Nombre del Fanfic: El final de la búsqueda
Capitulo: IV (final)
Autor: Señora del Fantasmal
Clasificacion: Touchstone
Angst / Drama
Fanfic: El final de la búsqueda IV
Escrita por: Señora del Fantasmal
Disclaimer: Los personajes de Fox Mulder, Dana Scully, Samantha Mulder y Walter Skinner son propiedad de la Fox , de la 1013 y de su creador Chris Carter.
Spoilers: Todos los capítulos en los que se haga referencia a Samantha. Ubicado durante la séptima temporada, antes de “All Things”
Resumen: El encuentro más esperado se convierte en una irreparable tragedia.
Tipo: Mucho Angst y UST.
Nota: Para la realización de este relato, los episodios “Sein und Zeit” y “Closure” nunca existieron.
* * *
Enormes gotas caían sobre el auto, ocasionando un leve, pero constante golpeteo. Scully conducía alternando miradas entre el camino que se extendía delante y su compañero. Mulder mantenía la misma posición desde que había subido al auto.
Scully comenzaba a dudar si, ciertamente, era la mejor opción llevarlo al hotel e intentar atenderlo sin alguien especializado en ese tipo de traumas. En un hospital recibiría el tratamiento adecuado; sin embargo, quizás lo que Mulder necesitaba en ese momento era un rostro amigo, y no personas extrañas que lo psicoanalicen y le saturen la sangre con drogas.
Había encendido la calefacción minutos antes, tratando sin mucho éxito que su compañero recupere el calor corporal. Tenía la ropa empapada pegada al cuerpo y sus dientes tiritaban tan fuerte que ella temió que pudiera rompérseles.
Scully movió por un instante la mano derecha del volante y le retiró un mechón de cabello castaño que le resbalaba por la frente. Era la primera vez que se arriesgaba a tocarlo desde que lo encontró en estado catatónico, y redujo ligeramente su preocupación el que no se sobresaltara.
Vio las luces de neón del letrero de un motel a menos de 200 metros y avanzó hasta el parqueadero. Estaba casi vacío, parecía que no habían muchos huéspedes esa noche. Ocupó uno de los espacios libres frente a la recepción y se detuvo un momento antes de bajar, cuestionándose de nuevo su proceder.
Recordó como veces anteriores, Mulder se había tranquilizado en sus brazos sin la intermediación de sedantes, y se decidió. Bajó del auto y fue a la recepción, donde pidió una habitación doble. En ningún momento cruzó por su mente pedir cuartos separados.
El recepcionista se ofreció a ayudarla en llevar a Mulder hasta la habitación que, afortunadamente, quedaba bastante cerca. Se preguntaba que es lo que le habría pasado al pobre hombre, pero no expresó su inquietud. Cualquiera fuera el problema, la menuda mujer pelirroja que lo acompañaba parecía poder controlarlo por si sola.
Scully le agradeció su ayuda y el amable señor se retiró diciéndole que no dudara en llamarlo si lo necesitaba de nuevo. Guió a Mulder hasta el baño y lo sentó en la tapa del retrete, mientras ella encendía la calefacción. Abrió el caño de agua caliente, y mientras esperaba a que se llenase la tina, se acercó a su impasible compañero. Casi no se había movido desde la tragedia; sin embargo, en sus ojos algo había cambiado, tal vez fuera una pequeña chispa de esperanza lo que veía en ellos, quizás sólo su imaginación rogando porque él se recuperara de ese trance, pero lo que es seguro, es que él seguía atento cada uno de sus movimientos. Y de alguna manera u otra...eso era un avance.
- Voy a darte un baño para que te calientes ¿bien? Yo me voy a ocupar de todo – aunque no se manifestara en su cuerpo, sabía que su voz lo calmaba, siempre lo había hecho. Se agachó delante de él y comenzó a desvestirlo, quitándole primero las zapatillas y las medias.
La conmovió que Mulder permitiera esta intrusión. Era una demostración de cuanto confiaba en ella. Pero en su mente, Scully no podía dejar de sentir que, de algún modo, lo que hacía era incorrecto. A pesar de todo, continuó con su tarea. Le sacó la chaqueta negra y la camiseta mojada. Removió sus jeans, y tras desproveerlo de la última prenda que resguardaba su intimidad, sujetándolo por la cintura, lo arrastró hasta la tina. Lo introdujo y Mulder, instintivamente, se acurrucó en el interior, inclinándose hacia delante con los brazos apretados alrededor de sus rodillas flexionadas.
- En un rato vas a sentirte mejor. – le animó sentándose en el borde de la bañera, y comenzando a enjabonar su tersa espalda. Conforme lo bañaba vio como los temblores disminuían, y sus músculos, antes en tensión, se relajaban. Decidió que era suficiente cuando el agua empezó a enfriarse. – Listo – dijo dulcemente, ayudándolo a incorporarse. Lo envolvió en una mullida toalla y lo guió hasta la tapa del inodoro para poder secarlo. - ¿Cómo te sientes? ¿Mejor? – Mulder levantó la cabeza hacia su compañera y asintió débilmente, haciendo soltar la primera sonrisa de Scully.
Lo secó lo mejor que pudo, lo guió hasta la cama, y le ayudó a ponerse un pantalón de algodón que fungía de pijama y su incondicional camiseta gris. Scully se preguntaba si tenía varias de esas, o es que simplemente no la lavaba nunca. Debía ser lo primero, porque desprendía un rico olor, como su dueño.
Retiró el cubrecama y la sábana para que Mulder se acostara. Encendió la lámpara puesta sobre la mesa de noche, imaginando que así se sentiría más tranquilo. Mulder se echó sobre un costado, dándole la espalda, pero en cuanto vio que Scully daba unos pasos lejos de él, estiró su mano en dirección a ella.
- Aquí estoy, no me voy – le prometió apretando su mano, besándola tiernamente. – Sólo voy a llamar a Skinner para decirle que estamos bien – sin separarse de Mulder, presionó en su celular el número pregrabado de Skinner. Tras cortar la llamada, sus cinco sentidos volvieron a concentrarse en su compañero. Un mechón de su cabello resbalaba sobre su frente, concediéndole un aspecto adorable.
Sólo en ese momento, notó que su ropa estaba mojada, y fue a cambiarse al baño, no sin antes tranquilizar a su asustadizo compañero. Cuando salió, Mulder no se había movido un ápice de su lugar y sus ojos estaban cerrados. Creyó que estaba dormido. Silenciosamente, comenzó a ordenar sus cosas dentro de su maletín y colgó las toallas húmedas sobre el tubo en donde se fijaba la cortina de la ducha.
Cuando terminó, se apoyó contra el respaldar de la cama, y cerró los ojos intentando descansar durante unos minutos, aunque sabía que no podría. Esa noche ninguno de los dos conseguiría dormir. Esperaba no tener que suministrarle una pastilla para dormir, no quería sedarlo, terminar actuando como un médico. Esa noche él la necesitaba como su amiga.
- ¿Scully? – escuchó una voz temblorosa y rasposa. Abrió los ojos inmediatamente y encontró a Mulder observándola, echado de espaldas en la cama. No sabía cuanto tiempo llevaba mirándola apostado en esa posición. No lo sintió moverse. Tal vez el cansancio si había logrado vencerla durante unos breves segundos. - ¿ Estás molesta conmigo? – le preguntó con una encantadora inocencia. Scully no dijo nada, sólo lo tomó en sus brazos, como si se tratara de un pequeño niño. A veces le parecía que en realidad lo era, la palabra adulto no le acomodaba bien en ciertas ocasiones, sobretodo cuando los recuerdos de su traumática niñez arremetían con fuerza, volviéndolo vulnerable.
Besó su cabeza, y con sus brazos lo abarcó lo más que pudo. Soportó el peso de su cuerpo, deseando que él no fuera tan grande, o quizás que ella no fuera tan pequeña, para poder abrazarlo a su gusto.
No necesitó responderle a su pregunta con palabras, Mulder entendió perfectamente que en ese momento, en lo último que pensaba su compañera, era en que la había vuelto a traicionar.
De repente Scully sintió su cuerpo sacudiéndose contra el suyo, y luego un par de sollozos tímidos, como si se rehusara a llorar abiertamente delante de ella. Lo levantó del escondite improvisado en su vientre, sólo para conducirlo hasta su pecho, donde su manos iniciaron un sutil recorrido por su amplia espalda, brindándole la entera confianza a que desatara todo su dolor.
Mulder dejó que las lágrimas salieran de sus ojos sin ninguna resistencia. Sabía que Scully no pensaría menos de él porque lo viera llorar. Probablemente se sentiría patético cuando regresase a su estado normal, pero por el momento no le importaba.
Scully no se molestó en hablarle, los gestos muchas veces entre ellos dos, expresaban más que las palabras. Enfatizó su abrazo, diciéndole en silencio que compartía su pena, que aunque el mundo se partiera sobre sus cabezas, ellos seguirían juntos.
Mulder dejó de llorar paulatinamente, pero no por ello se separó de Scully. Por el contrario, se aferró más a ella. Continuaba abstraído hacia el mundo, menos de aquello que le brindaba seguridad.
Scully, sintiendo que comenzaba a temblar de nuevo, jaló el edredón y lo tapó, evitando hacer mucho movimiento. Mulder parecía estar quedándose dormido. Sus ojos se cerraban, pero inmediatamente volvían a abrirse. Viendo esto, Scully comenzó a susurrar una vieja canción de cuna que su madre solía cantarle cuando era una niña. Siempre funcionaba, y esta vez con Mulder, surtió el mismo efecto.
Su respiración se sosegó, y al cabo de unos minutos empezó a roncar suavemente. Scully sonrió ante la relajada apariencia de su compañero, y decidió dormir también, pero la distrajo unos golpes en la puerta.
Cautelosamente, salió de la cama y abrió la puerta, encontrando a su director adjunto parado en el pasillo.
- Hola – dijo Scully.
- Hola – respondió Skinner - ¿Cómo está él? – preguntó mirando hacia dentro de la habitación.
- Bien, dentro de lo que se puede esperar. Acaba de quedarse dormido – Skinner asintió. Se tranquilizó tras escuchar sus palabras. Pensó que iba a encontrarse con un peor escenario.
- He mandado a cotejar sangre de... Samantha, con la que ya tenemos de Mulder en Quántico, pero no creo que arroje algo diferente a lo que ya sabemos. Ambos hemos visto con anterioridad clones de Samantha y... -
- Si, ya sé – le cortó – Pero de todas maneras hay que asegurarnos - se miraron sin saber que decir durante unos segundos.
- Bueno, ahora los dejo solos. Voy a estar en la habitación contigua, por si me necesitan. – dijo despidiéndose. Justo antes de entrar a su habitación, se volteó para confirmarle la hora en que saldrían de regreso a Washington DC al día siguiente.
Luego de esta breve conversación, cada uno entró a su habitación. Scully se tendió sobre un lado de la cama, a observar a su compañero dormir, esperando que él pudiera descansar hasta la mañana siguiente sin más sobresaltos.
Acarició su mejilla y besó su frente. Después lo atrajo con un poco de esfuerzo hacia ella. Mulder, inconscientemente, buscó amoldarse al cuerpo que lo cobijaba, cruzando uno de sus brazos por encima de su cintura, y situando su cabeza sobre su pecho.
- Duerme bien mi ángel – susurró recorriendo sus manos por su pelo castaño, sintiéndose bendecida por tenerlo en su vida, y orgullosa, porque las tragedias que continuaban hiriéndolo, en vez de destruirlo, sólo conseguían convertirlo en una persona más fuerte.
* * *
Lugar desconocido
En una habitación blanca y grande, abastecida con equipos médicos, una mujer de tez clara, cabello ondulado castaño, y delgada, yacía dormida por los sedantes suministrados, en una camilla de metal.
Un grupo de hombres trabajaban en torno a ella, haciendo extrañas e innumerables pruebas comandadas por el hombre que observaba atento cada uno de los procedimientos efectuados, a través del gran ventanal ubicado a un costado de la habitación.
Se llevó un cigarro a la boca, pensando en lo cerca que su proyecto había estado de ser desmantelado; pero eso ahora, no le preocupaba. El traidor había pagado caro su atrevimiento. Para ese momento, sus secuaces debían haber cumplido ya con su orden.
Dándole una última calada a su cigarro, tiró la colilla al suelo, y la aplastó con la punta de su brilloso zapato. Seguido, dio un último vistazo al sujeto de prueba, y se marchó del lugar, dispuesto a hacer que este experimento siga su curso sin más interrupciones.
FIN
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24/07/2005
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