chapter = 9
author = NikkyScully
dedicate = Lovers through time
(Partes 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9 - 10 - 11 - 12 - 13)
de NikkyScully
Disclairmer: ¿Cuál es la gracia de poner aquí: No son míos son de CC si a él le da igual lo que hagamos con ellos?
Clasificación: MSR con una buena dosis de ANGTS.
Dedicatoria: A las b i t c h e s: Vania, amor mio, eres mi todo.
Estrella: Espero que te sanes pronto y recuerda que me debes el final de un fic.
A Rovi: Felicidades especiales a la licenciada Adams por su titulo. La UNPHU si sabe hacer verdaderos profesionales, eres la prueba tangible de ello.
A mis niñas: Valeska, Dinma y Chaite, mis niñas las extraño un montón.
A Rosa y G_Woman: Se puede saber donde andan?
Karina y Agent Macgirl: Niñas, ustedes son lo mejor. Le doy gracias a Dios por haberme permitido conocerlas.
A mi William querido, que aunque no lea esto ni conozca este mundo. Gracias por prepararme esos deliciosos mocachinos que tanto me gustan y esas charlas tan agradables cuando estamos en el ciber café después de una tarde completa imprimiendo trabajos para las clases de la uni.
Y especialmente a las personas que me han dejando tantos comentarios para continuar con el fic: Piper_Scully, LizzyX, Maru, Mysticshiva, hija_de_Mulder_y_Scully, Lily, Saranya y a todas las personas que han leído el relato.
Nota: Digamos que ya ni se para donde voy.
Feedback: Ya saben a donde jro185ARROBAhotmail.com. Bexos a todos.
Rating = touchstone
Type = Crossover
fanfic = 4 de agosto.
El tiempo pasaba y el momento de regresar a Boston se estaba acercando. Pensar en eso mortificaba al Sr. Mulder habían muchas cosas que él y la Srta. Scully había postergado cosas que tenían que ser habladas antes de sus regresos inminentes a Boston. Donde tendrían que enfrentar su verdadera realidad.
El necesitaba saber hasta que punto podía llegar su relación. Si ella se iba quedar a su lado o regresarla a Boston para cumplir su compromiso con el coronel Skinner, todos esos pensamientos lo tenían muy mortificado. No quería perderla, se había enamorado completamente de ella, hasta llego a pensar en matrimonio, algo que su naturaleza errante desconocía.
Pero las cosas habían cambiado, él jamás pensó que se iba a enamorar como lo hizo. Jamás pensó que en el mundo existiría una mujer capaz de doblegar su espíritu aventurero y hacerlo un poco mas lógico de lo impensable. Aunque ella nunca intento cambiarlo lo hizo sin pensarlo y el necesitaba respuestas. Respuestas que le aseguraran que ella iba a seguir a su lado, doblegando su espíritu y haciendo que él se atara más ella.
Pensaba en ello día y noche en las decisiones que ambos tomarían y que cambiarían rotundamente sus vidas. Ese día estaba mucho más intranquilo que los días anteriores, era de noche y el calor de fin de verano en Georgia era sofocante principalmente en Pemberley, ambos factores no lo estaban ayudando mucho.
Todos dormían en la gran propiedad eso suponía él, pero encontrar a su hermana sentada en el suelo frente a la chimenea y con tres vasos frente a ella lo obligo a retractar su pensamiento. Se acerco despacio hasta su hermana y se dio cuenta que ella llevaba su ropa de dormir.
-Samantha, cariño ¿Qué haces?- le pregunto tratando de no asustarla, pero ella no se inmuto.
-¿No lo sientes William?- pregunto ella con la vista puesta sobre los vasos con agua.
-¿Sentir que?- pregunto contrariado.
-El aire, esta lleno de maldad esta noche. El viene, viene hacernos daño, principalmente a ti William… porque te hará daño a través de Katherine- decía incoherentemente, hablando en ese idioma característico de ella.
-¿Quién viene por Katherine?- le pregunto curioso, porque siempre intentaba descifrar las palabras en doble sentido de su hermana.
-El Sr. Rata… viene.
-¿Quién es el Sr. Rata?- y se arrodillo delante de ella.
-Tú lo conoces mejor que nadie William y estoy triste porque ustedes me ocultaron su presencia- ella lo miro con ojos oscuros.
-No te entiendo Samantha- le dijo preocupado.
-Tú nunca quieres entender nada, aunque la verdad este frente a ti- y volvió a mirar los vasos. El Sr. Mulder hizo lo mismo.
-¿Para que son los vasos?- pregunto curioso.- ¿Por qué están llenos de agua?
-Uno tiene tierra, no me gusta beber agua con tierra. El otro tiene cabellos de Elizabeth, no se porque se peina su cabello cerca del agua de tomar y el otro tiene amibas.
-Esa palabra es demasiado compleja para ti Samantha- le aclaro.
-No te preocupes por eso y ve hablar con Katherine, deja de postergarlo.
El se volvió a mostrar confuso ante las palabras de su hermana. Se puso de pie y decidió dejarla sola antes de que se pusiera mas rara de lo que estaba. Subió hacia el segundo piso de la casa y se preguntaba como su hermana podía saber que él necesitaba hablar con la Srta. Scully y peor aun como de repente tomo la decisión de hablar con ella esa misma noche.
Llego hasta la puerta de la habitación de la Srta. Scully y sin llamar a la puerta abrió allí descubriendo a su ninfa mas preciada, de pie dentro de una tina y completamente desnuda. El corazón le salto, cada poro de su cuerpo clamaba por ella y no sabia si controlar sus instintos salvajes para tan solo observarla o tomarla entre sus brazos y hacer lo que empezó a planear desde que la vio.
-¡Por Dios Sr. Mulder! ¡Salga! La Srta. Scully no esta en condiciones para verlo- le decía exasperada la dama de compañía de la Srta. Scully mientras trataba de cubrir la visión del Sr. Mulder.
-Descuida Sally, el Sr. Mulder no esta molestando- decía con voz profunda la Srta. Scully y él volvió a temblar.- ¿Verdad que estoy en lo correcto Sr. Mulder?
-Claro… pero si prefiere volveré mas tarde- le sugirió.
-No… ya terminamos por el día de hoy- le aclaro mientras su dama de compañía la ayudaba a salir de la tina.
El Sr. Mulder tomo la bata de baño de la Srta. Scully, el contraste de la tela con sus dedos lo provocaban porque esa tela era quien cubría a la Srta. Scully después de sus largos baños de tina.
Sus sueños acalorados fueron interrumpidos por la dama de compañía que le arrebato la bata de entre sus manos para acercarse a la dueña original del mandil y ayudarle a colocársela. Mientras ella hacia eso la Srta. Scully no dejaba de mirar ni por un segundo al Sr. Mulder, que se mojaba los labios para aminorar la resequedad que había en ellos producto del calor inminente en el ambiente.
-Sally, déjanos solos por favor.
-Si Srta.
Al salir la dama de compañía se miraron fijamente. Sus labios chocaron como caballos desbocados, cada roce aumentaba mas el calor pasional entre ambos, el Sr. Mulder estaba agitado y cada gota de agua en la piel de la Srta. Scully se evaporo y la bata dejo de estar mojada pasando a un estado de total aridez aunque seguía siendo suave al tacto de la piel.
Aunque él quería estar con ella en esos momentos no podía dejar de pensar en el futuro en lo que ambos harían cuando volvieran a vivir sus vidas reales, rompió el beso sin mucho esfuerzo provocando en ella cierto abatimiento. Era primera vez que él rompía un beso provocado por él mismo y entendió que algo lo estaba atormentando.
Sin decir nada lo guió hasta el diván y ambos se sentaron juntos sin soltarse de las manos. Ella lo miro fijamente, esperando a que hablara por fin. Ella lo conocía perfectamente, necesitaba tiempo para ordenar sus ideas y hablar y cuando empezaba hacerlo no se detenía hasta terminar.
-¿Qué va a pasar con nosotros cuando regresemos a Netherfield? ¿Seguiremos como hasta ahora o nos alejaremos y viviremos las vidas que teníamos antes de conocernos?- pregunto con parcimonia.
-¿Qué quieres que suceda Mulder?- le pregunto calmadamente.
-Quiero estar contigo, pero no se si tú quieras lo mismo- le confeso con miedo.
-¿Por qué piensas eso Mulder?- le pregunto perturbada.
-Porque tú eres una señorita recatada miembro de una familia extremadamente católica y que lleva los principios de la humanidad al pie de la letra. Yo no soy igual a ti Katherine, no respeto esos principios, sabes que no comparto tu mismo pensamiento religioso ni siquiera conozco la palabra recato. Yo no se si quieres estar a mi lado conociendo toda esa verdad- le comento con nervios.
-Reconozco toda la verdad en tus palabras. Tú tienes miedo Mulder, miedo de que cuando regrese a Netherfield me aleje- ella le apretó las manos dándole a entender que no era como él pensaba.- Yo no pienso hacerlo Mulder, no puedo volver hacer la mujer que conociste hace varios meses atrás, porque ya no soy esa mujer. Creeme que he cambiado y me gusta como soy ahora- le comento firmemente.
-Quisiera entenderte, pero no puedo- decía extremadamente incomodo.
-Eventualmente las cosas cambiaran a nuestro alrededor. Ya lo están haciendo, pero no podemos apresurarnos…
-¿Apresurarnos?- le interrumpió.- No lo creo, estamos siendo demasiado flemáticos, muy flemáticos para mi gusto. Yo quiero que tu rompas tú compromiso con el coronel Skinner- le pidió sin basilar.
-Lo haré, es una decisión que tome mucho antes de venir a Rogue- le relato.
-Quisiera creerte, pero aun sigues llevando el anillo que te ata a él. Quisiera que llevaras el mío- le comento con cierta turbación mientras acariciaba el dedo donde ella tenia colocado su anillo de compromiso.
-¿Me estas pidiendo matrimonio?- le pregunto estupefacta.
-Lo haré si es lo que quieres-le aclaro.
-No Mulder, eso no esta en tus principios.
-¿Dónde quedan los tuyos?- pregunto presuroso.
-No te voy a negar que me encantaría ser tu esposa, pero hace mucho tiempo aprendí que no necesitamos firmar un papel para establecer lo mucho que nos amamos- le aclaro.
-Te voy a prohibir esas conversaciones largas con mi cuñada -ella sonrió ante el comentario.
-Debo preparar a mi familia, va ser un duro golpe para ellos cuando rompa mi compromiso con Skinner. Nosotros le debemos mucho, pero no debo anteponer mis sentimientos por agradecimiento, no puedo hacerlo. Pero me van a odiar-dijo con un dejo de tristeza.
El Sr. Mulder le beso las manos en un gesto de consuelo y ella lo miro amorosamente, no podían negar que las decisiones que estaban tomando eran las más difíciles de sus vidas. La Srta. Scully iba a ganar el odio y el desprecio de su familia y el Sr. Mulder iba a tener que sufrir eso, porque todo lo que ella iba hacer lo estaba haciendo por él.
A pesar de la tristeza ella no pudo reprimir el deseo de volverse a unir otra vez a él. Sellaron con un beso el pacto hecho, iban a estar juntos después de todo. El la llevo hasta la cama y muy despacio volvió hacerla suya y pudieron reprimir la felicidad por tanto amor. Así la madrugada los sorprendió, entre las remembranzas de la noche pasional vivida. Ella se despertó y se percato que el sol aun no había salido, el calor de la madrugada la estaba ahogando y aunque las ventanas estaban abiertas no entraba ni un requisio de viento por ellas.
Tomo su bata de dormir y cubrió con ella su cuerpo desnudo. Miro a su compañero de cama y sonrió por verlo ahí, junto a ella, en un gesto natural beso la frente de él y salio de la habitación. Ya se había acostumbrado a los paseos nocturnos desde que lo hizo por primera vez en compañía de su amado y la hermana de este.
Hacia fresco en el bosque de la propiedad, caminaba entre los árboles como una diosa de fuego, airosa por el amor y la pasión. El calor de había ido solo quedaba el calor del amor dentro de su corazón, el único que podía ocupar su cuerpo, ningún otro.
Escuchaba los sonidos de un caballo a galope acercándose mas y mas a ella entre la oscuridad del bosque. Pensó que tal vez era el celador de la propiedad, pero sus pupilas se dilataron enormemente al percatarse que quien se acercaba a ella a caballo no era el celador sino el Sr. Krycek.
El Sr. Krycek vio en ella la oportunidad idónea para molestar y herir al Sr. Mulder y la Srta. Scully se sentía acorralada ante la presencia de tan desagradable caballero.
-Srta. Scully ¿Qué haces por aquí tan tarde y en ropa de cama?- le pregunto con cierta mirada lujuriosa.
-Me ha hecho una pregunta muy imprudente Sr. Krycek- le dijo con aborrecimiento.
-¿Desde cuando a una señorita como usted le importa lo prudente? Lo prudente para mi es que usted este en su cama durmiendo y no aquí, sola y medio desnuda ¿Pretende gritarle o aullarle a la luna como hacen los locos de los Samuelle y los Mulder?
-Debería aprender que es mala educación hablar mal de personas que no se encuentran presentes- le discutió.
El Sr. Krycek hizo caso omiso a las palabras de la Srta. Scully, procedió a bajarse del caballo y ella empezó a sentir miedo.
-Creo que debería regresar a Ambrose- le aconsejo.
-¿Y dejarla sola a usted aquí? No seria caballeroso de mi parte, hay muchos peligros en los bosques de Georgia. No quisiera usted ni imaginarse.
-Estoy entre los límites de Pemberley. Es un lugar muy seguro…
-Si yo puedo entrar a la propiedad cualquiera puede hacerlo- comento horrorosamente.
-Tiene razón- lo miro de arriba a bajo con cierto temor.- Será mejor que regrese a Pemberley. Que pase buenas noches Sr. Krycek.
Ella intento alejarse pero el Sr. Krycek la tomo fuertemente de un brazo, tanto que casi la lastimaba. Ella lo miro con terror y angustia.
-Mi noche será muy agradable si usted la pasa conmigo- le dijo con voz tétrica.
-Sr. Krycek ¿Qué le pasa?- pregunto con pánico.
En Pemberley. Un grito desgarrador despertó al Sr. Mulder, se inquieto al no ver a su lado a la Srta. Scully, tan rápido como pudo se vistió y atontado por el sueño salio al pasillo del segundo piso, los gritos seguían escuchándose a través de las paredes de la casa y supuso inmediatamente que era otro ataque histérico de su hermana.
Los Samuelle salieron de sus aposentos, tenían rostros angustiados por escuchar tantos gritos provenir de la habitación de la Srta. Mulder. De repente la vieron salir corriendo de su habitación y estrepitosamente se abalanzo hacia su hermano el Sr. Mulder.
-¡William, debes ayudarla! ¡El Sr. Rata quiere hacerle daño! ¡Debes ayudarla!-le pedía entre sollozos y lagrimas.
-Por favor Srta. Mulder regrese a su habitación- le pedía su institutriz.
-Déjame en paz vieja decrepita- volvió a mirar a su hermano.- William hazme caso, le quiere hacer daño, debes ayudarla.
-¿Ayudar a quien Samantha?- le preguntaba el Sr. Samuelle.
-William sabe a quien- volvió a decir mientras se arrodillaba y volvía a gritar.- Duele, duele mucho- se sostenía de los pantalones del Sr. Mulder y el se arrodillo frente a ella.
-¿De quien estas hablando? ¿A quien quieren lastimar y quien quiere hacerlo? Samantha sino me lo explicas, no podré hacer nada.
-Es Katherine, corre peligro- volvió a gritar, -le duele, le duele tanto como a mi.
-¿Dónde esta Katherine?- le pregunto el Sr. Mulder a su hermano.
-No lo se, pensé que estaba contigo-le informo.
-Estaba conmigo- volvió a mirar a su hermana.- Samantha, cariño ¿Quién quiere hacerle daño a Katherine?- pregunto angustiado.
-¡El Sr. Rata!- le grito.
-¡Con un demonio Samantha! ¡¿Quién es el Sr. Rata?!- le pregunto entre un grito, ya la angustia lo estaba desesperando.
-¡Krycek!
Y todos sus sentidos se alarmaron al escuchar tan infame apellido. Dejando a su hermana en compañía de sus otro familiares corrió hasta su habitación para ver si la Srta. Scully se encontraba allí, al no verla, salio corriendo hasta la primera planta de la casa con dirección a los salones principales. Todos los empleados que se le cruzaban en el camino solo podían contestarle que no sabían donde se encontraba la Srta. Scully.
-¡Déjeme en paz!- le pidió ya furiosa.
-Oh no, claro que no.
Y la beso frenéticamente casi cortándole los labios con sus dientes. Ella sentía que algo repulsivo tocaba sus labios e intentaba alejarse, pero él la sostenía fuertemente de los brazos. Cuando la soltó ella lo abofeteo por su atrevimiento y él se rió ante su acto.
En sus ojos se reflejaba una ira que ella no podía descifrar, se había convertido en un monstruo y sin esperarlo el la abofeteo tan fuerte que la mando al suelo y en pocos minutos él se encontraba encima de ella.
-¡Aléjese de mi! No sabe lo que esta haciendo Sr. Krycek, usted esta ebrio- decía tratando de que él se le quitara de encima.
-¿Ebrio? Usted no me ha visto lo suficientemente ebrio Srta. Scully- y volvió a besarla.- ¿Sabe algo? Necesito saber que él ve en usted, él tiene buen gusto. ¿Usted cree que él se moleste si usted me da lo que le da a él?- dijo con voz oscura y agitada. De pronto estaba besando descaradamente el cuello de la Srta. Scully buscando su piel debajo de su bata de satín y ella solo hacia gritar.
-Auxilio, auxilio- se burlaba.- Grite todo lo que quiera, nadie la va escuchar- le dijo.
-Es usted un bastardo- y él le propino otra bofetada.
-Se ve muy bonita con el rostro magullado, como todas las zorras.
Sintió otra bofetada sobre su rostro una que le hizo tirar sangre de la boca y volvió a cubrir su boca con la suya. Ella quería morirse, deseaba morirse, sentir como él la tocaba era la peor sensación jamás conocida.
-Haga todo lo que quiera maldito bastardo, no me importa. Pero cuando Mulder lo encuentre va a tener que rezar mucho- le decía entre lagrimas y quejidos.
-Y muy valiente la dama, eso me gusta.
El Sr. Mulder salio corriendo hasta la parte trasera de la casa, el celador venia a galope hacia él y el caballo casi lo golpea, pero el celador logro parar el caballo a tiempo. El le dijo al Sr. Mulder que había visto a la Srta. Scully en el bosque. El no tardo dos segundos en bajar al celador del caballo y subirse al caballo de este.
A todo prisa se adentro al bosque y desesperado llamaba a la Srta. Scully.
-¡Katherine!- la llamaba exasperado.
Escuchar su nombre salir de los labios del Sr. Mulder le hizo reaccionar.
-¡Mulder!- lo llamo para que pudiera escucharla.
-¡Cállate maldita!- le grito.
-¡Katherine!
-¡Mulder!
-¡Te dije que te callaras!
Y la última bofetada le hizo perder el conocimiento. Pero el Sr. Mulder llegaba en ese preciso instante, provocando en él una furia extrema, estaban lastimando lo más preciado en su vida. Corrió hacia Krycek, este que se levantaba del suelo no pudo huir porque el Sr. Mulder ya se encontraba sobre él golpeándolo tan fuerte que en pocos minutos ya le estaba sacando sangre del rostro. Se había cansado y Krycek ya había perdido el conocimiento.
Al ver en el suelo a la Srta. Scully aun inconsciente le hizo percatarse de que ella necesitaba ayudada. Se acerco a ella y sintió un dolor punzante en su corazón al ver como su rostro sangraba. La tomo entre sus brazos y logro subirla al caballo junto a él.
Acelero el galope hasta Pemberley. Enseguida entro a la casa y en sus brazos aun continuaba inconciente la Srta. Scully, sus familiares estaban impactados por el estado deplorable de la Srta. Scully. El Sr. Mulder la coloco despacio en el primer mueble que encontró y la Sra. Samuelle la cubrió con una manta. El olor a sales aromáticas inundo su sentido olfativo haciéndola despertar y al recordar lo sucedido comenzó a llorar en los brazos del Sr. Mulder. El le decía que todo iba a estar bien, que nada malo le iba a suceder y ella comenzó a calmarse.
La dejo en compañía de las damas de la casa y junto con su hermano tomo rumbo a la biblioteca, aunque intentaba ocultar su furia y odio ante su hermano no podía hacerlo. Cuando entro a la biblioteca tomo una de las espadas que estaban sobre un buró y la coloco encima del escritorio.
-¿Qué vas hacer William?- le pregunto su hermano perturbado.
-Lo voy a matar, es que lo voy a matar- repetía con furia.
-¿A Krycek?- le pregunto curioso.
-¿A quien mas? Mira como la dejo, mancho su honor y eso no se va a quedar así Michael. Lo voy a retar- le comunico mientras se sentaba frente al escritorio.
-Tú no puedes hacer eso- le dijo contrariado.
-¿Por qué no?
-Porque ella no es nada tuyo- le recordó.
-Es la mujer a la cual amo eso es suficiente.
-¡No! Eso no es suficiente, no te corresponde tomar algo que solo le corresponde al coronel Skinner- le dijo a su hermano aunque le doliera.- Ella no esta comprometida contigo.
-¡No me lo recuerdes!- y se puso de pie.- Lo tengo muy claro, pero no permitiré que Krycek se salga con la suya.
Volvió a sentarse para dedicarse a escribir una carta que seria enviada al Sr. Krycek para retarlo a duelo formalmente. El Sr. Samuelle sabia ya que su hermano no cambiaria de opinión y solo pudo dibujar en su rostro una expresión de preocupación extrema.
-Enviare esta carta a Krycek y enviare otra carta al fiscal del pueblo para que designe dos jueces y tú serás uno de mis testigos- le relato.
-¿Y el otro testigo? Recuerda que se necesitan dos.
-Tienes varios empleados a los cuales les has dado la libertad con uno de ellos bastara- decía mientras escribía la carta.
-¡Perfecto! Confiando en los dotes de atención de un negro. Es un hecho, hemos caído en lo mas bajo, personalmente hablando- comento con indignación.
-¿No estas orgullo de ser bajo? Socialmente hablando.
-Lo personal es distinto a lo social… no relaciones que me confundes- le pidió con turbación.
-Entonces cállate Michael- le grito.
Su discusión se vio interrumpida por la presencia de la Srta. Scully la cual los miraba con expresión interrogativa.
Mientras los observaba sostenía el pomo de la puerta sin intenciones de querer soltarlo. Sus ojos se veían apagados y su rostro magullado daba una expresión de pena, pero aun así su cuerpo se veía dominante, fuerte y orgullo.
-¿Qué haces Mulder?- le pregunto mientras entraba completamente a la biblioteca.
-Nada- le contesto.
-Fue una pregunta capciosa. Se lo que estas haciendo- le comento con ojos fríos.
-Deberías descansar- le sugirió.
-Deberías olvidar lo que quieres hacer- le sugirió ella con intenciones de desafiarlo.
-¿Qué es lo que tengo que olvidar?- le pregunto mientras se ponía de pie.
-No debes retar a Krycek- le sugirió claramente.- Seria una pérdida de tiempo.
-¿Defender tu honor seria una perdida de tiempo?- pregunto irritado.- Es ridículo.
-Estas consiente, tanto como yo que no seria nada adecuado ni muchos menos factible que retes a Krycek para calmar tu dolor por todo lo que paso. No conseguirás nada hiriéndolo con tu espada- decía con dolor en su voz.
-No quiero herirlo, quiero matarlo. Atravesar mi espada entre sus entrañas y hacer que se desangre hasta que la muerte venga por él- se acerco a la Srta. Scully para tomarla de los hombros.- Ya no me importa el rencor que tengo hacia los Krycek, no te voy a negar que no darle importancia y olvidarlo no es lo mismo, pero lo que paso entre los Krycek y mi familia paso hace mucho tiempo, las heridas están sanando. Pero lo que ha hecho Alexander Krycek, lo que ha intentado hacer a abierto una nueva herida en mi alma y esa no se cerrara tan fácilmente- le confeso.
-Matarlo no cerrara esa herida. Mulder no, por favor no lo hagas- le suplicaba.
-Debo hacerlo. El te toco- decía con indignación.
-¡El no toco ni la cuarta parte de lo que ya tu has tocado!- grito sin darle importancia la presencia del Sr. Samuelle en la biblioteca.
Su hermano lo miro y el Sr. Samuelle entendió que debía retirarse y dejarlos solos. Si ella iba a seguir gritando y él también era mejor que nadie estuviera presente. El Sr. Samuelle se retiro sin más demora.
-Katherine, tú eres lo mas importante que hay en mi vida y no puedo permitir que nada ni nadie te lastime ¿me entiendes?- le pregunto.
-Escúchame Mulder, el orgullo te tiene nublado el juicio. Recuerda que el orgullo llevo a tu padre a una situación muy parecída a esta, no te dejes arrastrar. Por favor- le pedía con lagrimas en los ojos, ella no lloraba por cualquier cosa, pocas veces la vio llorar y solo lloraba cuando algo muy grande la preocupaba.
-Es que el problema radica en que tu eres mi orgullo y a mi orgullo lo han lastimado- dijo con dolor en su voz.
-Si es así tu orgullo te pide que no hagas nada, déjalo así. Todo estará bien ¿es que no entiendes que no quiero perderte?- le pregunto con amargura.
-Piensas como Michael, que no eres nada mío para yo salir y desafiar a Krycek. Que no vale la pena, pues créeme que vale la pena- le discutió.
-¡Por Dios! Mulder ¡Razona de una buena vez que estas haciendo lo que Krycek quiere! Esta jugando contigo- lo tomo por los bordes de su chaqueta.- Eres más inteligente que él. No lo hagas, no lo retes, haz lo que te pido.
-Katherine…- ya iba empezar a suplicar cuando ella lo callo con un beso lleno de frustración y pena. No quería permitirle alejarse de ella y él entendió que ella haría lo imposible para que no enfrentara al Sr. Krycek.
-Dime que no lo harás- le pidió con sus labios muy cerca de los de él. Respirando el mismo aliento que él. –Cada parte de mi empezara a quebrarse si no haces lo que te pido.
-¿Por qué me lo pides?- le pregunto con voz ahogada.
-Porque de ti depende mi existencia.
5 de agosto
El sol había salido dando paso a una mañana donde ni el odio, la sangre y el rencor eran protagonistas. Solo la confianza, el amor y el poder del sentido común, era la base para que esa mañana fuera lo mas armoniosa posible. Sin el reto no hubo la oportunidad para que un hombre cegado por el odio y el rencor completara su anhelada venganza y todo porque un alma involucrada en tal conflicto lo había evitado.
Aunque defender el honor y conservar el orgullo era lo primordial para uno de ellos, comprendió que arriesgando su vida para cuidar una y poner en riesgo otra al punto de llevarla a las puertas de la muerte no era lo que mas factible aunque en la sociedad donde vivía se lo exigiese. El sentido común y la lógica prevalecieron en esa historia.
A pesar de ello uno de los protagonistas de aquella historia se preguntaba porque había tomado ese rumbo aquella historia ya que el esperaba otros resultados. En su biblioteca, buscaba entre el correo de esa mañana alguna respuesta para que se le fuera explicada el nuevo proceder de su Némesis.
-Krycek ¿Qué buscas?- le preguntaba su prometida con extrema curiosidad.
-¿No me ha llegado algo de Pemberley?- le pregunto omitiendo su pregunta y dándole la espalda.
-No- contesto confundida.- ¿Qué tendría que llegar de Pemberley?- y sus ojos denotaron sorpresa cuando el giro para verla.- ¡Jesús del Cielo! ¿Qué te paso querido?
-Nada- dijo al esquivar el toque de la mano de ella.-Nada por lo cual tengas que preocuparte- arrastro su cuerpo golpeado y cansado hasta el primer sillón que encontró.- Es curioso Marita, crees conocer a una persona tan bien. Te crees capaz de adivinar cada uno de sus movimientos; pero cuando en el tablero de la vida haces algún movimiento para comprobar ese pensamiento, todo sale como menos lo pensaste.
-Lo curioso es en realidad que nunca se esta preparado para tales cambios los cuales nunca pensaste que sucedieran.
El la miro impresionado. Ella no sabia de lo que él estaba hablando, pero supo dar en el blanco con la vista tapada y mareada por el comportamiento de él.
Agosto 18
Pemberley.
El verano casi estaba por finalizar, pero el regreso ha Netherfield se extendería hasta el principio de otoño, así lo deseaban la Srta. Scully y el Sr. Mulder y por consiguiente sus familiares apoyaron la moción.
Necesitaban estar preparados mentalmente para lo que se les avecinaba. No era fácil pensar que cuando regresaran a Netherfield todo lo que conocían antes de conocerse cambiaria. Estaban locamente enamorados y sabían que eso muchos no lo aceptarían, así que alargar un poco su idilio amoroso no le iba hacer daño a nadie, en el condado de Rogue, por supuesto.
En las ultimas semanas había estado lloviendo mucho en Georgia, lo cual obligo a la Sra. Samuelle cuidarse mas de lo debido porque su salud era muy delicada desde hacia ya varios años, pero todo eso no evito que pillara un fuerte resfriado que la mando a caer en cama. Su señor esposo nunca escatimaba en cuidados y atenciones y la Srta. Scully siempre estaba ahí para hacer cualquier cosa que la Sra. Samuelle le pidiese.
Nadie supo como, pero la Srta. Fowley se había enterado del estado de salud de la Sra. Samuelle y ese día decidió hacerle la visita. Nadie pudo prevenir a los amantes, para evitar un eminente encuentro con la Srta. Fowley.
Habían llegado a Pemberley después de haberle hecho la visita a la Sra. Austen en Collins. El Sr. Mulder quería ver a su cuñada para saber como seguía y la Srta. Scully quería estar pendiente de que ya se había tomado su última dosis de medicamentos ese día.
Cuando entraron a la habitación sin ni siquiera tocar a la Srta. Scully se le subieron todos los colores a la cara y el alma se le congelo. Al Sr. Mulder se le reflejaban el rostro varias expresiones, como miedo, confusión y nerviosismo.
-¿Diana?- pregunto contrariada.
-¿Katherine?- sonreía sorprendida.
La Sra. Samuelle tenía las mismas expresiones que su cuñado y quería matar a su dama de compañía, porque no evito que los enamorados se encontraran con la Srta. Fowley.
-Es tan grato verte Katherine- sonreía.
-Expreso lo mismo que tu Diana- mentía, en su mente los nervios y el miedo hacían estragos.
-Buenas tardes Sr. Mulder- él solo respondió con un ligero movimiento de cabeza. Ese era el Sr. Mulder que la Srta. Fowley conocía. El frió, odioso e ingrato, no otro.- No puedo ocultar mi sorpresa Katherine ¿Qué haces aquí?- hablo y pregunto no sin dejar de percibir el comportamiento glacial del Sr. Mulder hacia ella.
-Yo… bueno…- hablaba entrecortadamente.
-Esta pasando unos días en Pemberley.
Los amantes miraron con terror y sorpresa a la Sra. Samuelle, que debía estar callada y hacerse la moribunda. No había que mentir, no del todo. Ella no era capaz de decirle a Diana Fowley que Katherine Scully era amante de William Mulder. Aunque estuviera enferma.
-¿En serio?- pregunto con sorpresa.
-Si, es que la Sra. Samuelle me invito a pasar unos días en su propiedad- no le había quedado mas remedio que seguir el plan de su amiga.
-¿Viniste desde Netherfield?- pregunto, necesitaba saber cada detalle, aunque ya estuviera perdiendo la prudencia frente a los demás.
-No- contesto tratando de ocultar su contrariedad. –Vengo desde Collins, estaba pasando el verano en Collins. Es una…
-Propiedad aquí en Georgia- finalizo por ella.- ¿Conoces a los Austen? No sabia que tuvieras amistas con ellos.
-Yo no lo llamaría amistad- le corrigió.- Los Austen son parte de mi familia. Mi hermana, Melissa, esta casada con Steven Austen.
Y aunque la Srta. Fowley no lo quiso entender, lo entendió. Entendió la relación entre los Austen y el Sr. Mulder, el eslabón entre ellos era la Srta. Scully, pero se preguntaba ¿Por qué los Austen no habían recibió la ayuda de los Samuelle y si del Sr. Mulder? Pero ella prefirió no cuestionar, algo muy a favor de la Srta. Scully y el Sr. Mulder.
-No lo sabia, veo que estoy escasa de noticias.
Desde hacia mucho tiempo la Sra. Samuelle venia formulando ciertas preguntas en su mente y al ver a la Srta. Fowley frente a ella no dudo en expresarlas y mejor aun porque su esposo no se encontraba allí para refrenar su lengua.
-Srta. Fowley ¿Cómo supo usted de nuestra estadía en Pemberley?
-Bueno…- sonreía con cierta culpa.- Una vez mientras tomábamos el te en Derby, escuche sin querer al Sr. Samuelle hablar con el Sr. Mackenzie, su esposo le platicaba sobre Georgia y la propiedad que poseían aquí, ósea Pemberley. Cuando llegue a Ambrose me tome la libertad de investigar si estaban pasando el verano aquí y me atreví a hacerles la visita- bajo la vista.- Se que es algo imprudente, pero quise darles una sorpresa.
-Y vaya que no las dio- expreso ocultando su ira la Sra. Samuelle. Ella miro los rostros consternados de su hermano político y su amiga.- La Srta. Scully ya tiene una semana con nosotros y le ha encantado. Lamentablemente no he podido compartir mucho con ella por mi estado de salud; pero gracias a Dios que están Mulder y Samantha para distraerla. Aun así me siento apenada.
El papel perfecto frente a la Srta. Fowley lo estaba actuando la Sra. Samuelle, ella alargo su mano y la Srta. Scully se la tomo para sentarse junto a ella en la cama.
La Sra. Samuelle entendía que la Srta. Scully no se sentía bien en medio de esa situación y que le convenía tomar asiento.
-No te lamentes, pronto te recuperaras y podremos compartir mas tiempo juntas- inmediatamente sus ojos mostraron preocupación y su mano libre toco la frente de la Sra. Samuelle.- Tienes fiebre- y se sorprendió al escuchar una sonora carcajada provenir de los labios de la Sra. Samuelle.- ¿Sabes que significa eso?
-Por supuesto, un tedioso baño frió- contesto.
-¿Un baño frió? ¡Eso podría matarla!- se alarmo la Srta. Fowley.
-Diana, lamento tu ignorancia, pero los baños fríos bajan la fiebre.
-¿Quién lo dice?- pregunto indignada.
-Los libros de medicina- dijo quitando la frazada que cubría a la Sra. Samuelle.
-Creo que debo retirarme- expreso perturbada y se levanto de donde estaba.- Deseo que se mejore Sra. Samuelle, volveré a visitarla pronto.
-Será bien recibida- contesto levantando la espalda de la cama.- Gracias por todo.
-No de las gracias- miro a la Srta. Scully.- Fue bueno verte Katherine- pero ella no contesto.
-La acompaño Srta. Fowley.
Al decir eso el Sr. Mulder, la Srta. Scully lo miro con ojos de reproche, mientras ayudaba a la Sra. Samuelle a ponerse un alborno. El solo atino a tranquilizarla con la mirada porque solo deseaba asegurarse de que la Srta. Fowley en verdad se retirara de la propiedad.
La Srta. Fowley agradeció el ofrecimiento y ambos salieron de la habitación. La Sra. Samuelle miraba con pena a la Srta. Scully.
-Mi niña, yo…
-Iré a llenar la tina- dijo fríamente.
La Srta. Fowley y el Sr. Mulder salieron de la casa y se dispusieron hablar frente al coche que aguardaba por ella.
-Esperamos una próxima visita, no nos prive de su encantadora presencia- decía con fingida galantería.
-Le prometo que los visitare pronto- expreso encantada con él.
-Pero avise, así estaremos preparados. No estamos acostumbrados a sorpresas- le comento en un tono de advertencia.
-¿Por qué no me hace la visita en Ambrose? ¿Mañana?
-Jamás- dijo tajantemente e iracundo.
-Entiendo la rivalidad entre mi primo y usted. Pero yo no tengo porque ser incluida en ella. Recuerde Sr. Mulder no soy una Krycek directa.
-A pesar de eso sigue siendo una Krycek- le refuto fríamente.
Ella se entristeció y él no lamento su proceder. La ayudo a subir al coche y este partió.
El Sr. Mulder estaba furioso y cuando giro para volver a la casa vio ante él a Julia la dama de compañía de la Sra. Samuelle que lo miraba con terror. El se acerco de prisa a ella.
-No me pegue Sr. Mulder- suplicaba mientras se ponía de rodillas.
-No seas bruta- la levanto por los hombros.- Pudiste evitar que la Srta. Scully y yo entráramos a la habitación de tu señora ¡Y no lo hiciste! ¿Qué pasa contigo mujer? ¿Así es tu lealtad hacia nosotros?
Julia no contesto y eso lo enfureció más. Por un brazo la llevo hasta la gran cocina de la propiedad para atravesarla y llegar hasta las barracas de los esclavos y empleados de la casa. Estaba molesto con todo y todos. Soltó a Julia y esta callo estrepitosamente en el suelo.
-¡Escuchen de una buena vez porque hablare una sola vez! Mis hermanos y yo hemos sido demasiado condescendientes con ustedes porque reconocemos que son humanos ¡Pero eso no quiere decir que pueden hacer lo que se les plazca! Lo único que le pedimos es que hagan lo que se les pide, con educación y con cortesía. Aquí estuvo una mujer que la Srta. Scully y yo no deseábamos ver y por la ineptitud de Julia tuvimos que hacernos tripas corazón con ella. Pero oigan bien si eso vuelve a suceder y uno de ustedes es responsables de ese hecho no tendré mas remedio que pedirle a mi hermano que prescinda de sus servicios porque lo único que les pido es que cuiden la confiabilidad de la estadía de la Srta. Scully en esta casa y no lo están haciendo ¿Me entendieron?- todos asintieron con algo de miedo, era primera vez que veían al bueno del Sr. Mulder en ese estado.- Bien, hagan lo que se les pide- y entro a la casa.
-Eres una mensa Julia. Mira como pusiste al señor.
-No fue mi intención, además ustedes debieron estar pendientes- decía acongojada.
Después de ese día la visitas de la Srta. Fowley se hicieron más seguidas, todo con el pretexto de que quería pasar más tiempo con su gran amiga la Srta. Scully.
Aunque esa era su cuartada para permanecer al lado del Sr. Mulder y asediarlo como lo hacia en Netherfield. El noble caballero seguía comportándose indiferente con la dama, pero a la Srta. Scully le importaba un bledo; solo el ver como la Srta. Fowley acosaba a su amante la encendía de los celos y ello era la causa de intensas discusiones que varias veces pusieron en riesgo su relación. Aun así su amor era mucho más fuerte que cualquier dificultad o desavenencia.
Sin embargo la felicidad no era eterna para nadie, aunque estuvieron alejados del mundo, ocultos en su propio paraíso. Un día como cualquier otro la niebla de malos anuncios cubrió Pemberley.
La Sra. Austen había recibido un comunicado desde Netherfield y las alarmantes noticias no tardo en llevarlas hasta los oídos de su hermana. La Sra. Scully había enfermado de gravedad según la nota y pedía ver a sus dos hijas.
Cuando la Srta. Scully supo de ello, tomo la decisión de regresar inmediatamente con su madre, pero no sin antes hablar largo y tendido con el Sr. Mulder. El comprendió las razones de su partida, a pesar de ello no pudo ocultar su abatimiento, pero ella trato de pasarlo desapercibido. Ella subió hasta su recamara y él salio de la casa.
Había empacado todas sus cosas y la hora de partida se estaba acercando pero ella no quería irse sin despedirse del Sr. Mulder. No obstante él había desaparecido de la casa.
La Sra. Samuelle entro a la habitación de la Srta. Scully para despedirse de ella. Intentaba ocultar su tristeza por la partida de su amiga, sin embargo no pudo hacerlo.
-¿Sabes donde esta Mulder?- la Sra. Samuelle negó con la cabeza saberlo.- Debería estar aquí, ya me tengo que ir y quiero despedirme de él- decía con ansiedad en su voz.
-Debes saber que esto es demasiado para él- le explico.
-Lo se, pero no lo estoy dejando- dijo con voz débil.- Elizabeth, cuídalo. El puede ser un hombre muy fuerte, pero por dentro es débil; una vez me lo dijo. Encontró su pilar en mí y siento que con mi partida él se romperá- la Sra. Samuelle le tomo de las manos brindándole algo de paz, apoyo y sosiego.- ¿Lo harías por mí?
-Lo cuidare como si fuera mi Samuelle, pero sin la parte de… ya sabes.
Entre tanto pesar ellas rieron alegres. Se abrazaron amorosamente como hermanas del alma y se dijeron hasta luego. El coche aguardaba a la espera de la Srta. Scully que se despedía de la Srta. Mulder y el Sr. Samuelle mientras ponían todo su equipaje en el coche.
El coche ya estaba listo y la Srta. Scully salio de la gran casa, miro todo a su alrededor buscando entre los empleados y dueños de casa la cara por la cual se desvivía.
No lo encontró y sintió punzadas heladas en su corazón y alma. Se encontraba dolida, pero no quiso llorar, prefirió subir al coche sin mirar atrás haciéndose la fuerte y la fría mujer que tanto adoraba el Sr. Mulder.
El coche partió rumbo a Collins donde recogería a la Sra. Austen. Entre la angustia por su madre y la salida tan abrupta de Pemberley obligándola alejarse del hombre de su vida no pudo dejar de sentir dolor.
Quería regresar a Pemberley, buscarlo, enfrentarlo, decirle lo mucho que lo amaba y besarlo hasta que la vida se le acabara pero ella era demasiado orgullosa para eso, mas que él y se lo iba a demostrar.
Faltaban dos millas para llegar a Collins, cuando el carruaje se detuvo abruptamente en medio del camino atemorizando a la Srta. Scully. No se atrevió ni a preguntarle al cochero que pasaba, solo decidió esperar a que este siguiera su camino, pero su mente se asusto al escuchar otro caballo acercarse a su puerta. Inmediatamente pensó en el Sr. Krycek.
Sus temores fueron acallados cuando abrieron la puerta del coche y se develo ante ella su adonis melancólico y a la vez alegre. El se abalanzo contra ella y le dio un beso fogoso, pero no de adiós sino de futuros reencuentros que cumplirían.
-Haz algo por mí- le pidió ella aun con sus labios muy cerca de los de él.- Exhala en mi boca, mientras lo hago yo en la tuya.
-¿Por qué?- pregunto él agitado por el momento.
-Tú tendrás mi alma a través de mi aliento y yo tendré la tuya, hazlo- volvió a pedirle y él con el brillo de la curiosidad en sus ojo así lo hizo al igual que ella.- Dos almas en dos cuerpos, unión etérea- expreso ella volviéndolo a besar.
-Vuelve a mí, pronto- le pidió.
-Si no lo hago yo misma me matare- dijo teóricamente, provocando una sonrisa en él.
-Te estas poniendo extremista- le comento.
-No es mi intención- le explico.
-Debo darte algo- él saco un anillo de su chaqueta y se lo coloco a ella en el dedo del centro de su mano izquierda.
-Mulder, no lo hagas- le reclamo.
-No lo estoy haciendo, hazte de cuenta que no lo estoy haciendo. Solo que cuando llegue el momento justo colocaras ese anillo donde debe de estar- le explico.
Una petición silenciosa que ella no pudo negar, a la cual respondió silenciosamente y positivamente. El no se lo había pedido con palabras y si lo había hecho no fue con intención, pero sus ojos verdes si se lo pedían y ella no pudo negarse.
Estaba pecando, pero no le importa, aunque el cielo se rasgara y de allí hubiera bajado la misma Santísima Virgen y Dios para castigarlos.
Continuara...
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