fanfic_name = Jugando a ser tú

chapter = 4

author = Luvi_trustno1

dedicate = Disclaimers: Mulder, Scully, Skinner, The Lone Gunmen, etc., no me pertenecen, solo juego un poquito con ellos. Y desde luego los nombres Chris Carter, Gillian Anderson, David Duchovny, etc., son invención mía, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

Spoliers: Ninguno, créanme.

Clasificación: A ver si ustedes me dicen, jejeje…

Dedicatoria: Muy especialmente a Altamirus y a Nymphadora, gracias por todo.

A coldqueen, conocimiento acumulado y a todos los que estén siguiendo estas enredadas líneas.

Feedback: ya saben: evanescence_xARROBAlycos.es

Nota 1: Sean piadosos si hay algún error respecto de la temporalidad, si? A ratos yo misma me confundo…

Nota 2: Aunque puedo ubicar esta historia en la séptima temporada, todavía estoy usando la dirección de Maryland para Scully y no la de Georgetown. Fue un error al comienzo y continúo ex profeso para no alterar la historia.

 

Rating = touchstone

Type = Alternative Universe

fanfic = Jugando a ser tú: Cuarta Parte

 

Maryland – Virginia.

Apartamento de Dana Scully

Una semana después.

 

Apagó el televisor y abandonó el sillón para dirigirse al dormitorio.

Hubiera querido dormir, es más, hubiera querido estar ya dormida y que, al despertar, las cosas siguieran tal y como estaban aquella mañana, antes de la bendita llamada de su representante.

Demasiado pedir.

En los tres días que había permanecido en el hospital había estado dándole vueltas y más vueltas al asunto, pero cuanto más lo pensaba, menos lógica le encontraba.

Lo que no significaba que no estuviera sucediendo.

Por alguna razón-era lo único que podía concluir- estaba dentro de la serie, estaba viviendo la vida de su personaje.

Sólo que esta vez no era ninguna representación.

Después de los estudios le diagnosticaron un caso leve de amnesia, probablemente debido al shock aunado al estrés.

Debía superarlo poco a poco con algo de descanso.

“Superarlo… ja”

Había recibido la visita de Mitch, es decir, del DA Walter Skinner, para desearle que se recuperase pronto y que se tomase el tiempo que necesitara.

Luego sus amigos, los Pistoleros Solitarios… Qué locura, se sentía como si estuviera grabando y todos se supieran sus líneas menos ella.

Porque, para su desgracia, este capítulo jamás había sido grabado.

Y luego estaba David… o mejor dicho Mulder, que la miraba preocupado, enamorado.

Ella conocía esa mirada. Hacía muchos años, David tenía esa mirada para con ella.

Pero algo era diferente. Este “Mulder”… parecía estar siempre triste, incluso cuando sonreía.

Porque hasta ahora jamás lo había visto reír.

Fue precisamente él quien la trajo a casa.

“¡Oh, por Dios! ¡Parece una caja de cerillas!”, había exclamado ella apenas al entrar; no pudo evitar reírse a pesar de que eso le provocaba un dolor en las costillas.

Pero la risa se le cortó al mismo tiempo que la respiración cuando él le preguntó si quería que llamara a su madre.

 

- ¡No! –gritó y Mulder se quedó observándola sorprendido- … quiero decir… no es necesario, no quisiera preocuparla.

 

Por unos segundos se le presentó clara la imagen de Sheyla interpretando el papel de madre abnegada revoloteando por aquel pequeño departamento a todas horas.

Y como estaban las cosas, no le hubiera extrañado que también apareciera Pat en ese papel de hermano gruñón, con el semblante fruncido, dándole uno de esos sermones que tanta risa les provocaban a ambos cada vez que grababan.

Solamente que no dudaba que esta vez no le parecería gracioso…

 

- ¿Scully? ¿Me estás escuchando?

- ¿Ah? ¿Qué?...-ella lo miró sorprendida, recién caía en la cuenta de que hace unos momentos él movía los labios- …¡Ay, lo siento! Estaba pensando en otra cosa. ¿Qué me decías? –ella sonrió.

 

Mulder no podía creer lo que veía. Scully estaba sumamente distraída, lo cual podía ser normal hasta cierto punto, pero ¡le dedicaba una traviesa sonrisa!

 

- Dije que de todos modos no puedes quedarte sola, alguien tiene que estar al pendiente…

 

Bajo otras circunstancias, él no habría dudado un instante en instalarse de inmediato en el sofá. Pero Scully no lo recordaba completamente, era evidente. Es más, a menudo lo confundía con un tal David, con quien al parecer tenía mucha familiaridad aunque él desconocía absolutamente quién era.

Y eso realmente le disgustaba.

¿Por qué Scully tendría que haber tenido secretos para con él?

 

- ¿Por qué no te quedas tú? Al parecer conoces esto mejor que yo –dijo paseando la vista alrededor como si estuviera en un lugar cómicamente desconocido y buscara alguna dirección para empezar a explorar- Por cierto ¿dónde rayos está la cocina? Me muero de hambre.

- Es allá –Mulder le señaló el camino y ella se dirigió ahí con paso decidido aunque todavía tembloroso- Voy a sacar algo de ropa de tu placard –agregó.

- Ajá, así que es cierto que tienes ropa en “mi” departamento –dio una acentuación especial a la palabra- ¿Y por qué, eh?

- Es para casos de emergencia –dijo Mulder alzando un poco la voz.

 

Desde el dormitorio podía escuchar como abría y cerraba las alacenas e incluso la escuchó decir “¡Cómo diablos se vive con esto!”

 

- ¡Sólo hay esto! –le dijo ella con expresión indignada cuando él salió del dormitorio con su bolsa.

 

Ella llevaba en una mano una bolsa de cereal y en la otra un bote de yogurt natural.

 

- Siempre te dije que algún día te ibas a aburrir de comer lo mismo.

- Mulder, con esto no se puede sobrevivir. ¡Es peor que la comida del hospital!

- ¿Quieres que traiga algo? ¿Qué se te antoja?

- No lo sé, algo rápido… Ese es el dormitorio, ¿verdad? –se encaminó hacia allí- Que tal si pides una pizza mientras me pongo algo cómodo… ¡No, mejor pide comida china!

 

Gillian recordaba lo cómica que le había parecido la expresión de Mulder mientras la veía comer, como si nunca antes lo hubiera hecho.

Aunque técnicamente era así.

Él se había quedado tres días con ella, tiempo que había servido para observarlo en detalle, así como ella era observada.

En cierta forma ella tenía algunas ventajas. Si las cosas eran como las suponía, y en realidad no había algo que la hiciera dudar, entonces ella conocía los detalles de sus vidas pues siempre los capítulos se filmaban con bastante antelación.

Así que sólo tenía que averiguar en qué etapa de su relación estaban Mulder y Scully cuando todo esto había sucedido.

Y, la última noche que Mulder estuvo en su apartamento, decidió profundizar su exploración. ¿Pero cómo?

No había remedio. Lo mejor era ir directamente al punto.

 

- Mulder, ¿cuánto tiempo llevamos juntos?

- Poco más de siete años…

- Puede decirse que me conoces bien.

- Puede decirse que ambos nos conocemos bien… -dijo Mulder casi en un susurro.

 

Gillian inclinó la cabeza hacia un lado y clavó su mirada color cielo en las pupilas del hombre, como queriendo explorar el trasfondo del comentario.

¿Es que había algo en la relación de Mulder y Scully que ella no conocía?

“Es imposible” –se dijo- “Yo creo cada uno de sus movimientos, ella respira por mí…”

Aunque claro, vistas las circunstancias, la duda podía considerarse razonable.

 

- ¿Mulder, es que acaso tú y yo…?

- Scully, no me pidas que responda a eso y no saques conclusiones apresuradas. Toma las cosas con calma –dijo él llevando la mano hacia su rostro en un gesto cálido y reconfortante- Ya verás como recordarás todo…

- Probablemente –dijo ella y se puso de pie- pero es que soy tan impaciente…-se fijó que Mulder tenía la mirada clavada en ella, en cada uno de sus movimientos- … ¿o no lo soy?...

- Pues… supongo que a veces…

- Mira Dav… -se mordió el labio inferior cuando vio a Mulder bajar la mirada- quiero decir Mulder… es que yo…

- No te preocupes- él se puso de pie y apoyó las grandes manos sobre sus hombros- poco a poco…

 

Por unos segundos, Gillian sintió aquella mirada verdosa como una caricia; por unos segundos, la vertiginosa sensación de estar en medio de un torbellino empezó a desvanecerse hasta quedar rodeada sólo de una cálida paz desconocida.

Y por unos segundos, quiso permanecer así, atrapada en un mundo de palabras silenciosas, sin necesidad de volver.

 

- Mmm, yo…-él empezó a articular con dificultad- creo que debería irme…

 

Mulder se dirigió al perchero donde la chaqueta había reposado ya bastante.

Se sentía nervioso, confundido.

Nunca antes ella le había sostenido tanto tiempo la mirada. Siempre, y era algo que lo atraía, ella la desviaba de un modo tímido, huidizo.

Esta vez quien huía era él.

Había algo diferente en la mirada de Scully; más entereza quizás, más decisión.

 

- ¿Es que no te vas a quedar a cenar? –Gillian hizo un mohín con los labios.

- No lo creo… Molly debe estar extrañándome…

- ¿Molly? –el semblante de ella cambió repentinamente y su voz sonó fría.

- Sí…-él sonrió condescendiente-… mis peces…

- ¿Peces? ¡Ah, tus peces! –rió- Había olvidado a tus peces.

- Sí, bueno… te llamo mañana.

- No te lo perdonaré si no lo haces.

 

Mulder sólo asintió con la cabeza y salió en silencio con la sombra de una sonrisa asomando a su semblante.

Al día siguiente ella esperó todo el día esa llamada. En vano.

Una sombra de rabia se depositó en su estómago y, aunque tenía su número en el celular de Scully, se dijo que no iba a llamarlo.

Esa noche soñó con el accidente.

Se vio a sí misma dejando su cuerpo para encaminarse hacia un largo túnel de luz, hacia una mujer que también abandonaba su cuerpo y avanzaba en dirección de ella.

Lo ilógica era que aquella mujer y ella eran la misma persona. Al cruzarse, ambas se detuvieron unos segundos y se miraron atentamente a los ojos, en un silencio que parecía eterno.

Luego, lentamente, reanudaron su marcha hasta que ella llegó al final del túnel y se dio de cara con la oscuridad de una habitación.

El teléfono estaba sonando.

Miró el reloj. 2.38 a.m.

“¡Pero quién diablos…!”

 

- Hola –dijo con sequedad.

- Soy yo.

- ¿Mulder? –se sentó de un solo movimiento- ¿No te parece que es un poco tarde?

- Sí, bueno… iba a llamarte más temprano, pero pensé que quizás si respetaba la rutina podría ayudarte a recordar…

- Es cierto…-ella sonrió con algo de amargura- tu insomnio…

- ¿Cómo te has sentido?

- Bastante aburrida, la verdad… Creo que mañana iré de compras, puedo darme cuenta de que hace mucho tiempo que no lo hago y…-entonces lo recordó. No podía hablar como si fuera ella quien lo hiciera-… Estoy bien.

- Es bueno que quieras distraerte, Scully. Disfruta tu día.

- Lo haré. Y tú relájate un poco ¿sí? Te noto tenso…

- Claro.

 

Gillian escuchó que sonreía y luego nada.

 

- Adios, ¿no? –dijo sarcástica y con el ceño fruncido mientras miraba el aparato.

 

“Que hombre extraño”

Lo pensó en ese momento y lo seguía pensando ahora que estaba sentada en la cama, frente al placard, que había dividido en dos partes: una de blusas y faldas de colores encendidos… y la otra atestada de trajes sastre en tonos oscuros y neutros.

Tenía que escoger uno.

Al día siguiente tenía que volver al trabajo.

La idea la dejaba paralizada. Pero se daba valor diciéndose que ella se sabía de memoria lo que tenía que decir…

Se puso de pie y seleccionó un traje en tono gris claro y sujetándolo a su cuerpo, se dirigió hacia el espejo.

Entonces lo notó.

Como si la niebla hubiera descendido en la habitación. O más claro, en el espejo.

Y la imagen. Una habitación que reconocía como suya pero evidentemente no aquella en la que se encontraba en ese momento.

Y una mujer observándola, con los labios entreabiertos y las cejas enarcadas en un gesto de absoluta sorpresa.

Esa mujer era ella misma, acercando una mano hacia el espejo. Una mano que ella no había movido.

El traje se le cayó de las manos.

E hizo lo único de lo que fue capaz.

Gritó.

 

 

Continuará.

 

feedback = Sí/Yes

email = evanescence_xARROBAlycos.es