Título: Los dueños de nuestras vidas.
Autor: subcube
E-mail: subcube1ARROBAhotmail.com
Tipo: una base de x-file con suave aroma msr. Vaya, que cursi queda eso.
Resumen: Dile a Mulder que has visto un alien y serás su mejor amigo.
Spoliers: Mmmm... Ninguno. Bueno, todos sabemos lo de Samantha.
Disclamer: Mulder, Scully, Skinner y demás personajes conocidos no son de mi propiedad. Mmmm...
por desgracia existe algo que se llama ley de derechos de propiedad y no me deja que diga que son
míos. Cachis. Joé.
Raiting: Todos los públicos.

NOTA: Scully nunca ha sido abducida. ¿Vale?. Si incluyo ese spolier me metería en camisas de once
varas. Como que no. Olvidad todo lo que sabéis sobre la abdución de Scully. No existe tal abdución
en este fic. Ya ta.

Dedicatoria: Este relato está dedicado a todas aquellas personas que me han pedido que volviese a
escribir algo. Muchas gracias por ser tan pesadas y pesados. Si no fuese por vosotros, por vuestro
apoyo y confianza no me habría puesto otra vez al teclado. Os quiiiiieeeeeeeeerooooooooooooooo!!!!,
viva Internet!!!!!!!!!!!, viva el messenger!!!!! (cuando no falla, eso sí, que últimamente anda que nos tiene
contenticos el condenao)

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ALGÚN LUGAR.
ALGUNA HORA.

El humo era demasiado denso como para poder percibir algo más que la brillante luz que venía del fondo
del ancho pasillo. Las paredes eran de tierra, y el suelo húmedo, oscuro y resbaladizo, posiblemente por
el agua que caía del techo. Demasiada oscuridad detrás de él, demasiada luz delante. ¿Qué sería lo
adecuado?, ¿dirigirse a la luz o caminar hacia la oscuridad?. Quizás lo mejor hubiese sido quedarse inmóvil,
en esa posición. Pero estaba demasiado asustado como para esperar. Además, los golpes metálicos
que se escuchaban de forma intermitente por todo el pasillo le hacían pensar que algo vendría a por él; algo
que, seguramente, no le gustaría ver. Tomó una decisión: caminar hacia la luz. ¿No suele ser la solución?.
Luz buena, oscuridad mala, ¿no?. Eso es lo que había aprendido de pequeño. Hay que seguir la luz. Sus
ropas estaban mojadas, y su pelo, y su piel, y sus ojos porque por muy valiente que fuese, la situación podía
hacer llorar a cualquiera. Vestía unos vaqueros azules, una camiseta negra de manga corta y botas de
montaña. Lo más incómodo era notar el agua dentro de su calzado. Los calcetines estaban completamente
empapados. Llevaba un mar en sus botas. Agua, agua, pero seguía teniendo sed. Las lágrimas danzaban
por su rostro hasta llegar mecánicamente a sus labios; todas, todas las lágrimas a sus labios. Ese sabor
salado aumentaba su sed. ¡Y caía agua del techo!, pero no conseguía calmar su sed. El suelo estaba húmedo
pero no había charcos. La tierra se bebía el agua antes que él, era demasiado rápida. Quizás, ella tenía
más sed que él. Sí, sería eso. Decidido a caminar hacia el frente, hacia la luz, movió una pierna. El peso de
su cuerpo hundió su pie unos centímetros en el suelo. Demasiado húmedo para andar, demasiado seco
para beber. Aún así, no pensaba quedarse quiero. Siguió andando, torpemente. Cayó al suelo varias veces.
Aquél pasillo resbalaba mucho. Cualquiera se sentiría incómodo. Las ropas mojadas y, ahora, teñidas con
fango. Quería gritar pero sabía que así no conseguiría nada. Además, si hacía ruido puede que lo que
producía aquellos golpes intermitentes viniese a por él. No podía ser nada bueno. Sin darse cuenta llegó
al humo. Estaba rodeado de un humo espeso. Vio que no era humo, era polvo. ¿Cómo podía levantarse
polvo del suelo si estaba húmedo?. Del techo no podía venir, ¡si caía agua!. Las paredes, aunque menos
mojadas, también estaban frías y húmedas. ¡Dios!, ¿estaba en una cueva?, ¿dentro de una montaña?.
El pasillo era muy ancho y muy alto, ¿dónde estaba?. Siguió caminando tan rápido como el barro que había
bajo sus pies le dejaba caminar. Cada paso era una lucha por sostener el equilibrio. El fango se iba
acumulando bajo las suelas de sus botas. Cada vez se hacía más difícil caminar, las caídas aumentaban.
Miró hacia atrás. Ya no había oscuridad. No, no la percibía. Sabía que la luz se reflejaba en el polvo. La
oscuridad seguía tras él pero camuflada por el reflejo de la luz en la gran cortina de polvo que le envolvía.
Mientras caminaba intentó recordar cómo había legado ahí. ¿qué sentido tenía?. No podía haber aparecido
allí sin más. Se esforzó por recordar. Pero estaba confuso, sabía que estaba en algún sitio, en un pasillo
de tierra mojada, entre una nube de polvo, caminando hacia una luz que, con suerte, sería la salida. Por
algún sitio debía haber entrado. Puede que lo hiciese por el lugar hacia donde caminaba pero... lo
recordaría, ¿no?. Mejor pensado, recordaría cualquier entrada. ¿un golpe en la cabeza?. Se tocó el cabello.
Lo notó mojado. Eso era, se había dado un golpe y le sangraba la cabeza. Aunque... no había sangre en
sus ropas, ni en su rostro, sólo agua y lágrimas. Se miró la mano. No había sangre. Lo de su cabeza era lo
mismo que bañaba sus ropas. Agua, sólo agua. ¡¡¡Quiero recordar!!!. Al menos sabía su nombre. Se llamaba
Gabriel. ¡Sí!, y recordaba algo más. Había alguien con él. Su novia Liz estaba con él antes de... antes de
todo esto.

(L): (llorando) ¿Gabriel?. ¿Eres tú?.

Le pareció escuchar la voz de su novia. Miró hacia todos lados, cayó al suelo por la brusquedad de sus giros.
Tendido boca abajo sobre el fango volvió a escuchar una voz.

(L): Por favor, ¿hay alguien ahí?.
(G): ¡¡¡¡¿¿¿Liiiizz???!!!!.
(L): ¡¡¡Gabriel!!!.

El chico se levantó con dificultad, resbalando y con el rostro lleno de barro.

(L): ¡¡¡Gabriel!!!, ¡¡¡Gabriel!!!. ¡¡¡Estoy aquí!!!.
(G): ¡¡¡Liiizz!!!

La voz de Liz se oía cercana. Debía de estar entre el telón de polvo. Gabriel no podía caminar bien. Se
agachó y se puso a cuatro patas. Sería más fácil caminar así, arrastrando manos y rodillas.

(G): ¡¡¡Háblame, Liizz!!!. ¡¡¡Háblame!!!.

Oía la llamada de su novia entre la densa nube. La cantidad de polvo era cada vez mayor. Gabriel nada
más que veía sus manos si las acercaba escasos centímetros de su rostro.

(L): Gabriel, ¿eres tú?.

Gabriel estaba frente a Liz pero no la veía. La densidad no permitía que viesen nada.

(G): Sí.

Gabriel estiró, con cuidado, sus brazos hacia el frente. Tocó los hombros de Liz y la abrazó. No dijeron nada.
Pero Gabriel notó algo extraño. El tacto de la piel de Liz era... distinto. Liz no llevaba ropa.

(G): ¿Liz?.
(L): ¿Estás bien, Gabriel?.
(G): Sí, pero...¿qué te pasa?.

Gabriel llevó sus manos suavemente al rostro de Liz. Su cara era ovalada. Su piel no era... humana.

(G): ¡¡¡aghhhhh!!!.
(L): ¿¡Qué pasa!?. No me asustes, Gabriel.

Gabriel acercó su rostro todo lo que pudo a la cara de Liz. No veía nada por culpa del denso polvo. Los ojos
de Gabriel no soportaban más los restos de polvo que arañaban sus pupilas. Demasiado tiempo con los
ojos abiertos. No podía mantenerlos abiertos ni un segundo más. Gabriel cerró sus ojos, el dolor era
insoportable. Demasiado polvo bajo los párpados. El sonido metálico de fondo, casi olvidado por Gabriel,
sonó más fuerte que nunca. Gabriel, con esfuerzo, abrió los ojos y vio un gran resplandor que le rodeaba.

(G): ¡¡¡Liz!!!.

Entre la cortina de polvo, menos densa que antes, aparecieron cuatro pequeñas figuras que caminaban
torpemente hacia Gabriel. Eran siluetas ¿humanas? de pequeña estatura.

(G): ¡¡¡Liz!!!.

La voz de Liz sonó tras Gabriel.

(L): No te preocupes, Gabriel. Vamos a casa.
(G): ¿Qué?.

En ese momento, Gabriel giró para ver a Liz.

(G): ¡¡¡Aaaaaaahhhh! (grito).

La cara de Gabriel quedó descolocada al ver el rostro de su novia. Una cabeza grande, gris y con dos
ojos ovalados de color negro. Las cuatro figuras llegaron a Gabriel y dos de ellas le cogieron por los brazos.

(G): ¡¿qué hacéis?!. ¡Soltadme!.

Gabriel se movía fuertemente intentando soltarse de los brazos de esos seres. Uno de los seres que no
sujetaban a Gabriel se puso frente a él. Le miro y abrió la boca como diciendo algo pero sin emitir sonido
alguno. Gabriel quedó totalmente calmado. Los cinco seres dieron la vuelta y empezaron a caminar hacia
la luz. Gabriel iba entre dos de ellos. El ser con la voz de Liz iba delante de los otros cuatro. Llegaron a una
especie de enorme vehículo. Tenía forma ovalada. Era plateado y se sostenía flotando a unos centímetros
del suelo. Bajo él se levantaba una enorme polvareda. Sin duda, aquello es lo que producía aquella nube
de polvo. El vehículo no tenía aperturas. El ser que iba al frente se detuvo ante el enorme aparato. A los pocos
segundos, la pared del vehículo empezó a doblarse produciendo pequeñas olas como si el metal fuese
realmente líquido. Se hizo una apertura en forma de puerta y se formó una pequeña rampa desde ella hasta
el suelo. Ese ser entró y los otros cuatro caminaron por la rampa con Gabriel entre ellos. Gabriel, en el
momento de entrar miró hacia un lado y se vio reflejado en el extraño metal. Si aquél ser no le hubiese
calmado antes, el grito de Gabriel al verse reflejado en el metal habría despertado a los muertos. Gabriel se
vio reflejado; pero lo que vio no le gustó. Entre los cuatros seres había otro. Él.
La puerta del vehículo se cerró y se puso en movimiento. El vehículo volaba a ras del suelo por esos fangosos
pasillos. El polvo que se levantaba no era producto de ese enorme aparato. Tras él, volaban muchos más.
Al menos ocho. El vuelo de esos vehículos era muy delicado y elegante. Volaban a una gran velocidad entre
los largos pasillos. En unos segundos llegaron a una pared líquida. La atravesaron y salieron del pasillo.
Salieron al mar y se dirigieron a la superficie. Emergieron y volaron hacia el cielo desapareciendo en escasos
segundos.

PLAYA DE BAHÍA NUEVA
11.35. a.m

Una pequeña niña rubia de unos cinco años jugaba en la orilla del mar. Estaba haciendo figuras de arena. Su
madre estaba cerca, tomando el sol acostada en la arena sobre una esterilla. Su hermano mayor, de unos
dieciséis años, leía una revista y escuchaba música con un walkman. La niña jugaba sentada mirando hacia
el mar. De repente vio que algo salía del agua, a unos metros de la orilla. La niña se puso de pie, atenta y con
la vista al frente. Lo que salía del agua era un hombre que llevaba una camiseta negra. Caminaba hacia la
orilla lentamente. Su cuerpo iba saliendo del mar. Ahora se veían sus pantalones vaqueros, azules. Por fin
llegó a la orilla. El hombre se quedó frente a la niña. El hombre abrió la boca y salió una gran cantidad de
agua. La niña empezó a gritar. La madre abrió los ojos miró hacia la orilla y gritando el nombre de su hija
corrió hacia ella. El hombre cayó desmayado frente a la niña. La madre se puso de rodillas abrazando a la
pequeña; ella estaba bien, sólo un poco asustada por haber visto a ese hombre que había salido del agua.

BARRIO DE SANTA FE

Esa mañana, Mulder y Scully investigaban un caso de posible licantropía cerca del Hospital Santa Fe. Más
que investigar lo que hacían era cerrar el expediente. Los vecinos de un barrio cercano denunciaron la
presencia de un hombre lobo por las calles del lugar cuando caía la noche. En poco más de dos días, los
agentes resolvieron el caso. No había tal hombre lobo sino un pobre vagabundo que salía a las calles para
buscar comida en los contenedores de basura cuando los vecinos la sacaban por la noche. Mulder y Scully
estaban despidiéndose de la junta de vecinos cuando Skinner llamó a Mulder:

(M): Mulder.
(SK): Agente Mulder, ¿cómo ha ido la explicación?.
(M): Jajaja, ha sido muy gracioso. Ellos estaban convencidos de que se trataba de un monstruo peludo;
hasta que no han visto al propio vagabundo no querían creernos.
(SK): Ese hombre llevaba demasiado pelo en su rostro.
(M): En su rostro, en sus manos, en sus piernas,... todo un ejemplo de higiene.
(SK): ¿Han terminado ya?.
(M): Scully está despidiéndose de ellos. Salimos enseguida hacia allá.
(SK): Bien. Pero creo que van a seguir durante todo el día donde están.
(M):¿Cómo?.
(SK): Les queda adjudicado un nuevo caso. Como ve, ocurren demasiadas cosas in-ex-pli-ca-bles.
(M): ¿Así?, ¿de repente?.
(SK): Los de arriba nos lo han dado directamente a nosotros. Dicen que los paranoicos son cosa nuestra.
Así de tajantes.
(M): Mmm... espero que esta vez si sea algo in-ex-pli-ca-ble.
(SK): Tienen que ir al Hospital Santa Fe. Esta mañana han ingresado allí a un hombre que... ha salido del agua.
(M): Qué...¿qué?.
(SK): El hombre se llama Gabriel Stanford. Una familia descansaba en la playa y le han visto salir del mar.
Gabriel ha caído desmayado y una ambulancia le ha llevado al hospital. Cuando ha despertado estaba muy
asustado, quería levantarse de la cama, gritaba y hablaba de unos seres que le habían
(M): ¡abducido!.
(SK): No dijo eso exactamente, pero hablaba de unas pruebas dentro de una nave espacial. Otro paranoico.
(M): Saldremos ahora mismo. Gracias.
(SK): Manténgame informado.

Skinner colgó el teléfono y Mulder se acercó a su compañera, quien seguía hablando con la junta de vecinos.

(S): Sí, jajajaj, deberían regalarle un corte de pelo.
(UN VECINO): ¡y un afeitado!.
(UNA VECINA): ¡y ya puestos... un depilado completo!.
(TODOS): ¡jajajajajaj!
(M): (a Scully) Debemos irnos. Hay otro caso.

Scully asintió.

(S): Tenemos que irnos. Espero que ahora duerman más tranquilos.
(UNA VECINA): Ahora sí. Sin hombre lobo, sí.
(UN VECINO): Gracias.
(S): No hay de qué. Es nuestro trabajo. Adiós.
(M): Hasta otra.

Con esto, los agentes se despidieron y cerraron el caso del Hombre Lobo de Santa Fe. Caminaban hacia
el coche.

(S): ¿Te ha llamado Skinner?.
(M): Sí. Tenemos más trabajo.
(S): Pero podremos descansar un poquito, ¿no?.
(M): Me temo que no. Todo ha ocurrido esta mañana y hay que darse prisa.
(S): Mmmm... si no me cuentas algo más...
(M): Subamos al coche. Te cuento por el camino.
(S): Vale. Así descansaremos aunque sea en el viaje.
(M): jejej, poco vamos a descansar.
(S): (ceja levantada) Mmmmm
(M): Llegaremos en 5 minutos. Vamos al Hospital Santa Fe.
(S): Brufffff

Subieron al coche.

S: Bueno... ¿me vas a contar algo?
M: Un chico ha salido del mar esta mañana.
S: Mmm.. vale. Y por eso nos pasan a nosotros el caso. Muy bien.
M: No. Nos lo pasan a nosotros porque dice que lo han ¡abducido!.
S: ¡Guaaaauuuuu!, ¡que bien!. ¿Se me nota la ironía?.
M: Skully, no me gusta que bromees con eso. ¿Me meto yo con tu dios?.
S: Vale, lo siento, perdona. Pero sabes que a mí los hombrecillos verdes...
M: Grises, Skully, hombrecillos grises.
S: Eso.

[¿Por qué me gustará tanto verle picado?. En el fondo soy una morbosa. Me encanta cabrearle y bromear
con sus gustos. Que tonto, ¿no se da cuenta que lo hago totalmente a posta¿. Míralo, ahí, conduciendo,
superserio y molesto por haberme metido con sus dioses de medio metro. Jo... si supiera lo que daría por
poder agarrarle la mano. Pero, claro, si le cojo la mano en estos momentos pensará.. ¿qué hace esta?.
Además, podríamos matarnos. Cogerle la mano mientras conduce... jo, si es que está tan mono enfadado...]

M: ¡Yo no me meto con tu Dios!.
S: Mulder. ¡Déjalo!. Ha sido una broma. No sigas.
M: (respira hondo) Vale. Ya hemos llegado.

Llegaron al Hospital. Aparcaron y bajaron del coche.

Bajando del coche...

M: Pero no vuelvas a reírte de mis cosas, ¿vale?.
S: Aiiissss, Mulder.

Entraron al Hospital y se dirigieron a información. Allí había una señora robusta, de pelo rizado recogido y
unas gafas bastante grandes con una bata blanca. Su cara no era de alguien con muchos amigos, la verdad.

M: (Mostrando su placa a la señora) Hola. Somos los agentes Mulder y Skully del FBI. Venimos a ver a
Gabriel...
La celadora les miro a los dos. Primero a Scully y luego a Mulder. Les miró por encima de las gafas.
Y con cara de verdadero asco.
Celadora: Sí, al loco de mar.
M: ....
Celadora: El chico que salió del agua, ¿no?.
M: Sí.
Celadora: Gabriel Stanford. Habitación 326, tercera planta, psiquiatría.
M: Gracias.
Celadora:...

Mulder y Scully anduvieron hasta el ascensor.

M: De mayor quiero ser tan simpática como ella.
S: Sí, ¿verdad?. Lo que pasa es que ya lo eres.
M: Mulder. ¿Sigues enfadado?.

[¡Quiero abrazarle!, ¡sólo pido un abrazo!, un abrazo fuerte pero un abrazo, y que se pare el tiempo, gracias.
Mulder, ¿me dejas que te abrace?.]

El ascensor se abrió y entraron. No subió nadie más con ellos. Eso es extraño. Normalmente, en los
ascensores de los hospitales se meten unas 30 personas más de las que pone en el cartelito y se forma una
masa compacta de carne humana que no hay quien diferencie a una persona de otra.

Mulder pulsó el botón 6.

S: Mulder. ¿Por qué pulsas el botón 6?.

[Si supiera que me gusta como me hace enfadar dejaría de hacerlo. Prefiero seguirle la corriente para que
se meta conmigo. ¿Soy masoca?. Pero se pone tan bonita cuando lo hace... y...]

S: ¡Mulder!. Que estamos subiendo a la sexta planta. La simpática celadora te ha dicho que ese chico está
en la tercera.
M: ...ahh...si.. si...

Mulder pulsó el botón de Stop y el ascensor frenó de golpe.

S: ¿Se puede saber qué haces?!
M: Parar el ascensor para volver a la tercera planta.
S: Mulder. Estamos en la quinta. No hacía falta que hicieras eso.
M: Vaale. ¡Ya está!.

Mulder volvió a pulsar el botón 6.

S: No me lo puedo creer. Vamos, no. Que no me lo creo.

Mulder con sonrisa de niño feliz porque ha hecho muy bien lo que debía hacer.
S: Si quieres te doy un caramelo. O... ¿prefieres que te aplauda?.
M: Pero que simpática que eres, Scully.

El ascensor se paró en la sexta planta. Las puertas se abrieron y entró una enfermera de larga melena
morena y ojos verdes. Muy atractiva (todo hay que decirlo). Junto a ella entró un anciano con un niño de
unos cuatro años agarradito de la mano. Mulder, como no, se quedó mirando "disimuladamente" a la
monumental enfermera. Las puertas se cerraron. La enfermera pulsó el botón 1, el anciano el de planta
baja y Mulder.... se quedó mirando a la enfermera. Scully miró a Mulder con cara de resignación. Su
compañero tenía la sonrisa de un niño, pero que esta vez mira una gran tarta que hay en un escaparate.
La agente, con un resoplido, pulsó el botón 3. El ascensor se puso en marcha. Planta 5 y bajando. Mulder
mirando a la enfermera. Scully mirando a Mulder con ganas de cogerle del cuello. El anciano con el niño de
la mano mirando el suelo. Planta 4 y bajando. Mulder mirando a la enfermera. Scully con ganas de matar a
Mulder. El anciano y el niño seguían mirando el suelo. Planta 3. Las puertas se abrieron. Scully dio un paso
y Mulder seguía quieto mirando a la enfermera; enfermera que se había dado cuenta de las miradas de
Mulder desde la quinta planta pero, ni corta ni perezosa respondió a las miradas de Mulder con sonrisas
que doblaban las ganas de matanza por parte de Scully. La agente pegó un pequeño codazo a su compañero
y este caminó hacia la salida del ascensor. Mientras cruzaba el marco giró la cabeza y:

M: (dirigiéndose, con una sonrisa de spot de dentífrico, a la enfermera): Hasta luego.

Scully no pudo impedir que su labio superior se elevase en signo de amenaza. Las puertas empezaron a
cerrarse. Mulder seguía mirando hacia dentro y se percató de algo. Mientras las puertas se cerraban, el
anciano y el niño levantaron la mirada del suelo y fijaron sus ojos en los de Mulder. Los rostros inexpresivos
de ese hombre y el pequeño niño helaron por un momento la sonrisa del agente. Las puertas del ascensor
se cerraron.

S: ¿qué te pasa?.
M: (mirando las puertas cerradas del ascensor) Ese anciano.
S: Sí, sí. Ese anciano. ¡¿No será esa miss insalud?!.
M: (mirando a Scully) Déjate de celos. Ese anciano, y el niño... me han mirado de forma muy extraña. No sé.
S: Tendrían envidia por la forma en que te miraba la niña profident.
M: No lo sé , Scully. Cosas mías.
S: ¿Vas a quedar con ella?.
M: ¿De qué hablas?. Creo que no te gusta demasiado que las mujeres me atraigan las mujeres.

[¿Y yo no soy mujer?, Mulder. ¡¡¡Hoooola!!!. Yo también soy mujer. ¿Por qué no te atraigo yo?. Qué pasa;
¿no mido metro ochenta ni mi escote llega hasta mi ombligo?. Está claro que sólo te gustan las chicas de
las hojas centrales del playboy. Sí, eso es. Eres un superficial, Mulder. ¿Cómo puedo estar enamorada de
un hombre tan superficial?. Me sorprendo a mí misma. ¡No quiero que me gustes!. Pero...jo... te quiero tanto
que no puedo remediarlo. Me tienes hechizada. Esa es la clave. Alguien me ha hechizado para que sólo
te vea a ti. ¿Seré tonta?. ¿Cómo no lo he pensado antes?. Scully, ¡¡¡hooolaaaa!!!. Deja de hablarte a ti
misma que se ha dado cuenta de que no estás en el mundo real en estos precisos momentos].

M: ¿Tú también piensas en ese anciano?.
S: ..... no. Digo, sí, no, sí, sí.

Dos rápidos pestañeos de Mulder hacia Scully sin entender las "negafirmaciones" de su compañera y
empezaron la búsqueda de la habitación de Gabriel Stanford. La habitación 326. Llegaron a la puerta.
Había un celador en la puerta. Cuando vio a los agentes:

Celador: ¿Son los agentes del FBI?.
Scully: Sí.
Celador: Pasen.
S: Gracias.
M: (ya entrando) Gracias.

Dentro había una chica alta, de melena pelirroja (tintado, se notaba en las cejas negras). Iba con una bata
blanca. Esta chica era bastante atractiva. Tanto como para que los celos de Scully, sin haberse calmado
de los provocados en el ascensor, volviesen a la posición de amenaza nuclear. La chica (PS) era la jefa de
Psiquiatría del hospital.

PS: Hola. Les estaba esperando. Soy Katherin Love, jefa del departamento de psiquiatría del hospital.
M: Ho-o-la. Mulder del FBI. Ella es la agente Scully.

Scully saludó con un movimiento de cabeza y una falsa sonrisa.

En la habitación había una cama y sobre ella, acostado, un chico joven con los ojos abiertos forzosamente
que se agarraba las manos, se las apretaba, se tocaba los dedos... nervioso.

PS: (en voz baja) Este es el chico.

[Nos hemos dado cuenta. No hemos venido a esta habitación porque quisiéramos ver a la preciosa jefa
de psiquiatría. Bueno, Mulder puede que no se haya dado cuenta de que este es el chico; pero yo, le he
visto antes de fijarme en la pelirroja de bote]

S: Gracias (igual soy un poco hipócrita pero ¿es tan tonta como para no darse cuenta del sarcasmo de mi
agradecimiento?).
M: Está muy nervioso.
PS: Eso no es nada. Le hemos dado tranquilizantes. Cuando ha llegado aquí quería suicidarse. Cuatro
enfermeros le han tenido que agarrar para que no saltase por la ventana

[S: Que bien. Un hospital sin barrotes en la ventana. Encima, en la planta de psiquiatría. Si me pagasen diez
dólares por los enfermos que se han suicidado saltando desde las ventanas de los hospitales...]

PS: Hablen con él. No ha parado de decir que quiere hablar con alguien del Gobierno.
M: Para eso estamos. Aunque el Gobierno quede un poco por encima de nosotros.

[¿Para eso estamos?. Para eso estarás tú, guapo. Si tu vida se llena hablando con paranoicos, tú sabrás.
Claro, como tú eres uno de ellos pues te sientes como en familia. Scully... ¿no estás un poco borde hoy?.]

S: ¿Le han hecho un reconocimiento físico?.
PS: Sí, no han encontrado nada fuera de lo normal. Él se empeña en que le examinen por dentro. Dice que
no es humano. Lo sé. Es una estupidez pero le hemos hecho caso. Radiografías, análisis,... y nada de nada.
No hay nada extraño en él; sólo sus ideas.
S: Y... ¿sus pulmones?. Tenemos entendido que le vieron salir del agua.
PS: Sí. La familia que llamó al hospital dice que salió del mar, caminando, y que al llegar a la orilla abrió la
boca y salió una gran cantidad de agua de él.
S: ¿Y no hay nada raro en sus pulmones?.
M: ¿Le han encontrado branquias?.
PS: ¿cómo?. Jeje, no, no. No es un pez con piernas. Sus pulmones están bien. Mejor que bien; tienen una
gran capacidad para almacenar oxígeno. Este chico puede aguantar la respiración más que ninguno de
nosotros, se lo puedo asegurar.
S: Bien.
M: Veamos que nos quiere contar.
PS: Si no les importa, les espero fuera. Se sentirá más tranquilo.

La psiquiatra salió de la habitación. Los agentes se acercaron a Gabriel y se quedaron de pie junto a él; cada
uno a un lado de la cama. Gabriel había estado mirando hacia la ventana durante toda la conversación de
los agentes con la psiquiatra. Aún seguía mirando hacia la ventana, aunque Mulder se hubiese situado entre
esta y Gabriel. La mirada de Gabriel era infinita, como si no hubiese visto a los agentes en la habitación.

M: Hola. Soy el agente Mulder del FBI. Me han dicho que quiere hablar con nosotros.
S: ¿Se encuentra bien?.
G: (a Scully) Gracias por venir. He visto algo que nadie ha visto jamás.
M: ¿Un ovni?.
G: (girándose de golpe hacia Mulder y con paranoica mirada). ¡Jajajajajajajaj!, ¡un ovni!, jajajajajaja. ¿Acaso
sabe qué es un ovni?. Se imagina un platillo volante como en las películas de ciencia-ficción, con hombres
verdes con antenas, ¿verdad?. ¡Jajajajajja!.
S: ¿qué es lo que nos quiere contar?.
G: (ya mirando a Scully). Lo sé todo. Sé que están entre nosotros. Sé que lo llevan haciendo desde hace
siglos. Sí. Seguro que alguien de su familia es uno de ellos. ¡Jajajajaj!. Seguro que alguno de sus profesores
de colegio lo era. ¡Incluso puede que su jefe lo sea!. ¡Jajajajaj!
S: Tranquilícese y cuéntenos qué es lo que le ha pasado.
G: Al principio no sabía dónde estaba. No recordaba cómo había llegado hasta allí. Entonces, encontré a Liz.
M: ¿Quién es Liz?.
G: Mi novia. ¡Jajajajjaja!. ¡Era ella uno de ellos!. ¡Jajajajaj!. Ella me engañó y me llevó a ese sitio.

Gabriel empezó a llorar. Está claro que su estado de ánimo era muy confuso. De las espeluznantes carcajadas
pasó a las lágrimas. Estaba muy afectado por lo que le había pasado.

S: ¿Ella te llevó?. ¿Adónde te llevó?.
G: Estábamos en una fiesta. Era el cumpleaños de un amigo. Llevábamos toda la noche en la casa de Peter.
M: Peter es el chico del cumpleaños.
G: Sí. La fiesta era en su casa de la playa. Estábamos junto al mar. Liz me cogió de la mano. Me besó y me
sacó de la casa. Me llevó a la playa. Nos quedamos de pie en la orilla de la playa. Las olas nos mojaban los
pies. Nos abrazamos y nos besamos. Ella paró y me volvió a coger de la mano. Entonces empezó a caminar
hacia el mar. Me miraba con su preciosa sonrisa.

Gabriel volvió a llorar.

G: (llorando) ¡Por qué!. Liz... te quiero. ¡Por qué te llamo Liz, si eres uno de ellos!.
S: Tranquilo, Gabriel. Sigue contándonos. Caminabais hacia el mar...
G: Yo pensé que quería que nos bañásemos de noche. Juntos. Pero...Cuando el agua ya nos llegaba a la
mitad le dije que estaba muy fría, que mejor volvíamos a la arena. Pero ell me apretó más fuerte la mano y
siguió caminando.
M: ¿Te obligó a seguir caminando?.
G: Le dije que me soltase. Me estaba asustando. Intenté soltarme pero me apretaba muy fuerte, no podía
soltarme. Se lo pedí cien veces, no me dejaba volver. Y... era mi novia, no quería pegarle para que me soltara.
S: ¿Llegasteis a sumergir todo el cuerpo bajo el mar?.
G: Ella seguía caminado. Liz es más baja que yo. Vi como su cuerpo desaparecía bajo el mar pero seguía
caminado, no subía. Me tiraba hacia dentro. El agua llegó a mi cuello. Grité pidiendo ayuda. No comprendía
como Liz podía estar haciendo aquello. El agua me cubrió del todo. No podía respirar. ¡Iba a morir!. Tenía los
ojos abiertos. Me escocían. Pero veía a Liz delante de mí, caminando por el fondo. Y yo tampoco flotaba. No
me quedaba oxígeno en los pulmones y...

Gabriel volvió a llorar.

S: (a Mulder en voz baja) No creerás todo esto.

Mulder permaneció en silencio.
M: (a Gabriel) ¿qué ocurrió después?. ¿Te soltó?.
G: No lo sé. Perdí el conocimiento. Pensé que moría. Pero no he muerto. Desperté en ese sitio. Y, ahora lo
sé todo.
M: ¿Un ovni?.
G: Estaba bajo el mar. Allí se esconden. ¡Jajaj!, y lo hacen desde hacer siglos. Y nadie lo sabe. Sólo yo.
Y me han dejado volver.
M: ¿Quiénes son ellos?.
G: Los dueños de nuestras vidas. ¡Jajajajajajaja!.

Gabriel empezó a reír fuertemente. Estaba como ido, sólo reía. Los agentes se acercaron a la puerta,
alejados de Gabriel.

S: (a Mulder) No me mires así, Mulder.
M: ¿Cómo?.
S: Sé qué estás pensando.
M: Entonces no hará falta que te diga dónde vamos a ir.
S: Mulder, yo no pienso bajar.
M: ¿Nunca has hecho submarinismo?. Seguro que es muy divertido.
S: ¿Te lo has creído?. ¿Crees lo que dice este chico?.
G: (desde su cama) Playa de Bahía Nueva. Entré por allí. Todas las noches entran y salen. Pero son muy
precavidos y nadie les ve. ¡jajaj! Pero yo lo sé, ¡jajaj!, lo sé. Y... me han dejado salir.. pero...

Gabriel empezó a ponerse nervioso, asustado.

G: Pero... saben que lo voy a contar. Por eso enviarán a alguien a matarme. Vosotros... ¡vosotros sois uno
de ellos!. ¡Habéis venido a por mí!. ¡Fuera!, ¡fuera!.
S: Gabriel ,tranquilo. No somos lo que dices.
G: Sí sois como yo, uno de ellos.
M: ¿Cómo tú?.
G: Sois uno de nosotros.
M: ¿Tú eres uno de esos seres?.
G: ¡Jajajaj!, como si no lo supieras. Somos lo mismo. Tú y yo. Ella y tú. ¡Jajajaja!, muchos lo son pero no lo
saben. ¡Pero yo sí!. Soy uno de ellos. Y... ¡vosotros también!, ¡seguro!. ¡Fuera!. ¿Habéis venido a
mataaaaaaaaaarme!.

Gabriel se puso a gritar muy fuerte. Entró la psiquiatra y con ella dos enfermeros. Pusieron un calmante a
Gabriel, en uno de sus brazos mientras este seguís gritando y moviéndose fuertemente. En unos segundos
se calmó y cerró los ojos. Los enfermeros salieron de la habitación.

PS: ¿Qué ha ocurrido?.
S: Nos ha dicho

Mulder le dio un pequeño codazo a su compañera.

S: Que su novia ha desaparecido. Sólo eso. Que le ayudemos a buscarla. Está muy nervioso. Cree que la
han raptado, por eso quería hablar con alguien del Gobierno.
PS: ¿Qué piensan hacer?.
M: Vamos a ver a nuestro jefe. El FBI se encargará de buscar a su novia.
PS: ¿No le ha dicho que le ha pasado?. ¿Por qué salió del mar?.
M: No recuerda nada. Estaban bañándose en l aplaya y no recuerda nada más.
PS: Bien. Si averiguan algo más me gustaría que me lo dijesen. Quiero ayudar a este chico.
S: Por supuesto. Le mantendremos informada. No se preocupe.
PS: Gracias.

Mulder y Scully salieron de la habitación y se dirigieron al ascensor.

S: Mulder, ¿sabes qué estás haciendo?.
M: Si le hubiésemos dicho lo que nos ha contado el chico se habría metido más gente de por medio. Y este
caso me interesa mucho, Scully. Puede que me ayude a saber dónde está...
S: (bastante seria) No hace falta que lo digas. Sé a qué te refieres.
M: Puede que la encuentre o, al menos, descubra dónde ha estado. No pierdo la esperanza Scully. Quiero
encontrar a Samantha.
S: (asintiendo, cogió la mano a su compañero y la apretó fuerte, le dedicó una bonita sonrisa) Vamos, el
ascensor ya está aquí.

Las puertas del ascensor se abrieron. Dentro había cuatro personas. Una enfermera, una pareja de unos
cuarenta años y una anciana. El ascensor bajó. Todos iban a la planta baja. Las puertas del ascensor se
abrieron y todos salieron. Se cruzaron con la gente que montaba en el ascensor. Entre esa gente iba una
anciana con una niña pequeña agarradita de su mano. Mulder se quedó mirándolas. Ellas también le
miraron, posiblemente por la forma en que Mulder las estaba observando. Las puertas del ascensor se
cerraron.

M: ¿Has visto?. Una anciana con una niña de la mano. Como el anciano y el niño que hemos visto antes.
S: Mulder, no veas cosas raras donde no las hay.
M: Vale, igual pienso demasiado.
S: ¿Tú?. ¿Pensar tú?.
M: Vaaaaale.

Los dos rieron. Esa broma rompió el silencio que había desde que Mulder nombró a Samantha. Caminaron
hacia la salida. Salieron a la calle y se dirigieron al coche. Pero antes de llegar escucharon a gente gritar.
Miraron a su alrededor y había gente mirando hacia arriba, señalando y gritando. Scully miró hacia arriba.
Había mucho sol y no podía ver bien. Se puso la mano en forma de visera y vio a una figura humana sentada
en una ventana del hospital. En una planta bastante alta. Mulder hizo lo mismo. Los agentes corrieron hacia
la entrada del hospital. Entraron y escucharon gritos aún más fuertes de la gente que había fuera.

CONTINUARÁ...

Poorrr favorrrrrrrrr!!!!!! Si habeis leido esto os pido que me mandeis un feed o dos :p Con que una persona
me pida que continúe la historia lo haré. Creo que la cosa va para largo. No sé, puede que dos partes más.
Hay una buena liada. Me repito más que el ajo, lo sé pero... escribiddmeeeee!!!!!. Gracias.

subcube1ARROBAhotmail.com