fanfic_name = Cherish

author = Rain

dedicate = A todos los que me habéis escrito a raíz de Universo privado, realmente no os imagináis hasta qué punto me habéis animado. Sobre todo a Angelita, gracias.

Rating = touchstone

Type = Romance

fanfic = Cherish

Derechos legales: Mulder y Scully son dos personajes creados por Chris Carter que pertenecen legalmente a él, a 1013 y a la Fox (nunca he tenido claro lo de la Fox pero lo pongo porsi) Yo he escrito esta historia utilizando a estos personajes pero no pretendo ganar dinero con ella ni violar los derechos de autor. Bueno, eso era lo que tenía que decir, ¿no? Pues ahora va lo que pienso: Mira CC, tú crearías los personajes, pero tras años de UST, tras el temita de la abejita, tras finales como el de Memento Mori y Amor fati, ESO QUE OCURRE EN MILLENIUM Y TRIÁNGULO NOS PERTENECE A TODOS.

Clasificación: MSR, UST. Post-Millenium. MPOV

Rating: Yo creo que es un NR-13.

Spoilers: Millenium y Triángulo. En menor medida: FTF, Amor fati, The Unnatural, Small potatoes.

Nota de la autora: Para los que pasan de Spoilers: Creo realmente que es imposible pillar este fanfic sin haber visto Triángulo. Para los que nunca pasan de spoilers...cuento algo de Blade runner...si no la has visto, (no sé a qué esperas), Rachel, Pris y Deckard son personajes de esa película.

CHERISH

Cherish: (verbo transitivo) 1. (persona) tener mucho cariño, mimar, apreciar mucho, querer mucho 2. (figurativo)(esperanza, etc.) albergar, abrigar.

El mundo sigue su curso, a pesar de todo, siempre. El mundo sigue girando y, en realidad, nada ha cambiado para nadie, o quizá sí, para todos, quizá al otro lado del mundo un chico haya besado a una chica por primera vez y esté ardiendo por dentro sabiendo que todo ha cambiado y preguntándose si no es increíble que el resto del mundo lo ignore.

Vale chico: Yo te entiendo.

Sólo ha sido un beso. Sólo nos hemos besado, sólo un poco. Sólo caminamos por un pasillo de tantos y mi brazo descansa sobre sus hombros, sólo acaba de rodear mi cintura con el suyo. Sólo.

El mundo no se ha acabado, ha comenzado el nuevo milenio, he besado a Scully en los labios y el mundo ni siquiera ha parecido cambiar. La vida es así: tan pronto estás a punto de ser devorado por un grupo de zombis como estás besando a Scully.

El coche está ahí, demasiado cerca. No quiero separarme, creo que me quedaría así toda la noche, no quiero más, no quiero menos, sólo rozarla.

-¿Qué tienes pensado hacer esta noche?

Sonríe con sorna. Vale, sí, vivimos para trabajar, ya no son horas de ir a ninguna parte, de llegar a cenar a casa de tu madre, de nada.

-Supongo que ir a casa y bañarme y dormir y soñar que hoy no he visto lo que he visto. ¿Y tú, Mulder?-mira mi brazo-¿Dónde te llevo? ¿Has quedado con los chicos?

-¡¿Bromeas?!¿El mítico 01-01-00? ¿Por qué tipo de irresponsables los tomas? El efecto 2000, el fin del mundo, dadas las circunstancias, porqué extraños motivos no se ha producido ninguno de los dos...Me prometieron que, si sobrevivíamos todos, tendrían una teoría para pasado mañana.

-¡¿Sobre ambas cosas?!

-Sobre ambas.

Se separa. Me ha dejado un frío extraño en el costado.

-¿A tu casa?

-Sí, supongo.

Duda un momento antes de subir.

-¿Quieres que me quede contigo, Mulder? Por qué no pasamos por tu casa, coges algo de ropa y te vienes a la mía.

Definitivamente los taoístas tienen razón: Romperse un brazo tiene su parte positiva.

Me gusta la nochevieja, desde siempre. No sé bien porqué, nunca lo he tenido claro. De hecho, yo odio las fiestas, odio la Navidad, odio Acción de Gracias, odio el 4 de julio,...Las fiestas son ridículas: discursos, desfiles, banderitas, vuela al otro lado del país para ver durante unas horas a tu familia a la que no aguantas y que, por cierto, tampoco te aguanta. Sólo hay una cosa que me gusta hacer en los días de fiesta: Salir a pasear a primera hora de la mañana, cuando la ciudad parece un tiovivo apagado, tiene un encanto especial. Pero Nochevieja es otra cosa, no lo puedo evitar, me emociona esa chorrada de la bola luminosa que baja y el cartelito de neón que se ilumina y un payaso diciendo que desea un feliz año a todo el mundo. Es estúpido, es pueril, es ridículo, pero me emociona. Quizá por ese toque de “nuevo a estrenar” que tiene, como si realmente pudiese ser el principio y el fin de algo. Nochevieja sabe a dejar un poco atrás el pasado y a mirar al futuro con nuevos ojos, sabe a oportunidad. A mí me encantan las oportunidades.

Me gustaba la Nochevieja, sí: ahora la adoro. A partir de ahora la adoraré. A partir de ahora la Nochevieja sabe a Scully, sabe a labios suaves, sabe a roce eléctrico, sabe a cosquillas, sabe a esa mirada de...Vaya, esta no está catalogada. La llamaré mirada de “¡Mulder, me has besado! y por extraño que parezca no me apetece darte un puñetazo sino sonreírte con cariño.” Bueno, quizá no sea la mejor descripción, pero da igual, nunca olvidaré esa mirada, esa media pregunta en sus ojos, y esa respuesta, sobre todo la respuesta, completa.

Me gusta este piso. Mucho. Es tan...suyo. Me gusta porque huele a ella, porque se parece a ella, todo es suave, luminoso, cálido. Vainilla. Todo está en su lugar, todo parece tener cabida. Me gustan sus libros, me gustan sus discos...bueno, un poco; me gusta esa planta y los cuadros de flores. Me gusta este piso porque siempre hay cosas sueltas que dicen algo de ella. Me gusta ver a Scully aquí, en su territorio, con ese humor de “estoy en casa”, moviéndose de un lado a otro y tocándolo todo al pasar, colocando las cosas, sonriendo, en calma.

Me gusta Scully. Me encanta Scully. No, en serio, es exasperante, una puñetera y sé que se ríe de mí cada vez que dice que se ríe conmigo. Tiene la mente más cerrada que un tele-predicador, (bueno, vale, no tanto); ¿dónde se ha visto una científica que no acepta el “Ver para creer”?, ¡venga ya! es capaz de encontrar explicaciones racionales tan retorcidas que acaban resultando...imposibles, a partir de ahora la voy a llamar “La reina del efecto mariposa”.

Con ella todo tiene que ser recto, claro, exacto, metódico, hay que cumplir las normas, los protocolos, ir por partes, rellenar papeles, pedir permisos, comer cuatro veces al día, dormir ocho horas y además en una cama... Sí, vale, tiene razón pero es tan...aburrido. Y siempre me está mirando con esa cara de “Oh, ¿por qué dejaría yo mi prometedora carrera para seguir a este pirado de costa a costa buscando aliens?”Y he llegado a la conclusión de que la combinación de movimientos de sus cejas constituye un lenguaje completo y, cada vez que las levanta, dice cosas tipo “Que te den, Mulder”, “Preferiría estar muerta a ir contigo a ese pueblo que, total, sólo está a un día de distancia para encontrar un verdadero platillo volante con dos extraterrestres muertos conservados en perfecto estado pero vale, iré, es mi obligación”, “¿Qué si lo creo posible? Oh, claro, esta misma mañana me lo confirmó el Yeti.”

Pero me encanta Scully la que abraza, la que se queda en tu casa porque tu mundo se está derrumbando, la que te trae a la suya porque tienes el brazo herido, la que miente por ti pero no a ti, la que vela tu sueño, la que te sostiene en la oscuridad, la que aparece en tu mente cuando quieres pegarte un tiro. La fuerte, la vulnerable, la valiente, la comprensiva, la leal. La única.

La pequeña-gran mujer de aspecto frágil y mirada intensa que está sentada a mi lado.

¿Qué dijo ese tío en la tele? Algo así como “Abracen a quien tengan al lado, hay que vivir el momento”. ¿Y si quien tienes al lado es a quien quieres tener? ¿Y si hace tiempo que lo compartes todo con quien realmente quieres compartirlo? ¿Y si casi eres feliz pero estás tan ocupado buscando Dios-sabe-qué que ni siquiera te has dado cuenta?

¿Y si te equivocabas al pensar que ya no podrías ser feliz?

“Creo que el suicidio es un error porque además de borrar el pasado borra el futuro y el futuro es impredecible. Desconocido e impredecible. No es una cuestión de tener o no tener esperanza, es una cuestión de que, por más que te empeñes, la única verdad es que no tienes ni idea de qué va a ocurrir.” Eso me lo soltó Dana Katherine Scully hace siglos, creo que yo acababa de hacer algún comentario poco afortunado y bastante cínico sobre la Iglesia Católica. Pero no era una defensa, iba dirigido a mí. Lo supe. Ella es así: No pregunta, no responde, pero sabe y dice.

Creo que tenías razón: No tenía ni idea, y sí, y casi, y puede. Y no sé si soy feliz, pero me alegro de estar vivo.

Vaya, me ha pillado mirándola.

-¿Te duelen?, los arañazos del cuello-explico.

Se encoge de hombros.

-Un poco, pero estoy bien. Escuecen. ¿No te interesa la película?

Es cierto, veíamos una película, quiero decir, había una película y yo miraba a Scully mientras Scully la miraba.

-Estaba pensando-le sonrío.

Apaga la tele, se sienta con las piernas cruzadas mirando hacia mí y me sonríe.

-¿En qué?

Quiero-otro-beso.

-Ya sabes, lo de siempre: ¿Tiene sentido la vida?, ¿tiene sentido la muerte?, ¿hay vida inteligente en otros planetas?

Scully siempre se ríe así, a medias, al menos de mis chistes, es una puñetera. Sé que en realidad le hacen gracia. Mataría por hacerla reír a carcajadas, por un verdadero ataque de risa, eso sí que es una meta. Bueno, a veces he estado cerca, como aquella mañana, el verano pasado, en el despacho, mientras intentaba quitarle aquel estúpido helado. Desde entonces no he vuelto a ver un helado sin que se me haga la boca agua. Para qué hablar de lo que siento al ver un bate de Base-Ball...Joder, ¡qué extraño suena eso!

-¿Lo de siempre?, hombre, no creo que en tu caso, el sentido de la vida y la muerte sea precisamente lo de siempre.

-Me subestimas.

-¿Tú crees?

- Yo pienso cosas muy profundas sólo que no las hago públicas para no hacer de menos a los demás.

-¿En serio? Oh, eso es tan gentil por tu parte...

Esas cejas levantadas, esa boca entreabierta, ese juego en la mirada...

Vale, decidido, antes de que amanezca volveré a besar a Scully, (sí, sí, ya sé que los excesos cometidos en estas fechas se pagan pero de algo hay que morir) y lograré que suelte una carcajada.

-¿Cómo creías que sería esta noche, Scully, ya sabes, la primera noche del nuevo milenio? Bueno, aunque creas que es el año que viene, vaya, la primera noche del 2000

-¿Soleada?

-Oh, venga, seguro que lo pensaste en algún momento.

Cambia el tono: Ahora me mira con esa cercanía tan suya.

-Puessss, hace unas tres horas creía que durmiendo, algunas antes creía que buscándote en medio de ninguna parte, unas horas antes pensaba que muerta, ayer que con mi familia,...Hace tres años me preguntaba si llegaría.

A veces me gustaría poder borrar cosas de su mente. Así, sin más, de repente, chasqueando los dedos. Poder borrar el pasado. Haberlo evitado, simplemente.

“Imposible” es la peor de las palabras.

-De pequeña pensaba que, en el año 2000, el mundo sería como Blade runner o algo.

-¿Blade runner?

-Sí, ya sabes, con coches que volaban y robots por todas partes. ¿No es increíble?

Sí, es increíble.

-Y, ¿qué lugar ocupabas tú en ese mundo?

¿Pris, Rachel? Maldita imaginación. Venga ya, Scully no es tan ágil.

-Es curioso, pero siempre pensé que sería una chica mala, ¿sabes?, no sé, una de esas “supervivientes urbanas” tan típicas de las películas futuristas, una heroína con lado oscuro, es extraño, pero en serio que de pequeña me veía así.

Vale, analicemos los hechos, Scully no, repito: NO está intentando excitarme. El hecho de que me la imagine en un traje de vinilo haciendo volteretas imposibles y cayendo sobre mí no es culpa suya.

Mira a la ventana con una sonrisa ingenua. Una vez me dijo que le hubiese gustado conocerme cuando era un niño. En aquel momento me pareció bonito pero no supe porqué. Creo que acabo de entender qué quiso decir exactamente. Puedo casi ver a Dana niña, soñando despierta, sentada sobre cojines, la vista perdida al otro lado de la ventana. Seguro que de niña se pasaba las horas muertas soñando despierta. Seguro que ya no se atreve. Supongo que la edad no hace perder la capacidad de soñar, pero sí las ganas, la falta de miedo a hacerlo. Hay cosas con las que Scully ya no puede soñar siquiera. “Nunca” también es una palabra terrible.

-¿Y tú, Mulder?

-La verdad es que yo me imaginaba casado y con hijos.

Cuando era pequeño sí, es cierto. Simplemente lo pensaba o, quizá no lo pensaba y por eso pensaba que sería así. No sé, a mi alrededor los hombres de 40 años estaban casados y tenían hijos. Simplemente. ¡Lo que es la vida, oye! ¡Eh, he dejado a Scully sin habla! ¡Cuánto tiempo!

-¿Qué?

-Nada.

-No me imaginas casado y con hijos.

-No es eso...es...No sé, ¿es lo que quieres?

Vaya, Scully directa. Esto es adentrarse en la selva.

-Perdona, no pretendía...

-No, tranquila, no es que me haya molestado, sólo...pensaba.

-No contestes si no quieres.

-No sé, Scully, ¿quieres tú ser una heroína con un lado oscuro? Simplemente era lo que presuponía que iba a querer...

Sonríe con una mezcla de tristeza y cansancio.

-Lo que me asusta es pensar en a qué nos parecemos más.

-Piensa que aún no hay coches voladores y no estamos rodeados de robots, sólo zombis, mutantes, alienígenas... De cualquier modo, me gustaría ver tu lado oscuro Scully.

Seguro que merece la pena verlo. Eso sí que sería un espectáculo.

-Yo no tengo lado oscuro, soy absolutamente transparente.

-Ya, y yo no soy siniestro.

Me mira largamente. Media sonrisa en la boca, media sonrisa en los ojos. A veces me parece que puede leerme, no, es más complejo, que me va desenvolviendo, desnudando, paso a paso, para que yo sea consciente, para que pueda detenerla, si quiero. No quiero. Hoy no quiero.

-Yo no creo que seas siniestro.

Venga ya Scully, si no fuese porque nos hemos besado te preguntaría si quieres ligar conmigo.

-No, en serio, no lo creo. No pongas esa cara. Me pareces...-suspira, que Dios nos asista-obsesivo, pero no siniestro.

¿He dicho ya que me gusta Scully? Cuando está así, en casa, relajada, en paz y no me odia con parte de razón y parte de cabezonería por alguna causa, siempre es así, como un paseo por la orilla del mar: Te va alcanzando en oleadas...ni siquiera te das cuenta. Es relajante y adictivo. Siempre quieres más.

-Y, ¿qué hay de tu lado oscuro?

-¿Te obsesiona saberlo?

-Sí, es una idea siniestra.

-¿Tú qué crees? Eres tú quien ha dicho que lo tengo.

Difícil pregunta...o no.

-Quizá no tengas exactamente un lado oscuro, más bien un montón de cuevas ocultas donde escondes secretos que consideras...no sé, difíciles de contar, pero que probablemente sean- tan luminosos como lo que se ve.- bastante comprensibles, si se miran bien.

Bueno, la sinceridad es una virtud. Algo me dice que no está la noche precisamente para jugar con fuego...así que a jugar con fuego.

-¿Eso es lo que piensas?

Sí, lo pienso. Pienso que eres tonta, pienso que te inhibes, pienso que te menosprecias...y pienso que hay que estar muy ciega para menospreciarte. Pienso que confundes la vulnerabilidad con la debilidad, la pasión con la pérdida de control, el deseo con la necesidad. Y tú no eres débil, no pierdes el control, no necesitas. Ni te acercas. Y yo mataría por entrar en esas cuevas y verte vulnerable, apasionada, deseosa. Aún más fuerte.

-Bueno, es lo que creo, no puedo saberlo.

¿Qué significa esa mirada de incredulidad?

-Si tú no has visto mis lados ocultos...

He intuido tus lados ocultos pero la mayor parte tenían tanta luz que daba miedo mirar.

-Bueno, estaría dispuesto a ver más, ya sabes, la curiosidad es otra de mis características definitorias. No sé, seguro que tienes algo tremendamente morboso y siniestro por ahí oculto.

-Cargo la cuenta del teléfono erótico como gastos por llamadas a testigos.

Vale, Scully, te adoro, quiero más... Quiero más juego ahora, así, relajado, luego otras cuantas verdades, así, poquitito a poco, luego quiero que te rías como yo me estoy riendo ahora, luego quiero besarte y luego...quiero acostarme contigo. A ver, respirar, respirar, tengo que respirar. Pero si ni siquiera me refería a eso que me ha cortado la respiración...No he dicho sexo, he dicho cama. Ah, no hace falta que piense en el sexo para que se me corte la respiración, pues bien andamos....

-Eso no es demasiado morboso ni siniestro

-Ah, así que puedes mejorarlo.

-Por supuesto, para empezar en mi caso es cierto.

-Vale, Mulder, lo que tú digas.-Sonríe.

Tiene cara de sueño. Me gusta Scully con cara de sueño, esos ojos semi-entornados de chica de instituto en clase de matemáticas. Me encanta la voz de Scully adormilada, esa voz de las 4 de la mañana diciendo “Pues sí, estaba dormida, ¿qué quieres Mulder?” Entendámonos, el tema es que, en general, viene el lote completo cara de sueño + voz adormilada + cabreo insoportable. Pero a veces, sólo a veces, ahora por ejemplo, esa cara de sueño aparece sola, tiene sueño y se puede quedar dormida en cualquier momento y le gusta esa sensación de dejadez resistida y aceptada a medias. A veces, cada vez más a menudo, el “¿Qué quieres, Mulder?” tiene otro tono, suave, de aceptación, vale, es imposible, pero casi, casi, parece que le gustase despertarse y oírme. No quiero ni imaginarme por dónde me metería el teléfono si le dijese “Venga, Scully, si en realidad te alegras de que te haya llamado”, pero sé que hay un poco de eso, sólo un poco.

-Me estoy quedando dormida, espero que no te importe.

Si me sigues hablando así incluso soy capaz de agradecértelo. Y ahora va y se acurruca contra el respaldo. Por Dios, Scully, ¡¿no conoces la decencia?!

Definitivo, caso cerrado: Es preciosa. Creo que ella no lo sabe. Es consciente a su manera, no hay falsa humildad en ella, no hay nada falso en ella, pero creo que no lo sabe del todo. Algún día tengo que explicárselo, explicarle que sus ojos son capaces de arrastrarme a cualquier lugar, de mantenerme en pie en cualquier situación, de darme fe, y fuerza, y calor, ...y un poco de miedo, miedo del bueno, miedo de bosque en la noche, de tormenta, de paseo por el límite. Que sus labios...bueno, de sus labios no puedo hablar hoy que sería subjetivo. Que adoro su cuerpo, no porque sea bonito, que lo es, sino porque es suyo. Nadie camina como ella, ese sonido de tacones acercándose al despacho, suenan a esperanza, a vida, son como el Bolero de Ravel, al principio un susurro que acaba estallando en su presencia.

-Ve a la cama, Scully. Yo dormiré aquí.

-¡Djjjjjjmmmm paz!

Sí, su mala leche también es inconfundible.

Juro que lo hago por ella. No, lo hago porque me encanta hacerlo por ella.

-Ven anda, apóyate en mí.

Su costado otra vez contra el mío, su codo chocando en mi cadera, su hombro en mi pecho, su cabeza en mi hombro. Hay otra cosa inquietante respecto a Scully y el sueño y es que tiene la capacidad de quedarse dormida en cualquier situación. No, en serio, no recuerdo cuando ni donde pero sé que he visto a Scully dormir de pie. Claro que ahora duerme caminando, que es aún más raro.

Vale, fin del recorrido.

-Venga, túmbate.

Me suelta, se sienta y se deja caer. Estaría mal que me quedase mirándola dormir, ¿verdad? ¿Sería siniestro u obsesivo? Vale, vale, de acuerdo, la arropo y me voy, ya me voy.

-Quuedte mir, no es cmmodo, tienes el brazzo...

Bien, me ha cogido la mano y parece que intenta comunicarse. Ahora sólo falta que lo consiga.

-¿Qué?

Y tira de mí.

-¿Qué quieres Scully?

Me mira como a través de una densa cortina de niebla, casi como si le costase decidir si soy yo. Esta vez sí la entiendo.

-Duerme aquí.

Me da la espalda y se aleja haciéndome sitio. Y se duerme, casi inmediatamente. Y me deja aquí...queriendo rodear totalmente su cuerpecillo con el mío y dormirme en ella, queriendo salir corriendo de esta habitación, antes de saltar en pedazos. Queriendo acostarme junto a alguien...a...quien..., junto a ella y sentirme bien, un par de horas. Sólo eso.

A veces lo hago, cuando estoy realmente cansado pero no puedo dormir, cuando las cosas van realmente mal, cuando la echo especialmente de menos, cuando estábamos lejos, cuando está enfadada o molesta o me acaba de echar uno de sus discursos sobre su derecho a tener vida privada y no me atrevo a llamarla. Cuando está lejos, simplemente. Cuando no sé que puedo escucharla sólo con coger el teléfono y marcar un número. Cuando no se me ha quedado su olor en la ropa. Cuando ese día no ha hecho nada que yo no pueda quitarme de la cabeza. Entonces lo hago, es el único modo de, no sé, de sentirme...cuerdo, o loco, o vivo supongo, porque es casi doloroso.

Ahora lo tengo. Aquí y ahora. No es la primera vez y ¡espero que no sea la última! pero es. Ni siquiera la estoy abrazando, de hecho, ni siquiera la puedo abrazar.

A veces imagino a Scully, prefiero recordarla pero, en esas ocasiones, la imagino. Imagino que Scully duerme a mi lado. A veces que no duerme. A veces la abrazo por la espalda y beso suavemente su nuca, cientos de veces. Hay quien cuenta ovejas: Yo cuento besos en la nuca de Scully. A veces ella acerca mi cabeza a su pecho y me acaricia el pelo, como ha hecho alguna vez, entonces cuento latidos del corazón de Scully. A veces estamos de frente e imagino su mirada clavada en la mía y me sorprendo sonriendo al aire de la habitación como un lunático, cuento las veces que Scully sonríe y las veces que yo rompo esa sonrisa con un beso en sus labios. A veces acaricio a Scully y me revuelvo entre las sábanas tratando de exorcizar el deseo y entonces sólo queda contar las horas hasta que el despertador me conduce a la ducha fría que me despeja, del sueño debido a pasar la noche en vela y del sueño-Scully contra las palmas de mis manos. A veces imagino que hacemos el amor. Hubo un tiempo en que no hubiese utilizado esa expresión...incluso hubo un tiempo anterior en que esa expresión no era la más apropiada...Pero ese tiempo acabó. Ahora, siempre que lo hago es lento, cargado de detalles, dulce, como si realmente ella participase. Ya no sé hacerlo de otro modo pensando en ella. Patético... Pero es lo que hay.

El caso es que ahora estoy en su cama y no puedo dormir. Patético: Imaginarlo me calma pero desde luego tenerlo me pone considerablemente nervioso. Pocas veces he dormido con Scully en condiciones mínimamente agradables (es decir, eliminamos todo aquello que no sea una cama) y sin que graves hechos ocupasen mi mente (es decir, no se había quedado conmigo por miedo a que me suicidase ni yo con ella porque su vida estaba o había estado en peligro), aún así es increíble que no lo haya descubierto hasta hoy: Scully dormida es un expediente X. En serio, produce un efecto narcótico que provoca en el consumidor (en estos momentos yo), la absoluta incapacidad de retirar los ojos de ella. ¿Es eso lo grave? Pues no, eso no es nada comparado con el hecho de que me estoy volviendo loco, simplemente. No puedo dormir porque es real, está viva, está cerca, respira, un mechón se eleva y desciende en cada respiración, late, es una persona. Es una persona que quizá me importa más que nada en el mundo. Demasiado que perder, demasiado que ganar. Demasiado deseo de que sea simplemente, un poco feliz. No es un sueño, no es parte de mí, quizá no quiera serlo aunque yo la sienta dentro. Quizá nunca quiera. Quizá tenga razón.

Lo curioso, lo extraño, lo que sé con tal seguridad que no necesito entender es que casi no me importa lo que ocurra con ella mientras esté cerca, de algún modo. Patético. Es como ese abanico de fantasías que tengo, desde su simple presencia en mi cama hasta sexo, todo vale. Patético. Lo quiero todo, sí, YO QUIERO, quiero los besos, quiero las caricias, quiero las miradas, quiero susurros y quiero gritos, quiero los mordiscos, quiero los abrazos y quiero los orgasmos, quiero humedad, calor, cansancio, sudor, temblor, olor, sonido, sabor, quiero todo.  Bueno basta: ya es bastante que debe estar a punto de amanecer como para echar más leña al fuego.

Pues el caso es que quiero todas esas cosas y las quiero juntas y las quiero por separado y las quiero por partes y en orden y en desorden y mezcladas y...el caso es que en realidad para mí Scully es esa mujer que me sacó de mi sueño-pesadilla, la que me llamo traidor por engañarme a mi mismo, la amiga, la compañera, la persona. No sé, pero algo me dice que eso hace que sea menos patético el que el cómo estemos juntos no me importe demasiado mientras lo estemos.

¿Difícil de aceptar la combinación amiga-amante, compañera de trabajo-compañera de cama, “Mulder, deberíamos plantear el caso desde otro punto de vista”-“Mulllderrr, sssí, un poco más arriba”? Pues no, sorprendentemente fácil. Lo primero porque no es la primera vez que hago algo así, lo segundo porque es ella, es...bueno, es ella, y ella lleva ya tiempo acompañándome de todas las maneras posibles. ¿Cuál es el problema entonces?

El único, el grande, ÉL. Miedo. Miedo a hacerle daño, miedo a que se haga daño, miedo a depender totalmente de ella, aún más de lo que ya dependo, miedo a que por alguna extrañísima razón que no puedo imaginar ni de lejos, sea un error, pero sobre todo miedo a que tenga miedo. Porque Scully no ha tenido suerte, en parte creo realmente que Scully sigue viendo clones de increíbles dotes musculares (no quiero ni pensar en ese tema), asesinos, y locos en general, por no hablar de las abejas. Y Scully probablemente también tenga miedo por mí y de mí, por mi irresponsabilidad y de mi irresponsabilidad. De que me falle por ella y de que le falle a ella.

Y yo tengo un poco de miedo a que ella no. Esas han sido mis palabras más odiadas durante mucho tiempo: “Pero ella no”. Eso es lo que me he repetido en todas las situaciones posibles, ante puertas de moteles, en el despacho, en mi casa, en su casa, en el coche, a pleno sol, a la luz de la luna, ante ella, ante ella tomándome la mano, ante ella acariciando mis labios, ante ella refugiándose en mi pecho, ante ella besando mi frente. La verdad es que no sé que tiene esta mujer con mi frente.

“Ella no” era la respuesta a todas las preguntas. Vamos a ver, sé que Scully me quiere, de hecho, creo honestamente que es la persona que más me quiere en el mundo en estos momentos. Y sé que Scully me quiere de verdad, sabiendo quien soy, aceptando quien soy. No es precisamente decir poco. Pero sí es precisamente para morirse de miedo. A pesar de todo lo que ha ocurrido entre nosotros, incluyendo el beso de hoy, no estoy tan seguro de que me quiera de esa manera y, aún en el caso de que sea así, dudo mucho de que le guste la idea. Quizá Scully quisiese ser una heroína doliente cuando era niña, soñar no deja cicatrices, pero ahora Scully quiere ser una mujer con los pies en la tierra, con una vida estable sobre la que poder apoyarse, quiere la tranquilidad que no ha tenido ni se ha acercado a tener en estos últimos años. Y, ¿de quién es la culpa?

Ya ha perdido demasiadas cosas que consideraba vitales pero ella aún no se ha perdido, ella no se ha perdido con ellas y es calma lo que precisa para seguir siendo. Sí, últimamente todo parece más en calma y eso nos acerca...pero no creo que yo sea lo que quiere. Incluso aunque me quiera.

No quiero a Rachel y Deckard rumbo a ninguna parte. Quiero a Scully feliz. Yo sólo pido verlo.

Me empiezan a pesar los párpados. Quizá este lado de la cama sea lo más cercano al cielo que yo pueda habitar, con pequeñas escapadas como la de esta noche, ese lento paseo hasta sus labios.

Scully se remueve, se está despertando. Parece intuir que algo es distinto y se vuelve para encontrar mi mirada. Esboza un gesto inquisitivo. Quiero ser bueno...pero quiero jugar.

-Puedo explicarlo todo, Scully. Te juro que esto no es lo que parece.

El pelo revuelto, los ojos húmedos y entornados, la sonrisa abierta, se estira y al hacerlo me roza con la rodilla.

Buenos días, bella durmiente.

Quiero ser bueno.

-Buenos días.

-Aún no es de día. ¿No?

Soy bueno, soy bueno, soy muy bueno, por eso no imagino esa voz diciendo “Aún tenemos tiempo”. Uy, pues al intentar no imaginarla la he imaginado, vaya, yo no quería.

-No sé que hora es, pero debe de faltar poco para el amanecer.

Y yo tengo sueño. Y no quiero moverme de aquí. Di que aún tienes sueño. Vamos Scully, durmamos otro rato, otro pequeño sueño.

-¿No has podido dormir? ¿Te molesta el brazo?

Ves, ya me está acariciando la frente, la sien, más bien. Debe ser algún tipo de extraña perversión suya. Me sonríe, desde allí, a lo lejos. Scully a veces es muy dulce, con cualquiera a quien vea triste o perdido o herido, no es nada personal respecto a mí, a veces mira a las personas así, con esa suavidad, con ese toque de abrazo envolvente.

-No mucho y no, no me molesta.

-Tienes cara de sueño,-sonríe.

-Un poco.

Un poco, a medias, ni sí ni no. Estoy en uno de esos momentos en que sabes que acabarás durmiéndote pero también que aún te queda un rato y quieres que sea lo más largo posible. En realidad quiero que sea eterno. Quiero quedarme a vivir en una caricia de Scully, en su cama, en sus ojos.

-No te importa que me quede, ¿verdad?

-No, no te preocupes.

Aún parece medio dormida, por eso aún me acaricia, ha apoyado la mano y su pulgar resbala una y otra vez sobre mi ceja. Por un instante pienso que es como si acabásemos de hacer el amor: Duermevela, caricias y paz. Muevo el brazo con cuidado, intentando apoyar la mano sobre su cadera, no puedo mover el codo así que hace un movimiento ondulante y se acerca ligeramente hasta que llego. Sólo un gesto de aceptación. No quiero nada, lo prometo, sólo tocarla, sólo sentir esa forma perfecta al otro lado de mi piel. Tiene una sonrisa suave mantenida, como una nota musical alargada. Me mira fijamente, en estos momentos debo ser tan entretenido como un deshielo, pero ella me mira como si...me quisiese o algo.

Una vez dije a Scully que la quería. Rozaba su cadera, como ahora, y tampoco sabía exactamente porqué, sólo para tocarla, sólo para que no se alejase. “Quiero que te pares a pensar que no hay nada como estar en casa” o algo así me dijo. Sonrío.

-Tenías razón, Scully.

Me mira extrañada.

-Estoy convencida de ello pero, ¿a qué te refieres?

Scully salvó al mundo. Pero ella no lo cree. Scully se dejó besar aunque luego me pegó un puñetazo y salvo al mundo y luego arriesgó todo, se arriesgó, peleó y fue a las Bermudas a salvarme a mí y luego no me creyó. En fin, Scully es así, ¿qué le vamos a hacer?

-Pero no me creíste.

Ha pasado de extrañada a divertida.

-No te creí y tenía razón. Vale, totalmente lógico pero, ¿a qué te refieres?

-No, no, no. Tenías razón pero debiste creerme: eran dos cosas distintas.

Se acerca un poco más. Recuerdo aquel beso. Estuvo mal. Sí, sé que estuvo mal. Vale, estuvo muy mal, eso no se hace, etc., etc. Pero, Dios, venga ya, ¿quién hubiese perdido esa oportunidad? Nadie. El que esté libre de culpa que dé el primer puñetazo. Vale, fue rastrero...y ¿qué? Fue genial, lo saboreé como no he saboreado nada en mi vida. Y acabó respondiendo, sí, mucho puñetazo y todo lo que tú quieras, (pobre, casi se rompe la mano) pero lo sentí. Scully entre labio y labio. Su cuerpo caliente temblando. El peligro, la muerte, el destino, el jodido fin del mundo, todo estaba allí...y yo sólo podía pensar en que no volvería a verla y en que no quería morir sin un beso.

-Duerme, Mulder, estás delirando.

-No estoy delirando, ni lo estaba entonces.

-¡¿Cuándo?!

Cuando te besé, cuando te dije que te quería. Dios Scully, ¿por qué nunca me crees?

-Te besé una vez.

Vale, estoy delirando y no me va a creer pero... ¿era necesario decirle eso? No, pero voy a contárselo. No sé, no es justo que no lo sepa, que no sepa que soy un rastrero que aprovecha el fin del mundo y los viajes en el tiempo para besarla. Bueno, vale, lo reconozco, no es eso,  tanto recuerdo me ha despertado un poco y quiero jugar.

Quiero a Scully muriéndose por saberlo.

Quiero a Scully imaginándolo ante mis propios ojos, quiero notárselo en la cara.

Quiero a Scully preguntándome a qué sabemos cuando nos besamos.

Su mirada cambia, intensa, seria, profunda. Deja de acariciarme pero no retira la mano.

-Sí, me besaste hace unas horas y, bueno, me has besado otras veces. ¿Por?

Sí pero no era lo mismo, nada es lo mismo que nada.

-Te besé en Las Bermudas. Creí que no volvería a verte.

Su mano en mi mandíbula. Me mira como si estuviese loco, pero otro tipo de loco. De pronto parece comprender.

-¿En el Triángulo de Las Bermudas?,- dice con cierta condescendencia.-Así que tu delirio fue completito.

Pues no, pero tampoco se quedó corto.

-Creí que debías saberlo.

Vale, estoy dentro. Estoy en el juego...Estoy sólo. Pero....sí, ahí está esa mirada: Scully quiere jugar. Vuelve a mover su dedo, ahora en la mejilla, demasiado cerca de mis labios, quiero besarlo, morderlo, un poco.

-Fue un sueño, Mulder. Si quieres contarme tus sueños perfecto, pero me parece excesivo decir que debo conocerlos.

Suena racional. Sus palabras son racionales. Su voz no. Su voz dice sólo “Si quieres contarme tus sueños...”, sus ojos casi lo piden.

De pronto se echa a reír, no es una carcajada, pero sí una risa abierta, no intenta ocultarlo.

-¿Qué?

-¡Así que sólo me besas cuando crees que se va a acabar el mundo!

¿Broma? No, no seamos simplistas. Se ríe de mí, se ríe de ella, se ríe del mundo, se ríe del miedo, de las abejas, de la prudencia, del pudor, del “ahora no, no es momento” y en el fondo sé que se ríe de mi “Ella no”.

Pues va a ser que sí. Scully juega. Ha puesto las cartas sobre la mesa. Soy un hombre, soy adulto, soy valiente...Dios mío, ¿cómo se sale de esta cama?

-Esta noche no creía que se iba a acabar el mundo.

-¿Entonces?

Nuevo descubrimiento sobre las rarezas de Scully: Utiliza sábanas ignífugas.

-Te besé porque quería saber a qué sabías.

-¿Y?

-Sabías a beso tuyo.

Nunca se me han dado los piropos, prefiero decir la verdad. No entiendo para qué decir tonterías teniendo la verdad a mano.

-¿Cómo en tu sueño?

Cada vez está más cerca aunque no sé cómo se ha ido acercando, quizá he sido yo. No lo sé. Puedo sentir su aliento en cada susurro. Creo que ha amanecido, sus ojos brillan. Así que el mundo gira. Así que existe algo fuera de este semi-abrazo, de este aire caliente que se mueve de su cuerpo a mi cuerpo, de esa carita preciosa, de esos labios que sonríen y hacen preguntas, de nosotros, juntos, en su cama, a un beso de distancia.

-No, no era exactamente como en mi sueño, que no era un sueño.- Dos versiones de una buena canción. No quiero decidir cuál es mejor, quiero oír ambas una y otra vez.

-¿Qué hice? Me refiero en tu sueño. Sé que no debería realizar esta pregunta y que lo lamentaré siempre-arrastra las palabras -pero no puedo evitar querer saberlo.

¿Sabía que podía llegar a ser tan sexy? Sí, lo sabía, sólo que no lo había comprobado. No durante tanto tiempo. Me acerco aún más, rozo su nariz con la mía, no sé porqué lo hago, ya no sé nada. Quizá porque o le pongo un poco de ternura infantil a esto o va a haber más que un beso...y no quiero. De acuerdo, después de decir esto está claro que debería ir al psicólogo, pero no quiero que ocurra, no hoy. Si quiere cometer el error de quedarse conmigo adelante, pero quiero que se lo piense. Quiero darle tiempo.

-Me pegaste un puñetazo.

Se echa a reír.

-¿En serio? ¿Qué hiciste?

Bien, unos centímetros de distancia. Jamás creí que agradecería un poco de distancia.

-¿Qué te hace pensar que lo hiciste con razón? Ajá, así que empiezas a creer que sí podías ser tú.

-Por supuesto que no. ¿Qué hiciste?

-Supongo que no te di tiempo a pensar.

Ha notado el tono triste, el “No volveré a hacerlo”. No era mi intención pero tengo su atención, su comprensión, más que nunca. Sonríe de nuevo, con cierta melancolía. Y mira mis labios, y comienza a acariciarlos.

-¿Qué quieres?, soy un maleducado. De todos modos creo que el puñetazo fue más por las formas que por el hecho, si me permites que te lo diga, a fin de cuentas sólo era un sueño y, ya sabes, soy un creído, necesito reafirmarme y todo eso.

Vale, estoy diciendo tonterías...pero no quiero ser yo, quiero que sea ella y no puedo soportarlo y todo esto me pone muy pero que muy nervioso. Bueno, nervioso es una palabra muy amplia. Su dedo resbala entre mis labios mientras hablo...Yo soy capaz de decir muchas tonterías, más por una buena causa.

Sonríe y vuelve a mirarme con malicia. No, creo que no sabía que podía ser tan sexy.

-¿Te gustó?

-¿Tú qué crees?

Lo está haciendo a posta. Quiere matarme, no sé porqué pero es un hecho.

-No sé, el resto de la historia, es decir, lo que sí me habías contado era lo más parecido a una pesadilla.

-Supongo que guardé lo mejor para el final.

Ahí está de nuevo, la mirada limpia, la sonrisa suave, mi Scully favorita (sí, cuesta decidirse, pero es mi favorita), la que te mira a los ojos con una honestidad que creías imposible antes de conocerla y te dice la verdad, pero siempre con dulzura, con cariño, con cuidado, con entereza, con ternura. Así que me quedo quieto, atento, esperando que diga una verdad, pero sólo se acerca despacio y entonces sé que no va a utilizar palabras.

La verdad siempre ha sido mi pasión.

He cambiado de opinión: Quiero vivir en un beso de Scully, en este beso húmedo, cálido, variable y constante, ansioso y calmado, que no va a ninguna parte y que sabe perfectamente lo que pretende, que se hace y se deshace, se vuelve líquido y cae a mi vientre y se mueve y me mueve, y me paraliza y me hace temblar, que dice y me deja decir...todo para lo que aún nadie ha logrado inventar palabras.

Un último roce de labios...Un intenso esfuerzo para abrir los ojos. Scully mirándome del mismo modo, los labios más rojos, las mejillas rosadas, un brillo especial en toda la habitación que me niego a creer que se deba a la luz externa. Su mano en mi cuello y sus dedos dibujando algo que me recuerda al agua de una fuente. Mi mano aún en su cadera, aún temblando.

Lo medito, un poco. Tiene demasiados sentidos, los suficientes. No es venganza, sí es juego, sí es reto, pero ante todo es una combinación de ideas. Tengo que decirlo:

-Lo que faltaba, -susurro sobre sus labios.

Quiero que lo entienda, y que no del todo, y que piense en ello, pero ante todo, que sepa lo que quiero decir.

Sonríe, lo sabe. No sé si lo recuerda pero lo sabe.

Entrelaza la otra mano en la mía y me besa los nudillos.

-Duerme un rato Mulder, estás delirando.

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