TÍTULO: DÍAS DE JULIO
AUTORA: Mª Elena
E-MAIL: elena_spookyARROBAhotmail.com
DISCLAIMER: O sea, lo de siempre: no son míos, no gano dinero con esto, etc.¡No me demandéis! (más que nada, no podría pagar).
TIPO: MSR (¿acaso los hay de otro tipo?) :), en ocasiones MPOV, SPOV.
RATING: AP
RESUMEN: ¿Pueden Mulder y Scully pasar un tiempo juntos sin que haya trabajo de por medio?
SPOILERS: Pequeñísimas referencias a los acontecimientos de Biogénesis, TSE y Amor Fati. Situada en algún punto entre Closure y Réquiem.
FEEDBACK: El feedback está recomendado como alimento para el buen estado de ánimo de los escritores de fanfics, así que ya sabéis.
DEDICATORIA: Para Dhany Scully. Gracias, amie. Tú ya sabes por qué.

DÍAS DE JULIO

3 de julio
Hoy estamos a tres de julio. Se nota la cercanía de la fiesta nacional por el extremo bullicio reinante en la ciudad, demasiado incluso para Washington, y por la decoración. Hace días que las calles están adornadas con guirnaldas de colores y con miles de banderas, anunciando la llegada de la conmemoración del Día de la Independencia. Pero lo cierto es que para mí el cuatro de julio es un día como otro cualquiera. Me levantaré algo más tarde de lo habitual, pero no demasiado; iré a correr un rato y lo más probable será que no coma en mi apartamento, sino que compre algún bocadillo en un puesto callejero. Por la tarde iré a jugar al baloncesto y por la noche me quedaré en casa intentando averiguar si aún existen esperanzas para la programación de la televisión por cable. Y posiblemente descubriré que no.
Pero de momento todo eso se queda en planes. Son alrededor de las ocho y media de la mañana y voy hacia mi querido sótano, donde me esperan el desorden de siempre y unos cuantos informes atrasados. Hoy es sábado y no tengo por qué trabajar (es lo que dice Scully), pero lo cierto es que tampoco tengo nada mejor que hacer (lo digo yo). En el edificio Edgar Hoover los sábados únicamente solemos estar los fanáticos del trabajo como yo ( que dicho sea de paso, somos una especie en peligro de extinción), el personal de limpieza y algunos jóvenes agentes deseosos por despuntar y que creen que cuanto más trabajen mejor les mirarán sus superiores. Y más rápidamente ascenderán, claro. Respecto a esto yo tengo una teoría: si las horas de trabajo fueran proporcionales a los ascensos, yo debería llevar como director del FBI unos... cincuenta años.

***

OFICINA CENTRAL DEL FBI
WASHINGTON D.C.
10:05 a.m.
Mulder se echó hacia atrás en su asiento y se frotó los ojos, reprimiendo un bostezo. Llevaba un buen rato revisando informes y deseando que sonase el teléfono para anunciarle un nuevo y fascinante caso, pero todo se quedaba en eso, deseos. Se levantó para estirar las piernas y depositó el último informe que había estado mirando en la pila de cosas por hacer, que crecía cada día. En ese momento se abrió la puerta del despacho y entró Scully. Mulder se volvió hacia ella.
- Vaya, Scully. Qué sorpresa verte aquí. ¿Cómo es que has venido?
- Lástima que no pueda decir lo mismo, Mulder - dijo ella con una sonrisa - Mi amiga Ellen está en la ciudad y he quedado con ella dentro de media hora, pero antes vine a darte el dossier del último caso.
Le entregó una carpeta que llevaba bajo el brazo y Mulder la arrojó despreocupadamente sobre el abarrotado escritorio. Su compañera miró la mesa del despacho y luego se volvió hacia Mulder:
- Siempre me he preguntado cómo eres capaz de encontrar algo en medio de todo esto.
- Tengo un olfato especial, Scully - dijo él con una media sonrisa - Seguro que ya lo has notado.
- Sí, la verdad - se quedó en silencio unos instantes y luego continuó -: Mulder, hoy es sábado. ¿Por qué para variar no te has quedado en casa?
Mulder se apoyó en la pared y cruzó los brazos.
- Bueno, ya sabes. Fuera del trabajo como que no hago muchas cosas.
- Deberías cambiar eso.
- La verdad, creo que ya es un poco tarde para eso - contestó con una expresión extraña en el rostro.
Scully le miró fijamente unos segundos y luego dijo:
- Mañana es cuatro de julio, Mulder.
- ¿De veras? No me había dado cuenta - dijo con ironía.
- Quería decir que si no piensas hacer nada especial.
Mulder bajó la vista y se mordió el labio inferior. Tardó unos segundos en contestar.
- Hace años que el cuatro de julio no me hace ilusión, Scully - dijo casi en un murmullo, suavemente -. Mi padre no era muy amigo de celebraciones y era mi madre la que nos llevaba a mi hermana y a mí a ver los fuegos artificiales. A Sam le gustaban mucho, le fascinaban todos aquellos colores suspendidos en el cielo. Y a mí me gustaban sólo por el hecho de que ella era feliz viéndolos. Pero después de que desapareció, mi madre ya no quiso volver conmigo a verlos. De todos modos ya no habría sido lo mismo.
Scully le había escuchado atentamente. Cuando acabó de hablar le puso afectuosamente una mano sobre el brazo y se lo apretó un poco. Mulder alzó la vista y se encontró con los ojos comprensivos de su compañera. Ella pareció dudar unos instantes y finalmente dijo:
- Oye, Mulder... Si tú quieres, podemos hacer algo mañana. No sé, quizá ir a comer fuera, o lo que te apetezca.
- Tal vez, Scully - dijo él a media voz.
- Bien - Scully retiró la mano y se alejó unos pasos - Me voy, que sino voy a llegar tarde. Te llamaré esta tarde. Y vete a casa, Mulder.
- Puede que te haga caso.
- Sería la primera vez - le sonrió y salió del despacho.

CAFETERÍA DEL CENTRO COMERCIAL
10:45 a.m.
Scully estaba contenta. Ellen había sido su mejor amiga desde el instituto y se sentía feliz cuando podía hablar con ella. Era una persona muy especial; y muy habladora también. Apenas llevaban un cuarto de hora en la cafetería y empezaba a sentirse mareada con la facilidad con la que Ellen cambiaba de tema, a pesar de que no tuvieran relación. Removió su café y preguntó:
- ¿Cómo están George y los niños?
- Están muy bien. A George le ofrecieron un ascenso hace poco, pero después de pensarlo durante un tiempo lo rechazó. Dice que ya pasa demasiado tiempo lejos de nosotros. Mike está muy contento porque el próximo curso jugará en el equipo de béisbol del colegio y Jenny empezará a ir a clase en septiembre.
- ¿Ya empezará a ir al colegio? - preguntó Scully sorprendida - Vaya, qué rápido pasa el tiempo.
- Eso es algo que no me gusta demasiado. Pero en fin, dejemos de hablar de mí. ¿Tú qué me cuentas?
Scully bebió un sorbo de su café y sonrió a su amiga.
- Bueno, no hay mucho que contar. Ya sabes que el trabajo ocupa casi todo mi tiempo y que cuando tengo algún rato libre me dedico a descansar. O al menos lo intento - añadió, pensando en las llamadas nocturnas de Mulder.
- Dana, deberías aprovechar más. Aún eres joven, pero hace años que tienes la misma vida social que una almeja.
- Vaya, muy amable.
- Sabes que sólo es una metáfora, pero me preocupas. ¿Por qué no buscas un buen hombre? Hace mucho que no tienes una relación seria.
Scully sonrió ligeramente.
- No es tan fácil, Ellen.
- ¿Se trata de tu compañero?
Scully se sorprendió ante la pregunta y se sintió un poco desconcertada.
- ¿Qué tiene que ver Mulder con esto?
- Absolutamente todo, Dana. Llevas siete años trabajando con él y si te digo la verdad tenéis la relación más extraña que he visto nunca.
- Ellen, Mulder y yo no tenemos ninguna relación.
- A eso precisamente me refiero, Dana. A ver cómo puedo decírtelo - Ellen dudó unos instantes antes de continuar -Estás con él siete días a la semana, muchas horas cada día. Cuando tienes oportunidad de descansar una llamada suya te basta para olvidar lo que tenías en mente e irte con él. Que dos personas de vuestra edad estén en una situación así no es... normal, se podría decir.
Scully arqueó las cejas.
- Ellen, con eso que acabas de decir has puesto a la altura de las cotillas de pasillo que hay en la oficina. Estoy más que harta de oír cosas como ésa. Mi amistad con Mulder es algo realmente especial y una de las cosas de mi vida que más aprecio; y no sé por qué a la gente le cuesta tanto entenderlo. ¿Por qué un hombre y una mujer no pueden ser simplemente amigos?
Ellen puso una mano sobre la suya, conciliadora.
- Lo siento, no quiero molestarte. No os he visto nunca juntos, pero de verdad, creo que hay algo muy fuerte que os une. Y Dana, lo digo por tu bien. Tienes que aprovechar la vida, que es mucho más corta de lo que parece.
***
Me he puesto a la defensiva. Es algo que acostumbro a hacer para que me dejen en paz cuando alguien me toca una fibra sensible. Y desde luego Mulder es la fibra más sensible de todas. Ellen, que no le conoce, dice que tenemos una relación extraña. Yo, que a veces me parece conocerle más que a mí misma, ni siquiera sabría donde encuadrarla. Mulder es un ser muy complejo. En décimas de segundo puede pasar de irritante a terriblemente cariñoso. Éste es un aspecto de su personalidad que siempre me ha fascinado; es una especie de Dr. Jekyll / Mr. Hyde que logra confundirme y hacerme enfadar, aunque ese enfado suele ir dirigido contra mí misma por lo fácil que le resulta dominarme. Una sutil caricia, un gesto o una palabra oportuna y me convierto en alguien sin personalidad que hace caso de todas sus peticiones. A veces me pregunto si tan siquiera se imagina el poder tan grande que tiene sobre mí.
***

APARTAMENTO DE FOX MULDER
11:32 a.m.
Bueno, al final hice caso a Scully y he decidido venir a casa, aunque lo cierto es que no sé muy bien por qué. He abierto el frigorífico y para variar me he encontrado con unos cuantos yogures pasados de fecha, una botella de leche que probablemente esté ácida y tres huevos, lo único que parece estar comestible. Y yo que venía dispuesto a tumbarme en el sofá y no levantarme hasta la tarde. Pero eso no se puede hacer sin comer algo. En fin, supongo que tendría que llegar el día en el que me tocaría ir a hacer la compra. Suspiro y cojo las llaves del coche. Después de todo, ni siquiera yo puedo vivir alimentándome de comida basura.
***

CENTRO COMERCIAL
12:46 p.m.
Mulder gruñó y después de hacer verdaderos malabarismos para meter las bolsas en el maletero logró cerrarlo con un esfuerzo. Iba a montar en el coche para volver a su casa cuando oyó una voz conocida tras él:
- Vaya, yo pensaba que moriría sin ver esto. ¡Fox Mulder haciendo la compra!
Se dio la vuelta con una sonrisa y se encontró con Scully mirándole con la risa bailándole en los ojos. A su lado había una mujer morena, bastante alta y de grandes ojos marrones que le miraba con atención.
- Bueno, Scully - dijo apoyándose en el coche sin perder la sonrisa - hay una primera vez para todo, ¿no crees?
- Puede ser, Mulder - se volvió hacia la mujer que le acompañaba y dijo -: Ellen, éste es mi compañero, Fox Mulder. Aunque seguro que preferirá que le llames simplemente Mulder.
- Encantada de conocerte, Mulder - dijo Ellen estrechándole la mano - Dana me ha hablado mucho de ti.
- ¿Bien o mal? - preguntó con curiosidad.
- De todo un poco.
Mulder miró a su compañera, fingiendo sorpresa.
- ¿Qué vas diciendo por ahí de mí, Scully? - luego se volvió hacia Ellen - Bueno, mucho gusto, Ellen. Pero ahora debo irme a casa, mi nevera está pidiendo a gritos que la llene. ¿No queréis que os lleve?
- No te preocupes, Mulder - le dijo Scully - Pasearemos un rato.
- Bien, como gustéis - cuando ya iba a montar en el coche se acordó de algo y dio media vuelta - Por cierto, feliz cuatro de julio, Ellen.
- Igualmente, Mulder.
- ¿Entonces te llamo esta tarde? - inquirió Scully.
- Esperaré impaciente - le guiñó un ojo y montó en su coche, arrancando instantes después.
Ellen miró a Scully y dijo:
- Dana, tu compañero es increíblemente atractivo. Me sorprende que no parezcas darte cuenta.
- Sí que me he dado cuenta - se defendió ella. "De hecho, eso a veces me supone un gran problema" pensó para sí.
- Y además parece inteligente. Dios, no me lo puedo creer, tienes al hombre perfecto al alcance de la mano y aún estás soltera.
- Y tú estás casada y se supone que tienes a tu hombre perfecto en casa, así que cuidado con lo que vas diciendo de mi compañero, no se lo vaya a contar a George - amenazó Scully intentando no soltar una carcajada.
- Está bien, agente Scully, me rindo. Sólo algo más - rió al ver el gesto de resignación de su amiga - ¿Qué es eso de "te llamo esta tarde"?
- No sigas maquinando, porque no es nada importante. Simplemente que mañana quedaremos para hacer algo. Después de todo es fiesta.
Ellen alzó los brazos al cielo en un gesto teatral.
- ¡Que se alegre el mundo! ¡Para Dana Scully también existen los días de fiesta!
Scully le dio una cariñosa colleja y se alejaron riendo.

APARTAMENTO DE FOX MULDER
6:30 p.m.
El sonido del teléfono despertó a Mulder. Parpadeó unos instantes y se levantó con lentitud a contestar.
- Mulder - no pudo reprimir un sonoro bostezo.
- No me digas que te he despertado - sonó la voz de su compañera al otro lado.
- Lo de quedarme dormido me ha sorprendido hasta a mí mismo, Scully. Pero no te preocupes, no importa.
- Sólo era para ver qué querías hacer mañana por fin.
Mulder había estado pensando en ello durante bastante rato y se le había ocurrido algo que a Scully podría gustarle, pero decidió que no se lo contaría.
- ¿Por qué no dejas que te sorprenda? - casi pudo sentir a Scully arqueando las cejas al otro lado del teléfono.
- Espero que no sea llevarme a algún pueblo dejado de la mano de Dios, plantarte en medio de alguna calle y gritar: ¡Sorpresa! Vamos a cazar fantasmas.
Mulder no pudo evitar soltar una carcajada.
- No te preocupes, te juro que no será nada de eso. ¿Te vale si te digo que pienso que te gustará?
Hubo unos segundos de silencio.
- Está bien, Mulder. Pero que conste que...
- No te preocupes, Scully - la interrumpió - Pasaré por tu casa a las ocho y media. Y por cierto, ponte un vestido elegante.
- ¿Dónde vamos, Mulder?
- Supongo que sabes que si te lo digo te estropearía la sorpresa.
- De acuerdo - se oyó un suspiro -. Hasta las ocho y media entonces.
- ¡Sé puntual!
- No fastidies, Mulder.
Cuando colgó, sacó una libreta de un cajón de la mesita y buscó un número. Lo aprendió y luego marcó.
- Restaurante Casa Mckenzie.
- Hola, buenas tardes. Quiero hacer una reserva para mañana a las nueve de la noche para dos personas.
- ¿A qué nombre lo pongo?
- Fox Mulder.
- De acuerdo, señor.
Colgó y se recostó en el sofá, con una sonrisa de satisfacción. Pocos minutos después se volvió a levantar, ya que se acababa de dar cuenta que tenía que conseguir un esmoquin.


4 de julio

APARTAMENTO DE DANA SCULLY
8:25 p.m.
Scully se miró una vez más ante el espejo de su habitación y se preguntó en qué momento de la noche había pasado de tener una figura decente a parecer una salchicha con ese vestido. Su madre se lo había regalado por su último cumpleaños y era la primera vez que se lo ponía. Era de color burdeos, de tirantes finos y con un chal a juego. El escote era de forma cuadrada y generoso, pero sin caer en la ordinariez. Tenía una abertura en el lado izquierdo que llegaba un poco más arriba de la rodilla y al tacto era como de seda. Ahora le parecía que le quedaba demasiado ceñido, que el escote era exagerado y que la abertura dejaba entrever demasiado su pierna. En ese momento llamaron a la puerta. Suspiró y decidió que no le daba tiempo a conseguir otro vestido en diez segundos, así que cogió su bolso y el chal salió a abrir. Mulder tenía un aspecto formidable. El esmoquin que llevaba le sentaba como un guante y cualquiera que lo hubiera visto en ese momento habría pensado que era un modelo de anuncio.
Mulder se quedó sin aliento al verla. Tragó saliva y trató de recuperar la compostura. Se apoyó en el marco de la puerta y dijo con una sonrisa:
- ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi compañera?
Scully hizo un gesto de amenaza.
- Que sepas que aunque mi bolso es pequeño también cabe una pistola.
Mulder levantó las manos.
- Lo tendré en cuenta. Pero en serio, estás preciosa.
El rostro de Scully se dulcificó un poco.
- Gracias, Mulder.
- Y bien, ¿quieres acompañarme? La limusina nos espera.
Scully rió y le cogió del brazo.
- Desde luego, caballero.

***
Esta noche, Scully está radiante. Sus mejillas están ligeramente sonrosadas y tiene un brillo especial en los ojos que nunca antes le había visto. Y en cuanto a mí... Digamos que me ha costado mantener la vista fija en las calles porque involuntariamente mi mirada se volvía hacia el asiento del copiloto, donde se había sentado. Diablos. Sabía que ella era bonita, pero ahora sé cómo es en todo su esplendor. El vestido se ciñe a su cuerpo realzando su bonita figura y contrastando perfectamente con el color de su piel. No lleva joyas, sólo unos pequeños pendientes de oro y su cruz. La verdad, tampoco es que las necesite. Después de un cuarto de hora de viaje hemos llegado al restaurante. Entonces se ha sorprendido y me ha mirado con una expresión extraña en el rostro.
***

RESTAURANTE CASA MCKENZIE
9:05 p.m.
- No puedo creer que me hayas traído aquí, Mulder - dijo Scully, una vez que el camarero les hubo conducido a su mesa - Este sitio es muy caro.
Él se encogió de hombros.
- Bueno, pensé que por una vez te merecías algo así en vez de seguirme a un pueblo dejado de la mano de Dios a cazar fantasmas.
Scully sonrió con ternura y dijo:
- Muchas gracias.
Mulder la miró fijamente a los ojos e iba a responder cuando llegó el camarero para tomar nota.

***
10:17 p.m.
Esta noche Scully y yo hemos hablado, hemos reído y hemos sido simplemente Fox y Dana. Y me he sentido más feliz que nunca en mi vida. Hace unos minutos que una orquesta ha empezado a tocar. Cuando veo que ha acabado de comer, me levanto, me acerco a ella y la invito a bailar. Accede con una sonrisa y le tiendo la mano. Caminamos lentamente hacia la pista de baile, donde nos paramos. Scully alza los brazos y me rodea el cuello; yo la abrazo de la cintura y la atraigo hacia mí. Luego comenzamos a movernos al son de la música. El espacio entre nuestros cuerpos es mínimo; su cercanía colma mis sentidos y es lo único de lo que soy consciente. Apoya la cabeza en mi pecho y suspira. Me recorre un escalofrío. Y justo en ese momento, con tanta intensidad que incluso a mí me sorprende, deseo besarla. Deseo sentir sus labios sobre los míos, deseo probar su sabor y saber qué se experimenta al hacerlo. Aprieto con fuerza los ojos y me digo que no puedo estropearlo ahora. Cuando vuelvo a abrirlos ella me está mirando. Con una mirada que me atraviesa y que seguro que me puede leer el alma. Y miles de sensaciones recorren mi cuerpo. Intento sonreír, pero creo que sólo me ha salido una mueca. Ella sonríe también, pero su sonrisa parece iluminar todo el espacio que nos rodea. Hace tiempo que para mí no existe nadie más en la pista. Sólo nosotros. Un mechón rebelde se escapa de detrás de su oreja y le tapa un ojo. Y antes de darme cuenta mi mano ya se está moviendo. Con delicadeza se lo vuelvo a colocar, pero en vez de apartarme, como habría hecho en cualquier otra ocasión, le acaricio la mejilla. Ella cierra los ojos y yo continúo mi recorrido por su rostro, hasta que llego a sus labios y los rozo ligeramente. Permanezco así unos segundos interminables, pero por fin me obligo a mí mismo apartarme. Ella me mira.
***
Ha tendido su mano hacia mí y me ha invitado a bailar. Al llegar a la pista he rodeado su cuello, porque creí que mis piernas no resistirían. Y él me ha envuelto en un cálido abrazo, donde me siento más segura que en ningún otro lugar del mundo. Apoyo la cabeza en su pecho y suspiro de felicidad. Bajo mi oído siento los latidos de su corazón; es la única música que ahora mismo soy capaz de escuchar. Siento como si temblara y le miro. Tiene los ojos cerrados con fuerza y parece debatirse en una especie de lucha. Pocos segundos después los abre y su mirada se cruza con la mía. Me sonríe y yo le respondo del mismo modo. Creo que sería capaz de vivir alimentándome tan sólo de esa sonrisa. Entonces un mechón de pelo me tapa un ojo. Pero antes de que yo pueda darme cuenta él ya me lo ha colocado. Luego su mano acaricia mi mejilla. Cierro los ojos instintivamente. Noto que va recorriendo mi rostro y llega hasta mis labios. Permanece ahí unos instantes, pero luego repentinamente se separa de mí. Y le miro.
***
Mulder vio los ojos azules de Scully clavados en él. Carraspeó y luego dijo en voz muy baja:
- Vámonos, Scully.
Y dio media vuelta para dirigirse hacia su mesa. Scully le siguió, sin saber qué pensar, un poco confundida por los acontecimientos. Se sentaron en silencio mientras el camarero les llevaba la cuenta, que Mulder pagó sin pestañear. Luego salieron del restaurante y se dirigieron hacia el coche. La noche había refrescado bastante y Scully sintió un repentino ramalazo de frío, así que se envolvió en su chal. Mulder abrió el maletero y sacó de allí una manta; luego deshizo el nudo de su pajarita y la guardó. Scully le observaba con curiosidad.
- ¿Dónde vamos, Mulder?
Él respondió con una sonrisa enigmática.
- Supongo que sabes que si te contestara...
- Sí, lo sé, me estropearías la sorpresa - acabó Scully por él.
- ¿Ves qué bien, Scully? Ya vas aprendiendo.
Luego cerró el maletero y comenzó a andar, seguido de su compañera. Poco después llegaron a un parque. La hierba tenía un precioso color verde y había decenas de macizos con flores. Una gran fuente estaba situada en el medio y el alegre sonido del agua se escuchaba claramente en medio del silencio de la noche. Mulder extendió la manta en el suelo y con un gesto la invitó a sentarse. Scully se sentó a su lado y se acomodó lo mejor posible. Ya iba a preguntar qué estaban haciendo allí cuando un repentino ruido la distrajo. Miró hacia el cielo y entonces lo vio: una cascada de color se expandía por el cielo, reflejándose mágicamente en el agua de la fuente, y luego descendía con lentitud hasta que otro color distinto ocupaba su lugar. Los fuegos artificiales. Giró la cabeza rápidamente y se encontró con los ojos de Mulder fijos en ella. Se le hizo un nudo en el estómago y se le encogió el corazón al pensar en el significado de lo que su compañero estaba compartiendo con ella. Tímidamente extendió la mano y le apretó la suya, luego ambos volvieron a mirar al cielo.
***
11:48 p.m.
El trayecto de vuelta lo hicieron en silencio. Scully miraba por la ventana; por algún motivo le costaba dirigir la vista hacia su compañero. A veces sentía la mirada de Mulder clavada en ella y se preguntaba qué estaría pensando. Cuando el coche paró frente a su edificio, se volvió hacia él y le dijo con voz suave:
- Muchas gracias, Mulder. Hacía mucho tiempo que no me lo pasaba tan bien.
- Créeme si te digo que yo tampoco hago cosas de éstas muy a menudo.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Scully, pero enseguida se desvaneció.
- ¿Por qué no lo repetimos más veces? - dijo de repente. Mulder la miró, extrañado - Quiero decir... Mulder, somos amigos, pero jamás actuamos como tales fuera del trabajo. No salimos a pasear, ni vamos a partidos de béisbol ni comentamos lo mala que es la última película que hemos visto en el cine. ¿Por qué?
- Bueno, Scully - dijo su compañero sin el menor atisbo de ironía en la voz - yo suponía que ya tendrías sobredosis de Mulder.
- Aún no, Mulder - se quedó unos instantes en silencio - Pero acuérdate de lo que te he dicho. Y gracias otra vez.
Luego se inclinó hacia él y le besó dulcemente en la mejilla. Mulder la miró mientras salía del coche y se tocó la mejilla con aire ausente. Había habido muchos besos de ese tipo, pero era la primera vez que una corriente eléctrica le atravesaba el cuerpo. Suspiró y arrancó el coche.

***
APARTAMENTO DE FOX MULDER
3:17 a.m.
No he podido dormir y llevo varias horas mirando al techo, pensando. O al menos intentándolo, porque mis pensamientos se dirigen una y otra vez hacia ella. Y me pregunto en qué momento exacto dejé de verla como mi compañera de trabajo y empecé a fijarme en esos pequeños detalles, como su forma de quitarse el pelo de la cara, su expresión de casi - enfado cuando le gasto una de mis típicas bromas o su expresión de dulzura cuando compartimos un momento especial. Como los de esta noche. Me siento tan... confuso. Ya no sé exactamente lo que siento. O puede que sí lo sepa, pero que no pueda aceptarlo. Y suponiendo remotamente que ella me correspondiera... Se merece algo mejor. Ya ha sufrido demasiado y yo no podría vivir sabiendo que puede estar en peligro por mi culpa. No puedo seguir así. Necesito alejarme de todo y pensar.
***

OFICINA CENTRAL DEL FBI
WASHINGTON D.C.
5 de julio, 8:05 a.m.

Mulder se encontraba pasando a ordenador el informe que el sábado le había entregado Scully cuando ella entró en la oficina. Se quedó unos instantes parada en el umbral, observándole. Parecía cansado; no debía haber dormido mucho. Paró de escribir y se frotó los ojos.
- Buenos días, Scully - saludó mientras volvía a dirigir la mirada hacia la pantalla del ordenador.
Scully pasó al despacho y cerró la puerta tras ella.
- Hoy has sido puntual.
- Sabes que sólo me da por llegar tarde cuando hay reunión con Skinner. La verdad, no he dormido mucho.
Scully se acercó a él y le miró.
- ¿Por algo en especial?
- Lo cierto es que no. Sólo estuve... pensando.
- ¿Nunca dejas descansar a tu cerebro, Mulder? - preguntó mientras se sentaba a su lado y ojeaba lo que estaba haciendo.
- No puedo hacer eso - sonrió - ¿Y si se me atrofia por no usarlo?
- Dudo mucho que eso llegue a pasar algún día, Mulder. Nunca he conocido a una persona con una actividad cerebral tan intensa como la tuya.
- Bueno, Scully, creo que me tomaré eso como un cumplido.
El resto del día transcurrió tranquilamente. En ningún momento comentaron nada de la noche anterior. Mulder se preguntó más de una vez qué tenía que pasar para que ellos hablaran de esas cosas.
***
6:38 p.m.
Scully guardó una carpeta en el archivador y se volvió hacia su compañero.
- Mulder, sino te importa me voy ahora. El avión de Ellen sale en tres cuartos de hora y me gustaría ir a despedirla.
- Desde luego, vete si quieres - dijo su compañero, sin levantar la vista de lo que estaba haciendo -. Yo puedo terminar esto solo. ¡Ah! Despídete de Ellen de mi parte.
- De acuerdo. Hasta mañana entonces.
- Hasta mañana.
Scully recogió su chaqueta y su bolso y salió del despacho. Mulder continuó trabajando durante un rato más, luego se levantó y se dirigió a la oficina de su superior.

DESPACHO DE WALTER SKINNER
6:45 p.m.
Skinner se echó hacia atrás en su asiento y dijo:
- ¿Entonces quiere que le dé unos días libres a partir de mañana? Mulder, me lo tenía que haber pedido antes. Ahora mismo hay muchos agentes de vacaciones y casi estamos en cuadro.
- Lo sé, señor - dijo Mulder, sin variar su expresión - Pero se lo pido como un favor. Además, estoy seguro de que esos agentes no tienen años de vacaciones atrasadas.
A su pesar, Skinner esbozó una ligera sonrisa.
- De eso estoy seguro yo también. De acuerdo, Mulder. Pero quiero verle aquí el próximo lunes lo más pronto posible.
- Faltaba más, señor - dijo Mulder. Se levantó y salió de la oficina. Aquello había resultado más fácil de lo que creía.
***
Le he pedido esos días a Skinner porque necesito pensar. Sobre muchas cosas, pero ante todo sobre mí y Scully. Y sobre mi enfermedad. Ya hace un par de meses que me la han diagnosticado y los médicos me han dicho que estoy empeorando. Yo ya lo había notado, cada vez me encuentro más cansado y me cuesta más concentrarme en las cosas. La destrucción de mi cerebro avanza lenta pero inexorable y me queda poco más de un año de vida. Las ironías que tiene el destino. Han intentado hacer de todo para destruirme, y al final acabará conmigo una enfermedad. Apostaría a que es resultado de aquella... ¿cómo lo llamaron? Actividad cerebral anómala que tuve hace meses. Los médicos no saben cómo tratarme, dicen que nunca han visto nada igual. Aún no se lo he contado a nadie, ni siquiera a Scully. No quiero su compasión ni tampoco que vuelva a sufrir. Porque para no variar seré yo el causante de un nuevo dolor en su vida. Y ya ha habido demasiados.

CONTINUARÁ