dar algo a cambio, como suele decirse, por los favores prestados. Y ese algo es
su vida.
La vida, el don más preciado. Precio que puso en su día el fabricante, aquel
agradecido artesano.

Así pues si todo aquel que acepta la ayuda, por así decirlo de este reloj, y es
tan ruin de no saber agradecer día a día el regalo del que ha sido
beneficiario, de mantenerlo, de valorarlo, al cabo de un año sacrificara
voluntariamente su vida.
Derramara la sangre que corre por sus venas para aquel que tiempo atrás le dio
lo que quería, lo que necesitaba.

Eso fue lo que hizo mi hermano, Karl, el último día de su cuenta atrás. El
acepto la ayuda, pero no la supo valorar, ni mantener, lo que le llevo a una
muerte previamente pactada.

Según mi padre nadie supo decirle como detener esta maldición una vez que se
desencadena. Lo único posible es no activar este reloj, no cruzarse en su
camino.

Se levanta de su silla dirigiéndose nuevamente hacia la ventana, perdiendo su
mirada en el exterior.

S: Zack, ¿Su hermano no logro recordar nunca donde había estado durante su
desaparición?

Zack: Nunca. Le hicimos todo tipo de preguntas, intentamos por todos los medios
que tratara de recordar, incluso acudimos a sesiones de hipnosis, pero no
conseguimos nada. En su memoria existía una laguna de cinco días imposible de
explorar.

M: Es lógico.

S: ¿Por qué es lógico Mulder?

M: Imagina Scully que recordaras donde has estado esos cinco días y el acuerdo
al que se supone que has llegado. Que recordaras que si no eres capaz de
valorar y mantener aquello que has pedido, aquello que deseas, tu vida tocara a
su fin. ¿No lo harías solo por sobrevivir?

S: Si.

M: Ahí lo tienes. Se trata de que lo hagas porque es lo que quieres, que luches
por ello porque deseas mantenerlo, no porque tu vida este en juego.

Scully asiente. Su mente sigue sopesando lo que acabo de decir. Le dará vueltas
hasta que logre racionalizarlo.

M: Señor Bellows, durante el transcurso del año siguiente a la reaparición de
su hermano, hasta que se quito la vida, ¿Qué fue lo que cambio en él, en su
rutina? ¿Qué le ofreció el reloj que tanto ansiaba?

Zack: El amor, uno de los mayores anhelos de cualquier mortal. Encontró una
persona a la que amaba y era correspondido. Salía mucho más de lo que solía
hacerlo antes. Disfrutaba de la vida. Siempre fue muy tímido e introvertido.
Vivía bajo las faldas de mi madre, pero cuando ella murió se vino abajo. Estaba
sumamente unido a ella. Al año de la muerte de mi madre fue cuando su desgracia
comenzó a gestarse con la llegada del reloj. Para todos nosotros era una
tragedia, pero para el se tradujo en una felicidad de la que jamás había
disfrutado.

S: ¿Qué fue lo que fallo? ¿Qué trunco esa felicidad?

Zack: Supongo que el amor no dura eternamente. Súmenle una infidelidad de una
noche por parte de mi hermano, y el resultado es la ruptura de una pareja.
Ruptura que le llevo a la muerte. El solito fastidio lo que mas había deseado.


S: Hay algo que no entiendo. Sabiendo ustedes que al año de aquella
desaparición y después de que su vida se volviera de nuevo del revés, es decir
no cumpliendo con su parte del trato, ¿Cómo le dejaron solo en esos momentos?
¿Cómo no estuvieron con el para tratar de impedir su muerte?

Zack: En esos momentos no sabíamos que el plazo de su vida expiraba en un año
concretamente. Fue algo que dedujimos entonces y con las posteriores muertes de
los vigilantes de la fábrica. Mi padre no conocía la duración, hasta que los
acontecimientos nos la mostraron.

M: Señor Bellows, ¿Su hermano usaba reloj de pulsera?

Zack: Si ¿Por qué lo pregunta?

M: El tiempo del que se dispone, creemos que se materializa en el reloj de
pulsera del desaparecido. Comenzando por el día uno de Enero a partir de que
reaparece. ¿No recuerda si su hermano noto algo extraño en su reloj?

Zack: Ahora que lo dice, recuerdo que cambio de reloj porque el que
acostumbraba a utilizar no funcionaba correctamente. Pero no le dimos
importancia en su día, que los relojes se averíen no es algo extraño.

M: Si tiene razón.

S: Descubrimos que uno de sus empleados fallecido hace diez años anoto en una
agenda "Nunca debí jugar" ¿Recuerda si su hermano hizo algo parecido?

Zack: No, como les he dicho el no recordaba nada.

M: Creo que el señor Pendelton recordó algo, no puedo explicar como, y trato de
comunicarlo de esa manera. Creo que lo que el reloj ofrece, en el fondo, no
deja de ser un juego. Una apuesta. Una partida con tus deseos y tu vida sobre
el tapete.

S: Señor Bellows, ¿Qué hicieron con el reloj cuando descubrieron de lo que era
capaz?

Zack: Le rogué a mi padre que se deshiciera de el. El no quería hacerlo, decía
que no pasaría nada si no se ponía en funcionamiento. Que el reloj no tenía la
culpa, sino la irresponsabilidad y la avaricia humana. Pero yo no podía tenerlo
en la misma casa en la que vivía, donde mi hermano había muerto. Le convencí y
dijo que lo haría, que el reloj desaparecería de nuestras vidas.

M: Pero no fue así.

Zack: En cierto modo si. Desapareció de nuestra casa, pero lo fue a esconder a
la fábrica, al lugar donde nadie suele entrar, al lugar de donde desaparecieron
los vigilantes hace diez años y nuevamente hace cinco días. Cuando la historia
volvió a repetirse con la desaparición de dos de los empleados, tuve una fuerte
discusión con mi padre, que aseguro nuevamente que no volvería a suceder, pero
obviamente me engaño.

S: ¿No se cercioro usted de que el reloj ya no estaba allí tras las
desapariciones?

Zack: Si, por supuesto que lo hice. No estaba. Supongo que lo escondería en
otro lugar y antes de morir lo volvió a ocultar nuevamente allí. Pensé que todo
había terminado, hasta hace cinco días como ya les he dicho.

S: Su padre no le comento nada a cerca de detener el reloj ¿Cierto?

Zack: A el no le dijeron nada. El reloj no se detiene hasta que reaparecen.

M: Así es, momento en el que se activan los relojes de pulsera de los
desaparecidos. Supongo que si esas personas lograran durante el año que se les
da de plazo mantener su, digamos, promesa, al finalizar dicho periodo no
tendrían porque morir.

Zack: Supongo.

S: Entonces que sugieres Mulder, ¿Nos quedamos un año vigilando a los dos
empleados cuando aparezcan, tratando de que cumplan y mantengan aquello que les
ha sido concedido?

M: No creo que esa sea la solución Scully. Además no sabemos que es lo que más
anhela cada uno de ellos. Mantener lo que quiera que sea que deseen solo es
asunto de ellos.

S: Por supuesto que no es solución Mulder. Tiene que existir una manera de
detener esta maldición. Mulder, todo comienza con su puesta en marcha. ¿Y si la
manera de detenerla fuera cuando llega el momento en que este se para y se
activan los relojes de los desaparecidos? Este ojo Mulder-señalando el ojo de
la parte superior- el tiene que ser la clave. Lo que hemos visto hace unos
minutos no es normal, al igual que este reloj.

Lo más representativo de Horus son sus ojos, que representaban el Sol y la
Luna. Su unión, el eclipse. Como tu dijiste un eclipse de tiempo, de cinco
días. Pero si uno de sus ojos no estuviera, ese eclipse no podría producirse.
El reloj tiene dos ojos, uno en su parte superior y otro en la inferior. El
inferior no hemos visto que pudiera extraerse, pero el superior sabemos que es
posible, aunque ahora no podamos sacarlo. Quizá solo pueda hacerse en un
momento concreto. Quizá deba ser cuando esas personas aparecen, momento que
coincide con la parada del reloj.

M: Estoy de acuerdo contigo Scully. Lo intentaremos esta noche. Esperemos que
todo se repita y esos dos vigilantes aparezcan a las 5 de la mañana como
esperamos. Sino, ya se nos ocurrirá algo. Señor Bellows ¿Intentaron extraer
este ojo en alguna ocasión?

Zack: Si, pero no conseguí nada. Trate de desmontarlo, pero fui incapaz, al
igual que ustedes antes.

S: ¿Pero lo intento cuando su hermano reapareció, en ese momento preciso?

Zack: No, no me encontraba junto a el.

M: Señor Bellows pasaremos la noche en su fábrica. Debemos estar presentes
cuando esos hombres regresen de donde quiera que estén.

Zack: Por supuesto, todo lo que necesiten y en todo lo que pueda ayudarles.
Solo tienen que decírmelo.

S: Volveremos esta noche. Me imagino que estará algún vigilante de seguridad
¿No?

Zack: Así es. El les conducirá donde quieran.

S: Mañana sabremos si todo esto ha terminado.

Zack: Es lo que más deseo.

M: Yo que usted no diría eso muy cerca de este reloj.

Una sonrisa se dibuja en nuestras caras, mientras nuestras miradas se cruzan.
Cordialmente nos despedimos, asegurándole mantenerle informado.

Scully y yo abandonamos primero la oficina, para después hacer lo mismo con la
fábrica.

Es una hora perfecta para comer, así que me dirijo rumbo al pueblo.
Nos detenemos frente a un pequeño restaurante, el cual durante nuestra estancia
aquí aún no hemos visitado.

Una camarera de unos treinta años nos coloca en una de las mesas para dos que
hay junto a la ventana.

Después de darnos unos minutos para examinar la carta, vuelve para tomarnos
nota. Yo escojo un típico plato cargado de colesterol, mientras que Scully una
de esas ensaladas que tanto la gustan.

S: Mulder, hay una cosa que se me escapa en este caso.

M: ¿Solo una Scully?

Una sonrisa se dibuja en su rostro. Sonrisas como la suya mueven el mundo. Si
todos asimiláramos lo fácil que es sonreír y el efecto que provoca en los demás
¿Lo haríamos más?

Impulsado por este pensamiento me inclino hacia ella, hasta que nuestras
sonrisas son una.

La camarera nos sirve nuestros respectivos platos y ambos comenzamos a comer.

M: ¿Qué es lo que se te escapa Scully?

S: John. Lo que le sucedió. ¿Quién o que le golpeo?

M: ¿Lo que yo pienso?

S: Si.

M: Creo que una vez que se activa el reloj, se lleva al o los que lo hacen, no
pudiendo volver a repetirlo hasta que los anteriores regresan. Pienso que John
intento manipular el reloj de alguna manera y lo que quiera que sea que le
proporciona la fuerza, o el poder que posee, lo expulso de su lado.

S: Eso, o que alguien intento robar en la fábrica, se toparon con John y le
dejaron fuera de circulación.

M: Tan racional como siempre.

S: No me negaras que es la explicación más lógica.

M: No, pero con el caso que tenemos entre manos la otra encajaría
perfectamente. Y además esos ladrones tuyos, ¿No sustrajeron nada?

S: Se asustarían y decidieron salir de allí lo más rápido posible.

M: Es posible. Todo es posible.

Terminamos de comer.

Mientras espero que nos traigan la cuenta, Scully se dirige al baño. La
observo. Mis ojos recorren sus curvas. Curvas vertiginosas que me vuelven loco.
La lejanía de su cuerpo va en aumento, al igual que la velocidad de mi mirada,
deslizándose hasta recorrer toda su anatomía. Belleza en estado puro.

Pasan diez minutos y Scully aun no ha vuelto. Llamadme paranoico, pero no es
normal. Por mucha cola que haya siempre en el baño de las mujeres. Por mucho
que el restaurante este lleno. Por mucho que la mayoría sean mujeres. No es
normal.

Una vez que recojo el cambio que trae la camarera me levanto dirigiéndome hacia
el pasillo por donde se introdujo Scully.

¿Este pasillo termina algún día? Acelero el ritmo de mis pasos hasta toparme
con la puerta de entrada al baño de mujeres. Sin pensármelo dos veces, las
circunstancias no son para ello, empujo la puerta y me cuelo dentro.

Esta vacío, salvo por unas piernas que cuelgan de la única ventana existente.
Piernas bien contorneadas, musculosas, que terminan en unos preciosos zapatos
de elevado tacón.

M: ¿Scully?

S: Mulder, Mulder, ¡Ayúdame! Me he quedado atascada.

M: Scully, ¿Por qué no utilizas la puerta como todo el mundo?

S: Muy gracioso Mulder. Sácame de aquí. La puerta esta averiada, se me cerró y
no podía salir. El resto es obvio.

Trato de ayudarla a salir de su prisión. Coloco mis manos sobre sus caderas y
empiezo a tirar de ella hacia mí. Su trasero apoyado contra mi pecho, antes de
comenzar el camino de descenso.

Dos rutas definen nuestra situación. Por un lado su cuerpo deslizándose sobre
el mío hacia abajo. Y por otro mis manos ascendiendo desde sus caderas hasta su
pecho, ralentizando su llegada al suelo.

Se que no es una situación muy adecuada para que esto suceda, pero mi pene esta
adquiriendo importantes dimensiones entre mis piernas.

Su llegada al suelo es inminente. A la vez que sus pies se posan sobre el, mi
cuerpo se inclina hacia delante sobre ella.

Contra la pared. La unión, el roce de nuestros cuerpos frente a ella. Las manos
de Scully extendidas a ambos lados. Sus palmas palpan la fría superficie,
mientras que las mías hacen lo propio con sus senos.

Trata de encararme pero no permito que lo haga. Mis manos abandonan la calidez
de su pecho posándose sobre las suyas, reteniéndola.

Mis besos succionan la piel de su cuello que esta al descubierto, hasta el
lóbulo de su oreja, zona, por lo que he podido descubrir, de las más erógenas
de Scully.

S: Mulder…

Su voz jadeante me confirma que se encuentra a mi merced. Mis pequeños
mordisquitos, mi lengua invadiéndola, la han llevado hasta los dominios de la
excitación, justo a las puertas. Puertas que voy a ayudar a cruzar.

Se que la razón la dice que estamos en un baño publico. Que en cualquier
momento podemos ser sorprendidos, pero el torrente de sensaciones que ambos
experimentamos va en aumento.

Dos personas, dos deseos. Caminos paralelos que están a punto de unirse.

Una de mis manos se desliza a lo largo de su brazo hasta detenerse, de nuevo,
en uno de sus senos, atrapándolo momentáneamente, lo cual hace aflorar un
sensual gemido de su boca.

M: ¿Quieres que me detenga Scully?

Mi pregunta, un susurro que muere cerca de su oído. Su respuesta, una única
palabra.

S: No…

Una palabra que me otorga total y absoluta libertad para cumplir con mi
objetivo. Hacerla enloquecer.

La recorro entera hasta llegar al borde de su falda. Mi mano eleva rápidamente
la tela, enrollándola alrededor de sus caderas, creando un pequeño cinturón
bajo su cintura.

El liguero que lleva me permite invadirla con solo retirar su ropa interior.
Mientras dos de mis dedos se introducen descarada e impetuosamente dentro de
ella, a mi mente acuden las imágenes con las que me deleitaba esta mañana.
Imágenes provocadoras de ella. Del ritual que constituye la colocación de este
liguero. Imágenes solo para mí.

Esta tan húmeda, tan preparada para recibirme, que sin previo aviso retiro mi
mano de su interior provocando en ella una reacción. No esperaba otra. Emite un
sonido de protesta.

La giro tan rápido como la elevo. Sus piernas se enredan en mis caderas, a la
vez que su boca busca impaciente la mía, para no cesar de devorarla una y otra
vez, solo deteniéndose para respirar. No me agrada, pero lo considero
necesario.

Tan veloz como la situación lo permite bajo la cremallera de mis pantalones
liberando al "pequeño gran Mulder".

Palabras mezcladas con jadeos llegan hasta mi como procedentes de otro mundo.

S: Mulder…Alguien… Puede… Entrar…

Sin soltarla, con pasos tambaleantes, me dirijo a uno de los cubículos. Scully
cierra la puerta como puede. Empujo su espalda contra esta a la par que a mi
pene a su interior.

Sus manos se agarran a la parte superior de la puerta. Su cabeza reposa sobre
esta y su mirada, sobre mí.

Como un imán atrae el metal, su boca atrae a la mía. Me lanzo en busca de sus
labios, que hará aproximadamente unos 5 segundos que no beso. Los encuentro a
mitad de camino donde los unimos ferozmente.

El ímpetu de mis embestidas va en aumento. La sobrexcitación con la que partía
complica el que pueda aguantar mucho más.

El orgasmo nos sobreviene a ambos. Su rostro, descansando sobre mi hombro antes
de la última de mis embestidas, se erige frente a mí. Terminamos fundiendo
nuestras miradas, al igual que acaban de fundirse nuestros cuerpos.

Cuerpos extasiados, que continúan buscando la cercanía del otro, revelándose
ante la inminente separación.

Besos lentos, dulces, suaves, marcados por la progresiva recuperación del
aliento. Nuestras respiraciones van normalizándose, mientras nuestras manos
siguen explorando el cuerpo del otro.

Un último beso, de una duración imposible de detallar, antes de comenzar a
colocar nuestros trajes. Me agacho frente a Scully para ayudarla con su
indumentaria. Sus medias no han sufrido trastorno alguno. Lentamente paseo mis
manos sobre ellas colocándolas justo como estaban antes de nuestro escarceo
amoroso.

Retiro la mirada de sus piernas para posarla sobre sus ojos. Ojos juguetones
que me observan mientras estira su camisa. Decido que mi labor ha terminado y
me incorporo, puesto que de no hacerlo presiento que "mi amiguito" puede volver
a pedir guerra.

Unimos nuestras manos, nuestras miradas y nuestros labios antes de abrir la
puerta.

Lavo mis manos mientras Scully apoyada sobre mi espalda, rodeándome por la
cintura, besa lentamente mi cuello. En ese momento una mujer de unos sesenta
años hace su aparición en el lavabo, deteniéndose justo en la puerta, imagino
sorprendida por mi presencia allí.

Scully se separa de mí para ir a sujetarla, evitando quedar encerrados de
nuevo.

M: Disculpe señora, no he podido solucionar el problema de la puerta. Yo que
usted no la cerraría totalmente. Iré a avisar al dueño, hasta que lo
solucionemos. Si me disculpa.

Tanto Scully como yo nos alejamos reprimiendo nuestra risa. Las carcajadas
contenidas brotan instantes después de aparecer nuevamente en el comedor.


CONTINUARA…


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