fanfic_name = cena, drogas,enfado...¿cómo arreglo yo esto?

chapter = 2

author = alejandra rodriguez

Rating = touchstone

Type = Suspense

fanfic = Ya sabéis todo lo que se pone antes del meollo de la cuestión. Pues
saber que es un fanfic romanticón, por capítulos que iré enviando a medida que
los escriba y que, por lo tanto no sé cuántos serán. No creo que pase de un
NC-7, aunque puede llegar a ser un poco subido de tono... ya veré.
Feedback: hay bastante gente que me ha escrito por mi relato anterior, a todos
muchíiiiiiisssssiiiiiimas gracias, me ayuda mucho saber que gustan mis relatos
y que no (porque hay gente a la que no le gustan): dirección: alexsabadell ARROBA
hotmail . com
A disfrutar...


Cena, drogas, enfado... ¿cómo arreglo yo esto?

Una vez llegaron al piso franco, descubrieron la verdad. Realmente la
investigación que estaba llevando a cabo el agente Murray era una investigación
no autorizada por el departamento de narcóticos de la policía y por eso la
debían hacer en aquel cuchitril. La ayuda del FBI la habían obtenido porque el
padre del detective Murray estudió con Skinner en el instituto y, desde
entonces habían mantenido una gran amistad.
Como es de esperar semejante falta de disciplina y de rigor burocrático sirvió
para que Scully se exaltara. Su enfado no duró mucho tiempo, pues tenía el
mejor entretenimiento que le puede surgir a una mujer, que es el poder torturar
al sexo masculino. Le gustaba ver a Mulder mordisquearse el labio inferior cada
vez que le lanzaba alguna indirecta, pero, sobretodo le gustaba ver cómo
pequeños hilillos de sangre surgían de ese mordisqueo cuando coqueteaba con el
agente Murray. Sabía que era un juego cruel. El pobre agente no tenía la culpa
de haberse sentido tan atraído por ella, ni tampoco tenía la culpa de haber
llegado en un momento en que dos personas condenadas a amarse sin decírselo
habían decidido jugar a cruzar la línea.
- Bueno, Mike, enséñame dónde están los afectados, a ver qué puedo hacer para
ayudarte – Scully había empleado en ésta frase un tono de voz que Mulder jamás
hubiera imaginado que podía emplear. Un tono entre meloso y profesional, grave
a la vez que seductor… cielo santo, Scully estaba preciosa. Se había quitado de
nuevo la chaqueta. Varios de los agentes que se hallaban en el piso miraban de
reojo a aquél volcán pelirrojo que, no solo por ser la única mujer de la sala,
sino por aquella espectacular forma de hablar, acababa de encandilar a toda la
plantilla.
El agente Murray le ofreció el brazo a Dana, que lo aceptó sin vacilar. Mulder,
presa del nerviosismo y de los celos se puso a observar por unos prismáticos la
entrada de servicio del restaurante. Miraba por los prismáticos pero no veía
nada. Tenía la cabeza en la otra habitación, recorriendo cada parte del cuerpo
de su compañera. El calor en aquel cuartucho empezaba a hacerse insoportable.
¿Cómo era posible que Scully, de la noche a la mañana, pasara de ser la mujer a
la que más amaba en el mundo, a ser la mujer más deseada del universo? Cada
segundo que estaba pasando sin ella se le hacía eterno. Estaba seguro que si la
hubiera besado ayer no habría intentado más que eso, demostrar que la quería
con todo su ser; pero, si en aquel momento tuviera valor para besarla tendrían
que colocar un cartel XXX en la puerta de cualquiera que fuese el lugar en que
lo hiciera. ¿Porqué había sucedido esto de repente? Tal vez fueran las
indirectas y esas extrañas frases con doble sentido que le estaba lanzando,
acaso ella también lo deseaba… la imaginaba con su camiseta de los Knicks,
apoyada en el marco de la puerta de su dormitorio llamándole con ese tono de
voz que empleó con el agente Murray “Mulder”, “Mulder”…
- Mulder – Mulder dejó de mirar al patio, Scully se encontraba detrás de su
silla hablándole prácticamente al oído.
- Lo… lo siento Scully, estaba mirando… - Mulder señaló el patio.
- ¿Estás bien? – dijo ella colocándole una mano en la frente, para lo que se
tuvo que agachar ligeramente. Mulder, llevado por su natural punto de visión
medio, se vió víctima del “secreto de la camiseta blanca”. Se levantó casi
corriendo, como si Scully le asustara.
- Lo… lo siento, tengo que irme… no… no me encuentro bien – y salió disparado
hacia la puerta.
El agente Murray salió corriendo tras él y le alcanzó justo cuando estaba
subiendo al coche.
- La agente Scully, Dana, me ha, me dij… me ordenó que le llevara a su casa…-
Mulder iba a replicar, pero el jovencito, henchido de orgullo por haber sido
seleccionado para tan encomiable misión por Scully, no le dejó hablar. – La
agente Scully me lo ordenó, y me dijo que sino le llevaría ella misma…
Ante la idea de que Scully no pudiera seguir trabajando y más aún, de volver a
estar metido en un espacio cerrado y pequeño con ella, Mulder subió al coche en
el asiento del copiloto. Antes justo de subir el agente Murray, hizo una seña a
la ventana, a través de la cual se distinguía la silueta de la mujer que estaba
volviendo loco a Fox W. Mulder.

Por la noche…

Mulder se encontraba frente al televisor, en calzoncillos y con una camiseta
ligeramente amplia. Su dedo pulgar no cesaba de apretar el botón del cambio de
canal a una velocidad de vértigo. No veía la televisión, estaba pensando. ¿Cómo
podría ahora permanecer al lado de Scully, si cada vez que la viera su
imaginación la desnudaría? ¿Cómo había podido dejar que eso sucediese?, se
sentía dueño y creador del refrán que dice que no debes jugar con fuego… tanto
había jugado con los límites de su relación que se había acabado quemando… no
podía hablar con nadie de ese asunto… tenía que hacer algo, y ese algo era
restablecer las barreras que nunca debió derribar.
Apagó la televisión con decisión. En ese momento oyó una llave introducirse en
la cerradura. Con aire cansino y cara de pocos amigos Scully cerró la puerta.
Al ver a Mulder, sentado en el sofá su gesto se suavizó sonriendo a su
compañero. Se acercó hasta el sofá y se sentó a su lado. Le colocó la mano en
la frente. Mulder estaba quieto.
- ¿Cómo te encuentras?- preguntó ella recostándose ligeramente – me dejaste muy
preocupada…
- No es nada, creo que fue por el calor, ahora ya estoy mejor. Lo que pasa es
que estoy muy cansado… si no te importa, Scully iba a acostarme.
Scully le miró entre sorprendida y preocupada. ¿Porqué de repente Mulder se
comportaba de manera tan borde con ella?
- Claro, por supuesto – dijo Dana levantándose del sofá y dirigiéndose,
pensativa a la puerta. – ah! Mañana te encargas tu de la vigilancia del piso
franco, yo tengo que realizar unos análisis de sangre, eces y orina de los
afectados. Realmente no se si se trata de una reacción alérgica o una
intoxicación o de verdad es síndrome de abstinencia…
Mulder, animado por la charla sobre el trabajo se acercó a ella unos pasos.
- Tranquila, yo me encargo de vigilar. Si se trata de un caso de drogas estará
detrás García. El departamento de narcóticos lleva dos años intentando cogerle,
tienen pruebas de que controla la droga que entra por Manhattan, pero están
tratando de probar que distribuye a la mafia oriental…
- ¿Cómo diablos sabes tú eso?- Scully había levantado la ceja.
- Bueno, tengo mis contactos en el departamento… no todo el mundo me considera
“Spooky”
- ¿Y cuáles son las medidas de ese “contacto”?
A Mulder le incomodó la pregunta. No quería que la conversación retornase al
ámbito personal. No podía permitirlo.
- ¡Harry! Fue compañero de Byers en el instituto… bueno, ya me encargo mañana
del piso franco… ahora…- Scully le hizo un ademán con la mano para que dejara
de hablar. Abrió la puerta y se marchó.
Subió al coche y permaneció unos segundos sin arrancar. Su celular comenzó a
sonar.
- Hola Charlie… sí, al final sí que voy a poder ir a cenar contigo y Clarice…
allí estaré… hasta luego.
En el apartamento de Mulder se apagó la única luz que quedaba. Scully lo
entendió como que su compañero realmente se había acostado, entonces arrancó y
se fue. Sin embargo la luz de la lámpara se había apagado gracias a un
zapatillazo que Mulder había lanzado preso de la ira y del desconcierto de no
saber qué hacer.

continuara... en poco tiempo

feedback = Sí/Yes

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