fanfic_name = Albricias

author = Farid Char

dedicate = A quien se tome el tiempo de leerlo :)

Rating = touchstone

Type = Suspense

fanfic = *** ALBRICIAS ***

 

DEPARTAMENTO DE FOX MULDER

ALEXANDRIA, VIRGINIA

9:51 PM

 

Plan 9 del espacio exterior. Pizza sin anchoas y té helado. Molly divirtiéndose en su pecera. Mulder recostado en su sillón viendo por enésima vez esa horrible película de ciencia ficción, mientras una suave brisa de verano se colaba por la ventana del living totalmente desordenado. Era sábado por la noche y el ambiente estaba para relajarse, recrearse y descansar, definitivamente cualquier cosa menos trabajar.

 

Sonó el teléfono.

 

- Mulder.

- Hola Mulder, soy yo.

- ¡Hola! ¿Qué tal, Scully, qué cuentas?

- Eh... bueno, no estaba muy segura si debía llamarte... ¿tienes algún panorama para esta noche?

- Pues, ahora sólo estaba por ver una de mis películas favoritas, aunque no me siento con sueño aún, así que después quizá siga viendo televisión...

 

Mulder dio una rápida mirada a un par de cintas porno en una repisa.

 

-... pero fuera de eso nada en especial. ¿Por qué preguntas?

- Bueno, supuestamente iba a ir con mi madre a ver "Cruzada", una obra de teatro de medianoche ambientada en la Edad Media, pero ella me acaba de avisar que tuvo un problema y no podrá acompañarme. Pensaba si te gustaría ir conmigo, pero si ya tienes planes en casa...

- Oh, no te preocupes Scully, no tengo problema en acompañarte, además me vendría bien salir por un momento de este basurero. Estaré por allá como en una hora.

- De acuerdo, muchas gracias Mulder, nos vemos más tarde.

 

Scully colgó con alivio por haber resuelto su problema inmediato, pero también con algo de incertidumbre. Nunca había ido con Mulder a una obra de teatro, de hecho no recordaba si él gustaba de aquellas cosas, o bien se dormiría en el segundo acto. Se sintió entonces un poco culpable, aunque agradecida por la disposición de Mulder y procuró hacérselo notar cuando llegara. Sus labios dibujaron una sonrisa y un mechón de su pelo rojizo se despeinó levemente, obligándola a ponerlo en su lugar con el dedo cordial. Acudió al baño para arreglarse y decidir un vestido adecuado.

 

Mulder luchaba inútilmente con el jabón de su bañera. Éste había escapado de sus manos mientras se estaba duchando, y rodó unos centímetros por la cerámica del piso. Alargando su brazo trató de recuperarlo a tientas, con los ojos casi cerrados por el acondicionador que le escurría. Pero a cada intento, el jabón huía un poco más. A pocos metros la televisión seguía encendida, y en esos momentos un periodista daba un anuncio de última hora:

 

- "Se ha informado que el convicto Arthur Markins ha escapado mientras era trasladado a una prisión de máxima seguridad en un vehículo blindado. El criminal aparentemente logró confundir a los guardias y escapó a pie. En estos momentos se está llevando a cabo una intensa búsqueda en los alrededores y se ha dado aviso a las autoridades de estados vecinos. Si usted ve a este sujeto no intente confrontarlo, es extremadamente peligroso..."

 

Mientras el monitor mostraba por algunos segundos una fotografía de archivo del convicto, Mulder salía del baño sólo provisto de una toalla y en dirección a su armario, intentando adivinar qué tipo de ropa sería la más adecuada para ir a una obra de teatro. Por un momento pensó que era un evento de cierta solemnidad, por lo que pensó vestir un traje de gala que no usaba desde la celebración de Navidad del FBI. Pero al verse frustrado de no encontrarlo, decidió simplemente ir con lo primero que encontrara.

 

- "Oficial, ¿tienen alguna pista del paradero de Markins?"

- "Creemos que no puede estar lejos, y no le será fácil esconderse debido a las malformaciones que presenta en su rostro, haciéndolo claramente identificable. Esperamos que la comunidad nos ayude a encontrar a este sujeto y..."

 

Mulder apagó el televisor casi sin prestar importancia a las declaraciones de la policía local. Miró su reloj, extrajo un puñado de semillas de girasol de un frasquito sobre la mesa, y luego salió de su departamento para emprender el rumbo.

 

DEPARTAMENTO DE DANA SCULLY

ANNAPOLIS, MARYLAND

11:18 PM

 

Scully abrió la puerta. Mulder vestía una polera blanca, chaqueta negra, pantalón azul oscuro y zapatillas beige.

 

- ¡Hola Scully! Disculpa el retraso, estuve luchando con un jabón mientras me duchaba.

- Hola, no hay problema, pasa. Te ves muy bien, aunque no es precisamente el estilo con que se suele ir al Teatro Bay -dijo con disimulada expresión graciosa.

 

Mulder se maldijo mentalmente por no seguir buscando el traje de gala. Pero enseguida notó lo preciosa que se veía Scully. Vestía un traje negro de seda y un pañuelo violeta en su cuello; sus zapatos parecían de cristal, tan brillantes como la sonrisa de aquella mujer que le miraba con expresión inconfundible de ternura y curiosidad, propia de una adolescente próxima a su primera cita. Su cabello rojizo le resultaba inusualmente atractivo, al igual que aquellos vivos ojos azules.

 

- Bueno, supongo que aún hay tiempo para probar una de las deliciosas galletas que hiciste la semana pasada. ¿Aún te quedan, cierto?

- Claro que no, Mulder, pero no sabía que te gustaron tanto, o habría preparado más...

- Oh, está bien. Pero ya lo sabes, sí me gustaron mucho. Tus manos son maravillosas.

- De acuerdo, no me halagues tanto. ¿Vamos?

- Sí, vamos.

 

Mulder y Scully salieron del departamento a ritmo relativamente lento. Aunque el teatro quedaba a quince minutos y era recomendable llegar a tiempo para ganar buenos asientos, había cierta libertad para movilizarse. Mulder veía a ella caminar a su lado, con su cabellera meneándose suavemente como las olas del mar; su vestido de seda le daba un aspecto de elegancia y sensualidad, una sutil mezcla de imponencia y fortaleza con la fragilidad y atractivo de la feminidad.

 

TEATRO BAY

11:40 PM

 

Un gentío impresionante se amontonaba en las entradas del teatro. La obra "Cruzada" era una de las favoritas por la crítica y también debido a la actuación de Henry West, una joven promesa que muchos vaticinaban trabajando para mega producciones de Hollywood en poco tiempo más. Lo cierto es que ahora era necesario apurarse, antes que el público siguiera aumentando.

 

- ¿Estás bien, Scully? Si deseas puedes volver al auto y yo me quedo aquí en la fila, calculo que estaremos unos diez minutos más hasta que nos toque el turno de entrar.

- No, descuida, sólo creo que está corriendo un poco de viento, espero que no llueva a la salida de la obra.

 

Mulder notó que los brazos de Scully temblaban un poco. Sin dejar de mirarla, se quitó su chaqueta y luego se la puso a Scully con sutileza ante la mirada curiosa de dos jóvenes un turno atrás.

 

- Lamento opacar el glamour de tu vestido, pero no quiero que pases frío.

- Oh, gracias Mulder.

 

Scully se sintió complacida por el gesto, a pesar que intentó ocultar la sensación de frío. En realidad se sentía complacida de estar allí con Mulder, alguien que se preocupaba por ella, atento a cualquier situación que alterara su comodidad o seguridad. Se sentía segura con él. Segura de que ni una corriente de frío ni el peor de los monstruos podría dañarla mientras él estuviera a su lado.

 

A pocas cuadras de allí, en un callejón, el convicto Markins se sintió a salvo cuando el vehículo de la policía pasaba cerca sin percatarse de su presencia. Había corrido por varios minutos y descansado cada cierto tiempo en callejones o sitios oscuros. Esperaba que las cosas se calmaran para idear cómo salir de la ciudad. Se sentía confiado, debido a esa extraña capacidad de la que estaba dotado.

 

Markins perdió su relativa calma cuando otro vehículo policial se aproximaba. Esta vez los oficiales habían doblado hacia el callejón, pues alguien les había avisado que su prófugo se escondía allí.

 

- ¡Hey tú, detente!

 

Markins se vio descubierto. Comenzó a correr lo más rápido que pudo, intentando despistar a sus perseguidores. Al final del callejón había una intersección y un camino diagonal, todas buenas opciones para continuar la huida. Sin embargo notó que el camino diagonal conducía a un sitio curiosamente muy iluminado, en torno al cual había mucha gente. Sin pensarlo dos veces, tomó esa vía con la esperanza de confundirse entre las personas y evitar su captura. Cuando la patrulla salió del callejón, los policías no encontraron al fugitivo e ignoraban qué camino tomar: a la izquierda por la Avenida Taylor, a la derecha por la carretera Spa, o el camino diagonal por la Avenida West que conduce al Teatro Bay.

 

Había llegado el turno de Mulder y Scully en la boletería.

 

- ¡Buenas noches! Bienvenidos al Teatro Bay, espero que disfruten la obra. Señorita, este es un obsequio que estamos entregando a todas las damas que nos visitan esta noche.

- Muchas gracias -respondió Scully mientras recibía una pequeña figurita de metal plateado representando un caballero cruzado, a modo de prendedor.

 

Mientras bajaban por las escaleras para buscar asientos, Scully detuvo su paso.

 

- Emm, Mulder, había olvidado decirte que... agradezco mucho tu disposición por acompañarme esta noche, pues te saqué de improviso de casa y...

- Oh, no te preocupes Scully. De verdad me siento muy bien de estar aquí contigo, y a ti te hará bien distraerte de las presiones de nuestro particular trabajo (esbozó una sonrisa).

 

Una pausa. Scully llevó sus manos al prendedor que había sujetado en su vestido.

 

- Mulder, quiero regalarte esto. Creo que te representa más a ti que a mí.

 

En aquellos veinte segundos que parecieron una eternidad, Mulder observó mientras Scully retiraba lentamente el prendedor de su blusa, para acercarlo ahora a él. Ella ajustó el broche del pequeño caballero cruzado a su polera, a la altura del corazón, y por un par de segundos él alcanzó a sentir los dedos de Scully rozando su pecho. Ambos se miraron y sonrieron mutuamente por un par de segundos más, hasta que ella alejó su mirada raudamente, como una adolescente avergonzada. A Mulder le fascinó el gesto, pero no dijo nada. Siguieron caminando hacia sus asientos.

 

En la puerta posterior del teatro, un guardia de seguridad había escuchado un ruido atrás de un basurero.

 

- ¿Quién anda ahí? ¿Hola?

 

Pero Markins fue rápido. Escondido en las sombras, se abalanzó sobre el guardia y lo golpeó fuertemente contra la pared metálica del basurero. El hombre estaba a punto de perder la conciencia, pero justo antes de ello, alcanzó a ver a ese extraño individuo con su cara desfigurada, que lo miraba fijamente.

 

- ¡¿Qué quiere de mí?! Por favor no me lastime... ¡oh, pero qué demonios...!

 

El guardia notó que ese individuo estaba transformando su rostro desfigurado, como por voluntad propia. Sus ojos de alargaban, la nariz se adelgazaba, su mandíbula se reducía, hasta que… ese rostro había quedado exactamente igual al suyo. En ese momento el guardia perdió el conocimiento. Markins rápidamente se quitó el overol que lo identificaba como presidiario, para luego desvestir al guardia y ponerse sus ropas. Posteriormente ingresó al teatro por la puerta trasera.

 

La obra había comenzado. Henry West acababa de aparecer en escena:

 

- "¡Nobles caballeros, vosotros tenéis un largo camino por delante! ¡Será un camino largo, difícil y traicionero, pero hemos de salir victoriosos y conquistar la gloria en nombre de nuestro pueblo! ¡Porque Dios lo quiere!"

- "¡¡Dios lo quiere!!"

- "¡Seguidme, caballeros!"

 

 

Mulder no entendía mucho lo que sucedía, pero al constatar los rostros de admiración del público alrededor, supuso que estaba presenciando una actuación memorable.

 

- ¿Lo hace muy bien el protagonista, verdad?

- ¡Definitivamente, Mulder! Los críticos adoran el carisma que tiene West para este tipo de representaciones. Me alegro que te esté gustando.

- Eh... sí, claro.

 

A pocos asientos de distancia junto a una puerta de emergencia, un guardia se veía claramente nervioso mientras le decían algo por radio, tras lo cual salió rápidamente de la sala. Scully notó el hecho algo preocupada.

 

- ¿Habrá sucedido algo?

- Tal vez una admiradora se desmayó al ver la actuación de West -replicó Mulder con tono gracioso, sin dejar de mirar al escenario.

 

Markins había logrado pasar junto a otro guardia y un actor sin ser reconocido. Pero había escuchado pasos apresurados cerca de la puerta trasera, lo que le hizo suponer que estaban por descubrir al guardia inconsciente. Intentó entrar a una habitación con la puerta semiabierta.

 

- Oye, tú, no puedes pasar a esta zona, es sólo para los actores.

- Eh... ah, no me fijé -replicó Markins.

- ¿Está todo bien allá afuera? Le escuché a alguien decir que habían herido a un guardia.

- No, no se... eh, voy a ir a ver que ocurre.

El actor se extrañó por la actitud de ese guardia, pero no dio demasiada importancia.

 

- "Mi bella doncella, no sufras, te prometo volver apenas haya concluido con mi deber, y a partir de allí nada ni nadie podrá separarnos."

- "¡Oh! Valiente caballero, me complace oír vuestras palabras, pero no soportaría no volver a tener el regalo de tu mirada que ha conquistado mi corazón."

- "Yo tampoco quiero perder el regalo de tu mirada, amada mía."

 

Scully se sintió emocionada y ruborizada, e hizo notar su sentir tomando de la mano a Mulder. Éste miró a su compañera y le sonrió, pero pensó que su movimiento había sido como un reflejo femenino, algo propio de contemplar una situación emotiva.

 

- ¡Ay, Mulder! Esto es tan...

- ¿Romántico?

- Sí... sí... romántico y real.

 

Una melodía de arpa ambientaba la última escena, con la cual culminaba el primer acto de la obra. Los espectadores estaban concentrados en lo que sucedía en el escenario, y casi todos olvidaron al guardia nervioso que hacía poco salió corriendo de la sala.

 

En la parte posterior del teatro, otro guardia aguardaba junto al que permanecía inconsciente y semidesnudo. A unos metros se acercaba corriendo el administrador, que había sido notificado del incidente.

 

- ¡¿Qué ocurrió aquí, Cohen?! -preguntó alterado el administrador del teatro.

- Estamos averiguándolo ahora señor. Quien atacó a mi compañero pudo haber entrado por la puerta trasera. Una ambulancia viene en camino.

 

Otro guardia se acercaba también, aparentemente recién informado del hecho.

 

- ¡¿Por Dios, qué pasó?!

- ¿Dónde estabas, idiota? Alguien atacó a Jeremy, lo dejó inconsciente y le robó su ropa. Ahora podría estar dentro del teatro.

- ¿Jeremy? Pero si yo lo vi hace unos minutos por el corredor C. Estoy seguro de que era él.

- ¡¿Qué?! Maldita sea, vamos, hay que encontrar a ese tipo.

 

Los guardias Cohen y Nellis ingresaron por la puerta trasera en busca del atacante. Ahora todos los actores y actrices que se preparaban para su aparición en los últimos actos habían sido alertados del hecho. El actor que antes detuvo a un sujeto que se veía y vestía igual que el guardia atacado, no tardó en decirle a sus perseguidores por dónde se había ido.

 

Entretanto, Markins se sentía pésimo. Ya había advertido que encontraron al guardia inconsciente y ahora lo estaban buscando a él, cuya deformación del rostro ahora no servía de nada. De todos modos, esto ya no importaba. El convicto estaba volviendo su cara al estado original, sufriendo la duración limitada de la deformación. En medio de un dolor insoportable, Markins ahora volvía a verse tal como antes, desfigurado, pero totalmente reconocible como el criminal que escapó del vehículo blindado hace un par de horas.

 

- ¡Nellis, tú revisa la sala de sonido y de iluminación, yo iré a ver los vestuarios!

- ¡De acuerdo!

 

Cohen ingresó al vestuario principal. Caminó lentamente por el pasillo y alistó su arma. Revisó uno por uno armarios y colgadores con gran rapidez, pero no la suficiente para advertir que Markins se acercaba por detrás y le propinaba un certero golpe en la cabeza con el brazo de un maniquí.

 

- Auxilio... ayúdenme...

- ¡Cállate, hijo de perra!

 

Markins volteó a Cohen, quien había caído de bruces y sus gritos de auxilio eran demasiado débiles para ser escuchados. La víctima sangraba copiosamente, pero alcanzó a notar horrorizado al atacante que en principio tenía el rostro desfigurado, pero luego de unos segundos, adoptó las facciones de su cara. Un segundo después Cohen se desmayó.

 

El segundo acto había comenzado.

 

Mulder tenía la extraña sensación de que Scully estaba proyectando, en cierta forma, parte de lo que veía en la obra con su propia historia con él. De hecho antes de la última escena del acto anterior, ella volvió a tomarle la mano y apoyó brevemente la cabeza sobre su hombro.

 

- ¿Qué pasa, Mulder? Te noto pensativo. ¿Estás aburrido?

- Para nada Scully, me alegra que estés disfrutando del espectáculo.

 

Henry West se aprontaba a salir a escena nuevamente. Esta vez se encontraría en pleno campo de batalla luchando contra musulmanes a punta de espada.

 

- "¡Arrepentíos infieles, por vuestras invasiones a la sagrada Tierra Santa, arrepentíos o enfrentaos con los caballeros cruzados que hemos sido enviados por Dios para hacer justicia y recuperar lo nuestro!"

- "¡Ustedes son los infieles, y no son bienvenidos aquí! ¡Si osan dar un paso más ni siquiera podrán conservar vuestras vidas!"

- "¡Valientes caballeros, ellos se lo han buscado! ¡A mi orden prepárense para acabar con estos invasores!"

 

En ese momento, Markins había logrado burlar a una maquilladora en los bastidores, pero sabía que su engaño facial no serviría por mucho tiempo mientras permaneciera en ese teatro.

 

- ¡Oigan! ¡He encontrado a Cohen, vengan rápido!

- El atacante estuvo aquí, ¡llamen a la policía!

 

Nellis había encontrado a Cohen desangrándose, mientras un grupo de actores aún no entendía lo que pasaba, y el administrador se apresuraba a buscar al director de la obra para que la suspendiera. El guardia malherido logró decir, entre balbuceos, que el atacante había adoptado su rostro.

 

- ¡Hey! ¡Ahí está!

 

Apenas Nellis había sorprendido a Markins, éste comenzó a correr desesperadamente por los pasillos. Nadie sabía con qué persona estaban tratando, sólo estaban seguros que aquel individuo corriendo era el atacante fugitivo. Éste se vio acorralado al no hallar ninguna salida, hasta que, milagrosamente, vio una salida de emergencia en un extremo; pero para llegar a ella debía pasar por el escenario.

 

- ¡Atrápenlo, atrápenlo!

 

Henry West estaba a punto de comandar la batalla ficticia contra los musulmanes, cuando por un extremo ve a un sujeto corriendo a toda velocidad, y tanto guardias como actores persiguiéndolo.

 

- ¡Atrápenlo, no dejen que escape!

 

Ante semejante emergencia, y al comprender que ese sujeto tuvo que haber cometido un crimen, West súbitamente abandonó su papel y se abalanzó sobre Markins, quien en esos instantes transitaba el escenario ante la mirada asombrada de los espectadores.

 

- ¡Oye tú, alto ahí!

- ¡Déjame, déjame, te voy a matar, infeliz!

 

El público estaba sumamente confundido, pero por algunos instantes pensaron que esto también era parte de la obra y todo aquello era ficticio. Pero West realmente estaba luchando con Markins en el piso, quien en un intento desesperado por zafarse, arrebató la espada que el actor portaba como parte de su traje de caballero, y se la hundió en el tórax.

 

- ¡Noooo!!Noooo!

 

En ese momento, el público comprendió que algo andaba mal. Los otros actores que vestían como caballeros y el par que vestía de musulmanes, gritaron horrorizados y acudieron corriendo hacia West. El episodio había sido demasiado rápido y nadie tuvo tiempo de evitar que Markins acribillara al actor y luego se diera a la huida.

 

- Scully, esto no es parte de la actuación.

 

Scully también lo advirtió al instante, y fueron en busca del sujeto ante la mirada ahora atónita de los espectadores. Henry West había sido asesinado.

 

- Somos agentes federales, llamen a una ambulancia e intenten mantener en calma al público mientras nos encargamos.

 

Los guardias y resto de actores obedecieron, mientras Mulder y Scully se dirigieron a la salida de emergencia. Esta salida conducía a los estacionamientos del teatro, por lo que Markins podría estar muy bien oculto. Ambos agentes sacaron sus armas y se separaron para ampliar la búsqueda.

 

- ¡Agentes federales, salga con las manos en alto!

 

Markins se ocultaba junto a una camioneta. No sabía donde estaban los agentes, pero se sentía incapaz de dar un vistazo para cerciorarse. Los efectos de la deformación facial nuevamente se estaban diluyendo, y el rostro del convicto nuevamente volvía a su desfigurado estado original, no sin causarle un inmenso dolor que apenas resistía.

 

Transcurrieron algunos minutos. Los pasos de los agentes no se oían. Aparentemente el peligro había pasado, no obstante...

 

- ¡Usted, alto ahí! ¡Levante las manos, ahora!

 

Markins se puso pálido cuando Mulder apareció por delante y lo sorprendió agachado junto a la camioneta. Hizo el amago de obedecer, levantando sus manos lentamente. Pero detectó que Mulder se distrajo por una fracción de segundo cuando reparó en su rostro desfigurado. Mulder había reconocido a Markins como el convicto que habían anunciado en las noticias.

 

- ¡Jódete imbécil!

 

Markins aprovechó la distracción de Mulder y la poca distancia entre ambos para lanzarle una patada en la mano, que le hizo soltar su arma. Mulder se retorció de dolor por unos segundos, pero inmediatamente se incorporó y persiguió a su atacante que emprendía la huida. Luego de correr unos quince metros, Mulder logró abalanzarse sobre él. Pero antes que pudiera reducirlo e inmovilizarlo, Markins alcanzó a darle un cabezazo en el rostro y lo aturdió.

 

Scully había escuchado la breve persecución al otro lado del estacionamiento.

 

- ¡¿Mulder, dónde estás?! ¡Mulder!

 

Mientras oía un sonido lejano de sirenas policiales, Scully fue caminando cautelosa hacia donde había oído los ruidos.

 

- ¡¿Mulder, puedes escucharme?! ¡Mulder!

- Aquí estoy.

- ¿Mulder? ¿Qué sucedió?

 

Markins se le había aparecido por detrás a Scully, obligándola a voltearse. Había transformado su rostro a voluntad hasta quedar igual que el de Mulder, en los instantes cuando ambos forcejearon en el piso. Ahora se dirigía con pasos lentos hacia Scully, quien estaba por convencerse que aquel hombre era su compañero, y no un convicto que se acercaba portando por detrás una navaja arrebatada minutos antes a Cohen.

 

- El tipo escapó. No hay nada más que hacer.

- De acuerdo... entonces volvamos adentro a ver si alguien más está herido.

- No, espera un momento.

- ¿Qué ocurre, Mulder?

 

Markins se hallaba cada vez más cerca. Ahora sólo cuatro metros le separaban de Scully, quien estaba extrañada pero aún no reparaba en la identidad del hombre. En la oscuridad del estacionamiento no lograba percibir bien su ropa, que aunque casualmente se parecía a la de Mulder, no era idéntica, sino la que Markins había robado del primer guardia. Markins estaba a punto de apuñalar a Scully y asegurar su huida, apenas estuviera lo suficientemente cerca.

 

- ¡Scully, dispárale! ¡Es el asesino!

 

Scully volvió a voltear, presa de la confusión. Mulder corría hacia ella a toda velocidad señalando al sujeto que se le acercaba. En medio de una angustia indescriptible, ella volvió a voltear y apuntó con su arma al sujeto. Markins se detuvo y rápidamente cambió su táctica:

 

- ¡No Scully, ese tipo es el asesino! Puede deformar su rostro según la persona que el quiera, ¡dispárale antes que él lo haga!

- ¡No le creas Scully, él deformó su rostro!

 

En ese momento los acontecimientos transcurrieron en cámara lenta para Scully. Ella volvió a girar para ver a este hombre que corría hacia ella, en forma casi amenazante, mientras a tres metros había otro hombre de idénticas facciones. Pero ambos eran Fox Mulder, su compañero que por más de ocho años la había acompañado, apoyado, tranquilizado y salvado; aquel que le había abierto los ojos y la impulsó a creer; aquel que esa noche la acompañó desinteresadamente a una obra de teatro.

 

Pero sólo aquel hombre corriendo hacia ella lucía en su pecho un plateado y brillante caballero de metal, que ella le había regalado esa misma noche. Ella volvió a voltear, y en las mismas fracciones de segundo que tardó en advertir que el otro hombre no llevaba el broche en su pecho, éste se había adelantado y aprestaba a atacar con la navaja. Pero Scully, más rápida, le disparó con precisión a la altura del cuello.

 

- ¡Scully! ¿Te encuentras bien?

 

Ella sollozaba y respiraba con prisa. Markins cayó al suelo y en algunos segundos volvió a recobrar su rostro desfigurado, al tiempo que se desangraba. Mulder abrazó a Scully con fuerza y ésta no pudo contener las lágrimas mientras se aferraba a su pecho y lo abrazaba amorosamente.

 

DEPARTAMENTO DE DANA SCULLY

03:05 AM

 

Comenzaron a subir las escaleras hacia el departamento 35. Mulder llevaba abrazada a Scully, quien aún estaba un poco shockeada. La policía confirmó que el fugitivo era Arthur Markins, ahora agonizando en el hospital Southern Maryland. Los guardias del teatro también fueron internados de urgencia pero con pronóstico que augura una pronta recuperación; en cuanto a Henry West, tanto el público como todo el ambiente teatral lloran su dolorosa partida.

 

Mulder abrió la puerta del departamento y ayudó a Scully a acomodarse en el sofá.

 

- Scully, creo que debes descansar. Ha sido una agitada noche especialmente para ti.

- Gracias, ya me siento mejor. ¿Tú como estás?

- Bien, salvo por esta herida en la frente luego del cabezazo que me dio Markins.

- Aún no doy crédito a lo que vi, pero no puedo negarlo. Tuve mucho miedo Mulder, ese hombre se veía exactamente igual que ti.

- Según la policía, Markins tuvo un accidente que le desfiguró el rostro mientras estuvo en prisión. De alguna manera aprendió a manipular sus facciones para asemejarlas a la perfección según un rostro que haya visto algunos momentos antes, aunque el efecto no es permanente. Solicité que lo evalúen en un psiquiátrico si sobrevive a la hemorragia, y que temporalmente le venden los ojos para impedir que memorice otro rostro y vuelva a reproducir el engaño.

- De igual modo, fuiste muy astuta para discriminar que yo era "tu" Mulder -le dijo sonriendo, mientras señalaba el pequeño caballerito plateado que aún llevaba abrochado.

 

Scully sonrío dulcemente, y con su mano derecha acarició con suavidad la mejilla de su compañero.

 

- ¿Sabes, Mulder? Aunque te parezca extraño, no fue exactamente por esa figurita que reconocí cuál de los dos eras tú.

- ¿En serio? ¿Y cómo lo hiciste entonces?

- Bueno... la última vez que volteé a verte, alcancé a ver tu expresión de angustia, pero decidida. Y tus ojos brillando en la oscuridad. Me miraste como si realmente quisieras salvarme, como dándome la clave tácita de que tú eras "mi" Mulder.

 

Esta vez fue Mulder quien tomó la mano de Scully.

 

- Y... ¿qué viste en los ojos de Markins?

- Nada. Su rostro era igual que el tuyo, pero su mirada completamente vacía. Fue suficiente para saber adonde debía disparar, porque no podía equivocarme. "No soportaría no volver a tener el regalo de tu mirada que ha conquistado mi corazón".

 

Scully acercó primero sus labios, y él los acercó después. Por la ventana del departamento se oía a lo lejos una melodía que condimentaba ese momento: la barcarola Junio de Tchaikovsky. Aquel beso se prolongó más de lo que ambos habían imaginado, así como el tiempo que sus manos permanecieron unidas. Instantes suficientes para que Scully volviera a recobrar su aire y Mulder también, porque el regalo mutuo de sus miradas aún no había sido extinguido.

 

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