fanfic_name = El final de la búsqueda III

chapter = 3

author = Señora del Fantasmal

Rating = touchstone

Type = Angst

fanfic = El final de la búsqueda III

Escrita por: Señora del Fantasmal

Disclaimer: Los personajes de Fox Mulder, Dana Scully, Samantha Mulder y Walter Skinner son propiedad de la Fox , de la 1013 y de su creador Chris Carter.

Spoilers: Todos los capítulos en los que hagan referencia a Samantha. Ubicado durante la séptima temporada, antes de "All Things&"

Dedicatoria: A mi nueva amiga Piper_Scully por aceptar ser mi beta, y permitirme ser la suya. Eres una chica magnífica, y te agradezco que hayas aceptado ser mi co-autora en ese fic que estamos escribiendo y que seguro revolucionará el fanfic en español. ¡Gracias!

Resumen: El encuentro más esperado se convierte en una irreparable tragedia.

Tipo: Mucho Angst y UST.

Nota: Para la realización de este relato, los episodios "Sein und Zeit" y "Closure" nunca existieron.

CAP 3

Grandes sueños estallaron en su cabeza. Siempre había pensado que llegaría el día en el que pudiera juntar a las dos mujeres que más amaba en la vida. Las imaginaba riendo y a Samantha contando anécdotas de cuando eran niños. Ella compraría un departamento cerca al suyo, y podrían verse a diario para recuperar los años de ausencia. Conversarían hasta cansarse y se quedarían dormidos en el sillón.

La oportunidad perfecta para renunciar a su labor como Agente Federal y obsequiarle a Scully una vida simple y alegre que nadie pudiera estropear con abducciones o enfermedades. Le daría una hermosa casa en algún suburbio norteamericano, con una cerca de madera blanca, y un amplio jardín trasero donde dos niños pudieran jugar felices y protegidos.

No todas las noches lo atrapaban las pesadillas, a veces, luego de una placentera velada cenando y charlando con Scully, soñaba con una vida diferente. En ella no existían conspiraciones y lo primero que veía al despertar era una maravillosa sonrisa. Lo triste es que aquella fantasía se rompía en cuanto abría los ojos, y la soledad le daba la bienvenida.

A partir de este día ni siquiera podría valerse de esas pequeñas quimeras para sentirse un poco feliz. Las pesadillas se esconderían en los rincones, esperando que intente dormir, para torturarlo hasta que despierte aterrado y llorando. La calidez del pequeño cuerpo de Scully no calmaría sus nervios cada terrorífica noche. Ella probablemente estaría durmiendo pacífica en su cama, ajena a sus deseos de coger su arma e interrumpir su sufrimiento.

Percibía la compasión de la gente a su alrededor. Un sentimiento con el que debería acostumbrarse a vivir. La mirada de su ángel pelirrojo desprendería éso aún sin quererlo, porque conocía la importancia de Samantha en su vida. Nadie estimaba más que ella sus esfuerzos por hallar sana a su hermana.

Sus oídos no detectaban ningún sonido. Sabía que había una multitud de personas consternadas rondándole, pero parecían únicamente cuerpos inanimados. Debía de estar en estado de shock. Sólo su mente continuaba trabajando normalmente, racionalizando la situación; sin embargo, era incapaz de modificarla.

El niño que convivía en su interior sangraba de nuevo y su yo adulto se ocultó en la espera de que su esencia sea curada para poder volver a salir.

Sólo una persona tenía la llave que lo rescataría del cuarto oscuro en que ese adulto se escondía de sus miedos. Únicamente la mujer de sonrisa eterna y ojos marítimos conseguiría curar su corazón herido. Tan sólo ella. Scully.

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Recuperando la claridad que brevemente perdió, Scully empleó su experiencia ganada por los años, para conseguir una respuesta que aquietara el temor de perder a su compañero por una enfermedad mental.

Versada en este tipo de situaciones, sabía que no debía iniciar contacto físico con Mulder hasta que él lo consintiera. Intentar tal aproximación podría degenerar aún más su retraimiento. Necesitaba escuchar una voz cálida y familiar con la que pudiera sentirse seguro.

Skinner permanecía parado a un costado, aguardando el momento en que Scully obtenga una reacción positiva del agente, para que los paramédicos se encarguen de la víctima. Este dantesco desenlace lo hirió también en una manera que jamás pensó sentir, pero su cargo de Director Adjunto requería profesionalismo incluso en el peor contexto.

Observó en silencio la entonación suave y confortante que Scully confería a sus palabras, a las que sólo la había escuchado recurrir cuando se trataba de Mulder. Secretamente la amaba desde que le fue asignada, pero nunca se atrevió a declarárselo, ni lo haría mientras viva. Estaba escrito que el destino quería unida a esa extraña pareja. Una persona cursi concluiría que habían encontrado a su media naranja. El simplemente creía que no existían personas tan complejas como ellos dos, y que por eso, un lazo invisible los sentenciaba a estar juntos, hasta la eternidad, en cuerpo y alma.

Se amaban más allá de lo real y lo común. La atracción física era una mera eventualidad. Si podían leer mutuamente sus almas, conocer cada rincón físico del otro, el tiempo lo dictaría.

Sin que se percatara, sus pensamientos habían desterrado su elmente del entorno que lo cercaba, y cuando regresó a la realidad vio a Mulder liberándose de las riendas de la enajenación. Había reaccionado a la suave persuasión de Scully, y ahora miraba su rostro. Sus brazos ya no apretaban con firmeza el cuerpo de Samantha, e incluso asintió levemente a un mensaje de su compañera.

- Señor, avísele a los paramédicos que ya pueden venir, pero primero tenemos que sacar a Mulder de aquí. Tanta gente cerca puede abrumarlo. - Skinner se aproximó cauteloso, temiendo que su presencia pueda alterar a Mulder; sin embargo, nada ocurrió.

- Todo va a estar bien, Mulder - dijo gentilmente mientras asía uno de sus brazos, y entre él y Scully lograban sostenerlo sobre sus temblorosas piernas. Se sorprendió del cariño paternal que sentía por su rebelde agente, a la vez que continuaba confortándolo. Lo dirigieron lentamente hasta el auto de Mulder, y lo montaron en el asiento del copiloto cuidando de que no se golpee la cabeza al subir. Scully le abrochó el cinturón de seguridad, y se sentó frente al volante.

- No te preocupes, Mulder. No estás solo, me tienes a mí, y sabes que daría mi vida porque esto no hubiese sucedido - dijo quebrándosele la voz en la última palabra. Mulder había apoyado su cabeza sobre el lado derecho del respaldar, y ella tan sólo pudo acariciar su nuca suavemente. Tenía que hacerle saber que no estaba sólo, necesitaba que se lo creyera, de otro modo no podría sobreponerse a esta fuerte perdida. Apretó cariñosamente su brazo, y en ese instante, Skinner apareció en la ventanilla tendiéndole su maletín de viaje.

- Gracias - dijo Scully recibiéndolo.

- ¿Van a estar bien? - preguntó su superior preocupado.

- Bueno, va ha ser una noche difícil. - admitió mirando a su compañero. Sus ojos estaban cerrados, probablemente el angustioso segundo en que su hermana fue disparada estaría repitiéndose una y otra vez en su mente. Una terapia jamás lograría arrancar ese recuerdo, porque no existe cura para sanar un corazón demasiado herido por tragedias pasadas que vuelven a reabrirse - Voy a llevarlo a un hotel para que descanse. Mañana saldremos a Washington DC. ¿Se queda aquí un rato más? -

- Si, hay algunos asuntos que ultimar. ¿Me llama en cuanto llegue al hotel? -

- Si, señor, no se preocupe - Buscó en los bolsillos de la empapada chaqueta de su compañero la llave, y encendió el motor. Skinner aporreó ligeramente el auto instándole a que se marchará. Ella le susurró un gracias y se alejó del lugar en donde la búsqueda de Mulder encontró un inhumano final.

Continuará...

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28/01/2005

06:04 PM

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