fanfic_name = Jugando a ser tú

chapter = 3

author = Luvi_trustno1

dedicate = Disclaimers: Mulder, Scully, Skinner, The Lone Gunmen, etc., no me pertenecen, solo juego un poquito con ellos. Y desde luego los nombres Chris Carter, Gillian Anderson, David Duchovny, etc., son invención mía, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

Spoliers: Ninguno, créanme.

Clasificación: A ver si ustedes me dicen, jejeje…

Dedicatoria: A todos los x-philos, los que leen y los que escriben, gracias a ellos X-Files nunca morirá.

Feedback: ya saben: evanescence_xARROBAlycos.es

Nota: Algunas de las cosas que relata “David” en este capítulo son absolutamente invención mía, no existe prueba alguna que pueda hacer sospechar lo contrario, creo.

 

Rating = touchstone

Type = Alternative Universe

fanfic = Jugando a ser tú: Tercera Parte

 

 

Vancouver – Canadá.

Tres días después.

 

 

- Corten – la voz de David Duchovny sonó a su lado y el camarógrafo cortó la toma con el rostro de Skinner, es decir de Mitch, que se había quedado sorprendido ante la salida del agente Mulder de la sala del cine. Los demás, vestidos con trajes elegantes, dejaron de aplaudir y se pusieron de pie.

- ¡Listo, queda! – la voz del director – Terminamos por hoy, podemos ir a casa.

- Genial.

 

Sí, realmente había sido muy cansado. Ensayos, vestuarios, tomas repetidas…. ¡y vaya que si habían tenido que repetir varias!

Y Scully, tenía que reconocerlo, era por su culpa.

Pero nadie parecía enfadarse, al contrario, todos la comprendían.

Culpa del accidente, tendría que haber tenido algo más de tiempo de descanso, una lástima que el tiempo estuviera casi vencido.

Al día siguiente filmarían la escena final del episodio y la semana siguiente tendrían que volver a California a filmar algunas escenas faltantes antes de que pasara a edición.

Era una vida de locos.

 

- ¿Cansada? –la voz de David a su costado. Ella asintió- ¿Quieres que te lleve a casa?

- Sí, te lo agradecería.

- Oye, no seas tan formal conmigo. Ya dijeron “corten” –él sonrió.

- Voy por mi abrigo –correspondió a la sonrisa.

 

Hicieron el trayecto en silencio. David no podía dejar de observar a su compañera, ella miraba por la ventanilla, completamente lejana.

El accidente la había cambiado mucho. Hablaba menos, su expresión parecía más triste. Era como si fuera otra persona.

“Como si realmente fuera Dana Scully”

Detuvo el auto y ella pareció no darse cuenta.

 

- ¿Gill?... Gillian…

- ¿Eh? –ella se volvió lentamente hacia él.

- Ya llegamos.

- ¿Ah? –Scully lanzó una mirada a la casa frente a la cual se habían detenido y parpadeó- Sí, yo… lo siento, no sé en qué estaba pensando.

- ¿Te sientes bien?

- Sí, claro. Gracias por traerme. –Abrió la portezuela del auto y, cuando había puesto un pie fuera de él, se volvió nuevamente- Muld… David, ¿quieres pasar?

- Eh… -él pareció dudar un momento.

- Oye, si no… -Scully recordó que le habían dicho que era casado.

- Claro, no hay problema.

 

Entraron. Se quitaron los abrigos y los dejaron en el perchero que estaba a un lado del pasadizo. Hacia el lado derecho estaba el salón, grande, acogedor. Un enorme y suave sillón frente a la chimenea que ardía calentando la estancia.

Alguien bajó por las escaleras.

 

- Ya estás aquí –la voz de Sandy, envuelta en una mullida bata rosa.- Hola David.

- Hola Sandy.

- ¿Y Piper? –preguntó ella. Se había acostumbrado rápido a su rol de madre.

- Durmiendo.

- Lo imaginé.

- ¿Quieren comer algo?

- No sé, David tu…?

- No, realmente no.

- Tampoco yo. No te preocupes Sandy, vuelve a la cama.

- De acuerdo. Hay café caliente si se les antoja.

- Gracias.

 

Cuando Sandy desapareció escaleras arriba, David tomó asiento.

 

- ¿Quieres un café?

- ¿Por qué mejor no me invitas algo más fuerte?

- ¿Cómo qué? –ella sonrió.

- No lo sé, ¿qué tienes?

- Déjame ver… -ella se acercó al pequeño bar que había a un lado.- ¿Brandy está bien?

- Claro.

 

Sirvió un par de copas y las llevó. Se sentó a su lado, viéndolo saborear el contenido.

 

- Bueno –dijo él. Y luego reparó en que era observado - ¿Qué ocurre?

- No, nada –ella bebió un sorbo.

- ¿Sabes algo, Gill? Todavía me sorprendes.

- No te entiendo.

- Me miras como si no me conocieras. Y la verdad es que a veces siento que tampoco te conozco.

- Ah, eso… -ella sonrió y bajó la mirada.

- ¿Ves? ¡A eso me refiero! –el sonrió abiertamente.

- ¿Qué? –ella lo miró sorprendida

- Tus gestos, es… es… como si nunca dejaras de grabar…

- Lo siento, yo…

- No te disculpes Gill, no es ningún reproche. ¿Todavía no puedes recordar del todo, verdad?

- Creo que no…-ella levantó las cejas y volvió a mirar la copa.

- Ahí va de nuevo –David rió- tus gestos…

- No me doy cuenta –ella sonrió- Sé que esto te sonará extraño, pero… ¿cómo soy yo? Normalmente, quiero decir…

- Ríes más –dijo él sin vacilar y ella no pudo evitar sonreír- ¡En serio! Ríes cuando te equivocas en una línea, o cuando yo me equivoco, haces reír a Chris… Claro que a veces nos haces llevar buenos sustos…

- ¿Así?

- Sí, como cuando estábamos grabando la película en África…

- ¿África? –ella arqueó una ceja- ¿Qué hacíamos ahí?

- La escena de las abejas y del campo de maíz. Te lastimaste los ojos.

- Escena…-repitió ella intentando disimular un extraño dolor que se había instalado en su pecho.

 

Ella no lo recordaba como una escena y tampoco que hubiera sido en África. Ella recordaba una persecución en Texas, el ataque de las abejas, la huída a través del campo de maíz con los helicópteros sobre ellos. Y luego la audiencia y la orden de traslado, la visita al departamento de Mulder… Todo fantasía, todo mentira…

 

- ¿Hemos filmado alguna vez una escena romántica?

- ¿Te refieres a que si nos hemos besado en pantallas? Bueno, sí, varias veces… Sólo que a menudo Chris las corta.

- ¿Cuáles?

- A ver… cuando hicimos Memento Mori, en el pasillo del hospital. ¿Cómo era? Ah, sí, ya recuerdo… “Creo que la verdad te salvará, Scully, nos salvará a ambos…”

- No recuerdo ningún beso… -dijo ella sintiendo que apenas podía articular. Desde luego podía recordar perfectamente esas palabras, su cáncer…

- Pues sí lo hicimos. Nos abrazamos, te besé en la frente y luego en los labios y luego giraste y te fuiste… Sólo que a Chris no le parecieron suficientes cuatro años para que Mulder y Scully llegaran a ese punto, así que lo cortó…- se rió- Y en la película, se supone que iría a tu casa, con unos tragos encima me había dado valor y tendríamos que haber… ya sabes, tendríamos que haber hecho el amor…

- ¿Lo dices en serio? –Scully miró a David con los ojos muy abiertos.

- Sí… Incluso hicimos algunas tomas… Y luego Chris cambió todo y terminé sacándote de la cama en la madrugada para llevarte hacer una autopsia –David rió, terminó su copa y se puso de pie- ¿Te importa si me sirvo una más?

- No, claro… adelante –también Scully bebió otro sorbo, esta vez más largo. Sintió que David regresaba al sillón.

- Así es Chris… Llegué a pensar que también en “Millenium” cortaría el beso de año nuevo…

 

Scully recordaba ese beso. Mulder la había sorprendido entonces, tierno, dulce... Y triste. Era hablar sin hablar, prohibido.

Los ojos se le llenaron de lágrimas.

 

- Oye, ¿te sientes bien?

- Sí, yo…

- Ven acá…

 

David la abrazó por unos minutos mientras ella intentaba serenarse, respirar profundo. Cuando él sintió su respiro más tranquilo, la besó en la frente y la miró acariciándole el rostro.

Era una caricia que ella no desconocía. Pero había algo diferente. Los ojos del hombre, había ternura… Pero era diferente.

 

- David, ¿siempre ha sido así? Me refiero a que… ¿todo es fantasía?... entre nosotros nunca…

- ¿Te refieres a tú y yo? ¿David y Gillian?... pues…ufff –él se alejó un poco, bebió un trago y dejó la copa a un lado.

- ¿Debo entender que sí?

- Pues sí… -él le acarició la barbilla.

- ¿Cómo fue? –Scully pareció notar que su mirada tenía otros matices, incluso el gesto con sus labios. “Más como Mulder…”, se dijo.

- Fue… fue hermoso. Cuando hicimos el casting, bueno, me sorprendiste. Teníamos una gran química, creo que ninguna escena del año siguiente nos salió mejor que aquella de la prueba. Pasábamos mucho tiempo juntos. Si no grabábamos, ensayábamos para que todo saliera perfecto y entonces, bueno, lo que no hacían Mulder y Scully, terminamos por hacerlo nosotros… Realmente estábamos locos.

- ¿Y qué ocurrió? ¿Por qué se acabó?

- Pues… creo que todavía éramos muy jóvenes, y yo era demasiado inmaduro. La serie tuvo tanto éxito, los premios, la gente que nos conocía cada vez más… No me porté bien contigo Gill… Lo siento.

- Entiendo…

- Y luego pasó el tiempo, al año siguiente te enamoraste, te casaste, ¡les diste un gran dolor de cabeza cuando te embarazaste!... y después conocí a Tea, me casé… historia conocida.

- Me separé…

- Sí, te divorciaste. Pero tuviste a Piper y nunca te he visto tan feliz como entonces. –ambos sonrieron.

- David, tú y yo…¿tuvimos intimidad?

- Uohh… -él sonrió apenado, pero ella parecía esperar una respuesta- Me siento raro contándote esto, como si me estuviera confesando… Sí, linda, hicimos el amor… muchas veces –la vio sonrojarse mientras bajaba la mirada.

- ¿Y estuvo bien?

 

David la miró con una sonrisa, los ojos le brillaban. Se frotó la barbilla y luego cerró el puño y cubrió su boca con él.

Estaba sorprendido. De pronto Gillian estaba demostrando una inocencia encantadora, como la de Dana Scully, como la que tenía cuando la conoció.

.

- Estuvo genial.

 

Por unos minutos la quedó mirando en silencio. Gillian mantenía esa mirada dulcemente melancólica. Una mirada que no veía desde que terminaron su relación, la que le hacía arrepentirse de lo que había hecho. Sí, estaba cautivante esta noche.

Claro, siempre lo había sido.

Un instante fugaz en los que mil recuerdos pasaron por la mente de David Duchovny, recuerdos que tentaban para que fueran revividos.

Pero ahora ya no era un jovencito. Estaba casado, tenía una familia. Se podía decir que era feliz, había encontrado paz. No podía arriesgarse a perderla.

No podía quedarse un minuto más cerca de ella, sabía que si lo hacía, sus buenas intenciones se irían al infierno

 

- Debo irme, linda.

- Sí, claro. Te acompaño.

 

David se colocó el abrigo y abrió la puerta. La mano de ella lo detuvo.

 

- Gracias por todo –dijo Scully.

 

No pudo evitarlo. La estrechó fuertemente entre sus brazos por un minuto y luego la miró directamente a los ojos.

 

- Gillian, hay algo que quiero que no olvides jamás… Pase lo que pase, tú eres mi mejor amiga, ¿de acuerdo? Tómate el tiempo que necesites y luego regresa.

 

Ella asintió con una sonrisa. David volvió a abrazarla, depositó un beso pequeño en su frente y otro en sus labios. Dio la vuelta y salió sin mirarla.

Scully cerró la puerta y se dirigió a la pequeña alfombra junto a la chimenea.

Había entendido perfectamente lo que David le había querido decir.

¿Pero cómo? ¿Cómo podía ser alguien que nunca había sido?

Volvió a recordar lo que le había dicho David sobre la película.

No podía ser cierto. Ella lo había vivido… el miedo, el frío. Y a Mulder, frente a ella en el pasillo de su edificio, sus palabras, su expresión… ¡El había ido a la Antártida por ella! ¿Acaso no se había convencido con ello de que la amaba? ¿Acaso no fue eso lo que la hizo convencerse de que siempre iban a estar juntos? ¿De que ella jamás lo abandonaría?

¿Es que todo esto podía ser mentira? ¿Podía ser una simple escena de una serie?

Subió a la sala de estar y buscó entre las películas.

Sí, allí había un cinta que decía Millenium.

La puso en la vídeo casetera y se sentó a mirarla.

No, no era así.

Es cierto, alguien idéntica a ella representaba su vida.

Pero no su vida completa.

Allí todo terminaba en el beso ¿y lo demás? El salir de aquel lugar para caminar abrazados durante horas, mientras la gente bebía y bailaba en las calles. Y luego llegar a un parque y sentarse allí, abrazados, durante horas, hasta ver a su lado el amanecer.

No, nada de eso era una grabación.

Esa era su vida. Y tenía que recuperarla.

Durante unos segundos pensó en Piper. Fue a la habitación de la pequeña y en silencio se acercó a ella y la besó en la frente. Luego se dirigió a su habitación, pensando en cuanto había llegado a quererla.

Pero también supo que, en algún lugar, una mujer que era una artista estaría pasándolas muy mal intentando ser una agente del FBI.

Estaría jugando a ser ella al lado del hombre que amaba.

Una mujer que estaría extrañando a su hija.

Tendría que encontrar el modo de volver, tenía que pensar. ¿Qué pensaría Mulder?

¿Qué era lo último que había sucedido en su vida?

El accidente, el choque.

En ese mismo momento, Gillian Anderson había tenido un accidente, pero ella se había volteado.

Tenía que ser algo que podían haber hecho ambas. ¿Qué?

En la habitación había una luz muy tenue procedente de la lámpara en la mesa de noche. Se paró frente al espejo y miró su reflejo.

Sí, ella. Sólo que no reflejaba la habitación en la que estaba.

Lo que se veía era su habitación, su departamento.

Y entonces su reflejo, que tenía dibujado en el rostro el mismo gesto extrañeza que ella debía tener en ese momento, gritó.

 

 

Continuará.

 

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