DREAMS II: SI MUERES EN TU SUEÑO...
AUTORAS: Dhany Scully y Elena Spooky
EMAIL:
Elena Spooky: elena_spookyARROBAhotmail.com
Dhany Scully: dhany_scullyARROBAhotmail.com
DISCLAIMER: Sólo son nuestros en este relato. El resto del tiempo pertenecen a Chris Carter, 1013 y la Fox.
SPOILERS: Sólo mínimas referencias a algunos capítulos.
TIPO: MSR, intento de XF, WIP.
RATING: AP
FEEDBACK: El feedback está altamente recomendado como alimento espiritual para los escritores de fanfic. ;-)
DEDICATORIAS:
Dhany Scully: A mi amie y compañera de fanfic Elena Spooky, por la gran amistad que llevamos y que espero siga por mucho tiempo. A mi amie Scullyt... recuerda que la esperanza es lo único que muere. Y a mi chère amie Ale y a mi amigo Repelús por siempre estar ahí cuando les necesito.
Elena Spooky: A mi amie Dhany Scully, que como le dije una vez, la conozco hace relativamente poco pero ya la quiero un montón. ¡Gracias por ser como eres! Y muchas gracias por tu paciencia, porque ha sido un poco culpa mía que esta segunda parte se atrasase tanto. Y también va dedicado para toda la fantástica gente de la lista, que compartimos la misma locura. ¡Sois estupendos!


HOTEL MOONLIGHT. Habitación 1218
2:31 a.m.

Estoy en una calle desconocida, en medio de la oscuridad. No sé cómo he llegado ni cómo puedo salir de aquí, porque mis ojos apenas pueden distinguir las formas que me rodean.
De súbito oigo un sonido; aguzo el oído y entonces me doy cuenta de que son pasos. Alguien viene hacia mí, caminando con lentitud, y esos pasos suenan terriblemente nítidos en medio de este vacío.
Me invade un miedo irracional y siento que tengo que huir, que las intenciones de esa persona no son buenas. Doy media vuelta y empiezo a correr, desesperada, pero en medio de esa negrura no logro averiguar si avanzo algo. Sin embargo, cuanto más corro, más cerca oigo esos pasos. De pronto me choco contra un muro; me hago daño en el hombro derecho y caigo al suelo. Y los pasos siguen acercándose.
Intento levantarme pero no puedo; algo tira de mí hacia el suelo y hace que mis esfuerzos no valgan de nada. De repente una tenue luz ilumina la zona donde estoy; una oscura figura viene hacia mí, con andares seguros, tranquilos. Se para a unos metros y me mira. O al menos eso creo, porque no tiene rostro. Siento mi corazón paralizado por el miedo; entonces la figura se acerca más y aunque me parezca imposible oigo cómo se ríe. Es una risa terrible, que se clava en mi cabeza como una cuchilla. No puedo soportarla, así que me tapo los oídos, pero la sigo escuchando. Y entonces grito...

Scully se despertó gritando, totalmente empapada en sudor. Se quedó unos momentos temblando en la cama, incapaz de reaccionar. Entonces se abrió la puerta que comunicaba su habitación con la de su compañero y apareció Mulder, con el cabello revuelto y cara de preocupación. Se acercó apresuradamente a la cama y se sentó en un borde.
- ¿Te encuentras bien, Scully? Te oí gritar.
Scully hizo un esfuerzo supremo para que su corazón recuperase su ritmo normal.
- Es... estoy bien, Mulder. Sólo ha sido una pesadilla.
- Pues tiene que haber sido terrible - miró fijamente a su compañera; estaba bastante pálida y aún respiraba agitadamente - ¿Seguro que estás bien? Si quieres me puedo quedar a dormir en el sofá.
Scully esbozó una sonrisa.
- Tranquilo, Mulder. No necesito que hagas de niñera.
- Bueno, yo sólo lo decía por si acaso - la ayudó a acomodarse de nuevo en la cama.
Scully notó un repentino dolor en el hombro derecho. Con un extraño sabor en la boca, levantó la manga del pijama y vio un enorme moratón. Mulder silbó.
- ¿Te diste con un martillo, Scully? Vaya golpe.
- Me... me golpeé con el marco de la puerta - dijo ella, sin acabarse de creer lo que estaba viendo.
- Bueno, mañana buscaré una farmacia y te compraré algo para eso, pero ahora es tarde y debes dormir.
- De acuerdo - dijo Scully, metiéndose bajo las sábanas y tapándose casi hasta la nariz - Que duermas bien, Mulder.
- Igualmente, compañera.
La besó en la frente y volvió a su habitación, dejando la puerta entreabierta. Pero Scully no se pudo dormir. Se sentó en la cama y volvió a mirar el enorme golpe de su hombro. Estaba segura de que cuando se acostó no lo tenía, pero renunció a buscar una explicación a eso. Ahogó la voz interior que le decía que aquello no era una casualidad y se levantó. Sabía que ya no sería capaz de dormir, así que se dispuso a leer nuevamente todos los informes que tenían del caso. Iba a ser una noche muy larga.

9:28 a.m.

Mulder golpeó la puerta y esperó. Scully no tardó mucho en abrir; al verla Mulder no pudo evitar sentirse preocupado.
- Tienes mala cara, Scully.
- Muy amable - dijo ella, dejándole pasar y cerrando la puerta.
Mulder se situó en el centro de la habitación y contempló el montón de informes que había sobre la cama.
- ¿Te has pasado la noche revisando todo eso? - preguntó, incrédulo.
- Sí - su compañera parecía algo incómoda - No tenía mucho sueño.
- ¿No te volviste a dormir?
- La verdad es que no. Me dolía un poco el hombro y no podía dormir, así que decidí que leer los informes sería más productivo que quedarme en la cama sin hacer nada.
Sus palabras le recordaron algo a Mulder. Sacó una bolsa pequeña del bolsillo interior de su americana y se la tendió a Scully.
- He ido a una farmacia y te he comprado esto. Me han dicho que es bueno para los golpes, así que date un poco y luego bajaremos a desayunar.
Scully lo cogió sin decir nada y se subió la manga de la camisa que llevaba. El golpe tenía un color feo y ella se aplicó la pomada haciendo evidentes gestos de dolor. La dejó secar unos instantes y luego se colocó la manga.
- Bueno, ya está. ¿Vamos a desayunar?
***
RESTAURANTE DEL HOTEL
Minutos después

Scully movía su café con desgana mientras Mulder daba buena cuenta de unas tostadas con mermelada. Estaba agotada y sentía como si cada músculo de su cuerpo le pesara una tonelada. El sueño de la noche anterior volvía una y otra vez a su mente y no podía evitar estremecerse ante las imágenes que se repetían constantemente.
Mulder la observaba con preocupación. No tenía buen aspecto y algo le decía que la causa no era haberse pasado la noche en vela. Entonces se acordó que cuando había ido a su habitación después de oírla gritar tenía un gesto de terror absoluto en su rostro; y se preguntó qué clase de pesadilla habría tenido para provocarle eso.
- Oye, Scully, ¿qué soñaste anoche?
No parecía haberle oído. Movió la mano ante sus ojos y al final pareció como si despertara de un sueño profundo. Parpadeó un par de veces y luego dijo:
- Lo siento, estaba distraída. ¿Decías algo?
- Te estaba preguntando qué era lo que soñaste anoche para que gritaras de ese modo - repitió pacientemente.
- No lo recuerdo, Mulder - dijo con voz ahogada - Pudo ser cualquier cosa.
Mulder la miró fijamente y ya iba a replicar algo, pero de pronto sonó su móvil.
- Mulder.
- Agente Mulder, soy el detective Morrison. Alguien ha atacado a Sarah Moseng, necesito que vengan enseguida al Memorial.
- Vamos para allá - y colgó.
Scully le miraba con interés.
- ¿Qué ha sucedido?
- Sarah Moseng. La han atacado - dijo mientras se levantaba rápidamente.
Scully le imitó.
- ¿Y está bien?
- No lo sé, Morrison no me ha dicho nada más. Sólo que nos diéramos prisa.

HOSPITAL MEMORIAL
10:15 a.m.

El detective Morrison ya les estaba esperando en Urgencias cuando ellos llegaron. Les saludó y con un gesto les indicó que le siguieran. Luego dijo:
- Bueno, una nueva cosa extraña que añadir a la lista. A la señorita Moseng le han dado varias puñaladas, pero no se ha encontrado el cuchillo. La entrada no estaba forzada y no hay nada que nos indique la presencia de otra persona.
- ¿Están seguros de que no se lo hizo ella? - preguntó Mulder.
Morrison asintió con la cabeza.
- No lo creo. Ya le he dicho que no hemos encontrado el cuchillo; y si hubiera sido ella y lo hubiera escondido habría dejado rastros de sangre por toda la casa. Y no los hay.
Llegaron a la habitación 129. Enseñaron sus placas al policía que había a la entrada y pasaron. En el interior había un médico que se volvió hacia ellos cuando entraron.
- ¿Cómo está, doctor? - preguntó Scully.
- Bueno, creo que ha tenido mucha suerte. La han dado varias puñaladas, pero las heridas son sólo superficiales y no afectan a órganos vitales. Creo que esta señorita puede decir que ha vuelto a nacer.
Mulder se acercó a la cama. Sarah volvió la cabeza hacia él y sonrió débilmente.
- Vaya, Mulder... Encantada de volverte a ver. Lástima que no sea en otras circunstancias.
- Lo mismo digo - dijo Mulder con una sonrisa. Luego se puso serio - Escucha, Sarah, supongo que no te encuentras bien, pero necesito que me cuentes qué sucedió.
Sarah suspiró y cerró los ojos. Los volvió a abrir un instante después.
- La verdad es... que no puedo explicar qué me pasó. Estaba dormida y de repente noté un dolor terrible. Y cuando me desperté estaba así.
Scully observaba la escena y una extraña sensación se apoderó de ella. Y tuvo la absoluta certeza de que esa mujer les estaba mintiendo. Lo que decía no tenía mucho sentido; si se había despertado cuando la apuñalaron por primera vez, ¿por qué no se defendió de los ataques posteriores? Y si esto no había sido así, ¿cómo era posible que no se hubiera despertado tras la primera puñalada? Pero para Scully había un hecho más importante todavía: a pesar de que estaba dormida, el supuesto asesino no le había infligido heridas mortales, cuando lo más lógico era que le hubiera intentado seccionar la yugular, con lo que la muerte habría sido instantánea. Y eso le llevaba a dos posibilidades: o se había puesto de acuerdo con alguien para que la atacara sin riesgo para su vida, o se lo había hecho ella misma. Desechó la segunda opción casi enseguida; como les había dicho el detective Morrison, no se había encontrado el arma del ataque, por lo que lo más probable era que estuviera encubriendo a alguien.
- Discúlpanos, Sarah. Scully, ven un segundo - Mulder se dirigió a la puerta de la habitación y esperó a que su compañera se le uniera. - Scully, me parece que debemos darle protección a Sarah- dijo por fin, asegurándose de que su conversación no fuese escuchada por alguna persona inoportuna que estuviera cruzando en ese momento por el pasillo.
-Mulder, ¿de qué demonios hablas? No hay ninguna prueba tangible, hay posibilidades de que alguien la haya atacado, pero no puedes asumir que ella no se infringió las heridas por su propia mano. Está viva, ¿eso no te dice algo? ¿Por qué la dejarían vivir a ella y mataron a los otros tres?
- Tal vez lo que sea que hizo esto nos esta retando para descubrir el origen de lo que esta ocurriendo. Así que nos deja a una persona que vivió la experiencia, pero con la advertencia de que tiene el control para hacerlo de nuevo y esa vez terminarlo.
-Mulder, esas son sólo suposiciones. Francamente, seguimos estando en cero
- No, Scully. Hay algo en lo que hemos avanzado... todos los atacados se encontraban durmiendo cuando ocurrieron las agresiones. ¿Alguna vez has oído esa frase de "Si mueres en tu sueño mueres en la vida real"?
- Mulder, sé a dónde te diriges. ¡Nadie tiene la virtud de infiltrarse en los sueños de otro!. Aunque sean estudiados de mil maneras, los sueños son algo sumamente propio, de las pocas cosas que podemos estar seguros que son sólo de nosotros - mientras decía eso un ciento de pensamientos se dispararon en su mente: "Si mueres en tu sueño mueres en la vida real..." Recordaba el extraño sueño que había tenido la noche anterior y sintió más agudo el dolor punzante de su hombro. Sabía que aún no era tiempo para hablarle a Mulder sobre eso, así que mejor decidió guardárselo hasta que lo pudiese entender mejor ella misma.
- Scully, asegúrate de recordar eso cuando descubramos quién está detrás de todo esto.
Ninguno de los dos se dio cuenta que Sarah se encontraba escuchando la conversación desde el interior de la habitación; esbozó una ligera sonrisa y recargó su cabeza en la almohada.

142 AVENIDA JEFFERSON
Casa de Sarah Moseng
18:32

El doctor de Sarah Moseng determinó que por la levedad de sus lesiones esa misma tarde podría regresar a su casa. Mulder y Scully estuvieron hablando con los familiares cercanos de las víctimas en busca de algo más, pero no encontraron nada más que familias horrorizadas por el fatal final de sus seres queridos. Hacía poco tiempo que habían llegado a la casa de Sarah Moseng para encontrar algún otro indicio no hallado por la policía local esa misma mañana
- Sólo tengo una pregunta, Mulder... Si estás seguro que los ataques son producidos mientras duermen, ¿Cómo pretendes ponerle protección a Sarah?
- Bueno, Scully, supongo que alguien debe estar pendiente que ella no duerma.
- Y ese alguien en realidad seremos nosotros, ¿no? Bueno, supongo que sabes que nadie puede estar despierto más de unos días.
Para ese momento ya estaba dicho que las horas de sueño que necesitaba para reponerse de la pasada noche habían sido sacrificadas. Al oír que "alguien" debería estar pendiente de Sarah, la posibilidad de que ese alguien fuera Mulder no le gustó nada. No se podía permitir dejarlo solo con aquélla, que no podía esconder las intenciones claras que tenía con respecto a su compañero.
- Pues entonces tendremos que darnos prisa en encontrar al asesino - se quedó en silencio un instante - Scully, francamente, pienso que deberías descansar. Ayer no tuviste una buena noche y no creo que te sea favorable pasar esta noche en vela también.
- Mulder, estaré bien, en verdad - el dolor de su herida se agudizó y se llevó una mano al hombro acompañado de un leve gemido.
- Pues al parecer a un no surte efecto la pomada, yo diría que sería tiempo para otra dosis.
- Y dime, ¿por casualidad traes aún esa pomada contigo?
- Tienes suerte, sí - Mientras Scully se iba quitando el saco él sacaba la pomada de su bolsillo.
Ninguno de los dos pronunció palabra alguna mientras ella desabotonaba los primeros botones de su blusa para descubrir su hombro, el dolor compartido impulsó a Mulder a mostrar una mueca de dolor por el aspecto de la herida.
- No se ve nada bien, Scully, yo creo que... - Mulder se calló dándose cuenta que el detective Morrison y Sarah Moseng los estaban observando bajo el umbral que conectaba la sala y el comedor.
- Disculpen a... agentes - Al detective Morrison se le notaba algo nervioso mientras que Sarah irradiaba resquicios de furia.
Scully al segundo se puso más roja que un tomate; se encontraba sin saco, con dos botones más que los habituales de la blusa desabrochados dejando visible su hombro y Mulder más cerca de lo que ella hubiese querido, en esos momentos, inclinado examinando su herida. Sin embargo, una pequeña parte de sí misma se regocijaba al ver a Sarah casi lista para ser hospitalizada de nuevo por un ataque al corazón.
De pronto un móvil sonó. Era el de Mulder, que rápidamente y agradeciendo al que inventó ese maravilloso aparatito contestó. Scully aprovechó ese momento para situarse de espaldas a ellos y cerrarse la blusa.
- Detective Morrison, ¿podría cuidar a la señorita Moseng? La agente Scully y yo debemos ir a un lugar - dijo Mulder en cuanto colgó su móvil y lo guardó de nuevo.
Scully siguió a su compañero que ya había cruzado la puerta principal.
- ¿Adónde vamos, Mulder? - dijo Scully apretando el paso para alcanzar a su compañero - ¿Quién llamó?
- Veamos, Scully, a la primera pregunta yo diría que a recoger algunas cosas del hotel para pasar la noche aquí. Y para la segunda... pues se equivocaron al marcar el número - una sonrisa se dibujó en los labios de Mulder mientras entraba al auto.
Scully estaba segura lo que él quiso hacer con eso: era algo fácil para librarse de la tensa situación en la que estaban, no sabía si agradecerle o pasarlo de largo... Esas tretas para zafarse, que además ella misma utilizaba a menudo, entraban tanto en juego que ya se había acostumbrado.
*** zafarse
Casa de Sarah Moseng
19:46

Mulder y Scully volvieron del hotel, donde recogieron algunas cosas personales para la guardia que tendrían que hacer en casa de Sarah Moseng esa noche. Después de eso pasaron a comprar la cena, que irremediablemente terminó siendo comida china. Mulder detuvo el auto frente a la casa de Sarah y ambos caminaron hasta ella.
- Ya era hora, agentes - El detective Morrison salió de la casa antes de que ellos tocaran siquiera a la puerta - Yo me voy ya, Sarah se encuentra en su habitación.
- Pero detective, trajimos comida china, ¿no se queda a cenar? - Mulder dijo con su habitual y oscuro sentido del humor.
- Mire, no cuestionaré sus métodos, simplemente diré que todo esto es una tontería. Unos conocidos del FBI me dieron a conocer su reputación de extraño. No quise hacerles caso, pero eso de decir que lo que mató a esas personas provino de sus sueños es una completa estupidez.- El detective Morrison se alejó de los agentes -. Sea como sea, reúnanse mañana por la mañana conmigo, mandaré a alguien para que los supla.
Morrison subió a su auto y se alejó con la oscuridad de la noche que ya había caído. Mulder y Scully, aún desconcertados por la audacia mostrada por el detective, entraron a la casa. Pudieron notar que el fuego de la chimenea estaba encendido y Sarah se encontraba recostada en un diván de la sala, con la mirada dirigida a las brasas que consumían los leños. Cuando se dio cuenta de la presencia de los agentes se incorporó y miró fijamente a Mulder.
- El detective Morrison me dijo que ustedes harían de mis guardias por esta noche.
- Guardias, me gusta ese término. Y no sé tú, Sarah, pero este "guardia" ya tiene hambre. ¿Te gustaría acompañarnos? - Mulder sonrió y estiró una mano a Sarah para ayudarla a levantarse.
- Claro - Sarah le devolvió la sonrisa.
***
20:54
Durante la cena todo el ambiente se puso muy tenso. Nadie hablaba, y la situación no mejoró mucho cuando los tres se sentaron en los cómodos sillones de la sala. Ciertamente Scully y Sarah no se agradaban, y Mulder no decía nada por miedo a despertar una guerra nuclear entre las dos mujeres. Los minutos pasaban, Mulder encontró una revista que se puso a ojear. Las dos mujeres no encontraron algo más divertido que hacer que mirar al techo.
- Scully, duerme si quieres. Yo haré la ronda primero - habló Mulder, dejando la revista en la mesa del centro.
- No, Mulder. En serio, estoy bien.
- Vamos, Scully, duerme un poco.
Scully le hizo caso. Cerró los ojos, pero no quería ser vencida por el sueño aún. Pasaron unos minutos y Sarah por fin se atrevió a hablar.
- Mulder, ¿no te importaría hablar un rato? Me está dando algo de sueño y no me quiero quedar dormida.
- Sí, claro, ¿de qué quieres hablar? - dijo Mulder mientras tomaba asiento en el mismo sillón que Sarah.
- Pues no sé. Por ejemplo, ¿cuál es exactamente tu trabajo en el FBI?
- Has tocado un tema espinoso, Sarah - dijo él con una mueca - Probablemente te traumatizaría.
- A estas alturas de mi vida estoy curada de espanto. De todos modos, cuéntame aquello que creas que no me va a causar un trauma.
- Pues a ver cómo te lo explico. Trabajo en los expedientes X; son casos que no han podido ser resueltos y que, por sus características un tanto... peculiares, necesitan de una investigación especial.
- ¿Te refieres a fenómenos paranormales?
- Bueno, no sólo se reducen a eso, pero podríamos decir que sí.
- ¿Y ella? - preguntó Sarah, señalando a Scully con la cabeza.
Mulder la miró con un inmenso cariño.
- La asignaron conmigo a los expedientes x hace siete años. Scully es la persona más escéptica que te puedas imaginar, pero es mi contrapunto perfecto. Ha sido la encargada de poner un grano de cordura en mi vida entre tanto extraterrestre, mutante y demás.
- ¿Y cómo a una persona tan incrédula la ponen a trabajar en algo como los expedientes x?
- Primero la enviaron para desacreditar mi trabajo, aunque ella nunca lo ha reconocido abiertamente. Pero con el paso del tiempo se ha convertido en parte importante de los expedientes x.
- ¿Qué hay exactamente entre vosotros?
- ¿Qué hay entre nosotros? - repitió Mulder para sí. Recordó cuando estuvieron a punto de besarse en el pasillo de su casa, el beso de Año Nuevo, todos esos gestos y miradas que podrían significar que entre ellos había algo más que amistad. - En realidad no hay nada.
- La quieres, ¿verdad? - preguntó Sarah con tono casi acusatorio, aferrándose con tanta fuerza al brazo del sillón que los nudillos se le pusieron blancos
Mulder hizo un gesto con la cabeza.
- Va mucho más allá de eso. Yo... bueno, creo que es algo que no se puede explicar con palabras.
Sarah se levantó repentinamente. Mulder la miró, ligeramente sobresaltado.
- Voy a preparar café - dijo ella, intentando aparentar tranquilidad -. ¿Quieres una taza?
- Claro, me vendrá bien. Espera, que te acompaño.
Se levantó y la siguió hacia la cocina. La observó mientras sacaba un par de tazas de uno de los armarios y se dijo a sí mismo que desde luego era una mujer preciosa, aunque desde luego no el tipo de persona que él esperaría encontrar en un laboratorio. Aunque también era cierto que a Scully no la habría imaginado ni como agente del FBI ni como forense, pensó con una sonrisa.
- Toma, Mulder - dijo Sarah tendiéndole una de las tazas e interrumpiendo sus pensamientos.
- Muchas gracias - la tomó y dio un sorbo, luego se quedó en silencio.
Sarah le miraba con curiosidad.
- ¿Te importa si te hago una pregunta personal?
- Claro que no, adelante.
- ¿Cómo es que nunca te has casado?
Mulder no pudo evitar una sonrisa.
- Bueno, si eso pasa algún día, querrá decir que me voy a casar con una mujer a la que he conocido por Internet y a la que nunca he visto. Mi trabajo es tan... absorbente que mi vida social es prácticamente nula, así que digamos que no tengo tiempo para conocer una mujer de la que me pueda llegar a enamorar.
- ¿Y nunca ha habido alguien... especial?
Mulder cerró los ojos un momento, pensando en Diana y en Phoebe.
- Relaciones serias sólo he tenido dos. Pero creo que jamás llegué a imaginarme casado con ninguna de ellas - rió ligeramente - A decir verdad, si me pongo a pensarlo, mi vida es un poco triste.
- Pues será porque tú quieres - dijo Sarah, mirándole con fijeza.
Él se encogió de hombros.
- Puede ser. Pero la verdad, no es algo a lo que a hora mismo le dé prioridad.
- Pues quizá deberías.
Le miró a los ojos y luego, repentinamente, se acercó a él y le besó. Mulder, demasiado sorprendido, no reaccionó en un primer momento. Oyó unos pasos y entonces se separó de Sarah. Scully estaba parada en la puerta, con una expresión indescifrable en el rostro, pero con el dolor reflejado en sus ojos.
- Siento mucho interrumpir - dijo con un leve temblor en la voz -. Sólo venía a por un vaso de agua.
- Sírvase usted misma, agente Scully - dijo Sarah con una sonrisa -. Los vasos están en el segundo estante.
Luego salió de la cocina. Mulder no sabía qué decir. Se acercó a Scully, que estaba sacando una jarra del frigorífico.
- Scully, yo...
- Déjalo, Mulder - murmuró ella mientras se servía el agua.
- Pero escucha un momento.
Scully le miró.
- Mulder, nada de lo que ahora mismo me puedas decir me va a interesar, así que mejor ahórrate la saliva.
Dejó el vaso en el fregadero y se fue, mientras que Mulder se quedaba parado en medio de la cocina.
- Maldita sea - dijo entre dientes -. Sólo a mí me pueden pasar estas cosas.
Apagó la luz mientras se preguntaba por qué se sentía en la obligación de explicarle a Scully que no había pasado absolutamente nada. Cuando volvió al salón Sarah estaba leyendo un periódico.
- ¿Dónde está Scully? - preguntó.
- Salió al jardín - le respondió Sarah, sin levantar la vista de la sección de sucesos.
Mulder dudó unos momentos, luego se sentó a su lado.
- Escucha, Sarah - dijo titubeante - Respecto a lo que pasó antes...
- No pasó absolutamente nada - le cortó.
- Sería mejor que no fingieras eso - algo en su tono de voz hizo que ella le mirara - Mira, no sé por qué lo hiciste, pero me gustaría pedirte que no se vuelva a repetir. Eres una mujer increíble, Sarah, pero eso es todo.
- Ya, claro - dijo con tono de amargura - Soy estupenda pero no lo suficiente, ¿no? ¿Por qué es? ¿Tu compañera, quizá? Por eso hace tanto que no tienes ninguna relación, ¿verdad? O ella o nadie.
- ¡Ya está bien, Sarah! - dijo él perdiendo la paciencia - Lo primero, no tengo por qué darte explicaciones de por qué hago las cosas o por qué las dejo de hacer. Y lo segundo, soy un agente del FBI y tú estás involucrada en el caso que estoy investigando. Y ya está.
La mujer le miró fijamente. En sus ojos había una mezcla de rencor, enfado y algo más. Se levantó, se sacudió el pantalón y se acercó a la estantería. Luego cogió un libro y se sentó en una silla, lo más lejos posible de él.
Mulder suspiró y se dejó caer en el sofá. ¿Qué diablos había hecho para acabar tan mal?
***

7:21 a.m.
Cuando sonó el teléfono y oyó a Morrison anunciándole el relevo Mulder estuvo a punto de dar saltos de alegría.
Después de lo sucedido se había creado una situación bastante desagradable entre los tres. Como consecuencia de eso cada uno se había situado en una esquina del amplio salón y nadie habló con nadie durante toda la noche. Mulder habría jurado que jamás en su vida había visto que dos mujeres estuvieran calladas tanto tiempo.
Media hora después de la llamada llegaron los dos policías que les iban a relevar. Después de darles instrucciones precisas acerca de lo que debían hacer, recogieron sus cosas y montaron en el coche para volver al hotel. Sarah ni siquiera se despidió de ellos.
Durante el camino Mulder intentó entablar una conversación con su compañera, pero aquella mañana Scully parecía tener una increíble capacidad para convertir en monosílabos incluso la frase más larga.

HOTEL MOONLIGHT
Habitación 1218
9:30
Mulder cerró la puerta que comunicaba su cuarto con el de su compañera y metió las manos en los bolsillos, indeciso. Scully tenía el pelo húmedo; estaba escribiendo a ordenador y ni le miró cuando entró.
Fue hacia ella y se apoyó en el borde de la mesa, luego empezó a decir:
- Scully, quería hablar contigo de lo de ayer.
- No te molestes, Mulder - dijo ella su compañera sin levantar la vista de la pantalla - Ya tienes edad suficiente para hacer lo que quieras. No tienes que darme ninguna explicación.
- Pero quiero dártela.
Al ver que seguía sin hacerle caso, le cerró el ordenador y lo puso a un lado.
- ¿Estás enfadada conmigo por algo en especial?
- No, Mulder, claro que no - ironizó ella -. Sólo pasa que Sarah Moseng es sospechosa de tres asesinatos y que tú eres el agente que los está investigando. Aparte de eso...
- No creo que seas la persona más indicada para hablar de lo de involucrarse en los casos, después de lo que pasó con Ed Jerse.
Al instante se arrepintió de sus palabras. Scully sintió como si le hubieran dado una bofetada y agachó la cabeza. Mulder le puso una mano en el hombro, arrepentido.
- Lo siento mucho, Scully. No debí haber dicho eso.
- Está bien, Mulder - murmuró ella -. Después de todo es verdad.
Mulder se puso en cuclillas a su lado y la miró.
- Escucha, Scully - dijo suavemente -. Yo no siento nada por Sarah. Es preciosa, de eso no cabe duda, pero ahí queda todo. Además fue ella quien me besó a mí, no yo a ella. Hay una gran diferencia.
- Lo sé, Mulder - suspiró Scully -. Perdona, no tenía que haber dudado de ti.
- No te preocupes más por eso - la besó en la mejilla y cuando se estaba poniendo de pie sonó su móvil.
- Mulder.
- Agente Mulder, soy Morrison. Será mejor que vengan a la comisaría, tengo aquí a una persona que tiene algo interesante que contar.
- De acuerdo, iremos enseguida.
- ¿Qué sucede? - preguntó Scully en cuanto él hubo colgado.
- Morrison quiere que vayamos a verle. Parece ser que hay novedades.

COMISARÍA
Media hora después

- Les estaba esperando - dijo el detective en cuanto les vio entrar. Luego le hizo una seña a un policía - Trae al chico.
Poco después entró en la estancia un joven de unos veinticinco años, alto y desgarbado. Aparentaba seguridad, aunque sus ojos tenían cierto brillo de temor. Scully enarcó las cejas al verle, sorprendida, y le susurró a Mulder:
- ¿No es el chico con el que hablamos en la clínica del sueño?
Él asintió levemente mientras le observaba.
- Éste es Richard Burke - se lo presentó Morrison - Trabaja en la clínica Douces Sommeils, como supongo que ya se habrán dado cuenta. Richard, cuéntales lo mismo que me dijiste a mí.
Richard carraspeó y comenzó a decir, con un ligero temblor en la voz:
- Cuando hablé con ustedes el otro día, yo... bueno, les mentí. O mejor dicho, no les dije toda la verdad - dudó unos instantes antes de continuar - Había una persona más en el equipo de trabajo de Peter, Laura, Sarah y David. Se llama Frances McHugh. Estuvo trabajando con ellos hace año y medio y durante poco tiempo, unos tres meses.
- ¿Por qué no nos hablaste antes de ella? - quiso saber Mulder.
- Verá, hay una especie de acuerdo interno de silencio respecto a Fran. Ella llegó recomendada y con muy buenas referencias, habría llegado muy lejos de no haber sido porque tenía un pequeño defecto, si lo quieren llamar así: era escrupulosa. Cuando se enteró de las verdaderas investigaciones que sus compañeros estaban llevando a cabo se opuso totalmente a ellas y amenazó con desvelarlo todo a la opinión pública. Pero el señor Sanders, el director de la clínica, logró convencerla de que no lo hiciera. A cambio le ofreció dirigir uno de nuestros laboratorios en Los Ángeles. Fran aceptó y desde entonces trabaja allí.
- ¿Pero qué clase de proyecto se llevaba a cabo para tanto secretismo? - preguntó Scully, intrigada.
Richard bajó la vista; parecía incómodo.
- Puedo imaginar lo que les han dicho: trastornos del sueño y cosas así. Eso es cierto, pero se trata únicamente de la punta del iceberg. Es una creencia muy extendida entre los investigadores de este campo que lo que soñamos es nuestra realidad. Un poco distorsionada, eso sí, pero al fin y al cabo los sueños son reflejo de nuestra vida. Pues lo que en Douces Sommeils se está tratando hacer justamente lo contrario: que lo que pase en nuestros sueños se traspase a la realidad.
- Digamos... - empezó Mulder muy despacio - Digamos que han tenido éxito en ese experimento. Que han conseguido introducirse en los sueños de otras personas y modificarlos a su antojo. ¿Esa modificación podría llegar a incluir un asesinato?
Richard dudó unos instantes, pero finalmente asintió.
***
Minutos más tarde Richard se retiró de la comisaría, pero con la advertencia de que no saliera de la ciudad por si necesitaban más datos.
- Bueno, agentes, esto es verdaderamente fantasioso... - Morrison rompió el silencio que se había establecido desde la salida de Richard Burke. En su voz se notaba frustración -. Llevo 15 años de servicio y jamás me había topado con algo como esto.
- A ver, recapitulemos. Lo que Richard nos ha dicho es que, de alguna forma, en esa clínica tratan de modificar los sueños para brindar esperanza a las personas que no la tienen...
- ...Y que pueden pagar generosas sumas por un porvenir mejor - Scully lo interrumpió mientras se levantaba de la silla en la que se había sentado tan sólo unos minutos antes. - Sé dónde quieres llegar, Mulder. De alguna forma ese conocimiento fue utilizado de una mala forma por alguien con gran rencor por este proyecto, es por eso que asesina a los integrantes... matándolos irónicamente de la forma que ellos mismos desarrollaban.
- Claro, Scully, ¿pero no te parece que, según la historia de Richard, la única que tenía verdadero conocimiento del proyecto como para querer detenerlo de alguna u otra forma es Frances McHugh?
- Eso es incoherente. Sólo eran cinco en el proyecto, si ya mataron a tres y a Sarah supuestamente la atacaron lo lógico es que se sospeche de ella. Lo que quiero decir es que para qué iba a descubrirse tan descaradamente.
- ¿Entonces qué es lo que piensas tú? - dijo Mulder mientras se recargaba en el escritorio y miraba atentamente a su compañera.
-Que alguien está tratando de inculparla. Mulder, eso está muy claro. Y de la única que podemos sospechar hasta ahora es de Sarah Moseng.
- ¿Ella?- Mulder parecía muy sorprendido con la suposición de Scully - Pero a ella la hirieron de la misma manera que a los otros, tú la viste.
- Eso ya lo sé. Pero date cuenta que si Frances lo hubiera hecho la habría aniquilado como a los otros, no la habría dejado vivir.
- Creo que lo más adecuado sería tener a ambas mujeres aquí, ¿no? - propuso Morrison, esperando que los agentes asintieran - Bien, haré que traigan a Frances McHugh a la ciudad.
***
Casa de Sarah Moseng
hora incierta...
Sarah Moseng se encontraba sentada escribiendo un informe en su computadora cuando el sonido del teléfono la desconcentró. Tomó el auricular y contestó.
- Sí.
- Ya hablé con el detective y los agentes del FBI.
- Y bien, ¿te creyeron? - al haber reconocido la voz del otro lado de la línea apagó la computadora y se reclinó en su silla.
- Creo que sí. Bueno, no estoy muy seguro. En cuanto terminé de contar la historia hicieron que me retirara - La voz denotaba nerviosismo.
- Recuerda lo que te puede suceder. Si dijiste algo indebido...
- No, juro que sólo les dije lo que me ordenaste- En la voz del hombre ya no se apreciaba nerviosismo, sino un profundo miedo - Por favor, no me hagas nada, no te delaté.
- De acuerdo, Richard, te creo - Sarah parecía disfrutar al percibir el temor del joven - Por cierto, que tengas dulces sueños - Colgó el auricular en un súbito movimiento.
Richard se quedó pasmado con la última frase de Sarah y en su conmoción dejó caer el auricular, mientras un gesto de completo terror se dibujó en su rostro.
CONTINUARÁ...
(Pero la próxima vez prometemos tardar menos)