chapter = 12
author = NikkyScully
dedicate = Disclaimer: Completamente de Chris Carter
Dedicatoria: A las b i t c h e s: Vania, amor mío, eres mi todo.
Estrella: Información para los fans de esta señorita, como en nuestro país ha comenzando la temporada de lluvia ella ya va a terminar cierto fic pendiente y sino lo hace la matamos entre todos. He dicho!
A Rovi: La beta que me da galletas para comer, eso si es cariño jajajaja.
A mis niñas: Valeska, Dinma y Chaite, mis niñas las extraño un montón.
A Rosa: Hakuna Matata, ósea no te angusties el libro te lo dare pronto.
G_Woman: Tu si sabes como perderte.
Karina y Agente Macgirl: Niñas, con ustedes mis desvelos valen la pena.
A Maru y Paulina: Conocerlas ha sido fenomenal.
A mi William querido, hoy me queme con el café pero no te preocupes, no fue nada. De todas maneras gracias por ser tan lindo conmigo.
Y especialmente a las personas que me han dejando tantos comentarios para continuar con el fic: Fanny, Piper_Scully, LizzyX, Mysticshiva, YIYI, hija_de_Mulder_y_Scully, Lily, Saranya y a todas las personas que han leído el relato.
Nota: Seguro ustedes se preguntan: ¿Cuando esta niña va a terminar este fic? ¿Saben que? Yo no tengo ni la menor idea.
Feedback: Ya saben a donde jro185ARROBAhotmail.com. Bexos a todos.
Rating = touchstone
Type = Angst
fanfic = Parte 12
Octubre 18
En la comunidad de Netherfield se acostumbraba a realizar competencias en una de las fincas más grandes de la comunidad. Generalmente en estas competencias solo participaban militares que se destacaban como excelentes jinetes, pero siempre se le permitía participar a los civiles ya que dichas competiciones eran para todo el mundo.
Y no solo era un día dedicado a las competencias ecuestres, sino también un día para disfrutar completamente el aire libre en familia, era una de las ultimas actividades a campo abierto en Netherfield antes de que el otoño arreciara completamente dándole paso al gélido invierno.
La naturaleza se había empeñado en hacer ese día completamente hermoso, el cielo ocupado por pequeñas nubes blancas como algodón de azúcar no se atrevían a cubrir el brillante sol, la refrescante brisa y el olor a pan recién orneado complementaban el particular festín.
El gran jardín ocupado por centenares de mesas ha disposición de los invitados que deseaban ver la competencia desde una distancia cómoda hacían ver la importancia de dicha actividad. En el interior de la gran mansión se había dispuesto un buffet, el cual los invitados no tardaron en notar, les era imposible negarse a disfrutar los deliciosos manjares que les ofrecían. Bien decorado con hermosas flores, el lugar era embellecido sobre todo por la luz diurna que pasaba a través de monumentales ventanales que iniciaban desde el suelo, para así terminar incrustados en el techo decorado con cornisas de yeso. Era sin duda un lugar espectacular.
El inmenso jardín se había dividido en tres secciones, área de almuerzo, un hipódromo improvisado y un pequeño campo para jugar Croquet. Era el lugar perfecto y el día perfecto; pero para dos personas que allí se encontraban el día y el lugar les resultaba incomodo. Uno de ellos paseaba en los alrededores de una capilla cercana al lugar, necesitaba pensar y ordenar sus ideas, para luego poder hablar con alguien importante.
Algo que crecía en su interior la estaba angustiando y su preocupación tenía fundamentos, tenia temor por su futuro, por la persona que amaba y por lo que crecía en su interior.
No sabia que hacer, pero estaba determinada hablar con la persona que mas tenia que ver con lo que le estaba pasando.
-Katherine.
El llamado de esa persona tan importante la saco de sus divagaciones mentales, volteo para verlo parado frente a ella y el tiempo volvía a detenerse cuando se encontraban reunidos.
Sentía en su corazón esa pequeña paz que él le proporcionaba cuando se encontraba a su lado y la perdía cuando no estaban juntos. Ella le sonreía con cierto nerviosismo mientras él se le acercaba.
-Que bueno es poder verte, necesito hablar contigo- le dijo ya muy cerca de ella, pero la mirada de angustia en esa mujer le advertía que algo no se encontraba bien.- ¿Ocurre algo?
-Hay algo importante que tengo que decirte- contesto tragándose la tristeza y la pena.
-Lo que tienes que decirme no es tan importante como lo que yo tengo que decirte- comento fríamente.
-Ah si ¿Y que tienes que decirme?- pregunto molesta e indignada ante la actitud del hombre que se encontraba frente a ella.
-Estoy harto, cansado, furioso y se que no debo presionarte porque te lo prometí; pero estoy hastiado con esta situación. Katherine si no hablas con el Coronel Skinner lo haré yo- le amenazo con desespero.
-Es mi deber hacerlo- le discutió.- Yo debo hablar con él, yo debo terminar con lo que empecé, con esta situación, yo debo ponerle fin- le refuto.
-Esto es de los dos. No solo es tu problema- le recordó.
-El es mi prometido- esa palabra lo enfureció mas.- Acepta la realidad Mulder, te amo y por ello soy yo la que debe hablar con él porque yo me busque estas circunstancias. Tu no me obligaste, solo necesito tiempo.
-¿Tiempo? ¿Tiempo? Estoy fastidiado con esa palabra, porque estoy cansado de ver como te habla, como te toca, como te presume, como le dice a todo el mundo que tú estas perdidamente enamorada de él, cuando tú y yo sabemos que eso no es cierto- le dijo en forma de sermón.
-¿A que viene todo esto Mulder?- pregunto con contrariedad.
-Que debes hablar ya. Esto no puede continuar.
-No es fácil Mulder y menos ahora- expreso con cierta preocupación por lo que sabia.
-Tienes tres opciones Katherine, hablas con él, yo con él o te casas y yo me regreso a Londres aunque nos pese a ambos. Porque el teatro de amigos frente a tus conocidos y amantes a escondidas no me lo aguanto mas.
El Sr. Mulder se expresaba con rabia y frustración. Todo lo dicho por él angustiaba a la Srta. Scully y la mirada de desafió e ira que él le brindaba la ponía de un cierto modo molesta e incomoda. De repente y sin previo aviso la discusión se vio interrumpida por un niño de unos seis años que corría hacia la Srta. Scully. El Sr. Mulder en un auto reflejo se alejo unos centímetros de la Srta. Scully.
El niño abrazaba fuertemente por las piernas a la Srta. Scully y el Sr. Mulder llego a la conclusión de que ella lo conocía y no había porque dudar de que conociera a los padres de este y si ese niño se encontraba allí muy cerca de ahí se encontraban sus progenitores. No debían ser vistos juntos, pero él necesitaba llegar a un acuerdo definitivo con ella. La Srta. Scully noto la perturbación en el caballero.
-Sr. Mulder, el es mi sobrino Matthew, es el primogénito de mi hermano mayor- los presento con frialdad en su tono de voz.
-Un placer conocerlo joven Matthew- saludo el Sr. Mulder.
-Saluda al Sr. Mulder, Matthew- le pidió su tía.
-Mi papa me dice que no debo saludar a las personas que no me agradan y él no me agrada- expreso con majadería infantil. Los adultos se miraron con asombro ante la actitud del niño.
-¡Matthew! Es malo hablarle así a los adultos- le reprendió la Srta. Scully.
-Déjelo Srta. Scully. Del tal palo tal astilla- comento el Sr. Mulder azorado por el niño.- Es hora de retirarme, tal vez usted y yo podemos charlar en otra ocasión- le dijo.
-Es imperativo que lo hagamos- dijo la Srta. Scully al advertir que la institutriz de su sobrino se acercaba a ellos.
-En otro momento será y otra cosa… antes de irme debo participarle que participare en la competencia, la cual pretendo ganar- le comento.
-Eso es tan poco modesto Sr. Mulder- le dijo la Srta. Scully en forma de reprimenda.
-Pretendo ganarla en su honor- hizo una cordial reverencia y se marcho. Ella a pesar de estar molesta con él no pudo evitar sentirse halagada ante sus palabras.
El Sr. Mulder pretendía llegar a la propiedad donde se realizaría el encuentro ecuestre y al hacerlo no pudo evitar volver a encontrarse con la Srta. Fowley. Ella le brindo una sonrisa agradable que él supo esquivar con su habitual expresión fría; pero eso a ella no le importo.
-Sr. Mulder, que bueno verlo. Necesito hablar con usted- le dijo sin poder evitar acercársele.
-Srta. Fowley. No puedo hablar con usted en estos momentos, necesito llegar a las caballerizas- le dijo rápidamente, con deseos de que ella supiera entenderle, porque en definitiva no deseaba hablar con ella y en eso momento recordó que la Srta. Scully deseaba decirle algo, pero él con sus reclamaciones no pudo enterarse de lo que ella quería decirle.
-Sr. Mulder, lo que tengo que decirle es sumamente importante- y él entendió que ella no iba a desistir en su idea de hablar con él; solo le quedaban fuerzas suficientes para no ser imprudente con ella, aunque la paciencia se le estaba agotando.
-Sr. Mulder, tengo tantas cosas que decirle- dijo con cierta pena.
-¿Cómo que?- pregunto de mala gana.
-Ya entiendo su comportamiento hacia mí, su forma de ser, su actitud tan fría. Es un hombre que no le gusta expresar sentimientos y mucho menos sentimientos de amor- declaro.
-Disculpe, no logro comprender sus palabras- expreso con confusión.
-Se que es imprudente de mi parte al decirle que siento lo mismo por usted. No debo decirlo, pero sino lo hago temo que no podremos ser felices- decía con la vista en el suelo.
-Ahora si no la entiendo Srta. Fowley ¿Podría ser mas explicita?- le pidió.
-Tal vez esto lo haga entender.
Y se colgó del cuello del caballero para besarlo sorpresivamente. El al sentir los labios de ella sobre los suyos sentía que sus labios se le quebraban y el aire le faltaba, lo estaba dejando sin aire y mientras más intentaba que ella se alejara, mas ella insistía. El la tomo por hombros y con un empujón brusco logro despegar sus labios preservados para una sola mujer de los labios gélidos de la Srta. Fowley.
Ella lo miraba con alegría mientras él la atravesaba con una mirada de repulsión.
-Srta. Fowley ¿Qué hizo?- pregunto contrariado.
-Es mi prueba de amor Sr. Mulder- le contesto melosamente.
-¿Su que…? ¡Jesús! ¿Pero que ridiculez esta diciendo?- pregunto alterado.
-Usted me ama Sr. Mulder, lo se- le confeso.
-¿De donde saco tal desfachatez? Esta confundida- al decir eso pensó que estaba terminando en parecerse a la Srta. Scully y la Srta. Fowley sonreía divertida.
-No se asuste Sr. Mulder, siempre he sabido que esta interesado en mi. Solo que no acepta que yo sea familia del Sr. Krycek y que por eso trata de rechazar los sentimientos que han crecido en su corazón por mi, pero debe estar tranquilo, yo lo amo. Y en nuestras familias no debe haber conflictos- y le sonreía dulcemente y esa sonrisa a él le provocaba nauseas.- ¿Sabe como supe que usted esta enamorado de mi? ¿Como lo confirme? El día de su cumpleaños, cuando dio aquel discurso tan emotivo en medio del banquete, supe que hablaba de mi- expreso con nervios.
-¿De usted?- pregunto contrariado.
-Si, de mí. Su forma de hablar, el misterio en su voz me lo confirmo- decía.
Ella intento besarlo nuevamente, pero él lo evito. Ella lo miro desconcertada.
-Srta. Fowley, temo que ha cometido un gravísimo error al suponer algo que no existe- le dijo en forma de aclaratoria.
-Sr. Mulder no intenta negar lo obvio- le dijo para tratar de convencerlo.- Su forma de ser y sus atenciones conmigo lo dicen todo.
-Yo no niego algo sin fundamentos, porque yo no estoy enamorado de usted- le explico.
.Sr. Mulder…- lo llamo con desconcierto antes de que él la interrumpiera.
-Jamás he estado enamorado de usted. No podría, no me imagino tal cosa- le dijo sin basilar y sinceridad.
-Sr. Mulder ¿A caso se da cuenta de lo que esta diciendo?- le pregunto con voz frágil.
-Si contesto fríamente.
-¿Pero, por que? No lo entiendo, vengo de una buena familia inglesa, tengo fortuna y soy bella. No entiendo el motivo de su rechazo- expreso frustrada.
-No es rechazo, es aversión. Ante la sociedad usted llena todos los requisitos para ser mi esposa, pero no llena los míos. Viene de una familia inglesa, pero solo el hecho de que comparta lazos sanguíneos con Krycek me hace despreciarla, es rica pero no sencilla y humilde, es bella pero esta llena de mezquindad en su interior. Seria completamente irracional para mí enamorarme y tener deseos de casarme con una mujer como usted.
Ella se mostraba dolida antes las palabras de tal caballero, pero a él no le importaba saber que lo había lastimado. Lo que mas le importaba era resolver sus otros problemas. La Srta. Fowley lo miraba con resentimiento y odio, jamás había pasado por su mente que el caballero que se encontraba frente a ella se atreviera a rechazarla.
Ella no se iba a quedar así, sus ojos úricos se lo confirmaban al Sr. Mulder y verla llorar sin consuelo también le confirmo que tal vez había sido un poco rudo.
-Nadie me había dicho tantas cosas desagradables en mi vida- expreso afligida.
-Siempre hay una primera vez- la mirada de odio que ella reflejaba no lo inmuto.- Srta., mis palabras en aquel baile no fueron para usted aunque lo crea así- le explico.
-¿Entonces para quienes eran?- pregunto con curiosidad y sumida en lagrimas.
-Eso no importa- le ofreció un pañuelo caballerosamente.- Debo continuar, que pase buen día.
El se retiro rápidamente mientras ella entre lágrimas lo maldecía por su atrevimiento. La arpía en su interior estaba despertando, sus lágrimas dejaron de caer al suelo y su mirada se volvía gélida. El hacerle pagar al Sr. Mulder su atrevimiento crecía en su interior porque no se iba a quedar de brazos cruzados. Dejo caer el pañuelo que él le había dado y lo piso cuando se dispuso a retirarse de ese lugar.
Ya la competencia estaba a punto de empezar y los espectadores estaban tomando sus asientos en las mesas que se habían colocado frente a la baranda que dividía el jardín. Los Samuelle y los Scully se sentaron bastante cerca de la baranda para ver de cerca la competencia. La Srta. Scully no dejaba de ver hacia donde se encontraban los jinetes buscando entre ellos al Sr. Mulder. Mientras que el Teniente Scully se mostraba inquieto por ver a su hermano menor sentado junto a los Samuelle con toda la confianza del mundo.
-¿Cuándo va a entender que no es bien visto que se relacione con esas personas?- pregunto bastante incomodo.
-Déjalo Bill, creo que esta interesado en la hermana del Sr. Mulder- le comento su madre.
-¿Ella? Pero si es la mas loca de esa familia. Dicen que habla sola y que se comporta de modo extraño- relato con estupor.
-No te dejes llevar los rumores Bill- le pidió la Sra. Austen.
-Seria grandioso que la Srta. Mulder y Charles se comprometieran- expreso la madre de los Scully.
Todos incluyendo a su hija menor la miraron con sorpresa y ella sonreía como lo que había dicho hubiera sido lo más normal del mundo. No dijeron nada, pero la Srta. Scully pensaba que su madre estaba completamente extraña. En la mesa de los Samuelle, el Sr. Scully se estaba poniendo de pie para retirarse y volver con su familia. El Sr. Samuelle también se había puesto de pie.
-Fue un placer volverla a ver Srta. Mulder- ella le sonrió sin decir nada, pero él no flaqueo en su intento de conquista.- Espero verla mañana.
-No apure las cosas Sr. Scully, nuestro momento llegara- dijo en un tono poco entendible para los presentes. El Sr. Scully se mostró perturbado.
-Sr. Scully ¿Podría llevarle esto a Katherine?- le pidió la Sra. Samuelle mientras le mostraba una caja.
-Por supuesto- y tomo la caja entre sus manos.- Que pasen buenas tardes- hizo una reverencia y volvió con su familia.
-Es un joven encantador, joven, pero encantador- dijo el Sr. Samuelle mientras volvía a sentarse.- ¿Te interesa Samantha?
-Eso es lo de menos- y miro a su cuñada.- Vas a tener un bebe Elizabeth.
-¿Quién te dijo eso?- pregunto contrariada y sorprendida.
-Las hojas de tu te- señalo la taza que tenia en sus manos. Los Samuelle se percataron que la Srta. Mulder había tomado la tasa de la Sra. Samuelle sin su autorización. –Lo tendrás, pero no pronto.
-Samantha- sonreía nerviosa,- sabes que eso es imposible. Yo no puedo tener hijos- le explico.
-Katherine, lo traerá al mundo. Vas a tener un hijo- le volvió a decir.- Ambos tendrán un hijo.
-Samantha, termina tu tasa de te. Hoy es jueves, no sueles tener premoniciones- le dijo el Sr. Samuelle mientras observaba el rostro tenso de su esposa.
En la mesa de los Scully, la Srta. Scully abría la caja que le había traído su hermano. Sonrió ante lo ingeniosa que podía ser su amiga cuando se lo proponía y sonrió más al ver el interior de la caja. Unos bifocales dorados, para ver a su amado correr entre los demás y ganar la competencia por ella.
Los jinetes estaban en sus posiciones y el sonido de un disparo les marco la salida. El Sr. Mulder vestido de negro y blanco avanzaba con gran ventaja ante los demás que corrías tras él. Y la Srta. Scully emocionada miraba a través de los bifocales, decía entre dientes: vamos, vamos. El Coronel Skinner que se encontraba detrás de ella miraba su emoción con mucha desconfianza.
Al Sr. Mulder le faltaba poco para llegar a la meta, pero de repente y sin previo aviso perdió el control del caballo. Al animal se le había roto una pata así tirando al Sr. Mulder al suelo y justo sobre encima de él, el animal. La Srta. Scully al ver la imagen atroz grito perturbada y nerviosa, se acerco mas a la baranda con prisa y desesperada, buscaba entre la multitud que se había amontonado en la pista de carreras al Sr. Mulder, el no verlo le hacia reflejar angustia y miedo y todos sus familiares la miraban extrañados ante su actitud poco usual.
Las lágrimas amenazaban con salir y no veía al Sr. Mulder. El Coronel Skinner se mostraba molesto ante tanta expresión de emoción proveniente de su prometida y ya estaba listo para reprenderla. Ella seguía en la búsqueda de su amante, hasta que vio dos hombres ayudando al Sr. Mulder a ponerse de pie. Su alma volvió a su cuerpo cuando vio que él se encontraba en perfectas condiciones, miro hacia la mesa de los Samuelle y los vio retirarse, ella se disponía hacer lo mismo cuando el Coronel le obstruyo el paso.
-Te ofrezco mi brazo para acompañarte- le dijo en tono autoritario y sobre protector.
Ella le brindo una mirada fría y dejándolo ahí haciendo el ridículo se retiro pasando entre las personas curiosas y otras preocupadas por el jinete que había sufrido el accidente. El Sr. Mulder observaba desde lejos, se veía molesto ante la situación. Ella se había retirado y al parecer, así lo creía, ella no quería saber nada sobre él.
Su caballo sufría ante tanto dolor y el Sr. Mulder lo miraba con pena, se arrodillo delante del animal y le paso la mano un par de veces por la cabeza, luego pidió un arma. Se coloco de pie y le disparo así librándolo de su sufrimiento.
El Coronel Skinner no dudo en seguir a la Srta. Scully hasta el interior de la gran mansión donde se realizaba la actividad. Ella estaba furiosa, pero él no se quedaba atrás, estaban en igual de condiciones. Cuando llego hasta ella la tomo de los brazos fuertemente.
-Suéltame- se alejo de él.- ¡No te atrevas a tocarme!- le grito.
-Te estas comportando de una manera poco digna Katherine. No te puedes comportar de esa manera tan expresiva, estas irrespetando nuestro compromiso- le discutió.
-No soy un témpano de hielo- le dijo con rebeldía.- Tengo emociones, tengo sentimientos, aunque no lo creas; aunque pienses que tú eres el único con derecho a sentir.
-¿Sentimientos por alguien que no conoces?- pregunto iracundo.
-¿Celoso?- el levanto la mano para golpearla, pero se detuvo, ella no se movió.- Hazlo, atrévete y me comprobaras de una buena vez que no eres lo que dices ser. Puedo ser tu prometida y tal vez tu futura esposa- expreso con duda- ante todos te pertenezco, pero no es así, nunca seré tuya, nunca- le aclaro y luego siguió su camino dejándolo allí lleno de ira.
Mansión Hertford
Mismo día.
Una Srta. Fowley muy furiosa irrumpía en la biblioteca de su hogar, interrumpiendo la lectura de su primo, el Sr. Krycek. Ella molesta lanzaba su chal, su bolso y su sombrero sobre un sofá. Se acerco al bar de madera imperial y se sirvió un gran vaso de brandy. Sin pensarlo y sin importarle nada se tomo todo el licor ante la expresión de sorpresa de su adorado y maquiavélico primo.
-¡Vaya Diana! ¿Ahora que te pasa? ¿Se te perdió una moneda?- ella lo miro con recelo, él solo le sonrió.- ¿Me puedes decir que te pasa?
-Nadie me había humillado como él lo hizo ¡Nadie! ¡¿Me oíste?!- grito iracunda.
-Por supuesto, no soy sordo ¿Quién te humillo?- pregunto aburrido ante el cuadro.
-El Sr. Mulder ¿Quién mas pudo haberlo hecho? Y lo hizo de la manera mas vil posible, se atrevió a rechazarme ¡a mi! A Diana Fowley hija de Gerald Fowley ¿Quién rechaza a un Fowley? Solo los Mulder hacen tal cosa- expreso exasperada.
-El que tu seas una Fowley le importa muy poco querida prima, para él lo mas importante es que eres una Krycek- le explico cerrando el libro que tenia en sus manos.
-¡Maldigo la hora en que mi familia decidió mezclarse con la tuya!- y él se rió a carcajadas.
-Querida, el apellido de soltera de tu madre es Krycek… es a ella a quien debes maldecir- ella no le presto atención.
-Bien, me rechazo y si cree que lo voy aceptar así tan fácil esta muy equivocado- tomo otro sorbo de brandy luego miro a su primo y antes la mirada de sorpresa de él ella soltaba su copa y se arrodillaba a sus pies.- Necesito que me ayudes Alexander, eres el único que podrá reponer mi honor- le pedía con voz lastimera.
-Oh Diana, tu expresión no augura el pedido de un simple favor- decía con temor.
-Lo que te voy a pedir puede sonar excesivo, pero necesito que lo hagas. Necesito que mates al Sr. Mulder- le tomo en gesto de suplica.
-¡¿Te has vuelto loca?!- pregunto con sorpresa.
-Lo odias tanto como yo. Debes hacerlo, te daré lo que me pidas, dinero, joyas, esta casa. Solo debes matarlo- su oferta era demasiado tentadora para cualquiera.
-Diana, soy más rico que tú. No necesito tus baratijas- y se puso de pie dejando en el suelo a su prima.- Además yo no estoy interesado en ver muerto a Mulder, la muerte no es el sufrimiento adecuado para él- le explico.
-Me dijo que su discurso no había sido para mi, sino para otra persona- le dijo ida y afligida.
-¿Te dijo para quien había sido?- le pregunto cruzándose de brazos y expresión curiosa.
-No- dijo con la cara a punto de explotar.
-Para Katherine Scully- le confeso.
-¿Que? ¿De donde sacas tal cosa?- le pregunto con sorpresa antes de ponerse de pie.
-¿A caso no te das cuenta como la mira? Claro, para ti no existe nada mas a tu alrededor. Solo tú y él; pero él esta enamorado de la Srta. Scully y ambos son amantes- le relato.
-Mientes, estas mintiendo. Solo quieres hacerme sufrir- le grito dolida.
-Jamás e sido tan sincero en mi vida. La Srta. Scully paso todo el verano en la propiedad de los Samuelle en Georgia, junto al Sr. Mulder ¿Por qué crees que nunca estaba cuando ibas a visitarlo?- le pregunto.
-Porque estaba con ella- contesto con desconcierto.- La vi el día que fui a Pemberley a visitar a la Sra. Samuelle y me dijeron que ella estaba pasando unos días con ellos- comento.
-Unos días no, casi tres meses. Tuve la oportunidad de verla varias veces- le relato.- Y como te dije una vez Diana, Mulder pago las deudas de los Austen…
-Porque ella se acuesta con él- concluyo con sorpresa ante lo descubierto.- Es toda una ramera, una digna ramera- confeso.- ¿Cómo lo sedujo? ¿Cómo lo logro?
-Por su carácter, su forma de ser, su sencillez, su belleza poco particular- contesto el Sr. Krycek.
-Pamplinas, ella no es ni la mitad de lo que yo soy- expreso con prepotencia y orgullo.
-Pues ella tiene toda la extraña belleza irlandesa que todo hombre europeo puede desear. Ella es especial, sino estuviera con Marita buscaría la forma de quitársela a Mulder- dijo de forma seria y maliciosa.
-Eres un cerdo- le dijo en tono de ofensa.- A mi no me interesa las mas maneras de tú quererle ser infiel a Marita, lo que me interesa es, como podemos utilizar todo lo que has dicho en contra de esos dos ineptos- dijo con desprecio.
-Confesándole toda la verdad al Coronel Skinner. Decirle como ha sido engañado tan suciamente durante tanto tiempo- explico el Sr. Krycek.
-¿Y en que los afectaría eso?- pregunto la Srta. Fowley con duda.
-Humillación para ella mi querida Diana y desprecio por parte del Coronel- continuo.- Aunque pensándolo mejor, el Coronel Skinner es hombre sugestionable, fácil de manipular…
-Él podría matar al Sr. Mulder por ti- concluyo la Srta. Fowley maliciosamente.
-No me vuelvas a interrumpir- le pidió molesto.- Además no es el sufrimiento adecuado para él.
-Para mi si lo es- dijo completamente convencida.- Si no es mío, no es de nadie.
-Esto se ha vuelto una obsesión para ti Diana- le dijo el Sr. Krycek.
-Sabes que si no puedo tener algo opto por la opción de la destrucción- le recordó.- Con Katherine humillada delante de toda la sociedad de Netherfield y Boston y el Sr. Mulder muerto, yo seré mas que feliz- puntualizo.- Pero el Coronel querrá pruebas- comunico preocupada.
-Eso déjamelo a mí, querida prima- le pidió.- ¿Me concedes el honor de ser quien le lleve tan infame noticia al Coronel Skinner?
-Eso no hay ni que discutirlo.
Octubre 19
Mansión Merynton
En medio del asfixiante calor de finales de octubre en la mansión de los Scully se escuchaba el sonido de la cristalería china en el comedor; allí se encontraban todos almorzando amenamente entre una que otra anécdota de su infancia contada por los jóvenes, quienes hacían reír a todos.
-Recuerdan aquel verano que fuimos de pesca al lago hathawel y Bill pesco una rueda de madera.- comentaba Charles.
-Oh si – la Srta. Scully sofoco una risa ahogada al recordar la escena- estaba tan contento por que pensó que había pescado un pez gordo.
-El pobre cambio de color como un camaleón- la Sra. Austen término con la seriedad de su madre con ese último comentario y todos incluyendo a Bill Scully y su esposa luego rieron divertidos. – Juro que le vi tres tonos diferentes de púrpura.
-En verdad echaba de menos esto- comenzó diciendo la Sra. Scully luego de un rato.- Hacia tanto tiempo que no convivía con mis cuatro hijos, estoy muy contenta por tenerlos a todos en la casa aunque se que tal vez no los vuelva a ver a todos juntos.
-Oh madre- la Srta. Scully acariciaba la mano de su madre- no te preocupes te quedan muchos años de vida por delante.
- Además todavía no he decidido cuando partiré- dijo Charles Scully.
-Lo se pero es que Melissa pronto partirá a su casa al lado de su marido, Bill se ira de nuevo, Charles tarde o temprano harás lo mismo y Katherine… -se limpio una lagrima que se poso en sus ojos- tu pronto te casaras con el
Coronel.
-Vamos mamá, no te preocupes por eso ahora- interrumpió la Sra. Austen al ver la reacción de su hermana- se enfriara la comida.
-Si. Almorcemos.
-Katherine esta radiante ¿no es así Margaret?- comentó la Sra. Scully esposa del Teniente Scully-parece que el matrimonio le sentara bien.
-Si. Es cierto, lo he notado-la Srta. Scully se revolvía incomoda en su asiento por culpa de otro ataque de nauseas y ese comentario no la ayudaba, así que decidió tomar un poco de agua – tiene un brillo especial lo que me recuerda, que mi madre cuando yo esperaba a Bill siempre me decía que tenia ese brillo ¿recuerdas Lucia? – le pregunto a la criada que servia la comida la misma que la había acompañado desde antes de casarse.
- Si señora- respondió Lucia- tiene el mismo brillo que cualquiera pensaría que esta de encargo- y la Srta. Scully devolvió el agua que se estaba tomando
– ¡Pero que estupideces estas diciendo mujer! – dijo un incomodo Bill Scully quien no concebía algo semejante y Melissa Austen cambio de color.
-Lo siento- dijo muy apenada la criada.
-Aunque esos constantes mareo y nauseas dejan que pensar.- dijo la Sra. Tara Scully queriendo poner en evidencia a su hermana política.
-¡Mujer estas perdiendo la razón!- gruño el Teniente Scully.
-Lo que le pase o deje de pasarle a mi hermana no es de tu incumbencia Tara- intervino Charles Scully- tienes mayores cosas que hacer como por ejemplo atender bien a tu marido y no dejarlo todo en manos de la servidumbre.
- ¡Dios!- la Srta. Scully se puso roja en medio de la mesa - Mira nada más lo que has causado – dijo la Sra. Austen- la pobre se ha puesto mas roja que un tomate de la terrible impresión.
-Madre yo…- dijo la Srta. Scully cuando se recupero.
-Mi vida no te preocupes, solo ha sido un tonto comentario.
Luego de esto continuaron almorzando en silencio aunque no todos podían pasar bocado como era el caso de Charles Scully, Katherine Scully y Melissa Austen quienes sabían de la condición de su hermana, las hermanas Scully se miraban una a la otra hablando con la mirada transmitiéndose valor y comprensión de parte de la Sra. Austen y pena y angustia por parte de la Srta. Scully.
Mansión Derby
Mismo día
La mansión estaba en completo silencio. Los habitantes del lugar estaban mas tranquilos que de costumbre. Los acontecimientos de los últimos días reflejaban una quieta angustia en cada una de las personas que vivían en Derby.
El Sr. Mulder se encontraba en la biblioteca, durmiendo sobre uno de los sillones, llevaba la misma ropa del día anterior y abrazaba como cual ebrio una botella de whisky, al parecer estaba intentando ahogar sus penas antes de caer en un profundo sueño.
Su hermano mayor entraba a la gran biblioteca con algo de cuidado para así evitar un despertar brusco en su hermano menor. Se acerco a él despacio y lo llamaba con voz suave, pero el ebrio dormido no salía de su estado y el Sr. Samuelle ya se estaba impacientando.
-¡William!- lo llamo con voz elevada, provocando una exaltación en el Sr. Mulder y un dolor punzante golpeo desprevenidamente su cabeza. El Sr. Samuelle sonreía divertido ante el cuatro.- Lo siento ¿te desperté?- pregunto irónicamente.
-¿Qué demonios quieres?- pregunto mientras trataba de ajustar sus ojos a la luz del día y averiguaba en su mente las razones por las cuales se encontraba tirado allí y en condiciones deplorables.
-Tienes una carta de parte de la Srta. Scully- le comunico.
-¿Y en donde esta?- el Sr. Samuelle mostró la carta a su hermano.- ¿Qué esperas para leerla?- le pregunto mientras intentaba sacarse la chaqueta que llevaba.
-Me vas a disculpar, pero yo no suelo leer los mensajes que te envían tus amantes.
El comentario o respuesta del Sr. Samuelle no le gusto para nada al Sr. Mulder, le brindo su habitual cara de reproche y amonestación, y tan severa había sido que el Sr. Samuelle sentía que miles de alfileres lo atravesaban y trago en seco. Agacho la cabeza en señal de disculpa y procedió a abrir el mensaje que al parecer su hermano no quería leer por sus propios medios. Las letras allí plasmadas lo obligaron a colocar una expresión de sorpresa y asombro que inmediatamente provocaron la curiosidad del Sr. Mulder.
-Vaya, debo mostrarme jubiloso. La Srta. Scully me dará un sobrino- comento sin dejar de mirar la nota.
-¿Qué?- la expresión de curiosidad del Sr. Mulder paso a una expresión de completa sorpresa y confusión.- Dime que estas bromeando- le pidió con cierta angustia.
-Puedo ser y decir todo lo que tú quieras William, pero jamás bromearía con semejante hecho- expreso seriamente.
Por la mente del Sr. Mulder pasaban miles de ideas, confusión, preocupación, miedo, nerviosismo, pero todo eso era minoría ante la felicidad interna que batallaba dentro de su alma y corazón. Se paro bruscamente del sillón y su dolor de cabeza había pasado a la historia, le arrebato la carta a su hermano para confirmar lo que él le había dicho.
-Voy hacer padre- expreso con una sonrisa de orgullo en su rostro.- ¿Pero como?
-Es la pregunta más ridícula que me has hecho desde el día en que comenzaste hablar- le dijo el Sr. Samuelle con desconcierto.
-No esperaba respuesta Michael- le confeso.- El corazón se me va a salir del pecho por tanta felicidad. Ella esta en cinta, en su vientre esta el fruto de nuestro amor- tomo a su hermano por los hombros.- Soy el hombre mas feliz sobre esta desdichada tierra.
-Bravo William, de enamorado empedernido a cursi sin remedio ¿A dónde hemos llegado Señor?- le pregunto al cielo el Sr. Samuelle con preocupación y su hermano lo soltó.
-Debo verla- comento con la vista fija y la misma sonrisa de orgullo.
-Debo advertirte ciertas cosas a pesar de que nunca me haces caso. Recuerda, el papel de hermano preocupado, debo hacerlo por el bien de mi conciencia- expreso con ironía.
-Habla- le pidió.
-William, es arriesgado. Debes ser razonable y usar la cabeza, no puedes verla en estos momentos tan críticos; seria descabellado y peligroso- sentencio con la misma ironía y burla anterior.- Si no quieres poner en riesgo tu vida, no vayas a verla- puntualizo.
-Faltan pocas horas para el anochecer, debo alistarme- y salio de la biblioteca completamente sobrio por la alegría.
Guarnición de Netherfield.
Mismo día.
Era lo más descabellado que se podía pensar ¿Por qué un hombre desconocido le decía cosas tan infames de la mujer por la cual se desvivía y amaba? Pero en sus ojos se notaba la verdad absoluta y no lo podía negar, él entendía que tal caballero conocía la razón de su desgracia más que él mismo y solo podía sentir odio y estupor por lo que le acababan de contar.
-Mi pregunta es: ¿Cómo sabe tanto?- pregunto con resentimiento.
-Conozco al señor en cuestión. Y conozco la situación, ya se lo he dicho, lo sabia desde hace mucho tiempo y mi conciencia de buen caballero me impedía callar- expresaba con seriedad, pero su interior daba salto de alegría por su afrenta y maldad.
-¿Desde hace cuanto esta ocurriendo esto?- pregunto con los ojos idos.
-Bueno, supongo que desde antes del verano- buscaba en su mente la respuesta exacta.- Yo los vi en el verano, pero se veían tan cómodos uno con el otro que supongo que estarán juntos desde mucho antes- contesto. – Me siento igual que usted, no se como ellos pudieron hacer algo tan soez- y su misión estaba siendo completada, estaba sembrando la maldad, tal y como lo quería.
-Por eso ella me pidió romper el compromiso- dijo para si mismo, pero el otro caballero no pudo evitar escucharlo. El levanto la vista y miro al mensajero de su infelicidad.- Usted dice que se ven a escondidas. En la casa de ella, en las noches. Necesito verlo con mis propios ojos.
-Pero usted debe de creerme, estoy diciendo toda la verdad- exclamo alarmado, él estaba pidiendo unas pruebas que él mismo no tenia. – No sabemos si se ven todas las noches- comento preocupado.
-Rece porque sea cierto, porque si no lo es usted resultara mal parado en todo esto- la amenazaba estaba hecha, pero él ya le creía porque sabia que no había que dudar ante lo que le decían.
Mansión Merynton.
Noche.
Las sombras de la noche cubrían Merynton. Y el sueño de Morfeo cubría a los residentes. Cierto caballero usaba todo eso a su favor para poder ver a uno de los habitantes que allí residían. Como tal escurridizo experto, burlo una cerca y atravesó el pequeño jardín. Como había hecho otras noches subió al balcón de su princesa con ayuda de las enredaderas que crecían debajo de el. Al subir al balcón se percato que el gran ventanal que daba hacia el interior de la habitación estaba entre abierto, eso le confirmo que ella lo estaba esperando.
La habitación solo se encontraba iluminada por la luna y la Srta. Scully que yacía sobre la cama era acariciada completamente por ella, provocando inmediatamente el Sr. Mulder una expresión de admiración, se encontraba maravillado por tanta belleza ante él y orgulloso por saber que a ella la amaba más que a su propia vida.
Ella dormía placenteramente sin prever que era observada por el hombre que la había obligado a arriesgarlo todo, todo por amor.
El se acerco despacio a la cama donde yacía la razón de las últimas locuras cometidas en menos de diez meses. Se subió sobre la cama con suma delicadeza, aunque ella solía tener el sueño mas pesado que un baúl. Y acerco su rostro al de ella observando sus facciones minuciosamente más de cerca, absorbiendo su esencia femenina que tanto le encantaba. Un solo roce de sus labios con los de ella la hizo volver al mundo de los que no dormían a esas horas; como él. Ella sonrió encantada al ver los ojos verdes que tanto amaba.
-Viniste- le brindo una sonrisa de bienvenida que iluminaba toda la habitación.
-Necesitaba verte- él cubría con su cuerpo el cuerpo de ella que aun seguía reposando sobre la cama.- Necesitaba sentirte cerca.
-Estamos mas unidos de lo que tu piensas o crees- le dijo ante lo que él ya sabia, que ella estaba embarazada.
Se besaron intensamente, reafirmando su lazo de amor, unión, pasión, desenfreno y locura. Ambas bocas exploraban territorios ya conocidos, borrando de sus mentes la lejanía en la cual se encontraban sumidos y olvidando por un instante que no eran los únicos sobre la tierra.
-¿Eso era lo que deseabas decirme ayer?- le pregunto mientras acariciaba su tersa piel.
-Si- dijo con voz suave.
-Me lo hubieras dicho si yo no hubiera empezado con mis tontas reclamaciones con respecto a tu compromiso- confeso con pena.
-Eso ya no importa, lo importantes es que ya lo sabes- le aclaro.
-Katherine, es nuestro primogénito, el primero de muchos- le dijo sorprendido y alegre mientras a ella le brillaba la mirada con amor.- El primero de los diez- y acaricio su vientre, donde se encontraba la criatura que simbolizaba todo para él.
Ella no pudo reprimir la risa ante la escena futura que se dibujaba en su mente, ella corriendo detrás de diez hiperactivos e inteligentes niños como el padre. Era una imagen dulce y a la vez espeluznante como se le viere. El rió con ella, pero ella acallo ambas risas, no debían ser escuchados.
-¿Cómo es posible? Solo estuvimos juntos hace un par de días, en esta misma habitación- expreso con orgullo, pero con cierta duda, era muy pronto para saberlo.
-No seas ingenuo, ya estaba en cinta desde mucho antes. Tengo casi tres meses- le confeso con una sonrisa burlona.
-¿Nuestros últimos días en Pemberley?- pregunto con curiosidad.
-Es probable- contesto y al pasar su mano por el rostro de él noto un serio golpe en su frente y lo obligo a sentarse en la cama junto con ella.- El accidente ¿te encuentras bien? Me tenias sumamente preocupada- exclamo con desolación.
-Descuida, solo termine con este golpe en la frente y el orgullo herido, es todo- le explico.- Hay otras cosas por las cuales preocuparnos mas- y ella lo miro confundida.- En esto no solo estamos tú y yo, ya hay un tercero involucrado. Es mi deber como cabeza de familia dar la cara por ti y mi hijo- dijo con una seriedad sorprendente a pesar de que ya había hablado muchas veces así delante de ella, pero esa vez él se refería a su vida futura muy cercana.- Lo haré aunque no lo desees, pero hablare personalmente con el Teniente Scully y el Coronel Skinner, les diré toda la verdad.
-Hay otras maneras Mulder. Podemos irnos, dejarlo todo atrás, hacer una nueva vida- le pedía desesperada.
-Tú no mereces eso, necesitas ser tratada con respeto y principios frente a los demás. No seria ético que nos fuéramos dejando una estela de confusión- le explico.
-Mulder jamás te ha interesado la opinión de los demás. Y es lo que mas me atrae de ti ¿Por qué te podría interesar ahora?- pregunto con una sonrisa de burla y escepticismo.
-Porque no quiero que hablen mal de ti, porque no quiero que te critiquen a ti o a tu familia. Ni tú, ni ellos son culpables de nada- puntualizo.
-Las personas siempre hablaran con prejuicios- dijo desconcertada.
-Por lo menos quedara el hecho de que lo intentamos- expreso.- Hablare con ellos mañana- le comunico.
-No lo van a tomar muy bien ninguno de los dos- dijo perturbada.- Especialmente Skinner.
-Tendrá que entenderlo- comento el Sr. Mulder.
-No lo conoces, tiene un carácter autoritario que me da miedo aunque no lo parezca, es sumamente violento- miro fijamente al Sr. Mulder.- Prométeme que si te reta a duelo lo rechazaras- le pidió atormentada por las preocupaciones.
El Sr. Mulder no contesto, en sus ojos había negatividad y renuencia. Era un caballero y los caballero nunca tenían un no como respuesta, aunque el fuera mas amante que guerrero y eso ella lo entendía.
La beso con intensidad para no decirle hasta luego o adiós y se puso de pie bajo la mirada triste de ella y salio de la habitación por el ventanal.
Dos personas que no debían estar ahí a esas horas se ocultaban detrás de unos arbustos, mientras veían como el Sr. Mulder salía de la habitación de la Srta. Scully descendía por el balcón. Uno de ellos reflejaba una expresión de ira y odio.
-¿Ahora me cree Coronel Skinner?- pregunto el Sr. Krycek con malicia, pero el Coronel estaba en tal trance de rencor que ni siquiera contesto.
20 de octubre.
Iglesia St. Agustín.
La Srta. Scully caminaba entre los bancos de la iglesia más grande de Netherfield. Había escuchado la misa de ese día, pero no le había otorgado la paz que buscaba. Sin saber por que sentía cierta culpa en su corazón ¿Por qué sentir culpa si intentaba ser feliz?
Observaba las imágenes de los vitrales, imágenes representativas de su religión, ese día se sentía la peor de las católicas a pesar de estar feliz.
-Katherine- le llamo el padre MacCue que había llegado para verla.
-Padre MacCue- ella le sonrió con admiración y le beso las manos cuando él tomo las de ella.
-¿Qué te trae por aquí hija mía? ¿Acaso viniste a decirme que ya no te quieres casar aquí?- le pregunto divertido.
-No padre- sonrió incomoda.- Vine a confesarme- hablo amargamente.
-Entonces sígueme al confesionario- le pidió.
-No padre, me gustaría confesarme en la sacristía. Quiero hacerlo un poco mas personal- le explico.
-De acuerdo hija, vamos- le dijo confundido ante su petición.
Mansión Merynton
Mismo instante.
La campanilla de la entrada anunciaba la llegada de alguien que no era esperado, pero al ser avisada la Sra. Scully de la presencia de aquel visitante no tardo ni dos segundos en ir a la estancia para recibirlo.
Al llegar le sonrió con tal cordialidad que el visitante se sintió incomodo mientras le entregaba su sobrero y su bastón a una de las criadas.
-Sir William- e hizo una cordial reverencia.
-Por favor, Sra. Scully, cero formalidades- le pido mientras la ayudaba a ponerse derecha.- Usted sabe muy bien que me desagradan.
-Eso no quita el hecho de querer guardarle respeto- le recordó.
-Yo soy quien debe guardarle respeto.
-¿Por qué?- pregunto ligeramente curiosa ante el comentario, el Sr. Mulder no contesto.- ¿Por qué no toma asiento Sr. Mulder?- pregunto, mientras él sonreía complacido.
-No, gracias, mi visita no pretender ser duradera. E venido hablar con el Teniente Scully, en el regimiento se me informo que se encontraba aquí.
-Así es- le confirmo.- Iré por él, disculpe.
-Puede.
La Sra. Scully se retiro y al salón entro inmediatamente la Sra. Austen, la cual se mostró sorprendida por la presencia del caballero en aquel lugar.
-Melissa- le saludo.
-Mulder, buenos días ¿Qué te ha motivado en venir hasta aquí?- pregunto enseguida.
-Tu hermana y nuestro hijo- noto el nerviosismo generado en la Sra. Austen y se consterno.- No e encontrado al Coronel Skinner, así que por el momento hablare con el Teniente Scully y su madre.
-¿No crees que Katherine debería de estar? No esta en casa, esta en la iglesia…
-No hay tiempo que perder- dijo interrumpiéndola.
En ese momento el Teniente Scully hacia acto de presencia junto con su madre y se vio extrañado al ver a su hermana en la misma habitación que el Sr. Mulder. Se preguntaba ¿Qué era lo que estaba pasando?
-Madre, Melissa ¿Me dejan a solas con el Sr. Mulder?- les pidió el Teniente Scully.
-No, es mejor que se queden- expreso el Sr. Mulder ante la petición del Teniente.- Quiero que escuchen lo que le voy a decir y me complacería mucho más si su esposa y el joven Charles también pudieran acompañarnos.
Iglesia Saint. Agustín.
Mismo instante.
La Srta. Scully había seguido al padre MacCue hasta la sacristía, la cual se encontraba en el segundo piso de la iglesia. El padre MacCue le pidió que se colocara en uno de los bancos dispuestos en la sacristía para la confesión y él se sentó delante de ella.
-Perdóneme padre porque e pecado- decía la Srta. Scully con voz suave, después de haber colocado su velo sobre su cabeza.
-Cuéntame todos tus pecados hija mía- le pidió el padre.
-Padre, estoy realizando el peor de los pecados conocidos por el hombre- confesaba acongojada.- Estoy enamorada.
-Pero hija mía, eso no es un pecado- le rectifico el padre y la Srta. Scully sonrió con angustia al notar que ella no estaba siendo clara.- Dios nos enseño a amar, el amor es uno de los regalos mas bellos otorgados por el Señor- intento explicarle el padre.
-Padre, estoy enamorada, pero no de mi prometido- le aclaro la Srta. Scully.- Estoy cometiendo adulterio antes de contraer matrimonio con mi prometido y lo peor de todo es que no me siento culpable. No se que pensar.
-¿Cuál fue la razón para llegar a tal punto?- le pregunto perturbado.
-No fue mi intención, la mente no controla el corazón. Solo me enamore, no lo tenia previsto- dijo en su defensa, al ver los ojos acusadores del padre señalándola.
-¿Y tu prometido? ¿No sientes algún tipo de afecto por él?- le pregunto preocupado.
-El sabe que no lo amo, sabe que no me quiero casar con él… yo lo admiraba y lo estimaba; pero sus ultimas actitudes para conmigo han borrado en mi todo rastro de afecto por él. No puedo amar a alguien autoritario sin razón, no puedo amar a alguien que intentar gobernar la vida de los demás, no puedo amar a alguien que se quiere casar por las opiniones de los demás. No puedo- puntualizo.
-¿Estas segura de todo lo que estas diciendo?- pregunto con duda.
-Nunca e estado tan segura de algo como ahora. Lo que no entiendo es este sentimiento de culpa que tengo en el centro de mi pecho- expreso con dolor mientras sostenía entre sus manos la figura taina que meses antes le había obsequiado el Sr. Mulder.
-Se debe a tu familia. Katherine, culpa por tener que desilusionarlos. Es normal que te sientas culpable hija mía, pero ante tal situación ellos deberán comprenderte y como saben que el matrimonio es algo sagrado entenderán que no puedes atarte a un hombre que no amas y por consiguiente a una vida infeliz- le explico.- No puedes sacrificarte y ellos lo saben.
-Mi matrimonio con el Coronel Skinner significa tanto para ellos. Especialmente para mi hermano mayor- comento.
-Si te quiere podrá entender y perdonarte. Dime Katherine, el otro caballero: ¿siente lo mismo por ti?- y ella sonrió ante la pregunta.
-Digamos que su posición en estos momentos como caballero y hombre están en grave peligro. Según creo esta hablando con mi hermano y el Coronel ahora mismo. Espero que este bien- expreso con temor y miro la figura entre sus manos.- Padre, lo amor y no deseo que nada malo le pase, si es necesario arriesgar mi vida para que él este bien, lo haría.
-Eso es egoísmo.
-Lo se y lo siento ¿Cree que el Señor me perdone por tantas injurias en contra de él y sus palabras?- pregunto preocupada.
-Hija, nuestro Dios es rico en misericordia, es paciente y todo amor y por supuesto que te perdona por que no desprecia un corazón arrepentido pero aun así, debes saber que todo pecado tiene sus consecuencias y deberás acatar la voluntad del señor- le aclaro.
Después de un rato más de charlas y consejos por padre del padre MacCue este le brindo el perdón de Dios que ella tanto buscaba. Complacida y tranquila salio de la sacristía, pero lo que ella menos se esperaba era encontrarse con el Coronel Skinner.
De pie, frente a ella, como cual soldado; la miraba fijamente sin decir nada y por la mente de ella pasaban miles de interrogantes.
-Skinner- le llamo con voz dudosa.
El no contesto, su rostro serio hacia que el cuerpo de la Srta. Scully se tensara ante tanta tensión reinante y lo supo con solo mirarlo fijamente. Ya lo sabía. Y estaba ahí en busca de respuestas y ella pretendía responderle con total sinceridad.
-¿Cómo pudiste?- hablo finalmente en un tono de reproche que a ella no le sorprendió.
-Hablaste con él ¿cierto?- le pregunto concisamente.
-¿Tenia que hablar con alguien en especial?
La pregunta la tomo desprevenida, no lograba reconocer al hombre que se encontraba frente a ella. Su actitud comenzaba a asustarla.
Ante ella se encontraba un hombre que se sentía traicionado a pesar de que algo como ella le había hecho se lo debía esperar, porque sencillamente ella no lo amaba; pero fue ingenuo a su pesar, porque creía que con una amenaza y dominación ella lograría aceptar estar con él.
Cuando se entero del engaño todos sus sueños se rompieron, él la amaba y quería que ella también aprendiera amarlo, lo que él no sabia era que los sentimientos no se aprenden ni se enseñan y tuvo que enterarse del tal hecho de la peor manera posible.
Ahora solo podía sentir rencor y odio, quería que ella sufriera como él estaba sufriendo y era lo que pretendía hacer, porque él era un hombre, un caballero y los caballeros no permitían que insignificantes mujeres los humillaran y ella no sabia cuanto lo había humillado.
-Jamás pensé que fueras tan capaz de tan vil infamia- expreso con resentimiento.
-No fue mi intención- dijo con la vista en el suelo, entendía que él se encontraba dolido.
-No fue tu intención y aun así lo hiciste- le discutió.- ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste engañarme de esa manera? ¡Y con él!- grito.
-Skinner, estamos en la iglesia, debemos hablar de este tema en otro lugar- le pidió con preocupación.- Este lugar no es el ideal.
-Créeme que este es un buen lugar- dijo mientras se acercaba a ella.- El Señor debe conocer la verdad- le dijo atemorizante mente y cerca de su oído.
-La única verdad es que yo no te amo- lo miro desafiándolo.- Y Él ya conoce esa verdad, porque la repito a cada hora, cada minuto, cada segundo de mi vida.
-¿Y en esos momentos, también te repites que eres una ramera?- le pregunto de manera insultante, caminando a su alrededor.- ¿Te repites eso cuando estas con él? ¿Acaso él sabe que tú eres una meretriz?
-¿Como te atreves?- le pregunto dolida ante sus preguntas.
-Porque tengo todo el derecho de hacerlo y porque tú has irrespetado nuestro compromiso- dijo deteniéndose detrás de ella.
-Tal compromiso no existe- y giro para mirarlo.- Me comprometí contigo, pero todos sabían que no te amaba y ambos nos engañamos; ese es el verdadero irrespeto entre nosotros- se quito el anillo de compromiso y se lo devolvió, esa vez no había marcha atrás.- Lo nuestro era la verdadera infamia y no debe continuar.
Ella le dio la espalda y empezó a caminar hacia las escaleras que la llevarían al primer piso de la iglesia, pero él no pretendía dejarla ir tan fácilmente, la alcanzo y la tomo por los brazos.
-Suéltame, me lastimas- le pidió quejumbrosa.
-¡Yo te lo ofrecí todo! ¡Y así es como osas pagarme!- grito iracundo, sus ojos estaban ardiendo por la ira.
-¡Tu no me ofrecías nada!- grito tratando de alejarse de él.- ¡Solo me ofrecías desolación y tristeza! ¡Nada más!
-Ya se por qué lo haces, lo haces por su dinero. Eres como todas, solo les interesa el maldito dinero. Él tiene más que yo y por eso me dejas- expreso con rabia.
-¡Estas demente! No entiendes nada, no es el dinero. Es su alma, su corazón, su espíritu. Él es lo que tú jamás podrás ser, él me ama mas que tú y no me obliga amarlo como lo has intentado todo este tiempo- él la tenia agarrada tan fuerte que ya empezaba a doler y se quejaba.- Es lo que no soportas, que yo lo ame- volví a quejarse.
-Bien, si ese es el problema, si no me amas, no podrás amarlo a él- sentencio.
-¿Qué quieres decir?- pregunto asustada.
-Lo voy a enviar al infierno.
Su seguridad y su promesa la sello con sus labios sobre los de ella de una manera abrupta. Cuando la soltó, ella lo abofeteo por su atrevimiento pero él volvió a zarandearla y como estaba demasiado cerca del borde de las escaleras perdió el equilibrio empezando a caer.
El tiempo se volvía lento mientras ella caía por las escaleras y el Coronel Skinner la observaba caer estático y sin reaccionar. La figura de un ídolo taino se quebraba en el suelo. La felicidad se había terminado.
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