fanfic_name = El final de la búsqueda II

chapter = II

author = Señora del Fantasmal

Rating = touchstone

Type = Angst

fanfic = El final de la búsqueda II


Escrita por: Señora del Fantasmal

Disclaimer: Los personajes de Fox Mulder, Dana Scully, Samantha Mulder y Walter Skinner son propiedad de la Fox , de la 1013 y de su creador Chris Carter.

Spoilers: Todos los capítulos en los que hagan referencia a Samantha. Ubicado durante la séptima temporada, antes de "All Things"

Resumen: El encuentro más esperado se convierte en una irreparable tragedia.

Tipo: Mucho Angst y UST.

Nota: Para la realización de este relato, los episodios "Sein und Zeit" y "Closure" nunca existieron.


Lentamente el escenario comenzó a colmarse de personas curiosas y murmullos que Mulder, recluido en su desgracia, no escuchaba. Se movía acompasadamente de atrás hacia delante, con el cuerpo de su hermana pegado a si mismo, sumido en un mundo aparte.

Los carros patrulleros y una ambulancia abordaron el lugar sobresaltando a los presentes con el ruido de sus sirenas, menos a Mulder, que continuaba inmerso en su oscuro aislamiento. Salvo que el corazón de Samantha comenzara a latir milagrosamente, él no se movería de allí. Hacerlo, significaría no verla nunca más. No se arriesgaría a ello.

Las cosas suceden por una razón. ¿Cuántas veces había escuchado esa frase? Seguramente miles; pero ahora no le encontraba ningún sentido. ¿Qué buena razón podría existir para le devuelvan a su hermana y luego se la arrebataran de nuevo? De nada servían los años invertidos en su incansable búsqueda.

"El Dios en el que cree mi compañera es un ser injusto y despiadado", sentenció en su atormentada mente. ¡No quería el bien para nadie, toda esa palabrería era mentira! Desde hace más de 25 años que sufría, y hasta ahora no se había compadecido de él; por el contrario, había sumado otras tragedias sobre su espalda. ¡ Y no podía seguir cargando con ellas! Lo estaban consumiendo e iban a terminar con todo rastro de vida que subsistía en él, incluso la que irradiaba Scully.

¿Dónde estaba su pequeña pelirroja? Tenía que llegar antes de que el manto fúnebre que cubría a su hermana, lo envolviera a él también, y se llevara el último rastro de cordura que aún le quedaba.

"¡Rescátame Scully!", clamó en su interior.

Una menuda mujer, de cabellera roja y vestida con sastre y zapatos de tacón alto, emergió de uno de los autos y comenzó a caminar entre la gente acordonada alrededor de la figura del desconsolado hombre sentado sobre el cemento mojado.

- Oh Dios – murmuró al ver a su compañero. Sintió que los ojos se le empañaron; pero antes que su mejor amiga, era una competente agente del FBI, así que con gran esfuerzo retuvo sus lágrimas.

Intuía con lo que tendría que enfrentarse al arribar, pero nunca creyó encontrarse con una escena tan devastadora. Durante el vuelo, pensó que tal vez podría llegar justo a tiempo para evitar una nueva crisis. Apenas recibió la llamada de aquel hombre, alertándola acerca del peligro que rondaba a su compañero, no se detuvo en razonamientos, se comunicó con su superior Walter Skinner y juntos abordaron el primer avión a Raleigh. Un mercenario del consorcio iba a impedir que Mulder se reuniese con su hermana: ejecutaría un disparo mortal desde un escondite y luego huiría. Era aquello, en pocas palabras, lo que el misterioso individuo le comunicó; pero aún cobijaba la esperanza de que fuera un engaño.

La realidad extrajo el aire de sus pulmones, y por unos segundos interrumpió sus pasos ¿Que iba a decirle? Cualquier palabra que saliera de su boca sonaría fría e impersonal. Sin duda, la situación sería distinta si es que no lo conociera tanto, si tan sólo fuese su compañero de trabajo, el tenebroso Mulder. Ella lo conocía mucho más allá de la superficialidad de su apodo: Había descifrado su alma.

Compartían sentimientos, ambos tenían la facultad de ponerse en el lugar del otro; y ahora sentía el corazón de su compañero roto en millones de pedazos, su desesperanza. Deseó no ser poseedora de esta capacidad, era demasiado doloroso.

Sintió la mano confortante y varonil de su jefe sobre su hombro, y finalmente, se atrevió a acercarse. Pese a no observar cambio alguno en su comportamiento cuando se acuclilló a su costado, decidió hablarle:

- Mulder- dijo suavemente, sin iniciar aún contacto físico con él, por temor a su reacción. Lo protegió de la lluvia con su paraguas y continuó intentando abstraerlo de su aturdimiento. -Soy yo, Scully. ¿Me reconoces? Mulder, por favor, respóndeme - Su estado no se alteró, y ella comenzó a sollozar con angustia. Tal vez ya no hubiera forma de retornarlo de ese lugar oscuro e inhóspito.

Tal vez lo había perdido para siempre.


CONTINUARÁ...

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31/09/2004


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